06| Lucius and Lockhart
“Lucius y Lockhart”...
SU MAMÁ agitando el bolso con una mano y sujetando a Ginny con la otra. RJ iba tomando la mano de su melliza. RJ miró a su familia y sonrió aliviada al ver a Harry con ellos.
—¡Ay, Harry… Ay, cielo… Podías haber salido en cualquier parte! —Respirando aún con dificultad, sacó del bolso un cepillo grande para la ropa y se puso a quitarle a Harry el hollín. Arthur tomó sus gafas, les dio un golpecito con la varita mágica y se las devolvió como nuevas. Siendo que se habían roto.
—Bueno, tengo que irme —dijo Hagrid, a Molly estaba estrujando la mano en ese instante («¡El callejón Knockturn! ¡Menos
mal que usted lo encontró, Hagrid!», le decía) —¡Los veré en Hogwarts! —los señaló y miró a las mellizas.
—¿Podría ir a tomar té a su casa? Ron dice que ha ido aveces con Harry —Preguntó, tímidamente, RJ, el hombre se agachó demasiado para verla.
—¡Por supuesto! Ron siempre me ha hablado de las ricas galletas que haces, espero probar unas —ella sonrió y él saludó a todos, alejandose a zancadas, con su cabeza y sus hombros sobresaliendo en la concurrida calle.
—James —RJ se acercó y él asintio —casi nos das un infarto, no vuelva a hacer eso. Pero... Merlín, fuiste a un callejón muy peligroso.
—lo sé, pero ¿A que no adivinas a quién vi en Borgin y Burkes? —lebpreguntó
Harry y ella se encogió de hombros, el castaño tiró de Ron y Hermione mientras subían las escaleras de Gringotts —A Malfoy y a su padre.
—¡Caracoles hervidos! Él es de las pocas cosas malas que me cuentan de Hogwarts, no se si quiero siquiera verlo —se quejó, RJ, y se giró a darle un corto abrazo a Hermione para saludarla —por cierto, gracias por tus regalos —le susurró y ella asintio, contenta de que le hayan gustado.
—¿Y compró algo Lucius Malfoy? —preguntó, Arthur, con acritud.
—No, quería vender.
—Así que está preocupado —comentó, nuevamente, con satisfacción, a pesar de todo —¡Cómo me gustaría atrapar a Lucius Malfoy!
—Ten cuidado, Arthur —le dijo severamente, Molly, entramdo en el banco y un duende les hacía reverencias en la puerta —Esa familia es peligrosa, no vayas a dar un paso en falso.
—¿Así que no crees que un servidor esté a la altura de Lucius Malfoy? —preguntó indignado Arthur, pero se distrajo al ver a los padres de Hermione, estaban ante el mostrador que se extendía a lo largo de todo el gran salón de mármol, esperando nerviosos a que su hija los presentara —¡Pero ustedes son muggles! —observó encantado el señor Weasley —¡RJ, ven! —su hija corrió a estrechar la mano de los dos muggles encantados —¡Esto tenemos que celebrarlo con una copa! ¿Qué tienen ahí? ¡Ah, están cambiando dinero muggle! ¡Mira, Molly! —dijo, señalando emocionado el billete de diez libras esterlinas que Granger tenía.
—Nos veremos aquí luego —dijo Ron a Hermione, cuando otro duende de Gringotts se disponía a conducir a los Weasley y a Harry a las cámaras acorazadas donde se guardaba el dinero —vamos, RJ —tiro de su hermana.
—¡Amo a tus padres, Hermione! —le gritó a la niña que rió.
—¿Cree que en estas vacaciones RJ pueda ir a casa, ya que empieza Hogwarts? —le dijo Hermione a Molly cuando ella iba arrastrando de misma manera a Arthur.
—¡Claro, cielo!
Para llegar a las cámaras tenían que subir en unos carros pequeños, conducidos por duendes, que circulaban velozmente sobre unos raíles en miniatura por los túneles que había debajo del banco. RJ disfrutó del
vertiginoso descenso hasta la cámara acorazada de su familia, ella reía mientras disfrutaba de aquella experiencia.
Cuando llegaron, se quedó a un lado de Harry, viendo cómo dentro no había más que un montoncito de sickles de plata y un galeón de oro. La señora Weasley repasó los rincones de la cámara antes de echar todas las monedas en su bolso. RJ hizo una mueca, comenzando a jugar con el brazalete que le dió Hermione.
Si, cuando los Weasley decían no tener mucho dinero, no era por excusa.
Una hora después, se encaminaban a Flourish y Blotts. No eran, ni mucho menos, los únicos que iban a la librería. Al acercarse, vieron para su sorpresa a una multitud que se apretujaba en la puerta, tratando de entrar. El motivo de tal aglomeración lo proclamaba una gran pancarta colgada de las ventanas del primer piso:
GILDEROY LOCKHART
firmará hoy ejemplares de su autobiografía
EL ENCANTADOR
de 12.30 a 16.30 horas.
—¡Ay, ay, ay! —RJ hizo el amague de quedar sin aire mientras se sostenía de Hermione que comenzó a chillar, sosteniendo a la pelirroja un año menor.
—¡Podremos conocerle en persona! —gritó, Hermione, igual de emocionada —¡Es el que escribió casi todos los libros de la lista!
RJ deseaba con gran fuerza poder llegar a ser tan increíble como él, hacer todas aquellas hazañas, en verdad lo deseaba. Era un icono a seguir. Harry miró con cejas alzadas las emociones de la niña, sin entender, tampoco era tan guapo y le sacaba, fácil, veinte años.
La multitud estaba formada principalmente por brujas de la edad de Molly. En la puerta había un mago con aspecto abrumado, que
decía:
—Por favor, señoras, tengan calma…, no empujen… cuidado con los libros…
—¡Tengo que verlo! —RJ le dijo a Hermione.
—¡Lo veremos!
Las dos niñas se escabulleron entre las personas. Hermione no tenía amigas en Hogwarts, sus compañeras de cuarto la consideraban insoportable por ser más lista que ellas, pero, desde el minuto uno, RJ había mostrado ser bastante inteligente y desinteresada en pelear, era tan extrovertida que Hermione dudó que sea hermana de Ron o incluso Percy. Así que no fue difícil que se llevasen bien, mejoraba todo cuando ambas mostraban el enamoramiento por el mago de allí.
En el interior de la librería, una larga cola serpenteaba hasta el fondo, donde Gilderoy Lockhart estaba firmando libros y se unieron con disimulo al grupo de los Weasley, que estaban en la cola junto con los padres de Hermione.
—¡Míralo, Her! —RJ señalaba con disimulo al hombre y Hermione estaba sonrojada hasta las orejas. Dos chiquillas flechadas.
—tontas —refunfuñó, Ron.
—¡Qué bien! —pero su mamá no estaba mucho mejor que ambas niñas. Parecía que le faltaba el aliento, y se retocaba el cabello con las manos —Enseguida nos tocará.
A medida que la cola avanzaba, podían ver mejor a Gilderoy Lockhart. Estaba sentado a una mesa, rodeado de grandes fotografías con su rostro, fotografías en las que guiñaba un ojo y exhibía su deslumbrante dentadura. El Lockhart de carne y hueso vestía una túnica de color añil, que combinaba perfectamente con sus ojos; el pelo ondulado era por lo que RJ suspiraba más.
Un hombre pequeño e irritable merodeaba por allí sacando fotos con una gran cámara negra que echaba humaredas de color púrpura a cada destello cegador del flash.
—Fuera de aquí —gruñó a Ron, retrocediendo para lograr una toma mejor —Es para el diario El Profeta.
—¡Vaya cosa! —exclamó Ron, frotándose el pie en el sitio en que el fotógrafo lo había pisado.
—¡Oiga, con más cuidado! —RJ le pidió, pero con un tono educado y suplicante, sin querer ser grosera.
Gilderoy la escuchó y levantó la vista. Vio a la niña y luego a Harry que puso una mano sobre el hombro de su amiguita, queriendo que no se moleste, Gilderoy se fijó en él. Entonces se levantó de un salto y gritó con rotundidad:
—¿No será ése Harry Potter? —La multitud se hizo a un lado.
—James, te buscan —RJ señaló, risueña, a Lockhart que se dirigió hacia Harry.
—no ¿En serio? —le dijo irónico, y ella lo miró con ojos entrecerrados, mas el hombre llegó, tomandolo del brazo lo llevó hacia delante. La multitud aplaudió. Harry se notaba la cara encendida cuando Lockhart le estrechó la mano ante el fotógrafo, que no paraba un segundo de sacar fotos, ahumando a los Weasley.
—Y ahora sonríe, Harry —le pidió Lockhart con su sonrisa deslumbrante —Tú y yo juntos nos merecemos la primera página.
Cuando le soltó la mano, Harry tenía los dedos entumecidos. Quiso volver con los Weasley, pero Lockhart le pasó el brazo por los hombros y lo retuvo a su lado. RJ miró emocionada eso, nada que ver con la mueca de Harry.
—Señoras y caballeros —dijo en voz alta, pidiendo silencio con un gesto de la mano —¡Éste es un gran momento! ¡El momento ideal para que les anuncie algo que mantuve hasta ahora en secreto! Cuando el joven Harry entró hoy en Flourish y Blotts, sólo pensaba comprar mi autobiografía, que estaré muy contento de regalarle —La multitud aplaudió de nuevo —Él no sabía —continuó Lockhart, zarandeando a Harry de tal forma que las gafas le resbalaron hasta la punta de la nariz —que en breve iba a recibir de mí mucho más que mi libro El encantador. Harry y sus compañeros de colegio contarán con mi presencia. ¡Sí, tengo el placer y el orgullo de anunciarles que seré el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en el Colegio Hogwarts de Magia!
RJ, finalmente pareció ya desmayarse, ya que cayó hacia atrás y Ron sostuvo a su hermana, rodando los ojos.
La multitud aplaudió y vitoreó al mago, y Harry fue obsequiado con las obras completas de Gilderoy Lockhart. El de gafas miró a RJ y luego al mago.
—¿Me da otras más? Pero ahm, autografiadas. —preguntó, sin ánimos.
—¿Para mí amigo, Harry Potter? ¡Por supuesto! —dobló la cantidad de libros.
Tambaleándose un poco bajo el peso
de los libros, logró abrirse camino desde la mesa de Gilderoy, en que se centraba la atención del público, hasta el fondo de la tienda, donde RJ aguardaba, sostenida de la pared.
—Tenlos tú —le farfulló Harry, metiendo los libros en el caldero—Yo compraré los míos… le pedí dos, para ti y para Ginny. Los tuyos están autografiados —le dijo a RJ y le doó los demás a Ginny que llegó justamente a su lado.
—¡Gracias, James! —agradeció, RJ, besando la mejilla del niño que solo se encogió de hombros, sin darse cuenta del rubor de RJ porque ya estaba roja por Gilderoy.
—¿A que te gusta, eh, Potter? —dijo una voz detrás de Harry —oh, miren, tiene noviecita y se dan besitos —Draco Malfoy, exhibía su habitual aire despectivo. RJ se encogió en su lugar —El famoso Harry Potter. Ni siquiera en una librería puedes dejar de ser el protagonista.
—¡Déjalo en paz, él no lo buscó! —replicó, Ginny. Era la primera vez que hablaba delante de Harry. Estaba fulminando a Malfoy con la mirada.
—¡Vaya, Potter, no solo tienes una novia! —dijo Malfoy arrastrando las palabras.
—al menos él tiene —Defendió, RJ, mostrando su molestia. Sabiendo que él era Draco Malfoy, pues era idéntico a su padre y era tal como muchas veces lo describieron Ron y Harry.
—¡Ah, eres tú! —dijo, Ron, acercándose y mirando a Malfoy como se mira un chicle
que se le ha pegado a uno en la suela del zapato —¿T sorprende ver aquí a Harry, eh?
—No me sorprende tanto como verte a ti en una tienda, Weasley —replicó, Malfoy —Supongo que tus padres pasarán hambre durante un mes para pagarte esos libros.
Ron se puso tan rojo como RJ. Dejó los libros en el caldero y se fue hacia Malfoy, pero Harry y Hermione lo agarraron de la chaqueta.
—¡Ron! —Arthur, llegó, abriéndose camino a duras penas con Fred y George —¿Qué haces? Vamos afuera, que aquí no se puede estar.
—Vaya, vaya…, ¡si es el mismísimo Arthur Weasley!
Era el padre de Draco. El señor Malfoy había cogido a su hijo por el hombro y miraba con la misma expresión de desprecio que él.
—Lucius —saludó fríamente, el padre de RJ.
—Mucho trabajo en el Ministerio, me dijeron —comentó Lucius, mirando a sus hijos, hasta que su mirada se detuvo en RJ —Todas esas redadas… Supongo que al menos te pagarán las horas extras, ¿no? —Se acercó al caldero de RJ que era la única que no retenía a Ron y sacó de entre los libros
nuevos de Lockhart un ejemplar muy viejo y estropeado de la Guía de transformación para principiantes —Es evidente que no —rectificó, viendo fijamente a la niña que sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal.
La niña de once años casi pareció hundirse en el abismo de desden y molestia pero intensa tormenta de misterio con la que la miró Lucius Malfoy, ese hombre la intimidaban como cuando la primera vez que la vió, pero, está vez, él parecía querer asustarla a propósito.
—Querido amigo, ¿de qué sirve deshonrar el nombre de mago si ni siquiera te pagan bien por ello? —se burló, alejandose. Arthur se puso aún más rojo que sus hijos.
—nosotros no tendremos dinero pero se nota que usted carece de amor. O de cualquier afecto... —murmuró, entre dientes, RJ y Lucius la miró.
—Tenemos una idea diferente de qué es lo que deshonra el nombre de mago, Malfoy —contestó, Arthur, poniendo el brazo sobre el hombro de su hijita que parecía querer salir corriendo de allí, y, aún así, tuvo la valentía de defender a su familia de Malfoy.
—Es evidente —dijo Malfoy, mirando de reojo a los padres de Hermione, que lo miraban con aprensión —por las compañías que frecuentas, Weasley… Creía que ya no podías caer más bajo.
—¿Alguien podría caer más bajo que usted? —Preguntó, RJ, dando un paso al frente —porque hay niveles y límites ¿Pero cómo el suyo? No lo creo, si está en el más despreciable, bajo y triste en el que se puede estar. Si tanto le repugna hablar con nosotros ¿Por qué lo hace? Un poco más y parece enamorado de nuestro padre.
Malfoy la miró con ojos abiertos y pronto pareció a punto de abofetear a la niña, más se sorprendieron de que no dijo ni “a”, como si RJ nunca hubiese hablado aún que lo atacó de la peor manera.
—mira, niñita —tomó su caldero y comenzó a mover los libros —una niña buena, es una niña callada. Lee todos estos libros que fueron regalados por pena a tú baja economía y callate.
Malfoy se lo entregó nuevamente a RJ, con la maldad brillándole en los ojos.
—ya que tu padre no tiene nada mejor que darte —Arthur avanzó molesto pero Molly sostuvo el brazo de su esposo. Malfoy, se limpió las manos, como si hubiese tocado suciedad y le hizo una seña a Draco, así salieron de la librería.
RJ miró su caldero, sintiendo algo mal, pero luego se giró a sus familia y miró a los padres de Hermione que todavía temblaban del susto.
—lamento esto, no todos los magos son así, ellos son una familia especialmente cruel —se disculpó, la niña, los dos adultos miraron enternecida a la pequeña.
—¡Mí hermana es una valiente que se enfrentó a un viejo amargado! —Fred, sacudió a RJ.
—creí que papá lo golpearía, pero un poco más y eras tu RJ quien hacía puntitas para golpear a ese viejo tonto —George, rió.
—¡Yo no estaría tan contenta! —Molly los regañó, echandolos fuera de la tienda. Todos salieron detrás de la mujer pelirroja —¿Que habrá pensado Gilderoy Lockhart?
—¡Mami, no me digas eso! —RJ, la miró, asustada.
—Estaba encantado —repuso, Fred —¿No escucharon cuando salíamos de la librería? Le preguntaba a ese de El Profeta si podía incluir la disputa en el reportaje. Decía que todo era publicidad. Malfoy contra una niña Weasley que empezaron por defender a Potter.
RJ suspiró más aliviada y se giró en busca de Harry, el de lentes la veía con una pequeña sonrisa y ella se sonrojó volteando a abrazar a Ginny que se dejó.
Los ánimos ya se habían calmado cuando el grupo llegó al Caldero Chorreante, donde Harry, los Weasley y todo lo que habían comprado volvieron a La Madriguera utilizando los polvos flu. Antes se despidieron de los Granger, que abandonaron el bar por la otra puerta, hacia la calle muggle que había al otro lado. Pareja que saludó contentos a RJ, siendo que ella era fácil de querer y todos podían decirlo.
La niña era dulce, pero tenía un espíritu rebelde que reprimía con sus sonrisitas tiernas, aún que a simple vista podías notar su alma libre.
El señor Weasley iba a preguntarles cómo funcionaban las paradas de autobús, pero se detuvo en cuanto vio la cara que ponía su mujer. Y tapó la boca de RJ para que ella tampoco preguntase nada.
—“pero me quedaron muchas dudas” —dijo la niña, como pudo, por la mano de su papá. Arthur rió nerviosamente.
—solo está bromeando.
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