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04| Dementors

“dementores”...

          TODOS YA habían llegado a la estación y subido al tren, Ron, Hermione, Harry, Ginny y RJ iban caminando por los pasillos hasta que Colín apareció.

—¡Colín! —gritó, RJ, corriendo a abrazar al rubio que casi caía riendo

—¡Te extrañe tanto! —le dijo, alejandose —tengo muchas cosas que contarles, en especial de mí hermano.

—hola a Ginny a también —giraron para ver a la divertida nombrada que se acercó a abrazar a Colín que se disculpó. Ron, Harry y Hermione veían la escena —¿Encontraste compartimento?

—si, con Luna —afirmó, volteando a ver los demás —¡Hola, Harry!

—Hola, Colín —formó una sonrisa incomoda y se aclaró la garganta —Tengo que hablarles a solas —murmuró entre dientes
cuando el tren tomó velocidad.

—Vete, Ginny —dijo Ron. Ginny de mal humor, se marchó muy ofendida, tomando la mano de Colin que saludó a Harry nuevamente. RJ iba a ir detrás de ellos pero Harry la frenó.

—¿No vienes, RJ?

—ahm, no —negó, sonriendo —extrañé demasiado a Colin ¡Tengo mucho que contarle! Pero luego vuelvo —saludó con su mano, alejandose.

Caminó sin mirar atrás hasta ir al compartimento, sonrió al ver a Luna que estaba sentada a un lado de Ginny.

—hola, Luna —se sentó a un lado de Colin.

—hola, es extraño volver a verlos aquí. El año pasado solo eran saludos en el pasillo o sentarnos juntos de vez en cuando —admitió, sonriendo. RJ lo afirmó apenada.

—este año tendremos juntos herbologia, si no me equivoco, asi que podemos ir juntas —ofreció, Ginny —tambien otras clases ¡Creo que DCAO!

—bien, pero dudo ir con RJ, te ví desaparecer por los pasillos, aveces me recuerdas a los fantasmas —Contó Luna y RJ se sonrojó un poco, pensando en el mapa merodeador —ya quisiera ser tan rápida o aparecer en cuestión de segundos en otra punta del castillo.

—tampoco es como si tuviera un giratiempos —rió, pero Colin hizo una mueca confundida —oh, es un artefacto muy complejo por el que debes pedirle permiso al Ministerio, como los animagos, hay toda una lista que los registra.

—vaya, si que eres inteligente —alagó, Colín, riendo —Yo ni sé que son los animagos.

—magos que se convierten en animales, si no me equivoco, se transforman en su animal de patronus ¡Pero es muy complicado hacer un patronus corpóreo! Ni siquiera lo enseñan en Hogwarts, ya me gustaría hacer magia tan poderosa y compleja como esa —contó la niña, sonriendo al ver qué desvió el tema de saber los pasadizos que escondía Hogwarts.

Pero pronto llegó la bruja del carrito, Luna compró las varitas de regaliz, Colín ranas de chocolate y las mellizas nada porque su madre les había preparado el almuerzo.

—¿Quieren? —Luna les ofreció, RJ negó y Ginny tomó una.

—¿Segura? —Colin agitó las ranas frente a RJ que volvió a negar —sé que te encanta el chocolate...


—no, gracias. Iré a ver a los chicos, tal vez a los gemelos, ojalá y me den alguna explosión para usar en clase de Astronomía con los Slytherin —se levantó, saliendo de allí.

La pelirroja caminó a través de los compartimentos hasta donde estaban los gemelos. Se quedó con ellos hablando un rato y Lee Jordan le mostró su tarántula a RJ que abrió los ojos espantada. Negando, Lee la guardó divertido, los gemelos rápidamente ofrecieron ir a mostrársela a Ron y fueron con RJ pisando sus talones mientras les decía que eran unos horrendos hermanos.

Ya cansada, cuando llegaron al compartimento, RJ se puso frente a ellos. Pero retrocedieron al notar a Malfoy y sus dos gorilas salir de allí.

—tengo un trato, vayan a molestar a Malfoy —les ofreció RJ.

—¡Buena idea! —George sacudió su cabello y desapareció con su gemelo y Lee. RJ rodó los ojos divertida y entró al compartimento, notando a los tres chicos y a un hombre dormido.

—me debes una, te salve de un gran trauma —le dijo a Ron, caminando hasta sentarse a un lado de Harry —¿Quién es ese?

—Profesor R.J Lupin, suponemos que el nuevo profesor de DCAO —Le contó, Hermione —¿A dónde iban los gemelos?

—tienen una gran tarántula y les dije que vayan a molestar a Draco Malfoy —contó, haciéndolos reír y a Ron tragar saliva.

—Hey, te compre esto —Harry sacó de su bolsillo tres ranas de chocolate —Supuse que traerías el almuerzo de la señora Weasley —RJ lo miró con los ojos brillando.

—no hacía falta, James —negó, tomándolas.

—claro que si —bufó obvio. RJ rió suavemente.

El tren traqueteaba, la lluvia golpeaba contra las ventanas, el viento rugía, pero el profesor Lupin seguía durmiendo.

—Debemos de estar llegando —dijo Ron, inclinándose hacia delante para mirar a través de la ventanilla, ahora completamente negra.

Acababa de decirlo cuando el tren empezó a reducir la velocidad.

—Estupendo —dijo Ron, levantándose y yendo con cuidado hacia el otro lado del para ver algo fuera del tren—Me muero de hambre. Tengo unas ganas de que empiece el banquete…

—no es posible —negó, incrédula, RJ —faltan mínimo veinte minutos de viaje.

—No podemos haber llegado aún —confirmó Hermione mirando el reloj.

—Entonces, ¿por qué nos detenemos?

El tren iba cada vez más despacio y el viento y la lluvia sonaban con más fuerza contra los cristales.

Harry, que estaba cerca de la puerta, se levantó para mirar por el pasillo, pasando a un lado de RJ que subió sus piernas al asiento para dejarlo pasar. El tren se paró con una sacudida, sin previo aviso; se apagaron todas las luces y quedaron sumidos en una oscuridad total.

—¿Qué sucede? —cuestionó detrás de Harry la voz de Ron.

—¡Ay! —gritó Hermione —¡Me pisaste, Ron!

Harry volvió a tientas a su asiento. Pero tropezó con RJ.

—¡James, cuidado!

—¡Lo siento!

—¿Habremos tenido una avería?

—No sé…

Se oyó el sonido que produce la mano frotando un cristal mojado; la silueta negra y borrosa de Ron limpiaba el cristal y miraba fuera.

—Algo pasa ahí fuera —avisó Ron —Creo que está subiendo gente…

La puerta del compartimento se abrió de repente y alguien cayó sobre las piernas de Harry y RJ, haciéndoles daño.

—¡Perdón! ¿Tienen alguna idea de lo que pasa? ¡Ay! Lo siento…

—Hola, Neville —dijo Harry, tanteando en la oscuridad, y tirando hacia arriba de la capa de Neville.

—¿Harry? ¿Eres tú? ¿Qué sucede?

—¡No tengo ni idea! Siéntate…

Se oyó un bufido y un chillido de dolor. Neville había ido a sentarse sobre Crookshanks.

—Voy a preguntarle al maquinista qué sucede —Harry notó que pasaba por su lado, oyó abrirse de nuevo la puerta, y después un golpe y dos fuertes chillidos de dolor.

—¿Ginny?

—¿Qué haces?

—Buscaba a RJ…

—Aquí estoy, Ginny.

—Entra y siéntate…

—¡Ahí no! —dijo Harry apresuradamente —¡Esta RJ!

—¡Ay! —exclamó Neville.

—¡Silencio! —dijo de repente una voz ronca.

Por fin se había despertado el profesor Lupin. RJ oyó que algo se movía en el rincón que él ocupaba. Se oyó un chisporroteo y una luz iluminó el compartimento. El profesor Lupin parecía tener en la mano un puñado de llamas que le iluminaban la cansada cara gris. Pero sus ojos se mostraban cautelosos.

—No se muevan —pidió y se puso de pie, despacio, con el puñado de llamas enfrente de él.

La puerta se abrió lentamente antes de que Lupin pudiera alcanzarla. De pie, en el umbral, iluminado por Lupin, había una figura cubierta con capa y que llegaba hasta el techo. Tenía la cara completamente oculta por una capucha. RJ miró hacia abajo y lo que vio le hizo contraer el estómago. De la capa surgía una mano gris, viscosa y con pústulas. Como algo que estuviera muerto y se hubiera corrompido bajo el agua…

—dementor... —avisó, RJ pero en una fracción de segundo, como si el ser que se
ocultaba bajo la capa la hubiera escuchado, la mano se metió entre los pliegues de la tela negra.

Y entonces aspiró larga, lenta, ruidosamente, como si quisiera succionar
algo más que aire, en dirección a Harry y RJ.

Un frío intenso se extendió por encima de todos. RJ fue consciente del aire que retenía en el pecho. El frío penetró más allá de su piel, le penetró en el pecho, en el corazón…
Los ojos de RJ se quedaron en blanco. No podía ver nada. Se ahogaba de frío. Oyó correr agua. Algo lo arrastraba hacia abajo y el rugido del agua se hacía más fuerte…
Y entonces, a lo lejos, la voz de ese mago tenebroso.

—oh, River...

—¡RJ! ¿Estás bien? —Alguien le daba palmadas en la cara.

—¿Qué?

RJ abrió los ojos. Sobre ella había algunas luces y el expreso de Hogwarts se ponía en marcha y la luz había vuelto. Estaba aterrada en un rincón del asiento y Harry en el suelo. Ron y Hermione estaban arrodillados a su lado, y por encima de ellos vio a Neville y al profesor Lupin, rodeándola a ella. RJ sentía ganas de vomitar, notó su cara cubierta por un sudor frío. Ron y Hermione ayudaron a Harry a levantarse y a sentarse a un lado de RJ.

—Y-yo... —RJ balbuceo hasta que se levantó de un salto y salió, trastabillando del compartimento.

—¡RJ!

Corrió hasta el baño y se metió allí, abrió la tapa del inodoro y comenzó a vomitar, sintiéndose horrible. Luego de unos segundos, escuchó unos toques en la puerta.

—¿Pequeña? ¿Te encuentras bien? —escuchó la voz del profesor.

RJ se levantó y salió, viendo al profesor que miró hacia abajo a la indefensa niña de doce años, a la débil y temblorosa niña que asintió. El profesor se agachó y la miró con una pequeña sonrisa.

—tengo algo para ti —sacó un pedazo de chocolate y se lo dió —te hará sentir mejor, ya no hay peligros. Te acompañaré al compartimento ¿Si? —RJ asintió y tomó la mano de Remus que solo hizo una seña para mostrar que iría delante y ella atrás.

El profesor abrió la puerta del compartimento, mostrando a RJ que fue abrazada rápidamente por Ginny.

—Llegaremos a Hogwarts en diez minutos —dijo el profesor Lupin —¿Te encuentras bien, pequeña? —ella asintió, sentandose.

RJ le dio un mordisquito y ante su sorpresa sintió que algo le calentaba el cuerpo y que el calor se extendía hasta los dedos de las manos y de los pies.

—tiemblas mucho —le dijo su melliza, abrazándola fuerte. RJ se quedó callada. Hermione también se sentó a su lado y también la abrazó, reconfortando a la niña de doce años.

No hablaron apenas durante el resto del viaje. Finalmente llegaron, y se formó mucho barullo para salir del tren. En el pequeño andén hacía un frío horrible; la lluvia era una ducha de hielo.

RJ no puso el mínimo de atención a lo que sucedió en la selección de los de primer año, se mantuvo comiendo chocolate y hablando en susurros con Colin para tratar de no pensar en como el dementor le había afectado. Así hasta que sintió como un brazo pasaba sobre sus hombros y RJ miró a Oliver Wood.

—pequeña Weasley, luego tenemos que hablar ¿De acuerdo? —le pidió en un bajo susurro —este año empezaremos muy bien, la temporada de Quidditch será nuestra, lo sé. En especial luego de recibir dos o tres cartas de Percy dónde me decía que eres muy buena como cazadora ¿Te gustaría tener una prueba? Al parecer esta generación tiene muy buenos magos y brujas jóvenes en el Quidditch. Primero Harry, y ahora tú. Los gemelos también me sobornaron para hacerte una prueba. Y ni hablar de que el mejor del Quidditch, osea tú hermano Charlie, me mandó también una carta de recomendación.

—¿En serio? Muchas gracias, Oliver —Dijo, sonriendo emocionada, pero el profesor Dumbledore se levantó de su asiento.

Oh, hasta cuan alto llegaba el esmero de los Weasley por tratar de conseguir cosas que emocionen a RJ para que olvidase su mala experiencia en su primer año.

—¡Bienvenidos... —dijo Dumbledore, con la luz de la vela reflejándose en su barba —...a un nuevo curso en Hogwarts! Tengo algunos anuncios, y una es muy seria:... Como saben después del registro que tuvo lugar en el expreso de Hogwarts, tenemos actualmente en el colegio a algunos dementores de Azkaban que están aquí por asuntos del Ministerio de Magia. Están en las entradas a los terrenos del colegio y tengo que dejar claro que nadie saldrá del colegio sin permiso. A los dementores no se les puede engañar con trucos o disfraces, ni siquiera con capas invisibles. No está en su naturaleza comprender ruegos o excusas. Así que, advierto que no deben darles motivos para lastimarlos. Confío en que los prefectos y los delegados se aseguren de que nadie intente burlarse de los dementores.

Percy, que se sentaba al otro lado de Oliver, volvió a sacar pecho y miró a su alrededor orgullosamente, RJ y Oliver rieron. Dumbledore recorrió la sala con una mirada muy seria y nadie movió un dedo ni dijo nada.

—Por hablar de algo más alegre —continuó—Estoy encantado de dar la bienvenida a dos nuevos profesores. En primer lugar, el profesor Lupin, que amablemente accedió a enseñar Defensa Contra las Artes Oscuras.

Hubo algún aplauso aislado y carente de entusiasmo. Sólo los que habían estado con él en el tren aplaudieron con ganas, RJ entre ellos.

—En cuanto al otro último nombramiento —prosiguió Dumbledore cuando se apagó el tibio aplauso para el profesor Lupin —siento decir que el profesor Kettleburn, nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, se retiró al final del pasado curso. Sin embargo, estoy encantado de anunciar que su lugar lo ocupará nada menos que Rubeus Hagrid, que accedió a compaginar estas clases con sus obligaciones de guardabosques.

RJ, incluso se levantó de su asiento, aplaudiendo y gritando en honor a Hagrid que se avergonzó ligeramente por el aplauso, que fue especialmente caluroso en la mesa de Gryffindor. Hagrid estaba rojo como un tomate y miraba sus enormes manos, ampliamente sonriendo bajo la barba negra.

—Bien, creo que ya dije todo lo importante —terminó Dumbledore —¡Que comience el banquete!

Las mesas se llenaron pronto de comida y bebida. RJ comenzó a comer, hablando con Oliver que le comentaba lo que decían las cartas de sus hermanos. Percy pronto se unió a la conversación, alagando a su hermana.

Fue un banquete delicioso. Finalmente, cuando los últimos bocados desaparecieron de las bandejas, Dumbledore anunció que era hora de irse y RJ corrió a abrazar a Hagrid que rió levantando a la niña del suelo, RJ chilló divertida, abrazándolo fuerte.

—¡Estoy muy feliz por ti, Hagrid! Ya quiero tener cuidado de criaturas mágicas el año entrante para tenerla contigo —él la bajó al suelo, sonriendo conmovido.

—¡Enhorabuena, Hagrid! —gritó Hermione muy alegre, llegando detrás de RJ. La pelirroja le dió una servilleta a Hagrid para que limpie sus lágrimas.

—¡RJ! —La niña volteó a ver a Colín.

—debo irme, pero estoy muy feliz —le dijo a Hagrid, retrocediendo —¡Felicidades!

RJ corrió hasta tomar la mano de Colin y juntos alcanzar a Ginny. Se reunieron con los demás estudiantes de Gryffindor y, ya muy cansados, llegaron a la entrada secreta de la torre de Gryffindor. Los interrogó el retrato grande de la Dama Gorda.

—¿Contraseña?

—¡Dejenme pasar, dejenme pasar! —gritaba Percy desde detrás de la multitud —¡La última contraseña es «Fortuna Maior»!

—¡Oh, no! —dijo con tristeza Neville Longbottom. Siempre tenía problemas para recordar las contraseñas.

Después de cruzar el retrato y recorrer la sala común,  RJ subió con Ginny y se acostaron juntas en la cama de RJ donde ella le comenzó a contar en voz baja lo ocurrido con Oliver.

Ojalá y quedase en el equipo de Quidditch.

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