15. PROMESAS
¡CAPITULO NUEVO!
𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐈𝐍𝐂𝐄 🌷 ⊹
“ Promesas ”
Abrió los ojos, mirando el cielo lleno de nubes oscuras y la luna en su punto más alto. Se tronó los nudillos de una mano con nerviosismo al saber que ya era demasiado tarde y seguramente, la persona que esperaba no llegaría.
Apretó la mandíbula con fuerza y sus ojos picaron levemente, se levantó de golpe del filo del edifico y comenzó a caminar para irse de una vez por todas de ese lugar, hasta que una voz lo paralizó.
—¿Qué pasa, gatito? ¿Ya no me esperaras más?
Damián se detuvó de inmediato, de espaldas a la voz que le había hablado y una gran sonrisa se extendió en sus labios.
—Al fin llegaste. —soltó, aliviado.
—Te lo prometí, ¿o no?
El pelinegro se dió la vuelta, entusiasmado y corrió hasta ella extendiendo sus brazos para darle un fuerte abrazo que ocasionó que Catwoman diera dos paso atrás, pero a pesar de eso sonrió, acariciando el cabello negro de Robin con cariño.
—Sabía que no me dejarías... —lo escuchó murmurar.
—Yo nunca haría eso, Damián. —se arrodilló enfrente de él, rompiendo el abrazo para colocar sus manos en el rostro del niño— Pero dime, ¿Como has estado estos meses? ¿Como están todos mis gatitos?
Él apenas tenía doce años cuando la volvió a ver esa solitaria noche de julio. Selina estaba igual de bella que siempre y pese a no portar su traje original, le recorforto de una manera inexplicable, como ella solía hacerlo cada vez que podía viajar a Gotham para visitarlo a él y alguno de chicos.
Habían pasado unos cinco meses desde que la había visto por última vez, en donde trató de no volverse un paranoico al sospechar que seguramente la mujer que lo había conocido desde que tenía solo nueve años tenía un hijo o hija, algo que le molesto de sobremanera, por que en su cabeza solo pasaba la idea de que por esa razón dejaba de visitarlo por meses y no queria llegar al día en donde, desgraciadamente no volviera y se olvidará de él.
Era algo egoísta que se quedara junto a él en Gotham, Damián sabía que ella tenía un marido y tal vez un hijo que no podría dejar, pero así era él en ese entonces.
Era un niño al fin de cuantas, y quería, aunque fuera algo egoísta, que la persona que consideraba como una madre lo cuidara a él y solo a él.
—Selina, tú nunca me abandonas, ¿cierto? —preguntó el pequeño Damián, mirando a la mujer con aquellos ojos brillantes. Con una esperanza latente en ellos.
Selina le sonrió con ternura y negó.
—Nunca lo haré. —le dio un pequeño beso en la frente— Te lo juro, mi gatito...
Y de pronto, aquel hermoso recuerdo empezó a volverse poco a poco borroso, mientras la voz de Selina se perdía entre la oscuridad de la noche.
—Mamá...
—Lo siento tanto, Damián... ¡D-Damián!
—¡Selina! —llamó en un susurró, mirando a su alrededor con tristeza y desolación, encontrandose en la habitación de su casa segura y no en aquel edificio, con aquella mujer.
Aquel recuerdo solo empeoraba su tristeza al saber que Selina había roto su promesa de la forma más horrible meses después de ese encuentro. Siendo solamente la llegada de Nixie a su vida la que pudo darle la respuesta del abandono de la persona que pensaba que nunca lo traicionaria. Y esa respuesta era que Selina nunca lo había abandonado, había muerto junto a su esposo y dejado huérfana a la chica que ahora dormía plácidamente a su lado.
A pesar de la poco luz que había en la habitación Damián pudo verla claramente, su pecho subía y bajaba con suavidad y su rostro se mantenía sereno. Con una pequeña sonrisa boba en su rostro.
Su corazón volvió a latir con frenesí y no gracias a aquel recuerdo de su niñez, sinó por recordar lo que en medio de la noche habían protagonizado ambos y que, sin ser conscientes habían terminado confirmando sus sentimientos al otro con ese beso.
Sus mejilla adquirieron un tono rojizo, contrastando así con su piel tostada y sonrió, acostándose de lado para apreciar a la chica mucho mejor y llevó su mano izquierda al rostro ajeno para apartar algunos mechones de cabello negro, manteniendo su mano más tiempo en su mejilla para dejar algunas caricias.
Nixie, adormilada llevó su mano hasta su rostro encontrandose con la de Damián, qué por un momento se congeló en su sitio al verla moverse. Suspiro, observando que la chica se quedaba quieta y volvía a descansar, pero sin quitar su mano de la suya.
“ Te dejas engañar muy fácil. Además, por si no te acuerdas, ya me has visto en ropa interior. ”
Aquellas palabras de la noche anterior lo hicieron sonreir de nuevo, las palabras burlonas y seductoras de Nixie lo abrumaron, a la par de sentir su labios sobre los suyos en aquel baile seductor que habían cometido. Cerró por un segundo los ojos.
Y al momento de volver a abrirlos, algo había cambiado en su mirada. Estaba determinado y en sus ojos lo reflejaba, centrándose solamente en Nixie, quien inocentemente y por algún sueño que ahora tenia, arrugó un poco la nariz e hizo una mueca que le resultó graciosa.
Pero no se distrajo, estaba decidido a que por alguna razón del destino estaría completamente preparado para sacrificar su vida por ella, y si tuviera que hacerlo dos veces o más, encantado lo aceptaria sin queja alguna.
Después de todo, hacía tiempo que en su cabeza sabía que no podría sobrellevar las cosas si ella no estuviera en su vida.
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