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12. EL PIANISTA

𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐂𝐄 🌷 ⊹
" El pianista "









La tensión en el lugar era alta. Nadie se movía. Nadie hablaba. La respiración entrecortada de Nixie era lo único que se escuchaba, sus ojos rojizos llenos de lagrimas y a la vez de un sentimiento maligno.

Damián la miraba con los ojos bien abiertos, tratando de buscar en su cabeza alguna escusa para pensar que ella, la chica que poco a poco había hecho algo en su interior, hubiera matado a alguien de aquella forma tan cruel y despiadada, llegando a lo salvaje. Algo que ni él había logrado a llegar a hacer, por suerte.

-Nixie... -susurró su nombre, ahí nadie podía escucharlos y podía hablarle sin tener que poner a su alter-ego primero.

La chica frunció el ceño, apretando los dientes con fuerza mientras ejercía algo más de presión en aquella cabeza. Su cabello estaba levemente desagregado, cayendo por sus hombros libremente hasta llegar más abajo de su cintura.

Él dió un paso.

Ella gruñió mostrando sus colmillos y ejerciendo más presión. Provocando que de aquel cráneo ya consumido por algunos insectos y en estado de descomposición saliera algunas gotas de un líquido oscuro y rojizo.

-Él lo hizo... -susurró Catgirl de manera repentina, dejando escapar un lágrima- Él lo hizo...

Apretó con más y más fuerza. Los demás hicieron el gesto de acercarse un poco más a ella, pero los detuvo con un fuerte y salvaje gruñido.

-Y tiene que pagar...

-Cat...

Robin vió como los ojos de Nixie brillaron con más intensidad de aquel color sangre y después, la escuchó gritar:

-...¡Aunque sea en el infierno!

Despues de eso, un olor putrefacto llegó a su lugar con fuerza, haciendo que retrocedía de inmediato con una cara de asco total y desagrado. Estaba acostumbrado de una manera extraña a aquello olores tan asquerosos por sus vivencias con su madre en La Liga de Asesinos pero después de tanto tiempo lejos, ahora esos escenarios lo hacía sentir arcadas incontrolables.

De igual manera, los demás también retrocedieron. Algunos por el impacto, otros por la simple razón de la cantidad exuberante de sangre espesa que había salpicado a todos lados como si de una pequeña bomba de pintura se tratase.

Miró a Nixie.

La sangre la había salpicado parte de su traje, sus brazos y su cara, pero al igual que cuando se había acercado al tipo desnudo minutos atrás parecía no importante en lo absoluto. Estaba absorta mirando los restos del cráneo.

Un sollozo se escuchó entre el silencio.

-Él lo hizo... -repitió Catgirl, mientras retrocedía. Sus manos fueron directamente a su cabello, jalando con fuerza algunos mechones negros.

Para después salir corriendo torpemente sin ser detenida por nadie.

Tuvó el impulso de salir tras ella para alcanzarla y ayudarle, Nixie no parecía verdaderamente en su sentido común normal. Estaba fuera de control, estaba inestable de una manera sentimental que él no comprendia y aquello lo enfureció.

Iba a dar un paso para comenzar su carrera hasta ella, cuándo una mano aprisionó su muñeca con fuerza. Giró la cabeza, encontrandose con la mirada severa y sería de su padre atrás de la máscara de Batman.

-Déjala.

Su cara se desfiguró de la furia, se quitó la mano enguantada de su padre de la muñeca con molestia y se fue corriendo por el mismo lugar que Nixie se había ido solo segundo atrás.
Encontrandola a unos metros del almacén, de rodillas en el césped y con la mirada perdida mientras sollozaba.

Se acercó a ella con pasos titubeantes. No era la primera vez que la miraba de ese modo, tan rota y sensible, pero estaba algo indeciso en si sería buena idea acompañarla. Después de todo, algunas veces las personas les gustaba estar a solas con sus propios problemas y en algunos casos, Nixie era una de esas personas.

Abrió la boca para soltar alguna palabra al estar cerca de ella, pero solo atinó en arrodillarse a su lado y mirarla a los ojos. Catgirl lo miró, con lagrimas rodando por sus ojos rojos con rapidez.

-Él los mató... Él mató a mis primos, Damián... -un fuerte sollozo la hizo abrazarse a él con desespero, apretando su traje con sus manos.

Ni siquiera le tomó dos segundo en corresponder. La abrazo con fuerza y acarició su cabello, susurrandole en el oído que todo iba a estar bien.

A pesar de que nada lo estaría en realidad.

(...)

El patio de Gotham Academy era un lugar enorme. Lleno de vegetación, algunas flores alrededores de la institución y algunos árboles de tamaño mediano que se encontraban algo lejos del bullicio de la cafetería, excelentes para pasar desapercibidos y que nadie los molestara.

En uno de esos árboles alejados, Jon se encontraba sentado con Nixie descansando su cabeza sobre sus piernas. Mientras el pelinegro le hacia leves caricias en el cabello.

La chica había estado pasándosela muy mal después de aquel altercado que comenzó con la peligrosa salida de aquellos leones. Había dormido muy poco y aunque disimulo un poco con algo de maqulllaje todavía no se notaban, por lo menos Jon las había notado segundos después de encontrarselo en el salón de clases horas atrás.

A pesar de ello y sus incontables preguntas acerca de lo que había visto en el noticiero, no le habló mucho del tema al chico. Todavía estaba consternada por todas las cosas que habían pasado, comenzando con aquel beta al cual le había quitado su transformación y terminando con el cuerpo mutilado de Harry en el almacen.

Eran tantas cosas que digerir.

Al fin, el asesino de sus primos; Zack y Steve estaba muerto pero no tenía ese sentimiento de satisfacción que esperaba. Ella queria haberlo visto antes, capturarlo e interrogarlo.

Tenía tantas preguntas acerca del porqué había ido a buscarla a la casa de verano de sus padres y su extraña adicción por matarla. No se le hacia muy lógico solo matarla por ser una "bastarda" cómo él decía.

Hay había algo más, pero nunca lo sabría.

-Oye, Nixie... Despierta.

Abrió los ojos con cansancio al ser llamada por Jon. Se incorporó hasta a estar sentada y bostezo.

-¿Qué pasa?

El pelinegro lo miro con una sonrisa apenada.

-Tengo una clase extra con uno de los profesores, me tengo que ir. -respondió, levantándose para estirar un poco sus piernas entumidas. Ella se quedó sentada en el suelo- Si quieres puedes dormir un rato más, aun faltan dos horas para la clase de educación física...

Sonrió.

-Esta bien... Yo estaré un rato más aquí, no te preocupes.

-Pero si lo hago, has estado muy mal estos días, Nixie.

-Estaré bien. -insistió, levantándose también. Arreglando un poco su falda y chaqueta- Ahora vete, llegaras tarde.

Jon sonrió, asintiendo. Para después correr hasta la entrada de la cafetería.

-¡Nos vemos en educación física! -le gritó, sabiendo que el chico escucharía a pesar de estar algo lejos.

-¡Okey!

Dió un suspiró, sacando sus celular del bolsillo de su falda para usar la cámara y mirar sus ojos, los cuales por suerte aún seguían de su color natural. Se sintió más tranquila.

Sus ojos también habían sido un problema después de que llegó a la mansión junto a Damián, habían pasado algunas horas y todavía el color rojo sangre de sus ojos no desaparecía. A pesar de intentarlo varias veces por su cuenta como siempre lo hacia. Razón por la que se rehusó a salir de su habitación por tres días completos, alegando que se sentía mal.

Una razon bastante válida si lo pensaba mejor, ya que, en esos días no había parado de llorar recordando la muerte de sus primos y la horrible experiencia de estar encerrada en el maletero de un auto. Incluso, soño con la muerte tan horrenda del hombre de la gasolinería.

Pero después de eso, la tarde del tercer día pudo ver que sus ojos se habían vuelto verdes grisáceos, como lo eran en realidad y se calmó un poco. Pero no pudo celebrar tanto como quiso, sus colmillos crecieron un poco sin poder evitarlo. Siendo bastante notables si sonreía.

Al menos, aquello se podía disimular un poco evitando abrir la boca para hablar en público.

Miró la hora en su teléfono de nuevo, para después poner una pequeña alarma que la despertara para la próxima clase. Después eso, guardó su teléfono y se preparó para subir a una de las ramas más fuertes del árbol y tener su pequeña siesta allí.

Después de todo, en ese lugar casi nadie rondaba.

(...)

Una hora después se despertó por segunda vez, un poco desorientada al principio, viendo que se encontraba sentada con las pies cruzados y las piernas apoyadas a lo largo de una rama gruesa que pudo soportar su peso exitosamente.

Pestañeó varias veces, escuchando con su súper oído el sonido que la había despertado de su siesta en primer lugar. El sonido de un piano tocado suavemente le saco una pequeña sonrisa, insitandola a bajar del árbol para ir en dirección a la entrada de la cafetería, en la cual varios alumnos todavía circulaban. Por lo que Nixie dedujo que tenía algo de tiempo antes de dirigirse a cambiar para educación fisica.

Caminó por los pasillos guiada por el sonido, algo muy suave y bajo que pasaba desapercibido por todos en el lugar, a excepción de ella que conocía muy bien aquella canción.

La sonrisa de Nixie creció un poco llena de complicidad, abriendo la puerta de la sala de música de la Academia con sumo cuidado de no interrumpir al pianista. Entró y cerró la puerta tras de sí, caminado con sigilo hasta el pelinegro que tocaba y cantaba con una pasion realmente esplendida.

-¡Todo lo que se! ¡Todo lo que se! ¡Es que amarte en un juego perdido...!

Se apoyó en el piano, cruzando los brazo sobre superficie de mandera negra, ocultando su sonrisa entre sus brazos.

Damián fue a dar la siguiente nota de la canción, absorto de la chica que lo miraba con un pequeño sonrojo en sus mejillas. Cuando en el rabillo de su ojo izquiedo la percibió y dio un pequeño salto en el banquillo.

-¡¿Pero que demonios...?! -exclamó, dejando de tocar. Frunció el ceño- ¿Que haces aquí, Nixie?

La chica dejó de apoyarse en el piano con una sonrisita, cruzando los brazos sobre su pecho y alzó los hombros.

-Solo pasaba por aquí...

Damián la analizó silenciosamente, mirandola con sus ojos verdes esmeraldas. Era la primera vez que se dirigía a el despues del incidente de aquella noche en el almacén.

-Bien. -le quitó importancia al asunto- Si solo pasabas por aqui puedes irte. Interrumpes.

-No lo creo. -Nixie se acercó hasta él, sentándose a su lado en el pequeño banquillo- A pesar de que interpretase bien la canción, le falta algo para que sea más emocional, ¿no lo crees?

Tocó con delicadeza algunas teclas con sus dedos, haciendo una pequeña melodía mientras hablaba.

-A esta canción no le falta nada, Kyle. No insistas.

Nixie se acomode mejor en el banquillo, suspirando. Para depués tocar una melodía bastante conocida por el chico a su lado.

Damián fruncio el ceño con confusión.

-¿Cómo...?

-Me se la melodía, Damián. -sonrió, avergonzada- ¿Acaso no te paso por la cabeza que yo te escucharía todas esas noches que estuviste componiendola en tu habitación?

-D-Debí... Debí suponerlo. -susurró- Estúpido súper oído.

La chica rió.

-Al principio quise ir a tu habitaciones para golperte y decirte que dejaras de hacer tanto ruido, pero las siguientes noches fueron más agradables... Ya tenías una canción casi completa y todos las noches me dormía escuchandola. Como si fuera una canción de cuna.

Ambos se miraron por unos segundos. Nixie debatiéndose en volver a abrir la boca para soltar todo lo que pensaba y Damián deseando que el latir de su corazón dejara de hacer tanto ruido. Sinó, estaría seguro que Nixie lo escucharía.

-Debo de agradecerte...

-¿Por qué? -preguntó él en un susurro.

Nixie miró los ojos esmeralda de Damián, sintiendo su propio corazón latir desenfrenado por lo que a continuación diría. Rogó en su interior que su voz no fallara.

-H-Hizó... -se maldijo en silencio- Hizó que estos tres días no fueran en su totalidad un infierno para mí...

Ambos quedaron en un silencio tranquilizador, a pesar de sentir una tensión extraña en el ambiente.

Nixie fue la primera en hablar en algunos minutos, rompiendo el silencio.

-Si quieres puedo ayudarte a buscar algo que le dé ese toque a la canción. Claro, si quieres...

Vió a Damián meditarlo por unos segundos en silencio, observandola fijamente. Se quedó petrificada cuando de un momento a otro le sonrió de lado, como él solía hacerlo.

-Tú ganas... -aceptó- Pero debe ser rápido, al menos antes que el año escolar termine.

-¿Es para tú graduación?

El pelinegro hizo un sonido afirmativo con su boca, haciendo una mueca involuntaria de desagrado.

-El profesor de música me lo ordenó. Tengo cantarla para la apertura de la fiesta, después de que nos den nuestros diplomas y todo eso... Es estúpido pero lo tengo que hacer.

Colocó su cabeza en el hombro de Damián, ganándose otra mirada de parte de él. A pesar de eso, no parecia molestarle ya que no la apartó.

-No es estúpido... Será tu fiesta de graduación, a parte de la que Bruce seguramente hará en la mansión para tí. Cantando esa canción te estarías despidiendo al fin de la Academia... ¿No es lo que querías desde que te inscribieron aquí?

-¿Quien te dijo eso? -cuestionó lo último con el ceño fruncido.

Nixie río suavemente, logrando que Damian suavisara un poco su semblante.

-Me lo dijo Alfred. -confesó con una sonrisa- además, esta muy bonita la canción...

Nixie desvío la mirada hacia el piano con una pequeña sonrisa en el rostro. Sus ojos verdes brillaron por un segundo de un dorado sobrenatural, pero ninguno de los dos lo noto.

-Claro...

Ambos se miraban de soslayo con una sonrisa tonta en sus labios, una muy pequeña por parte de Damián pero una sonrisa al fin y al cabo.


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