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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐈𝐍𝐂𝐄
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𝐀𝐅𝐎𝐑𝐓𝐔𝐍𝐀𝐃𝐀𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄, en solo unos minutos, un patrocinador me envió suficiente dinero para comprar vendajes y una botella de agua. Mia seguía viva, pero se desvanecía constantemente debido a la pérdida extrema de sangre.
Ya no podía quedarme sentada; estaba levantada, con el pie golpeteando el suelo, tratando frenéticamente de no empezar a caminar de un lado a otro.
Lo único que quería en ese momento era correr hacia esa arena y proteger a Mia y limpiarla yo misma, pero no puedo, y me está matando.
En apenas un minuto, dos drones entran por la pequeña abertura en la parte inferior de la puerta. Mientras la botella de agua de vidrio descansa de manera segura en el suelo, la lata de metal que contiene los vendajes golpea contra el suelo al rebotar, y temo haber revelado su ubicación.
Lucy Gray lo agarra rápidamente y lo abre sin dudar. Dentro hay un rollo de vendas de color blanco y rezo para que funcione, ya que utilicé todas las donaciones de los patrocinadores en eso y en el agua.
─ Vamos, vamos... ─murmuro entre dientes, observando la escena desplegarse en la pantalla frente a mí.
Lucy Gray coloca suavemente la cabeza de Mia en su regazo y comienza a envolver cuidadosamente las vendas alrededor de su cabeza.
Una vez que ha utilizado casi la mitad del rollo, Lucy Gray alcanza la botella de agua y comienza a abrirla.
No estoy segura de qué es lo que está tratando de lograr Lucy Gray, ya que Mia está actualmente inconsciente debido a la falta de flujo sanguíneo, y no sé qué demonios hacer.
Lucy Gray ni siquiera ha revisado su pulso para ver si está viva o no, pero aun así sigue intentando reanimarla.
Sus ojos marrones están abiertos de par en par con preocupación, y puedo escucharla exhalar largas y profundas respiraciones con cada movimiento.
Mía no puede morir. Tiene una familia, hermanitas y un padre y una madre que la aman.
El agua cae sobre su rostro y ahora simplemente estamos esperando.
Puedo sentir la mirada de Coriolanus sobre mí, pero no pienso en eso. Estoy demasiado preocupada y lo único en lo que mi mente se centrará es en saber si Mia está bien o no.
El silencio a mi alrededor es ensordecedor. El silencio en esta maldita pantalla está tan mal que puedo sentir una mano agarrando mi corazón y retorciéndolo dentro de mí.
La foto de Mia en una de las 24 pantallas se oscurece y siento que todo mi cuerpo se relaja. Caigo hacia atrás en mi silla con la cabeza entre las manos, mientras las lágrimas comienzan a correr por mi rostro, un sollozo fuerte siendo sofocado por las palmas de mis manos.
Estoy abrumada por la culpa que todo lo consume, y no puedo evitar que mil recuerdos de nosotras en nuestra juventud atraviesen mi mente.
Su sonrisa siempre perfecta está grabada en mi mente y siempre envidiaré sus rizos.
Me doy cuenta de lo que esto significa para su familia, para todos los que ha conocido en su vida. Ella está muerta y es culpa mía.
─ ¡Dios mío, es un milagro! ─anuncia Lucky, y levanto la vista con los ojos llenos de lágrimas para ver que Mia ha abierto los ojos.
Está viva.
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𝐂𝐀𝐃𝐀 𝐔𝐍𝐎 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐒 𝐂𝐎𝐌𝐏𝐀Ñ𝐄𝐑𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐂𝐋𝐀𝐒𝐄 𝐄𝐌𝐏𝐄𝐙Ó 𝐀 𝐋𝐄𝐕𝐀𝐍𝐓𝐀𝐑𝐒𝐄 𝐄 𝐈𝐑𝐒𝐄 𝐀 𝐂𝐀𝐒𝐀 𝐏𝐎𝐂𝐎 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐔É𝐒 𝐃𝐄 𝐐𝐔𝐄 𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐋𝐎𝐉 𝐌𝐀𝐑𝐂𝐀𝐑𝐀 𝐋𝐀𝐒 𝟐𝟑:𝟎𝟎, pues los juegos aún no habían terminado.
Había rezado para que estos juegos se desarrollaran rápidamente y no tuviera que recrearme en el miedo y el dolor; que no tuviera que prolongar el hecho retorcido de que iba a estar viendo a niños y niñas asesinarse de manera volátiles.
Pero hemos estado aquí desde las 09:00 y aún quedan la mitad de los tributos.
Actualmente, son casi la una de la mañana y solo quedábamos Coriolanus y yo. Coryo se había quedado dormido y yo estaba demasiado asustada como para irme, petrificada al saber que, si me iba, tal vez algo le sucedería a Mia y yo no estaría allí para verlo.
Puede que sea mejor de esta manera: pero no quiero dormir en una cama cuando Mia apenas está viva. Si me voy y la matan, me quedaré intranquila al saber que podría haber hecho algo para evitarlo.
Supongo que Coryo está aquí por la misma razón que yo.
Simplemente, no pudo mantener los ojos abiertos por más tiempo. Pero físicamente no puedo soportar quedarme dormida cuando un demonio de ansiedad me está carcomiendo desde adentro.
Sin embargo, sé que, si voy a dormir en la comodidad de mi propia cama, es muy probable que me quede dormida.
Guardo mi cuaderno en mi mochila y me la cuelgo sobre el hombro, mis tacones resonando contra el suelo mientras camino hacia la silla de Coriolanus.
Tiene la mejilla apoyada en la palma de la mano, usándola como sustituto de una almohada, y parece tan tranquilo que casi no quiero despertarlo.
Me arrodillo y le sacudo el brazo suavemente.
Se despierta de golpe, con los ojos abiertos de par en par y sorprendidos.
Sonrío y cuando sus ojos se encuentran con los míos, veo como se suavizan.
─ Voy a ir a casa para intentar descansar. ¿Vas a estar bien?
Él niega con la cabeza.
─ No, te acompañaré a casa. Es tarde y está oscuro.
Mi sonrisa se amplía.
─ Creo que estaré bien.
Me pongo de pie y le doy un pequeño beso en la frente. No estoy exactamente segura de por qué, pero solo el hecho de verlo aquí, vivo, me gusta. Estoy agradecida de tenerlo y no dejaré que se escape de la misma manera que dejé que Mia se fuera.
Revuelvo su cabello con una sonrisa juguetona, haciéndome la tonta con lo que acabo de hacer.
─ Solo... vuelve a dormir.
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𝐄𝐒𝐓𝐀𝐁𝐀 𝐀 𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐔𝐍𝐎𝐒 𝐏𝐀𝐒𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐏𝐔𝐄𝐑𝐓𝐀 𝐂𝐔𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐋𝐀 𝐃𝐎𝐂𝐓𝐎𝐑𝐀 𝐆𝐀𝐔𝐋 𝐃𝐈𝐉𝐎 𝐌𝐈 𝐍𝐎𝐌𝐁𝐑𝐄.
Me giré y, efectivamente, ella se dirigía a mí con una expresión de completo desagrado.
─ Señorita Plinth ─dice, con una voz cortante y ordenada─. ¿Cuándo fue la última vez que vio a su hermano?
Mis cejas se fruncen con confusión porque el último lugar en el que lo he visto ha sido en el salón de clases, cuando vio a su tributo asesinado.
Trago saliva.
─ Al principio de los juegos. ¿Por qué?
Ella frunce el ceño.
─ Tu hermano está en la arena. Llegó allí de alguna manera.
─ ¿Qué?
─ Tiene migajas de pan y está visitando a su amigo muerto del Distrito 2. No permitiré que nos hagan ver aún más tontos de lo que ya hemos sido con el bombardeo ─escupe, absolutamente furiosa─. Felix Ravinstill está luchando por su vida en el hospital y ellos lo están celebrando.
¿Felix?
─ ¿Qué... qué la pasó a Felix? ─tartamudeo, apenas capaz de articular mis palabras mientras el miedo me consume.
─ El bombardeo de los rebeldes ─explica simplemente.
Mis pestañas parpadean mientras contengo las lágrimas.
─ ¿Va a estar bien...?
─ Ve a buscar a tu hermano.
© 𝑭𝑨𝑰𝑺𝑻𝑺𝑳𝑼𝑽𝑹𝑹
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