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𝘋𝘢𝘺 3: 𝘎𝘢𝘳𝘥𝘦𝘯𝘷𝘦𝘳𝘴𝘰


Temática: Gardenverse

Palabras: 4670

Advertencias: Lenguaje ofensivo, mención de sangre, muerte de los implicados.

Sinopsis: Takemichi es un chico con tan mala suerte que una enfermedad está atentando con su vida, él no desea seguir con ese ritmo.

POV Takemichi

Me moría.

O esas eran las afirmaciones de mi médico esta mañana que me reviso luego de que mi estado fuera en decadencia.

La verdad oír cosas así de negativas si me afectan aunque parezca que no le de importancia. Claro que lo hago, sigo estando vivo, todavía siento dolor y mi cuerpo es quien habla por mi. Y por muy que sea el responsable de que esto me esté pasando no significa que sea tratado como un muerto sin caja ni tumba, todavía sigo aquí sufriendo esta maldita condición.

No recuerdo el tiempo que llevo internado en el hospital que se especializa para estos casos con el mío. Solo tenía la noción del tiempo que llevaba mucho, mucho tiempo encerrado buscando una cura para mi enfermedad o alguien que me ayude a no convertirme en una planta o estiércol.

Estaba agotado física como mentalmente de esta situación tan desesperada en la que vivo siendo parte de esa selecta clase de organismo con la capacidad de producir flores. Pero saben algo por muy maravilloso que les parezca tener que una vez al día tener que estar arrancandose tallos de flores y rosas del cuerpo, es un proceso que no solo duele porque literalmente me estoy arrancando un pedazo de mi si no que conlleve que gaste mi energía vital, es decir, a costa de mi existía produzco esos bellos ramilletes de rosas de diferentes colores.

─Hoy será terapia con agua de mar, creemos que la sal de sus componentes harán que tarden en salir.─ la voz de mi doctor de cabeza se oía en la piscina olímpica donde solo mi cabeza no estaba cubierta por agua.

Los vagos intentos de hacerme mejorar me asquean, cada día es un tratamiento diferente y el dolor cambia dependiendo de que necesite el médico para mis análisis. No creo que todas estas tonterías me ayuden a mejorar una condición como esta.

Además la sal está ardiendo y parece que a mi cuerpo tampoco le agrada este intruso inanimado que esta colocándose por cada parte de mi poro. El cansancio de esta rutina, de todas las falsas esperanzas para encontrar una cura es desesperante.

¡No la hay! Déjenme en paz.

Quiero decirle a esos incompetentes que su chequera quiere irse de vacaciones a el descanso eterno donde la parca quizás me trate con mayor humanidad que estos monstruos vestidos de blanco y dicen querer ayudar a los enfermos. Me estan matando y me están obligando a que yo viva contra mi voluntad.

Desde aquel entonces fui víctima del mundo, escupieron en mi cara y me pisaron hasta dejarme destrozado, soy lo peor de un ser humano, una basura que roba oxígeno y no sabe como dejar de hacerlo sin que esos desgraciados intenten que regrese del más allá.

Pase una hora en el agua, mi cuerpo quedó pegajoso y me picaba en una zonas que prefiero no decir, me llevaron a las duchas que obviamente eran de agua caliente, no podía utilizar cualquier barra de jabón, esta tenía que ser especial para mi piel porque un mínimo error significa tenerme en observación durante días, mi shampoo de una marca con los ingredientes preciosos, no deseamos que tenga una cirugía cerebral. Fui vestido con mis ropas cómodas y con una silla de ruedas fue transportado hasta la recepción a espera de mi próximo tratamiento, uno simple. Extracción de sangre para ver cuánto he mejorado o si simplemente hacen en vano su trabajo.

Miserables, les pago para que me mantengan vivo por obligación y se quejan.

¿Por qué lo digo?

Los descarados creían que dormía cuando se quejaban de que mi cuerpo era una pila de mierda sin cura.

Vaya animo para que siga adelante.

Ahora más con esta enfermedad que casualmente solo le da a uno de cada mil floricultores estoy varado en solo esperar a que un milagro- si llegase- a que salve mi miserable existencia donde solo quiero dejar de llorar por la noches, de dejar de experimentar ese dolor al momento que sacan las flores de mi piel, que la sangre deje de manchar mis ropas y que finalmente deje de dolor mi corazón al pensar que quizás, solo quizás la mejor opción es dejar que pase lo inevitable y forme parte de la naturaleza. Estoy solo en mi miserable existencia, no tengo amigos, no tengo familia, ni alguien que le preocupe. Tener dinero y que este pague por darme unos días de vida es tan miserable que empecé a regalarlo porque una vez mi fin llegue lo único que llevaré conmigo es solo mis pensamientos, llanto y dolor, el dinero quedará aquí sin uso, no soy alguien egoísta. No desee que nadie más pase por lo que estoy pasando, nadie más tenga que experimentar la soledad de estar encerrado en una habitación blanca donde aquello que más te hace dolor y gritar adorne con gran belleza los jarrones finos. No más, no quiero eso para nadie, no para quienes si tienen una oportunidad de salir ganadores en esa meta donde yo, yo ya me rendí hace mucho. Soy un completo perder, un cobarde y nadie está para recalcarme sobre ello, solo yo y yo.

¿Es muy triste no?

Paso mis días en compañía de mi enfermera personal, Hinata. Una muchacha que intenta animarme contándome de su vida cuando es su día libre, hablándome sobre las vivencias que tuvo en la adolescencia cuando fue una estudiante, sobre sus hijos que esperan por ella en casa, una casa cálida, con personas que la aman y aguardan su llegada para darle un cálido abrazo y un reconfortante beso de bienvenida después de un día de trabajo con un maldito amargado como yo.

─Es una día agradable.─ comenta la chica paseandome por el jardín, yo reposaba en una silla de ruedas sin decir mucho. No tenía ganas de conversar.─ Debemos regresar para tu análisis, el doctor Haitani estuvo preocupado por tu estado el día anterior.

Se refería a mi intento de suicidio que desgraciadamente no pudo concretarse por la intervención del médico que atiende mis terapias con la quimio.

─No necesito su preocupación.─ solté brusco y cansando de todos esos ineptos que no hacen nada bien. No entiendo como es que ejercen de médicos si nos les gusta.

─Yo me preocupo, iremos a la sala de espera. Tengo que llevar tus documentos.─ me quejo por lo bajo pero no soy escuchando.

La sala de espera uno de los lugares que más detesto y deseo evitar, mucha gente esta ahí para mirarme con lástima y soltar uno que otro comentario diciendo lo lamentable que es estar enfermo y parecer una maldita momia.

Vi unos niñas jugar con una mujer adulta, ella jugaba con el par y les decía que hacer cosa que las niñas cumplían. Eran saludables, las tres gozaban de una salud que yo deseo, hasta una anciana esta mejor en la vida que yo. Imagínate que injusticia.

─¡Shinichiro no corras!─ la voz de alguien gritando en el pasillo llama la atención de todos en la sala, alguien entra corriendo y pasa de largo de donde estoy.

¡No sé puede correr en un hospital!

─Muévete y deja las quejas, mi esposa espera.─  el tal Shinichiro da un pequeño vistazo a su compañero que se pierde en una esquina, sigue corriendo al parecer.

Una de las enfermeras de turno va detrás del primero y el segundo parece estar en crisis porque sus pasos se arrastran, una gorra negra cubre su rostro por lo que no sé como es.

Aquel hombre estaba tan concentrado en su mundo que no vio cuando me empujó y me hizo chocar con una silla, el golpe fue tal que me hizo quejar del dolor. Olvidaba que la sensibilidad del cuerpo luego de estar bajo el sol es muy alta.

─Lo lamento.─ es la voz del tipo, al menos sabe que hizo mal. Me ayuda a colocar bien la silla y se arrodilla a recoger mi manta.

Su gorra había caído permitiendo ahora si la vista de su rostro.

Vaya.

─Disculpa, debo irme.─ con ello partió en dirección a esa esquina hasta perderse.

Una extraña sensación fue lo que sentí poco después. No entendía, estoy confundido.

─Ya tengo los documentos.─ Hinata sale de la oficina, yo asiento y nos vamos a la zona este para subir luego por el ascensor.

¿Quién era esa persona?

🍃

Nuestras platicas no son largas, solo ella habla con fluidez y suelta uno que otro comentario animandome a entablar con ella temas, solo que no puedo, no tengo de que hablar con ella, mi vida ha sido tan vacía que gran parte de mi historia es solo cuatro paredes, tutores que daban su clase y partían el mismo día dejándome solo en la frialdad de mi habitación y con el corazón cada vez más opacó. Mis padres fueron personas ocupadas, yo no era su prioridad en absoluto, nunca fui alguien que debe tener atención, ni la servidumbre pudo acercarse a mi al menos como mínimo de interés, hacían su trabajo y no los veía hasta la mañana siguiente para desayunar. Tuve un perro pero murió de vejez, recuerdo que lloré lamentablemente en su tumba, una gran tormenta acompañaba mi dolor y cubría mis lágrimas, estaba enlodado de pies a cabeza arrodillado en la tumba de mi mascota, lloré hasta que me desmaye y sucumbí a una neumonía. Fui internado por emergencia, ni siquiera estando al borde la muerte me pudieron dejar irme con mi único compañero y amigo, desde ese entonces los doctores hacían lo imposible por salvarme, impedían que la "rosa más bella" se marchite y por fin pueda formar parte de la obra de arte más hermosa que Dios pudo haber creado, la naturaleza en su plenitud más pura.

Hace años había perdido el color del cabello, este ahora era blanco casi traslúcido cuando el sol posa sus rayos en mi cabeza. Parezco un fantasma, uno muy hermoso a palabras de los demás pacientes.

¿Qué ocurrencias las suyas, no?

Estoy pálido hasta casi ser una hoja de papel, mis brazos son flácidos y no tengo fuerza ni para comer adecuadamente, mis labios dejaron de tener ese rojizo que caracteriza a muchos de mi especie, hoy presento sequedad y ni con agua vuelven a su estado natural, mis ojos... estos no son nada a lo que fueron, no hay más azul, ni más celeste, solo un mar obscuro sin fondo y sin que la luz haga posible su reanimación.

Me siento perdido, solitario y con ganas de poder partir de una vez. Es cansado vivir. Es agotador no poder gritar lo que en verdad deseo.

Quiero libertad.

Otro nuevo día iniciaba, otro día más donde me obligan a respirar.

─Buenos días Takemichi.─ como todas la mañana sin falta, Hinata entra por la puerta de mi habitación privada, ella viste un lindo uniforme blanco. Su cabello recogido que tiene como adorno una de mis flores, al menos pudo decir que le va bien algo de mi.

─Buenos días.─ ¿he dicho que soy de pocas palabras?

─Iniciaremos con la primera fase, debemos cortar todas la flores y rosas para que puedas salir esta mañana, el doctor en la tarde tendrá que realizarte unos exámenes.─ asiento en automático, hace mucho que el dolor de cortar mis flores y rosas dejo de importante, solo duele al inicio y deja de importar cuando la sangre se mezcla con la belleza de mis pétalos.

No digo nada más aparte, ella con unos guantes desinfectados y unas tijeras especiales para esta labor de podar comienza a revisar mis brazos, los lugares donde frecuentemente salen son mis muñecas y en las piernas en los muslos, corta con cuido las hojas de los primeros que encuentra, esto me hace remover incómodo, recuerdo que muy a pesar de que estén fuera de mi piel siguen formando parte, con cuidado coloca las hojas en una bandeja con agua la sangre en la zona cortada se mezcla. Cambia de tijera a una más fina para finalmente ir hasta la raíz y cortar, me quejo por el primer corte, la sangre no tarda en brotar de la herida que usualmente deja este proceso que obligadamente hacer sin falta o sere un arbusto. Corta las demás flores, cada flor que es cortada es colocada en otra bandeja pero con agua tibia, la sangre tiene que salir completamente del tallo para que esa agua sea llevada a examinar para averiguar si existe algún medicamento para ralentizar su crecimiento. Termina con mis brazos, limpia cualquier rastro de sangre y coloca pequeñas tiras de gasas en las heridas que no tardarán en salir, luego venda mis muñecas con cuidado de no apretar, por fin acabó solo falta mis muslos. Baja mi sábana y al ver mis piernas la sorpresa es tal que me avergüenzo, las flores y rosas de esa parte son bastante más grandes y de un color radiante, como digo necesito una medicina especial para ralentizar el crecimiento que es día con día, me esta matando. Sin decir nada inicia cortando las hojas con delicadeza, cada roce en las hojas es tan suave que no tardo en cerrar mis ojos, es preferible dormir para algunos que no soportan el dolor y estrés que provoca que alguien que no sea tu vinculado tenga acceso cortar tus preciadas creaciones.

Me desperté cuando ella ya estaba limpiando las cosas que utilizo. Pasaba con mayor frecuencia el dormirme a medio proceso, pero así me sentía menos propenso a mostrar mis sensaciones o llorar, eso lo hago solo cuando estoy solo y nadie puede criticar mis motivos de llanto.

─He terminado. Volveré luego para llevarte al jardín, Chifuyu me pidió que se reúnan porque tiene algo importante que decirte.─ no digo palabra, ella no obedece mis órdenes solo me llevará al encuentro y caso cerrado. No la despido porque es la única que aguanta mi amargura y sabe como cortar mis rosas sin parecer una bestia como las otras enfermas que me atendieron antes.

Me refugie en mi manta y me recoste de lado. En el piso que estaba no había más personas que yo y un anciano que pasaba sus últimos en sufrimiento, o eso dijo Hinata la vez que lo vio. Pobre hombre, él y yo compartimos esa miseria de respirar por obligación de otros y no por que nosotros deseamos hacerlo. El sueño nuevamente quería llevarme a su mundo de calma y donde las ideas más descabelladas eran una realidad para los mejores soñadores, no es por presumir pero tengo la facilidad de crear ese mundo donde yo soy quien más es feliz.

🍃

Ojos... ojos negros... muy oscuros... muy lindos...

Labios... labios suaves... jugosos... apetecibles...

Cabello... tan suave... corto...

Y ese tatuaje...

Me desperté asustado, mi respiración agitada junto a mi piel sudorosa me indico que había tenido una pesadilla. Me pican las muñecas, maldición cuando sudo también acelera el proceso de crecimiento, me relaje e hice unas rondas de respiraciones para bajar el correr de mi corazón y disminuir el sudor. Debía absorber los brotes.

Me deslice por la pared hasta la ventana, necesita de la luz del sol para al menos tener la fuerza y no desmayarme por intentar evitar el brote, un vaso de agua en una mesa a un lado me alivio un poco el malestar. Cada día me sentía más débil y con mucho sueño, pero no podía dormir sin recibir al menos durante las primeras horas de la mañana sol, o me vería como una rosa marchita.

─¡Por Dios Takemichi!─ no oí el sonido de la puerta abriéndose, que mierda mis sentidos también se están viendo afectados. Ahora si quiero llorar.

Hinata me agarra antes de que me desvanezca y me golpeé con el frío suelo, me estoy agotando demasiado pronto y solo me levante por algo de sol.

─Sol... lo necesito...

Ella asiente y me lleva a la silla de ruedas, siempre había una en la habitación, desde hace meses que había dejado de caminar por mi cuenta largos trayectos, si con esos cortos pasos que di casi me desmayo si camino como una persona normal estaría en emergencias. Soy un inútil.

Ya relajado y con un poco más de consciencia fuimos por el ascensor hasta la planta de abajo. Antes de que lleguemos descubrí mi ropa de cama dejando mi pecho expuesto y mis hombros. Mi caso es especial y la verdad tener tanta dependencia del sol ha traído a los curioso a hablar de mi como si no los escuchara a unos metros, el silencio es mi respuesta y mi mirada vacía casi muerta la pedida de que cierren la boca.

Muchos dirían que me lo merezco por haber sido una mala persona, ¡Maldición nunca le hecho daño a nadie! Respeto la vida, a las personas, hago actos de caridad, estoy regalando mi dinero, pago los gastos de otros pacientes, y nadie, absolutamente nadie me agradece por que no lo quiero, solo no hablen así de mí... soy bueno, lo juro.

Hinata me dejó frente a la fuente del hospital, un lindo y para nada pretencioso Ángel de cabellos ondulados, alas abrazando su cuerpo y sus ojos cerrados en benevolencia. Le pedí que me deje solo, necesita del calor para recuperarme al menos por ese día, no deseaba comer por sonda un día más. Me relaje y mire al cielo, alzando mi cabeza en dirección al astro que brilla y me da mi mejor alivio a la muerte, tal como las flores que crecen la tierra yo busco del sol para no desvanecerme. A un cuando quiero morir, no quiero que duela, ya he tenido mucho dolor a lo largo de esta existencia. Solo permítanme descansar sin pasar por ello.

No me percate de que no estaba solo. Pero un olor... un olor a bosque luego de una lluvia llamó mi interés, volteé encontrándome con el dueño de tal esencia. A unos metros se encontraba una pareja, o bueno diría que tal vez se trate de unos hermanos, el individuo que llamó mi atención conversaba animadamente con una joven de largos cabellos castaños, note de inmediato flores en la punta de sus cabellos cayendo con gracia, se notaba saludable y muy llena de vida pero si estaba en el hospital que se especializa en floricultores es porque tuvo algún cambio en su rutina de crecimiento o peor..., no, no, ella se ve bastante bien y sonríe juega un poco con él, ambos ríen sin preocupaciones.

Que envidia.

─Me tengo que ir, Shinichiro me espera en la sala de descanso, también quiero hablar con él.─ manifiesta la joven parándose, ahí lo veo más claro es una linda chica muy despampanante, madura en todo caso pero fresca. Sus flores lucen un radiante color amarillo, sus pétalos brillan bajo el sol y sus ojos... iguales al mismo astro que hoy nos baña con su manto de calor y nos otorga vida a nosotros.

─De acuerdo, dile que iré luego. Quiero quedarme un poco más aquí.─ la voz de aquel extraño aterciopelada, de pronto tiemblo. Una corriente que nunca antes había sentido.

─No hagas travesuras, o le diré a Shin que eres un pequeño niño malcriado.─ ella lo molesta un poco y deja una pequeña carica en su cabello... negro.

─Sí, sí mamá.─ se despiden, no sin antes que ella eleve sus ojos y me mire, sus ojos me observan con sospecha pero luego cambian, es extraño. Ella sonríe y se va finalmente en dirección al hospital.

Que raro.

Vuelvo a mirar la fuente, un suave viento mueve mis cabellos y cosquillean mi nuca, mi piel absorbe los nutrientes cosa que me hace sentir mucho menos con sueño, seguramente en estos momentos hasta mi cabello adquirió un rubio bonito, la única vez que pudo sentirme como antes. Sonrío ocultando mis penas, mis agonías, mis pensamientos egoístas y mi ganas de querer acabar con esta normalidad nada normal.

─Disculpa.

La repentina voz me tensa visiblemente y capaz salte en mi asiente, e ahí mi energía recolectada. Poco a poco me apago y regreso a ver a quien ahora se sienta a mi lado en una banca. Ni oí sus pasos.

─¿Sí?─ digo nervioso, bien si hablar con las otras personas me da igual, hablar con este sujeto me esta alterando los nervios. Estoy sudando nuevamente.

─¿Cuál es tu nombre?─ me pregunta, y me mira.

Por... Dios... sus ojos...

Como en el sueño.

Me sonrojo al darme cuenta de que lo estoy viendo demasiado, abochornado y sin tener idea de que decir, me pregunto mi nombre nada más, ¿pero solo le digo eso?

─Takemichi, Hanagaki Takemichi.─ bien sonó demasiado robótico. ¡Siempre lo hago mal todo!

─Takemicchi...─ saborea mi nombre, esperen... dijo ¿Takemicchi? Nadie en mis años de vida se ha atrevido a llamarme así, ni mis padres que viajaban constantemente se equivocaban con semejante tontería.

─Takemichi, es Takemichi, no como usted dijo.─ corrijo bastante serio, mis costumbres y modales se irían a la borda gracias a ese maleducado que osa llamarme mal.

─Eso dije, Takemicchi.─ una bonita sonrisa de dientes para afuera me dejan frío, sus ojos con un brillo que jamás pensé estar viendo, el viento agitando sus cabellos azabaches a un ritmo como las olas, y sus labios... jugosos y apetecibles.

Estoy babeando, necesito... yo...

─No lo hizo...─ susurró incapaz de separarme de sus hermosos labios que me tientan a devorar, Dios mío esta sensación es demasiado rara. Me siento como un pervertido.

─Dime Takemicchi... ¿quieres besarme ya o seguirás tardando?─ su atrevida pregunta me regresa a mi realidad, con las mejillas ardiendo y la pena brotando a cada segundo me alejó.

Me dejé llevar, me deje llevar... es inaudito, jamás en mi vida he tenido esas ganas de querer estar junto a alguien por solo pasar unos segundos, realmente es imposible solo pasa cuando... están conectados.

No, eso solo pasa cuando la pareja normalmente convive desde niños, crecen juntos y se muestra su naturaleza a los 10 años. Yo a este hombre no lo conozco, ni se como se llama. ¡Cómo voy a tener tal cosa con él!

No así.

─¿Estás bien?─ su mano toca mi hombro descubierto y salió un sonido de mi boca que jamás creí que hubiera salido de mí.

Fue como si algo que quemara fuera apagado. Lo sentí tan bien que ni siquiera tomé el valor para decirle que no me toque.

Nos quedamos en silencio, yo con vergüenza y evitando que el toque se pierda, me siento cómodo. Y él, bueno no tenía idea solo que su mano recorrió mi brazo desnudo, sus dedos recorrían la piel blanca, hasta llegar a mi clavícula que con una rapidez casi inhumana me sujeto y me apegó a su pecho, solté un ruido seco.

─Tienes un olor... me gusta.─ su nariz recorrió mi cuello y aspiró todo el aroma que mi piel desprendía, deje que el hiciera lo que quiera conmigo. Que huela, que localice mis puntos de brote y alabe la belleza de mis flores.

El tiempo transcurrió, estábamos acostados en el pasto con el sol encima de nosotros, él jugaba con mi cabello y comía flores que brotaron de las puntas. Es la primera vez que salen de ese lugar, no me dolió y me sentía muy halagado que él haya dicho cosas muy bonitas de ellas y luego me pidiera permiso para comerlas.

Nunca pensé que esta persona se trate de un come flores, uno bastante apuesto cabe recalcar.

El dolor desapareció cuando el compartió conmigo eso nutrientes que tanto necesitaba, me encontraba en calma y sentía que todo lo que he vivido era solo un segundo y que esto era mi nueva historia. Parecía irreal casi un sueño.

─Ya no estás triste.─ dice él besando mis mejillas y dándome un suave beso en los labios, no tardo en responder el gesto dulce.

─No más. Estás conmigo.─ huelo como mi aroma se mezcla con el suyo, estoy feliz ahora que él está aquí ayudándome a sobrevivir.

─Me alegra oírlo.─ sus ojos dejaron de brillar para adquirir una nubla diferente.

─¿Me dirías tu nombre?─ no le doy importancia a su cambio de humor, él vuelve a la normalidad y me besa muy apasionadamente.─ ¿Qué pasa?

─Solo hago tiempo. Quiero que descanses finalmente Takemicchi─ estoy de acuerdo con él. Quiero mi felicidad, la encontré con él. No quiero que nadie me separe de esta persona que comparte conmigo un vínculo.

─¿Estaremos juntos?─ me atrevo a decir, si bien no lo conocía del todo y quizás sea demasiado pronto quiero que se mantenga junto a mí y en mi recuperación, su presencia haría de mi crecimiento de flores una menor cantidad y tenga un equilibrio.

─Ahora nada nos podrá separar.─ sus ojos, brillan como el mismo sol, su sonrisa me reconforta y sus labios me dan la mejor sensación de vida que nunca creí tener.

Pertenezco aquí, junto a él.

¿Pero cómo se llama?

...

Los médicos corren apresurados, enfermeras piden a los pacientes que mantengan la calma y a los visitantes que por favor no difundan ningún rumor sobre lo que aconteció hace unas horas.

Uno de los pacientes más importantes del hospital había sucumbido finalmente a la muerte, hubo un testigo quien alertó a los médicos de como una persona había comenzado con el proceso de plantación- de humano a planta- intento ayudar pero fue imposible ya que aquel hombre no dejó que nadie mo ayudará.

Creció de tal forma que el lugar donde descansaba se convirtió en parte de su metamorfosis y cambio a una vida siendo parte de la naturaleza de Dios.

Una joven enfermera lloraba desconsoladamente por el suceso que no pudo evitar de su paciente, la tristeza fue tanta que lloró a un lado de los restos ahora hechos una planta de ese ser vivo que una vez mostró luz e irradió más que el propio sol una sonrisa cálida. Una chico que nunca en su vida experimentó el conocer al verdadero amor, una pobre alma que murió en la soledad de su corazón y pensando que su mejor esfuerzo fue desaparecer del mundo que tan cruel fue con él.

El joven que antes intentó ayudar y avisó del hecho miraba la escena con lástima, no se dio cuenta del otro chico ya que estaba hablando con su hermana por teléfono, su boda seria pronto y debían preparar todos los detalles para el día tan importante. Sus intentos no ayudaron a que esa persona no muera, era la primera vez que veía en escena dicho proceso. Creyó que habría dolor pero el rostro tranquilo del paciente fue suficiente para saber que esa fue la mejor desición de quien ya no deseaba estar ahí.

─¿Tiene que ser así?─ preguntó el chico bajando su cabeza con culpa.

─No siempre. Es la ley de la naturaleza.─ la muchacha de cabellos castaños y flores bonitas en sus cabellos lloro en silencio la partida de semejante ser, la luz de su alma finalmente se apagó.

─No me gusta.

─A nadie nos gusta. Debemos volver con tu hermano.─ ella se adelantó primero dejando al menor viendo como los jardineros acomodaban las nuevas flores y le daban sus oraciones.─Y Mikey, no es tu culpa. Él quiso que fuera así.

─Gracias, Kira.

Ambos ingresaron al hospital a buscar al hermano del menor.

La vida de Takemichi empezó y culminó en soledad, fue un hecho triste porque jamás, en toda su estadía en el hospital y cuando se encontró con Mikey hablaron, fue muy corto, nunca compartieron miradas, Takemichi lo vio una sola vez pero por casualidad y su imagen quedó impregnada en su cabeza y sus sueños eran con aquel hombre que le pareció una obra de arte.

Mikey jamás supo de la vida de Takemichi, nunca fueron cercanos, no hablaron más de una cortez conversación, y él jamás lo vio directamente. La única vez que lo miro fue cuando este ya estaba muriendo, así que nunca sus miradas compartieron una misma conexión.

Un amor que nunca comenzó, no hay inicio ni final para esta historia.


Okey si fui mala esta vez, pero la idea vino tan bien que hasta dije "merece que las demás personas la lean".

Además hice un cameo de un personaje de otra historia, sorry.

Espero les guste. Gracias por leerme. 🦋


Imagen de como lucia Takemichi, el dibujo es mío, solo edité la imagen jsjs 📌

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