𝘋𝘢𝘺 2: 𝘈𝘱𝘰𝘤𝘢𝘭𝘪𝘱𝘴𝘪𝘴
Temática: Apocalipsis
Palabras: 3292
Advertencias: Muerte, sangre, vocabulario explícito.
Sinopsis: Mikey como cada semana iba por las raciones de alimentos para su familia, ya que una pandemia de un virus extraño infecto a la mayoría de la población y el gobierno tuvo que poner medidas restrictivas para sus habitantes sanos.
POV Manjiro
No recuerdo la fecha ni el momento en que la vida comenzó a desvanecerse gracias a esa pandemia que se convirtió en una masacre global que acabó con millones, no miles de millones fueron víctimas.
Todos los países del mundo tomaron medidas desesperadas para evitar que sus habitantes- no funcionó- sean víctimas. Se cerraron fronteras y se prohibió a la población de cada nación salir de sus hogares, aunque no todos tenían la capacidad de en el resguardo de sus hogares, el dinero y la escases de alimentos los obligaba a salir a buscar al menos una oportunidad para sobrevivir.
Y como se imaginan ese fue su error, su perdición. Aquel virus, mutó. Ya no solo causaba que las personas infectadas empiecen a perder su piel, perdían su humanidad.
El brote inició primero en Estados Unidos, se expandió por toda América arrasando con la mayoría de la población de aquel continente, luego con Europa que por suerte tenía un respaldo pero no fue inevitable que toda esa gente vulnerable pareciera en los primeros días, luego hasta el continente Africano que al igual que América no estuvo preparado para soportar ese índice de enfermos en sus hospitales, en las noticias se podía visualizar a los muertos que por falta de espacio en los cementerios eran enterrados en los patios de las casas o los dejaban abandonados en media calle vulnerado sus derechos y acabando como un pila de basura que los moscos y gusanos no tardarían en hacer desaparecer.
En Asía no fue diferente pero si tuvimos mejores condiciones en las cuales combatir el virus, en Japón donde vivo actualmente las personas pueden salir pero solo si es necesario, ha habido casos de infectados y como la mutación los afecta hasta morir en la agonía. Espero y eso no empeore, no deseo que haya más muerte.
Habían pasado ya meses desde el primer paciente con el patógeno infeccioso que fue confinado, los casos han ido disminuyendo y parece que todo está volviendo a la normalidad. Quiero creer que es así.
Esta semana me tocaba a mi a ir por los alimentos de la familia, mi abuelo al ser una persona vulnerable no podía ni debía salir de casa, mi hermana al ser más joven tenía altas posiciones de contraer la enfermedad y además al ser una chica si contraía el virus había altas posibilidades de no pasar la noche al ser diagnosticada. Mis hermanos y yo nos hemos encargado de ser quienes traigan los suministros cada semana, la semana anterior fue Izana el encargado. Por lo que me tocaba a mi en esta ocasión, la verdad no me molestaba ya que salie y ver como todo parece ir mejorando es mucho más reconfortante que estar encerrado en el edificio donde residimos.
─Y sabes que más pienso, que debemos ir al campo. Dicen que es más establece la vida por allá.─ comentó mientras conduzco mi auto hasta los supermercados de la ciudad, hablaba con mi mejor amigo por llamada. Tenía mis audífonos inalámbricos para evitar cualquier accidente de tránsito.
─Ah, lo recuerdo. Pero no es seguro y sabes que exponerse sin tener una idea clara podía ser peligroso.─ aclara él, giro en una avenida para ir directo al subterráneo del centro comercial.
Pasaba del medio día y había pocas personas por la zona.
─Nada cuesta intentarlo. Ya hablé con Shinichiro del tema y parece estar de acuerdo. Emma también está entusiasmada en irse al campo para no tener que estar encerrada todo el tiempo.─ el guardia me deja pasar y antes de entrar al parqueadero tengo que mostrar un carnet que identifique que estoy vacunado contra el virus y no tenga antecedentes con otras enfermedades.
Me dejan pasar, en días como estos era normal ver una cantidad de autos para recibir los alimentos, estos dependían de cuántas personas habitaban una casa y si tenías a alguien con vulnerabilidad tenías mayor privilegio en la fila, no me juzguen pero es muy agotador estar una hora en fila. Momentos así agradecía a mi abuelo.
─De acuerdo. Te dejé y te aviso que dicen los demás ante tu idea.─ mi amigo cuelga y yo por fin bajo del carro, me colocó un impermeable translúcido y guantes para evitar contacto directo con las manos de los demás o tocar cualquier objeto. Y finalmente mi mascarilla, había muchas restricciones pero sabia que solo buscaban no contagiar a nadie más.
Cuando estuve listo preparé la bolsa de papel que generalmente se usaba para recibir los productos alimenticios, y una bolsa para que cuando los tenga pueda mantenerlos limpios sin que la contaminación de afuera vaya a infectarse.
🍃
El control que se tenía en esta parte del centro comercial era muy estricto que la verdad ni me sorprendía que las personas lleguen a desesperarse por querer adquirir algo para comer. Salude al guardia, ya nos conocíamos desde hace meses y conocía a mis hermanos, me dejó pasar a la zona privilegiada de la fila, había delante mío unas cuatro personas. Me entretuve con una pantalla que se alzaba encima de nosotros, se transmitía las noticias locales y un nuevo incidente con el virus, la reportera hablaba preocupada de la situación para esa gente que no tenía un hogar en cual poder resguardarse. Haría tiempo antes de que mi turno llegué.
La reportera seguía parada hablando de como ocurrieron los hechos hasta que... alguien de entre el cuerpo de infecciones salió en dirección a la chica que no se había dado cuenta pero que el camarógrafo si vio y advirtió, sin embargo fue demasiado tarde que el tipo se lanzó encima de ella y prácticamente le arrancó la cara con los dientes. Así inició uno tras otro ataque, las personas corrían llenas de pánico, la cámara cayó al suelo y solo se oían los gritos de dolor del hombre que suplicaba ayuda.
Todos los que nos encontrábamos en el supermercado quedamos sin habla por semejante escena tan grotesca y muy confusa, y como si hubiéramos invocado al maligno un grupo de personas totalmente desconocidas venía a nosotros corriendo, la sangre en su ropa, su aspecto desaliñado nos dio muy mala espina. No tardé en reaccionar y empujar a una mujer al suelo que casi estuvo a punto de ser devorada por aquel hombre que se le abalanzó.
La ayuda a levantarse y la sujete para empezar a correr, conocía este lugar de principio a fin ya que trabajé una vez aquí, pero es lo de menos. Debo largarme. Lleve a la mujer conmigo y corrimos por los pasillos, al fondo podíamos oír como las demás personas que no pudieron reaccionar gritaban de forma espantosa. No me importo más que correr hasta la salida de emergencia donde unas escaleras nos llevaría hasta el subsuelo donde mi auto estaba. En medio de nuestro camino nos topamos con otras personas corriendo de lo que sean esos tipos que los persiguen, esquive a cuerpos que lamentablemente ya no seguían con vida.
Avance entre aparadores que cedieron y el piso los recibía, ayude a la mujer a subir y pasar por encima. Nuevamente la agarre para que me siga el paso y no nos perdamos de nuestro objetivo, no la conocía pero sabia que debía ayudarla.
No obstante el primer obstáculo nos paró de lleno, una puerta de vidrio mantenía el lugar cerrado, por lo que la salida estaba cerrada. Me exaspere y maldije por que justo hoy estuviera cerrada, necesitaba algo para romper el vidrio.
─Demonios, ¿de dónde sacó un bate?─ me pregunté y busqué entre los estantes algo duro y con peso que pueda trizar el vidrio.
─El extintor.─ dijo la chica que hasta ese momento no había escuchado. La mire de reojo y señalaba uno de los pilares del fondo, y si bien había un extintor no sabia que funcionaría para romper la puerta.
Sin otra opción en mente fui por el objeto, cuando lo tuve en mis brazos, tuve que aplicar física básica para saber si la fuerza con la que lo lance sea capaz de lograr acabar con el vidrio. Tome distancia casi de unos cinco metros, los ruidos a mi espalda me ponían nervioso. Una bocanada de aire más tarde y corrí como nunca pensé hacerlo, y cuando estuve por llegar a casi un metro avente el extintor que por suerte si funcionó y quebró el vidrio de la puerta. Y decían que la matemática y la física básica no ayudaría en la vida. Bueno, no del todo pero si sirve.
La primera en entrar fue la chica con la que venía, le seguí de cerca. La puerta de emergencia estaba al final del pasillo y seríamos libres. A pesar de estar cerca de la libertad oímos como unos pasos, no solo uno, varios pasos se acercaban hasta donde nos encontrábamos. Como si fuera un acto de coordinación nos miramos y no pensamos en otra cosa que no sea largarnos. Poco me importo los otros, solo deseaba volver a casa con mi familia.
Los gritos de esas cosas nos perseguían de cerca, estábamos muy asustados como para mirar atrás, nos pisaban los talones y un paso en falso sería nuestro fin, lo iba a permitir que mi vida acabará antes de volver a ver a mis seres queridos. La puerta estaba cerca y sin importarme mucho golpe puerta y la azote, como suponía estaba atascada pero gracias al impacto pudo abrirse, sujete a la chica para empezar a bajar las escaleras, tendríamos que bajar estas al menos unos minutos si seguíamos a ese paso que íbamos. Nuestras pisadas resonaban fuerte gracias al eco de ese espacio. Los gruñidos de todas esas personas no tardaban en llegar a nuestros oídos, y el pavor de a poco nos consumía por estar tan cerca del peligro. No me di cuenta cuanto pasó pero llegamos hasta un almacén, quizás donde dejaban material sin uso. Solté por un instante a mi acompañante para poder armarme de lo que sea pero que sirva cuando entremos al estacionamiento que tal vez ya esté plagado de esas cosas. Vi unos tubos de metal oxidados apilados en una esquina junto con unas palas, agarré los tubos y equipe uno de mis brazos como método de protección con una tela vieja pero que sería de utilidad para atascar posibles ataques de cuerpo a cuerpo. Al acabar mire a mi compañera que al igual que yo se había equipado con una arma para defenderse. Me miró y asintió, estábamos listos. Los pasos de arriba los alertó por lo que no tardamos en salir de ese lugar ahora preparados para lo que se venga.
Cuando finalmente pusimos un pie en el parqueadero subterráneo me espere lo peor, no había error. Estaba ya plagado por esas personas infectadas, varios autos chocados y otros incendiandose por los choques. La sangre ya manchaba el suelo y los quejidos con las suplicas el acompañante más aterrador de lo que hubiera querido ver en mi vida. Nos apuramos a ir hasta los vehículos en buen estado, justo el mío estaría en perfectas condiciones, nos acercamos a una parte donde no pudieran detectarnos con el más mínimo ruido y cuando lo había corríamos para camuflarnos entre todo el alboroto. Llegamos hasta unos autos de gran porte que nos cubría tuvimos que quedarnos ahí unos segundos pero bastaron para que sintamos náuseas y mucho pero mucho asco, delante nuestro una de esas cosas devoraba sin pena alguna a un pobre inocente que para su mala suerte seguía con vida, sus ojos se encontraron con los míos. Dios mío... era el guardia, abrí mi boca dispuesto a protestar pero él negó y señaló con la pocas fuerzas que tenía mi izquierda, para luego quedarse quieto dando su último respiro. Habría llorado si no fuera que la adrenalina está impidiendome sentir mis emociones, me mordí la lengua hasta el punto de sangrar de la impotencia que me albergaba, un día aparentemente normal termino siendo el peor de los días que hubiera deseado.
Aparte mi vista y me enfoque en llegar a mi auto que estaba unos metros de donde me ubicaba, pase a un lado de la chica que parecía estar afectada por la imagen que alcance a ver lágrimas caer por su barbilla.
─Debemos avanzar. Mi auto está a un lado.─ sin esperar respuesta me moví, mire a todos lados en caso de un ataque sorpresa y seguí. Oía por lo lejos los pedidos de auxilio de una mujer, sin embargo, ya no podía hacer más.
Lo siento.
A escasos metros y cuando iba a sacar mis llaves algo o alguien se me vino encima derivándome y haciendo que golpee mi cabeza contra el pavimento. Quede aturdido y confundido que tarde en responde cuando esa cosa me quiso comer la cara, justo gire el rostro y solo aruño mi oreja, me sacudí fuerte para apartarlo de mi cuerpo pero era tan fuerte que me fue imposible al menos cambiar de lugares. Yo me resistía y ese tipo no daba ninguna señal de querer dejarme, me empezaba a desesperar por que mis brazos se entumian y la aceleración de mi corazón solo aumentaba. No podía pensar con claridad, subí mi brazo protegido y él mordió, a pesar de la tela me dolió el mordisco. Con sus dientes empezó a desgarrar la tela para querer llegar a mi piel. Me movía con fuerza y pateaba por mis piernas al tipo, no daba resultado. El miedo llegó a mi de pronto cuando sentí como la sangre del sujeto se mezclaba entre mi ropa. Me desespere al imaginarme lo peor.
Cuando estaba por rendirme la ayuda llegó, tarde pero lo hizo. De un hachazo casi como si de un leñador experto se trata decapitó a quien me tenía preso, me cubrí con mi brazo vendado evitando que la sangre caiga en mi cara. Luego empuje al hombre que por fin dejó de apresarme, me liberé. Eleve mi mirada para encontrar con la chica de antes, su rostro se empeñaba de miedo pero su agarre en el arma era firme, no temblaba.
─Perdón por tardar.─ dijo en un susurro. Sus ojos me observaron preocupada aún cuando ella misma se estaba cagando del miedo.
Tiene lindos ojos, azules...
─Gracias.─ sonreí apenas para hacerle saber que todo estaba bien ahora. Me pare con su ayuda y nos encaminamos al auto, quite el seguro y me subí, le permití acceso una vez me aseguré de que todo este en orden.
Encendí el motor y a largarnos. Agradecía las clases de Mitsuya, sin él quizás estas maniobras con mi carro no serían tan buenas. El camino a la salida estaba por fortuna sin obstáculos por lo que acelere dispuesto a no mirar atrás, debía llamar a mi familia. Casi lo olvido.
Coloque en el navegador de mi auto los contactos de mi familia, llame al abuelo pero nada, a mi hermana, no contestaba, a Izana, ni una señal, a Shinichiro. ¡Mierda nadie responde!
Gire en una avenida, la ciudad ya era un caos. No sé que demonios pasó pero todo Tokio entró en caos, no había pasado ni una hora. Llame a Ken, él siempre respondía y por suerte en esta vez no fue diferente.
─¡¿Mikey, estás bien?!─ escuchar su voz me alivio, no le pasó nada a él.
─¡Sí! Salí del centro comercial hace poco. ¿Dónde estás?─ pregunté, miré por un costado a unos policías intentando detener a uno de los infectados que convulsionaba en el suelo.
─Estoy en tu casa, Emma me llamo en la mañana. Cuando te colgué ya había llegado.─ acelere para impactar una barricada en la calle, solo estorbaban.
─¿El abuelo está bien? ¡¿Emma, cómo está ella?─ digo exaltado, quizás la noticia lo tome desprevenido y le hizo algo malo a su salud por el impacto de ver tanta destrucción en la ciudad.
─Están bien los dos.─ responde serio. Al menos ellos están a salvo.─ Shinichiro llamó hace poco, nos espera a las afuera de la ciudad, aquí aún estamos preparando equipaje para todos y unas cuantas cosas. Yo los llevare en mi camioneta, Izana también se comunicó y está en camino con otras personas. Solo faltabas tú, dirígete a las afueras luego nos encontramos.
─De acuerdo, te llamó luego. Cuida a mi familia y cuídate tu también tótem.─ me rió al decir lo último, quería sentirme menos ansioso.
─Enano maldito, también cuídate. Hasta luego.
Colgó y solté un suspiro muy hondo, seguí por la carretera para tomar la intersección al puente y pasar así la primera barrera para luego seguir de largo por la carretera sur. Tenía el tanque llenó ya que en la mañana se lo coloque, además de que pase por suministros de comida de un mercado. Llegaría hasta la noche. Y justo caí en cuenta de algo importante, no iba solo.
A mi lado la persona que ayude guardaba silencio y parecía no querer interrumpir mi conversación interna.
─Creo que ya lo oíste tu misma, iré hasta las afueras para reunirme con mi familia. Si quieres que pasemos por alguien...
─No tengo a nadie. Y gracias por la oferta, acepto ir.─ sus ojos y los míos se encontraron. Ese brillo en ellos era magnífico casi como mirar el cielo siendo iluminado por el sol en un campo.
─Iremos juntos. Solo tengo una pregunta, ¿cómo te llamas?
─Oh, lo siento. Soy Takemichi Hanagaki.─ se presentó, sus mejillas adquieren un color rosa tenue.
─Me llamo Manjiro Sano, pero me dicen Mikey.─ desvio el camino, había un auto quemándose. Muchos corrían aún despavoridos.─ Ahora que lo recuerdo... el lugar donde estábamos normalmente sirve para las familias numerosas, ¿qué hacías ahí?
─Es confuso, ayudo a una mujer con sus hijos a recibir los suministros, ella no puede caminar y sus hijos son aún pequeños. Me ofrecí a ayudarla haciéndome pasar por uno de ellos.─ y de pronto su cabello rubio de un largo hasta la cintura cambia a un negro corto ondulado.
¿Qué?
─¿No eres una chica?─ es lo primero que sale de mi boca, que imbécil fui.
─No lamentablemente, soy hombre pero mis rasgos ayudan a aparentar que lo soy. Fue por una buena causa.─ ríe y esta apenada lo notó, sus manos juegan con la peluca.
─Tranquilo, pero si me confundiste.─ por fin llego al puente, pero faltaba mucho para llegar a mi destino.
─Gracias por salvarme. Tenía mucho para reaccionar.─ sus ojos se llenan de lágrimas, así que todo este tiempo aguanto, ahora se derrumba. Fue muy valiente.
─No es nada, y no eres el único que lo sintió. Yo también tenía miedo, paso de un rato a otro. Nadie estaba preparado para esto.─ admito, había sido algo normal, rutinario y se termino en masacres, sangre por las calles, la ciudad un caos y terminar huyendo del centro. Que día tan especial.
─Será un largo viaje.─ susurra mirando el camino. Delante nuestro había autos quizás con la intención de escapar al campo. Era una zona muy segura.
─Tomará tiempo, pero estamos juntos en esto.─ me detengo a esperar el tráfico. Volteó a ver a mi compañero, él también me observa. Y sonríe.
─Sí, juntos.
Habían pasado ya años desde aquel encuentro, bueno no hay buenas ni malas noticias, pero dire que seguimos luchando contra esta amenaza que infectó al mundo entero y acabo con grande parte de nosotros, la humanidad. Los gobiernos han creado equipos para acabar con estos problemas y el ejército ofreció ayuda a los sobrevivientes.
Estoy en un campo donde mi familia vive tranquilamente, mis hermanos y yo nos hemos preparado para las amenazas que tal vez lleguen el día de mañana, pero estamos bien. Takemichi ha sido fuerte y está conmigo en esta batalla, soy feliz estando a su lado.
Estoy seguro que ganaremos, estamos juntos. Esa es nuestra victoria asegurada.
Corto pero si lo alargaba más salía una historia jsjs.
Espero se entienda la idea principal.
Saludos y gracias por leerme. 🦋
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