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i.sweet dream girl

La tranquilidad de los jardines de la Fortaleza Roja era lo único que alejaba a Healena de los murmullos de las criadas (quienes estaban con ella por ordenes y no por interés propio) así que lo mejor que pudo hacer fue escabullirse hacia los jardines bajo el arciano donde pudo disfrutar de una placentera lectura.

'Aegon el conquistador' era una de sus lecturas llamativas, no podía decir que era una de sus preferidas al ciento por ciento, pero si le agradaba leerla y además su lectura era placentera. Escucho unos crujidos desde la copa del gran árbol, dirigió su vista hacia arriba pero no encontró algo inusual, así que continuó con su lectura.

Escucho el ruido de nuevo pero no le presto atención, hasta que sintió como alguien la observaba desde arriba, volvió a mirar encontrandose con su dulce sobrina, ella sonrió inconscientemente al verla.

—Hola, mi dulce tía — saludo Visenya desde una rama del arciano hacia Healena, la princesa sonrió al escucharla llamarla de esa forma, dejó el libro de lado y se acomodó de mejor forma para observar a su sobrina.

—Visenya. . .¿no deberías de estar con la septa? — pregunto Healena por lo bajo, Visenya sonrió al escucharla.

—A la mierda la septa — respondió Visenya mientras se acomodaba en la rama

—¡Visenya! — se mofó Healena mientras soltaba una carcajada. Visenya sonrió al escucharla reír

—Además. . .— siguió hablando mientras intentaba colgarse del árbol — quería ver a mis hermanos entrenar y si se me daba la oportunidad colarme en su entrenamiento y así darle una paliza a Aegon pero por sobre todo, quería verte, así que mi castigo valdrá la pena.

Healena se sonrojó al escucharla mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro pero al escucharla que quería unirse al entrenamiento su sonrisa se borró, no le gustaba que Visenya fuera tan atrevida, no media sus acciones y temia que tarde o temprano saliera lastimada.

—No me gusta que te entrometas en los entrenamientos de mis hermanos y los tuyos, pueden lastimarte — respondió mientras hacía una mueca.

—Sabes que me gusta portar espadas y usar armadura — respondió con simpleza Visenya mientras se encogía de hombros — cuando mi madre sea reina haré que me convierta en caballero, la protegeré a ella y te protegere a ti.

—Aún así. . .— protesto Healena sin estar convencida del todo, hasta que Visenya se colgó de la rama quedando boca abajo hacia Healena.

—Te preocupas demasiado — asimilo Visenya para intentar tranquilizarla —¿qué es lo que tengo que hacer para que estés feliz?

—En primer lugar, bajar de este árbol e ir con tu septa — ordeno Healena a lo que Visenya rodo los ojos disgustada — por favor.

Visenya suspiró pesadamente, se acercó hasta Healena y le dio un tierno beso en su mejilla para acto seguido bajar del árbol fugazmente con una sonrisa en su rostro al ver a su tía sumamente sonrojada.

—¡Visenya! — grito Healena apenada —Dioses, pudieron verte.

—Todos están bastante ocupados ante la noticia de que mi nuevo hermano nacerá pronto, nadie tiene tiempo para vagar por los jardines — respondió la princesa sumamente calmada

Healena nego divertida mientras miraba a Visenya con cierto reproche.

—Oye, no me mires así — le recriminó Visenya con una sonrisa — te propongo algo, si vuelvo ahora mismo con la septa. . .¿aceptarías ir a volar luego conmigo y Jace? Estoy segura de que a Vermax y Viserion les hará bien estar con Dreamfire.

—Solo voy si tu vas — respondió Healena mientras se acercaba a ella y la señalaba juguetonamente, ambas se sonrieron enternecidas hasta que el grito de la reina a lo lejos la hizo separarse inmediatamente.

—¡Healena! Por todos los dioses, te estuve buscando por. . .— hablaba la reina sin darse cuenta de la presencia de Visenya, hasta que notó que ella se encontraba presente fue cuando dejó de hablar, se aclaró la garganta y se dirigió hacia ella — princesa Visenya, su madre la ha estado buscando para que vaya con la septa.

Visenya asintió levemente mientras hacia una torpe reverencia, se despidió de Healena con una dulce sonrisa y desapareció entre los pasillos de la fortaleza roja dejando a Healena con la reina.

—Te he dicho miles de veces — hablo Alicent enfadada hacia su hija — a ti y a tus hermanos que se alejen de esos bastardos.

Healena no dijo nada, simplemente escucho a su madre mientras regresa por el libro que leía y lo levantaba del suelo, siguió pretendiendo que la escuchaba en el camino a sus aposentos mientras fantaseaba con su querida Visenya, esperando a que la tarde llegara y tanto ella como su dulce sobrina se remontaran por los aires a danzar.

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