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19: Una omega

Xiao Zhan nunca había viajado a otro país, para él era completamente nuevo estar subiendo a un avión privado directamente hasta Seúl. Ah, si se hubiera quedado callado cuando Yibo le dijo que no podía ir, no estaría viendo todo esto ahora mismo.

El avión era lujoso, por supuesto era digno que un mafioso, pero le dio cierta curiosidad ver como solamente estaban viajando pocas personas. Por lo que Yibo le había dicho, pensó que tal vez estaría llevándose a toda la gente que tenía en casa.

Sin embargo, a pesar de que Yibo aún no tenía conocimiento de la persona a la que iban a conocer, tampoco quiso privatizar a Xiao Zhan de la libertad de conocer otro lugar que no fuera su casa. Así que ordenó a las empleadas que hicieran sus maletas para llevarlas, ya sea que la persona que iba a conocer fuera un peligro, trataría a toda costa de manejar bien la situación.

Después de viajar unas pocas horas, llegaron al hotel donde se quedarían. Xiao Zhan se había quedado dormido a la mitad del camino, ya que el avión realmente le resultaba sumamente aburrido.

Yibo fue quien lo despertó y lo ayudó a caminar, diciéndole que sí aún tenía sueño podía cargarlo hasta el auto para ir al hotel. Xiao Zhan al imaginarse tal escena se sintió avergonzado, así que simplemente se quitó el sueño de encima y fingió ya no estar adormilado.

Cuando llegaron a su habitación, Xiao Zhan quedó sin palabra alguna, tal vez porque nunca había salido a algún lugar con Yibo, sobre todo un lugar como ese.

-Si aún tienes sueño puedes dormir. - el Alfa lo miró atentamente.

-Mmh, gracias pero creo que no dormiré. - le respondió, abrió una de las puertas que daban acceso al balcón de la habitación, mirando la agradable vista de un hotel muy hogareño y elegante -, es la primera vez que veo algo como esto.

Era la primera vez que Xiao Zhan tenía frente a sus ojos la imagen de una vida tan pacífica. Podía ver no solo las piscinas, también veía familias felices y niños corriendo, veía el restaurante con una ligera ambientación musical, no cualquier música por supuesto, sino música clásica. Veía a parejas tomadas de la mano y conversando, el hotel no era de muchos pisos, al contrario era extenso, lo que dejaba de lado el hecho de subir y bajar por escaleras o subir por elevadores. Era un hotel tranquilo y le agradaba sentir el ambiente de felicidad de el lugar.

En su casa solamente podía percibir silencio y hombres gritando o golpeándose en las horas de entrenamiento.

Mientras Xiao Zhan admiraba el lugar, alguien lo admiraba a él. Wang Yibo debía admitir que no era tan difícil complacer a su omega, a Xiao Zhan podías hacerlo feliz con tan pocas cosas.

Pero eso le tomó mucho tiempo entenderlo, tal vez porque no se tomaba el tiempo para hacerlo, antes estaba tan hundido en la idea de que, no importaba si su relación era un desastre, mientras estuviera a su lado nada le impediría alejarse. Pero, jamás se tomaron el tiempo de pensar en el otro.

-Esté...- la voz del Alfa interrumpió el momento sagrado de Xiao Zhan. -Si todo sale bien hoy, podemos quedarnos tal vez dos días o más.

El omega vaciló un rato, a pesar de que sabía que el Alfa estaba ahí por trabajo, tal vez un trabajo demasiado arriesgado, estaba dispuesto a quedarse, no sabía si era para complacerlo a él, pero agradecía que así fuera.

-Gracias, no es necesario que nos quedemos si se presentan problemas, no quiero interrumpir tu trabajo.

-Para ser sincero, no sé que clase de trabajo sea, pero estoy seguro de que sabré manejarlo. - con un hilo ligero de lágrimas, la comisura de los ojos de Xiao Zhan se empañó, sonrió tranquilamente y se acercó a su Alfa para abrazarlo por el cuello.

Yibo llevó sus manos, un poco temblorosas, hasta la espalda de Xiao Zhan para atraerlo a él y corresponder al acto, sonrió de manera suave al sentir como el rostro del omega descansaba en su hombro derecho.

-Sólo... encárgate de hacer tu trabajo y cuídate. - Zhan suspiró sobre su cuello -, y si necesitas mi ayuda, puedes pedírmelo.

Yibo no dudaba en que el omega lo ayudaría, tomando de su cintura lo alejó de su pecho. Quería mirarlo y hacerle saber que confía en él.

-Sé que puedes ayudarme. - le dio una so risa tratando de calmarlo -, me ayudarías mucho más permaneciendo aquí y cuidándote hasta que yo vuelva, si algo sale mal, vendrán por ti, y necesito que huyas y te salves.

Xiao Zhan tragó duro, esas últimas palabras se sintieron dolorosas en su corazón, principalmente porque lo sintió como una despedida, pero estaba bien, se cuidaría a como de lugar.

-Entonces me iré. - dudó unos segundos, queriendo resistir la tentación, dio un paso en falso retrocediendo y después se armó lo suficiente de valor.

Xiao Zhan lo miró aproximarse, tomó su mentón, abrió la boca para decirle algo que le impidiera unir sus labios, pero Yibo fue más rápido en presionar su boca contra la del omega. Xiao Zhan cerró los ojos porque el beso no fue algo que se esperara en esos momentos, y porque en el segundo que sus labios se cerraron en un beso sus lenguas se encontraron.

Con sus manos contra el pecho del Alfa, lo separó unos centímetros de sus labios, pero su respiración aún se mezclaba contra la del Alfa. Y aunque trató de separarlo, en su mente sólo había un pensamiento. Se iría, se iría y tal vez no regresaría.

Así que bajó la mirada de sus ojos hasta sus labios, deslizando sus manos por el torso del Alfa hasta acercarse y unir sus labios una vez más, antes de que se fuera.

En el momento que Wang Yibo dejó el hotel, dos hombres de los suyos se quedaron cuidando la habitación de Xiao Zhan. Song JiYang quería optar por quedarse con Xiao Zhan, pero también tenía que ayudar a Yibo ya que no conocían a aquel hombre.

Uno de los autos que consiguieron los transportó durante media hora, cruzaron un largo camino por el centro de la ciudad, demasiado lejos del hotel. Conforme avanzaban el camino pavimentado se acababa, hasta que salieron de la calle, se adentraron a un residencia demasiado abandonada, durante veinte minutos de camino no había ninguna casa o persona, sólo había tierras fértiles.

Cuando el auto se detuvo, se dio cuenta de que el lugar en el que estaban era demasiado hogareño, nada lujoso ni tan grande, era como una finca, las paredes estaban desgastadas con el color blanco y marrón adornando los balcones, algunos cuantos árboles rodeaban el lugar. Pero cuando puso un pie fuera del coche, al menos pudo divisar alrededor de diez hombres uniformados en la entrada.

Uno de ellos se le acercó.

-Supongo que usted es el hijo del Señor Wang, necesito que se quite la ropa y se quede en pantalones y camisa, para revisar que no lleve ningún arma, tanto usted como la única persona que lo acompañara adentro, los demás tienen que quedarse aquí.

Yibo asintió y sin protesta alguna se quitó el saco color negro que traía, para quedarse con la camisa blanca. Una vez que lo revisaron al igual que a JiYang, le devolvieron su saco y el mismo hombre le pidió que lo siguiera.

Cuando se adentró en aquel lugar, se quedó con la boca cerrada, a pesar de que por fuera se veía como una casa vieja, por dentro todo relucía de una manera muy antigua pero impresionante. Había cuadros pegados a la pared casi del tamaño real de una persona, la luz era escasa ya que solamente había algunas velas encendidas, dos hombres iban detras de ellos.

Y mientras más se adentraba, más podía comprobar que esta casa estaba llena de cosas viejas, muchas cosas que fueron olvidadas en los rincones y llenas de polvo, algunos cuadros ya estaban maltratados y había fragmentos de vidrio en el suelo.

El tenue aroma de tabaco se colaba por la casa, sin embargo, al pasar por una de las tantas habitaciones, un dulzón aroma a fresas le removió el estómago. La puerta de esa habitación estaba cerrada así que no podía ver quién estaba ahí.

-Pueden pasar. - el hombre que iba delante de ellos les abrió la puerta, dejando que ambos entraran, y no se sorprendió cuando adentró de la habitación vio a más hombres.

Uno de ellos en particular le daba la espalda, no traía puesto un traje, más bien, sólo traía puesta una camisa de color azul pálido, la cual la tenía arremangada hasta la altura de los codos.

Nadie habló, simplemente se quedaron callados hasta que aquel hombre de espaldas se dio la vuelta con algo entre las manos. No lo conocía en absoluto, pero esa mirada tan intensa que le dio, casi le pusieron los pelos de punta.

-Así que tú eres el hijo del Señor Wang, ¿Wang Yibo? - su voz salió un tanto juguetona -, debió ser todo un problema venir hasta aquí, lo siento, tú padre debió obligarte. - el hombre tomó la jeringa que tenía entre sus manos y uno de los frascos a su lado con un contenido líquido de color azul para llenar la jeringa.

-Sólo hago lo que mi padre quiere.

Aquel hombre sonrió de una manera muy estoica, parecía más infeliz que otra cosa.

-Oh, entonces ya sabes lo que tienes que hacer. - le dio una simple mirada, sus ojos oscuros y las bolsas de ojeras bajo sus ojos le daban la impresión de que aquel pobre hombre no había dormido por mucho tiempo.

Además de que, su rostro era atractivo y de barbilla fina, la mirada decaída que le brindaba lo ponía de nervios, y aquella sonrisa que sólo se dibujaba por unos pocos segundos no ayudaba.

-No. - respondió ante sus palabras.

-¿No? Creí que por eso habías venido, - después de haber hablado, con la jeringa en sus manos, corrió la cortina que dejaba a la vista la otra habitación. Al otro lado había una cama tan grande como una matrimonial, las sábanas se veían desgastadas y había varias cajas arrimadas , sobre la cama estaba tendido el cuerpo de una persona.

A simple vista no supo divisar quien era, hasta que aquel hombre volvió a hablar.

-Para hacer más rápidas las cosas te lo explicaré. - el chico se adentró en la habitación y se acercó a la persona sobre la cama, descubrió un poco el torso de la persona y se encargó de inyectarlo, sólo cuando se removió entre las sábanas se dio cuenta de que era un anciano, su cabello blanco y las arrugas que casi llenaban todo su rostro se lo confirmó. -Le hemos hecho tantos favores a tu padre, le brindamos ayuda siempre que el quiso, le ayudamos en sus trabajos, tenemos cierta línea de confianza extrema con tu padre. Así que, es nuestro momento de pedirle un favor a cambio, por supuesto ese favor tiene que ver contigo.

Yibo alzó una ceja, que ese hombre divagara tanto lo confundía.

-¿Por qué?

-Necesitamos un Alfa de un linaje puro que nos ayude a mantener la sangre de nuestra familia, durante años hemos sido conocidos por tener descendientes de Alfas de sangre pura. Sin embargo, hace unos años ese linaje se rompió cuando nacimos puros omegas. A pesar de que mi madre intentó dar a luz a un Alfa, nunca pudo hacerlo, fue una inútil incluso para parir.

Yibo frunció el ceño mientras escuchaba con atención lo que aquel hombre le decía.

-Soy omega, todos mis hermanos y hermanas son omegas, no hay ningún estúpido alfa, y por lo tanto, no podemos procrear una descendencia de alfas con sangre pura ya que no tenemos ese privilegio de serlo. - Suspiró con impaciencia, mirando a larga distancia al Alfa que estaba en la habitación -Pero tú padre nos dijo que, tú nos harías ese favor. También nos dijo que tu matrimonio era inestable y una pérdida de tiempo, y que no tendrías objeción en ayudarnos.

Yibo sintió su estómago revolverse, unas grandes ganas de vomitar se adueñaron de él.

-Así que, si estás dispuesto a hacerlo, nos gustaría que lo intentaras con mi hermana.

El aroma dulzón de fresas que había olfateado hace unos momentos inundó sus fosas nasales una vez más, a su espalda estaba una mujer de baja estatura, era demasiado delgada, sus brazos tenían un poco de carne pero los huesos de sus caderas se podían notar a través del vestido que portaba. Por alguna extraña razón sus piernas temblaban muy poco, observándola mejor, se podía dar cuenta de que sus muñecas estaban maltratadas, como si la hubiera amarrado con una cuerdas durante mucho tiempo, sus rodillas estaban rojas y algo rasguñadas, y en cuanto entró en la habitación evitó la mirada de todos ahí y bajó la cabeza en forma de sumisión.

Yibo sintió aún más ganas de vomitar, la chica alzó la mirada por un par de segundos y sus ojos se encontraron. En tan pocos segundos esa mirada que le dio, hizo a Yibo entender la chica necesitaba ayuda.

Esto no era normal.

Entonces, mientras la observaba, un viejo recuerdo vino a su mente. Sonrió por inercia y miró de nuevo al hombre que le estaba contando la estúpida historia de su familia.

-Si estas dispuesto a ayudarnos, puedes llevarla contigo, confiamos en que harás un buen trabajo. - una sonrisa muy hipócrita se dibujó en los labios de ambos.

Yibo miró a JiYang, quien sólo se alzó de brazos sin saber que opinar al respecto.

El Alfa soltó un largo suspiró y caminó lentamente hasta donde estaba la omega, quien se encogió en su lugar, esperando que aquel Alfa no le hiciera nada.

Yibo percibió el miedo, pánico y repudio en aquella chica.

Volvió su mirada hasta aquel hombre y asintió diciendo: -Bien, ¿eso es todo?

JiYang lo miró confundido y hasta cierto punto estuvo por gritarle que qué diablos hacía. Sin embargo, cuando vio la mirada tan decidida del Alfa, se dio cuenta de que no podía hacerlo cambiar de opinión.

-Mmmh, nada más, pueden ir a donde ustedes quieran. Dudo mucho que te guste follar en un lugar tan deprimente como este. - aquel chico le brindó una sutil mirada, llena de odio.

-Bien, entonces me voy.

El Alfa ni siquiera le dio una buena despedida, se dio media vuelta y se fue, siendo seguido por JiYang quien le indicó a la joven mujer que comenzara a caminar.

El ardor en su garganta y el nudo de rabia que tenía atorado no lo dejaban respirar, aflojó su corbata y pasó por todos los pasillos como si de su casa se tratara, hasta que por fin salió de ahí.

Cuando JiYang y aquella mujer estuvieron fuera de la casa, JiYang quiso reclamarle pero Yibo se apresuró a hablar.

-Suban, tenemos que irnos antes de que sea demasiado tarde. - les dio órdenes, dejando a JiYang aún más confundido.

Mientras tanto, aquel hombre dentro de la casa se encargó de ponerle la última inyección a su padre, quien dormía en la cama. Uno de los hombres se acercó.

-Señor, ¿quiere que lo sigamos?

El atractivo omega negó, mientras guardaba sus cosas con cuidado.

-No, si para mañana no está de regreso mi hermana, pueden darle una visita a nuestro amigo Yibo, y de paso a su omega. - respondió.

Sostuvo en sus manos el medicamento de su padre, y lo apretó con fuerza, sintiendo como ese odio acumulado seguía creciendo. Y entonces, su celular sonó, en la brillante pantalla el nombre del Señor Wang se reflejó.

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