CARTA 18
Ahora paso todas las mañanas y las tardes por la calle en la que vives y giro mi cabeza con la esperanza de poder verte aunque solo fuera por un par de segundos, esperando un solo gesto para ponerme a tus pies, sin embargo, termino tragando amargo y mis pies me insisten en que siga y en mi cabeza hay una voz que grita "lo siento Jesús, no hay amor para aquel que lo mendiga.
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