☠️𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 SEVEN☠️
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❝Un marine imbécil con el pelo mal cortado❞

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𝐋𝐀 𝐓𝐀𝐁𝐄𝐑𝐍𝐀 𝐄𝐑𝐀 𝐔𝐍 𝐋𝐔𝐆𝐀𝐑 𝐒𝐄𝐍𝐂𝐈𝐋𝐋𝐎 𝐘 𝐒𝐈𝐍 𝐏𝐑𝐄𝐓𝐄𝐍𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒, sin embargo, ofrecía platos variados y el ambiente era bastante animado. La música era la orden del día y resonaba por todos los rincones de la estancia.

Monkey se comía la comida como si realmente no hubiera probado bocados durante años.

Una camarera se nos acercó a nosotros con más platos pero Koby los rechazó con una sonrisa de agradecimiento. Monkey, por otra parte, tenía el estómago aún vacío...

—¡Ah! ¡Queremos más! ¡Queremos todo! Es bueno para el coco —nos dijo mientras relamía el fondo de un plato. Esta vez no pude ocultar mi cara de asco—. Vale, a ver... Si no puedo entrar en la base por la puerta, tal vez... tal vez... ¿y si entrara allí volando? Agarrado a un pájaro o algo así.

Lo miré espantada.

—Pero, ¿qué dices? —Fue inevitable no preguntarle—. ¿Cómo que volando y agarrado de un pájaro? No sé de dónde sacas ideas tan locas. ¿Todo bien en la comida y en la bebida que estás tomando? Puede que te hayan drogado o algo así. —Le enseñé mi palma de la mano, completamente abierta—. ¿Cuántos dedos tengo?

—Tienes cinco. —Luffy agarró un trozo de carne y se lo llevó a la boca, luego me señaló—. Oye, estoy bien. Solo digo que podemos intentarlo. Mis planes a veces funcionan.

—A veces —repetí con cierta mofa—. A veces significa que puedes morir. A veces significa que puede ser un plan suicida que acabe con todo lo que teníamos planeado.

—¿Qué teníamos planeado? —me preguntó Koby con incertidumbre. La verdad es que no sabíamos que teníamos planeado exactamente. ¿Atrapar un mapa? ¿Morir en el intento? ¿Que no nos pillen con un plan fallido? No, nada planeado, excepto morir.

Pero me callé. Creo que Koby no querría oír eso.

—Bueno, lo que sea —farfulló Koby mirando por los alrededores—. Es mala idea y por favor, bajemos la voz...

El ambiente se había vuelto algo tenso. Un chico con el cabello verde había entrado, arrastrando tras de sí un saco pesado, manchando todo de polvo a su paso.

—¿Qué es eso? —le pregunté a Monkey aunque estaba claro que él no podía saberlo a no ser que se haya tomado alguna fruta que le permitía ver objetos escondidos. O quizá lo que estaba adentro no era un objeto precisamente. No quería ni pensarlo.

—Una botella para mí y otra para él —dijo con voz ronca. Pese a su tono, tenía una voz muy agradable de oír pero estaba claro que era peligroso. No podía quitar la vista de aquel saco que había colocado al lado de la silla—. Tiene un mal día. —Un joven a su lado se apartó de él con desagrado y la tavernera, algo vacilante, sacó dos botellas, sin apartar la vista de aquel bulto escalofriante.

Monkey se quedó observándolo. Estudiándolo más bien.

—Tranquila, seguro que es un tipo amigable. —Fue lo único que me dijo con voz apaciguada para no ponerme nerviosa pero su mirada no me engañaba. Sabía que no era un tipo cualquiera.

—¿Ah, sí? —sonreí nerviosa—. ¿Y por qué un tipo tan amigable escondería a su amigo en un saco como si fuera basura? Además es obvio que no está entero. Le falta la mitad de su cuerpo, no hay que estar tan ciego.

Koby me miró tan aterrado que tuve miedo de que le diera una parada cardiaca por mi culpa.

—Tienes mucha imaginación —me sonrió Monkey—. ¡Me gusta!

Rodé los ojos.

Una niña con el cabello rizado se acercó al joven misterioso y le ofreció un plato que ella misma había hecho.

—¿Qué es lo marrón? —le preguntó el joven con cierta curiosidad pero al mismo tiempo, con tono indiferente.

—Chocolate —le respondió la chica alegremente—. Hace que todo sepa mejor. —Cuando vio que él no estaba interesado, se dio la vuelta pero se tropezó con un tipo rubio bastante alto.

Un estruendo hizo que todos los presentes nos volviéramos.

—Eres una estúpida —le insultó este con desprecio—. Estúpida niña. —Aprovechó el momento para aplastar una bola de arroz con su zapato. Luffy se puso tenso y la taberna se quedó en silencio—. ¿Por qué no miras lo que haces?

—Rika, discúlpate —susurró una mujer desde el otro lado.

—Yo... lo... lo siento mucho. —Fue lo único que pudo decir, la pobre estaba asustada.

—Yo... —se mofó el rubio, imitando su voz y sus rasgos—. Lo... lo siento mucho. La próxima vez no seré tan bueno —le amenazó para terminar.

Apreté un puño con rabia, por el rabillo del ojo vi que Monkey miraba la escena totalmente serio. Ya no era ese chico alegre.

—Mi comida se ha caído. —dijo el chico del cabello verde con total tranquilidad pero emanaba peligro. En poco tiempo, se agachó y tomó entre sus dedos un trozo de la comida pisada para sonreír a la niña—. Mmm, delicioso.

Monkey lo miró con admiración pero el rubio con asco.

Con la misma calma de siempre, se levantó y colocó la bandeja en la mesa.

—Cómete una —le ordenó al joven que había despreciado la comida—. Y pide perdón a la niña.

Una risa ahogada fue lo que obtuvo como respuesta.

—¿Sabes quién soy? —preguntó el rubio con arrogancia, acercándose a él para intimidarlo.

—Un marine imbécil con el pelo mal cortado —le respondió el chico del cabello verde con expresión aburrida.

Su respuesta me hizo reír pero Koby estaba intentando ignorar la escena por lo que venía ahora.

El sonido de las espadas reverberaron en el ambiente como puñales en las espaldas. Me fijé, a lo lejos, que una joven con el cabello anaranjado aprovechó el momento para estampar la cabeza de un hombre contra la mesa.

¿Desde cuándo se había vuelto todo tan loco? Sabía la respuesta: desde que conocí a Monkey y una parte de mí, la más temeraria, comprendí que me gustaba.

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