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𝘁𝘄𝗼. 𝗋𝖾𝗆𝖾𝗆𝖻𝖾𝗋 𝗆𝖾

—C A P Í T U L O    D O S—

Recuérdame.

SOLÍA DECIRSE QUE TODOS ENFRENTAMOS "LA GUERRA DE NUESTRAS VIDAS", ese momento decisivo en el que todo—el destino, la vida o la muerte—sería determinado. Para Jinx, cargar con el peso de su propia existencia ya era un desafío insoportable. Pero cargar con el destino de miles, como Ekko hacía ahora, le parecía una pesadilla inimaginable.

—Así que la Hextech tiene que desaparecer o nosotros lo haremos—dijo Jinx, su tono más afirmativo que inquisitivo.

—Eso mismo—respondió Ekko, asintiendo lentamente mientras mantenía la mirada perdida en el suelo. Tenía las manos cruzadas sobre sus piernas y una expresión de profunda concentración. Estaba agotando cada posibilidad, buscando una solución más allá de las obvias según lo que pudiera ocurrir.

Ambos estaban sentados en el frío suelo, sus espaldas apoyadas contra el imponente mural que retrataba a sus seres perdidos. La presencia de aquellas figuras parecía pesar aún más sobre sus pensamientos, como un recordatorio constante de las vidas que habían quedado atrás.

—Tiene algo de sentido—dijo Jinx después de un momento, rompiendo el incómodo silencio.

Ekko levantó apenas la vista, intrigado por su tono.

—Hay un tipo muy raro... parece que puede ver a través de ti—continuó, recordando el encuentro con Viktor. Su rostro adoptó una expresión extrañamente divertida al rememorar cómo aquel hombre la había mirado directamente al alma y, sin dudarlo, soltó un comentario punzante sobre su versión infantil. Fue un golpe certero, aunque uno que Jinx sabía que probablemente merecía después de burlarse de su condición—Dijo que estaba buscando una especie de "evolución"—añadió, haciendo comillas con los dedos mientras imitaba con sarcasmo la gravedad con la que Viktor había hablado.

Ekko dejó escapar una exhalación breve, algo entre un suspiro y una risa.

—Creo saber de quién hablas—comentó Ekko, rompiendo el silencio con voz grave—. Conocí a su socio. Un tipo llamado Jayce. 

Jinx, con la cabeza recargada contra el mural y la mirada perdida, apenas si giró ligeramente para verlo. 

—Así que gracias a esos "revolucionarios" las vidas de todos penden de un hilo—dijo con una mezcla de burla y amargura, arrastrando las palabras como si fueran veneno. 

Ekko asintió despacio, su semblante tan serio como el de ella. 

—Es exactamente eso, pero hay más. 

—¿Hablas de la mujer lunática con su escuadrón de tipos rojos que parecen cascabeles de Navidad?—espetó Jinx, con un tono burlón que apenas ocultaba la furia contenida en sus palabras—. Esos idiotas causaron muchos problemas. 

Los puños de Jinx se apretaron con fuerza, los nudillos blanqueando mientras su mente se sumergía en los recuerdos que no podía enterrar. Ekko reconocía esa mirada, una mezcla de rencor y dolor que emanaba de cicatrices aún abiertas en su memoria. Sin embargo, esta vez no había palabras, solo un silencio denso que se aferraba al aire entre ambos. 

—¿Qué sucedió?—preguntó Ekko con cautela, notando el cambio sombrío en su semblante. 

Jinx no respondió de inmediato. Sus respiraciones eran profundas, pero irregulares, como si estuviera librando una batalla interna. Movió la cabeza de un lado a otro, tratando de sacudirse algo, alguna presencia invisible que Ekko no podía percibir. Fue su voz, firme pero preocupada, la que finalmente la sacó de ese trance. 

—No fue mi culpa—murmuró Jinx, clavando la mirada en un punto vacío, como si hablara con alguien más—. Fue ella. Si no fuera por esa mujer... probablemente Isha seguiría viva—sus palabras salieron como un susurro quebrado, casi inaudible. 

Ekko se inclinó hacia adelante, buscando entenderla, pero antes de que pudiera decir algo, el enojo volvió a encenderse en su voz. 

—Y Vander también—añadió, con una rabia que teñía cada sílaba. 

Ekko permaneció en silencio, sus manos relajadas pero tensas a la vez. Él sabía que cualquier palabra mal elegida podía empujarla más hacia el abismo en el que parecía estar al borde. La culpa, el dolor y el odio que ella llevaba eran como una tormenta, y él solo esperaba encontrar la manera de guiarla a través de ella.

Hasta que algo hizo clic en su mente.

—¡¿Vander?!—repitió Ekko, creyendo haber escuchado mal. Se incorporó rápidamente, apoyándose sobre sus rodillas, encarando a la chica con los ojos llenos de sorpresa e incredulidad. 

La "Princesa de Zaun" apenas reaccionó, asintiendo con indiferencia mientras giraba una hebra de su cabello entre los dedos.  Había hablado en voz alta.

—Cierto—pronunció, alargando la última letra como si saboreara la revelación—. Tú no lo sabías, desaparecido.

—¿Cómo es eso posible?—insistió Ekko, ansioso, como si su mente intentara conectar piezas de un rompecabezas que no entendía. 

Jinx alzó los hombros con aparente despreocupación. 

—No tengo idea—respondió con sinceridad—. Alguien le hizo algo. Ahora parece una especie de... "enorme animal". —Su voz se tornó áspera al recordar aquella figura distorsionada que una vez fue su figura paterna. Una mueca amarga curvó sus labios—. Creo que no les agradaba la idea de que estuviera vivo, porque hicieron todo un espectáculo con él. Con nosotras. 

De repente, una risa sardónica comenzó a brotar de sus labios, quebrada y dolorosa, como si la locura y la ironía fueran las únicas formas en que podía procesar lo que decía. 

—¿Nosotras?—repitió Ekko, desconcertado, enfocándose en aquella palabra. 

Jinx abrazó sus piernas con fuerza, su mirada perdida en el vacío. 

—Vi, Isha y yo—dijo en voz baja, con un deje de melancolía que parecía no corresponderse con su tono—. Incluso estuvo mi cuñada apoyándonos. Qué loco, ¿no? 

Ekko parpadeó, sorprendido. La imagen de Violet y la vigilante que había capturado meses atrás cruzó por su mente. Así que se refería a Caitlyn. No podía creer la mezcla de aliados y enemigos en una sola escena. 

—¿Quién es Isha?—preguntó tras un breve silencio, su voz más suave, temiendo la respuesta. 

La pregunta hizo que Jinx se tensara en su lugar. Sus dedos tamborilearon nerviosamente sobre sus piernas mientras su respiración se volvía más superficial. No quería hablar de ello. Aún dolía demasiado. 

El silencio que siguió fue pesado, cargado de emociones que ambos evitaban confrontar, pero que parecían estar a punto de desbordarse.

—Una niña que me cayó del cielo... Literalmente. —La respuesta salió con esfuerzo, acompañada de una sonrisa amarga que intentaba ocultar la punzada en su pecho.

—No tienes que hablar sobre eso si no quieres, Pow... Jinx—se corrigió Ekko de inmediato, cerrando los ojos con frustración por su imprudencia. Una parte de él temía que ella reaccionara con hostilidad, pero el golpe nunca llegó.

Ella lo ignoró por completo, mirando hacia el suelo con cierta melancolía.

—Era muy escurridiza y problemática—continuó Jinx, como si estuviera hablando más consigo misma que con él—. Pero me hizo bien... Es extraño... Me hizo sentir en paz durante este tiempo... Hasta que todo se fue al carajo. —Su voz se tornó más baja mientras estiraba su pierna derecha y dejaba la izquierda doblada, apoyando su codo sobre la rodilla y recargando su mentón en la palma de su mano—. Ojalá hubiera sido más clara con ella... O más expresiva con lo que quería agradecerle.

Ekko asintió, intentando ofrecer algo de consuelo.

—Seguramente lo sabía—dijo con suavidad—. Podríamos dibujarla en el mural.

Pero en cuanto esas palabras salieron de su boca, vio cómo la expresión de Jinx se vaciaba, transformándose en esa misma mirada distante que había visto cuando intentó acabar con su vida. Sintió una punzada en el pecho, pero no dijo nada. Sabía que ella necesitaba tiempo.

Sin previo aviso, Jinx se levantó. Su figura esbelta se estiró, y Ekko la siguió con la mirada, esperando que rompiera el silencio que ahora los envolvía.

—Oye, Hombrecito. ¿Te piensas quedar ahí o vamos a salvarle el trasero a la gente de Zaun y Piltover?—dijo con un tono burlón, inclinando ligeramente la cadera hacia un lado mientras extendía su mano derecha para ayudarlo a levantarse—. Además, me aseguraste que construiríamos algo nuevo de lo que no me arrepentiría. ¿Ya te vas a poner a trabajar o planeas seguir ahí sentado?

Ekko soltó un suspiro y aceptó su mano, levantándose con un leve impulso. Una vez de pie, la miró directamente a los ojos, su expresión seria.

—No podemos hacer esto solos—dijo, rompiendo la pausa—. Los de arriba tienen escuadrones grandes, y probablemente haya más por venir.

—¿Y qué propones?—preguntó ella, arqueando una ceja.

—Reunir a la gente de Zaun que quiera pelear.

Jinx soltó una carcajada sarcástica.

—¡Ha! Suerte con eso.

Ekko rodó los ojos, claramente irritado, pero exhaló profundo para calmarse. Cambió su semblante a uno más sereno antes de responder.

—Si vamos juntos, seguro podemos convencerlos. Te volviste un símbolo para ellos.

—¿Y qué hay de ti?—replicó Jinx, inclinando la cabeza hacia un lado—. Tú también eres un símbolo, y creo que serías mucho mejor convenciéndolos que yo. —Su tono, por primera vez, sonó genuino.

—Por favor, Jinx. —Ekko pronunció su nombre con firmeza. 

La chica abrió los ojos con sorpresa, alzando una ceja mientras lo miraba. 

—Vaya, esta vez no te equivocaste —respondió con un tono que oscilaba entre la burla y el desconcierto. 

Ekko le dedicó una media sonrisa, llena de determinación. 

—Jinx o Powder... la fusión de ambas, no lo sé. Lo único que sé es que necesito lo mejor de las dos para poder hacer esto, incluso si hay más de una que de la otra. 

Jinx lo miró con una expresión compleja, sus labios apretados mientras dejaba escapar un suspiro. 

—Vaya elección de palabras, Ekko. —Hizo una pausa, evaluando si debía decir lo que estaba pensando, pero al final continuó—. Esa versión que esperas de mí ya no existe. No hay una versión buena de mí, y ser un símbolo nunca fue parte de mi misión. 

Ekko, con movimientos suaves pero decididos, la tomó por los hombros, inclinándose ligeramente hacia adelante para asegurarse de que lo escuchara. 

—Sí hay una versión buena de ti, Jinx. En este y en todos los mundos. Y necesito que esa versión, la que está justo aquí —señaló su corazón sin titubear—, salga. No importa cómo, pero tiene que hacerlo. Por los que perdimos y por los que aún nos quedan. 

La última frase resonó profundamente en Jinx, y supo exactamente a quién se refería: Vi. Su hermana. 

—Qué manipulador —respondió con un intento de broma, aunque su voz estaba teñida de algo más profundo. Sus ojos buscaron los de Ekko, como si intentara descifrar lo que realmente veía en ellos—. Espero que no te equivoques. 

—No lo haré. —La voz de Ekko fue tan segura como una promesa escrita en piedra—. No me equivoqué contigo, y no me equivocaré con esto. 

Pero esa última declaración —"No me equivoqué contigo"— hizo eco en la mente de Jinx, como una melodía que no podía ignorar. Sintió un cosquilleo extraño en su pecho, algo que no sabía cómo interpretar. Por un momento, casi se permitió creerle. Casi.

—No olvides que aún tienes que explicarme algo—dijo, cambiando rápidamente de tema, como si intentara desviar la conversación antes de permitir que sus emociones tomaran el control. 

Ekko frunció el ceño, confundido. 

—¿De qué hablas? 

—De tu aparatito—respondió con desdén, señalando el artefacto con los monos que tanto le habían llamado la atención antes—. El que contiene esas cosas que claramente no construí yo. 

El moreno abrió los ojos con sorpresa, su cuerpo se tensó, y soltó los hombros de la chica casi de inmediato. Pareció dudar, sus pensamientos y recuerdos cruzándose en un instante. ¿Debía explicarle todo? La voz de Powder en el otro mundo aún resonaba en su mente, sus experiencias al otro lado de la brecha temporal pesaban en su conciencia. Podría ser arriesgado, pero también sentía que podría ser una oportunidad. 

Por un lado, contarle lo que había vivido podría aliviar parte de la carga que llevaba. Por otro, tal vez la historia de Powder, su determinación y conducta, serían el impulso que Jinx necesitaba para encontrar algo de claridad. 

Además, su instinto le decía que no hacerlo podría traerle conflictos con Jinx y lo que menos necesitaba era alejarla de nuevo.

—Primero hablemos con las personas—dijo finalmente, mirándola con firmeza—. Después te explicaré todo lo que quieras. 

Jinx entrecerró los ojos, analizándolo por unos segundos, como si intentara leer lo que había detrás de esa propuesta. Finalmente, con un encogimiento de hombros y un suspiro resignado, respondió: 

—Será mejor que sea bueno, Ekko. 














































De esto se acordó Jinx


Si les llegó notificación del prólogo, fue porque me di cuenta que me comí el dialogo importante donde Ekko dice: "Dijo que no importa lo que pasó en el pasado, nunca es tarde para construir algo nuevo". Una disculpa😔

Exijo que juntemos firmas para que les cambien el final y nos den las escenas eliminadas😔

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©-MANDALORIANA76

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