𝘁𝗵𝗿𝗲𝗲. 𝖽𝗂𝗇𝖺𝗌𝗍𝗒
—C A P Í T U L O T R E S—
Dinastía.
LA MAGNITUD DE LOS PROBLEMAS QUE PODÍAN DESATARSE POR LA INTERVENCIÓN DE UNA PERSONA AJENA A UN MUNDO ERA ALGO QUE SIEMPRE SORPRENDÍA. Cada lugar, cada nación, cada universo combatía sus propios demonios: dictaduras aplastantes, dinastías decadentes o democracias inexistentes que perpetuaban diferencias sociales abismales. Esto hacía que la supervivencia de algunos fuera una hazaña casi imposible, y a veces, el precio de esa lucha era la vida misma, sacrificada para que otros pudieran aspirar a una libertad efímera.
Era un panorama desolador, una cadena interminable de tragedias conectadas. Pero, incluso en medio de esa oscuridad, siempre había quienes desafiaban la marea, personas cuya luz y esperanza lograban romper el molde. Individuos dispuestos a cargar con su propio dolor, o incluso con el de otros, en busca de un mañana mejor.
Así era con los refugiados de los Firelights. Aunque habían encontrado un respiro bajo la protección de Ekko, alejados del caos de Zaun, las sombras de su pasado seguían alcanzándolos. Vivían mejor, si, pero lo que ocurría fuera de su refugio seguía afectándolos. Alguna vez caminaron las calles de Zaun, compartieron sus luchas y dejaron atrás raíces imposibles de arrancar. Además, quisieran o no, Piltover también formaba parte del mismo terreno, y su destino estaba intrínsecamente ligado al de todos los que habitaban ese mundo. Negarlo era imposible. Lo que pasaba más allá de su escondite era, de una forma u otra, también su batalla.
Ekko logró convencer a su mano derecha, Scar, de unirse a la batalla junto con más refugiados. Además, les propuso buscar una alianza con los residentes de Zaun para enfrentar el mal que amenazaba su mundo. Aunque no todos estaban convencidos, el moreno planteó estrategias para avanzar incluso si algunos decidían mantenerse al margen. Scar, en un gesto de pragmatismo, sugirió que consultaran a la chica de cabellos azules para ver si tenía ideas que pudieran darles una ventaja en el combate. Ekko no lo descartó. Sabía que, aunque inestable, Jinx podía ser ingeniosa en formas que ellos no podían prever.
Al salir de la reunión, sus ojos se posaron en un grupo de niños que simulaban combates, lanzando golpes al aire y posando como si fueran héroes listos para la batalla. Aquella escena le arrancó un suspiro. Los niños eran una de sus mayores motivaciones, su razón para luchar por un futuro mejor. Más que nada, deseaba que tuvieran la infancia que a él le habían arrebatado.
De pronto, notó algo que lo conmovió más: Jinx, con un semblante mucho menos sombrío que el de hacía unas horas, estaba corrigiendo amablemente a los niños. Les enseñaba cómo lanzar golpes correctamente, ajustaba sus posturas y compartía con ellos algunas técnicas que claramente dominaba. Al principio parecía reacia, pero los pequeños no aceptaron un "no" por respuesta, y ella terminó cediendo. La risa y la emoción en sus rostros eran inconfundibles, y Jinx, aunque disimulando, parecía disfrutar el momento tanto como ellos.
Ekko sonrió sin darse cuenta, una expresión cálida y llena de emociones complejas. Scar, que había estado caminando junto a él, notó el cambio y dejó de hablar.
—No puedes ocultarlo, ¿eh? —comentó con una ligera burla amistosa—. Es obvio lo feliz que estás de que esto esté pasando.
Ekko negó con la cabeza, aunque su sonrisa persistía, menos amplia, pero igualmente sincera. Era evidente que Jinx despertaba en él una maraña de sentimientos que todavía estaba tratando de descifrar. Sabía que ya no era la pequeña Powder que lo había cautivado con su determinada y extraña calidez, pero creía que algo de esa niña seguía en su interior. No era simplemente Jinx, o quizás sí. Fuera como fuera, era la de su mundo, y debía aprender a quererla tal cual era o pudiera llegar a ser.
—¿Tan obvio? —preguntó al chireano, intentando quitarle importancia.
Scar alzó los hombros con indiferencia—. No creo que ella lo note.
Ekko dejó escapar una breve risa, cargada de resignación y un poco de alivio. Luego recuperó su semblante más serio y volvió a centrarse en su conversación previa, dejando que ese momento quedara atrás... por ahora.
—¿Tu guarida?—repitió uno de los Firelights, queriendo asegurarse de haber escuchado bien.
Jinx asintió—. Básicamente es una nave. Nos daría la ventaja desde el cielo, ya que seguramente el mar estará repleto de barcos y los caminos estarán bloqueados por las defensas de arriba... si es que los Vigilantes de Piltover no están muertos aún.
El comentario arrancó miradas de horror y desagrado entre los presentes, aunque no podían negar que tenía sentido.
—¿En serio estás dispuesta a darnos tu nave? —preguntó Scar, manteniendo los brazos cruzados y un semblante serio.
Jinx colocó las manos en sus caderas, inclinando la cabeza ligeramente hacia un lado antes de soltar una risa despreocupada—. ¿Por qué otra razón la estaría ofreciendo?
El chireano dejó escapar un resoplido irónico antes de mirar a Ekko, buscando su reacción. El líder de los Firelights permanecía sentado, con las manos entrelazadas y su expresión concentrada mientras analizaba las opciones que Jinx ponía sobre la mesa.
—Ustedes tienen sus lanzas y tablas voladoras, yo tengo mi nave y mis armas. Eso ya es una buena ventaja —continuó ella, volviendo a captar la atención de todos—. Si la gente de Zaun se une, pueden cubrir el terreno desde el suelo mientras nosotros les cubrimos la espalda desde el aire—agregó, acompañando sus palabras con gestos de sus manos para ilustrar la estrategia.
Ekko finalmente levantó la mirada hacia ella. Sabía que la idea tenía mérito, pero también implicaba un riesgo enorme, como en lo que podría salir mal.
—Es un plan arriesgado, pero... podría funcionar—admitió tras una pausa.
—Sí... El problema es sacarla de donde está y que necesita una enorme manta y fuego para que pueda volar —admitió Jinx mientras entrelazaba las manos y esbozaba una sonrisa que mostraba los dientes.
—¿Y dónde está?—preguntó Scar, con el ceño ligeramente fruncido.
—En un hoyo muy profundo—respondió ella cerrando los ojos, todavía sonriendo con aparente despreocupación—De hecho, probablemente tengamos que robarle uno a los de arriba—añadió, esbozando una sonrisa maliciosa mientras señalaba hacia arriba.
Scar dirigió una mirada a Ekko, quien respondió con un asentimiento. Sin más palabras, el chireano emprendió la marcha junto con los demás presentes, dejando solos a Ekko y Jinx.
—Wow, no puedo creer que vayan a hacerlo—comentó Jinx, genuinamente sorprendida.
—No lo harán. Solo buscarán las herramientas necesarias para sacar tu juguete volador—corrigió Ekko mientras cruzaba los brazos.
—Es mejor la segunda opción, si me preguntas.
—Probablemente, pero tú conoces ese lugar mejor que nadie. Sabes cómo sacarle provecho, disparar desde diferentes ángulos, controlar sus giros, y necesitamos esa ventaja—explicó Ekko con calma.
—Chico listo—murmuró ella, arqueando una ceja y mirándolo con curiosidad.
—Es increíble cómo siempre ves más allá de lo que el promedio piensa, lo impredecible que eres—añadió él, intentando romper el silencio que había empezado a formarse.
—Ventajas de ser yo—replicó Jinx, alzando las manos hacia los lados con un encogimiento de hombros, como si fuera la cosa más obvia del mundo.
Ekko se levantó y se acercó, manteniendo al menos medio metro de distancia entre ellos. Ajustó la correa de su artefacto, apoyándolo ligeramente contra su costado. También se acomodó parte de su enorme chaqueta.
—¿Nos vamos?—preguntó, su tono tranquilo pero expectante.
—¿Cuándo comenzarás a hablar?—replicó Jinx de inmediato, su mirada fija en él.
Ekko entendió al instante que se refería a las respuestas que él había prometido pero aún no le había dado. Sabía que no podía evadir esa conversación por mucho más tiempo.
—Cuando estemos en tu guarida—respondió con calma.
—¿Y por qué no ahora que estamos aquí—insistió, cruzándose de brazos. No estaba ansiosa de regresar a ese lugar.
—Creo que te sentirás más cómoda allí—dijo, tratando de sonar convincente. La chica enarcó una ceja—. Además, tenemos que prepararnos para la batalla, ¿o acaso planeas ir vestida de esa forma?—No era una burla ni una crítica, solo una pregunta genuina.
Jinx frunció el ceño, malinterpretando sus palabras al instante.
—¡Ash! ¿Qué tienen contra mi ropa?—exclamó, lanzando una mirada al aire como si hablara con alguien más—. Lo sé, no saben de buena moda—añadió con un tono de burla dirigido a nadie en particular.
Ekko arqueó una ceja, perplejo. Estaba claro que ella estaba teniendo una de sus "conversaciones privadas". Sin embargo, Jinx finalmente volvió su atención hacia él.
—Era obvio que no iría así a la batalla—aclaró, con un toque de sarcasmo en su voz—. Quiero darle algo nuevo de qué hablar a la bruja de arriba —agregó con una sonrisa sádica que le iluminó el rostro.
Ekko no respondió; solo asintió y volvió a acomodar la correa de su dispositivo. Jinx hizo un gesto con la mano, indicándole que la siguiera, y él, sin más palabras, obedeció.
En toda su mauser les voy a dar en el siguiente capítulo con toda la maraña de emociones 🥴🙂↕️
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©-MANDALORIANA76
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