Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝘁𝗲𝗻. 𝗐𝖺𝗌𝗍𝖾𝗅𝖺𝗇𝖽

—C A P Í T U L O D I E Z—

Páramo.

¿QUÉ ES EL AMOR, SI NO IMPLICA DECISIÓN Y DOLOR? ¿Y QUÉ ES EL SACRIFICIO, SI NO UNA PRUEBA DE AMOR?

La batalla había alcanzado su punto más oscuro, donde el caos reinaba y el destino pendía de un hilo. Por un instante, el tiempo pareció romperse y volverse frágil, como si el universo mismo contuviera la respiración. Ekko, al borde de perderlo todo, vio en los cielos sobre él destellos de azul y rosa; colores que ardían como llamas en su memoria, recordándole la razón por la que estaba peleando. El poder que llevaba en sus manos no era un regalo, sino una última oportunidad: su universo debía sobrevivir.

Mientras él luchaba por reescribir el destino, Jinx también enfrentaba su propia batalla. Despertó al borde de la devastación, con la realidad golpeándola como una tormenta: Vi, su hermana, al borde de la muerte y atrapada en la despiadada criatura que alguna vez llamaron padre. 

La fuerza de ese instante fue suficiente para que Jinx se arrojara sin dudar. No había tiempo para pensar, no había espacio para el miedo. Sus piernas se movieron por puro instinto, guiadas por un amor feroz y un dolor silenciado que la había acompañado durante toda su vida. 

Y ahora, suspendida en el vacío, colgando de un hilo frágil que era el agarre de su hermana, Jinx lo comprendió todo. Vi sostenía su brazo con toda la fuerza que le quedaba, pero la criatura seguía avanzando, inexorable, implacable. Cada segundo que pasaba era una sentencia para los tres: su hermana, ella misma y el monstruo debajo de ambas.

Los ojos de Jinx encontraron los de Vi. Allí vio el reflejo de una pequeña niña temerosa, la que necesitaba de alguien más fuerte, la que alguna vez había confiado en ella. El corazón de Jinx se partió en mil pedazos, pero su resolución fue inquebrantable. 

No dudó.

—Siempre contigo, hermana.

Con un movimiento certero, Jinx golpeó la esfera azul que daba poder al guante de Vi. El agarre de su hermana se rompió en un instante, y lo que siguió fue un silencio absoluto. 

Todo pareció detenerse. 

El rostro de Vi se descompuso en un grito que jamás llegó a escucharse del todo. Jinx comenzó a caer, dejando tras de sí las lágrimas y el dolor de una despedida que no alcanzó palabras. Su sonrisa apareció, un intento por calmar a su hermana, por transmitirle que todo estaría bien, aunque ambas supieran que no era cierto. 

El viento rugió a su alrededor mientras descendía, la gravedad reclamando su cuerpo como si el mundo no pudiera esperar para devorarla. Jinx cerró los ojos un instante, dejando que los recuerdos se filtraran por sus párpados: Ekko. Su mente lo trajo a él en su último pensamiento, su figura iluminada por la luz del tiempo. Ella deseó, desde lo más profundo de su ser, que él pudiera resistir, que pudiera llevar el peso de esa pérdida y encontrar la paz que ella no tuvo. 

Pero el dolor era una sombra que no dejaba de seguirla. 

Volvió a abrir los ojos y miró a la criatura. Ese ser que alguna vez fue su padre y ahora era solo un monstruo consumido por el poder. Sus manos se aferraron a su rostro, sus lágrimas cayendo como lluvia ardiente. 

Detrás de su espalda, la última prueba de su decisión aguardaba: la granada que una vez pensó usar para acabar con todo. Esta vez, no dudó. Tiró de la espoleta.

El estallido fue un fuego abrasador que devoró el aire, cubierto por explosiones de color azul y rosa. Una última obra de arte, una despedida. La onda expansiva retumbó por todo el edificio, y, en su interior, solo quedó el silencio. 

Pero no por mucho. 

Los gritos desgarradores de Vi resonaron en las paredes rotas. Su voz, rota por el dolor, reverberó en el vacío como un eco que nunca se detendría. No era solo la voz de una hermana; era el grito de alguien que había perdido todo lo que amaba, todo lo que le importaba. 

Un grito que no encontró respuesta.






















































Cada pelea, cada batalla librada con golpes y sangre, arrastraba consigo un precio: la pérdida.

Vi creyó que lo peor ya había pasado, pero la vida, siempre despiadada, le demostró lo equivocada que estaba. Frente a ella, Caitlyn yacía en el suelo, entre la vida y la muerte, con un hilo carmesí de sangre manchando su ropa y la piel pálida de su estómago y ojo. El olor metálico del líquido se hizo insoportable, un recordatorio cruel de lo frágil que era todo. 

El corazón de Vi se detuvo por un segundo, antes de que el instinto la empujara a moverse. Corrió hacia Caitlyn, cayendo de rodillas, con el peso del miedo atravesándole las entrañas. Sus manos temblaron mientras inspeccionaba las heridas, sintiendo cómo un nudo se apretaba en su garganta, impidiéndole respirar. 

La tomó entre sus brazos con la poca fuerza que aún le quedaba, como si sostenerla pudiera protegerla de la realidad que la golpeaba sin piedad. Caitlyn, débil y agotada, apenas pudo abrir un ojo, pero sonrió con suavidad al verla. Fue una sonrisa frágil, hermosa y rota al mismo tiempo. 

Y entonces, como si el destino no estuviera satisfecho con destrozarla, Caitlyn preguntó por su hermana.

La voz de la azabache era apenas un susurro, pero sus palabras cayeron sobre Vi como un peso imposible de soportar. En un instante, el mundo se detuvo. Todo el caos a su alrededor pareció desvanecerse, reemplazado por un silencio cruel que gritaba más fuerte que cualquier explosión. 

La mirada de Caitlyn se encontró con sus ojos, cristalinos y llenos de una comprensión que Vi no podía soportar. Era la pregunta que más temía, la que se había prometido evitar, pero ahí estaba, obligándola a enfrentar lo inevitable. 

El aire se volvió espeso. La mirada de Vi, normalmente firme y decidida, se rompió ante los ojos de Caitlyn. Intentó hablar, pero las palabras no llegaron; no podían, porque admitirlo sería como encender la mecha de un dolor que no tenía fin. 

Antes de que pudiera derrumbarse, una voz firme rompió el silencio. 

—Ven conmigo. 

La orden provenía de una figura imponente: una mujer de piel morena y detalles dorados que brillaban bajo la luz trémula del lugar devastado. Su presencia era autoritaria, pero también parecía ofrecer un propósito, una razón para moverse. Vi asintió a Mel, sin atreverse a mirar de nuevo a Caitlyn por miedo a perderse en su mirada. La tomó con cuidado, como si cualquier movimiento brusco pudiera quebrar lo que aún quedaba intacto en ambas. 

El trío de mujeres comenzó a moverse, dejando un rastro de desesperación en el suelo manchado de sangre. Desde lo alto, una figura masculina observaba el caos bajo sus pies. Sus ojos escudriñaban las ruinas, buscando a alguien en especial, a alguien que su corazón no podía dejar ir. 

Pero en el aire había un peso distinto, un eco del sacrificio que acababa de ocurrir. La batalla había dejado sus cicatrices, visibles e invisibles. Nadie escaparía intacto de aquel día. Nadie. 









































El tiempo siguió avanzando, cruel e implacable. Los minutos se convirtieron en horas, y Piltover, una ciudad sumida en el caos, comenzó a reconstruirse de a poco. Ciudadanos de ambos bandos se tendían las manos en silencio, sanando heridas físicas y encontrando consuelo mutuo en medio de las ruinas. Las calles, antes escenario de guerra, se llenaban ahora de murmullos suaves, de suspiros de alivio y lágrimas compartidas.

Con Ambessa derrotada, el control del ejército recayó en su hija, quien, con voz firme y temblorosa, ordenó a sus tropas que ayudaran a la población en lugar de lastimarla. La guerra había dejado cicatrices profundas, pero incluso en la desolación, una pequeña luz de esperanza comenzaba a asomar entre los escombros.

Sin embargo, para algunos, el caos aún no encontraba un final. Ekko se movía con sigilo a través de los pasillos de una enorme mansión, sus pasos rápidos y nerviosos, su mente llena de interrogantes. Buscaba a alguien, buscaba respuestas. Finalmente, al final de un pasillo iluminado apenas por la luz tenue que entraba por las ventanas, la vio.

Vi estaba allí, de pie, rígida, su silueta casi inamovible. El sonido de los pasos del chico la sacó de sus pensamientos y, al girar la cabeza, su mirada se encontró con la de él. La sorpresa fue apenas perceptible; había algo en su expresión que Ekko no supo descifrar.

Por un instante, el silencio fue ensordecedor. Vi lo miró con dureza, su tono salió más brusco de lo que pretendía cuando le habló:

—¿Qué estás haciendo aquí?

Ekko frunció levemente el ceño, extrañado por su actitud, pero no le dio mayor importancia. Había algo más urgente en juego.

—Te estaba buscando —respondió suavemente—. No encuentro a tu hermana.

Vi apartó la mirada de golpe, como si las palabras hubieran sido un golpe físico que la obligaba a retroceder. Tragó saliva, sus hombros temblaron ligeramente y su mano izquierda se cerró en un puño que no pudo controlar.

—Ekko... —su voz fue apenas un susurro.

El corazón del chico se aceleró de golpe. Algo en el tono de Vi, en el temblor de su voz y en su postura frágil, le hizo temer lo peor. El pasillo pareció encogerse a su alrededor, como si el aire se espesara y le impidiera respirar.

—Ella murió.

La frase fue directa, sin adornos, como una daga fría clavándose lentamente en el pecho de Ekko. Todo a su alrededor se detuvo. Un silencio helado lo envolvió, y en su interior algo se rompió de forma irreversible. Lo que sentía era difícil de describir: un vacío que arrasaba con todo, un temblor incontrolable que le quitaba el equilibrio, como si el suelo bajo sus pies hubiera desaparecido.

—O-Oh... —murmuró, apenas un hilo de voz, como si no fuera capaz de procesar lo que acababa de escuchar. Sus ojos se abrieron un poco más de lo habitual, pero rápidamente bajó la cabeza, buscando contenerse.

—Es mi culpa —continuó Vi, y su voz quebrada fue lo que finalmente lo destrozó. La pelirroja abrazó su propio cuerpo, temblando, sus lágrimas comenzando a resbalar por sus mejillas—. Murió por salvar a la estúpida de su hermana.

Vi presionó una mano contra su sien, intentando ahogar el dolor que la desbordaba, pero no había forma de contenerlo. Los sollozos pronto invadieron el pasillo, desgarradores, cada uno más profundo y devastador que el anterior. Vi temblaba, con la cabeza agachada, mientras las lágrimas caían al suelo como gotas de un tormento que nunca terminaría.

Ekko no lo soportó más. Con pasos lentos, pero decididos, se acercó a ella y la envolvió en un abrazo silencioso, pasando los brazos por sus hombros en un intento desesperado de sostenerla, de anclarla a algo en medio del dolor. Vi no dudó; lo abrazó por la cintura y se aferró a él, como si soltarlo significara perderse por completo. Finalmente se permitió llorar, dejando salir todo lo que había seguido mantenido dentro.

—L-lo lamento... —susurró Ekko, su voz temblorosa, rota. Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro sin que pudiera detenerlas, cayendo sobre el cabello de la mujer que alguna vez había sido su protectora.

Mientras la sostenía, Ekko fue invadido por una tormenta de pensamientos. Escenarios imposibles, versiones alternativas donde la peli-azul aún estaba viva, donde él había llegado a tiempo, donde había hecho algo para salvarla. Las promesas que le había hecho a Jinx retumbaron en su mente como un eco insoportable.

"Solo avanza y déjame estar contigo en ese proceso. "

Pero ahora, en aquel pasillo frío y silencioso, Ekko se dio cuenta de la única promesa que había roto. De todas las cosas que pudo haber hecho, de todas las batallas que había peleado, falló en protegerla.

Ese pensamiento lo hundió aún más, mientras sus lágrimas caían sin control, entremezclándose con las de Vi. Allí, en medio de las ruinas de una ciudad y las cicatrices de una guerra, dos corazones rotos se aferraban el uno al otro, compartiendo un dolor que no podía expresarse con palabras.



















...But now I'm bleedin'























































Pásenme la bebida más fuerte que tengan:
-le dan café, porque alcohólica no es-

Les dije que no se les olvidara el: "You drew stars around my scars" (dibujaste estrellas alrededor de mis cicatrices")😔

El "but now I'm bleedin'", para quienes no sepan inglés, quiere decir: "pero ahora estoy sangrando".

Yo sé que la historia es TIMEBOMB, pero desde que me salió esa imagen de Vi y Caitlyn, dije: "lo tengo que agregar a la historia".
Cómo Riot y Netflix nos quitaron cosas, pos me las invento, csm 😔

Aquí no se aceptan críticas contra Vi de que "fue una mala hermana", porque no es cierto y hasta puedo hacer un libro defendiéndola.
Tanto ella como Powder/Jinx tuvieron sus defectos, cosa que demuestra la humanidad que le pusieron a la serie, porque quienes tenemos herman@s sabemos que hay conflictos, desacuerdos y muchos defectos por ambos bandos.

Lo único que acepto es que nos quejemos de Riot y Netflix por el final que dieron: CSM!!
-tira la mesa y se tira ella-

Y no, no me maten todavía,
espérense😭😩

▌│█║▌║▌║ ║▌║▌║█│▌

©-MANDALORIANA76

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro