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Capítulo diecinueve: La resolución del gobernador

El gobernador Tancredi se encontraba en la oficina del director, con el peso de la situación presionándolo con una intensidad sofocante. Las paredes, que alguna vez le resultaron familiares, de Fox River, ahora manchadas por secretos y mentiras, se sentían más frías que nunca. Estaba acostumbrado a tener el control, a exigir atención y respeto, pero hoy se sentía impotente.

Sara había quedado atrapada en medio de este lío, dividida entre el deber hacia la ley y el amor por su hermana, Emily. La mujer que siempre había tratado de protegerla de los peligros de su mundo ahora vivía al otro lado, en algún lugar fuera de su alcance.

Pope se sentó frente a él, observándolo con una expresión cautelosa. Su habitual actitud tranquila se había resquebrajado, revelando el estrés subyacente. Sabía que el gobernador no era un hombre con el que se pudiera jugar, y sin embargo, podía sentir la tensión en su voz mientras lo presionaba para que respondiera.

"Gobernador", habló Pope con cautela, rompiendo el pesado silencio que colgaba entre ellos. -Sé que quieres proteger a tu hija, hijas, pero tienes que entender algo. Esta situación...es más grande de lo que pensábamos. La fuga, Scofield, y ahora Emily, Sara...todo está conectado, hay evidencia visual. Y también todavía estamos uniendo las piezas.

La mirada de Tancredi se endureció. Había escuchado suficiente. Sabía que Pope estaba ocultando algo. -No me importan tus teorías, director. Necesito saber qué le pasó a Emily, y necesito saberlo ahora, ¿cómo pudo un convicto atrapar a mi hija menor para que sea parte de algo como esto? Y no me digas que esto es una especie de amor prohibido retorcido, mi niña es más inteligente que eso, ¡y Sara tampoco debería ser incluida en esto sin más pruebas!

Pope se movió incómodo en su silla, luego dudó antes de responder. -Ha habido conversaciones entre los guardias. Se dice que alguien, posiblemente más de una persona, está ayudando a Scofield, tanto dentro como fuera de la prisión...ahora que Emily se ha ido. No sabemos quién, pero hay una red de personas involucradas en esta fuga. No podemos rastrearlas y, clara mente, nos están jugando una mala pasada.

La mente de Tancredi se aceleró mientras procesaba esto; estaba claramente insinuando que Sara también tenía algo que ver con esto. Michael Scofield, un hombre con antecedentes penales y conexiones que nadie entendía realmente, era mucho más peligroso de lo que había pensado originalmente. Y si Emily estaba involucrada con él, entonces las apuestas se habían vuelto mucho más altas.

-Tenemos que llegar al fondo de esto, Pope- dijo con voz de acero. -Encuentra a las personas involucradas y tendremos nuestras respuestas, pero empieza por darle al menos a una de mis hijas el beneficio de la duda.

Pope asintió, pero Tancredi podía ver la incertidumbre en sus ojos. Esto era más que una simple fuga de prisión. Había capas más profundas de traición y Emily estaba enredada en ellas. Tenía que encontrar a su hija...antes de que fuera demasiado tarde.

































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El plan de escape: Michael y Emily

Al caer la tarde, el bosque se oscureció y los sonidos de la naturaleza se hicieron más fuertes, llenando el espacio entre Emily y Michael. La pareja continuó siguiendo el mapa, su ritmo se hizo más lento a medida que pasaban las horas. Estaban cerca, muy cerca, pero cada paso los acercaba más a la inevitable confrontación.

Michael se detuvo por un momento, sus ojos escudriñando el horizonte. El mapa los había llevado a esta zona aislada, pero aún quedaba el tramo final por cruzar. El tiempo de correr casi había terminado; pronto, tendrían que luchar.

"Ya casi llegamos, ¿cómo estas?" dijo Michael en voz baja, su voz apenas era más que un murmullo contra el aire de la tarde.

"Mis pulmones están odiandome ahora mismo, pero sobreviviré" Emily asintió, aunque no sentía la misma certeza. Sus pensamientos volvían una y otra vez al peligro inminente: la prisión, su hermana, las autoridades acercándose. El peso de su situación parecía más pesado con cada momento que pasaba, pero no podía permitirse el lujo de perder el foco.

"Michael, ¿Que si quedamos separados?" preguntó en voz baja, con un matiz de duda en su voz.

Michael se volvió hacia ella, sus ojos azules clavados en los de ella. Se acercó más, su mano rozó su brazo mientras extendía la mano para tranquilizarla.

-No sucederá, ó escapamos ó caemos juntos, no tenemos elección- respondió, en voz baja pero llena de convicción. -Recuerdalo, nosotros hacemos nuestro propio destino.

Sus palabras resonaron profundamente en Emily, y aunque el miedo persistía, se vio eclipsado por la confianza que sentía en él. Ella creía en Michael, en sus planes, su determinación y la esperanza de que tal vez, solo tal vez, pudieran escapar de esta vida.

Pero cuando encontró su mirada, algo más profundo hirvió entre ellos, algo crudo y tácito. Michael siempre había sido cauteloso, sus emociones ocultas detrás de un muro de lógica y cálculo. Pero en este momento, con el mundo aparentemente derrumbándose a su alrededor, Emily vio la vulnerabilidad en sus ojos.

Sin decir una palabra, cerró la distancia entre ellos, su mano descansando suavemente sobre su pecho. La acción fue simple pero significativa. Por un momento, el caos que los rodeaba pareció desvanecerse cuando Michael se inclinó y sus labios encontraron los de ella en un beso que era a la vez desesperado y tierno.

El beso era una promesa: de supervivencia, de confianza y, tal vez, incluso de amor. Fue un momento fugaz en medio del peligro, pero fue suficiente para recordarles a ambos que, a pesar de todo, seguían siendo humanos.
































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Un nuevo peligro: la visita del gobernador Tancredi a Sara

De vuelta en Fox River, Sara estaba en su escritorio, la pila de papeles frente a ella apenas se registraba mientras sus pensamientos vagaban hacia su hermana. No había oído nada sobre Emily desde la noche en que desapareció, y la incertidumbre la carcomía cada momento que estaba despierta.

Entonces, un golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos.

"Sara", dijo el gobernador Tancredi mientras entraba sin esperar una invitación. "Necesito hablar contigo".

Sara levantó la vista, sorprendida de ver a su padre de pie en su oficina. La última vez que habían hablado, no había sido en las mejores circunstancias. Pero ahora, había algo en los ojos de su padre, algo que hizo que el estómago de Sara se apretara de inquietud.

"Papá, eh, ¿qué está pasando? Nadie me dijo qué venías", preguntó Sara, levantándose de su escritorio rápidamente. "¿Se trata de Emily...¿no es así? de otra manera no visitarías este lugar eso es seguro"

La mirada del gobernador Tancredi se dirigió a la puerta, asegurándose de que estuvieran solos antes de hablar. -Nada de eso ahora, podemos hablar de nuestras faltas luego, necesito respuestas, Sara. Tu hermana se ha ido con un prisionero que por lo que tengo entendido es hermano de Lincoln Burrows, el asesino de el hermano de la vicepresidente de los estados unidos, ¿sabes lo que significa eso? la tratarán como a una terrorista por asociación! la gente está destrozando su reputación y la mía por consecuencia con especulaciones y sé que sabes más de lo que dices.

Sara pausó, su rostro mostrando incredulidad poco antes de sacudir la cabeza.

"Entonces, ¿de eso se trata todo esto? En realidad no estás preocupado por Emily, solo quieres proteger tu preciosa imagen, el perfecto gobernador Frank Tancredi no puede tener dos hijas jodidas, ¿no? una ya fue suficiente..." escupió Sara al escuchar a su padre exhalar lo que sonaba como un suspiro molesto ó exhausto.

-Para ya, no vine aquí a pelear contigo Sara, Dios sabe que ya lo haces todos los días cuando te miras al espejo- dijo su padre.

El corazón de Sara latía con fuerza en su pecho cuando las palabras de su padre la impactaron. Sabía que llegaría a esto, pero eso no lo hizo más fácil. Su padre tenía razón en estar preocupado; la repentina desaparición de Emily, sumada a los eventos que rodeaban a Michael, no podía ser una coincidencia.

-No sé dónde está, papá- dijo Sara en voz baja, su voz traicionando la incertidumbre que sentía. -Pero te prometo que estoy haciendo todo lo que puedo para encontrarla.

La mirada de Tancredi se suavizó un poco, pero la preocupación subyacente no se desvaneció. -Necesito que me cuentes todo lo que sabes. Si estás involucrada en esto de alguna manera, es mejor que me lo digas ahora, con suerte podremos minimizar los daños.

Sara tragó saliva. Quería explicar todo: cómo había tratado de proteger a Emily, cómo estaba atrapada entre la lealtad a su familia y su deber como médica de la prisión. Pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta y, en cambio, se limitó a mirar a su padre, sabiendo que, sin importar lo que dijera, las cosas nunca volverían a ser lo mismo.










































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El último movimiento de Michael

A medida que pasaban las horas, Michael y Emily llegaron a la recta final de su plan de escape. Estaban cerca, tan cerca de la frontera, tan cerca de la libertad. Pero ambos sabían que había un riesgo final: en el momento en que cruzaran hacia lo desconocido, ya no serían solo fugitivos, los perseguirían.

Michael se detuvo en el borde de los árboles, mirando el paisaje, su mente ya calculaba sus próximos pasos. No podían quedarse allí mucho más tiempo. Tenían que moverse, y tenían que moverse rápido.

"Ya casi llegamos", dijo, en voz baja pero resuelta. "Tenemos una última oportunidad".

Emily asintió, con el corazón acelerado en el pecho. "Entonces...hagámoslo". El camino por delante estaba lleno de peligros, pero ya no había vuelta atrás. Ya no estaba corriendo. Ella luchaba por su vida y por las personas que más le importaban.

Y no se detendría hasta tenerlos a ambos a salvo.








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Las preguntas del Gobernador se acercaban cada vez más a la verdad, y Michael y Emily estaban al borde de la libertad. Pero en un juego tan peligroso como este, nadie podía estar seguro de lo que vendría después.

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