𝗦𝗜 𝗙𝗔𝗥𝗔𝗠𝗜𝗥 𝗡𝗢 𝗛𝗨𝗕𝗜𝗘𝗥𝗔 𝗦𝗜𝗗𝗢 𝗨𝗡 𝗖𝗢𝗕𝗔𝗥𝗗𝗘
Hvis Faramir ikke hadde vært feig
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Cuando aquella mañana Faramir se dispuso a ir a cazar conejos con Boromir, su hermano mayor, todo andaba bien. El ambiente era agradable y ambos príncipes conversaban risueños sobre sus sueños, sus logros y sus vivencias juntos. Hasta que se sentaron a la orilla del río. Ahí, toda la paz y el buen humor que habían creado, desapareció. O al menos, lo hizo para Faramir. Lanzaban piedras llanas en el agua para comparar quién de los dos las mandaba más lejos.

Boromir hablaba. Hablaba, hablaba y hablaba sin parar. Aunque según el joven Faramir, lo que hacía Boromir era fardar de sus "inigualables" aptitudes y de todas las ventajas que su padre le concedía solo por ser él. Boromir le dijo que el rey Denethor lo iba a mandar al Concilio de Elrond para llevar a cabo una misión sumamente importante que traería éxito y fortuna al reino de Gondor. Fue en este momento cuando el furor, los celos y la inmoralidad poseyeron el juicio del noble Faramir. Estaba harto de vivir en la sombra de su hermano. Que el rey, su propio padre, lo despreciara y lo humillara frente a su pueblo; que lo tratara como si su presencia fuera un estorbo; que le quitara reconocimiento a sus actos; y que le hiciera saber que si se moría, sería una suerte y no una tragedia.

Todo lo que Denethor siempre despreció de él, terminó causándole un trauma que había arrastrado hasta su adultez. ¿Por qué Boromir no se callaba? No lo soportaba más... ¡Quería que cerrara la puta boca de una maldita vez! ¡Odiaba que le restregara por la cara lo muy amado y querido que era por su padre y todas las oportunidades que a él jamás le cedería! Airado por el fanfarroneo del mayor, Faramir se levantó discretamente y agarró una piedra titánica como una roca. Estaba convencido de que si se deshacía de él, su padre lo amaría de verdad. Y que le dejaría toda su herencia y lo convertiría en rey y, de esa forma, nadie volvería a infravalorarlo nunca más. 

Clavó la mirada en la sien del mayor y sin ningún tipo de miramiento, lo golpeó con todas sus fuerzas, disparatando un chorro de sangre que le salpicó la cara y sus ropas. Boromir cayó desplomado y boca arriba. Casi sin fuerzas, intentaba levantarse del suelo, desarrollando graves dificultades para emitir algún sonido. Ni siquiera era capaz de moverse. El menor se posicionó encima de él y le hundió el pedrusco en el rostro repetidas veces, hasta que logró partirle el cráneo por la mitad. La tierra quedó manchada por un interminable charco escarlata, acompañado de todos los sesos que habían quedado esparcidos por la orilla. Y Faramir, bañado con la sangre de su hermano, lanzó la piedra en el río y se sintió en paz consigo mismo. Al fin se había librado de sus cadenas. ¡Al fin era libre!

—Faramir... ¡Faramir! —exclamó Boromir con una sonrisa—. Deja de pensar en tus cosas, anda. ¿Has escuchado alguna palabra de lo que te he dicho?

—¿Qué? ¡Sí! Sí, te he oído bien —contestó alarmado y regresando a la realidad.

—Bien. Venga, vámonos. Está oscureciendo y me apetece comer un buen conejo asado —Boromir le dio el saco a su hermano y rodeó su brazo en el cuello del menor—. Así que, ¿cuento con tu apoyo para esta misión, hermanito?

—Claro —respondió Faramir con una indecisión disfrazada de firmeza.

—Me alegra saber que aún, a pesar de ser como soy, me sigas respaldando. Tu opinión es muy importante para mí. Te quiero, Faramir.

El contrario agachó la mirada y dando un último repaso a sus vengativos pensamientos, respondió:

—Sí, yo también...

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𝐂𝐀𝐍𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐋𝐋𝐀𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐑𝐎𝐉𝐎𝐒
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IX
SI FARAMIR NO HUBIERA SIDO UN COBARDE

Eran años de gloria, gozo y fortuna
cuando el ultrajado quiso actuar
Mi hermano, el más fuerte, valeroso y valiente
no dejaba de fanfarronear

Oh, padre, ¿por qué no me quisiste?
Dime, ¿a quién bendeciste?
Mira lo que me has obligado a hacer
Una piedra agarré y con fuerza golpeé
la cabeza de un hombre delfín
Y la sangre bañó el río de carmesí

Rojo es el color que me pertenece a mí
Si consigo tu precio uno debe morir
Rojo es el color que me pertenece a mí
No hay final más noble que ser el que debe regir

...

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IX
HVIS FARAMIR IKKE HADDE VÆRT FEIG

De var år med ære, glede og formue
da de opprørte ville handle
Broren hans, den sterkeste, modige og modige
Jeg fortsatte å skryte

Å, far, hvorfor elsket du meg ikke?
Si meg hvem velsignet du?
Se hva du fikk meg til å gjøre
Jeg tok en stein og slo hardt
hodet til en delfinmann
Og blod badet elven i rødbrun

Rødt er fargen som tilhører meg
Hvis jeg får prisen, må du dø
Rødt er fargen som tilhører meg
Det er ingen edlere slutt enn å være den som skal herske