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🦋𝟑🦋

Jungkook recordaba con claridad cómo en tiempos pasados no experimentaba los mismos temores intensos que experimentaba en aquel momento. Durante años, había aprendido a mantenerse alejado de sus sentimientos, evitando así la posibilidad de enamorarse y exponerse a los peligros de su naturaleza sobrenatural.

Esta era la razón por la cual permanecía en la sombra como un artista rara vez visto. Sin embargo, hace unos días, finalmente había logrado reunir el coraje suficiente para enviarle un ramo de flores a Jimin, acompañado de su número de teléfono. Aunque se sentía liberado después de siglos de temor a enamorarse de un ser humano, aún se preocupaba por las posibles consecuencias de sus acciones.

¿Qué pasaría si Jimin descubriera su secreto? ¿Cómo reaccionaría al saber que Jungkook era un vampiro? Estas eran las preguntas que lo atormentaban mientras esperaba ansiosamente una respuesta de Jimin.

Mientras Eunwoo seguía hablando, Jungkook se perdía en sus propios pensamientos, imaginando cómo sería conversar con Jimin y cómo podría abordar su propuesta. El deseo de estar cerca de Jimin y conocerlo más a fondo lo llenaba de una emoción indescriptible y, en el fondo, esperaba que Jimin sintiera lo mismo.

Cada vez que sonaba su celular, su corazón casi inerte parecía latir con fuerza, anhelando que fuera Jimin quien llamara. Sin embargo, a medida que pasaban las horas y los días, la decepción se apoderaba de él al no recibir ningún mensaje ni llamada de Jimin.

Jungkook sabía que debía ser paciente, pero la espera se volvía cada vez más ardua con cada minuto que transcurría. Era consciente de que Jimin también era una persona ocupada, pero aún así, deseaba estar atento en caso de recibir una llamada de un número desconocido.

Mientras Eunwoo le hablaba sobre sus futuros planes para exhibir sus obras, a Jungkook le resultaba difícil concentrarse, ya que la imagen de Jimin, con su cabello azul, lo deslumbraba por completo.

—¡Jungkook! ¡¿Acaso me estás prestando atención?! —exclamó Eunwoo, frunciendo el ceño y cruzando los brazos. La frustración se reflejaba en su mirada, mientras buscaba captar la atención de Jungkook, quien parecía estar inmerso en un mundo propio.

Jungkook apartó la mirada de la ventana, donde sus pensamientos habían vagado sin rumbo, y se volvió hacia Eunwoo. Un destello de distracción titilaba en sus ojos, como si estuvieran velados por una bruma de pensamientos fugaces.

—¿Qué? —respondió Jungkook, sorprendido por la interrupción abrupta de sus divagaciones internas. Su voz sonó desconcertada, como si el retorno a la realidad le costara un esfuerzo adicional.

—¿Podrías decirme al menos qué he dicho? —Eunwoo mantuvo su postura desafiante, sus brazos cruzados en un gesto de impaciencia—. ¡Estoy intentando ayudarte y necesito que estés presente, Jungkook!

Jungkook asintió lentamente, sintiendo una punzada de culpa por su falta de atención. Un sentimiento de remordimiento lo envolvió al darse cuenta de que había dejado a Eunwoo hablando en el vacío, sin prestarle la atención que merecía.

Eunwoo soltó un suspiro de frustración, permitiendo que, parte de la tensión, se escapara de su cuerpo. Una mano inquieta se deslizó por su cabello, en un gesto que denotaba su preocupación. Había algo en el comportamiento actual de Jungkook que le resultaba desconcertante, una sombra de extrañeza que se deslizaba entre sus interacciones habituales.

—Me estabas retando por enésima vez en el día por no haber sido capaz de trazar ni siquiera un simple boceto, ya lo sé, Eunwoo —murmuró Jungkook, desviando la mirada hacia el suelo con una mezcla de resignación y autocrítica. Sus palabras llevaban consigo un atisbo de derrota, como si ya hubiera asumido su falta de progreso y se encontrara inmerso en una lucha interna.

Eunwoo lo miró fijamente, captando la mezcla de preocupación y compasión en los ojos de Jungkook. Se acercó un paso, buscando establecer una conexión emocional a través de su voz, suave pero firme.

—Jungkook, entiende que no te exijo nada, solo trato de animarte
... a mi modo. —Sus palabras se teñían de un matiz reconfortante, como si intentara transmitirle su apoyo incondicional, aunque Jungkook no lo tomara de ese modo. —En pocos días deberás mostrar tus obras y todavía no tienes nada que presentar, el dueño del lugar confía plenamente en tus habilidades y no deberías decepcionarlo.

—El arte es subjetivo, Eunwoo... y la nada también lo es —respondió Jungkook, intentando aliviar la tensión con un toque de sarcasmo en su tono de voz. Una pizca de ironía se deslizaba en sus palabras, como si tratara de desviar la conversación hacia lo abstracto para evitar enfrentar su propia falta de avance.

Eunwoo lo observó fijamente, atento a cada matiz de su comportamiento. Había algo más, algo oculto detrás de su fachada sarcástica. Sus ojos escudriñaban la expresión de Jungkook en busca de señales, anhelando comprender qué tormentos internos lo estaban perturbando y cómo podía ayudarlo a superarlos.

Jungkook suspiró nuevamente, debatiendo si debería compartir sus pensamientos con Eunwoo.

—Está bien, sí ¡Me has descubierto! —admitió, dejando escapar su secreto— Hace unas noches fui a ver a Jimin otra vez... como ayer, pero a diferencia de los días anteriores es que le envié un ramo de flores con una nota. Le dejé mi número de teléfono para que pudiera ponerse en contacto conmigo, pero aún no ha sucedido.

La preocupación se dibujó en el rostro de Eunwoo mientras procesaba la información.

—Tu número... Jungkook, dime que le diste el...

—Sí, es el del celular desechable, no estaba en mis planes darle ese, pero sé que me retarias si le daba mi número de teléfono personal —respondió Jungkook, anticipándose a la reacción de Eunwoo. Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa irónica, revelando su astucia en el manejo de su privacidad. Como figura pública, estaba acostumbrado a lidiar con los altibajos de la fama, y había aprendido a proteger su intimidad.

Tenía un número privado para uso diario, un vínculo con su círculo más cercano, y otro que podía desechar sin pensarlo dos veces en caso de que el número se volviera viral y comenzaran a llegarle mensajes no deseados. Aquella era una estrategia para mantener su esfera personal intacta, salvaguardada de los embates del mundo exterior, pese a que no conociera a Jimin en lo absoluto, no se traba de una persona que le generara desconfianza.

—Bien... Ten cuidado, Jungkook. No sabemos quién podría estar al otro lado de esa llamada. Recuerda siempre usar el número desechable cuando conozcas a alguien —advirtió Eunwoo, su voz cargada de preocupación y precaución. Sabía que Jungkook era una figura pública y que debía ser cauteloso en sus interacciones con desconocidos.

Jungkook asintió, comprendiendo la preocupación de Eunwoo, pero también sintiendo la necesidad de seguir adelante con su plan.

—Le propondré que sea mi musa para los nuevos retratos, su danza es inspiradora y... parece ser esa pieza faltante en el rompecabezas de mi falta de inspiración —dijo Jungkook con determinación, dejando entrever una chispa de emoción en sus ojos. La idea de capturar la esencia de Jimin a través de su arte lo emocionaba y le daba una renovada motivación.

La sorpresa iluminó el rostro de Eunwoo, intrigado por la audacia de la propuesta, por supuesto algo inesperada, pero finalmente el artista tenía una idea y... por algo se inicia.

—¿De verdad? Vaya, vaya —respondió Eunwoo, su tono reflejando asombro y curiosidad ante la inesperada revelación de Jungkook.

—¿Crees que es demasiado? —preguntó Jungkook, buscando la opinión sincera de Eunwoo. Valoraba la perspectiva de su amigo en asuntos relacionados con su carrera artística.

Eunwoo negó con la cabeza, emocionado por la idea y alentando a Jungkook a seguir adelante.

—¡No! Siempre y cuando él esté de acuerdo, me parece una idea estupenda, realizar dibujos de danza contemporánea es un tema que se acopla de un modo muy particular con el dibujo, además... podrás hablar con él y conocerlo mejor, tanto como deseas, aunque ya sabes, si decides retratarlo, debe ser algo entre tú y él... —sugirió Eunwoo, consciente de las implicaciones personales y profesionales de la propuesta.

—Nunca hablo sobre mis trabajos antes de que estén terminados, a menos que tenga que adelantarte algo, ya lo sé, hablaré con Jimin acerca de esas cosas —respondió Jungkook con una sonrisa, agradecido por la comprensión y el respaldo de Eunwoo en cuanto a su proceso creativo.

Eunwoo observó a Jungkook durante un instante, admirando su determinación y pasión por el arte, antes de plantear una sugerencia arriesgada.

—¿No crees que ha llegado el momento de dejar atrás esa academia? Sé que estás allí para apoyar a Seokjin, pero, Jungkook, alguien como tú no debería desperdiciar su tiempo en un lugar así —expresó Eunwoo, revelando su inquietud por el potencial no aprovechado de Jungkook.

Jungkook reflexionó sobre las palabras de Eunwoo, dejando que la idea de abandonar la academia resonara en su mente. La idea había cruzado su pensamiento en varias ocasiones, pero siempre se detenía por el sentido de lealtad hacia Jin y la conexión que tenía con sus amigos en aquel lugar.

—Bueno, es cierto que me distrae, y también tengo buenos amigos allí —admitió Jungkook con sinceridad, pensativo sobre las implicaciones de tomar una decisión tan trascendental en su vida—. Pero no puedo negar que, al principio, fui atraído por una sospecha... Creí haber reconocido a alguien, pero nunca pude descubrir quién era. Tal vez solo fue mi imaginación jugándome una mala pasada. Aunque debo admitir que es entretenido ver a Jin enamorado de alguien que no sea él mismo. —añadió con una pizca de humor, aludiendo a la relación amorosa de su amigo.

Eunwoo frunció el ceño, intrigado por la revelación y anhelando más detalles sobre la misteriosa persona que Jungkook creía haber reconocido.

—¿Alguien a quien reconociste? ¿A quién te refieres exactamente? —inquirió Eunwoo, su voz llena de curiosidad y complicidad, deseoso de conocer más.

Jungkook vaciló antes de responder, consciente de que estaba a punto de compartir una parte más profunda y personal de su vida.

—Es difícil de explicar... Parecía que esa persona me conocía de alguna manera, pero no pude averiguar quién era en realidad. Quizás solo fue una ilusión pasajera. De todas formas, decidí quedarme por Jin y porque, quién sabe, puede que vuelva a encontrarme con esa persona en algún momento... soy inmortal Eunwoo, nada me ata a las cosas que debo o no hacer y al final del día si decido seguir acudiendo a la academia, la decisión será mía —respondió Jungkook con cierto aire de misterio, dejando una puerta abierta a las posibilidades del destino.

Eunwoo asintió, respetando la privacidad de Jungkook y reconociendo la profundidad de sus experiencias personales.

—Si alguna vez deseas compartir más sobre eso, aquí estaré para escucharte, Jungkook. Pero ahora, concéntrate en tu arte y en Jimin. Ambos merecen toda tu atención y esfuerzo —aseguró Eunwoo, reafirmando su apoyo incondicional hacia su amigo.

—¡Gracias, Eunwoo! —Jungkook expresó su gratitud, sintiéndose reconfortado por el apoyo y la confianza que le brindaba su manager—Ahora, debo partir y dar vida a un boceto. Quién sabe qué me deparará el destino en esta nueva etapa de mi vida... Quizás pronto escuche la voz de Jimin —concluyó con una nota de esperanza en su voz, anticipando el potencial encuentro con su musa y las emociones que su arte desataría.

Con esas palabras, Jungkook abandonó la oficina de Eunwoo y se dirigió hacia la universidad, inmerso en sus pensamientos y en la anticipación de lo que estaba por venir.

¿Alguna vez has sentido el arrebato de la atracción hacia alguien a quien solo has avistado en una ocasión en tu efímera existencia? ¿O acaso hacia alguien con quien jamás has entablado diálogo alguno? Ya sea un compañero de pupitre en las aulas o un efímero transeúnte en los caminos o en el tren, ese sentimiento de curiosidad y magnetismo hacia una figura apenas conocida, aquellos que llaman "amor a primera vista"...

¿Te has cuestionado qué habrá sido de dicha persona?

Jungkook, en un afán por mantenerse en la órbita de Jimin, había asistido a diversas representaciones teatrales en las cuales este brillaba con su presencia. En cada ocasión, disimuladamente, ofrendaba flores con la excusa de deleitarse nuevamente con su contemplación. Consciente de lo escasas que eran las posibilidades de un reencuentro, no podía obviar el enigma que, inexplicablemente, se forjaba en su ser hacia aquel ser. Quizás era la semilla de la esperanza, la ilusión de que sus senderos se cruzaran nuevamente en el vasto tapiz del destino.

Pues, ¿no se supone acaso que la esperanza es la fuerza motriz que nos instiga a superar nuestros miedos? Ese sentimiento que, aún en los momentos más sombríos, nos impulsa a mantener la fe cuando no se vislumbra una salida a la penumbra.

Así, Jungkook, en su periplo por el aula, tomó asiento en uno de los pupitres y se sumió en su arte, dejándose llevar por la mágica conjunción de su mano y su intuición al trazar los contornos en el papel mientras comenzaba a dar vida a su dibujo. Cada línea cobraba vida propia, capturando la esencia y la hermosura de Jimin de una manera que le estremecía el ser.

Mientras su lápiz danzaba sobre el papel, recordaba con devoción cada matiz de Jimin: aquellos ojos resplandecientes que parecían portar secretos insospechados, su sonrisa radiante que iluminaba su rostro, la gracia sobrenatural que emanaba de sus movimientos al danzar. Cada trazo que daba vida a su figura era trascendental para él, procurando que cada rasgo facial y cada expresión transmitieran la pasión y el encanto que, a través de sus ojos, habitaban en Jimin.

El tiempo, en su compasivo devenir, parecía ralentizarse mientras Jungkook se sumergía en su boceto. Las inquietudes y los temores se desvanecían, dejando espacio para una calma que permitía conectar con su propio ser creativo. Era como si se encontrara en un mundo aparte, en el cual solo existían él y la representación de Jimin plasmada en el papel.

A medida que el dibujo cobraba forma, Jungkook se sorprendió por la serenidad que invadía su espíritu. Había transcurrido demasiado tiempo desde la última vez que había experimentado esa plenitud interior. Era entonces cuando comprendió que Jimin ejercía un influjo especial sobre él, incluso a través de su arte.

Al culminar su obra, Jungkook la contempló durante un efímero instante, deleitándose con el resultado de su empeño. Divisaba a Jimin reflejado en el papel de una manera tan vívida que casi podía percibir la melodía que se escondía tras el dibujo y sentir el movimiento en cada trazo.

Una sonrisa sincera se dibujó en los labios de Jungkook, revelando la satisfacción y la emoción que albergaba en su ser. Aquel dibujo, más que una simple representación artística, era una ventana hacia lo más profundo de su alma, una declaración muda y apasionada de su admiración hacia Jimin.

En aquel instante, se sintió agradecido por el don que le había sido otorgado, por esa habilidad de plasmar en el lienzo del papel aquello que su corazón susurraba. Era un vínculo entre el mundo tangible y el mundo de los sueños, donde los anhelos cobraban forma y los sentimientos encontraban su voz.

Desde lo más recóndito de su ser, Jungkook se juró a sí mismo que desplegaría todos sus esfuerzos para acercarse a Jimin, para desentrañar si aquel enigmático lazo que latía en su interior trascendía el capricho de un destino indolente.

El camino que yacía ante él se presentaba envuelto en un manto de incertidumbre, pero esto no le preocupaba en lo más mínimo. Sabía que la pasión que lo impulsaba, la determinación y el amor que anidaban en su corazón, bastarían para guiarlo en su incesante búsqueda.

Con pasos firmes y una mirada resuelta, Jungkook se encaminó hacia el porvenir incierto, con la certeza de que su encuentro con Jimin estaba predestinado a ser mucho más que una quimera efímera.

Park Jimin... bailarín desconocido ¿Qué ha provocado tu dulce mirada en mi corazón no latente?

—¿Dibujando al bailarín de nuevo, Jungkookie? Oh, cometiste un error al no solicitar su número cuando te cruzaste con él —interrumpió una voz profunda y melodiosa, sacándolo de sus pensamientos mientras se sentaba a su lado y arrebataba el dibujo de sus manos para admirarlo.

—Jimin es su nombre, Nam, y ya te lo he explicado innumerables veces. No pude pedirle su número porque ese día había mucha gente en las calles y era imposible mantener una conversación —respondió Jungkook, tomando el dibujo de regreso y deslizándolo con delicadeza en su carpeta tras estudiarlo durante unos instantes—. Además, por más que lo desee, dudo poder entablar una nueva conversación con él de nuevo.

Con suma precaución, Jungkook deslizó el dibujo entre las hojas de su carpeta, tratando de protegerlo de cualquier daño. Sus manos temblaban ligeramente por la emoción y la incertidumbre que le embargaban. Un sentimiento de gratitud y esperanza se agitaba en su interior, recordándole que aún tenía un vasto territorio por explorar en su arte y en su vida. A pesar de las dudas y los obstáculos, vislumbraba un destello de claridad en el sendero que lo conduciría hacia su inspiración y su propósito.

—Ay, Jungkook ¡No seas tan pesimista! Tan solo ve al lugar donde se encontraron y permite que el destino despliegue su magia... O quizás podrías enviarle flores, una señal de admiración que los seguidores frecuentemente brindan a los artistas para celebrar su desempeño ¡Vamos! ¿Te olvidaste que eres Jeon Nabi, acaso? ¿Crees que ese chico es ciego o qué? ¡Dijo que una de tus obras es su favorita, hombre!

—Uhm, que una de mis obras sea su favorita puede tener muchos sentimientos y uno de ellos puede ser únicamente admiración, Namjoon... espera, estás solo. ¿Por qué Jin no te acompaña?

En ese preciso instante, como si una fuerza misteriosa lo hubiera convocado, Jin apareció de forma inesperada. El repentino surgir de su compañero dejó a Jungkook sin palabras, sorprendido por su inusual llegada. Los ojos de Jin brillaban con una mezcla de curiosidad y complicidad, como si supiera algo que Jungkook aún desconocía. Aquella mirada enigmática despertó la intriga del joven artista, quien se preguntaba qué podía estar tramando Jin.

—¿¡Jungkook, maldito mocoso, por qué no me contaste de tu fascinación por Park Jimin!? —Jungkook volteó sus ojos debido a la falta de discreción de Jimin, algunos de sus compañeros voltearon ante el sonido de la voz del mayor, motivo de esto bastó para que Jungkook deseara que la tierra lo tragara a toda costa.

—¡Hyung, te ruego que no alces tanto la voz! La profesora se enfadará si sigues alarmando de esa manera. Además, hace unos días no asististe y aún no me has explicado por qué...

—No digas tonterías, Jungkook. Apenas son las ocho de la noche y ni siquiera estoy al tanto de lo que ha ocurrido, al menos desde tu versión. Y en cuanto a mi ausencia, se debió a que estuve absorto en mis juegos hasta altas horas de la madrugada y, desafortunadamente, me quedé dormido ¡El tonto de Namjoon no se molestó en despertarme! Y... bueno, terminé faltando a clases.

—¡Oye! —exclamó Namjoon tras propinarle un ligero golpecito en la cabeza a Jin antes de sentarse a su lado—Permíteme corregirte, él me obligó a que le contara todo acerca de Jimin. Si no accedía, amenazó con privarme de comida durante una semana. Y sabes cómo soy...

—Probablemente incendiaría la cocina o algo peor... ¡No sé si quiera saber! —intervino Jin, evitando que Namjoon continuara hablando, mientras que, para Jungkook, parecían dos niños peleándose.

—¡Jóvenes Kim! ¡Jeon! ¡Guarden silencio! ¿Qué es tan fascinante para ustedes además de mi clase? Les reitero por última vez, conserven el silencio y realicen las actividades. ¿Acaso desean reprobar los exámenes?

—¡Disculpe, profesora! —se disculpó Namjoon, como de costumbre.

—Aishhh, qué malhumorada. Seguramente no recibió el afecto necesario la noche anterior y ahora está como está. —murmuró Jin.

—¡Jin, cállate, idiota! —dijo Jungkook, molesto por el "sarcasmo" y por cómo Jin siempre hallaba dobles sentidos en las palabras, mientras el otro simplemente se reía en voz baja.




La clase había dado comienzo hacía más de una hora, sumergiendo a los estudiantes en un fascinante y etéreo mundo de gracia y pasión.

Tras completar los calentamientos en la barra, una suerte de ritual que buscaba afianzar su estabilidad, Jimin y Taehyung se desplazaron con elegancia hacia el centro del salón. Allí, sus miradas se posaron en Hoseok, aquel joven cuyo espíritu parecía ser una fuente inagotable de entusiasmo, emanando una vitalidad desbordante que desconcertaba a los demás, quienes se preguntaban cómo era posible que conservara tal energía.

Un imponente espejo, de dimensiones generosas, engalanaba la sala, conferiéndole una sensación de magnificencia y amplitud. Cada movimiento, cada gesto de los bailarines, se multiplicaba en su reflejo, creando un juego de imágenes que magnificaba la belleza y el arte desplegados en su interior. La música, como un eco melodioso, envolvía cada rincón del salón, llenándolo de armonía. Sus acordes reverberaban en los corazones de los danzantes, alimentando su pasión y elevando sus espíritus hacia lo sublime.

Los movimientos de Jimin, a pesar de su evidente agotamiento, eran un deleite para los sentidos. Su cuerpo parecía hablar un lenguaje ancestral y mágico, ejecutando cada gesto con gracia y precisión, como si danzara al compás de una partitura celestial. Aunque su respiración entrecortada y los sútiles rastros de fatiga en sus hombros delataban el esfuerzo sostenido, su mirada reflejaba una determinación inquebrantable. Consciente de que la danza era su sendero y su pasión inextinguible, no se permitiría rendirse fácilmente.

En ese instante, el salón de baile se transformaba en un escenario mágico, donde los sueños y las emociones se entrelazaban en un abrazo divino, tejido con hilos de amor y sacrificio.

—Recuerden, chicos, al ejecutar los ejercicios, están tejiendo la poesía de la danza. Cada movimiento suave de los brazos y las cabezas lleva un mensaje oculto. Además, la resistencia de los músculos del tronco y las piernas es fundamental para mantener las extremidades en el aire durante largos períodos. En esta etapa, dominar los giros y los pasos de desplazamiento es primordial. La muestra final del año se acerca, y quiero que todos se sientan seguros y capaces de dar lo mejor de sí mismos.

Al llegar al final de la clase, los estudiantes rindieron un gesto de reverencia al profesor, en señal de gratitud y respeto por las enseñanzas impartidas. En ese momento, Taehyung y Hoseok, atentos observadores de las sutilezas, notaron cómo Jimin permanecía en una posición inmóvil, ocultando su semblante entre las palmas de sus manos.

Con voz cargada de sincera preocupación, Taehyung rompió el silencio que se había instaurado: 

—Mimi, ¿te encuentras bien? —Sus ojos, impregnados de genuina inquietud, escrutaban a su amigo en busca de cualquier indicio de malestar o incomodidad.

Jimin, con un susurro entrecortado, intentó disipar cualquier preocupación innecesaria.

—Sí, chicos, estoy bien. Solo siento que si me muevo de esta posición, me marearé. —En sus palabras se podía percibir la tensión provocada por el agotamiento y el esfuerzo titánico desplegado durante la lección.

Hoseok, poseedor de una serenidad y compasión innatas, se acercó con paso decidido. Con manos afables, colocó una sobre la espalda de Jimin y la otra en su pecho, guiándolo con ternura hacia una recuperación estable.

—No te preocupes, tómalo con calma y levántate lentamente mientras respiras profundo. —Las palabras del bailarín eran como un bálsamo tranquilizador, una guía que permitía a Jimin recobrar su equilibrio y serenidad.

Un suspiro, profundo y liberador, escapó de los labios de Jimin, como si hubiera dejado partir una carga pesada. El tacto afable de Hoseok había logrado apaciguar sus inquietudes y ofrecerle un respiro necesario en ese instante de agitación.

Mientras sus manos expertas acariciaban con destreza la espalda de Jimin, Hoseok compartió sus reflexiones con una suave inquietud en su voz.

—¿No crees que te estás exigiendo demasiado, Jimin? Bailas de manera excepcional, no hay nada que pulir, todo te sale maravillosamente bien... entiendo que quieras ensayar, pero, trata de descansar también —Los masajes continuaron como una sinfonía de caricias terapéuticas, una forma de aliviar las tensiones que habían aflorado en su compañero. Mientras tanto, Taehyung, en silencio, observaba con ojos colmados de preocupación.

Con determinación y una pasión ardiente palpable en su voz, Jimin respondió:

—Lo sé, pero es necesario, chicos. Si no me esfuerzo, no podré lograrlo. —Sus ojos, chispeantes con un fuego interno, reflejaban su dedicación y su afán inextinguible por superarse en el arte de la danza. Consciente del talento que albergaba en su ser y de las expectativas que recaían sobre sus hombros, Jimin comprendía que el camino hacia la perfección exigía sacrificio y una dedicación total. Estaba dispuesto a afrontar cualquier desafío que se presentara en su búsqueda incansable de la excelencia artística.

Jimin, en su afán por alcanzar la perfección, se entregaba sin reservas a un constante esfuerzo que traspasaba los límites de lo humano. Cada día, su cansancio se hacía más evidente, pero eso no le impedía seguir practicando incansablemente, sacrificando horas de sueño y omitiendo comidas para aferrarse a su sueño de alcanzar la grandeza artística. Aquel solo, una oportunidad dorada, se erigía como un faro en su horizonte, una meta que justificaba cualquier sacrificio.

Con una determinación férrea, se levantó de su posición, sediento de un breve alivio y fortaleza. Sus músculos tensos se relajaron momentáneamente mientras degustaba un sorbo de agua, pero su mente permanecía en constante movimiento, tejiendo pensamientos sobre Jungkook y las palabras que se alzaban como enigmáticas promesas en su carta.

Las últimas líneas resonaban como un eco susurrante en su ser, infundiendo una excitante intriga en su espíritu: "Tengo algo que me gustaría proponerte, y ya tienes mi número. Con admiración, Jungkook."

Aquellas palabras eran un enigma que desvelar, una puerta que se entreabría hacia un futuro incierto pero tentador. Si bien habían pasado varios días desde que recibió dicha carta, aquel número, desde que estuvo en su pertenencia, lo mantuvo agendado en su celular, pero poco era el tiempo con el que contaba para llamarlo y quizás... era más fácil culpar al tiempo que los nervios y vergüenza que le generaban tener que ser él quien debía llamar justamente a su artista favorito.

Poseído por una determinación ardiente y una amalgama de emociones en ebullición, Jimin tomó el trozo de papel arrugado donde había anotado aquel número intrigante. Su mano temblorosa se aproximó al teléfono, sintiendo el palpitar acelerado de su corazón, mientras la línea telefónica se convertía en un puente hacia lo desconocido.

—¿Hola? —pronunció con una voz que, a pesar de su anhelo por sonar firme, dejaba entrever una leve trepidación, una huella de sus emociones entrelazadas en aquellas palabras.




🌟





Creo que el patrón del comportamiento de Jungkook es bastante claro, es decir, busca aferrarse a sus recuerdos debido al paso del tiempo. No es lo mismo no recordar lo que pasó hace 5 días que hace siglos, para el personaje es evidente que sus recuerdos son importantes para mantenerlo unido a ese lado "humano" que cree conservar.

No es como que al ver un par de veces a Jimin haya desarrollado un enamoramiento así de rápido, no, simplemente, si bien siente cierta atracción e intriga hacia Jimin (claramente por eso es que quiere que sea musa de sus obras), no siente amor aún, simplemente conexión y admiración específicamente, ya que ningún humano hace tanto tiempo había despertado esa intriga en él.

Al igual que Jimin, al ser Jungkook su artista favorito, es una perspectiva totalmente diferente a la que mencioné respecto de Jungkook, puesto que Jimin tiene múltiples sentimientos encontrados; un día abruptamente su artista nota su existencia y le deja su número y quiere verlo, claramente lo que siente es sumamente emoción y admiración también.

Pero obvio, lo mejor está por venir... ¿Será que Jungkook atiende? 😮‍💨

En fin, amo explicar cómo son mis personajes, no me hagan caso :,3

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