🦋𝟐𝟎🦋
Eunwoo, siempre tan eficiente, revisaba el itinerario desde su móvil, asegurándose de que todo en la galería estuviera bajo control.
—Tienes que estar listo —dijo, sin apartar la vista de la pantalla—. Hoy no hay margen de error, todo debe salir perfecto. Y tú también.
Yoongi, quien manejaba el auto, lanzó una pequeña risa por lo bajo.
—Relájate, Eunwoo. Jungkook va a estar bien, lo sabemos. No todo tiene que ser perfecto.
Eunwoo rodó los ojos, pero no discutió. Sabía que Yoongi tenía razón, aunque prefería no dejar ningún cabo suelto. La noche debía ser un éxito, y no solo por el arte, sino por lo que representaba para Jungkook.
El auto finalmente se detuvo frente a la galería. Las luces brillaban intensamente desde el interior, proyectándose hacia afuera a través de los ventanales. Jungkook observó la escena: personas elegantemente vestidas conversaban y admiraban las pinturas en la sala. El murmullo de las conversaciones y el tintineo de copas llegaba hasta él, creando una barrera entre lo que ocurría afuera y el torbellino que sentía en su interior.
—¿Listo? —preguntó Yoongi, volviendo la cabeza para mirarlo, con una sonrisa suave que intentaba infundirle calma.
Jungkook inhaló profundamente y asintió. Esta era su noche. Había trabajado tanto en esas pinturas, poniendo en ellas sus emociones, sus miedos y sus deseos más profundos. Y ahora, no había vuelta atrás.
Cuando salió del auto, el aire frío de la inminente noche le golpeó el rostro, ayudándole a despejar su mente por un instante. Las luces de la ciudad brillaban a su alrededor, y el murmullo de las conversaciones dentro de la galería parecía mezclarse con el latido acelerado de su corazón.
—Recuerda, estamos aquí si necesitas un respiro —dijo Jaemin, dándole una palmada en la espalda, sus ojos mostrando una comprensión tranquila.
—Y no olvides lo más importante —añadió Eunwoo, ajustando ligeramente su traje—, verte impecable mientras lo haces.
Jungkook sonrió, agradecido por los intentos de sus amigos de aligerar la situación. Pero por dentro, su pecho seguía apretado, y cada paso hacia la galería se sentía más pesado que el anterior.
Al entrar en la galería, los murmullos y las miradas se dirigieron hacia ellos, o más específicamente, hacia Jungkook. Podía sentir las miradas, no solo evaluando su arte, sino también a él mismo. El artista misterioso, el que rara vez se dejaba ver en público, hoy no tenía más remedio que estar en el centro de la atención. Sus manos estaban ligeramente sudadas, y por un momento, deseó poder desaparecer entre la multitud.
El lugar estaba decorado con gusto, las paredes repletas de sus cuadros, cada uno contando una historia que solo él conocía en su totalidad. Las luces iluminaban cada obra con precisión, haciendo que los colores y las sombras cobraran vida de manera casi mágica. Pero lo que más importaba esa noche no eran las críticas ni los elogios, sino una persona en particular. Sus ojos buscaron entre la multitud hasta encontrarlo.
Jimin estaba frente a una de las pinturas, mirándola con atención. Jungkook sintió que el mundo a su alrededor se detenía. Allí, en medio de la multitud, Jimin parecía apartado, como si todo el ruido y el bullicio no lo tocaran. La luz suave caía sobre él, resaltando las sombras en su rostro mientras examinaba el lienzo. Y en ese momento, Jungkook sintió cómo la presión en su pecho aumentaba.
—¿Vas a ir o te quedarás aquí mirándolo toda la noche? —susurró Yoongi, dándole un leve empujón con una pequeña sonrisa.
Jungkook sonrió nerviosamente y, con una respiración profunda, comenzó a caminar hacia Jimin. A cada paso, los nervios intentaban tomar el control, pero se obligó a seguir adelante. Cada cuadro en esas paredes era una parte de él, pero esta conversación sería el mayor desafío. Cuando llegó junto a Jimin, sintió cómo el aire se volvía más denso a su alrededor. Jimin giró lentamente la cabeza, y sus miradas se encontraron. En ese instante, el tiempo pareció detenerse.
—Jungkook... —murmuró Jimin, sorprendido pero con una sonrisa suave en los labios—. Cada vez que veo una de estas pinturas, siento que estoy viendo más de mí mismo de lo que creí posible.
El corazón de Jungkook se aceleró. Las palabras de Jimin resonaban dentro de él, amplificadas por cada duda y esperanza que había tenido al crear esas obras. Miró hacia el lienzo que Jimin observaba, uno de sus cuadros más íntimos. Los colores oscuros contrastaban con las pinceladas suaves y luminosas, simbolizando la lucha entre la oscuridad que siempre lo había envuelto y la luz que Jimin trajo a su vida.
—Es exactamente eso... —dijo Jungkook, su voz casi un susurro—. Es sobre ti, estas pinturas son mi forma de contar lo que no he podido decirte con palabras. Todo lo que siento, todo lo que he guardado, y sobretodo tu historia, Jimin.
Jimin lo miró en silencio, procesando cada palabra. Su mirada volvió al cuadro, recorriendo los detalles antes de regresar a los ojos de Jungkook. Algo en su expresión cambió, como si finalmente comprendiera la magnitud de lo que estaba viendo.
—Lo sabía... —susurró Jimin, su voz cargada de emoción—. Pero escucharlo de ti... es diferente. Es como si, de algún modo, hubieras puesto todo lo que soy aquí, en estos cuadros. Gracias por eso.
Jungkook sintió una oleada de alivio, pero también de vulnerabilidad. Había abierto su corazón de la única manera que sabía, y ahora que Jimin lo entendía, sentía que una barrera invisible entre ellos se derrumbaba.
—No hay necesidad de agradecerme —dijo Jungkook, su voz más segura ahora—. Esta es tu historia, Jimin. Y quería que la vieras de la forma en que yo la siento.
Jimin dio un paso hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de afecto y admiración. La conexión entre ellos era palpable, llena de emociones que aún no se habían expresado por completo. El espacio entre ambos parecía cargado, como si cada palabra no dicha flotara en el aire, esperando ser pronunciada.
Justo cuando Jungkook iba a hablar de nuevo, una presencia familiar lo detuvo. Se giró rápidamente y vio a Jin, su amigo de antaño, de pie cerca de una de las pinturas.
—¡Jin! —exclamó Jungkook, corriendo hacia él y abrazándolo con fuerza.
Jin devolvió el abrazo con igual entusiasmo, riendo suavemente.
—¡Jungkook! Me alegra verte. Ya estoy mejor... Namjoon creo que no podra venir, pero estoy seguro que también esta contento por ti.
Jimin, observando la escena con una sonrisa divertida, notó a Taehyung detrás de Jin. Mientras sus amigos compartían el abrazo, sus ojos se encontraron con los de Jungkook por un breve instante, una mirada que hablaba más de lo que cualquier palabra podría decir. Una chispa de complicidad surgió entre ambos, como si compartieran un secreto que el resto aún no podía ver, o al menos, Taehyung y Jin, quienes no notaban lo que de a poco florecia entre ellos.
Jungkook, aún abrazado a Jin, le devolvió esa mirada, una sonrisa pequeña y casi tímida apareciendo en sus labios, como si cada encuentro con Jimin fuera una confirmación silenciosa de lo que estaba comenzando a surgir entre ellos.
Con una sonrisa, Jimin se acercó a Taehyung, intentando controlar el calor que sentía subir por sus mejillas.
—¿Llegaron juntos? —preguntó Jimin, con sus ojos brillando de curiosidad.
Taehyung asintió, sonriendo ampliamente, completamente ajeno al intercambio de miradas entre Jungkook y Jimin.
—Sí, nos encontramos en el camino y decidimos venir juntos —respondió Taehyung alegremente, sin notar las sutiles conexiones que flotaban en el aire.
Jin, todavía abrazado a Jungkook, se apartó ligeramente para mirar las pinturas a su alrededor.
—Las pinturas son increíbles, Jungkook. Realmente has capturado algo especial en cada una de ellas —comentó Jin, su atención completamente en las obras.
Jungkook sonrió, pero también consciente de la cálida mirada de Jimin a su lado, quien lo observaba con un brillo especial en los ojos.
—Gracias, Jin. Significa mucho para mí que estés aquí para verlas —respondió Jungkook, pero su mirada volvía a Jimin por un segundo más, como si ese simple acto de compartir el momento con él fuera lo que realmente le daba sentido a la noche.
A lo lejos, Taehyung seguía hablando con entusiasmo, completamente ajeno a las miradas que intercambiaban Jimin y Jungkook, y mientras tanto, tanto Jimin como Jungkook sabían que algo estaba comenzando a florecer entre ellos, algo que aún no necesitaba palabras, pero que se hacía evidente en cada mirada compartida.
Jimin, junto a Taehyung, miró a su alrededor, admirando la atmósfera y las obras de arte. Había algo mágico en la noche, una mezcla de emoción y anticipación que flotaba en el aire. Pero pronto su mirada regresó a Jungkook, y fue entonces cuando lo vio de una manera diferente.
Allí estaba, hablando con Jin y Taehyung, con una sonrisa auténtica, una calidez que irradiaba sin esfuerzo. No era el hombre oscuro que había presenciado alimentarse de alguien a la puerta de su casa semanas atrás. Aquel recuerdo que lo había llenado de miedo y dudas comenzaba a desvanecerse.
No, este era otro Jungkook. Uno que no debía temer. El mismo que había creado pinturas llenas de vida, de amor, que narraban su historia en cada trazo, en cada color. La luz suave de la galería bañaba su rostro, resaltando no la sombra, sino la humanidad que siempre había estado allí, aunque oculta. Jimin, por primera vez desde que había descubierto su secreto, no sentía miedo.
Jungkook ya no era el vampiro que vivía en las sombras. Era alguien que se mostraba vulnerable, abierto, y lleno de emociones que, aunque complejas, no representaban una amenaza. Jimin vio a un hombre que, a pesar de sus demonios, luchaba cada día por ser mejor, por mantenerse firme en su humanidad.
Sus miradas se cruzaron, y por un instante, el tiempo pareció detenerse. Los ojos de Jungkook buscaron algo en los de Jimin, como si estuviera preguntándole si finalmente lo veía por lo que realmente era. Y Jimin le devolvió la mirada, llena de comprensión. La imagen del vampiro alimentándose había sido reemplazada por esta figura que ahora lo miraba con una mezcla de vulnerabilidad y esperanza.
Jimin sabía que en ese momento, no había razón para temer. Jungkook no era el monstruo que su mente había creado. Era un hombre que había pasado por demasiado, pero que no quería hacerle daño. Con ese simple intercambio de miradas, ambos comprendieron lo que no necesitaban decir en voz alta.
"No tienes que temerme. No soy el monstruo que crees."
Y con ese pensamiento, Jimin se permitió relajarse, como si finalmente hubiera encontrado la respuesta que tanto había buscado.
Jungkook se sintió rodeado de apoyo y amor, una sensación que lo llenaba de una fuerza y determinación inesperadas. Mientras observaba la galería, las luces suaves iluminando cada rincón, los murmullos admirativos flotando en el aire, se dio cuenta de que esta noche, su obra no solo era una exposición de arte, sino también un testimonio de todo lo que había vivido, de lo que había encontrado y perdido. Y lo más importante, de lo que aún quería preservar: su relación con Jimin. La galería, llena de murmullos y susurros de admiración, se había convertido en el escenario lleno de emociones, de vulnerabilidad expuesta a través del arte.
De repente, Eunwoo apareció junto a Jungkook, interrumpiendo el momento con un toque en el hombro.
—Jungkook, debes dar un breve discurso sobre lo que te inspiró frente a los presentes —dijo Eunwoo, su voz llena de urgencia y seriedad.
El corazón de Jungkook dio un vuelco. Respiró hondo para calmar los nervios que comenzaban a agitarse en su interior. Sabía que este momento era crucial, no solo para él como artista, sino como persona. Este era su espacio para mostrarse tal como era, sin máscaras, frente a aquellos que conocían la oscuridad que había intentado ocultar.
Con una última mirada de aliento de Jimin y sus amigos, se dirigió al pequeño escenario improvisado, cada paso pesado con la carga de lo que estaba a punto de compartir. Mientras caminaba, sentía los latidos de su corazón resonando en su pecho, no solo por el temor de estar frente a tantas personas, sino por lo que significaba para él que Jimin escuchara sus palabras. Las emociones que había vertido en esas pinturas debían ahora encontrar eco en las palabras que pronunciaría.
Los murmullos de la multitud disminuyeron cuando notaron su presencia, y todos los ojos se volvieron hacia él. Eunwoo, Jaemin, Yoongi, Jimin y Taehyung lo observaban con expresiones de apoyo y aliento, dándole la fuerza que necesitaba para afrontar lo que venía.
Al llegar al centro del escenario, Jungkook tomó el micrófono y respiró hondo, intentando calmar el torbellino de emociones que lo envolvía. Miró a su alrededor, viendo los rostros atentos de los presentes, y comenzó a hablar con una voz firme pero cargada de sentimiento.
—Buenas noches a todos. Primero que nada, quiero agradecerles por estar aquí y por apreciar mi trabajo. Este evento es muy importante para mí, no solo como artista, sino también como persona.
Hizo una pausa, permitiendo que sus palabras resonaran en el aire, sintiendo la atención de la sala centrada en él, cada mirada expectante, aguardando.
—Mis obras en esta muestra están inspiradas por algo, o mejor dicho, por alguien muy especial. Quiero compartir con ustedes cómo la vida de una persona ha influido profundamente en mi arte.
Su voz vaciló apenas un instante, y entonces miró directamente a Jimin. Sus miradas se encontraron y, en ese instante, el tiempo pareció detenerse. Jimin sabía lo que venía, pero el peso del momento lo hizo sentir expuesto, como si las pinturas hubieran desnudado algo en su interior que ni siquiera él comprendía del todo. Era un momento que trascendía las palabras.
—Estas pinturas no solo son una forma de expresión para mí —continuó Jungkook, su voz volviéndose más suave—. Son una ventana a una historia, una historia que me ha inspirado y me ha cambiado. Alguien cuya pasión, fuerza y espíritu me han enseñado más de lo que las palabras podrían explicar.
Los asistentes escuchaban en silencio, mientras Jimin comenzaba a comprender la profundidad de lo que Jungkook estaba diciendo. Sus ojos no se apartaban de los de Jungkook, como si en ese intercambio silencioso estuvieran desentrañando los secretos más profundos que habían compartido.
—Jimin —dijo finalmente Jungkook, con una suavidad que hizo que el aire en la sala pareciera más denso—, estas obras están inspiradas por ti. Eres la razón detrás de cada pincelada, de cada color, de cada sombra y luz que se encuentra en estos cuadros. A través de tu danza, tu dedicación y todo lo que eres, has influido en mi forma de ver el mundo, y eso es lo que quería mostrar con estas pinturas.
El público murmuraba suavemente, reconociendo la intimidad de esas palabras. Los que estaban más cerca de Jimin lo observaban con curiosidad, entendiendo que lo que sucedía ante sus ojos era más que una simple dedicatoria. Había una conexión profunda, una historia compartida entre artista y musa que trascendía el arte.
Jimin bajó la mirada por un momento, intentando procesar la magnitud de lo que Jungkook estaba compartiendo. Sabía que estas pinturas eran personales, pero escucharlo frente a tanta gente, ver cómo Jungkook hablaba de él con tanta devoción, lo hacía sentir más conectado con él que nunca. No era solo arte; era la representación de todo lo que habían vivido juntos.
Jungkook, ya más relajado al sentir la sinceridad de sus propias palabras, continuó.
—Estas pinturas son mi forma de contar tu historia. De alguna manera, plasmar en el lienzo lo que las palabras no pueden transmitir. Y mi esperanza es que todos aquí puedan ver, a través de estas obras, lo que yo veo en Jimin: la belleza, la pasión, y la valentía de alguien que no teme enfrentarse a la vida con todo su ser.
Jimin se sintió abrumado por la sinceridad de esas palabras. Bajó la mirada, sus pensamientos enredándose en la profundidad de lo que acababa de escuchar. Había una fuerza tranquila en Jungkook, una valentía que ahora entendía no solo venía de su arte, sino de su amor. El amor que había impregnado cada una de esas pinturas, como una confesión oculta en el color y la textura.
—Quiero agradecerles por estar aquí esta noche —añadió Jungkook, ahora dirigiéndose al resto del público—. Porque al estar aquí, están presenciando algo muy importante para mí. Espero que cada uno de ustedes pueda ver algo de sí mismo en estas pinturas, y más importante aún, que puedan sentir la historia que estamos compartiendo.
Con una última mirada a Jimin, Jungkook finalizó su discurso.
—Gracias.
Un aplauso resonó por toda la galería. Jungkook bajó del escenario con una mezcla de alivio y satisfacción, sintiendo el calor de los aplausos en su piel. Cuando llegó junto a sus amigos, fue recibido con abrazos y sonrisas. Taehyung y Jin lo felicitaron por el discurso, mientras Eunwoo, siempre tan atento, le ajustaba el cuello de la camisa.
Jimin, aún procesando todo lo que Jungkook había dicho, lo miró con una mezcla de admiración y afecto. Ya no había miedo en sus ojos, solo comprensión. Sabía que Jungkook había hecho más que solo pintar. Había encontrado una manera de mostrarle a Jimin quién era realmente, y Jimin lo había entendido por completo.
—Lo hiciste increíble, Kook —dijo Jimin, acercándose a él con una expresión que mezclaba orgullo y emoción. Sus ojos brillaban, y aunque sus palabras eran pocas, Jungkook pudo sentir la profundidad de lo que quería decirle.
—Gracias —murmuró Jungkook, sin poder contener una sonrisa—. No podría haberlo hecho sin ti.
Mientras la noche avanzaba, y los invitados seguían admirando las obras, Jimin no pudo evitar notar dos figuras familiares que se acercaban lentamente entre la multitud. Eran Sang-ho, el abuelo de Jimin, y Minji, su madre. Ambos caminaban con elegancia, pero había algo en su presencia que llenaba de calidez el ambiente.
Jimin, al notar a su familia entre los presentes, se apartó un poco de Jungkook y fue hacia ellos, recibiéndolos con una sonrisa brillante.
—¡Mamá, abuelo! —exclamó Jimin, abrazándolos con afecto.
—¡Hola, cariño! —respondió Minji, devolviéndole el abrazo antes de mirar a Jungkook con una expresión de curiosidad.
Jimin, con el rostro iluminado por la felicidad, tomó la mano de su madre y la de su abuelo y se acercó de nuevo a Jungkook, quien observaba la escena con algo de nerviosismo, consciente de lo importante que era este momento.
—Jungkook, quiero presentarte a mi madre, Park Minji, y a mi abuelo, Park Sang-ho —dijo Jimin con orgullo, lanzando una mirada significativa a Jungkook, como si estuviera mostrando lo más importante en su vida.
Jungkook hizo una reverencia ligera, mostrando respeto. —Es un honor conocerlos.
Park Minji sonrió cálidamente mientras evaluaba al joven frente a ella. Había escuchado mucho sobre él a través de Jimin, y verlo en persona, junto a las pinturas que había creado, hacía que entendiera aún más lo que significaba para su hijo.
—Así que tú eres el famoso Jungkook del que tanto me ha hablado Jimin —dijo Minji, con una sonrisa suave pero afectuosa—. Es un placer finalmente conocerte.
—El placer es mío, señora Park —respondió Jungkook, aún algo nervioso, pero aliviado por la amabilidad en la voz de Minji.
El abuelo, Park Sang-ho, observaba la interacción en silencio, sus ojos llenos de la sabiduría que los años le habían otorgado. Después de un momento, habló, su voz grave pero serena.
—Jungkook, he visto tus pinturas, y debo decir que son impresionantes. No es solo el arte lo que destaca, sino la sinceridad que has puesto en cada pincelada. Eres un buen muchacho.
Jungkook sintió una mezcla de alivio y gratitud al escuchar esas palabras. Sabía que la familia de Jimin era crucial en su vida, y contar con su aprobación significaba mucho más de lo que podía expresar.
—Gracias, señor Park —respondió Jungkook con respeto—. Sus palabras significan mucho para mí. He puesto mi corazón en estas obras, y me alegra que puedan ver lo que intento transmitir.
Jimin, viendo que la situación podía volverse demasiado emocional para Jungkook, sonrió y añadió, buscando aligerar el ambiente.
—¿Verdad que son increíbles? —dijo Jimin, lanzando una mirada llena de orgullo a Jungkook—. Él no solo pinta, expresa todo lo que siente a través de su arte.
Minji asintió con una sonrisa y miró a su hijo con cariño antes de volver su atención a Jungkook.
—Jungkook, no solo has pintado bellas imágenes, sino que has plasmado una parte de ti mismo en ellas. Eso es algo que siempre admiraré en un artista —dijo Minji, con dulzura—. Estoy muy agradecida de que Jimin tenga a alguien como tú en su vida.
Jungkook asintió, sonriendo tímidamente ante el elogio. Las palabras de Minji y Sang-ho le daban una sensación de aceptación, como si lo hubieran acogido en su círculo más íntimo.
Después de una agradable conversación con la madre y el abuelo de Jimin, el ambiente en la galería comenzó a relajarse a medida que los invitados iban despidiéndose. A pesar del éxito de la noche, había un aire de cautela entre los presentes debido a los rumores sobre la criatura que merodeaba por la ciudad.
Jungkook, siempre protector, no pudo evitar sentir una ligera preocupación por la seguridad de la familia de Jimin. A medida que el reloj avanzaba y las sombras de la noche se alargaban, decidió que no podían correr riesgos innecesarios.
Justo en ese momento, Eunwoo se acercó, con su habitual eficiencia reflejada en cada uno de sus movimientos. Revisaba el itinerario y se aseguraba de que todo en la galería estuviera bajo control, pero al ver a Jungkook con Jimin y su familia, detuvo su paso y se dirigió hacia ellos.
—Jungkook, ¿todo bien? —preguntó Eunwoo, notando la ligera tensión en los ojos de su amigo.
Jungkook asintió, agradecido por la presencia oportuna de Eunwoo.
—Sí, todo salió genial esta noche —dijo Jungkook con una sonrisa—. Pero, con todo lo que se ha escuchado sobre esa criatura... —hizo una pausa, mirando a Jimin, Minji y el abuelo Sang-ho, refiriendose a los freaks sueltos, Eunwoo entendio a que se referia Jungkook—. Quiero asegurarme de que ellos lleguen a casa sanos y salvos.
Eunwoo, siempre atento, captó de inmediato la preocupación de Jungkook y asintió con determinación.
—Por supuesto, me encargaré de que lleguen a salvo a casa —respondió Eunwoo, con su habitual seguridad—. No hay de qué preocuparse.
Jungkook se volvió hacia Minji y Sang-ho, quienes lo observaban con afecto, aunque podían percibir el leve rastro de preocupación en sus palabras.
—Gracias por venir esta noche —dijo Jungkook con sinceridad—. No quiero que corran ningún riesgo innecesario, así que Eunwoo mi manager los llevará a casa de Jimin. Pueden confiar en él.
Park Minji sonrió con gratitud, entendiendo el gesto protector de Jungkook.
—Gracias, Jungkook. Esta noche ha sido maravillosa. Estamos muy orgullosos de ti —respondió Minji, antes de girarse hacia Eunwoo—. Agradezco mucho que te tomes el tiempo para asegurarte de que estemos a salvo.
—Es lo menos que puedo hacer —respondió Eunwoo cortésmente, dirigiendo una mirada tranquilizadora a todos.
El abuelo de Jimin, Park Sang-ho, le dio una palmadita en el hombro a Jungkook con una pequeña sonrisa antes de seguir a Minji y Eunwoo.
—No te preocupes, muchacho. Cuida a mi nieto, y nosotros cuidaremos de nosotros mismos —dijo con su habitual serenidad.
Jungkook asintió, agradecido por las palabras del anciano, y miró a Jimin, quien le devolvió la sonrisa con un brillo especial en sus ojos.
Eunwoo, siempre eficiente, los guió fuera de la galería, asegurándose de que subieran al auto sin problemas. Mientras tanto, Jungkook se quedó observando la escena desde el umbral, su corazón un poco más ligero sabiendo que la familia de Jimin estaría a salvo bajo el cuidado de su amigo.
Jimin se acercó a su lado en silencio, ambos observando una de las pinturas.
—Te dije que todo iba a salir bien —susurró Jimin con una sonrisa suave en los labios.
Jungkook lo miró, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que podía estar de acuerdo con esas palabras.
—Tal vez, solo tal vez, todo saldrá bien —respondió Jungkook, devolviéndole la sonrisa.
La atmósfera estaba impregnada de una energía vibrante, llena de admiración. Las pinturas, inspiradas en la danza de Jimin, se convirtieron en el centro de atención. Los asistentes se detenían ante cada obra, observando los trazos y colores que capturaban la esencia del movimiento y la pasión de Jimin. Algunos murmuraban entre ellos, sorprendidos y conmovidos por la clara declaración de amor que Jungkook había hecho a través de su arte.
Jungkook y Jimin se movían entre los invitados, recibiendo felicitaciones y comentarios llenos de admiración. La conexión entre ellos era palpable, y muchos no podían evitar sentir que habían presenciado algo único y especial.
Poco a poco, a medida que la noche avanzaba y se hacía más tarde, los invitados comenzaron a despedirse. Las noticias de la presunta criatura que merodeaba por la ciudad habían generado un temor que no se podía ignorar. Aunque la muestra de arte había sido un éxito, la gente prefería regresar a sus casas antes de que la noche se volviera más peligrosa.
—Ha sido una noche increíble, Jungkook —dijo una de las invitadas mientras se despedía—. Pero creo que es hora de irme. He oído demasiadas historias sobre esa criatura y prefiero no arriesgarme.
Jungkook asintió con comprensión, agradecido por el apoyo que había recibido. —Gracias por venir. Cuídate y llega bien a casa.
Mientras los invitados se iban, la galería comenzaba a vaciarse, dejando solo a los amigos cercanos de Jungkook. Eunwoo, Jaemin, Yoongi, Jimin y Taehyung se quedaron un poco más, disfrutando de la tranquilidad que seguía a una noche llena de emociones.
—Bueno, parece que todos están preocupados por esa criatura —comentó Yoongi, mirando alrededor de la casi vacía galería.
—Es comprensible —respondió Eunwoo—. Con todas las noticias y rumores, la gente está más cautelosa.
Jungkook, aún sintiendo la emoción de la noche, miró a Jimin con una sonrisa cálida.
—Gracias por estar aquí, por inspirarme y por todo lo que eres.
Jimin se aparta ligeramente de Jungkook, bajando la mirada por un momento antes de volver a alzarla, con una mezcla de seriedad y ternura en sus ojos.
—¿Sabes? —comenzó Jimin, su voz suave pero cargada de sinceridad—. Al principio, cuando descubrí lo que eres... tuve miedo. Miedo de lo que podrías hacer, miedo de lo que eso significaba para nosotros.
Jungkook, aún sosteniéndolo, lo miró fijamente, sus ojos reflejando una ligera preocupación, temeroso de lo que Jimin pudiera decir a continuación.
—No era tanto miedo de ti —continuó Jimin, mientras entrelazaba sus dedos con los de Jungkook—, sino más bien... miedo de lo que eso podría hacerme sentir. De cómo mi vida cambiaría.
Hizo una pausa, evitando su mirada por un segundo, antes de volver a fijar sus ojos en los de Jungkook.
—Pero esta noche... viendo cómo te preocupas por mí, por los demás, cómo eres capaz de poner todo tu ser en lo que haces —Jimin apretó ligeramente las manos de Jungkook—. Me di cuenta de que no tengo nada que temer. Eres la persona más valiente y auténtica que he conocido, y lo que eres... eso no cambia nada para mí.
Jungkook, visiblemente conmovido, abrió la boca para decir algo, pero Jimin lo interrumpió suavemente, con una pequeña sonrisa.
—No soy ingenuo, sé que esto no será fácil. Sé que habrá días complicados, que a veces mi miedo podría volver, pero también sé que cada vez que te miro, siento paz. Tú me das esa paz, Jungkook. No tengo miedo porque sé que, pase lo que pase, siempre estarás ahí para mí.
Jungkook exhaló, aliviado y conmovido por las palabras de Jimin. Inclinó la cabeza hacia él, tocando suavemente su frente con la de Jimin, sintiendo la conexión entre ambos más fuerte que nunca.
—Jimin... —susurró Jungkook, con la voz quebrada por la emoción—. No sabes lo que significan esas palabras para mí.
Jimin sonrió, acariciando suavemente el rostro de Jungkook.
—Y no necesito decir más. Porque desde ahora, ya no tengo miedo de lo que pueda pasar. Estoy contigo, en esto. Siempre.
Jungkook tomó la mano de Jimin y lo guió hacia un rincón apartado de la galería, lejos del bullicio. El lugar estaba tenuemente iluminado, creando una atmósfera íntima y serena. Jimin lo siguió, curioso pero confiado, disfrutando de la sensación de seguridad que la mano de Jungkook le proporcionaba.
—Jungkook, ¿a dónde me llevas? —preguntó Jimin con una sonrisa juguetona, sus ojos brillando con anticipación.
—Hay algo que quiero darte —respondió Jungkook, su voz suave pero seria, cargada de una mezcla de nerviosismo y determinación.
Llegaron a un pequeño jardín interior, rodeado de plantas y flores que parecían brillar bajo la luz suave de las lámparas. El aroma de las flores llenaba el aire, creando un ambiente casi mágico. Jungkook se detuvo y se giró para mirar a Jimin directamente a los ojos, su expresión reflejando la profundidad de sus sentimientos.
El momento era perfecto, la noche había sido un éxito, y ahora, lejos del bullicio y las preocupaciones, Jungkook se sentía preparado para dar un paso más.
—Oye... necesito que me mires a los ojos —dijo Jungkook, con un tono que reflejaba la importancia de lo que estaba a punto de hacer.
—¿Por qué? —preguntó Jimin, frunciendo el ceño con curiosidad, pero divertido.
—Solo... hazlo. Hay algo que quiero que veas —Jungkook lo observó con intensidad, esperando que el siguiente paso fuera perfecto.
Jimin, obediente, fijó sus ojos en los de Jungkook. De pronto, sintió algo extraño, como el sonido lejano de olas rompiendo en la orilla. Parpadeó un par de veces y, cuando volvió a abrir los ojos, se dio cuenta de que ya no estaban en Seúl.
Estaban en una playa. Sentía la arena fría bajo sus pies, a través de sus zapatos. El relajante sonido de las olas llenaba sus oídos, y la luz plateada de la luna brillaba sobre el agua, creando un paisaje de ensueño.
—¿Cómo es que...?
—No estamos aquí en realidad —interrumpió Jungkook suavemente—. Lo que hice fue entrar en tu mente y manipular lo que estás viendo. Los humanos lo llaman telepatía, aunque para mí es más que eso. Es algo que apenas estoy aprendiendo a controlar y quería compartirlo contigo. ¿Quieres ver algo más?
Jimin, fascinado, asintió con una sonrisa extendiéndose por su rostro. —Por supuesto.
Jungkook extendió su mano hacia él, y Jimin la tomó con confianza. Los dos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la vista. Las olas se movían lentamente, y el cielo nocturno, salpicado de estrellas, se extendía sobre ellos. Jungkook señaló hacia el horizonte, donde la luz de la luna se reflejaba en el mar, creando un camino brillante sobre el agua.
—¿Ves ese camino de luz que deja la luna en el mar? Tiene un nombre —dijo Jungkook con voz suave—. Se llama "mangata". El mar, por las noches, es oscuro... pero tiene a su compañera, la luna, que lo ilumina, creando ese sendero de luz en medio de la oscuridad. Y así es como me siento contigo, Jimin. Tú eres ese mangata que ilumina mi vida, incluso cuando todo a mi alrededor parece ser oscuridad.
Jimin lo miró, sin decir nada, pero conmovido por la sinceridad de las palabras de Jungkook.
—Sé que no soy un chico común y corriente —continuó Jungkook, su voz temblando levemente—. Lo tengo claro. Pero no voy a mentirte... ha sido gracias a ti que encontré una razón para levantar la cabeza y ver una salida al final del camino. Todos los días tengo miedo de perderte, de que mis inseguridades me hagan soltarte. No puedo prometerte un "para siempre", porque no sabemos lo que nos espera al día siguiente, pero si tengo que decirlo, lo haré ahora... Jimin, ¿puedo ser tu novio?
Jungkook bajó la mirada, nervioso. —Es extraño pedirte esto, especialmente después de que me has visto alimentándome de una persona. Cualquiera en tu lugar habría salido corriendo, y lo entendería, más teniendo en cuenta lo que te hice hoy.
Jungkook sintió cómo las palabras comenzaban a enredarse en su garganta, pero no tuvo tiempo de continuar. Jimin, sin decir nada, se inclinó hacia él y presionó sus labios contra los de Jungkook en un beso suave y cargado de emoción.
—Hablas demasiado, Kookie —dijo Jimin en un susurro, con una sonrisa traviesa—. Ya te estabas tardando en pedirme que esté contigo oficialmente.
Jungkook se quedó sin palabras mientras Jimin volvía a besarlo, esta vez un poco más largo, pero igual de significativo. Después de unos segundos, Jimin se abrazó a él, apoyando su cabeza en el hombro del vampiro.
Los brazos de Jungkook rodearon a Jimin con delicadeza, acariciando su espalda con ternura. Los nervios en su estómago revoloteaban, pero al mismo tiempo, una sensación de calma lo envolvía, como si, por fin, todo estuviera en su lugar.
—Jimin, todo lo que hemos pasado juntos, todo lo que hemos compartido... —Jungkook sacó una pequeña caja de su bolsillo, su mano temblando ligeramente mientras la abría, revelando un anillo simple pero hermoso que brillaba bajo la luz tenue—. Quiero que sepas que mi compromiso contigo es real. Este anillo es una promesa, una promesa de que siempre estaré a tu lado, sin importar lo que ocurra.
Jimin, sorprendido y conmovido, miró el anillo y luego a Jungkook. Las lágrimas de emoción comenzaron a acumularse en sus ojos, brillando como pequeñas estrellas.
—Jungkook... esto es hermoso —murmuró Jimin, con la voz entrecortada por la emoción. Tomó el anillo con manos temblorosas y lo deslizó en su dedo, sintiendo el calor de la promesa que representaba.
Lentamente, Jungkook se inclinó hacia Jimin, y sus labios se encontraron en un beso suave y lleno de significado. Fue un beso que selló su conexión, una promesa silenciosa de enfrentar el futuro juntos, sin importar cuán difícil fuera el camino por delante. El mundo parecía detenerse alrededor de ellos, dejando solo el sonido de sus corazones latiendo al unísono.
Pero justo en ese momento, un ruido sordo interrumpió su intimidad. Antes de que pudieran reaccionar, ambos sintieron un pinchazo en el cuello. La ilusión de la playa se desvaneció al instante, y cuando abrieron los ojos, estaban de vuelta en el jardín de la galería.
Jungkook y Jimin se miraron con sorpresa y preocupación mientras la somnolencia comenzaba a apoderarse de ellos. A su alrededor, varias personas con los rostros cubiertos se materializaban en las sombras, sus siluetas oscurecidas por la luz tenue del jardín. Las figuras parecían moverse con una precisión inquietante, como si ya hubieran planeado cada detalle de la captura.
El pánico inundó sus cuerpos, pero el efecto del sedante fue demasiado rápido. Jungkook intentó mover sus brazos, proteger a Jimin, pero su cuerpo no respondía. El entumecimiento se apoderaba de él, nublando su mente mientras sentía cómo la fuerza abandonaba cada músculo.
—Jimin... —susurró, su voz apagada, casi como un pensamiento perdido en el viento.
Intentaron resistir, pero pronto cayeron al suelo, inmovilizados y sin poder moverse. El jardín, que hace unos momentos había sido un refugio de amor y promesas, ahora se sentía frío y amenazante.
A medida que la somnolencia los envolvía, la figura más alta de entre los encapuchados se acercó lentamente, su voz resonando en el aire con un tono burlón.
—Aww, lamento la interrupción, tortolitos —dijo la voz, llena de ironía y malicia—. Pero ustedes son fundamentales para mi investigación. Necesito terminar lo que empecé.
El eco de su risa baja y cruel llenó el jardín, mientras el aroma de las flores nocturnas era reemplazado por una sensación de peligro inminente. Las figuras encapuchadas se movían con rapidez y eficiencia, levantando los cuerpos inertes de Jungkook y Jimin.
La oscuridad los envolvió por completo mientras las sombras se acercaban, llevándolos lejos de su pequeño refugio, como si se desvanecieran en el aire.
El jardín, que hace apenas unos momentos había sido el escenario de una promesa de amor, ahora se había convertido en una trampa. Y el eco de la voz burlona quedó suspendido en el aire, una promesa siniestra de lo que estaba por venir.
🌟
Más tierno el Kookmin, lloré brillitos escribiendo este capítulo 🥺
Lo más realista si, es el miedo de Jimin, no todos los días uno descubre que la persona que tiene a su lado es un vampiro que mato mucha gente, verdad? Jaja
En fin, Jimin poco a poco lo entenderá mejor, a veces cuando se está en una situación similar las cosas se entienden mejor, o algo así (? No debería hablar de más 🤭
Me inspiré en una de mis escenas favoritas de "The vampire diaries", sin dar mucho spoiler, los protagonistas conversan acerca de las cosas buenas que el vampirismo les dio, y uno de ellos menciona la habilidad de poder entrar a la mente del otro.
Esta escena me inspiró de una manera increíble en la creación de este capítulo, y claro era que cuando Jungkook y Jimin estuvieran juntos oficialmente tenía que escribirlo de una manera super linda, lastima que fueron interrumpidos 😫
Finalmente puedo decir que estoy logrando después de estar mucho tiempo planificando y reescribiendo montones de borradores esta historia, que esta a más de menos 10 capítulos de terminar, lo cual significa demasiado pues me tomé el tiempo que revisar cuando realice el primer nuevo borrador y fue atentis el 4 de agosto del 2022, así que, podría decir que me tome demasiado el tiempo en no dejar vacíos argumentas en lo más mínimo (siempre alguna cosa que otra puede quedar, pero nada que no sea solucionable y no requiera de una reescribir de dos años)
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