Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🦋𝟐🦋

Una mariposa, diminuta como Jungkook, danzaba a su alrededor cada día de la semana. Su presencia, llena de encanto y misterio, había despertado en él una conexión especial. Como un suspiro de la naturaleza, la mariposa acudía invariablemente durante las tardes en aquella estación cálida, cuando las flores empezaban a despertar. La primavera, para Jungkook, se convertía en un cautivador capítulo en su historia.

En el amplio jardín de su hogar, la mariposa se encontraba con él, volando con gracia y delicadeza. Sus alas, un festín de azules resplandecientes, parecían reflejar un universo aparte.

El joven Jungkook, a su vez, sentía una conexión profunda con aquel ser alado. Sus miradas se cruzaban como destellos de complicidad, y en su danza, encontraban una melodía secreta que solo ellos comprendían. La mariposa, con su presencia fugaz y su belleza etérea, le brindaba una sensación de paz y seguridad.

De repente, el tiempo se transformó en semanas en las que la mariposa se ausentó, dejando a Jungkook inquieto y lleno de añoranza. Aunque todavía joven, comprendió que la vida de una mariposa comúnmente se extiende por apenas un fugaz mes, una revelación que su padre le compartió en momentos posteriores.

No obstante, desafiando las leyes establecidas por la vida misma, la mariposa retornó a su encuentro en su adolescencia. Ante su resurgir, Jungkook no pudo evitar que su sonrisa se iluminara, pues su certeza le confirmaba que era la misma criatura alada que había cautivado su corazón en tiempos pasados.

Sin embargo, había algo distinto en sus alas, que habían crecido considerablemente y ostentaban un color más intenso y contrastante. Como un emblema del tiempo transcurrido, aquella mariposa se revelaba ante Jungkook con una belleza aún más deslumbrante.

Una vez terminada la ilusión y la sorpresa, surgieron las preguntas en su mente: ¿Cómo era posible que continuara con vida? ¿No se suponía que las mariposas no sobrevivían más allá de unos pocos años?

Las incógnitas flotaban en el aire, entrelazadas con la magia que envolvía su encuentro.

Aunque nunca le había otorgado un nombre, al llamarla, la mariposa acudía de inmediato, posándose con delicadeza en su dedo índice. Permitía que Jungkook la acariciara suavemente, como si fueran dos almas que se reencontraban después de una larga travesía. Luego, la mariposa emprendía su vuelo, desplegando su majestuosidad en el aire, dejando a Jungkook con el eco de su presencia y la certeza de que su vínculo trascendía las limitaciones temporales.

Días después, la mariposa hizo su reaparición, y al verla, Jungkook no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro, pues su presencia siempre lograba transportarlo a un estado de paz y calidez. Sin embargo, algo inesperado sucedió.

La mariposa, al acercarse, se posó rápidamente en su mano y la sonrisa de Jungkook se desvaneció.

Para su sorpresa, las alas de la mariposa se desprendieron de su cuerpo como si ella misma las estuviera abandonando.

Jungkook sostuvo con cuidado las pequeñas alas en su otra mano, mientras observaba el frágil cuerpo de la mariposa, aún con vida pero mostrando señales de debilidad.

A pesar de sus esfuerzos por devolverle las alas, la mariposa las rechazaba una y otra vez, negándose a aceptarlas. La misma frase resonaba en su mente: "No olvides que debes encontrar esa mariposa de alas azules".

Sus ojos se llenaron de lágrimas, sintiendo impotencia ante la situación. No había nada más que pudiera hacer si ella continuaba negándose a recibir sus alas. Pese a sus repetidos intentos de encajarlas en su cuerpo, la mariposa las devolvía de inmediato, negándose a aceptarlas. Lentamente, el cuerpo de la mariposa se debilitó hasta desplomarse por completo en su mano.

Ya no quedaba vida en ella, y lo único que le quedaba a Jungkook eran sus alas, las mismas que él había intentado, en vano, entregarle.

-------- ≪ °✾° ≫ --------


Al despertar, sus ojos se abrieron abruptamente, emergió de la cama con premura, su mente era un laberinto. Masajeó su sien, tratando de comprender el sueño que había tenido.

Un joven Jungkook, una mariposa que lo visitaba, su ser conmovido. A medida que creció, la mariposa se desvaneció, hasta que, en su adultez, nuevamente el encuentro se produjo. La mariposa, con gesto generoso, le entregó sus alas ¿Acaso era el momento de desplegar las propias y volar sin escalas?

Respiró profundamente, tranquilizando su corazón agitado, comprendiendo que fue solo un sueño, un viaje inventado.
Levantándose de la cama, se acercó a la ventana, observando la noche, miles de recuerdos antiguos, susurros del pasado, acudieron a él.

El cielo brillaba con un tapiz de estrellas, y la ciudad parecía envuelta en una calma apacible. Más la tranquilidad se vio perturbada por unos inesperados golpes en la puerta de su casa.

Jungkook, con asombro, volvió sus ojos para descubrir la figura de su vecino, Cha Eunwoo, erguido ante él.

—¡Oh, Eunwoo! ¿Qué te trae a estas horas de la noche? —inquirió Jungkook, sobresaltado.

—Perdóname, Kook. Sé que es tarde, necesitaba hablar contigo —respondió Eunwoo, su tono impregnado de inquietud.

Jungkook captó la preocupación que resonaba en la voz de su amigo y se aproximó a él, dispuesto a escuchar sus palabras.

Eunwoo explicó que se había quedado sin sangre, al borde de cometer un grave error.

Cha Eunwoo, además de desempeñar el importante papel de manager de Jungkook, también era su vecino cercano. Como manager, se encargaba de supervisar y coordinar la carrera artística de Jungkook, asegurándose de que su talento y obras llegaran al público de la mejor manera posible. Sin embargo, recientemente, sus vidas tomaron un giro inesperado cuando Eunwoo se encontró convertido en un vampiro de origen desconocido.

Tras despertar súbitamente luego de un accidente automovilístico, Cha Eunwoo se percató de que ya no era un ser humano corriente. En ese momento crucial de su transformación, Jungkook fue el único testigo que acompañó a Eunwoo en su tránsición hacia esa existencia nueva y desconocida.

Después de ofrecerle a Eunwoo una bolsa del vital líquido, ambos se acomodaron en la sala de estar, sumidos en un silencio cargado de inquietud. Fue entonces cuando Eunwoo, con voz temblorosa, empezó a verter sus temores y aflicciones.

Jungkook, atento a cada palabra, procuraba consolarlo con palabras alentadoras.

—Todo a causa de un semáforo que seguí de largo ¿Quién podría imaginar que ahora, sin mi dosis de sangre, podría perder la cordura? Extraño... lo simple que era mi existencia antes. —Susurró Eunwoo, dejando escapar un dejo de melancolía.

—Al comienzo será así, pero sin que te des cuenta, los años se desvanecerán y... quizás no sea más sencillo, pero sí diferente a lo que es hoy. —Respondió Jungkook, sumido en sus pensamientos, con un suspiro que escapó de lo más profundo de su ser.

Eunwoo percibió que Jungkook parecía absorto en sus pensamientos, con la mirada perdida en un punto indeterminado de la habitación. Al observar detenidamente su rostro, notó una expresión más sombría de lo habitual, con la mandíbula tensa y una mirada entristecida en sus profundos ojos.

—Por favor, dime... ¿Qué te tiene de esta forma? Siempre pareces un autómata, pero ahora... es como si algo te perturbara. He mencionado innumerables veces que los bloqueos creativos son normales, pero te recuerdo que debes pensar en algo pronto. No olvides que eres un artista, uno muy reconocido, y debes entregarme, al menos, un boceto. —Inquirió Eunwoo, anhelando desentrañar los pensamientos que atormentaban a Jungkook.

Jungkook guardó silencio por un instante, absorto en la imagen del joven bailarín que había presenciado en el teatro. Se encontraba inmerso en una maraña de emociones, sin saber qué sendero elegir. Por un lado, una atracción arrebatadora le impulsaba a desvelar los misterios que envolvían a aquel danzante, pero por otro, temía los caminos inciertos y peligrosos que podrían desplegarse ante él.

Tras unos fugaces momentos de reflexión, alzó su mirada y respondió con voz vacilante a Eunwoo:

—Es que... me he encontrado con un joven, lo vi danzar en un teatro. Su baile es deslumbrante, tan maravilloso como un cuadro al óleo, pero... es difícil de explicar. Hay algo en él que me evoca recuerdos perdidos y no sé cómo interpretarlo. Además, me aterra lo que pueda desencadenar en mí si decido adentrarme en su mundo.

—Y ¿qué podría ser lo peor que suceda?

—Que pierda el control y le cause daño... ¿Necesitas más bolsas?

—Solo un par, hasta que pueda obtener más —respondió Eunwoo mientras Jungkook buscaba en su nevera— Pero, Jungkook, aunque no tenga los siglos de vida que tú tienes, siempre he valorado la confianza que me has brindado al compartir tu vampirismo y tu historia. Sin embargo, he visto suficientes doramas para entender el dilema... Ve a verlo otra vez, nosotros seremos eternos, pero él no... no puedes pasar toda la eternidad inmovilizado sin saber qué rumbo tomar.

Jungkook se sintió abrumado. ¿Cómo podría explicar algo tan poderoso y arrebatador como el anhelo de la sangre a alguien que nunca lo había experimentado? A pesar de haber convivido con ello toda su vida, aún le resultaba arduo comprender la magnitud de su influencia. Observó el rostro de Eunwoo y, aunque no estaba del todo seguro de si lo comprendía cabalmente, al menos parecía mostrar preocupación genuina por su estado.

—Es una tarea de una complejidad insondable, Eunwoo. Existen vampiros que, incapaces de dominar su inextinguible deseo de sangre, una vez que comienzan a beber de otros seres, pueden llegar incluso a perpetrar asesinatos... Quedan prisioneros de un estado en el cual la mente se ve imposibilitada de razonar y las riendas de su autodominio les son arrebatadas.

—Hmm, más si esto tiene un significado trascendental para ti, tengo plena confianza en que no causarías daño a la otra persona... ¿Por qué no acudes nuevamente a una presentación y dejas de atormentarte? Quizás él también anhele conocerte. Te insto a contemplarte en el espejo y a meditar pausadamente... No puedes pasar la eternidad atrapado en una enclaustrada esfera. El miedo... ¿No es acaso uno de los más deleznables sentimientos para alguien destinado a ser eterno? —pronunció Eunwoo con una sonrisa compasiva.

Jungkook quedó absorto, con la mirada fija en la nevera, inmerso en sus cavilaciones. ¿Debería visitar nuevamente a Jimin? ¿O debería abandonar toda consideración y proseguir su camino?

El corazón de Jungkook, agitado por el mínimo atisbo de sangre que había ingerido, latía con ímpetu mientras luchaba por tomar una decisión. No podía evitar sentirse cautivado por el joven al que había contemplado danzar en el teatro, no obstante, sabía que no podía permitirse ser imprudente a causa de episodios pasados.

Eunwoo percibió la indecisión que embargaba a Jungkook y depositó su mano en su hombro.

—Tan solo... debato mentalmente. Ignoro si debería seguir adelante o, simplemente, dejarlo ir —respondió Jungkook finalmente.

—Estoy seguro de que encontrarás la respuesta. En tu interior yace el conocimiento de lo que debes hacer, aunque te niegues a permitir que se manifieste... y... espero ansioso, al menos, un boceto en breve, no olvides que se acerca una exhibición —pronunció Eunwoo, retrocediendo para otorgarle espacio a Jungkook.

Posterior a esconder las bolsas de sangre, Jungkook acompañó a Eunwoo hasta su casa y se despidió de él con un abrazo. Se sentía un poco más tranquilo después de hablar con Eunwoo, pero aún tenía mucho en qué pensar antes de tomar una decisión.

Muchos recuerdos sucumbieron su mente, recuerdos de vivencias que, si pudiera quitarlas de su mente y no fuesen una realidad, lo hubiera hecho pero, también, tiene una promesa y un pasado que lo llevaba a su presente, pues, debido a este, es que mantiene sus esperanzas en vivir como un vampiro.

—Agh... ¿De dónde obtendré una mariposa azul, mayor? —Dijo en voz alta observando al cielo estrellado, una de las tantas estrellas, brillaba con un esplendor que las diferenciaba de las demás... quizás alguien en ese cielo habría escuchado su pregunta, pero nunca nadie responde, aunque extrañamente esa estrella en específico está allí para él siempre que siente dudas.

De vuelta en su habitación, Jungkook se tendió en la cama y se sumergió en pensamientos sobre Jimin.

La mera idea de reencontrarse con él le causaba inquietud, aunque albergaba una profunda curiosidad por descubrir más sobre aquel joven. Un latido desconocido, un anhelo dulce y sútil, se alojaba en su pecho cada vez que el nombre de Jimin acariciaba sus pensamientos.

La imagen de Jimin danzando con gracia en el escenario del teatro persistía en su mente como una imagen de ensueño, sus movimientos envueltos en una elegancia casi celestial. Aquel baile era como una obra maestra, una que no solo encendía la chispa de la creatividad perdida en Jungkook, sino que también despertaba un anhelo, una conexión más profunda que desafiaba las barreras impuestas por sus naturalezas divergentes.

No obstante, a pesar de su fascinación, no podía pasar por alto el hecho de que Jimin era un ser humano, lo cual complicaba las cosas en gran medida.

¿Qué ocurriría si en un futuro no muy lejano, Jungkook se encontrara deslizándose por los senderos del amor hacia él?

¿Acaso Jimin vería en Jungkook más que una sombra esquiva, más que un mero espectador nocturno de sus pasos de baile?

Eran preguntas que carecían de respuestas en ese momento, pero el deseo de encontrar una conexión verdadera y duradera en un mundo plagado de incertidumbre hacía latir con fuerza el corazón del vampiro.

La idea de presenciar nuevamente la danza de Jimin lo llenaba de emociones encontradas, excitación y nerviosismo al mismo tiempo. Sabía que debía ser precavido, pero también sentía que no podía resistirse a la tentación de verlo una vez más... tal vez, en su interior, ya sabía lo que era correcto, y ansiaba que el destino entrelazara sus caminos con un hilo de romance que desafiaría las leyes del tiempo y la eternidad.





Jimin se encontraba absorto en sus pensamientos mientras el maquillaje realzaba los rasgos de su rostro en el espejo del camerino. Sin embargo, una oleada de recuerdos de su juventud lo asaltó sin previo aviso, golpeándolo como un puñetazo en el estómago.

Rememoró aquel momento en que todo empezó a desmoronarse, cuando apenas tenía dieciséis años. Había estado ensayando en la academia de danza hasta altas horas de la noche, y su madre, preocupada por su seguridad, había insistido en acompañarlo a casa. Pero al llegar a la puerta de su hogar, se encontraron con una escena desoladora.

La figura de su padre estaba sentada en el sofá de la sala, con una expresión seria y la mirada fija en un punto indefinido. Había descubierto que Jimin continuaba tomando clases de ballet en secreto, desobedeciendo su orden de abandonar esa pasión.

Jimin y su madre intercambiaron miradas cargadas de incertidumbre, sin saber qué hacer o qué decir. Habitualmente, su padre estaría atendiendo a sus pacientes en el hospital a esas horas, cumpliendo con su deber de médico.

—Jimin... ¿Por qué llevas esos zapatos de baile? —El temor se adueñaba de su mente en ese instante, mientras luchaba por comprender si lo que hacía era correcto o no.

—Y-yo... nunca dejé de bailar, papá. —Susurró Jimin con voz temblorosa.

—Hijo, te lo he repetido en múltiples ocasiones, pero parece que no lo comprendes –dijo su padre con desilusión—. Bailar no te traerá nada bueno como hombre. Debes apartarlo de tu mente y comenzar a pensar en cosas que te aseguren un futuro. ¿Por qué no consideras la medicina, como yo? Deja esas cosas para las niñas. A menos que... no me digas que eres un maldito maricón, ¿verdad?

Las palabras quedaron atrapadas en la garganta de Jimin, las lágrimas brotaron de sus ojos y comenzaron a surcar sus mejillas. No fue capaz de articular una simple frase, perdido en una amalgama de emociones. La rabia y la tristeza se entrelazaban, envolviéndolo en una red de inseguridades que impedían pensar con claridad.

En el silencio cargado de tensión, la mirada indignada de su madre se encontró con la desolación en los ojos de Jimin. Con delicadeza, su mano se inclinó para secar las lágrimas que surcaban su rostro, empañado por la opresión y el dolor.

—¡Hazme daño a mí si así lo deseas, pero no te atrevas a pronunciar palabras hirientes sobre nuestro hijo! —intervino su madre con voz firme, desafiante a la tormenta que se avecinaba— ¡Te aseguro que no permitiré que esto pase desapercibido!

Su padre, impulsado por la furia, se levantó abruptamente de su asiento, avanzando con paso decidido hacia ellos. Jimin apretó con fuerza las manos que le brindaban protección, refugiándose en el amparo de su madre. Un muro invisible se erigió entre ellos, resguardando al joven danzante de los embates verbales.

—¿Acaso no entiendes? -exclamó su padre, la rabia teñida en sus palabras— Estas ideas que le inculcas solo le hacen daño. Tu hijo se está convirtiendo en una... en un... put-

Antes de que su padre pudiera terminar su frase cargada de prejuicios y desprecio, la mano de su madre surcó el aire, abofeteando con fuerza su rostro. El sonido del impacto resonó en la habitación, un eco de rebeldía y defensa.

—¡Escúchame con atención! ¿Acaso importa si el niño no es lo que tú consideras "normal"? ¡Tiene dieciséis años, por todos los dioses! Aún tiene un largo camino por recorrer antes de encontrar el amor. Míralo, persigue su pasión, tiene un propósito en la vida y es feliz, a pesar de tener un padre tan ignorante y desdichado.

(¡Ya basta, por favor!)

(Dejen de gritar, deténganse...)

Eran las palabras que ardían en su interior, un grito desesperado que no lograba salir de su garganta. En ese instante, el deseo de desvanecerse se apoderó de él.

Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta de su hogar y emprendió una carrera sin rumbo, dejando atrás los ecos de los llamados desesperados de su madre y los pasos acelerados de su padre. Su corazón palpitaba con intensidad, envuelto en una mezcla de dolor, ira y tristeza. Ansiaba gritar, pedir que todo se detuviera, pero en lugar de ello, en silencio, se alejó de ellos.

Una culpabilidad abrumadora se apoderó de su ser. Estaba convencido de que todo lo que ocurría era culpa suya, una mera "obsesión caprichosa". Las peleas entre sus padres, las mentiras que su madre se veía obligada a tejer, el resentimiento que su padre albergaba hacia él y esta parte de su ser que lo hacía pleno.

¿Acaso entregar su vida a los deseos de su padre haría su existencia más llevadera? ¿Si abandonara la danza, sería finalmente aceptado? ¿Si dejara de cuestionarse cada día su propia identidad, encontraría el amor y la aceptación?

Estas preguntas, inquietantes e incesantes, resonaban en su mente como un eco melancólico, mezclándose con la angustia y la sensación de que cada paso que daba era un error irremediable.

Caminaba sin un destino claro, perdido entre las sombras de la noche. Sus pies se hundían en las calles solitarias, mientras el viento susurraba viejos secretos y susurros ancestrales. En su interior, una pasión ardía con la intensidad de los antiguos fuegos sagrados, una llama que se negaba a extinguirse bajo el peso de la intolerancia y el desprecio.

Sus pensamientos se entrelazaban con las estrellas que brillaban en lo alto, buscando respuestas en la vastedad del universo.

Las lágrimas se confundían con el polvo de sus sueños rotos, dejando un rastro de dolor y esperanza a su paso. El corazón de Jimin latía con fuerza, como un tambor desbocado, mientras luchaba por encontrar su lugar en un mundo que parecía resistirse a aceptarlo tal como era.

En aquel momento de silencio y soledad, Jimin anhelaba la capacidad de hacerse oír. Quería decirles a sus padre que ya no podía más, que estaba cansado de luchar contra su propia esencia. Pero sus palabras se ahogaban en su garganta, aprisionadas por el miedo y la incertidumbre. En lugar de eso, se dejó llevar por la urgencia de escapar, de alejarse de todo aquello que lo atormentaba.

Así fue como abrió la puerta de su hogar y se lanzó hacia la oscuridad de la calle, sin dirección ni destino fijo. Aún podía escuchar los gritos desesperados de su madre y los pasos apresurados de su padre persiguiéndolo, pero no se detuvo. Su determinación superaba cualquier obstáculo, impulsándolo a seguir adelante, aunque su corazón se desgarrara en el proceso.

Un sentimiento abrumador de culpa se apoderó de él. Creía firmemente que todo el caos y la discordia eran consecuencia de su mera existencia y sus supuestos caprichos. Las peleas constantes entre sus padres, las mentiras que su madre se veía obligada a tejer para protegerlo, el resentimiento de su padre hacia esa parte de sí mismo que lo hacía sentir vivo y auténtico.

¿Sería más fácil si se sometiera a los deseos de su padre? ¿Podría ganarse su amor y aceptación si abandonaba su verdadera pasión?

Estas interrogantes, sin respuesta clara, lo atormentaban día tras día, tejiendo una red de angustia y confusión en su interior. Pero, en lo más profundo de su ser, sabía que renunciar a su esencia sería renunciar a sí mismo.

Se detuvieron los pasos de su padre, y el joven quedó inmerso en un mar de incertidumbre. Desorientado en aquel laberinto de sombras, su mente y su cuerpo ansiaban encontrar un camino hacia la luz. Las calles de la ciudad le fueron negadas debido a la sobreprotección constante impuesta por sus padres. Aunque no le molestaba, en ese momento se convertía en la razón de su pérdida, tanto en el sentido físico como en el espiritual.

La oscuridad lo rodeaba, sin rastro de compañía. Sin embargo, sus pasos continuaron con cautela, avanzando lentamente hacia adelante, hasta que, al final del tortuoso sendero, una luminosidad radiante inundó su visión. Era la luna, escoltada por el titilar de las estrellas, que juntas iluminaban el abismo en el que se encontraba. Fue en ese instante que las palabras de su madre emergieron en su mente, susurrando con pasión:

"Recuerda, pequeño, las estrellas siempre te acompañarán en las noches más oscuras. Su brillo intenso tiene el poder de iluminar cualquier sombra. Siempre, al final de cada abismo, las estrellas y la luna estarán ahí para guiarte. Tu abuelita, una estrella resplandeciente, disipará cualquier oscuridad que intente acecharte. Escucha y sigue sus pasos, mi niño, ellos te conducirán en cada travesía que emprendas".

El día en que Jimin perdió a su abuela, un abismo de desconsuelo se abrió ante él. Su padre no hizo acto de presencia durante todo ese día, lo cual aumentó su angustia. Su madre irrumpió entonces en su habitación, un refugio que resguardó su infancia. Observó su figura ingresar y, buscando en vano ocultar su tristeza, Jimin se cubrió completamente con las sábanas. Él sufría la pérdida de su abuela, y su madre, a su vez, lloraba la partida de su propia madre. En ese momento, eran los únicos lazos de consuelo que les quedaban.

Entre lágrimas, su madre enjugó su rostro y, al pronunciar aquellas palabras, una chispa de esperanza se encendió en el corazón del joven. Ahora sabía que siempre podría encontrar a su abuela en el brillo estelar de cada noche.

Al llegar al final del sendero, Jimin percibió la figura de un hombre sentado en la penumbra, sin comprender sus verdaderas intenciones ni qué motivos lo habían llevado hasta allí. Al acercarse con sigilo, creyó haber perturbado el silencio y, en respuesta, el hombre giró su rostro hacia él con prontitud.

La noche se cernía fría y desolada, mientras el hombre permanecía en el límite del acantilado, sus ojos perdidos en el horizonte sombrío. Fue en ese instante que unos pasos se aproximaron desde la oscuridad.

La noche estaba fría y el hombre se encontraba sentado en el borde del acantilado, mirando el oscuro horizonte. Fue entonces cuando escuchó unos pasos que se acercaban hacia él. Se volvió y vio a un joven de aspecto preocupado que se detuvo a unos pasos de distancia.

―S-señor, ¿qué hace sentado ahí? ―preguntó Jimin con voz temblorosa.

―En todo caso, debería preguntar qué hace alguien como tú por aquí a estas horas. Tu madre y padre podrían preocuparse, jovencito. ―respondió el hombre con una leve sonrisa.

La escena resultaba un tanto cómica, pero Jimin no podía encontrarle gracia en ese momento. Recordaba con claridad la molestia que lo invadió cuando aquel hombre lo llamó "jovencito".

―No creo que sea una preocupación ahora. Discutí con mi papá y salí corriendo de casa... Y usted, ¿qué hace sentado ahí? Es peligroso estar tan cerca del borde, podría caerse... ―dijo Jimin con genuina preocupación.

―¿Y si te dijera que, en realidad, quiero caer, jovencito? ―respondió el hombre con un tono desafiante.

Jimin no entendió del todo las palabras del hombre. Quizás era demasiado inocente para comprender lo que se escondía detrás de ellas, o tal vez simplemente no quería pensar en ello.

―No creo que quiera hacer eso. Es muy peligroso... Podría lastimarse mucho, inclusive no habría vuelta atrás una vez tomada esa decisión ―Jimin intentó sentarse a su lado, pero se alejó rápidamente manteniendo una distancia prudente―. Mejor observe las estrellas. A mí me ayudan mucho. Mi mamá solía decirme que, entre todas esas estrellas brillantes, está mi abuelita. Así que cuando mi papá se enoja conmigo, voy a mi cuarto por las noches, miro hacia ellas y hablo con mi abuela. Puede que ella no esté conmigo físicamente, pero sé que es una estrella brillante que me escucha y me protege... Intente buscar su estrella, señor.

El hombre, sumido en los remotos recovecos de su mente, se permitió un instante de meditación ante las palabras encendidas de Jimin. El aire de la noche, impregnado de un tinte romántico, parecía danzar al compás de su melancólica reflexión. Finalmente, con voz serena, envuelta en la sabiduría de antiguos tiempos, pronunció sus palabras:

―Hablas con pasión, joven bailarín. No dejes que el resplandor de esa pasión se apague. Aunque las sombras de la duda y la desaprobación te asalten, continúa tu camino con coraje y alcánzate hacia los luminosos escenarios de la vida.

En los ojos de Jimin se encendió un brillo de esperanza y determinación, como las estrellas que pincelaban el firmamento nocturno. Con una inclinación de cabeza, agradeció el mensaje transmitido con elegancia, aquel desconocido hombre parecía ser una persona bastante formal y elegante, por lo que Jimin decidió responder del mismo modo.

―Prometo, construir mi destino como un bailarín excepcional. Y cuando alcance la cumbre de mi arte, recordaré este encuentro y las palabras que me has brindado ¡Gracias, señor!

Ambos compartieron un instante de complicidad, en el que pasado y futuro se entrelazaron fugazmente.

El joven y el hombre, unidos por la pasión y el anhelo, sellaron su promesa con el estrechamiento de meñiques. En ese gesto sencillo pero significativo, quedó grabado el pacto entre ambos, destinados a encontrarse nuevamente en un escenario donde los sueños toman forma y el arte despliega su magnificencia.

Una vez que abandonó el lugar, Jimin emprendió el camino de regreso a su hogar, dejando atrás al enigmático caballero cuyo rostro permanecía oculto.

Aunque desconocía si se trataba de un hombre de noble linaje o simplemente un ser común, eso no menguaba la motivación que encontraba en la idea de su nobleza, y en las palabras alentadoras de su madre.

Tras deambular durante horas y lograr orientarse, finalmente llegó a su morada, decidido a enfrentar a su padre y poner fin a su constante ausencia y críticas.

Al adentrarse en la estancia, encontró a su padre sentado a la mesa, absorto en una conversación telefónica, mientras su madre, preocupada y angustiada, ocultaba su rostro entre las manos.

―¡Jimin! ¡Hijo, estás bien! ―exclamó su madre con alivio al verlo.

―No, escucha atentamente. Yo quiero estudiar danza, no medicina como tú, padre ―dijo Jimin con determinación, interrumpiendo el discurso paterno―. ¿Cuál es tu objeción? ¿Acaso es una actividad reservada solo para las chicas? Permíteme disculparme, padre, por no ser el "hombre fuerte" que tanto deseas. Pero te informo que, si serlo implica seguir tu ejemplo: estar ausente en los momentos de necesidad de nuestra familia, negarte a acompañarme en mi camino, imponerme una vocación que no me llena de pasión y carecer de habilidad para comunicarte sin recurrir a los insultos, entonces prefiero no considerarte un modelo a seguir. A partir de este momento, me mostraré tal como soy, sin ocultar nada más.

Concluyó Jimin, dejando caer cada palabra con valentía, mientras se dirigía a su habitación. El miedo, que una vez habitó en su interior, había sido desplazado por una sensación de alivio que se manifestaba en sus palabras.

―Pero Jimin, ¿qué signi... ―intentó objetar su padre.

―Ah, y hay algo más... ―lo interrumpió el joven, sin dejar espacio para la respuesta de su progenitor―. ¿Te molesta que sea un "maricón", padre? Pues... ¡Aprende a convivir con esa realidad! ―reveló con determinación, antes de retirarse a su cuarto. Observó cómo su madre, incapaz de contenerse, luchaba por ahogar una risa tras sus manos, no porque encontrara gracia en la situación, sino más bien por la emoción y el orgullo que desbordaban en su interior.

Jimin se sentía abrumado por los pensamientos que lo atormentaban desde el día anterior, envuelto en una nebulosa de inquietud y melancolía. Sin embargo, al encontrarse en el escenario, su cuerpo parecía elevarse en el aire al compás de la música, desplegando una destreza asombrosa. Cada salto y giro era un destello de pasión y arte en movimiento. A pesar de su impecable ejecución, su mente no dejaba de dar vueltas a la imagen que lo perseguía.

Desde aquella noche, Jimin había seguido con fervor su pasión por la danza, desafiando las críticas y superando los obstáculos en su camino. Cada paso que daba, recordaba la promesa que había sellado con aquel hombre misterioso y se esforzaba por brillar en el escenario, como las estrellas que iluminaban su sendero en las noches más oscuras.

El estruendo de aplausos y los gritos enérgicos del público lo arrancaron de sus pensamientos. Jimin comprendió que no podía permitir que sus preocupaciones se reflejaran en su actuación. Con gracia y pasión renovada, continuó danzando, entregándose por completo al fluir de la música.

En ese instante, al levantar la mirada, se encontró con los ojos de Jeon Jungkook, sentado en la primera fila del auditorio. La sorpresa se dibujó en su rostro, pero la suave sonrisa y el gesto de aprobación de Jungkook lo tranquilizaron y colmaron de confianza. Saber que su ídolo estaba allí, observándolo con orgullo, fue suficiente para liberarse de cualquier inseguridad y entregarse plenamente a la danza.

La música continuaba su envolvente melodía, y Jimin, moviéndose con aún más gracia y habilidad, se acercó cada vez más a Jungkook en el escenario. El público respondía con ovaciones y aclamaciones, envolviéndolo en un halo de admiración.

Cuando la actuación llegó a su fin, Jimin fue sorprendido por uno de los miembros del teatro, quien le entregó un exquisito ramo de flores acompañado de una carta. Con manos temblorosas, abrió el sobre y comenzó a leer el mensaje de Jungkook:

"Estimado Jimin, en dos ocasiones he sido testigo de tu actuación extraordinariamente hermosa. Tu habilidad para moverte en el escenario es impresionante y me ha dejado sin palabras. Este pequeño gesto pretende recordarte que eres verdaderamente talentoso, y anhelo poder presenciar más de tus actuaciones en el futuro. Tengo algo que me gustaría proponerte. Ya tienes mi número. Con admiración, Jungkook".

Jimin quedó atónito, absorto en una mezcla de incredulidad y asombro, al procesar la amabilidad inesperada de su ídolo, Jungkook.

Un torbellino de emociones se desató en su interior, mientras se preguntaba si su danza alcanzaba verdaderamente la categoría del arte sublime.

¿Cómo era posible que Jungkook hubiera dejado su número de teléfono? Un rubor sútil tiñó las mejillas de Jimin, mientras su mente se llenaba de fantasías acerca de la posibilidad de que alguien como Jungkook deseara conocerlo más íntimamente.

En aquel preciso instante, los ojos de Jimin se encontraron con los de Kim Taehyung, su fiel amigo y compañero en el arte de la danza. Juntos, habían compartido una conexión profunda desde sus días de infancia, alimentando su pasión por el baile con cada paso que daban en armonía.

Taehyung, con su cabellera oscura y rebelde que enmarcaba su rostro de ángulos suaves, irradiaba una energía que transportaba a Jimin a tiempos pasados. Sus ojos, de un profundo color avellana, brillaban con un resplandor misterioso, como si encerraran secretos ancestrales que solo el arte de la danza podía desvelar.

Sin embargo, más allá de su virtuosismo en el escenario, Taehyung era conocido por su corazón cálido y su espíritu extrovertido. Siempre estaba dispuesto a brindar su apoyo incondicional a sus compañeros de danza, y Jimin era testigo de ello en cada ensayo y actuación. Su amistad era un tesoro preciado, forjado en el crisol del arte y fortalecido por la pasión compartida.

Jimin admiraba a Taehyung no solo por su talento innato, sino también por su dedicación y perseverancia. Había presenciado las horas interminables de práctica, los sacrificios y el esfuerzo inquebrantable que Taehyung invertía en su arte. Era un testimonio de su amor y devoción por la danza, una dedicación que alimentaba el fuego de su pasión día tras día.

Jimin se sentía afortunado de tener a Taehyung a su lado, no solo como un amigo, sino también como un mentor y un guía en el maravilloso mundo del ballet. Juntos, exploraban los límites de la expresión artística, desafiando las convenciones y trascendiendo las expectativas impuestas por el tiempo y la sociedad.

Aunque el reconocimiento y el éxito acompañaban sus pasos, Taehyung se mantenía humilde y entregado a su arte. Era un eterno aprendiz, siempre ansioso por perfeccionarse y descubrir nuevas formas de expresión. Su dedicación y disciplina eran palpables en cada práctica, y Jimin se sentía honrado de ser testigo de su incansable búsqueda de la excelencia.

Jimin encontraba en Taehyung un faro de inspiración y guía. Su presencia en el escenario era como la de un antiguo poeta, narrando historias silenciosas a través de sus movimientos y gestos.

―¡Tae! ―exclamó Jimin, acercándose con una mezcla de emoción y nerviosismo―. Mira lo que recibí ―dijo, extendiendo la nota y el ramo de flores hacia él, como si fueran tesoros preciosos que encontró en un antiguo cofre.

Taehyung, al observar la nota y el ramo de flores, no pudo contener su orgullo y alegría por Jimin. Conocía a su amigo desde hace años y había sido testigo de su arduo trabajo y dedicación para alcanzar sus sueños. Sin embargo, también era consciente de las inseguridades que acechaban a Jimin y de cómo, en ocasiones, su confianza flaqueaba.

―¡Jimin, esto es verdaderamente asombroso! ―exclamó Taehyung, devolviéndole una amplia sonrisa que reflejaba su felicidad genuina―. Jungkook ha reconocido tu talento y te ha dejado su número. ¡Estoy realmente emocionado por ti, Mimi! Oye... ¿será una propuesta indescente, acaso?

―¡Taehyung! ―respondió Jimin, riendo ante el sarcasmo de su amigo―. No empieces con tus bromas. Estoy realmente agradecido por esto. Nunca imaginé que algo así pudiera suceder.

Taehyung asintió, su sonrisa burlona suavizándose por un momento.

―Sabes que lo mereces, ¿verdad? Tienes un talento brillante en el arte de la danza, Mimi. Cada vez que subes al escenario, el mundo entero se queda sin aliento, cautivado por tu gracia y pasión.

―Gracias, Tae. Significa mucho para mí tenerte a mi lado ―dijo Jimin sinceramente, su voz resonando con gratitud y afecto.

Taehyung se encogió de hombros con un gesto casual, pero sus ojos brillaban con complicidad.

―Bueno, alguien tiene que mantener a este dúo dinámico con los pies en la tierra, ¿no crees? ―respondió Taehyung con una sonrisa irónica―. Pero en serio, Mimi, este es solo el comienzo de algo grandioso para ti ¡Prepárate para alcanzar las alturas más exquisitas!

Jimin asintió, sintiéndose lleno de determinación y gratitud por la confianza de Taehyung.

―Estoy listo, Tae. Juntos hemos soñado con este momento durante tanto tiempo. Ahora es nuestro momento de brillar y encender los corazones con nuestra danza.

Con la nota y el ramo de flores entre sus manos, Jimin miró a su amigo con una sonrisa llena de complicidad. Sabía que, sin importar los desafíos que se presentaran, tendrían el uno al otro para apoyarse, reír y desafiar al mundo con su arte.

―Entonces, ¿qué esperas, Mimi? ¡Llama a Jungkook y descubre qué propuesta emocionante tiene para ti! Estoy deseando ver cómo esta historia se despliega en nuestro escenario de sueños ―dijo Taehyung, su tono lleno de entusiasmo y sarcasmo cariñoso.

Jimin agradeció las palabras de aliento de Taehyung, sintiendo una oleada de gratitud y humildad. No podía evitar sorprenderse una y otra vez por la extraordinaria situación en la que se encontraba. Nunca en sus sueños más audaces habría imaginado que algo así podría suceder.

Jimin seguía sorprendido por la situación y se sentía profundamente agradecido por el gesto de Jungkook. Cada vez más inmerso en sus pensamientos, se preguntaba cómo podría entablar una conversación con él y, en el fondo de su corazón, ansiaba verdaderamente conocerlo. Jimin estaba acostumbrado a ser admirado por su talento en la danza, pero nunca había experimentado algo tan extraordinario como esto. Ese simple gesto de Jungkook le había hecho reflexionar sobre cómo un pequeño acto de generosidad podía tener un impacto significativo en la vida de alguien.

Y mientras tanto, en el corazón de Jungkook, una sorpresa aún mayor aguardaba. En el momento en que Jimin apareció en escena, con su cabello teñido de un azul oscuro cautivador, el joven quedó perplejo. Durante unos breves instantes, se quedó sin palabras, y sus ojos se llenaron de lágrimas, revelando una mezcla de asombro y admiración hacia el talento y la belleza de Jimin.


🌟





Ay la mariposa azul... más claro tiremosle agua 😉

Realmente me veía en la urgencia de escribir y principalmente continuar con esta historia que la tengo pendiente hace mucho, por lo tanto entre ratos libres logré escribir dos capítulos, los tiempos de la universidad me tienen super alejada de la escritura, normalmente no me habría tardado tanto 😭

Por suerte, en un mes son mis vacaciones y escribir más contenido, les envío buenas vibes también para sus exámenes y trabajos

Respecto a la historia, incorporé algo nuevo y es que Eunwoo es manager de Jungkook, al ser una figura artística de importancia necesita de alguien que lo protega y, a su vez, esté al pendiente de su agenda, y me pareció ideal agregar un personaje como tal.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro