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🦋𝟏𝟗🦋

Jimin pasó la madrugada sin poder dormir. No era tanto por Jungkook; sabía que no debía temerle a él. Lo que lo mantenía despierto era lo que había descubierto: los vampiros existían, no solo en historias. Algunos de ellos tenían una sed de sangre tan aterradora que podían amenazar su vida, incluso la de Taehyung o su familia. Cada vez que intentaba cerrar los ojos, las imágenes oscuras volvían.

El miedo lo llevó a tomar una decisión inesperada: quedarse en casa de Jungkook.

La seguridad tangible de estar con él le ofrecía algo a lo que aferrarse, pese a la realidad que acababa de conocer, los brazos de Jungkook lo envolvían en una calidez que debería tranquilizarlo, no podían disipar el frío que se asentaba en su pecho. Jimin intentaba visualizar a Jungkook haciendo esas cosas terribles, pero la imagen se desvanecía, sustituida por el hombre que ahora lo abrazaba.

Lo amaba, pero ¿cómo podía amar a alguien con un pasado tan oscuro? Las preguntas lo mantenían despierto, su respiración entrecortada y el pulso acelerado. Sentía como si algo frágil colgara sobre ellos, a punto de romperse con el más leve movimiento. No era solo el miedo a los vampiros o a la sangre; era el miedo a que el amor no fuera suficiente para sostenerlos.

Jungkook, sintiendo el leve temblor de Jimin, abrió los ojos.

—¿Estás bien? —susurró, su voz suave, cargada de preocupación.

Jimin tardó en responder. Su mente era un torbellino de pensamientos que no lograba ordenar. Miró la habitación buscando respuestas, pero solo encontró el reflejo de sus miedos.

—No lo sé, Jungkook —murmuró finalmente—. Todo esto es demasiado, y-yo necesito tiempo para pensar, para entender qué significa para nosotros.

Jungkook lo miró, el dolor latente en su mirada. El miedo de perderlo era real, pero sabía que no debía presionarlo.

—Son apenas las seis de la mañana —dijo Jungkook, su voz temblando ligeramente—. No quiero que te vayas de esta forma.

—No me iré para siempre. Iré a la exposición, estaré allí contigo. Solo... necesito un poco de espacio ahora mismo, despejar mi mente por mi propia cuenta.

Jungkook asintió lentamente. Aunque el temor seguía acechando en su pecho, sabía que tenía que dejarlo ir.

—Lo entiendo... solo prométeme que estarás bien, esta amaneciendo así que estas a salvo.

—Te lo prometo. Y prometo que estaré contigo esta noche. —dijo Jimin, intentando sonar seguro, aunque su corazón seguía lleno de dudas.

Jimin una vez que estuvo fuera de la habitación, se dirigió hacia la puerta y una antes de que pudiera girar el pomo de la misma, sintió una mano firme cerrarse alrededor de su brazo, deteniéndolo. El calor familiar lo invadió, pero también la tensión que provenía de Jungkook. Lentamente, Jimin se giró para encontrarse con los ojos oscuros de Jungkook, más profundos que antes.

No podía dejar las cosas con Jimin así, no en un día tan importante, entendía el tiempo que este necesitaba, pero... el miedo a perderlo era más fuerte.

—No te vayas así —susurró nuevamente Jungkook, su voz baja, llena de temor ante lo que pudiera ocurrir—. No quiero que pienses que soy ese monstruo, no tienes nada que temer de mí... no voy a negarte que cometí actos terribles en el pasado, actos imperdonables, pero no soy esa persona, estaba cegado, lleno de odio y- se que nada justifica lo que hice, p-pero jamás haría algo que te lastime a ti, Jimin.

Jungkook dio un paso hacia adelante, su agarre suave pero firme, y sus ojos comenzaron a cambiar, revelando su naturaleza vampírica. Las venas alrededor de sus ojos se oscurecieron y sus colmillos aparecieron brevemente, pero su mirada estaba llena de dolor, no de amenaza.

—Jimin. Eres... mi musa, mi inspiración en vida, aquel hombre que provoco que fuese capaz de volver a tener un pincel en mi mano y que pueda saber lo que quiero pintar, sería imposible que mis manos terminen con sangre tuya —su voz temblaba con sinceridad—. Eres tú quien hace que mi corazón lata y me sienta vivo, a pesar de que no tenga ni vida o un corazón latente, tú eres el motivo por el que puedo decir que cada día no pierdo la cabeza y le encuentro sentido seguir deambulando en este mundo.

El aire entre ellos se llenó de una tensión innegable. Jimin, con el corazón desbocado en su pecho, vio al hombre frente a él. No al vampiro que podía aterrarlo, no al monstruo que Jungkook le conto y vio como atacaba a un hombre. Solo a Jungkook, quien lo miraba como si fuera la única razón por la que seguía luchando contra la oscuridad dentro de sí.

El silencio se alargó. Jimin sentía su respiración entrecortada, pero el contacto con la piel de Jungkook era lo que lo mantenía ahí, en ese momento. Sus manos temblorosas se levantaron, posándose en las mejillas de Jungkook, mientras intentaba contener el miedo que aún lo invadía.

La piel del vampiro se sintió suave en sus dedos como una seda, a pesar de su apariencia, Jungkook seguía ahí, pero ¿Por qué le costaba tanto no tener miedo?

—Jungkook, y-yo... —Jimin tragó saliva, sus palabras atrapadas entre el miedo y la necesidad.

—Por favor, Jimin —Jungkook posó una mano firme en la cintura de Jimin, acercándolo más hacia él. Sus cuerpos apenas separados, sus narices rozándose—. No hay nada que temer.

El roce de sus alientos se mezclaba, la cercanía entre ellos se volvía insoportable, y en un impulso desesperado por romper esa tensión, Jungkook lo besó. Fue un beso apasionado, lleno de todo lo que las palabras no podían decir. Un intento de mostrarle a Jimin que, a pesar de su pasado, con él estaría a salvo. Protegido. Amado y deseado como nunca antes.

Pero en medio de la pasión, algo cambió. La intensidad del momento empezó a oscurecerse, y sin darse cuenta, los colmillos de Jungkook rozaron el labio de Jimin. Al principio fue un pequeño corte, apenas un leve sabor metálico en la boca, pero en cuestión de segundos, la necesidad de sangre se apoderó de él.

Jungkook comenzó a tomar de la sangre de Jimin sin siquiera percatarse, guiado por su instinto incontrolable, uno que había prometido controlar. Jimin sintió el cambio de inmediato. Lo que antes había sido un beso lleno de deseo, ahora era un tirón desesperado, una sed que lo devoraba.

—¡Jungkook! —intentó decir, su voz ahogada por el dolor y la sorpresa. Forcejeó, tratando de apartarlo.

Finalmente, con un esfuerzo desesperado, logró empujar a Jungkook, separándose bruscamente de él. Sus dedos se posaron sobre su labio herido, sintiendo la humedad de su propia sangre. Los ojos de Jungkook estaban nublados, y su respiración agitada como si hubiera perdido el control.

Jimin lo miró con una mezcla de miedo y decepción.

—¡¿No era que no tenía nada que temer?! —preguntó, su voz temblando mientras daba un paso atrás.

—Jimin esa no fue mi intenc-

—Jungkook... me iré. Hablaremos en la noche.

Jungkook, con los ojos aún cambiados por la sed, apenas pudo pronunciar su nombre antes de que Jimin se alejara, el dolor en su pecho más fuerte que cualquier otra emoción. Se quedó allí, quieto, observando cómo la puerta se cerraba tras él.

Jimin caminaba por las calles de Seúl, su mente aún revuelta con todo lo que había sucedido esa madrugada. Las luces suaves del amanecer apenas bañaban la ciudad, mientras el frío de la mañana le calaba los huesos, haciendo que cada paso se sintiera más pesado. A lo lejos, los primeros sonidos del tráfico apenas rompían el silencio que lo envolvía.

Cuando llegó a la casa que compartía con Taehyung, subió los escalones lentamente limpiando su labio con un pañuelo que tenia en el bolsillo de su pantalón, sus pensamientos pesando sobre él como una manta húmeda. Al abrir la puerta, lo primero que vio fue a Taehyung en la sala, abrazado por Jin.

Taehyung, con su habitual expresión de confusión mezclada con serenidad, parecía procesar algo grande. Jin, en cambio, tenía los ojos húmedos, como si el peso de lo que acababa de compartir hubiera sido demasiado para él.

Jimin se detuvo en la entrada, sorprendido, pero Jin lo notó y, con un gesto suave, se separó de Taehyung. Sus ojos todavía reflejaban algo de tristeza, pero se movió hacia la puerta sin decir mucho.

—Ya me iba —dijo Jin, secándose rápidamente los ojos—. Solo quería ser yo quien le contara la verdad a Taehyung.

Jimin asintió en silencio. No había necesidad de más palabras. Jin le dio una última mirada a Taehyung antes de salir. La puerta se cerró con un clic suave, dejando a Jimin y Taehyung solos en la habitación.

Jimin se acercó a su amigo, viendo la confusión en sus ojos.

—Tae... —dijo en voz baja— ¿estás bien?

Taehyung se encogió de hombros, sus ojos aún brillando con desconcierto, pero no con miedo.

—¡Yo debería hacerte esa pregunta, Jimin! ¿Qué te sucedió?

—Yo estoy bien, Tae... ¿Qué sucedió con Jin?

—Jin me contó que es un vampiro... igual que Jungkook —dijo, su voz lenta y medida, como si todavía estuviera procesando cada palabra—. Me dijo que ha vivido más tiempo de lo que puedo imaginar. Es... extraño, pero no me asusta. Solo parece... irreal.

Jimin asintió, sentándose a su lado en el sofá. El sol empezaba a entrar por las ventanas, dibujando líneas doradas sobre el suelo, pero el ambiente seguía siendo pesado, lleno de dudas.

—Lo sé. Es mucho para digerir —respondió Jimin, aunque no estaba seguro de cómo sentirse él mismo. Mientras Taehyung parecía aceptar lo imposible con una facilidad que Jimin envidiaba.

Taehyung guardó silencio por un momento, mirando el suelo como si buscara respuestas en las sombras.

—No estoy asustado —murmuró finalmente, levantando la vista hacia Jimin—. Jin sigue siendo Jin, ¿verdad? Todo lo que me dijo no cambia lo que siento por él. Siento que lo conozco... siempre lo conocí.

Las palabras de Taehyung resonaron en Jimin, como una verdad que él no podía alcanzar. Taehyung lo veía con claridad, pero para Jimin, el pasado oscuro de Jungkook era una sombra que no dejaba de proyectarse entre ellos. Miró a su amigo, tratando de entender cómo podía ser tan sencillo para él.

—Sí —dijo Jimin finalmente—. Jin sigue siendo el mismo, solo que ahora sabes algo más sobre él. Nada más.

Taehyung asintió lentamente, como si todo encajara en su mente de manera natural. Pero Jimin no podía evitar preguntarse si alguna vez llegaría a esa misma claridad.

De repente, Taehyung lo miró con curiosidad, una pequeña sonrisa juguetona en los labios.

—¿Y tú? —preguntó con franqueza—. Sé que algo te preocupa, Jimin. 

Jimin sintió un nudo en la garganta. Taehyung siempre había sido observador, captando incluso los pequeños cambios en su comportamiento.

—Es Jungkook... —dijo finalmente, luchando por expresar sus emociones—. Hay tanto en su pasado que no sé si puedo procesarlo. No sé cómo sentirme. Tal vez no debería tener miedo, pero... lo tengo.

Taehyung lo miró, su expresión más suave, sin juicio alguno.

—¿Jungkook ha cambiado desde que lo conoces? —preguntó suavemente—. Porque para mí, Jin sigue siendo el mismo, a pesar de todo lo que me contó. Quizá Jungkook está tratando de ser alguien mejor. Eso es lo que importa, ¿no?

Jimin dejó escapar un suspiro. Quería creer en eso, pero las dudas seguían pesando en su pecho.

Las palabras de Taehyung resonaron en Jimin, haciéndole pensar en Jungkook. ¿Podría él sentir lo mismo? Taehyung parecía tener claro que Jin no había cambiado, pero para Jimin, el pasado oscuro de Jungkook pesaba más de lo que quería admitir. Miró a su amigo, notando esa mezcla de confusión y curiosidad que siempre había caracterizado a Taehyung. Él encontraba la forma de ver las cosas de manera más simple, más directa.

—Sí —dijo Jimin finalmente—. Pero es difícil cuando a pesar de los intentos de alguien en cambiar, vuelve a tropezarse en la misma piedra.

Taehyung suspiró, asintiendo lentamente. Había claridad en sus palabras, pero Jimin no podía evitar preguntarse si él mismo lograría llegar a esa misma conclusión con Jungkook. Taehyung parecía adaptarse rápido a esta nueva realidad, mientras que Jimin seguía luchando para entenderlo todo.

—No te voy a mentir, Jimin. Parte de mí está asustado también. Jin ha vivido tanto, ha visto cosas que yo ni siquiera puedo imaginar. Pero... no puedo dejar de sentir que sigue siendo el mismo. ¿Y Jungkook? ¿Lo sientes diferente?

—No lo sé, Tae. Quiero creer que puedo aceptarlo todo, pero no puedo dejar de pensar en las cosas que ha hecho. —Jimin bajó la mirada, sintiendo el peso de sus dudas—. Siento que cada vez que intento verlo como antes, su pasado se interpone.

Jimin dejó escapar un suspiro, las palabras de Taehyung lo dejaron pensando. Jungkook seguía siendo el mismo para él también, pero la sombra de su pasado no dejaba de envolverlo. ¿Cómo podía ignorar lo que había sido y lo que había ocurrido?

Taehyung lo miró con calma, sin juzgar.

—Todos tenemos partes oscuras. No podemos cambiar lo que hicimos, pero sí quién queremos ser ahora.

Jimin quería creer eso, pero las dudas seguían presentes, como un peso que no podía sacudirse. Miró a Taehyung, que parecía estar asimilando las cosas a su propio ritmo, pero sin perder de vista quién era Jin para él. Envidiaba esa claridad, esa paz que Taehyung parecía haber encontrado tan rápido. Para él, las cosas no eran tan simples.

—Tal vez tengas razón —dijo Jimin, su voz suave, casi un susurro—. Pero me llevará tiempo aceptarlo... aún siento el peso de todo esto aplastando mi pecho. Hablamos de asesinatos, Taehyung, uno puede cometer acciones malas que le cuesten años incluso superar, pero hablamos de vidas humanas, no sé cómo haya sido el pasado de Jin, pero esto es diferente.

El silencio se asentó entre ellos, un silencio que no era incómodo, sino lleno de comprensión. Taehyung le sonrió con ese brillo en los ojos que siempre lograba aliviar un poco el peso en el pecho de Jimin.

—Lo que sientas está bien. Es algo enorme de lo que estamos hablando, y entiendo por qué necesitas tiempo. —Taehyung apretó suavemente la mano de Jimin—. Tómate tu tiempo, no es algo que debería tomarse a la ligera, es decir, quizás si hubiera sabido esto desde un principio no habría sido tan optimista, ten mucho cuidado, Jimin.

Su mirada se desvió, casi sin querer, hacia el rincón de la habitación donde el ramo de flores que Jungkook le había dado en la estación al despedirse seguía en su lugar. Las flores, ahora marchitas, seguían siendo un recordatorio silencioso del amor que compartían. En ese instante, los recuerdos lo golpearon con fuerza. La imagen de Jungkook entregándole el ramo antes de ir a Busan regresó a su mente, acompañada de las palabras que había pronunciado ese día:

—Mi corazón también late tu nombre, Jimin. Cada pincelada de pintura lleva tu historia y arte. Desde que te vi, estás grabado en mí.

Jimin recordaba cómo su pecho se había llenado de calidez en ese momento, pero ahora, mientras observaba los pétalos caídos, no podía evitar preguntarse si ese amor sería suficiente para sostener todo lo que venía.

—¿Y si no voy a la exposición de hoy? —preguntó Jimin, casi en un susurro, sus palabras cargadas de dudas—. No sé si estoy listo para verlo... para enfrentar todo lo que implica.

Taehyung lo miró, sorprendido por la confesión.

—Dudo que Jungkook sea capaz de dañarte a ti, Jimin. Él haría cualquier cosa por ti.

—¿Estás tan seguro? —respondió Jimin, su voz temblando mientras sus ojos volvían al ramo—. No es solo sobre el presente, Tae. Es sobre lo que fue. ¿Cómo puedo estar seguro de que no volverá a ser lo que era? ¿Acaso crees que mi labio se lastimo mágicamente?

Taehyung, siempre optimista, sonrió con calma.

—Él no volverá a ser esa persona. Lo sé, porque tú le has dado algo que nunca antes había tenido quizas en mucho tiempo. Amor, esperanza... todo eso cambia a la gente, Jimin. Pero no puedes esperar calma proveniendo de un vampiro, Jin me dijo que ellos sufren más que nosotros, algo así como que sus emociones se magnífican, imagino que desde que Jungkook es vampiro no ha tenido ni un solo segundo de paz mental.

Jimin dejó escapar un suspiro, apartando la mirada del ramo. Quería creer en eso, sabía que la exposición no era solo un evento; era una confesión. Cada pincelada llevaba consigo el peso de todo lo que Jungkook no podía decir con palabras. Pero, mientras el temor en su pecho latía con fuerza, Jimin se preguntaba si alguna vez sería suficiente para silenciar las dudas que aún lo atormentaban.

—Taehyung... —murmuró, pero se interrumpió. Sabía que el miedo aún latía en su pecho, pero también sabía que quedarse al margen no le traería ninguna respuesta. Sus pies ya habían decidido lo que su mente seguía debatiendo. Iría a la exposición, aunque la incertidumbre lo siguiera acompañando.

—Sí, va a ser una noche especial —respondió finalmente, su voz suave pero cargada de anticipación.

Taehyung, siempre el optimista, sonrió ampliamente.

—Estaré allí contigo, pase lo que pase... no pienso dejarte solo. —dijo con una convicción que hizo que la sala se sintiera más brillante, más ligera. Jimin deseó poder compartir esa certeza, pero el peso en su pecho le recordaba que no todo era tan sencillo.

Sabía que, más allá de las pinturas y las promesas, aún quedaba mucho por resolver. Mientras se preparaban para la exposición, una pregunta seguía martillando en su mente: ¿Y si el amor no era suficiente para superar el peso del pasado?


Por otro lado, Jungkook había estado prácticamente toda la tarde tirado en su cama sintiéndose culpable, en cuanto la sed lo invadió se dirigió hacia la cocina y, con una bolsa de sangre en su mano se sentó en la sala apenas prestando atención a la luz tenue que se filtraba por las cortinas, quedando muy poco tiempo de día.

El sabor metálico le dejaba un vacío, como si cada gota que pasaba por su garganta solo lo hundiera más en la desesperación. Sus músculos estaban tensos, cada fibra de su ser lista para estallar.

No podía dejar de pensar en Jimin, en la conversación que habían tenido, en la manera en que se había ido y en lo que había hecho.

Cada palabra dicha, cada mirada cargada de incertidumbre, se repetía una y otra vez, como un eco interminable. Estaba furioso, no solo con la situación, sino consigo mismo, con el pasado que lo perseguía. Cuanto más lo pensaba, más crecía la ira dentro de él, una ira que lo consumía desde dentro, estrangulando cualquier posibilidad de alivio.

Apretó la bolsa de sangre con tal fuerza que sus nudillos se volvieron blancos. El líquido frío que bajaba por su garganta no calmaba el fuego en su pecho. Era como si el mismo aire que respiraba lo ahogara. El miedo a perder a Jimin, a que su pasado fuera demasiado para él, lo atormentaba. Era impotente, atrapado en una tormenta interna que no podía controlar.

De repente, la ira estalló. Se levantó de la silla con tal violencia que esta se volcó al suelo. Con un grito ahogado de frustración, lanzó la mesa frente a él. El crujido de la madera rompiéndose resonó en la sala, pero lejos de traerle alivio, solo amplificó el vacío que lo consumía. La furia seguía ahí, latente bajo la superficie.

Fue en ese momento, con la sala aún vibrando por el impacto, cuando la puerta se abrió de golpe. Eunwoo, Jaemin, y Yoongi entraron apresuradamente, alertados por el ruido. Sus ojos recorrieron la escena: la mesa destrozada, la silla volcada, y Jungkook, de pie en medio del caos, con el pecho subiendo y bajando rápidamente, los ojos llenos de furia y desesperación.

Eunwoo fue el primero en moverse, dando un paso adelante con cautela, su rostro una mezcla de preocupación y precaución.

—Jungkook, ¿qué está pasando? —preguntó, su voz suave, pero con un toque de urgencia.

Jungkook no respondió de inmediato. Sus ojos, fijos en los restos de la mesa, finalmente se levantaron para encontrarse con los de Eunwoo. Durante un instante, la furia pareció disminuir, dando paso a algo más profundo: una angustia aplastante que lo atrapaba, haciéndolo sentir vulnerable.

Jaemin, atento se acercó con pasos lentos y medidos, intentando no romper el frágil equilibrio.

—¿Qué sucedió, Jungkook? —preguntó, su voz baja pero firme, intentando llegar a la persona detrás de la tormenta.

Jungkook levantó la mirada. En sus ojos se reflejaban todas las emociones que había estado guardando: la ira, la culpa, la frustración, y debajo de todo, una tristeza abrumadora. No sabía cómo explicar el caos que lo estaba destruyendo por dentro. Solo sentía que estaba perdiendo el control, y eso lo aterraba.

Yoongi, que había estado observando desde la puerta, se adelantó. Su rostro tranquilo pero con una intensidad que mostraba cuánto entendía lo que estaba pasando.

—Habla con nosotros, Jungkook —dijo Yoongi, su voz calmada pero firme, como un ancla en medio de la tormenta—. No tienes que lidiar con esto solo.

Jungkook respiró hondo, sintiendo cómo el peso de la furia se transformaba en agotamiento y desesperación. Sabía que no lo juzgarían, pero las palabras se quedaban atrapadas en su garganta, como si el miedo a mostrarse tan vulnerable lo paralizara.

Finalmente, soltó la bolsa de sangre vacía que había estado sosteniendo sin darse cuenta. El sonido fue suave, pero para Jungkook, fue un recordatorio de lo frágil que se sentía.

—Es solo... —empezó, su voz apenas un susurro—. Me siento atrapado por mi pasado, y no sé cómo seguir adelante... Jimin ahora que sabe todo me pidió tiempo para poder pensar las cosas y- mientras lo besaba mordí su labio y no pude tener el control ¡Maldición odio esto!

Yoongi observó a Jungkook por un momento, notando cómo la tensión en sus hombros comenzaba a aflojarse, pero también viendo el cansancio y la tristeza que lo envolvían. Sin decir nada más, colocó una mano firme pero reconfortante en su hombro.

—Vamos a tu habitación —dijo con suavidad—. Necesitas calmarte y ordenar tus pensamientos.

Jungkook, agotado tanto física como emocionalmente, asintió débilmente. Se dejó guiar por Yoongi hacia su habitación. El silencio que los envolvía estaba lleno de comprensión, un silencio que permitía a Jungkook sentir que no tenía que cargar con sus emociones solo.

Mientras los dos desaparecían por el pasillo, Eunwoo y Jaemin se quedaron en la sala, observando los restos de la mesa y la silla volcada. La escena era un reflejo del caos que había pasado por la mente de Jungkook, un desorden que ahora les tocaba recoger.

Eunwoo suspiró y se inclinó para empezar a recoger las piezas rotas. Jaemin lo observó un momento antes de unirse a él.

—No esperaba que las cosas se pusieran así —murmuró Eunwoo, su voz cargada de preocupación mientras recogía un trozo de la mesa rota—. He visto a Jungkook enojado antes, pero nunca así. A veces siento que aún no entiendo del todo lo que significa ser vampiro... es decir ¿Por qué hizo eso a Jimin?

Jaemin se detuvo, considerando sus palabras.

—Lo que viste no es exclusivo de los vampiros —dijo finalmente—. Fue un ataque de pánico, algo que cualquier humano podría experimentar. Jungkook está lidiando con muchas cosas, y cuando esas emociones se acumulan, explotan. Creo que revivir su pasado lo está destrozando, y más ahora que Jimin está de por medio, lo que menos habría querido Jungkook sería alimentarse de Jimin, pero él no tiene control.

Eunwoo frunció el ceño, todavía desconcertado.

—¿Un ataque de pánico? Pero... no parecía solo miedo. Era más... intenso. —Su voz cargaba la confusión propia de alguien que aún no comprendía del todo lo que implicaba ser vampiro.

Jaemin lo observó por un momento antes de responder, su mirada reflejando la paciencia de quien había vivido lo suficiente para entender las complejidades de su naturaleza.

—Lo era —respondió Jaemin con calma—. Como vampiros, nuestras emociones se intensifican. Todo lo que sentimos, sea físico o emocional, se amplifica. Miedo, ira, tristeza... todo se siente como una tormenta dentro de nosotros, más difícil de manejar, especialmente para alguien con un pasado como el de Jungkook.

Eunwoo procesó lo que había escuchado, pero era evidente que aún le costaba comprender la magnitud de lo que eso significaba. Aún estaba aprendiendo a navegar por su propia existencia como vampiro, y estas palabras solo añadían más preguntas a las que ya tenía. Cada vez que experimentaba una emoción fuerte, la sentía como una corriente imparable, pero aún no había enfrentado algo tan devastador como lo que acababa de presenciar en Jungkook.

—¿Entonces siempre será así? —preguntó Eunwoo, su tono teñido de preocupación mientras su mente intentaba abarcar las implicaciones—. ¿Siempre sufriremos más que los humanos, sin poder controlarlo?

Jaemin, notando el desconcierto de Eunwoo, esbozó una pequeña sonrisa comprensiva.

—No siempre —dijo con suavidad—. Con el tiempo, aprenderás a manejarlo. Al principio, todo se siente abrumador, pero con apoyo y experiencia, esas emociones ya no te dominarán. Pero lo que viste en Jungkook... él está reviviendo cosas que nunca ha logrado superar. Eso intensifica aún más lo que siente.

Eunwoo asintió, aunque su expresión dejaba claro que aún le costaba aceptar la idea de vivir con emociones tan fuera de control. Como vampiro relativamente reciente, todavía estaba adaptándose a una nueva realidad donde las emociones no solo eran más fuertes, sino también más difíciles de contener. Sentía que, en momentos como este, estaba caminando a ciegas en un mundo que apenas comenzaba a entender.

—Entonces, ¿Jungkook está sufriendo más de lo que deja ver? —preguntó finalmente, con voz baja, cargada de empatía—. ¿Y nosotros, como vampiros, también sufriremos más?

Jaemin lo miró con calma, apreciando la sinceridad y la confusión en la pregunta.

—Sí, pero también podemos aprender a manejarlo. No es fácil, pero debemos apoyarnos en los demás. Jungkook lo necesita ahora más que nunca —repitió, reforzando la importancia del apoyo entre ellos.

Eunwoo, aunque aún procesando, asintió con mayor determinación. Aún le quedaba mucho por aprender, pero al menos sabía que no estaba solo en esa lucha.

—Quiero estar ahí para él, no solo como su amigo, sino también como su manager. A veces no sé cómo cuidarlo, pero estoy decidido a encontrar la forma.

Jaemin le sonrió, reconociendo el esfuerzo.

—Ya lo estás haciendo, Eunwoo. Solo con estar aquí ya es suficiente. A veces lo que más necesitamos es saber que no estamos solos.

Eunwoo asintió lentamente, su preocupación aún latente, pero sintiendo algo de alivio. Aún no estaba seguro de muchas cosas, pero sabía que su lugar estaba al lado de Jungkook, como amigo y como apoyo.

—Sí, supongo que tienes razón —dijo con un suspiro—. Pero a veces siento que no es suficiente. Él está pasando por tanto...

—Lo importante es que sigas a su lado —respondió Jaemin con calma—. No podemos quitarle su carga, pero podemos ayudarlo a llevarla.

El silencio se instaló entre ambos mientras recogían los últimos trozos de la mesa rota. El estruendo del estallido de Jungkook aún parecía resonar en el aire, pero poco a poco, el ambiente se iba calmando.

En la habitación, Yoongi observaba a Jungkook, notando cómo el agotamiento físico y emocional lo envolvía. No era solo la explosión de ira, sino todo lo que eso representaba: años de cargar con el peso de su pasado, los recuerdos del laboratorio, los asesinatos, la culpa, el miedo. Jungkook no había sido capaz de dejar atrás todo eso, y ahora, con Jimin en su vida, todo parecía intensificarse.

El silencio se asentó entre ellos, pesado y denso. Yoongi podía sentir cómo los pensamientos de Jungkook lo atormentaban, girando en espiral, cada vez más oscuros. Sabía que el joven vampiro estaba al borde del abismo, y que un paso en falso podría arrastrarlo a la desesperación total.

Yoongi se sentó frente a él, dejando que el silencio continuara un poco más antes de hablar. Sabía que Jungkook necesitaba tiempo para procesar lo que había pasado, pero también sabía que no podía dejarlo hundirse más en su propia mente.

—Jungkook —dijo con suavidad—, sé que lo que viviste en ese laboratorio te sigue persiguiendo. Nadie más que yo puede entender lo que es cargar con esos recuerdos, con esa oscuridad. Estuvimos allí juntos, y sé lo difícil que es superar eso, cada año se sintió como si me arrastrara para recuperarme y luego volviera al principio.

Las palabras de Yoongi colgaron en el aire, como si cada sílaba fuera demasiado pesada para que Jungkook las cargara. Bajó la cabeza, asintiendo débilmente. Sabía que Yoongi tenía razón, pero no hacía que la carga fuera más fácil de llevar. Los recuerdos del laboratorio seguían vivos en su mente, como sombras que nunca desaparecían. Y ahora, con Jimin en su vida, todo se sentía aún más intenso, más incontrolable.

—Hace tanto que intento mantener el control... —murmuró Jungkook, su voz apenas un susurro, como si las palabras le quemaran la garganta—. Pero siento que todo está volviendo a mí ahora, peor que antes. Con Jimin... todo se intensifica.

Cada palabra le costaba un esfuerzo monumental. Hablar en voz alta sobre su miedo, su pérdida de control, era como arrancar una costra de una herida que nunca cicatrizaba. Y la herida estaba infectada, cada vez más profunda.

Yoongi observó la lucha interna de Jungkook, el dolor en sus ojos, y en su mirada vio el miedo, la culpa que lo devoraban por dentro. Sabía que para Jungkook, Jimin era tanto una luz como una fuente de ansiedad. Jimin lo anclaba al mundo, pero también lo empujaba a enfrentarse a partes de sí mismo que preferiría enterrar. Jungkook temía que su oscuridad lo devorara, que su pasado le arrancara lo único bueno que tenía ahora.

Yoongi suspiró, consciente de que cada vez que Jungkook mencionaba su sed o su miedo, lo hacía desde un lugar de dolor. Pero había aprendido a no ceder ante ese dolor.

—Primero lo primero... —dijo Yoongi, con su tono firme—. ¿Hace cuánto que no bebes sangre humana?

La pregunta hizo que Jungkook levantara la mirada, sorprendido por la franqueza de Yoongi. No quería hablar de eso, no quería admitir lo que ya era evidente. Se sentó más recto, inhalando profundamente, intentando mantener el control que tanto le costaba conservar.

—Hace unos 150 años dejé de beber sangre humana... hasta hace poco volví a hacerlo —confesó finalmente, su voz quebrándose—. El problema es que, cuando lo hago, no puedo detenerme. Si no mato a la persona... no es suficiente. Me han llamado "El asesino nocturno", "El quita cabezas", "Monstruo"...

Esos nombres eran más que palabras. Eran las cadenas invisibles que lo mantenían atado a su pasado, a la oscuridad que temía nunca poder dejar atrás. Las palabras se le atragantaban, pesadas como el plomo. No quería admitir lo que significaban para él, pero sabía que Yoongi lo comprendía, porque él también había estado allí.

Yoongi asintió, consciente del peso de esos apodos. Sabía que eran una manifestación del miedo humano, pero también sabía que Jungkook había aceptado esas etiquetas como parte de sí mismo. Era como si se hubiera resignado a ser el monstruo que la gente veía en él, y eso lo estaba destruyendo.

—Sé lo que es cargar con esos nombres —dijo Yoongi, su voz baja pero firme—. Pero no eres solo eso. Esos nombres no te definen. Te defines por cómo decides enfrentarte a lo que eres.

Jungkook lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de duda y esperanza. Quería creerle, quería creer que podía ser más que un monstruo, pero cada vez que intentaba controlar su sed, fallaba. Cada vez que intentaba ser alguien diferente, sentía que caía más profundo en el abismo que había construido a su alrededor.

—Pero... ¿cómo lo hago? —preguntó finalmente, su voz teñida de desesperación—. Cada vez que intento... fallo. Y cada vez que fallo... es peor.

El peso de sus fracasos lo aplastaba. No era solo la sed, era el miedo a sí mismo, a lo que podría hacerle a Jimin, a lo que podría perder si no lograba controlarse. Sentía que estaba perdiendo la batalla antes de siquiera haber comenzado.

Yoongi lo interrumpió, su tono más firme ahora, pero lleno de compasión.

—Cada vez que fallas, estás más cerca de aprender a controlarlo. No se trata de rendirte —Yoongi lo miró intensamente—. No importa cuántas veces lo intentes, tienes que seguir. Esta vez no estás solo, Jungkook. Yo también fallé muchas veces al principio, pero lo superé. Y tú también puedes hacerlo.

Jungkook dejó escapar un suspiro largo y tembloroso. Quería creer en esas palabras, pero la culpa lo carcomía. La culpa por todas las veces que había fallado, por cada vida que había tomado. Sentía que su pasado lo perseguía, como una sombra que nunca podría escapar. Pero sabía que Yoongi tenía razón. Tenía que seguir intentando, aunque el esfuerzo lo dejara agotado, aunque cada paso adelante se sintiera como caminar en un campo de espinas.

—Está bien... —murmuró finalmente, como si las palabras le costaran todo el aire de sus pulmones—. Lo intentaré.

Yoongi esbozó una pequeña sonrisa de aprobación. Sabía que el camino de Jungkook no sería fácil, pero también sabía que no lo recorrería solo.

—Esa es la actitud —dijo, poniéndose de pie. Sacó una bolsa de sangre de su bolsillo y la dejó sobre la mesa frente a Jungkook—. Ahora, bébela. Te ayudará a calmarte. Y recuerda, no hay nada de malo en aceptar lo que eres. La sangre es nuestra necesidad, no algo que debamos temer.

Jungkook miró la bolsa con duda. Sabía que debía beber, pero la sensación de rendirse ante su naturaleza aún lo atormentaba. Era una constante lucha interna: aceptar quién era o seguir peleando por una humanidad que sentía que se le escapaba de las manos. Con manos temblorosas, tomó la bolsa. El simple acto de sujetarla lo hacía sentir vulnerable, como si estuviera cediendo ante el monstruo.

Llevó la bolsa a sus labios y, por primera vez en mucho tiempo, no luchó contra el impulso de beber. Cada gota de sangre corría por su garganta, y aunque el sabor metálico seguía siendo el mismo, esta vez sintió que el caos en su mente empezaba a calmarse. Era como si, por un momento, la tormenta interior se hubiera disipado, permitiéndole ver más allá de la oscuridad.

Cuando terminó, dejó la bolsa vacía sobre la mesa, y un extraño alivio lo inundó. No era un alivio completo, pero al menos era un paso. Un pequeño paso en medio de una lucha que sabía que apenas comenzaba.

—Lo hice... —murmuró Jungkook, su voz aún cargada de incredulidad.

Yoongi sonrió suavemente, reconociendo lo importante que era ese momento para él.

—Lo hiciste, y ahora sabes que puedes hacerlo. —Se inclinó hacia él—. Esto llevará tiempo, pero con paciencia lo lograrás. Esta noche, en la exposición, estarás bien. Usa lo que sientes por Jimin como ancla. Él te mantiene conectado a tu humanidad, y eso es lo que te ayudará a seguir adelante. Si crees que volverá a pasarte lo que te paso con Jimin hoy, piensa en algo asqueroso, horrible, que al pensarlo te den inclusive ganas de vomitar, eso hará que no quieras alimentarte.

Jungkook asintió, sintiendo que, al menos por un momento, la desesperación había disminuido. Sin embargo, las sombras de sus pensamientos seguían presentes, acechando desde el fondo de su mente, listas para volver a salir a la superficie.

Al entrar en la sala, no pudo evitar notar la transformación del espacio. Lo que antes era un lugar sencillo y casi desordenado, ahora se había convertido en un improvisado estudio de moda. Las prendas colgaban de percheros alineados a lo largo de las paredes, y la luz que se filtraba a través de las ventanas proyectaba reflejos en los espejos, dando al lugar un aire casi irreal. Cada pieza de ropa parecía estar seleccionada con precisión quirúrgica, como si cada detalle importara tanto como la exposición misma. Era evidente que Eunwoo no había dejado nada al azar.

Eunwoo, con su habitual determinación, ya estaba listo para comenzar. Su energía llenaba el cuarto, una mezcla palpable de nervios y profesionalismo. Parecía tener todo bajo control, pero Jungkook podía ver en los pequeños gestos de su amigo —los dedos jugueteando con la cinta métrica, el fruncido leve de sus labios— que también estaba tenso.

—De acuerdo, niño bonito, ahora tus medidas —dijo Eunwoo, sacando la cinta métrica y desenrollándola con destreza. Sus movimientos eran tan fluidos como precisos, y aunque sus palabras eran ligeras, había seriedad en su voz—. Tienes que estar ahí en tres horas, Dios santo, me dará algo. No me pagan lo suficiente para estos nervios.

Jungkook apenas sonrió, notando la manera en que Eunwoo se movía alrededor de él, asegurándose de que cada detalle estuviera en su lugar. Las manos de Eunwoo medían con una precisión casi mecánica, como si no hubiera margen para el error. Sin embargo, había una calidez en sus gestos, un cuidado que iba más allá del trabajo profesional.

—Quédate quieto un momento más —le dijo Eunwoo, su tono más suave esta vez, como si notara la inquietud en el aire. Ajustó la cinta métrica alrededor de la cintura de Jungkook, asegurándose de que todo quedara perfecto.

Jungkook, ahora más consciente tras la conversación con Yoongi y la sangre que había bebido, se permitió relajar los hombros ligeramente. A pesar de todo, una pequeña sonrisa apareció en su rostro, aunque la tensión en su pecho no se desvanecía del todo.

—Está bien, Eunwoo. Solo avísame cuando termines.

Eunwoo, finalmente satisfecho con las medidas, se enderezó y lo observó con una mirada crítica, evaluando cada centímetro de su cuerpo como si fuera una obra de arte a punto de completarse. Había algo casi meticuloso en su expresión, pero también una leve satisfacción, como si estuviera seguro de que todo estaba en su lugar.

—Perfecto —dijo Eunwoo con una sonrisa satisfecha—. Puedes relajarte por ahora. ¿Cómo te sientes?

Jungkook tomó una respiración profunda, sintiendo cómo el traje comenzaba a asentarse sobre su cuerpo. A medida que el material abrazaba su piel, una sensación de control renovado empezó a llenarlo, pero su mente aún seguía vagando entre la tensión de la exposición y lo que esa noche realmente significaba.

—Estoy listo —dijo, aunque en el fondo de su pecho seguía latente esa sensación de incertidumbre—. Hagámoslo.

Eunwoo asintió, complacido con la respuesta. Había una ligera sonrisa en su rostro, como si el progreso de Jungkook fuera también el suyo.

—Genial —dijo, mientras extendía un traje negro impecable hacia Jungkook—. Este es de tus medidas, póntelo. Quiero asegurarme de que todo esté perfecto antes de que salgamos.

Jungkook tomó el traje y lo estudió por un momento, permitiendo que sus dedos sintieran la suavidad del tejido. Era elegante, cuidadosamente diseñado, como si cada costura hubiera sido pensada para transmitir poder y confianza. Sin embargo, mientras se lo colocaba, no podía evitar sentir que la verdadera batalla no sería con su apariencia, sino con lo que esa noche traería consigo.

Mientras se ajustaba el traje, Eunwoo no dejó de hablar, su tono calmado pero decidido.

—Escucha, Jungkook. Yo me encargo de tu apariencia, me aseguraré de que te veas perfecto para la exposición. Mientras tanto, Jaemin y Yoongi estarán a cargo de que estés bajo control en todo momento. Entre los tres, vamos a asegurarnos de que esta noche sea un éxito.

Jungkook tomó una respiración profunda, dejando que el material del traje se ajustara a su cuerpo, pero por dentro, su mente seguía luchando con la tormenta de emociones.

Al salir del probador, se detuvo frente al espejo. El traje le quedaba como una segunda piel, resaltando su figura de manera impecable. Pero no era suficiente para calmar los nervios que seguían atormentándolo. La exposición no era solo un evento artístico, era una confesión. Cada pincelada, cada trazo en sus pinturas representaba una parte de él que había mantenido oculta, y la sola idea de que Jimin pudiera no entenderlo lo aterraba.

Sus pensamientos volvían a Jimin, como siempre lo hacían últimamente. Se preguntaba si él entendería lo que realmente estaba tratando de transmitir a través de su arte. ¿Sería capaz de ver más allá de las imágenes, más allá de las capas de oscuridad que Jungkook había acumulado a lo largo de los años?

¿Qué verá Jimin cuando mire mis pinturas? La pregunta lo consumía. Sentía como si todo lo que intentaba decir a través de sus obras fuera una confesión silenciosa, una súplica para que Jimin entendiera su verdad. Pero las dudas lo atormentaban.

Entonces, un recuerdo lo golpeó con la misma fuerza que sus emociones. La brisa suave que entraba por la ventana, el cielo teñido de tonos fríos, y Jimin frente a él, con esa comprensión silenciosa que siempre lo desarmaba. Fue una conversación que nunca olvidaría.

—¿Jimin, alguna vez has sentido que por mucho que intentes huir de experiencias del pasado que prefieres olvidar, estas parecen volver a ti como si fueran monstruos que se aferraran a ti sin tregua en la vida? 

—Más veces de las que me gustaría admitirlo, Jungkook. No podemos cambiar lo que ocurrió, pero podemos dar forma a nuestro presente y futuro. Lo que pasó ya pasó, sea algo bueno o malo, es imposible borrarlo.

—Es solo que... no suelo sentirme tan vulnerable.

—Y está bien sentirte vulnerable. Eso no te hace débil, Jungkook. Tú eres un artista con una historia que merece ser contada, pero también eres una persona.

La mirada en los ojos de Jimin, la promesa silenciosa de estar a su lado, había sido un faro en la oscuridad.

Volviendo al presente, Jungkook respiró hondo, permitiendo que ese recuerdo lo guiara. Y aunque la vulnerabilidad lo abrumaba, sabía que debía afrontar lo que venía. Por Jimin. Por ellos.

—Estoy listo... —murmuró para sí mismo, intentando convencerse de ello.

Eunwoo, sin perder tiempo, se volvió hacia Jaemin y Yoongi, y no pudo evitar fruncir el ceño ligeramente al notar sus atuendos.

—¿Y ustedes dos? —preguntó Eunwoo con tono severo, señalando la ropa informal de sus compañeros—. ¿Van a ir así?

Jaemin y Yoongi se miraron entre ellos y, con una complicidad evidente, respondieron al unísono:

—Sí.

Eunwoo suspiró dramáticamente, llevándose una mano a la frente.

—Voy a necesitar un milagro para hacer que este grupo luzca presentable —dijo, sacudiendo la cabeza con desaprobación teatral—. Pero bueno, hagamos lo mejor posible.

La broma ligera ayudó a aliviar un poco la tensión en la sala. Jungkook, escuchando desde el otro lado, no pudo evitar sonreír. Sabía que sus amigos estaban haciendo lo imposible por calmar sus nervios, y de alguna manera, lo lograban. Con ellos, podía enfrentar cualquier cosa, incluso la noche que le esperaba.

Con todo listo, el grupo se preparó para partir. La atmósfera estaba cargada de anticipación, pero también de camaradería. Cada uno de ellos sabía la importancia de la noche que se avecinaba, y aunque la presión era alta, había un sentido de unión que lo hacía más llevadero. Jungkook sabía que, sin importar lo que sucediera en la exposición, tenía a su familia a su lado, y eso era lo que realmente importaba. Con ellos, se sentía capaz de enfrentar cualquier desafío, y por primera vez en mucho tiempo, estaba emocionado por lo que estaba por venir.

Subieron al auto y, mientras este se deslizaba por las calles de Seúl, Jungkook miraba a través de la ventana, observando cómo la ciudad se preparaba para la noche. Las luces de los edificios y faroles comenzaban a encenderse, reflejando destellos sobre el vidrio. Sentía que algo dentro de él había cambiado. La conversación con sus amigos, el apoyo que le brindaban, le había dado la confianza que tanto necesitaba.

El aire dentro del auto estaba cargado de expectativa, pero era un peso que se sentía más ligero ahora que no lo llevaba solo. Yoongi, Eunwoo y Jaemin intercambiaban comentarios ligeros, pequeñas bromas para calmar los nervios, mientras se aseguraban de que todo estuviera en orden para la exposición. Jungkook no podía evitar sonreír.

Mientras sus amigos conversaban, sus pensamientos vagaron hacia lo que le esperaba esa noche. Por mucho tiempo, había dejado que el miedo lo controlara, había permitido que su pasado y su oscuridad lo definieran. Pero ahora, con la certeza de que no enfrentaría esta noche solo, algo en él se relajó. Sintió que la coraza que había construido durante tanto tiempo se debilitaba, dejando entrar un rayo de esperanza.

Se acomodó en el asiento y dejó escapar un suspiro, sintiendo cómo la tensión se deslizaba fuera de su cuerpo, llevada por la velocidad del auto. Miró a sus amigos, que se habían convertido en su familia, y luego dejó que su mirada se perdiera una vez más en el paisaje urbano que pasaba rápidamente.

Tal vez, solo tal vez, todo saldría bien.

Y con esa simple posibilidad, sintió que, por primera vez en mucho tiempo, tenía el valor de enfrentarse a lo que venía.

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