🦋𝟏𝟕🦋
Era jueves por la mañana, el cielo despejado comenzaba a despertar con los primeros rayos de sol que acariciaban la ciudad. Jimin aún yacía en la cama, envuelto en un sueño tranquilo. El suave sonido de la ciudad filtrándose a través de la ventana era el único testigo de un nuevo día que se desplegaba.
Si bien habia dormido bastante bien, su mente no dejaba de dar vueltas en lo que su abuelo y madre le revelaron: su abuela era una bruja que hacía pociones, podía mover cosas y hacer conjuros, a través de sueños podemos tener vistazos de nuestras vidas pasadas, las brujas tienen dones para recordar vidas pasadas o almas que aún deambulan en este espacio terrenal... en fin, era demasiada informacion, mas de la que esperaba.
De repente, el suave murmullo de su madre rompió el silencio. Minji se acercó a la cama con una sonrisa cálida, los ojos iluminados por una mezcla de cariño y tristeza.
—Jimin, amor, despierta. —Su voz, dulce y envolvente, estaba llena de un toque de nostalgia—. Hoy es tu último día con nosotros antes de que regreses a tu vida allá en la ciudad. Pensamos que sería especial empezar el día con algo que realmente disfrutes. ¿Te apetecería un buen ramen?
Jimin se desperezó lentamente, sus ojos parpadeando mientras se ajustaban a la luz del día. Miró a su madre con una sonrisa, agradecido por el gesto. Se levantó con calma, sintiendo la familiar calidez de su hogar y el amor de su familia que estaba a punto de despedirse.
—Eso suena genial, mamá —dijo Jimin, dejando escapar un suspiro contento mientras se estiraba.
Al salir de la habitación, Jimin se encontró con el familiar aroma del desayuno que llenaba la casa. Su abuelo ya estaba sentado en la mesa del comedor, sosteniendo un tazón de té humeante entre sus manos arrugadas. Había preparado un desayuno ligero: unas tostadas y algo de fruta fresca, mientras el ramen esperaba en el horizonte del día.
La atmósfera en la casa estaba cargada de una mezcla de emoción y melancolía, una celebración silenciosa de los momentos compartidos antes de que Jimin tuviera que regresar a su vida cotidiana. Cada detalle del desayuno reflejaba el cariño y la dedicación de su familia.
Mientras Jimin se acomodaba en la mesa, Sang-ho lo observó con una mirada que mezclaba preocupación y afecto.
—Jimin ¿Cómo te sientes? ¿Pudiste dormir bien? —preguntó Sang-ho, con un tono que denotaba su preocupación por el bienestar de su nieto.
Jimin, mientras untaba un poco de mantequilla en su tostada, miró a su abuelo con una sonrisa tranquilizadora. —Estoy bien, abuelo. No hay razón para que te preocupes, venir aqui me alivio bastante, podria decir que ni siquiera soñe nada.
Sang-ho asintió, aunque aún se notaba un atisbo de inquietud en su expresión. —Me alegra escuchar eso. Solo quería asegurarme de que estés bien... lo que me has contado de tus sueños yo-
Jimin le dio una palmada en el hombro, buscando aliviar cualquier preocupación que pudiera quedar. —Gracias, abuelo. Lo aprecio, pero de verdad, estoy bien.
Minji, que había estado escuchando la conversación, se unió con una sonrisa cálida. —Tu abuelo solo quiere lo mejor para ti, Jimin, al igual que yo.
Con el desayuno terminado y los últimos detalles de la conversación resueltos, el grupo se preparó para salir. Mientras el sol brillaba suavemente sobre la ciudad, caminaron juntos hacia el pequeño restaurante de ramen en el corazón de la ciudad, disfrutando de la compañía mutua y del último día juntos antes de la inevitable separación.
La brisa suave de la mañana se mezclaba con el aroma tentador de la comida que escapaba de los rincones de las calles.
El restaurante, un refugio acogedor y encantador, tenía una fachada que evocaba un sentimiento de nostalgia. Las luces cálidas que colgaban en el exterior y las flores frescas en los pequeños maceteros daban la bienvenida a los visitantes con una promesa de confort y sabor. Al entrar, el sonido alegre de la campanita en la puerta y el murmullo de los clientes en conversaciones animadas daban la bienvenida a los tres visitantes.
Jimin se dejó llevar por la atmósfera íntima del lugar. Las mesas de madera, pulidas y con una pátina de historias pasadas, estaban dispuestas con cuidado, mientras el olor a caldo hirviendo y fideos recién cocidos llenaba el aire. La luz que se filtraba a través de las ventanas iluminaba los detalles sencillos pero encantadores del restaurante, que parecía haber sido sacado de una postal de tiempos pasados.
Mientras se acomodaban en su mesa, la calidez del ambiente y el murmullo acogedor de las conversaciones creaban una sensación de hogar. Era un lugar donde las historias de generaciones se entrelazaban con el aroma del ramen, creando una experiencia que trascendía el simple acto de comer. En ese entorno, Jimin, Minji y Sang-ho se preparaban para disfrutar de una comida que no solo prometía ser deliciosa, sino también un momento de conexión y descubrimiento.
El aroma tentador del caldo de miso y los fideos frescos se mezclaba con la calidez del ambiente, creando una sensación de hogar y tradición que envolvía a cada comensal.
Mientras esperaban a que su comida estuviera lista, Jimin se distrajo observando las paredes adornadas con fotografías en blanco y negro de tiempos pasados, su mirada fue atraída por una imagen en la pared del restaurante. Era una fotografía en blanco y negro que mostraba a un anciano de rostro bondadoso posando junto a un joven con una sorprendente semejanza a Jungkook. La curiosidad lo impulsó a acercarse a una de las meseras, una joven con una sonrisa cálida y una mirada que reflejaba el orgullo de pertenecer a esa historia familiar.
—Disculpa, ¿podrías decirme algo sobre la foto que está en la pared? —preguntó Jimin, señalando la imagen con interés.
La mesera, notando el genuino interés en su voz, asintió con una sonrisa.
—¡Claro! Esa foto es muy especial para nosotros. El anciano en la imagen es el fundador de este restaurante. Empezó con un pequeño puesto de sopa hace muchos años, y con su dedicación y esfuerzo, el negocio creció y se transformó en el restaurante de ramen que ves hoy. La receta del caldo se ha transmitido de generación en generación, y esta historia está muy ligada a la nuestra.
Jimin escuchaba atentamente, absorbiendo cada palabra mientras la mesera continuaba con un tono nostálgico.
—El anciano era muy cercano a la familia de Jeon Nabi. Si no me equivoco, la imagen es del año 1893. Realmente se nota que hay un parecido entre ellos, ¿no? ¡Son prácticamente idénticos!
La revelación hizo que Jimin se detuviera por un momento. La imagen del joven en la fotografía, tan similar a Jungkook, se entrelazaba con las historias del pasado y el presente. El vínculo entre el antiguo fundador del restaurante y el conocido actual parecía un puente entre generaciones, añadiendo una capa de misterio y asombro a la tarde.
Mientras regresaba a su mesa, el aroma del ramen y las historias compartidas creaban una atmósfera de intriga y expectación. Jimin no podía evitar preguntarse sobre la verdadera extensión de la conexión entre Jungkook y el anciano de la fotografía, un enigma que parecía prometer más secretos.
—Jungkook, en serio, ¿de dónde sacaste esa receta? No puedo dejar de pensar en lo deliciosa que estaba esa sopa.
—Ah, esa receta la aprendí de un anciano en Busan. Solía visitar su pequeño puesto de ramen cuando era más joven. Me enseñó todos sus secretos y trucos. Cada vez que hago ramen, es como si estuviera llevando un pedacito de su sabiduría a mi cocina.
—Como sabes, Busan es mi ciudad natal, y aunque he viajado a muchos lugares desde entonces, siempre llevé esos recuerdos conmigo. Especialmente la playa, el sonido de las olas y el aroma del mar. A veces, pintar paisajes me lleva de vuelta allí, como si estuviera de nuevo frente al océano.
La conversación en la mesa fluía con facilidad, entre risas y recuerdos, mientras Jimin disfrutaba de su ramen. Sin embargo, en su mente, el enigma de la fotografía no dejaba de dar vueltas. Aunque estaba rodeado de la calidez de su mamá y su abuelo, y el sabor reconfortante de la sopa, no podía dejar de pensar en el anciano de la foto y el joven que se parecía tanto a Jungkook.
El anciano con su semblante sereno y el joven, tan similar a Jungkook, se entrelazaban en su mente como un rompecabezas a medio armar. Cada bocado de ramen parecía estar lleno de un significado oculto, como si la receta misma escondiera secretos de tiempos pasados.
Mientras Minji le contaba historias de la infancia y Sang-ho reía con nostalgia, Jimin no podía evitar que sus pensamientos regresaran una y otra vez a la imagen en la pared. La conversación y el ambiente cálido del restaurante parecían desvanecerse a medida que su mente se adentraba en el misterio de la foto.
Después de la comida, Sang-ho lo miró con una mezcla de afecto y tristeza. Sabía que era hora de decir adiós, al menos por un tiempo. Se levantó y le puso una mano en el hombro a Jimin.
—Vamos, te llevaré a la estación de buses. El autobús hacia Seúl no tarda en salir.
Jimin asintió, levantándose de la mesa y dando un último vistazo a la foto en la pared. La intriga de la imagen seguía en su mente, pero sabía que tenía que partir.
Mientras caminaban hacia la estación, Jimin sintió una mezcla de emociones. El calor familiar y el aroma del ramen aún parecían envolverlo, pero la realidad de su regreso a Seúl se hacía cada vez más inminente. Sang-ho le habló sobre los pequeños detalles del viaje, pero Jimin estaba absorto en sus pensamientos, la imagen del anciano y el joven parecido a Jungkook pesando en su mente.
Cuando llegaron a la estación de buses, Jimin se detuvo un momento, mirando el horizonte mientras esperaba que el autobús llegara. Sang-ho se quedó a su lado, un silencio cómodo envolviendo el momento.
Jimin le sonrió a su abuelo, agradecido por el apoyo y el amor incondicional de su familia. Se abrazaron en un último apretón, un intercambio cargado de emoción. Con un leve suspiro, Jimin se giró hacia su Minji y Sang-ho, preparándose para la despedida final.
—Cuida de ti, Jimin y algun día... espero que vengas acompañado con Jungkook. —dijo Sang-ho con voz suave pero firme. Sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y orgullo.
—Lo haré, abuelo. Gracias por todo —respondió Jimin, intentando no dejar que su voz temblara.
Minji se acercó y le pasó una mano por el cabello. —No olvides que siempre estamos aquí para ti. Si necesitas algo, no dudes en llamarnos.
—Lo sé, mamá —dijo Jimin, tratando de sonar más tranquilo de lo que se sentía. —Te prometo que estaré bien.
Mientras esperaban el autobús, Sang-ho se volvió hacia Minji con una expresión pensativa.
—¿Cómo ves tú esto? —preguntó, su voz cargada de una preocupación que Jimin conocía bien. —Es difícil ver a Jimin tan inquieto por ese tal Jeon Nabi. ¿Crees que debería preocuparme más?
Minji lo miró con una sonrisa suave pero segura. —No creo, papá. Jimin está en una etapa de su vida en la que está buscando respuestas. La curiosidad es algo natural, y a veces, lo que más necesitamos es tiempo para resolver nuestros propios misterios. Lo importante es que lo apoyemos y estemos ahí para él.
Sang-ho asintió lentamente, su expresión aún pensativa pero algo aliviada. —Tienes razón. Solo espero que encuentre lo que busca y que no se pierda en el camino.
Jimin, escuchando la conversación mientras miraba cómo el autobús se acercaba, sintió una oleada de cariño y gratitud por Minji y Sang-ho.
—No se preocupen, todo saldrá bien —dijo con una sonrisa que intentaba ser reconfortante.
Minji le dio un último abrazo, y Sang-ho le ofreció una sonrisa cálida y alentadora.
—Ten cuidado y regresa pronto, Jimin —dijo Sang-ho mientras le daba una palmada en la espalda.
—Claro, abuelo —respondió Jimin, ya subiendo al autobús con una sensación de anticipación y un toque de melancolía.
Mientras Jimin se acomodaba en su asiento en el autobús, el sonido del motor y el bullicio de la estación se fundían con sus pensamientos. El viaje de regreso a Seúl no era solo un trayecto físico, sino el inicio de un nuevo capítulo lleno de misterios y conexiones por descubrir. Miró una última vez a la ciudad que dejaba atrás, sus pensamientos aún atrapados en el enigma de la foto y el vínculo con Jungkook.
Sacó su teléfono y marcó el número de Taehyung, deseando conectar con alguien familiar antes de sumergirse nuevamente en el ajetreo de su vida en la ciudad. Después de unos segundos, Taehyung contestó con un tono que reflejaba su familiar energía contagiosa.
—¡Jimin! ¿Cómo estás? —preguntó Taehyung, su voz llena de entusiasmo al reconocer el número.
—¡Hola, Taehyung! —respondió Jimin, tratando de mantener un tono relajado mientras se ajustaba al asiento—. Estoy en el autobús, volviendo a Seúl. ¿Todo bien por allá?
El entusiasmo en la voz de Taehyung se desvaneció ligeramente, dando paso a una preocupación palpable.
—Bueno, en realidad no tan bien. Ha habido algo raro últimamente. Hay un animal suelto por la ciudad, atacando a la gente. Los informes dicen que ha estado causando caos y miedo. —La preocupación era clara en la voz de Taehyung—. Trata de llegar antes de que anochezca. No quiero que te metas en problemas.
El corazón de Jimin dio un brinco al escuchar la noticia.
—¿Un animal? ¿Qué tipo de animal es? —preguntó, tratando de entender la gravedad de la situación.
—No están seguros de qué es exactamente. Algunos dicen que es una bestia grande, otros mencionan algo más... extraño. Pero lo importante es que sea lo que sea, no parece ser algo con lo que quieras encontrarte. Por favor, ten cuidado y llega antes de que sea demasiado tarde.
Jimin asintió, aunque Taehyung no podía verlo.
—Lo haré, Taehyung. Gracias por el aviso. Trataré de llegar lo antes posible.
—Mantente a salvo y avísame cuando llegues. —La voz de Taehyung se suavizó en un tono de preocupación—. Si necesitas algo, no dudes en llamarme.
—Claro, lo haré. Hablamos luego.
Colgó la llamada, y Jimin se recostó en el asiento del autobús, el zumbido constante del motor convirtiéndose en un acompañante casi tranquilizador. Sin embargo, su mente estaba en un torbellino de inquietud y curiosidad. La noticia del animal suelto en la ciudad no le parecía en absoluto convincente. Conocía a Taehyung lo suficientemente bien como para detectar la preocupación subyacente en su voz, pero la descripción del "animal" no encajaba con nada de lo que Jimin había oído hasta ahora.
Mientras el autobús avanzaba por la carretera, Jimin se sumergió en sus pensamientos, su mirada perdida en el paisaje que pasaba rápidamente por la ventana. La imagen del joven en la foto del restaurante, tan parecida a Jungkook, se mezclaba con las historias de criaturas y misterios que había encontrado en su camino. No había dudas en su mente de que lo que estaba ocurriendo en Seúl no era simplemente la obra de un animal común. La conexión entre Jungkook y el anciano de la foto le sugería algo mucho más profundo y oscuro.
La única persona que podría arrojar algo de luz sobre el enigma era Jungkook. Sabía que su regreso a Seúl sería mucho más complicado de lo que había anticipado. La preocupación y la determinación se entrelazaban en su mente mientras miraba hacia el horizonte, consciente de que debía enfrentar algo que superaba sus expectativas iniciales.
Jimin cerró los ojos por un momento, intentando ordenar sus pensamientos. El misterioso "animal" podría ser una pista clave en el rompecabezas que estaba tratando de resolver. La conexión con Jungkook y el enigma de la foto lo mantenían en vilo. Sabía que, al llegar a Seúl, tendría que buscar a Jungkook lo más rápido posible. El joven había demostrado ser una fuente crucial de información en el pasado, y ahora, con la nueva amenaza que se cernía sobre la ciudad, parecía más necesario que nunca.
El autobús continuó su viaje, y Jimin se preparó para enfrentarse a lo que estaba por venir. Su mente seguía girando en torno a las posibles respuestas que Jungkook podría ofrecer, y la esperanza de que, al reunir todas las piezas del rompecabezas, pudiera finalmente desentrañar la verdad que se escondía tras el misterio que había comenzado a desvelarse.
Jimin despertó sobresaltado por la sacudida del autobús. Miró su celular, que indicaba que eran las 22:00 horas. Con el corazón acelerado, se incorporó lentamente y observó a su alrededor. El panorama que se desplegaba fuera de la ventana era caótico: el tráfico estaba completamente detenido, y el sonido de bocinas estridentes llenaba el aire, mezclado con gritos y murmullos confusos de los pasajeros.
Se dio cuenta de que no era solo el autobús el que estaba en un estado de agitación. El tumulto en la carretera era evidente, con vehículos atrapados en un embotellamiento que parecía no tener fin. La atmósfera dentro del autobús también reflejaba el caos exterior; los pasajeros discutían entre sí, algunos tratando de entender qué estaba pasando, mientras que otros simplemente se quejaban en voz alta.
Jimin revisó su teléfono y notó una gran cantidad de llamadas perdidas, la mayoría de ellas de su madre y de Taehyung. La preocupación lo invadió, y sin perder tiempo, marcó el número de su madre. Mientras el teléfono sonaba, intentó calmarse, esperando que la llamada fuera respondida pronto.
—Hola, mamá, soy yo —dijo Jimin con un tono tranquilizador—. Lo siento por no haber respondido antes. Estamos atrapados en un gran embotellamiento. Hay mucho tráfico y parece que algo está causando todo este desorden. Estoy bien, no te preocupes.
Minji, aún preocupada, soltó un suspiro de alivio, su voz temblando ligeramente al responder.
—Jimin, ¡qué bueno escuchar tu voz! Estaba muy preocupada. ¿Sabes qué está pasando allá afuera?
—No estoy seguro —admitió Jimin—, pero parece que hay algún tipo de incidente. Intentaré mantenerme al tanto y te avisaré en cuanto pueda.
Colgó la llamada con su madre y rápidamente marcó el número de Taehyung. Cuando su amigo respondió, la voz de Taehyung estaba cargada de ansiedad.
—Jimin, ¡qué bueno que te escucho! ¿Estás bien? Escuché sobre el caos en la carretera. Intenta llegar lo antes posible, porfavor.
Jimin frunció el ceño, su preocupación aumentando con cada palabra.
—Sí, estoy bien. Solo que estamos completamente parados en el tráfico. No sé qué está causando esto, pero parece serio. Mantendré los ojos abiertos y trataré de encontrar una forma de salir de aquí pronto.
—Hazlo con cuidado, Jimin. No sabemos qué tan grave puede ser. Mantén tu teléfono cerca y actualízame si puedes.
El tiempo parecía estancado mientras Jimin permanecía en su asiento, con el autobús atrapado en el interminable tráfico. La noche se adentraba lentamente y, cuando finalmente el reloj marcó la medianoche, el vehículo se movió, atravesando la ciudad hacia la parada de buses de Seúl.
Al llegar a su destino, Jimin se estiró, sintiendo el cansancio acumulado del viaje. El bullicio de la estación era mucho más tranquilo comparado con el caos del tráfico, pero el cansancio y la preocupación aún lo acompañaban. Sacó su teléfono y llamó a Minji para informarle que había llegado finalmente.
—Hola, mamá. Estoy en la estación de buses, ya en Seúl. Lo siento por el retraso. El tráfico fue terrible, pero estoy bien —dijo Jimin, intentando que su voz sonara tranquilizadora.
Minji, aliviada pero aún preocupada, respondió con un tono más relajado.
—Jimin, qué bueno que llegaste sano y salvo. Estábamos muy preocupados. ¡Qué noche tan estresante! ¿Estás en la estación? ¿Cómo se ve todo allá?
—Sí, estoy en la estación. Todo está tranquilo ahora, pero todavía me queda mucho por hacer —le dijo Jimin—. Tengo que hacer una parada rápida antes de regresar a casa.
Con la llamada a Minji concluida, Jimin marcó el número de Taehyung. Cuando su amigo contestó, la preocupación en su voz era palpable.
—Jimin, ¿cómo estás? ¿Lograste llegar a Seúl?
—Sí, finalmente estoy aquí —respondió Jimin—. Pero antes de irme a casa, tengo que hacer una parada en casa de Jungkook. Parece que hay algo importante que necesitamos discutir.
Taehyung se quedó en silencio por un momento, procesando la información.
—¿En serio? ¿Y qué pasa con el animal suelto? Aún se dice que está causando estragos por la ciudad. Ten cuidado, Jimin. Si vas a ver a Jungkook, asegúrate de estar seguro. No queremos que te metas en problemas.
—Lo haré —aseguró Jimin—. Lo único que puedo hacer es mantenerme alerta y proceder con cuidado. Te avisaré cuando llegue a casa de Jungkook.
Colgó la llamada y se levantó de su asiento, estirándose y preparándose para salir del autobús. La estación de buses estaba en calma comparada con el caos que había experimentado, y el aire fresco de la noche le dio una sensación de alivio. Sin embargo, su mente seguía girando en torno al misterio de la fotografía y la inquietante noticia sobre el animal suelto.
Mientras se dirigía a la salida, Jimin notó la inquietante verdad de las palabras de Taehyung. La estación de autobuses estaba prácticamente vacía, y la ciudad que solía bulliciosa y viva en la noche parecía desierta y sombría. Las calles, bañadas por el débil resplandor de las farolas, daban una sensación de desolación que no había previsto. La calma era demasiado perfecta, casi inquietante, y el aire estaba cargado con una tensión palpable.
Las sombras parecían alargarse más de lo habitual, y cada rincón de la calle estaba envuelto en una oscuridad profunda que oscurecía aún más la ya grisácea realidad. Jimin aceleró el paso, con la sensación de que los edificios y los callejones que lo rodeaban no solo eran físicos, sino también imponentes en su silencio inquietante.
El eco de sus pasos resonaba en el asfalto desierto, y la ausencia de movimiento humano añadía una capa de malestar a su regreso. Jimin echó un vistazo a su alrededor, tratando de ajustar sus sentidos a la nueva realidad. Todo lo que solía parecer familiar y cómodo se había convertido en un paisaje extraño y amenazante, y la sensación de que algo estaba muy mal se asentó en su pecho.
A medida que Jimin se acercaba a la dirección de Jungkook, el nerviosismo crecía. La ciudad, que normalmente estaría llena de actividad nocturna, parecía haber sido invadida por una calma siniestra. Las ventanas de los edificios estaban opacas y vacías, y la escasa iluminación no hacía más que acentuar la sensación de abandono.
De repente, Jimin escuchó voces alteradas y pasos apresurados que rompieron el silencio inquietante de la noche. Aceleró el paso, moviéndose con rapidez hacia el origen del ruido. A medida que se acercaba, vio un grupo de chicos rodeando a Jungkook en medio de la calle desierta. Los jóvenes estaban visiblemente agitados, y la tensión en el aire era palpable.
Uno de ellos, con el rostro desencajado por la desesperación, estaba sujetando a un hombre con el cuello sangrante. La sangre goteaba lentamente al suelo, creando un charco oscuro que contrastaba con el gris del pavimento. La imagen era macabra y perturbadora, y Jimin sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Jungkook estaba en el centro del caos, su rostro pálido y sus labios manchados de sangre. Parecía confundido y asustado, con la mirada fija en el hombre herido y el grupo que lo rodeaba. La escena era desconcertante; la sangre en la boca de Jungkook y el estado del hombre herido sugerían que algo terrible había ocurrido.
—¡Jungkook, para! —gritaba uno de los chicos, su voz quebrada por la mezcla de rabia y miedo.
Jungkook, atrapado en la confusión, miraba a su alrededor sin poder hacer mucho más que observar. Su expresión era una mezcla de horror y culpa, como si estuviera atrapado en una pesadilla que no podía controlar. La sangre en sus labios y el hombre herido a sus pies eran un cruel recordatorio de la realidad que enfrentaba.
Jimin, con el corazón acelerado y una creciente sensación de desesperación, avanzó hacia el grupo. El bullicio y la agitación de los chicos se hicieron más intensos a medida que se acercaba. Sus miradas cambiaron de sorpresa a sospecha cuando notaron su presencia.
—¡Jungkook! —preguntó Jimin, su voz cargada de urgencia y preocupación.
—¿J-jimin? —respondió Jungkook, el reconocimiento y el alivio mezclándose con el pánico en su voz.
El rostro de Jungkook, pálido y angustiado, estaba marcado por venas prominentes bajo los ojos y un tono rojo inconfundible que contrastaba con su habitual apariencia. Sus colmillos, apenas visibles, estaban a la vista, y Jimin no necesitaba más pruebas para confirmar lo que ya temía. La realidad de que Jungkook no era simplemente un humano se hacía innegable ante sus ojos.
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