🦋𝟏𝟐🦋
La madrugada se deslizó en el departamento sin la presencia de Jin. No era el dolor de la indiferencia de Namjoon lo que lo afectaba, sino la manera en que había sido tratado, especialmente sabiendo de sus sentimientos no correspondidos.
Cuando el nuevo día asomó su luz mientras que el sol era oculto por las nubes, Jin regresó al departamento por la tarde. Al entrar, se encontró con la escena de Namjoon durmiendo en el sofá junto a Hyerim. Suspiró, comprendiendo que la distancia entre ellos solo crecería con el tiempo. Decidió que era hora de partir, de dejar atrás lo que no podía tener.
Jin se sumergió en el silencio de su ahora antigua habitación mientras empacaba cuidadosamente sus pertenencias. Cada objeto que tocaba parecía contener recuerdos, capas de emociones que se superponían. Intentó moverse con discreción, consciente de no perturbar la aparente paz que reinaba en el departamento.
Sin embargo, el sigiloso proceso no pasó desapercibido para Namjoon, quien se despertó con el susurro del embalaje. Una expresión de súplica se formó en los ojos de Namjoon mientras se acercaba a Jin, sintiendo el peso inminente de la separación.
—Jin, por favor, no te vayas. —imploró Namjoon, su voz resonando con urgencia. Reconoció la premura en sus palabras, disculpándose por las frases apresuradas y sin pensar que había dirigido a Jin. —Realmente quiero hablar las cosas como se debe. Yo no debí haberte dicho eso, no busco justificarme, pero realmente los nervios me jugaron en contra y tú terminaste recibiendo los golpes fuertes cuando... a pesar de la situación, todo lo que has hecho fue ayudarme.
—Sabes que entiendo, Nam. Y acepto tus disculpas, pero necesito que me entiendas a mi, tan solo una vez, eres psicólogo ¿Verdad? Pues no me veas como un amigo, sino como a un paciente... ¿Qué me aconsejarías hacer en esta situación? ¿Por qué debería quedarme sabiendo que me daña estar aquí?... solo... ¿Para estar ahí y ayudarte como siempre sin tener en cuenta lo que siento.... tan egoísta eres?
La atmósfera en la habitación se volvió densa, cargada con la tensión palpable entre Jin y Namjoon. Los segundos se extendieron como si fueran horas mientras ambos luchaban por encontrar las palabras adecuadas en medio de un mar de emociones turbulentas.
Namjoon se quedó sin palabras ante la franqueza de Jin, su corazón golpeando fuertemente en su pecho mientras luchaba por encontrar una respuesta adecuada. Sabía que había herido profundamente a Jin con sus acciones y palabras precipitadas, pero la idea de perderlo lo llenaba de angustia y arrepentimiento.
—No, Jinnie, no digas eso. Tan solo te necesito de mi lado porque estoy aterrado, no me imagine formar una familia a esta altura de mi vida, si a futuro, pero no ahora y... lo de tus sentimientos me tiene tan confundido-
—No, Namjoon, no es confusión, simplemente estás buscando una excusa para huir, para no enfrentar la situación. Es más fácil decir que mis sentimientos por ti son confusos... al final y al cabo ¿Siempre seré el culpable yo de sentir algo por ti? Literalmente en el piso de abajo está tu novia, con el hijo de ambos en su vientre y tu... ¡Ahora! ¿Quieres hablar de mis sentimientos?
Jin, por su parte, sintió un nudo en la garganta mientras luchaba por contener las lágrimas que amenazaban con escapar. Su corazón se sentía como un peso en su pecho, pero sabía que debía mantenerse firme en su decisión, por su propio bienestar y el de Namjoon.
—Jin, porfavor...
—No hagas esto más difícil de lo que es... —susurró Jin con una mezcla de tristeza y resignación. Sus ojos, llenos de una profunda melancolía, se encontraron con los de Namjoon, transmitiendo una mirada que expresaba no solo el pesar de la despedida, sino también la necesidad de liberarse de las cadenas no correspondidas que los habían mantenido atados. Era un adiós necesario, un paso hacia la autenticidad y la liberación de corazones que no estaban destinados a ser uno solo.
Jin se subió a un taxi, dejando atrás el bullicio de la ciudad mientras se dirigía de regreso a su antigua casa. No buscaba distanciarse demasiado, sino más bien buscar refugio en un lugar que conocía bien. La noche envolvía el vehículo mientras atravesaba las calles familiares, iluminadas por la suave luz de las farolas. El conductor avanzaba con seguridad, como si cada giro y cada calleja fueran parte de una coreografía bien ensayada.
Al llegar, Jin contempló la fachada de la casa con una mezcla de nostalgia y reconocimiento. Era un hogar modesto pero acogedor, con paredes de un blanco impecable que contrastaban con las flores del jardín que se mecían suavemente con la brisa nocturna. Cada detalle, desde la puerta de madera hasta las cortinas que ondeaban en las ventanas, evocaba recuerdos de tiempos más simples y tranquilos.
Al entrar, el olor familiar de su hogar lo recibió con los brazos abiertos, inundando sus sentidos con una sensación de seguridad y pertenencia. Cada rincón de la casa parecía susurrarle historias del pasado, recordándole los momentos compartidos y las emociones vividas en ese espacio que alguna vez llamó suyo. La sala de estar, con su cómodo sofá y sus estanterías repletas de libros, era testigo de largas noches de conversaciones profundas y risas compartidas con sus amigos.
Jin caminó por los pasillos con paso ligero pero lleno de reverencia, como si estuviera visitando un santuario sagrado. Al dejar sus cosas en la habitación que alguna vez fue su refugio, sintió una extraña sensación de regreso a casa, como si este lugar siempre hubiera sido su destino final, su punto de partida y su destino en un ciclo eterno. Era un retorno a sus raíces, un reencuentro con una parte de sí mismo que había dejado atrás en su búsqueda de algo más.
Decidió que necesitaba aclarar su mente, y qué mejor lugar para hacerlo que una acogedora cafetería cercana. El aroma tentador del café recién hecho le dio la bienvenida mientras entraba, envolviéndolo en una atmósfera cálida y reconfortante. El murmullo de las conversaciones suaves y el tintineo de las tazas llenaban el ambiente, creando una sensación de calma que Jin anhelaba desesperadamente.
Se sentó en una mesa junto a la ventana, observando el mundo pasar mientras sostenía con ambas manos la taza humeante entre ellas que le fue servido luego de pedirlo. El calor del líquido reconfortante le reconfortaba el alma, disipando lentamente las nubes de pensamientos confusos que rondaban su mente. Cerró los ojos por un momento, permitiéndose simplemente estar presente en el momento y disfrutar del momento de tranquilidad que tanto necesitaba.
Fue entonces cuando notó la entrada de Jungkook, quien se acercó con paso tranquilo pero determinado, su expresión mostrando una mezcla de curiosidad y preocupación. Parecía captar la tormenta emocional que había atravesado Jin, como si pudiera sentir la carga pesada que llevaba en el corazón. Jin le dio una sonrisa tenue pero sincera, agradecido por la compañía silenciosa que ofrecía Jungkook en ese momento de necesidad.
—Jin-hyung, ¿estás bien? —preguntó Jungkook con empatía.
Jin suspiró profundamente, sintiendo el peso de sus emociones apretando su pecho. Se decidió a abrir su corazón y contarle a Jungkook todo lo que había estado guardando. Cada palabra brotaba de él con una mezcla de alivio y pesar, desde la tensa discusión con Namjoon hasta su dolorosa decisión de alejarse. Jungkook escuchó en silencio, sus ojos reflejando un profundo entendimiento mientras absorbía cada detalle de la historia de Jin.
A medida que Jin narraba su historia con sinceridad y vulnerabilidad, la expresión de Jungkook comenzó a transformarse. Los rasgos tensos de su rostro se suavizaron gradualmente, dando paso a una expresión más comprensiva y empática. Sus ojos, que antes reflejaban curiosidad y preocupación, ahora mostraban una profunda comprensión y simpatía hacia Jin.
—Entiendo, hyung, la situación imagino que debe dolerte como una estaca directo en tu corazón sin pena alguna, sé que tú sabías que no tendrías oportunidad, pero que pase de una forma tan fuerte el darte cuenta de que él sabe de tus sentimientos, no hará más que hacerte daño, es muy triste. —respondió Jungkook, dejando que su voz transmitiera empatía. La voz de Jungkook resonó con una comprensión profunda y una sensibilidad palpable mientras compartía sus reflexiones sobre la situación de Jin. Su expresión tranquila pero llena de simpatía, junto con el gesto reconfortante de colocar su mano en el hombro de Jin, ofrecía un apoyo silencioso pero sólido.
El tacto cálido de Jungkook buscaba aliviar la carga emocional que Jin llevaba consigo, transmitiendo una sensación de camaradería y solidaridad. Era como si Jungkook estuviera diciendo sin palabras: "Estoy aquí para ti, hyung. No estás solo en esto". Este gesto simple pero significativo demostró la profunda conexión entre los dos, reforzando el vínculo de amistad y confianza que compartían.
—Lo sé... y lo peor de todo es que debería estar feliz porque ayer vi a Taehyung... mi amigo con el que solía jugar en línea ¿Te acuerdas? —expresó Jin, con un tono cargado de nostalgia y melancolía.
—¡Por supuesto! —respondió Jungkook, con un atisbo de sonrisa al rememorar aquellos momentos compartidos.
—¡Ese es mi punto! Debería estar feliz porque recuperé a mi confidente en lugar de llorar por mis sentimientos no correspondidos.
Jin suspiró profundamente, tomando un último sorbo de su café con gesto melancólico. La taza se sentía repentinamente más pesada en sus manos, como si llevara consigo toda la carga emocional que había compartido con Jungkook. Con movimientos lentos y cuidadosos, colocó la taza vacía sobre la mesa, dejando que el calor residual se disipara en el aire fresco de la cafetería.
—Es que, Jin, por más que tu mente diga una cosa, el corazón no puede controlarse. Sí, tú quieres sentir más felicidad que tristeza en este momento, pero ¿sabes qué? Yo creo que lo que más sientes es decepción, porque, a pesar de que Namjoon sabía de tus sentimientos hacia él, te pidió ese favor, cuando podría incluso haberlo hecho por su cuenta —explicó Jungkook con compasión, tratando de ofrecer una perspectiva reconfortante a Jin en medio de su angustia.
—Jungkook, con esto no pretendo que tu relación con él cambie, es decir, que lo veas de otro modo por mi culpa. Ustedes tienen una muy buena amistad, no querría que por lo que pasó entre nosotros tú te molestes con él o algo por el estilo, no querría que las cosas se mezclen —respondió Jin con sinceridad, preocupado por no afectar la amistad entre Jungkook y Namjoon.
—Tranquilo, no ocurrirá eso, no lo permitiré. Más si tú me lo pides, quizás lo mejor para ti sea estar un tiempo alejado de Namjoon. Haz tu vida, estudia, usa tus atuendos rosados que tanto adoras, fotografía el cielo, haz cosas que te llenen y distraigan y... juro que en cuanto menos te des cuenta, ya lo habrás olvidado y solo será un mal recuerdo del pasado, que sí, dolió y mucho, pero ya no dolerá como ahora —aseguró Jungkook con determinación, ofreciendo un plan para ayudar a Jin a superar su dolor y seguir adelante.
Ese día, Jin optó por no asistir a clases. Mientras Jungkook lo acompañaba en la cafetería, Jin terminó su café lentamente, dejando que el aroma caliente llenara sus sentidos y le proporcionara un momento de calma en medio de la tormenta emocional que atravesaba.
Fue entonces cuando Jungkook, con una expresión comprensiva en el rostro, mencionó su preocupación por la sed de sangre que estaba experimentando, un aspecto que ambos conocían muy bien. Jin asintió, reconociendo la intensidad de esos impulsos y cómo a veces se sentía más vivo cuando se sumergía en esa experiencia, a pesar de los riesgos y las complicaciones que conllevaba.
—Necesito tiempo para lidiar con todo esto, Jin-hyung. A veces, tomando sangre, puedo encontrar una especie de equilibrio... pero a veces me da miedo lo que pueda llegar a pasar, ayer estuve muy cerca de Jimin y... al casi besarlo mis ojos se pusieron rojos, de todas las personas a la que menos querria hacerle daño es a él —Jungkook compartió sus pensamientos con honestidad, su voz cargada de preocupación y autocrítica.
Jin sabía lo difícil que era resistir los impulsos más oscuros de su naturaleza vampírica, especialmente cuando se trataba de las personas que más querían y deseaban proteger.
—Lo entiendo, Jungkook. Pero recuerda, el miedo solo alimenta a la bestia. En esos momentos de tentación, trata de encontrar algo que te distraiga, algo repugnante o desagradable. ¡Eso suele funcionar! —aconsejó Jin, esbozando una sonrisa leve pero genuina, consciente de la importancia de mantener la alegría incluso en los momentos más sombríos.
Jungkook asintió, agradecido por las palabras reconfortantes de Jin. A pesar de las dificultades que enfrentaban como vampiros, encontrar consuelo y camaradería en la compañía del otro era un recordatorio de que no estaban solos en su lucha por la humanidad y la autoaceptación, pero odiaba que pese a estar triste, Jin luchara por sonreir, no queria que reprimiera esas emociones, pues como vampiro, seria peor.
Jin observó a Jungkook con seriedad, queriendo transmitir la importancia de sus palabras antes de despedirse. Se había convertido en un hermano mayor no solo por edad, sino también por las experiencias que había acumulado a lo largo de los años.
—Jungkook, sé que estas luchando con tus propios demonios internos, pero debes recordar que tienes el control. No dejes que la sed de sangre te domine. Tienes que encontrar formas de manejarla, canalizarla de manera segura. Busca ayuda en mi si es necesario, no tienes que pasar por esto solo. Recuerda que eres más fuerte de lo que crees —expresó Jin con sinceridad— Si llegas a estar con Jimin, recuerda ser sincero contigo mismo y con él. Las relaciones complicadas solo se complican más si no se enfrentan con honestidad. Aprende de mis errores, Jungkook.
Posteriormente de despedirse en la cafetería, Jungkook y Jin continuaron por caminos separados, cada uno inmerso en su propio mundo de pensamientos y reflexiones.
Para Jungkook, el camino hacia el aula estaba lleno de una atmósfera cargada de preocupación y expectación, mientras que Namjoon, aunque intentaba concentrarse en los asuntos académicos que le esperaban, no podía sacar de su mente la inquietud por Jin.
Cuando Jungkook tomó asiento, se encontró con la figura de Namjoon, cuya presencia parecía añadir una capa adicional de tensión al ambiente ya tenso. Aunque el propósito inicial era sumergirse en los asuntos académicos del día, la preocupación por Jin seguía presente en el fondo de la mente de Namjoon, incapaz de dejar de preguntarse por el paradero y bienestar de su amigo.
Ante la mirada de Namjoon, Jungkook se esforzó por mantener la calma y responder con la seriedad y respeto que la situación requería. Consciente de la delicada naturaleza del tema, Jungkook buscó manejar la conversación con la discreción y sensibilidad necesarias para proteger la privacidad de Jin.
Namjoon, con la preocupación marcada en sus rasgos, observaba atentamente a Jungkook, buscando cualquier indicio sobre el paradero y estado de ánimo de Jin. El eco de sus preguntas resonaba en el aire de la sala, cargado de ansiedad y expectación.
—¿Hey, Jungkook? ¿Has visto a Jin hoy? —la voz de Namjoon era un eco de inquietud, reflejando su profunda preocupación por el bienestar de su amigo.
Jungkook, sin apartar la mirada de Namjoon, se tomó un momento para sopesar sus palabras, consciente de la importancia de su respuesta y del impacto que podría tener en Namjoon y Jin.
—No, no lo he visto desde que nos reunimos en la cafetería hace un rato —respondió Jungkook con voz calmada pero firme, tratando de transmitir confianza y tranquilidad a Namjoon en medio de su preocupación creciente.
Namjoon asintió con un gesto sombrío, sus ojos reflejaban la turbación que le embargaba. La ausencia de Jin le dejaba un regusto de inquietud y ansiedad, como un eco persistente que resonaba en su interior. La falta de su presencia creaba un vacío palpable, un espacio hueco que se negaba a ser ignorado.
—¿Está bien? ¿Dónde está quedándose? —la pregunta de Namjoon surgió con urgencia, como un eco de su angustia y deseo de saber más sobre la situación de Jin.
Jungkook notó el cambio en la voz de Namjoon, el tono cargado de preocupación y anhelo resonó en sus palabras, como un eco de una melodía triste. Sin embargo, sabía que la privacidad de Jin era sagrada, un refugio íntimo al que solo Jin tenía acceso. Aunque anhelaba poder ofrecer más que palabras de consuelo, se mantuvo en silencio, respetando los límites de la confianza y la amistad, con la esperanza de que, con el tiempo, la luz encontraría su camino hacia el corazón de Namjoon.
—No te preocupes, Namjoon. No revelaré nada que Jin no quiera compartir —aseguró Jungkook con voz suave pero firme, buscando reconfortar a Namjoon con su compromiso de respetar los límites de Jin.
Namjoon asintió con un gesto leve, pero la preocupación aún persistía en su mirada, como una sombra persistente que se negaba a disiparse. El aire estaba cargado de una tensión palpable, una atmósfera cargada de inquietud que se aferraba al salón, como si la incertidumbre se cerniera sobre ellos, envolviéndolos en un manto de ansiedad y duda.
—No puedo dejar de pensar en Jin. Sé que cometí un error al involucrarlo en el asunto con Hyejin... es que todo está pasando tan rápido, ser padre, Jin... —las palabras de Namjoon resonaron con angustia y autocrítica, reflejando el torbellino de emociones que lo consumía.
Jungkook inclinó la cabeza ligeramente. A medida que escuchaba, podía distinguir la compleja gama de emociones que se agitaban en el interior de Namjoon. La compasión floreció en su pecho, inundándolo con un deseo genuino de brindar consuelo y apoyo en medio del dolor y la confusión de Namjoon.
—Es comprensible que te sientas así, pero Jin tomó la decisión de alejarse por su propio bien. Nadie te culpa por querer ayudar a Hyejin, aunque las cosas no hayan salido como esperabas —respondió Jungkook con voz serena pero reconfortante—Debes estar ahí para ella, Namjoon. Lo más importante ahora es lo que Hyejin quiera, más alla de si decide tener al bebé o no, tu apoyo será fundamental. —añadió Jungkook con comprensión y empatía, ofreciendo un faro de orientación en medio de la confusión de Namjoon.
—Pero siento que le he fallado a Jin. Desde que supe que tenía sentimientos por mí, y ahora, con todo este lío con Hyejin, no puedo evitar pensar que le he causado más daño del que puedo remediar.
Namjoon miró a Jungkook con pesar, buscando en su rostro algún rastro de comprensión. En su mirada, se podía percibir la carga emocional que llevaba consigo, como si esperara encontrar en su amigo alguna señal de alivio para su angustia interna.
—¿Cuándo te diste cuenta de que Jin tiene sentimientos por ti? —preguntó Jungkook, con un tono suave pero firme, tratando de descifrar la complejidad de la situación.
Namjoon, con la mirada perdida y una expresión de consternación en su rostro, revivió mentalmente el momento en que se dio cuenta de los sentimientos de Jin hacia él. Cada recuerdo parecía arrojar luz sobre la verdad que había estado evitando enfrentar: por más que valorara la amistad de Jin, Namjoon no experimentaba el mismo tipo de afecto hacia él. En medio de sus reflexiones, el peso de la situación parecía aumentar, como si cada recuerdo trajera consigo una carga emocional aún mayor.
—Cuando les presenté a Hyejin, pude ver cómo sus ojos se pusieron llorosos y luego, ambos se fueron. Esa noche, luego de dejar a Hyejin en su casa, los escuché hablar cuando regrese...
—Jinnie... yo... no quiero arruinar el ambiente, pero ¿realmente piensas así? ¿Crees que la llegada de Hyejin arruinó cualquier posibilidad de que algo más pudiera pasar entre tú y Namjoon?
—No, Jungkook, en realidad no pienso así. Me conoces y sabes cómo soy. No guardo rencor por algo tan insignificante. Solo que sentí tantas emociones en tan poco tiempo que hablé sin pensar. Quizás mi enojo se debió a que ese fue el mismo suéter que me prestó una vez, pero ahora eso no importa. Ya sea que Hyejin entre en la vida de Namjoon o no, no hay mucho que pueda hacer de todas formas.
—Y despues decidi irme, fui a comprar algo y esa noche dormi en casa de Hyejin.
Namjoon compartió sus pensamientos, admitiendo su tardía comprensión de los sentimientos de Jin. Ante esto, Jungkook, asumiendo un papel de consejero, ofreció una guía sensata.
—Entiendo tu preocupación, Namjoon, pero a veces no podemos controlar cómo se sienten los demás. Lo importante es que estás aquí, dispuesto a enfrentar las consecuencias de tus acciones y aprender de ellas. Trata de no hablar con él, al menos hasta que las cosas se calmen. Por ahora, preocúpate por el bienestar de Hyejin; más que nadie, te necesita.
—Supongo que tienes razón. Solo espero que Jin pueda perdonarme algún día.
—Siempre y cuando te esfuerces por hacer lo correcto, habrá una oportunidad para reconciliarte con Jin.
Así, entre conversaciones cargadas de peso emocional, ambos estudiantes se vieron envueltos nuevamente en la dinámica de la vida académica, llevando consigo las complejidades de sus vidas personales.
Con esas palabras resonando en el aire, la clase comenzó, sumiendo a ambos en el ambiente académico mientras dejaban atrás temporalmente las complicaciones de sus vidas personales.
El sonido ensordecedor de los disparos y los gritos angustiados de los hombres en la batalla se fusionaban en un caótico concierto de caos y desesperación. Cada estampido era como un golpe directo al corazón, y en el aire, impregnado de olor a tierra recién removida y miedo palpable, flotaba la sensación de que la muerte acechaba en cada rincón.
El soldado, con su hombro derecho lacerado por el impacto de una bala, luchaba contra el dolor agónico mientras se aferraba a su vida con todas sus fuerzas. Cada latido de su corazón era una súplica silenciosa por seguir respirando un poco más, mientras sus piernas, temblorosas y fatigadas, apenas lograban sostener su peso maltrecho. Pero aún en medio de su sufrimiento, su mente se aferraba a una única certeza: debía encontrar a su compañero, debía asegurarse de que estuviera a salvo.
Con cada paso, el dolor se intensificaba, pero el soldado se negaba a rendirse. Cada inhalación era un esfuerzo titánico, y su visión se nublaba por momentos, pero su determinación no flaqueaba. Al fin, el agotamiento lo venció, y cayó de rodillas al suelo, un grito ahogado escapando de sus labios mientras el dolor de su herida se convertía en un rugido ensordecedor en su mente.
Cuando finalmente logró enfocar su mirada, todo a su alrededor parecía cobrar vida propia: los árboles se mecían con furia, como si intentaran arrancarse de raíz, y la tierra se aferraba a él con una fuerza imposible de resistir. El mundo entero parecía estar en guerra consigo mismo, y el soldado, apenas un peón en este juego mortal, se encontraba en el epicentro de la tormenta.
Pero entre el caos y el tumulto, una figura yacía en el suelo, apenas visible entre la humareda y el polvo. Era su compañero, su amigo, malherido y casi irreconocible bajo un manto de sangre y sudor. El soldado sintió un nudo en la garganta al verlo así, indefenso y vulnerable, pero su determinación no flaqueó. Con cada fibra de su ser, se juró a sí mismo que no abandonaría a su compañero, que lucharía hasta el último aliento por salvarlo de las garras de la muerte.
El soldado Jeon, con las manos empapadas en la sangre de su compañero, luchaba por detener el flujo que amenazaba con arrebatarle la vida a Park. Cada intento de presionar la herida era un recordatorio doloroso de la fragilidad de la existencia en medio del caos de la guerra. A pesar de sus esfuerzos desesperados, las ráfagas de disparos y la agitación constante de los hombres en combate dificultaban su tarea.
Cada gota de sangre que escapaba del cuerpo de Park era como un eco ensordecedor de la violencia que los rodeaba. Jeon podía sentir el peso de la responsabilidad sobre sus hombros mientras luchaba por mantener viva la luz en los ojos de su compañero.
—Te curaré, lo prometo. —Su voz, cargada de determinación, apenas lograba superar el estruendo de la batalla circundante. Jeon sabía que la situación era grave, pero se aferraba a la esperanza de que ambos pudieran sobrevivir.
Park, luchando por mantenerse consciente, apenas podía articular sus palabras entre jadeos entrecortados. Cada aliento era un esfuerzo monumental, pero su voz resonaba con una determinación inquebrantable.
—Jeon, recuerda lo que dijimos antes de venir aquí... —sus palabras eran un susurro frágil, pero su significado resonaba con fuerza en el corazón de Jeon.
—Park, no hable más. Necesita conservar su fuerza. —Jeon lo interrumpió con urgencia, pero Park persistió, utilizando cada gramo de energía que le quedaba.
—No importa lo que pase, debemos salir victoriosos. Incluso si uno de nosotros no lo logra...
Jeon luchaba contra el nudo en su garganta mientras escuchaba las palabras de su compañero. La promesa de mantenerse con vida resonaba en su mente, pero sabía que la realidad era más cruel que cualquier deseo.
—Park... por favor, no digas eso. Ambos sobreviviremos, lo prometo... —Las lágrimas se acumulaban en los ojos de Jeon mientras tomaba las manos de su compañero con ternura, sintiendo cómo la vida se desvanecía lentamente entre sus dedos.
—Sálvate, compañero. Encuentra esa mariposa de alas azules en tu vida... por mí. Prométemelo.
Las palabras de Park, aunque débiles, resonaban con un significado profundo. Jeon asintió con determinación, con el corazón roto pero lleno de la promesa de cumplir el último deseo de su compañero caído.
—Lo haré, Park. Por ti, lo haré.
Jimin abrió lentamente los ojos, sintiendo el rastro de las lágrimas que aún permanecían en sus mejillas. Las imágenes de sus sueños persistían en su mente, borrosas y confusas, como recuerdos distantes de un tiempo que no podía comprender del todo. ¿A quién veía en esos sueños?... ¿Realmente podría ser Jungkook? Y si lo era... ¿Qué significaban? La incertidumbre lo atormentaba mientras luchaba por discernir la verdad detrás de esas visiones misteriosas.
El sudor cubría su frente, obligándolo a destaparse en busca de alivio. Con un suspiro, se sentó en la cama y tomó su celular, comprobando la hora. Seis de la mañana. La tenue luz que se filtraba por las cortinas le recordaba que el día estaba por comenzar, aunque él seguía perdido en las sombras de sus pensamientos.
A medida que dejaba de lado el teléfono, sus ojos se posaron en la fotografía enmarcada de su abuelo en la mesita de noche. Un hombre sabio y comprensivo, siempre dispuesto a escuchar y aconsejar. ¿Qué diría él sobre esos sueños? Jimin deseaba poder conversar con él, pero sabía que eso ya no era posible.
Con un suspiro resignado, se levantó de la cama y se dirigió hacia la cocina en busca de algo de agua para calmar su mente agitada. El suelo frío bajo sus pies descalzos le recordaba que aún estaba en el mundo real, aunque sus pensamientos parecían pertenecer a otro lugar, a otra realidad.
El agua fresca llenó el vaso, y Jimin bebió lentamente, dejando que cada sorbo lo conectara un poco más con el presente. El teléfono sonó en la distancia, interrumpiendo el silencio de la madrugada. Era su madre. La voz tranquilizadora de ella lo reconfortó mientras compartía sus preocupaciones sobre los sueños que lo atormentaban.
—Hola, mamá, ¿cómo estás? —Jimin pronunció las palabras con un dejo de ansiedad, esperando escuchar la respuesta reconfortante de su madre al otro lado de la línea.
—¡Hola, pequeño! Estoy bien, gracias por preguntar. ¿Y tú? ¿Por qué llamas tan temprano? ¿Está todo bien? —La preocupación se filtraba en la voz de su madre, perceptible incluso a través del teléfono.
—Estoy un poco mejor ahora. Escuchar tu voz siempre me reconforta. Pero, necesito hablar contigo sobre algo importante.
—Por supuesto, ¿qué pasa? ¿Te sientes bien? ¿Taehyung rompió la heladera de nuevo?
—Sí, sí, estoy bien. No se trata de Taehyung, es solo que... últimamente he estado teniendo unos sueños extraños, y me están preocupando un poco. —Jimin vaciló un momento antes de confesar lo que lo había estado perturbando.
—Oh, cariño, lo siento mucho. ¿Quieres hablar sobre ellos? A veces, sacar esas preocupaciones puede ayudar.
—Sí, eso espero. Verás, estos sueños son tan vívidos y confusos. Siento que tienen un significado, pero no puedo entenderlo del todo. ¿Crees que el abuelo podría explicarme algo sobre esto?
—Hmm, entiendo. Bueno, tu abuelo siempre ha sido muy sabio en esos asuntos. Deberías hablar con él y ver si puede arrojar algo de luz sobre tus sueños. Estoy segura de que estaría feliz de ayudarte.
—Sí, tienes razón. Gracias, mamá. Por cierto, hay algo más que quiero preguntarte... —Jimin aprovechó la oportunidad para plantear otra cuestión que había estado rondando en su mente, una decisión importante que estaba considerando.
—Claro, ¿qué pasa?
—¿Crees que sería posible que viaje a Busan por unos días? Necesito un cambio de escenario y creo que estar allí me ayudaría a aclarar mi mente. —Jimin reveló su deseo de tomar un respiro y buscar claridad lejos de su entorno habitual.
—Hmm, entiendo por qué querrías hacer eso, pero también estoy preocupada por ti. ¿Estás seguro de que es lo mejor en este momento? —La madre de Jimin expresó su preocupación maternal, equilibrando el deseo de su hijo con su propia preocupación por su bienestar.
—Sí, mamá, estoy seguro. Creo que estar cerca del mar y respirar aire fresco me hará bien, necesito distraerme un poco antes de volver a trabajar. Además, prometo mantenerte informada y cuidarme mucho. —Jimin trató de tranquilizar a su madre, ofreciendo garantías de que sería responsable durante su viaje.
—Bueno, si crees que es lo mejor para ti, entonces confío en tu juicio. Pero por favor, manténme al tanto de todo, ¿de acuerdo?
—Por supuesto, mamá. Gracias por entender. Te quiero mucho.
—Yo también te quiero mucho, Jimin. Siempre estoy aquí para ti, pase lo que pase.
—Lo sé, mamá. Gracias por todo. —Jimin se despidió con un suspiro de alivio, reconociendo el valioso apoyo que siempre había recibido de su madre.
Después de su llamada con su madre, Jimin quedó sumido en un momento de reflexión, dejando que las palabras de ella resonaran en su mente. La idea de hablar con su abuelo y regresar a Busan por unos días comenzó a tomar forma en su mente. Se tomó un momento para observar la habitación, notando los detalles familiares que lo rodeaban: fotografías en la pared, recuerdos de viajes familiares, y el suave tintineo de una campana de viento que colgaba cerca de la ventana.
Con paso decidido, se dirigió al baño para darse una ducha reconfortante. El agua caliente le brindó un alivio momentáneo, y Jimin cerró los ojos, dejando que la sensación revitalizante lo envolviera por completo. Mientras el vapor llenaba el pequeño espacio, se permitió un breve momento de tranquilidad, respirando profundamente y dejando que los pensamientos fluyeran libremente.
Luego de salir de la ducha y vestirse con ropa limpia, Jimin se encargó de preparar el desayuno para él y Taehyung. El aroma del café recién hecho llenaba la cocina, mezclándose con el sonido suave de los utensilios de cocina. Cada movimiento era meticuloso y cuidadoso, como si estuviera creando algo más que solo comida: estaba preparando un momento de conexión y tranquilidad para compartir con Taehyung.
El reloj marcaba las siete de la mañana cuando Jimin se acercó a la habitación de Taehyung para despertarlo y anunciarle que el desayuno estaba listo. El sonido de su voz resonó en la habitación, rompiendo la tranquilidad de la mañana y marcando el comienzo de un nuevo día. Mientras esperaba la respuesta de su amigo, Jimin observó la luz del sol filtrándose por la ventana, llenando la habitación con una calidez reconfortante.
—Buen día, mimi... creo que después del anuncio de ayer necesitaré descansar dos noches enteras, por fortuna tus presentaciones ya han terminado con un gran éxito y tendrás más tiempo para preparar tu coreografía.
Jimin asintió con una sonrisa cansada. Habían sido días agotadores, llenos de ensayos interminables y presentaciones que requerían su máximo esfuerzo. La fatiga se reflejaba en sus ojos, pero también había una chispa de satisfacción por el trabajo bien hecho.
—Lo sé, podré descansar por estos días luego de tantos estrenos y viajes, y ¿Sabes? Hablando de viajes y descansos, estuve pensándolo y... creo que iré a visitar al abuelo a Busan.
Taehyung arqueó una ceja con curiosidad, su interés pescado por la mención del abuelo de Jimin, un hombre que siempre había fascinado al joven con sus relatos misteriosos y su sabiduría ancestral.
—¿Al abuelo Park? ¿El que me dijiste que siempre solía contarte historias sobre mitos, leyendas y cosas que iban más allá de los humanos?
Jimin asintió, recordando las tardes pasadas escuchando las historias de su abuelo, absorto en un mundo de magia y misterio que parecía estar más allá de la realidad cotidiana.
—Exacto, el padre de mi mamá siempre fue una persona muy creyente de lo sobrenatural y ese tipo de cosas a las que no les encuentras una simple explicación lógica y pues... yo he estado experimentando algo a lo que no le encuentro una explicación en este momento.
Taehyung frunció el ceño, había una nota de inquietud en la voz de Jimin que no pasó desapercibida.
—¿De qué se trata?
Jimin suspiró, tratando de encontrar las palabras adecuadas para describir la extraña experiencia que había estado viviendo en sus sueños. Era difícil poner en palabras algo tan intangible y desconcertante.
—He estado teniendo unos sueños que... no son de esos sueños lúcidos donde puedes controlar lo que pasa o te das cuenta que sueñas, es como si estuviera viendo la vida de otra persona a través de sus ojos y... hay alguien en esos sueños al que, no puedo verle su cara y quiero saber cómo puedo hacerlo, porque pude versela, pero solo una vez.
Taehyung escuchaba con atención, era evidente que estos sueños estaban teniendo un impacto profundo en Jimin, y estaba determinado a ayudarlo en lo que pudiera.
—¿Y harás una visita al abuelo para saberlo?
Jimin asintió, la decisión firme en su mirada. Había llegado el momento de buscar respuestas, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para encontrarlas.
—Exacto, pero no solo eso también quiero ver a mi mamá y saber cómo está todo allá.
—Entiendo, hazlo Mimi quizás el abuelo pueda darte respuestas o si no es así, quizás te ayude a descubrirlo por tu cuenta aparte, necesitas viajar antes de empezar a trabajar en tu solo.
Jimin observó con atención el rostro de Taehyung, notando los sutiles cambios en su expresión que reflejaban una mezcla de preocupación y confusión. Se preguntaba qué podía estar pasando por la mente de Taehyung y qué podría estar causando su distanciamiento. La atmósfera en la cocina era tranquila, rota únicamente por el suave murmullo de los electrodomésticos y el sonido de los utensilios de cocina. Jimin se sintió agradecido por la compañía de Taehyung en ese momento, reconociendo el valor de tener a alguien en quien confiar en momentos de incertidumbre.
Después de un momento, Jimin decidió abordar el tema que lo preocupaba, cambiando de tema de manera sutil mientras continuaba preparando el desayuno.
—Por cierto, Taehyung, ¿has hablado con Jin últimamente? —preguntó, dejando que la pregunta se deslizara con naturalidad en la conversación.
—Hmm, sí, hemos hablado un par de veces, pero siento que está un poco distante últimamente. No sé, tal vez solo esté ocupado con sus cosas, pero definitivamente no es el mismo de antes.
—Espero que no sea nada grave. Tal vez deberías preguntarle si quiere verse esta tarde, podría ayudar a aclarar las cosas.
—Sí, creo que lo haré. Gracias, mimi.
—¿Me ayudas a comprar el boleto a Busan?
—¡Por supuesto! Alguien te extrañara y ese alguien no sere yo.... sino ¡Jeon Jungkoo-
—¡Ya!
Jimin interrumpió a Taehyung con una risa. Aunque intentaba mantenerse concentrado en la conversación, no podía evitar que su mente divagara hacia Jungkook.
Cada interacción con Taehyung era una oportunidad para olvidar momentáneamente sus sentimientos encontrados hacia aquellos sueños. Sin embargo, en el fondo, sabía que el viaje a Busan también significaría alejarse temporalmente de Jungkook, algo que lo llenaba de tristeza pero al mismo tiempo de una anticipación nerviosa por lo que podría descubrir en su viaje.
🌟
Yo escribiendo la despedida de Nam y Jin con "Cardigan" de fondo: 😔😔😔
Juro que no es mi intención romper corazones namjinistas, lo prometo
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