
🦋𝟏🦋
Con su pluma en la mano, la movía con elegancia mientras la otra reposaba en su mejilla, prestando suma atención a la clase que su maestro de artes estaba impartiendo. ¿Acaso Jungkook sabía que su profesor no estaba explicando el tema adecuadamente? Por supuesto que sí, pero le encantaba sentir que su experiencia de siglos le otorgaba una ventaja. Mientras todos en el aula se esforzaban por forjar su futuro profesional, él simplemente asistía a esas clases para pasar el tiempo. Incluso resultaba sorprendente que alguien de su calibre deseara tomar lecciones.
¿Por qué un artista tan renombrado ansiaría seguir aprendiendo? Nadie podía comprender los motivos de Jeon Jungkook. Incluso desde sus primeros días como estudiante, hace años atrás, su presencia causaba un revuelo, aunque nadie más que él mismo comprendía los verdaderos motivos que lo impulsaban a estar allí, y eso era más que suficiente.
A primera vista, parece un joven universitario común y corriente, aparentando tener unos treinta años. La realidad es que su edad se remonta a doscientos años. Para ser sinceros, en ocasiones pierde la cuenta, y llevar tal carga resulta sumamente complicado. Tantos años como inmortal pueden ser tan solo un parpadeo y eso es, precisamente, lo que fue para él.
Jeon Jungkook es lo que, en relatos de fantasía, se conoce como un vampiro, una criatura que necesita ocultarse de los rayos solares, aunque no sufre las famosas quemaduras descritas en las obras de ficción. Además, requiere beber sangre humana para mantenerse con vida, lo cual es su talón de Aquiles. Una vez que la sangre humana entra en su sistema, es incapaz de detenerse hasta absorber la última gota de la otra persona. Por esta razón, hace años decidió alimentarse exclusivamente de sangre animal, aunque esto lo hace más débil que los vampiros que se alimentan de sangre humana. Pero prefiere esa debilidad antes que causar daño a personas inocentes.
Sentado a su derecha se encuentra su mejor amigo, Kim Seokjin, quien, al igual que Jungkook, conoce el origen de su especie puesto que tambien es un vampiro, por conveniencia, entre estas criaturas prefieren referirse a ello como vampirismo. No obstante, ellos sienten que son mucho más que eso.
A su izquierda se encuentra otra de las razones por las que ambos están en esa academia de arte: Kim Namjoon, un hombre de cabellos morados apasionado por el arte. No solo es compañero de clase, sino también el mejor amigo de Jungkook. Físicamente, es algo más alto que el vampiro y suele vestir con elegancia, enfundado en una camisa blanca y pantalones negros. En sus momentos de ocio, dibuja paisajes, utilizándolos también en su labor como psicólogo para ayudar a sus pacientes. Namjoon siempre sostiene que el dibujo permite a las personas expresar muchas cosas de manera indirecta.
Para Jungkook, la psicología que practica Namjoon le resulta trivial, pues considera que sus dibujos carecen de significado desde hace mucho tiempo. Son meras imágenes vacías y sin sustancia, destinadas únicamente a su entretenimiento. El dibujo ha perdido para él el valor que solía tener, y... Namjoon es también el joven que ha despertado sentimientos en Seokjin, algunos de los cuales Jungkook jamás había imaginado encontrar en él. Por supuesto, él está allí solo para acompañarlo.
Incluso en ese preciso momento, mientras Jungkook observa, Namjoon dibuja un paisaje perfecto, como si fuera una fotografía. Indudablemente, ante los ojos de Jungkook, Namjoon posee un talento impresionante.
Convivir con los seres humanos en los últimos años le ha ayudado a tomar conciencia del paso del tiempo. Por supuesto, si fuera un ser humano común, habría dejado de existir hace mucho tiempo. Incluso si fuera un humano corriente, otras generaciones seguirían vivas, pero él no.
Esta realidad, de cierta manera, le causa inquietud desde que el vampirismo irrumpió en su vida: la muerte. Siendo inmortal, a pesar de tener una vida por delante, nunca sabe cuándo podría llegar a su fin si las cosas se complican.
A pesar de ello, la mayoría de las veces que asiste a la academia es antes de que comiencen las clases. Encuentra algún salón vacío y busca un lugar que le resulte cómodo. Los avances asombrosos de la tecnología le permiten usar auriculares con música a todo volumen mientras dibuja en ese momento único en el que puede dejar atrás su lucha interna. Aunque lo niegue, resulta placentero estar allí.
Siendo un vampiro, podría obtener cualquier cosa que desee, pero no le agrada utilizar sus habilidades a costa de los demás, a menos que sea una situación de extrema necesidad. Por lo tanto, para pasar el tiempo que su inmortalidad le ofrece, se dedica a estudiar en una academia de arte a la cual Seokjin le había insistido en que se uniera. De algún modo, necesita distraerse y hacer que el tiempo pase. En cierto sentido, observar a su amigo sentirse atraído por alguien más que su propia apariencia resulta más entretenido que su rutina diaria. En realidad, esta es solo una excusa para pasar el tiempo, pero es mejor eso que permanecer oculto en la oscuridad, causando daño a inocentes, manipulando...
¿Va a escuchar a un profesor hablar de cosas que ya sabe desde hace siglos? Bueno, podríamos verlo de esta manera: es el lugar al que acude para dibujar, socializar con sus amigos y mantenerse al tanto de la actualidad. No es mucho más que eso.
Jungkook y Jin siempre han decidido no hablar de sus sentimientos, pues saben que nadie más que ellos comprende lo que es llevar una vida inmortal y tener escaso control sobre ella. Por eso, agradecen tenerse el uno al otro a lo largo de los siglos.
Aunque Jungkook, en particular, nunca ha logrado tener la confianza suficiente como para expresar sus penas a sus amigos, incluso después de tantos años de conocerlos, especialmente a Jin. El vampirismo no es algo fácil de asimilar y discutir. Cada individuo es diferente y puede reaccionar de manera positiva o negativa. No hay término medio en el vampirismo. Aunque la vida no se trata únicamente de una dualidad entre el negro y el blanco, en el vampirismo los tonos de grises simplemente no existen.
La relación entre Jin y Namjoon era enigmática para Jungkook. Nunca terminaba de comprender si se amaban o se odiaban, pero era evidente que Jin sentía algo por él, a pesar de su relación de altibajos. De alguna manera, Jungkook no tenía dudas de que Jin había decidido ocultar sus sentimientos tras el sarcasmo y el humor que caracterizaban su vínculo, pero aún así, no lo veía realmente feliz, a pesar de su excelente sentido del humor y su forma directa pero sutil de ser.
Fue el sonido del timbre resonando en los pasillos lo que interrumpió el juego con su lapicera. ¡Finalmente, ese hombre dejaría de hablar! Con entusiasmo, guardó sus cosas en su mochila y, como de costumbre, los tres amigos abandonaron la universidad.
Afortunadamente, el invierno traía consigo algunas ventajas, como el frío, que dificultaba la rutina de cualquier vampiro debido a los rayos solares. Y lo más importante, los días eran más cortos y las noches más largas, lo que significaba que, siempre que las clases terminaban, ya era de noche.
El viento suave y frío acariciaba con ternura sus rostros, mientras los copos de nieve danzaban en el oscuro firmamento, anunciando la llegada del invierno. Los árboles, vestidos de blanco, y las anchas calles de Seúl, iluminadas con destellos luminosos, se sumergían en la esplendorosa noche.
—¡Adivinen qué he conseguido! —exclamó Namjoon, mientras Jungkook evitaba encontrarse con la mirada de sus dos amigos. Los viernes, siempre invitaba a Seokjin y Jungkook a visitar museos u obras después de las clases. No es que disfrutara en gran medida de esas salidas, pero a veces terminaba aburriéndose.
—¿A dónde nos llevarás hoy, Namjoon? —preguntó Seokjin con entusiasmo palpable. Aunque Jungkook preferiría darles espacio y permitirles disfrutar de un momento a solas, Seokjin no toleraba su alejamiento. Controlar la atracción de un vampiro resultaba difícil, casi imposible de ignorar, por lo que necesitaba a alguien que lo mantuviera a raya, y ese alguien era Jungkook.
De alguna manera, el hecho de que Seokjin aún conservara ese entusiasmo y esa sonrisa, le brindaba a Jungkook la seguridad necesaria para concebir la posibilidad de que algún día él también podría sonreír con esa misma facilidad. Tal vez no hoy, tal vez no en un mes, pero algún día podría sonreír con naturalidad y recuperar el deseo de luchar por la vida que le arrebataron.
—Los llevaré al teatro. Afortunadamente, he conseguido entradas para los tres. Dicen que los bailarines son espectaculares, y además, Jin, sé que te gusta la danza, ¿verdad?
—Es cierto... ¿Qué opinas, Jungkook?
—¡Por supuesto que me uno a ustedes! —respondió Jungkook con entusiasmo.
Una vez llegaron al teatro, tomaron asiento en sus respectivos lugares. Jungkook, siendo un alma artística, mantenía una actitud cautelosa, sin grandes expectativas, sumergido en una neutralidad introspectiva. No obstante, sus compañeros irradiaban entusiasmo. Incluso Seokjin, siendo mayor que Jungkook por tres décadas, demostraba una alegría desbordante. Parecía que, entre los dos, el rango de mayor edad no recaía en Seokjin, sino en Jungkook.
En los primeros minutos de la obra, el aburrimiento amenazaba con envolver a Jungkook como un manto opresor. Descansaba su mano sobre su mejilla, luchando contra el sopor que intentaba apoderarse de él en ese preciso instante. Sin embargo, sus ojos se abrieron de par en par cuando cierto joven apareció en escena. Su cuerpo se enderezó de inmediato, alerta.
El joven vestía un traje blanco que lo envolvía en un aura de pureza angelical. Su sola presencia irradiaba una energía tan exquisita que resultaba indescriptible. Sus cabellos azulados resplandecían bajo las luces, mientras que sus ojos parecidos a las profundidades del mar, destellaban un brillo tan excepcional que daban la impresión de poder escrutar y alumbrar los rincones más oscuros del corazón no latente de Jungkook.
Su danza trascendía los meros movimientos, tal como había observado en otros bailarines. Era una historia narrada a través de la coreografía, una historia que cautivó a Jungkook al instante. Admiraba cómo, no solo con sus pasos, transmitía emociones, sino también a través de sutiles expresiones faciales y gestos. Era una narración sin palabras, donde la música y la presencia del bailarín se entrelazaban para tejer un relato cautivador.
Una pregunta surgía en la mente de Jungkook: ¿Cuál será su nombre?
Lamentablemente, el programa de la obra desplegaba una lista de nombres incomprensible. No le quedaba más opción que entregarse a la contemplación, maravillado por la danza. Quién sabe... tal vez no sería la única vez que acudiría al teatro para presenciar esa obra. Quizás... tendría el privilegio de verlo danzar nuevamente.
Jungkook, tras la salida del teatro en compañía de sus amigos, cuando la última cortina cayó sobre el escenario, escuchaba atentamente a Namjoon y Jin mientras compartían risas y comentaban sobre el asombroso desempeño de los bailarines. Sin embargo, su mente vagaba por otro lugar, incapaz de apartarse de aquel enigmático joven. No podía evitar pensar que su belleza rozaba lo irreal, como si hubiera salido directamente de un cuadro pintado con óleo. Era como contemplar una obra de arte con vida.
—¿Estás bien? Namjoon fue a comprar algo para beber y tú estás en las nubes, ¿no? —las palabras de Jin trajeron a Jungkook de vuelta a la fría noche de invierno. Había estado tan absorto en sus pensamientos que ni siquiera había prestado atención a la animada conversación de sus amigos, a pesar de su agudo sentido del oído.
—Oh, disculpa, Jin. Estaba sumido en mis propios pensamientos, te pido perdón.
Un suspiro escapó de los labios de Jin. Él sabía que esta distracción podía dar pie a uno de sus característicos sermones, pues la preocupación por el bienestar de Jungkook siempre estaba presente.
—Sé que no te agrada que sea tan insistente en este tema, pero desde que mencionaste que las pesadillas han regresado, no puedo evitar preocuparme. ¿Has sentido ansías, verdad? Y, siendo honestos, Jungkook, ambos sabemos cómo acabó la última vez que decidiste ocultarme algo.
Cuando Jungkook cerraba los ojos, las pesadillas lo invadían. Eran fragmentos de recuerdos pasados que se resistían a ser olvidados. A pesar de sus esfuerzos, seguían atormentándolo, como un eco que retumbaba en su mente. En esas visiones, podía ver los rostros de aquellos a quienes había consumido hasta la última gota de sangre. Antes de ese último sorbo, siempre pronunciaban la misma palabra: monstruo.
Es increíble cómo unas palabras simples pueden poner en duda hasta la más insignificante de las acciones. El poder de esas personas había sido tal, que Jungkook había llegado a creerse el adjetivo que le atribuían. Se había acostumbrado a escuchar esa palabra, sin importar si era lanzada como un insulto o un lamento. En su mente, resonaba constantemente, compuesta por ocho letras que contenían todo el peso de su pasado.
Al principio, el dolor era insoportable, reconocerse a sí mismo como un monstruo. Pero con el paso del tiempo, había aprendido a vivir con esa herida abierta, pues no había sido su elección convertirse en eso. El control sobre sus instintos no estaba bajo su voluntad, por más que lo intentara. Esos eventos dolorosos habían ocurrido hace siglos, pero seguían siendo una cicatriz imborrable, especialmente para alguien que llevaba la carga de ser un vampiro. Todos tenemos nuestras heridas, independientemente de cuánto nos duela. Simplemente aprendemos a convivir con ellas.
—No he sentido ansías de sangre humana en estos días. Y no tengo razón alguna para ocultártelo. Nunca he sido muy hábil para disimular, y tú siempre eres capaz de notar cuando he vuelto a beber sangre humana. Es una especie de don que posees.
—Más que un don, a veces siento que es una maldición. Pero, en fin... Cuídate, ¿de acuerdo? Yo no he pasado por lo que tú has pasado, no solo con la sangre, sino también con esos experimentos. Y sabes que cada uno lidia con sus traumas de manera distinta. A veces, nos puede llevar, incluso, siglos superarlos.
—No te preocupes, Jin. Por suerte, he tenido la suerte de encontrarme con el vampiro de mayor autocontrol en todo el universo, así que no tengo motivos para temer... Aunque si llegara a ocurrir que las pesadillas despiertan nuevamente el ansía en mí, no dudes en encerrarme, ¿de acuerdo?
—Como siempre.
Ambos se acomodaron en la banca más cercana, sus miradas perdidas en la animada calle que se desplegaba frente a ellos. Los antiguos faroles, testigos silenciosos de innumerables historias, arrojaban su cálida luz sobre los transeúntes que regresaban fatigados a sus hogares después de una agotadora jornada.
—¿Sabes? En ciertas ocasiones, me he preguntado cómo habría sido seguir siendo uno de ellos, un humano... No es algo que me pregunte con suma frecuencia, pero cuando lo hago, esa interrogante se instala en mi mente, persistiendo durante un tiempo más prolongado del que debería... ¿Te ha sucedido algo parecido?
—En verdad, en incontables ocasiones. A medida que los años transcurren, debemos desvanecernos, desaparecer del mundo terrenal, aparentando que el paso del tiempo ha dejado su huella o que alguna tragedia nos ha arrebatado la vida, para así tener la oportunidad de empezar de nuevo. Ellos, en cambio, no tienen que iniciar una nueva existencia una y otra vez. Nacen, viven, se reproducen y, en última instancia, mueren. No es una experiencia que podamos experimentar, pero sí podemos forjar el destino que nos ha sido otorgado.
—El simple acto de poder dormir, aunque sea unos minutos, tal como me enseñaste, de estar en la academia contigo y Namjoon, y de dibujar... Estas son las razones que me impulsan a seguir adelante, aún cuando mi corazón ya no late con la misma intensidad que alguna vez lo hizo, y siento que mis sentimientos se desvanecen poco a poco. No obstante, debo esforzarme por continuar, pues siempre lo he hecho. No importa la circunstancia, siempre he logrado sobreponerme, y el vampirismo, aunque pueda llevarme siglos, no será una excepción... No puedo borrar el pasado, pero sí tengo el poder de escribir un nuevo presente para mí. ¿No lo crees así?
—Eso requerirá su proceso, indudablemente, pero al final del día, valdrá la pena plenamente. La inmortalidad no tiene por qué convertirse en una carga para nosotros. En cambio, podemos aprovechar el tiempo que nos ha sido concedido y buscar la diversión, siempre y cuando no dañemos a los demás, por supuesto. Somos vampiros que, alguna vez, fueron humanos, al igual que las personas que nos rodean día a día. No somos las despiadadas máquinas de matar que pretendían que nos convirtiéramos.
Jungkook, por lo general, opta por sumirse en el sueño durante el día. El dicho popular de "criatura de la noche" con el que los humanos nos referimos a los vampiros no carece de fundamento, ya que el vampirismo también le ha arrebatado la posibilidad de disfrutar del aire libre y sentir los cálidos rayos del sol acariciando su piel. Si se atreviera a exponerse a la luz solar en la actualidad, su epidermis sufriría quemaduras en las áreas expuestas. No se desintegraría por completo, pero su piel se ha vuelto más delicada, más sensible de lo que alguna vez fue. Aunque los primeros días como vampiro no fueron así, parece que, a medida que los siglos transcurren, no logra definir claramente su verdadera naturaleza: ¿es un vampiro o simplemente un sujeto de experimento que "salió bien"?
Los pasos de Namjoon se escucharon a lo lejos, lo cual puso a ambos vampiros en estado de alerta. Decidieron dejar el tema ahí y, en su lugar, esbozaron una sonrisa en sus rostros al ver a su amigo acercarse.
—Aquí están sus bebidas, caballeros. Agua sin gas para Jin, agua con gas para ti, Jk, y una gaseosa para mí.
—Te agradecemos, Namjoon, por invitarnos. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de una obra de tan alta calidad... Es muy probable que vuelva a asistir a otra función por mi cuenta. Por lo tanto, aquí es donde nos separamos. Deseo que tengan un excelente fin de semana.
Jungkook se alzó de su asiento, abandonando la banca en la que yacía, dispuesto a retornar camino hacia su casa. Sin embargo, un palpable sentimiento de desarraigo lo invadió. Cuando hablamos del hogar, nos referimos a una idea profunda que engloba a aquellos individuos que, de manera voluntaria, comparten su morada en mutua armonía. El hogar es ese refugio acogedor que nos brinda seguridad, serenidad y compañía, donde sabemos que alguien nos aguarda con afecto. No obstante, en ese preciso instante, Jungkook se dirigía a su casa, pero no podía considerarla su hogar.
Sus pies se hundían en las baldosas cubiertas de nieve mientras caminaba con las manos protegidas en los bolsillos de su abrigo. Con la cabeza baja, inmerso en sus pensamientos, se encaminaba hacia su lugar de reposo.
En la carrera efímera de la vida, el tiempo proseguía su marcha implacable, sin darle tregua para reflexionar.
Con el transcurso de los años, la constatación de que aquello que lo hacía humano se desvanecía cada vez más, lo atormentaba. Ya no recordaba cómo se sentían las emociones humanas, las alegrías, las tristezas, las iras, las angustias, el amor. En su lugar, experimentaba una suerte de parálisis, un vacío insondable... Ignoraba el paradero de sus emociones, aunque sabía que debía sentir algo. Por más que lo intentara, en vano se afanaba por recuperarlas.
A pesar de contar con la compañía de sus amigos, solo percibía un abismo que recorría cada rincón de su alma no muerta, oculto tras una máscara que le permitía ser una versión de sí mismo que no era, o tal vez una que anhelaba fervientemente ser.
El Jungkook que conocía la felicidad había quedado en el olvido, hace más de un siglo. No sabía cuándo todo cambió para él. ¿Cuándo empezó a presenciar cómo todo a su alrededor se desvanecía, mientras él continuaba existiendo? Interrogantes sin respuesta que lo dejaban perplejo. El inexorable paso del tiempo lo había transformado en una encarnación de sí mismo que no comprendía y aborrecía profundamente.
Cuando no luchaba contra su propia existencia, encontraba consuelo en el arte del dibujo. Plasmar su falta de emociones sobre el papel y el lápiz se había convertido en su mejor distracción, en su único refugio hasta el momento.
En aquel instante, inmerso en sus pensamientos, no prestaba atención al entorno que lo rodeaba. Los únicos presentes eran él y su eterna batalla interna, tal como sucedía en la mayor parte del tiempo. Sin embargo, el destino tenía preparada una sorpresa inesperada. Sus pasos, sin previo aviso, se detuvieron en seco al colisionar con alguien, y ambos se precipitaron al suelo, sumidos en el desconcierto más absoluto. Con las manos que, hasta ese momento guardaba en los bolsillos, Jungkook se apresuró a deshacerse de la nieve que se adhería a sus brazos. Al sacudir su cabeza y levantar la mirada, se encontró con una imagen que lo dejó estupefacto: ante sus ojos se materializaba el bailarín de la obra que había capturado su atención.
El joven portaba un abrigo oscuro, ligeramente más amplio que su figura, unos vaqueros del mismo tono y una camisa blanca de poliéster. Su tez se asemejaba a la blancura inmaculada de la nieve que cubría las calles. Por un instante, Jungkook creyó que no estaba contemplando a un simple ser humano, sino a un ángel encarnado en carne y hueso.
—¡Lo siento tanto! No te vi en mi camino. Me parece prudente que preste más atención cuando escucho música con mis auriculares... —expresó aquel joven, emulando la dulzura de su presencia con su voz.
—No te preocupes, la culpa recae sobre mí. Me encontraba absorto en divagaciones propias —respondió el vampiro, alzándose del suelo con elegancia. Extendió su mano hacia el chico, regalándole la mejor sonrisa que podía ofrecer alguien cuyos recuerdos de la última vez que sonrió se habían desvanecido— ¿Cuál es tu nombre?
—Park Jimin, por cierto... ¿Eres Jeon Nabi? Tus ancestros fueron excelentes artistas, ¿no es así? Tú mismo gozas de gran renombre por tus óleos retratistas ¡Incluso hay uno que figura entre mis preferidos! —desveló el joven de cabello rubio, permitiendo que una sonrisa floreciera en sus labios, a lo que Jungkook no pudo hacer más que responder con una sonrisa genuina.
Aquella sonrisa que le brindó fue un deleite agridulce, tan cautivadora que, de ser factible, desearía contemplarla perpetuamente, aunque también despertaba en él una extraña sensación de familiaridad que lo inquietaba.
—Nabi es solo un nombre artístico. Puedes llamarme Jeon Jungkook —respondió Jungkook, sintiendo el cálido contacto de la mano misteriosa del joven entrelazada con la suya.
En un efímero instante, Jungkook experimentó la certeza de que quizá no todo estaba irremediablemente perdido. Comenzó a palpar una emoción que, aún en vida, no había saboreado con profundidad, pero que sabía característica de la humanidad: unos nervios danzando de forma peculiar en las profundidades de su estómago, acompañados de un rubor tímido debido a la inusual situación en la que se encontraban y a su propia distracción.
El contacto de sus manos, entrelazadas durante varios segundos, suscitó en Jungkook un destello de déjà vu, como si en ese encuentro se desvelara un lazo ancestral. Sin embargo, el vampiro estaba seguro de que jamás había cruzado caminos con Jimin en su existencia. De haberlo hecho, guardaría en su memoria cada detalle de aquel ser excepcional.
Si bien la inmortalidad, su subconsciente y el inexorable transcurrir del tiempo lo corroían internamente, Jungkook logró percibir los latidos tenues y fugaces de su corazón en su pecho, una melodía frágil pero significativa para él.
Desafortunadamente, la muchedumbre que los rodeaba era abrumadora, tan densa como en pleno día. Seúl, sin importar si era diurno o nocturno, siempre bullía de gente. Sumido en su propio torbellino emocional, Jungkook no percibió el momento en que Jimin se desvaneció de su vista... o eso creía. Las personas que se cruzaban a su paso los separaron con delicadeza, y así, en un abrir y cerrar de ojos, sus manos, hasta entonces unidas, se distanciaron y ambos perdieron de vista al otro.
No debía permitirse ilusionarse tan apresuradamente, pero su corazón latente ansiaba desesperadamente el misterio que envolvía al joven llamado Park Jimin. Era un anhelo ardiente, una llama que avivaba su ser con una delicadeza cautivadora.
🌟
¡Butterfly finalmente está de regreso! 💗💗💗💗
Honestamente, me tomé el tiempo de cambiar gran parte de eventos debido a que, en mi perspectiva, no tenían lógica o no estaban explicados tan a fondo como me hubiera gustado.
Y sí, esto es una mirada a lo nuevo que habrá, muchas cosas permanecen como lo era antes ya sean diálogos o momentos entre personajes (como quizás los que leyeron Butterfly antes lo podrán haber notado) pero lo que cambian son sucesos, edades e, incluso, cómo es el vampirismo y la brujería cómo tal.
Pero bueno, hay que tener en cuenta que Butterfly fue la primera historia que escribí y esta nació en principios del 2021 y no sabía absolutamente NADA de cómo planear una historia, así que les pido paciencia con este fic.
Dicho esto y con mucho texto de por medio, espero que esta versión reescrita sea de su agrado, y para aquellos que probablemente tenían Butterfly en sus pendientes, es un buen momento para iniciarla, ya que no volverá a cambiarse, lo único que seguirá vigente van a ser las correcciones ortográficas 💕
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro