Advertencias: Ninguna.

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—¿Qué es tener un hogar?— preguntó mirando al cielo, hace unos días llegó a la agencia por petición de Dazai, quién después de ganar contra el demonio, buscó al bicolor por todos lados.

—No lo sé, pero no creo que sea necesario tenerlo desde tu nacimiento— contestaste haciendo que saltará—. Lo que sea que significa un hogar, creo que ya lo tienes.

—¿Cómo saberlo?— desplazó la mirada hasta tus manos, le parecían lindas.

—¿Cómo no hacerlo?, He convivido con estás personas, no se dejan cuando va en declive, incluso Dazai es acogedor— sonreiste en dirección al muchacho—. Si no te sientes cómodo con ninguno, tú puedes ser tu propio hogar.

—¿Yo?— su mente quedó casi en blanco.

—Tú, porque me pareces cálido, y una persona que podría ser el hogar de alguien más— caminaste de vuelta a la puerta con intenciones de abandonar la azotea—. Iremos por un café, te estamos esperando.

Se quedó inmóvil unos segundos, hasta que sus puños apretaron la nada, y siguió el rastro de tu calor—. ¿No estamos en horas de trabajo?.

—Podemos tomar un tiempo libre, de todas formas, la policía está apenada por todo lo que pasó, no quieren darnos problemas— tu cuerpo se deslizaba con tal facilidad por el edificio, era la confianza de prácticamente dedicar tu vida a la agencia.

~Es tan irresponsable~ pensó el más alto, pero gozo esa sensación.

—Te recomiendo pedir la malteada de fresa, pero si quieres café, cualquiera sabrá genial— diste un salto en el último escalón—. Para la buena suerte.

Analizó la situación unos segundos, y después salto justamente cómo tú. Tus ojos brillaron más de lo imaginado—. Eres genial, Sigma.

—¿Dónde está la cafetería?— buscó distraer su mente con cualquier cosa.

Quizá el ser tu hogar sería posible, tal vez en poco tiempo, tú eras el suyo.

QUIERO A SIGMA EN LA AGENCIA. Solo pido eso.

Mi hermana mayor decía que saltar en el último escalón era de buena suerte, la neta no sé si sea verdad, dos veces me caí por hacerlo.