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Salud

Advertencias: Lesiones, desgaste mental, menciones a problemas de salud mental.

Te preocupas por su salud (física y mental).
~•~

Akutagawa:


Este chico casi siempre está enfermo, se negaba a recibir tratamiento médico hasta que prácticamente dijiste "El tigre seguramente va al hospital y es un buen paciente", ahora va a sus chequeos cada mes.

—Te hice una bufanda— pusiste el regalo frente a su cara.

—Ya me regalaste una— aclaró con indiferencia.

—Si, pero casi nunca la usas, pensé que si yo la tejía tal vez te gustaría más— avergonzada bajaste las manos pero de un rápido movimiento la tomó.

—Pues ya qué— la colocó en su cuello para así desviar la mirada a cualquier lado que no fuera tu sonrisa.

—Mereces más cosas, te haré diez, no, veinte para que uses siempre— alzaste los brazos genuinamente feliz—. También haré guantes de todos los colores...

—¿Soy digno?— habló con una total tristeza que siempre experimento desde niño.

—¿Para recibir mis guantes?, claro, pero debes cuidarlos— al ver su mueca en señal de enojo dejaste las bromas—. Nadie debe dar algo a cambio de cariño, te quiero porque quiero hacerlo.

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Atsushi:

Es el saco de boxeo personal para cualquier enemigo de la agencia, naturalmente siempre tiene alguna nueva fractura cuando se niega a recibir el tratamiento de la doctora Yosano.

"No quiero que mi novio muera así" esas palabras junto a las lágrimas de tus ojos lo motivaron a seguir entrenando con Kunikida y así ser más fuerte para que no lo lastimen.

—Ten, ayer ví que te dolía la espalda por tus entrenamientos— pusiste una bolsa térmica en su espalda baja—. Al menos no llegaste en piezas.

—Yo estoy tratando de proteger más mi cuerpo— murmuró avergonzado.

—Gracias, si no estás no tendré a quien abrazar— besaste su frente antes de bajar a sus labios para dejar un pico—. Ya eres fuerte, solo debes tener cuidado.

Nunca se preocuparon por mi así...me da miedo— admitió bajando la cabeza casi resignado.

—No quiero invadir...

—Me da miedo perderte— interrumpió tus palabras tratando de explicarse mejor.

No iré a ningún lado.

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Chuuya:

—¿Dónde estabas?— prácticamente saltaste sobre él—. Llamé a tu jefe pero no respondió, te busqué en la sede pero tampoco obtuve respuesta.

Se desplazó contigo en brazos hasta su dormitorio—. Ya sabes, en recuperación, me dolía todo...

—¡Usaste la corrupción!— casi mueres de un infarto al enterarte.

—Fue porque no había opción...

—¡Eres un egoísta!— azotaste la puerta de la habitación compartida.

—¡¿Cuál es tu jodido problema?!— frunció el ceño.

—El idiota que le grita a una puerta— soltaste con sarcasmo.

—Yo...lo siento, no quiero ser agresivo— inhaló profundamente—. ¿Podemos hablar?.

—No tiene seguro, pudiste pasar desde un inicio— te hiciste bolita en la cama matrimonial que compartían.

—Bebé, entiendo que estés preocupada...

—No, no lo entiendes— arrugaste la nariz.

—Hija de...— murmuró pues su plan de ser empático falló—. No entiendo del todo cómo te hace sentir, pero el maldito Dazai me detuvo a tiempo.

—¿Y si hubiera tardado?— musitaste en un intento por no llorar—. No confío en sus planes.

—Mi cuerpo fue diseñado para contenerla, no hagas un drama de eso— quiso hacerte reír pero solo lloraste más.

—No por eso debes ponerte en riesgo— chillabas tratando de tomar aire—. Eres un tonto si lo crees así.

Apreció tu expresión, el cómo tus ojos se hacían pequeños cada que más lágrimas salían, ese sutil quejido junto a tu nariz roja. No entendía cómo tú no eras capaz de aceptar que su prioridad eras tú, eso implicaba salvar la ciudad.

—Ven acá— te abrazo acariciando tus cabellos con cuidado—. Lo hago por ti...

—Eso no me hace sentir mejor— apretabas sus ropas llenandolo de lágrimas—. Es que tú eres lo más preciado que tengo, y si murieras...yo te mataría.

—¿Escuchas lo que dices?— soltó una carcajada y de paso besó tu sien—. Eres jodidamente complicada, nunca te daré gusto, pero puedo darte algo mil veces mejor.

—¿Qué?— esperabas algún tipo de soborno para rechazarlo con justa razón.

—Yo. Prometo no usar la forma corrupta, pero si es necesario lo haré— tu expresión lo hizo flaquear—. Tengo algo que quiero proteger, a tí.

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Dazai:

Tiene sus momentos dónde realmente es vulnerable contigo, pero no eres una especialista, así que lo persuadiste de ir a terapia. Se quedó internado un mes en el centro de rehabilitación después de su primera cita, y volvió a casa con medicamentos. Se negaba a tomarlos todos, algunos lo hacían sentir fatal.

No soy un maldito sanador espiritual, pero quiero apoyarte— admitiste entre lágrimas—. Es tan doloroso cuando bromeas con morir, porque no son bromas.

—Pero es que yo antes...tú me tratabas distinto, todo esto es...¡Odio ser así!— sintió un nudo en la garganta al ver rodar dos gotas por tus mejillas.

—Osamu, me enamoré de ti siendo ese extraño suicida, pero quiero que estés bien. Esto es solo tu decisión, si no quieres seguir con el tratamiento no te voy a obligar— sollozaste antes de abandonar la habitación para que no viera más de tus lágrimas.

Se asomó tan inocentemente (lo más que se puede después de gritar lo mucho que se odiaba a sí mismo), para verte limpiar tu nariz. Él no era la persona que merecía tus atenciones, ni de nadie en realidad, pero eso era lo bueno, era estúpido y pecaminoso.

No seré una buena persona, no existe tal cosa. Espero que sepas lo mucho que te quiero— abrazó tu cuerpo por detrás—. No me gusta el sabor de los medicamentos, quizá un beso por cada píldora me haga olvidarlo.

Asentiste siendo consciente de las recaídas que tendría, habría momentos buenos y malos, pero eso era lo que lo hacía humano, uno imperfecto que se mantendría en constante cambio y crecimiento.

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Poe:

—No has comido nada— lo obligaste a mirar tu cara—. Deja de escribir solo por cinco minutos.

—Es que es para una competencia con Ranpo— se asustó al ver esa expresión tan juzgona—. Solo serán cinco minutos...

—Sé que no siempre tienes hambre, pero es importante que te alimentes bien— lo arrastraste hasta el comedor para obligarlo a sentarse—. Preparé tu favorito.

Gracias, me distraigo mucho con los proyectos, lo siento— agachó la mirada al no tener el valor suficiente de verte angustiada.

—No te preocupes, yo te ayudaré a recordar las cosas— soltaste una risita para sentarte a su lado—. ¿Qué te parece si después vamos a tomar un poco de sol?, Así reposa la comida.

—Gracias— se sonrojó ligeramente al sentir tu palma en sus espalda.

Mi lindo escritor es un hombre dedicado, pero no te olvides de tí— ronroneaste esperando hacerlo sentir mejor—. ¡Eres maravilloso!.

Estoy pensando hacer parte 2.

¡No somos perfectos, ni debemos cargar con problemas ajenos!. Podemos ser un gran apoyo, pero definitivamente no somos responsables de la salud mental individual.

Inspirado en las cosas culeras con personas que conozco, porque si dios me da una mala vida, debo sacarle provecho.

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