Hijo del corazón
Advertencias: Ninguna.
~•~
Dazai:
"Son consecuencias de mis actos, sé que esas consecuencias necesitan amor y otras cosas para ser felices"
Ahí estaba nuevamente, tratando de acercarse a su hijo de cuatro años por medio de juegos. El menor perseguía mariposas mientras Dazai hacía un castillo de arena.
Un niño pateó dicha creación provocando la desilución en su cara—. Está arruinado, como todo lo que toco...
—¡Ten cuidado!— gritó el castaño que parecía una copia de Dazai.
—¡Es un señor que juega en el arenero! ¡Es raro!— respondió el otro infante.
—¡No te importa!— ganó la batalla cuando arrojó una pala a su nariz—. ¡No te metas con mi papá!.
El otro niño desapareció para llorar con su madre.
—Hagamos tu castillo, te ayudaré— su hijo se agachó para darle forma a la arena bajo la mirada expectante de Dazai.
—Creo que eres lo primero que me sale bien. No quiero arruinarte...
—Mamá dice que tratas de ser mejor, yo creo que ya eres un poco genial.
Osamu lloró frente a su hijo que acariciaba sus cabellos para consolarlo.
.
.
.
Chuuya:
—¿Junta de qué?— arqueó las cejas mientras recibía un papel.
—Para mis calificaciones. No es importante, le diré a mamá— el niño de apenas unos ocho años sirvió un vaso de agua para beberlo y volver a jugar.
—¿Seguro?— se puso de pie para alcanzarlo y detener su paso—. Puedo ir, puedo involucrarme...
—¡No quiero que vayas!— admitió desesperado—. No soy inteligente.
Chuuya suspiró acariciando su cabeza—. No lo eres, pues ni modo.
—Es que yo... tú te esfuerzas mucho para que yo vaya a la escuela— el menor comenzó a llorar.
—Basta, no me importa— dejó una palmadita en su hombro—. No dejas de ser mi hijo.
Esas palabras nublaron los ojos del pequeño con más gotas saladas, no era capaz de ver bien a su padre. Pero Chuuya sonreía, él amaba a su hijo.
.
.
.
Francis:
Nuevamente su hija estaba en cama por una enfermedad. Los mejores doctores la atendían, por lo que lograron extender su vida hasta ese punto.
Ella era su milagro, un que pudo ver hasta su mayoría de edad.
—Oye, deberías desayunar— murmuró con dificultad por los aparatos en su nariz—. Estoy bien.
—Claro, solo quiero asegurarme que sea verdad— apretó su mano nuevamente.
El hombre dejó sus negocios y juntas para cuidar de su más grande tesoro.
—No te pongas triste, papá. Siempre estaré contigo— su habla se volvió confusa.
—Eres parte de mí, yo soy parte de tí— respondió el más alto—. Siempre estaré triste si te enfermas.
Su hija murió esa madrugada.
Esa parte que habitaba en él, murió.
.
.
.
Kunikida:
—Tu madre me dijo que tenías problemas con matemáticas.
El joven apretó su puño mientras asentía—. No comprendo bien las ecuaciones.
—Daremos un repaso— mostró que cargaba un montón de libros y ejercicios—. Pero eres bueno en artes, ¿Verdad?.
—Si, pero eso no es importante...
—Pasarás matemáticas porque debes hacerlo, pero puedo conseguir un curso de artes para vacaciones— comentó acomodando sus lentes—. Mejora en lo que eres bueno, y aprende lo que no sabes.
—¡Papá!— el menor abrazo a su padre—. ¡Lo siento...yo!.
—Ya, no es para tanto no aprobar matemáticas, pero me humilla saber que fuí maestro de esa materia...
.
.
.
Odasaku:
—Keisuke me dijo que estás triste— asomó la cabeza debajo de la cama con sábanas rosas—. ¿Qué ocurre?.
—No sabe lo que dice— al encontrarse con los ojos azules solo pudo ser sincera—. En la escuela se burlaron de mi...por no tener mamá.
—Ya veo...¿Quién fue?— se pegó más al piso para ver su rostro.
—Todo el salón— la niña comenzó a sollozar—. ¡No es justo!.
—Lo sé, no es justo que se burlen por eso— suspiró metiendo la mano bajo la cama para buscar su cabeza y acariciarla—. Apuesto que debes estar molesta...
—¡Odio no tener mamá!— sus lágrimas llegaron a la madera del suelo—. ¿Por qué me dejó?.
—No lo sé, pero estoy seguro que te quiso tanto como yo te quiero— el pelirrojo sonrió tratando de hacerla sonreír—. Eres una niña fuerte, ella está orgullosa de tí.
—¡Papá!— apretó sus labios para no gritar más—. La extraño...
Salió con cuidado para tumbarse sobre el mayor, que abrazo su cuerpo con delicadeza. Por un rato ninguno dijo nada.
—Ella también debe hacerlo, pero debes ser una niña feliz, o ella se pondrá muy triste— explicó Oda—. También muy sana, eso significa que debes comer ahora.
No hubo respuesta, la infante dormía por tanto llorar.
—No dejaré que nadie te haga daño.
Estaba viendo Dumbo, y llore mal con la canción. En fin, si dios me dió padres ausentes, yo le salí J0tª
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro