Dazai y Chuuya
Advertencias: Ninguna.
Me dí mucha libertad con este.
~•~
Una joven pelirroja esperaba pacientemente en la sala de la mafia. A su parecer estaba muy descuidada y había mucha sangre por todos lados. En realidad la secuestraron por deudas de su padre con la mafia.
—Ya te dije, perro, es una misión simple— la voz masculina la obligó a levantar la cabeza—. Mori-san dice que es...
—Buenas noches, ¿Saben dónde está mi papá?— era una pregunta tonta, claro que no sabían—. Dijo que me buscaría, un hombre de traje lo llamó pero aún no llega.
—¿Qué demonios?— preguntó el pelinaranja.
—Ya entiendo. La misión tan importante era cuidar a una niña secuestrada— confirmó el de vendas—. Bueno, la sala de torturas no es mi lugar favorito, te harás cargo, Chuuya.
—¡Vete a la mierda!— lo tomó por el cuello para verlo directamente a la cara—. No soy una niñera.
—Pero mira, es una chica, así podrías hablar con una mujer por primera vez en tu patética vida, babosa— corto aún más la distancia entre ambos—. Son órdenes del jefe.
—Creo que esté en un momento privado— la joven estaba roja—. No es como que me incomode que sean novios, pero besarse frente a mí...
—¡Maldita!— Nakahara retrocedió hasta chocar con la pared—. Yo no la cuidaré.
—Yo tampoco— replicó el castaño—. Hay promociones de vendas, pierdo mi tiempo aquí.
Un rugido interrumpió la conversación, era el estómago de la femenina.
—¿No te han dado de comer?— preguntó Chuuya.
—Está secuestrada, obviamente no lo harán— no era un buen samaritano, pero no le producía placer maltratar a una niña—. Haré que te traigan algo, ¿Cuánto llevas aquí?.
—Tres días...
Ninguno dijo nada, hasta que Dazai arrastró una silla de metal vieja para sentarse a horcajadas tarareando una canción.
—Algo me dice que pasaremos tiempo juntos, ¿Qué edad tienes?.
—Voy a cumplir diecisiete en unas semanas.
—Sabes que tu padre ya no vendrá ¿Verdad?— Chuuya se recargó en la pared cercana solo para asegurarse que Dazai no intentará algo extraño.
La pelirroja empezó a llorar.
—¡¿Qué te hice?!— estaba alterado.
—La hiciste llorar, con razón no tienes novia— se burló el más alto.
—Cierra la boca, maldita caballa— el del sombrero rodó los ojos—. Deja de llorar, no dije mentiras.
—No es verdad, enano— lo último fue un susurro pero todos lo escucharon.
Osamu soltó una carcajada hasta el punto de llorar, terminó siendo estrangulado por Chuuya—. Tú también me las pagarás, maldita mocosa.
—Vamos, se un caballero para variar— la voz del castaño era distorsionada por la falta de aire.
—¡No deberías golpear a tu novio!.
Toda la conversación murió, después seguiría la mujer.
Chuuya cometió un crimen de odio.
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