Third bite
—Sana dijo que no tenía ninguno. —La boca de Mina se abrió, mostrando un poco sus colmillos. El pulgar de Nayeon le separó los labios un poco más, sintiendo a la pelinaranja temblar un poco.
—Sí, solo tenía suficiente para otra persona, y al parecer llegué a ella antes que tú. No tuve que huir este año, pero Dios mío, Mina. Tu olor es tan fuerte— Mina estaba temblando, las manos rasgaban los cojines. A Nayeon no le importaba. En cambio, usó sus propias manos para sujetar a la menor. Eso sólo aumentó la sensación resbaladiza y pegajosa en los pantalones de Mina.
—¿Hace cuánto lo supiste? — La voz de Mina era más tranquila, sometida por su estado lujurioso.
—Solo desde hoy cuando saliste corriendo del baño. — Nayeon estaba susurrando ahora, voz entrecortada y caliente en su oído. Aspiró y lamió el cuello de la mayor, sintiendo a Mina tensarse debajo de ella por un momento antes de que se escapara un pequeño gemido. —Apuesto a que sabes bien... ¿Qué crees, Minari? ¿Puedo probar tu sabor? — Soltó la mano de Mina y se acercó para envolver suavemente el cuello de la pelinaranja. La mano libre de Mina se aferró a la camisa de Nayeln. Sus ojos se cerraron por un momento cuando Nayeon chupó su vena. Mina juró que sintió los colmillos de la demás por un momento.
—P-Por favor— Vaya, qué débil se había vuelto Mina. Sus piernas absolutamente nada cerradas mientras Nayeon la rodeaba. Casi se corre cuando Nayeon hundió sus colmillos en ella con un gruñido bajo. Por supuesto que dolió al principio, pero el subidón que estaba recibiendo de Nayeon chupando su sangre con tanta pasión valía la pena. La otra mano de Mina se liberó, apretando las piernas mientras envolvía sus manos alrededor del cuello de Nayeon. Estaba desesperada, tan jodidamente desesperada. Nayeon se separó de su cuello no mucho después, sus labios color carmesí mientras una sola gota comenzaba a rodar por su barbilla.
—Tan necesitada. — dijo Nayeon, mirando lo apretadas que estaban las piernas de Mina, tratando de conseguir fricción. —¿Te gusta eso? — Los ojos de Nayeon estaban igual de nublados y luego se cerraron cuando Mina se inclinó para besarla. Chupó las gotas que se le habían escapado de sus labios afelpados y finalmente reclamó lo que ha querido durante tanto tiempo.
—No actúes como si no lo quisieras también— Mina dijo, sus manos ayudaron a desnudar a Nayeon, quien hizo lo mismo. Nunca hicieron nada como esto, pero sus instintos naturales se activaron y eso era todo lo que necesitaban. Ya sea que realmente quisieran o no, iban a terminar complaciéndose la una con la otra. Menos mal que si lo querían. —¿Cuándo dejan de hacer efecto tus supresores? — preguntó Mina, sabiendo que no sentiría el olor a vampiro de Nayeon hasta que la pastilla dejara su cuerpo.
—Probablemente en unas pocas horas. — Respondió Nayeon, dejando que Mina la dominara en el sofá, sus cuerpos ahora desnudos uno sobre el otro. No fue nada suave, nada lento. Mina se apresuró a pasar las manos por el cuerpo que tenía delante. Agarra y siente el territorio intacto. Sus labios aterrizaron primero en el cuello de Nayeon, luego sus colmillos se hundieron en su piel. Sus ojos se pusieron en blanco cuando el líquido brotó en su boca. El sabro era tan Nayeon. Y tan malditamente bueno. Ella no tomó de su cuello tanto tiempo como Nayeon tomó del suyo. Apartándose y mirando los ojos nublados de Nayeon mientras su pecho subía y bajaba. Una mano de Mina se acercó a los senos más jóvenes, jugando con cada suave montículo mientras la otra agarraba su muñeca, besando las venas allí mientras Nayeon gemía.
—Mierda, Nayeon.— Mina dijo antes de hundirse en su muñeca. Las piernas de Nayeon se envolvieron alrededor de la cintura de la otra, con la boca abierta y la cabeza inclinada hacia atrás. Su cuerpo se estremecía de vez en cuando. Mina siguió repitiendo el proceso vertiginoso. Besando, mordiendo, chupando su clavícula, el interior de su brazo donde se dobla el codo, el interior de su muslo junto a su calor empapado...
Cuando levantó la vista, con los labios tan rojos como los de Nayeon, no pudo evitar maravillarse de lo marcada que estaba. Marcas de dientes cubrían su cuerpo junto con chupones de moretones y humedad de su boca.
—Te ves tan sexy, bebé— Mina habló, su mano ahora finalmente prestando atención donde Nayeon más lo quería. Sus dígitos se deslizaron fácilmente dentro de ella mientras su pulgar frotaba su clítoris. Sus ojos ni una sola vez dejaron los de Nayeon. —¿Habías pensado en esto antes? Yo follándote abierta con dos dedos— Mina dijo, inclinándose para besar sus labios, rompiendo el contacto visual. Su lengua dominaba la de Nayeon, moldeando su boca con la de la mayor.
—S-Sí— Nayeon respondió entre gemidos mientras Mina movía sus dedos y trabajaba su cuerpo. Estaba tan jodidamente cerca de venirse.
—Ya estás tan cerca, ¿no? Eres una jodida puta—. Los colmillos de Mina descendieron una vez más sobre su cuello, los dedos seguían trabajando por el subidón que sintió palpitar a través de Nayeon en ese momento. Las manos de la peliroja rasparon su espalda lo suficiente como para dejar marcas mientras ella temblaba. Mina la estaba follando, follándola mientras se alimentaba de ella. Nayeon no sabía cómo reaccionar. Su cuerpo estaba tomando todo y dándole una sensación tan drogada y soñadora que nunca podía tener suficiente. La sensación de otro vampiro reclamándola, marcando territorio. Eso era lo que Mina estaba haciendo esencialmente, y Nayeon la dejaría. Después de todo, era esa época del año. Si hubiera sido cualquier otra persona, estaría completamente vestida y luchando para que su cuello no tuviera marcas de mordeduras. Pero era Mina. Mina era perfecta, con su cuerpo perfecto y su personalidad perfecta. Mina, su mejor amiga, su compañera de cuarto, su black swan, su vampiro... tal vez su amante.
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