El pobre sofá de Nayeon.

El pobre escritorio de Nayeon.

El pobre armazón de la cama de Nayeon...

Podría ser visto como violento -considerando que era solo el segundo día- la cantidad de destrucción de cada mueble. O, factiblemente, podría verse como accidental. Era difícil saberlo, especialmente con la cantidad de fuerza contra las muñecas de Mina sobre su cabeza. Suficiente para romper el resorte de una cama, supuso la pelinegra.

A ella no le importaba si lo hacía. Mina estaba casi adolorida por lo excitada que estaba. Obstruye su mente. Nayeon pensó que era la falta de supresores a los que estaba acostumbrada lo que causaba su ardiente necesidad. No importa, ¿quién era Nayeon para negarle a Mina? Ella también quería. Sin mencionar que la vista de la espalda desnuda de Mina mientras estaba boca abajo, con las mordeduras esparcidas por su trasero, era apaciguadora. Mordiscos que ella dio.

—¿Crees que puedes manejar algunos más, Minari? — Nayeon jadeó, el strapon empujándola en el ángulo correcto. La pelinaranja gemía ruidosamente, las caderas de Nayeon eran una maravilla mientras ella se inclinaba para hablarle con dulzura.

—No sé. — Mina respondió, con los ojos cerrados mientras llenaba sus pulmones con el aroma del vampiro. El olor de Nayeon. Ese olor que era claramente dulce y casi como un veneno. Ella lo tomaría hasta morir. Mina fue sincera con su respuesta, Nayeon ya se había alimentado de ella una gran cantidad de veces. Cada mordida hizo que su cuerpo se convulsionara con una cantidad exorbitante de placer. Cantidades que no se pudieron replicar. Pero, solo podía regenerar gran parte de su sangre rápidamente. Si los colmillos de Nayeon se hundían de nuevo, muy bien podría desmayarse.

—¿Crees que estarás bien después de esta ronda? —Nayeon cuestionó. Sabía que Mina ya estaba cerca, se preguntó si sería suficiente para calmar el deseo de la mayor el tiempo suficiente para que comieran comida real. No la malinterpreten, Nayeon estaba encantada de joder a Mina. La reclamó anoche y eran la una para la otra, ese sentimiento era una resaca que se sentía ejemplar. Algo que nunca quería dejar ir.

Pero a veces era mejor tomarse un tiempo de recuperación. Incluso durante unos minutos. Mina también lo sabía.

—Sí. Seré buena—-. Mina dijo, las caderas se detuvieron por un momento cuando los colmillos de Nayeon se clavaron en su hombro. Tomando una apuesta, ambas con los ojos en blanco. La pelinaranja estaba temblando, palpitando cuando su sexo se reprimió y apretó. Felicidad, tanta felicidad. Podía sentir su pulso por todo su cuerpo mientras su visión se nublaba. tanto placer

Fue demasiado.

Los choques contra su piel por lo empapada que estaba mientras Nayeon se metía hasta el fondo. La vibración en su hombro mientras Nayeon gemía, colmillos familiares estabilizando un flujo. El cuerpo cálido y sudoroso de Nayeon contra el suyo, rozando su tierna espalda. Nayeon. Nayeon.

—Está bien. — Nayeon dijo mientras desconectaba su boca. Algunas gotas se escaparon y aterrizaron en el hombro de Mina, deslizándose un poco por su espalda. Mina sintió el líquido tibio, podía sentirlo todo. Ella era tan consciente. El subidón no disminuía, todo la envolvía haciéndola sentir mareada. Dedos delgados se envolvieron alrededor de su cuello, aplicando presión suavemente, y luego estaba nadando con el inconsciente.

Tan jodidamente bien.