
ϟ| 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐬𝐢𝐱: 𝐏𝐞𝐫𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 𝐞𝐬𝐬𝐞𝐧𝐜𝐞
●Capítulo seis: Esencia perversa.
YoonGi caminó por su gran hogar en dirección a la gran habitación en la que se encontraba su padre esperándolo ansioso y algo desesperado. El pelinegro se detuvo en frente de las grandes puertas y soltó un suspiro antes de entrar. Empujó las grandes puertas y entró dejando ver el gran lugar.
Este era un salón bastante elegante, decoraciones doradas y plateadas. Toque rústico y antiguo, ambiente delicado y lujoso. Al final del salón se encontraban dos tronos, los dos eran de color negro y resaltaba mucho la gran forma del espaldar en las puntas siendo unas grandes púas. En uno de esos, se encontraba el rey demonio Argous Azael. Dueño de tres legiones y padre del único hijo varón; YoonGi.
El pelinegro se quedó quieto a unos metros del trono y se metió las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón esperando a que Azael se diera cuenta de su presencia. Al ser un viejo, se veía bastante joven. Su piel no tenía arruga, era bastante atractivo y su cabello rojizo largo caía por sus hombros. Sus ojos azules eran bastante llamativos, YoonGi lo había heredado de él y eso lo convertía en alguien bastante curioso.
YoonGi, carraspeó para llamar la atención de su padre.
—¿Para qué me llamaste? —cuestionó.
—YoonGi, ¿En qué momento llegaste? —regresó la pregunta Azael, acomodándose en el trono de manera derecha para revivir a su primogénito.
—¿Para qué me necesitas, Azael? —el pelinegro sacó una mano de su bolsillo y se miró las largas uñas unos segundos esperando a que padre empezara a hablar.
—Sabes que hoy es el banquete para celebrar que serás el próximo rey. ¿Te acuerdas? —Azael apartó su largo cabello de sus hombros y cruzó las piernas. —¿Ya elegiste a tu pareja? Sabes que tiene que ser alguien dig...
—Sí, ya tengo con quien ir. —lo cortó.
—Perfecto. —sonrió dejando a la vista sus afilados dientes. —Espero y esta vez no te enredes con alguien que quiera acabar contigo, YoonGi. ¿O te recuerdo lo de Ewah?
—No hace falta que escarbes en el pasado. —el pelinegro lo miró. —Tampoco que menciones su nombre.
Azael le guiñó el ojo.
—Solo no cometas de nuevo el mismo error de atraer a tu muerte a tu propia celebración. Ya sabes lo que pasó luego de que acabaras a Ewah... No querrás otro castigo, ¿Verdad, hijo? —se llevó su dedo índice a sus labios y pasó su uña por ellos.
—No me llames hijo, Azael. —le dio una mirada cansada. —No tenemos esa relación de padre e hijo tan estrecha y lo sabes. Te agradezco que dejes de comportarte tan hipócrita conmigo. —Azael seguía sonriendo. —Y termina de una vez con los numeritos de portarte como el mejor padre. Das asco.
El pelirrojo se levantó de su trono y soltó un suspiro. Bajó las pequeñas escaleras y caminó por el salón acercando a YoonGi. Era un poco más alto que él, vestía de un traje negro con adornos dorados y una larga capa oscura que se arrastraba por el suelo al caminar.
Una vez que llegó frente al pelinegro le colocó una mano en el hombro con una peculiar sonrisa gracias a sus dientes afilados.
—YoonGi... —le dijo. —Compórtate bien en el banquete. —y su toque se volvió un poco fuerte en el momento que Azael le apretó el hombro clavando las largas uñas en este.
YoonGi miró de rojo la mano de este y luego dirigió su mirada a él. Sus comisuras se curvaron también en una falsa sonrisa y asintió.
—Claro que sí, no haría nada para dejarte en ridículo. —dio unos pasos hacia atrás y apartó la mano de Azael de su hombro con brusquedad.
Borró su sonrisa y le dio una mirada asesina. Se giró dándole la espalda a este y regresó por donde vino hacia la puerta.
—¡Espero que podamos conversar bien el banquete! —le dijo haciendo que YoonGi se detuviera a un centímetro de la puerta.
Miró por encima del hombro y soltó una escalofriante carcajada.
—Haremos más que conversar, Azael. —el pelirrojo entrecerró los ojos. —Hasta te puedes llevar una sorpresa.
Empujó las puertas y salió del salón con una tenebrosa sonrisa de victoria. Se dirigió al interior de su hogar y subió las escaleras hacia su habitación. Caminó por el pasillo llegando a su gran puerta de su habitación y la abrió entrando en ella. La azotó con fuerza y se adentró en su oscura habitación.
En la oscuridad se podía notar el brillo fuerte de sus ojos azules y su aura en gran estado. Estaba enojado y con un gran deseo. Se enterró las uñas en las palmas de sus manos para controlarse, pero por su mente pasó la imágen de JiMin. Se quedó quieto unos segundos y se mordió el labio inferior. Se acercó a su cama y se sentó en ella.
—Ewah... —pasó saliva y se dejó caer en la cama cerrando los ojos cansando para dormir un poco.
Besos húmedos, respiraciones agitadas el vaivén de sus cuerpos se entrelazaba en la desnudez de estos y el movimiento perverso de la esencia de la locura hacían que YoonGi deseara más que solo tocarlo. Lo volvía loco, le hacía perder la razón, quería hacerlo suyo cada vez que pudiera. Necesitaba dejar marcado ese fino color blanco de su piel con grandes cicatrices rojizas y mordidas. Eso provocaba Ewah en YoonGi.
Para el pelinegro, él era lo más hermoso y perverso que había conocido. A pesar de ser mucho mayor que él, lo volvía loco. Ewah tenía ese poder de quien lo mirase, se postraría a su pies, humano o demonio, con solo el anhelo de probarlo. Le encantaba susurrar sus más oscuros deseos a YoonGi para provocarlo aún más. A los humanos, les hacia cometer aquellos anhelos que estaba restringido a hacer. Adoraba el caos.
Ewah mantenía el aspecto de un humano. Su cabello rubio cortó relucia bajo una corona de púas. Siempre vestía de trajes rojizos o blancos y lo acompañaba un su mano una manzana roja. Él era el único que podía comer de ella, a pesar que para los demonios era la única cosa que estaba prohibida comer si no querían morir.
Azael se aseguró de envenar cada manzana en el inframundo por aquella leyenda del humano de comió de la manzana y engendró al caos que acabaría con los dos mundos. Quien creía que ese mal era Ewah y por eso él podía comer de aquella manzana que tanto aterraba a todos.
Esa misma noche, mientras YoonGi descansaba desnudo en la gran cama se despertó en medio de la nada al no sentir la presencia de él a su lado. Enrollado en una bata, salió a buscarlo a mitad de la madrugada. Pero una vez que salió se habitación encontró un largo rastro de sangre que lo llevaba a una habitación.
El peliengro jamás había entrado a esa habitación ya que pertenecía a él y Ewah había dejado en claro que nadie podía entrar en ella. Pero fue entonces cuando observó la puerta entre abierta y una luz opaca provenir de ella. Se acercó lentamente a esta y asomó su cabeza para mirar al interior encontrándose con la desagradable escena de él devorando los cuerpos pertenecientes a una de sus legiones.
Atonito y asqueado el pelinegro se adentró más a la habitación, abriendo un poco más la puerta provocando que esta emitiera un ruido atrayendo la atención del rubio quien comía sentado en el suelo de la habitación. Este al ver a YoonGi sonrió dejando ver aún más la sangre en sus manos, boca y ropa. Su pijama blanca se había vuelto un desastre de tanta sangre que había y la carne que se encontraba en su mano hacia que estómago de YoonGi se revolviera.
Sus ojos estaba complemente negros y su sonrisa era más ancha y espeluznante. Los cuerpos que se encontraban a su alrededor estaban mutilados. Habían cuerpos sin cabezas y tenían grandes mordiscos, al parecer el comia directo de ellos sin tener que arrancar pedazos por pedazos. YoonGi estaba estupefacto que no sabía que ni que decir.
—Hola YoonGi..., ¿Deseas un poco? —le extendió un pesado.
Pero fue entonces cuando vio las manzanas mordisqueadas a su al rededor. Su corazón dió un vuelco y sintió un fuerte nudo en la garganta. Nunca lo había visto de esa manera, lo había consumido la locura y la tentación. Estaba devorando a parte de los integrantes de su séquito.
—Ven, YoonGi... —lo llamó y se levantó del suelo, se llevó el trozo de carne a la boca y lo masticó frente al peliengro quien seguía paralizado. Lo vio comérselo y luego lamerse los dedos con su larga lengua. —Te enseñaré otra clase de placer y es el placer de devorar a quienes quieres. Tee sentirás diferente y cambiará todo en ti... —se acercó a este y acercó su mano al rostro de este, ensuciandolo de sangre.
Deslizó sus dedos por la mejilla del pelinehro y los detuvo en sus labios para luego bajarlos por su mentón y tocar su cuello.
—Déjame enseñarte... —este se acercó al rostro de YoonGi y lamió la sangre de sus labios para luego besarlo con brusquedad.
Con su mano libre agarró el cuello del pelinegro y lo apretó con fuerza mientras introducía su lengua dentro de la boca de este y la entrelazaba con la de él. Fue entonces cuando él la mordió y se la arrancó paraa masticarlo con tanta satisfacción. YoonGi trató de apartarlo, pero este había desarrollado una increíble fuerza que lo sostenía contra su cuerpo mientras devoraba su lengua. YoonGi lo empujó haciendo volar por el aire y que se golpeara la espalda contra la pared. Se acercó rápido a él y lo ahorcó con fuerza contra esta mientras este reía.
—Lastima que tu lengua vuelva a crecer, YoonGi... —le dijo. —Se veía tan apetitosa. —se lamió los labios quitando un poco de la sangre de estos y empezó a reír espantado aún más al pelinegro. —¡Devorame YoonGi! Cómeme y dime a que sabe mi carne. ¡Dímelo! Quiero saber si es tan apetitosa como se ve la tuya. Pruebame. —había perdido la cordura. Entre más apretaba su cuello, más gracia y placer le causaba. —Vamos YoonGi, más fuerte. Arranca mi cabeza y comela... —el pelinegro estaba asustado que no podías decir nada. —¡DEVORAME! ¡HAZLO! Come de mí.
—¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?! ¡SUÉLTAME! —escuchó los gritos de JiMin.
Inmediatamente este abrió los ojos de golpe asustado y sudado. Se encontró con el rostro de JiMin un poco aterrorizado contra la pared ya que lo estaba ahorcado. De nuevo, había tenido esa pesadilla que tanto lo atormentaba cada mil años desde que Ewah desterró el inframundo.
YoonGi, bajó a JiMin con cuidado y se alejó de él. La pesadilla lo había consumido tanto que se había alejado de la realidad.
—¿Qué es lo qué te pasa? No llevo ni un malddito día aquí y esta es la segunda vez que me ahorcas. ¿Tanto ess el fetiche de querer ahorcarme? —cuestionó el rubio.
El peliengro se encontraba dándole la espalda a JiMin, se pasó una mano por la frente apartando el sudor y miró por encima del hombro a este.
—¿Qué haces acá? Le dije a HoSeok que iría por ti.
—Casi intenta comerme, obviamente iba a escapar. —se cruzó de brazos.
YoonGi sonrió de lado y se giró para mirarlo.
—Ya te vas amoldando a lo que sentía tu comida. —dijo en tono burlón. —Y aún no empieza el banquete.
—¿Ah no? ¿Y a qué viene la muchedumbre?
El pelinegro abrió los ojos y miró hacia su ventana. Estaba todo oscuro. Se giró para mirar su reloj de mesa que marcaba las 21 horas.
—Mierda, voy tarde. —se abrió la camisa que tenía y caminó hacia su gran armario.
—No sabía que tenían relojes en el inframundo.
—Tenemos muchas del mundo humano. —respondió YoonGi, buscando su mejor traje. —Este no. Muy anticuado. —murmuró mientras seleccionaba su ropa. —Este tampoco, tiene mucho estampado... Y este ni hablar, muy verde. —miró de reojo al rubio quien seguía de pie a un costado de él.
JiMin vestía de un traje blanco con un corset dorado. Su cabello estaba peinado de una manera bastante elegante y el collar que le había puesto YoonGi permanecía en su cuello. El pelinegro río atrayendo la atención de este.
—¿Qué es gracioso para ti?
—Te ves bien, mascota.
JiMin bufó.
—No me llames así.
—¿Prefieres qué te diga comida? —YoonGi volvió su atención a la ropa. —Usaré el negro.
Se desnudó por completo frente a JiMin y sacó su ropa para colocarla en la cama. El rubio desvió la mirada a la espalda desnuda de este y le siguió con un escanear hasta los pies.
—JiMin, siento como me comes con la mirada. Ya paralo. —le dijo YoonGi sin girarse.
—Y... qui...quien dijo que te estoy mi...mirando a ti. —la voz le tembló haciendo reír a YoonGi.
Este se giró y se acercó al rubio haciendo que diera unos pasos hacia atrás al sentir su intimidante mirada. YoonGi llegó a unos centímetros del rubio y deslizó su dedo por los labios rojizos de este. El corazón de JiMin de descontroló y las piernas le temblaron.
—JiMin..., ¿Para que me invocaste? —cuestionó este sin dejar de mirarle los abultados y tentadores labios.
El rubio tragó saliva y abrió la boca para hablar.
—Solo lo hice por aburrimiento, no creía que ibas aparecer en verdad, además, me dijiste que había dibujado mal la estrella. Si en realidad fue así, ¿Por qué apareciste?
YoonGi se quedó en silencio y soltó un suspiro.
—¿Esperas una respuesta? Bueno, también tenía hambre como tú y al ver que estabas cometiendo estupideces de "invocar" a un demonio, fue más fácil entrar a tu habitación.
JiMin levantó una ceja.
—Pero me dijiste que estabas apunto de dormir.
—Mentí. —sonrió enseñando una vez más los dientes y se acercó más al rostro del rubio. —Puede que te haya estado vigilando... —se alejó de este y se dirigió a su cama para empezar a vestirse.
—No te entiendo, ¿Sabes? —le dijo YoonGi. —Y eras otro cuando entré a tu habitación.
La piel de YoonGi se erizó a escucharlo hablar.
—Tus ojos brillaban mucho en la oscuridad, no sé que te pasaba, pero... fue muy extraño verte en ese aspecto tan...
—¿Tenebroso? ¿Espeluznante? ¿Aterrador? Vamos, dilo. Dime que ya pude asustarte para comerme tu alma. Tengo mucha hambre. —cogió el pantalón y se lo colocó subiendo la cremallera y abotonandolo. Siguió con la camisa, corset y zapatos.
—Esas no son las palabras... —dijo JiMin. —Además, tus uñas se hicieron más largas de lo que son y tu estatura aumentó. Pasaste de ser bajo a medir casi 1'90.
YoonGi entrecerró los ojos al escucharlo.
—¿En serio me llamaste bajo?
—¿Y qué se supone que eres?
—Más bien, ¿Cuánta estatura crees que tienes tú? ¿1'75? Por favor. —río colocándose los zapatos.
JiMin rodó los ojos y soltó un suspiro.
—¿Puedo preguntarte algo? —dijo JiMin.
—Ajá. —respondió caminando hacia su espejo.
Observó su reflejo y sonrió con coqueteo a este. Se acomodó el cabello con las manos y luego aplicó un poco de perfume.
—¿Quién es Ewah? —aquella pregunta hizo que YoonGi se helara.
Su reflejo dejó de transmitir felicidad a transmitir enojo. Dejó el perfume en su sitio y miró a JiMin desde espejo.
—¿Por qué preguntas?
—Porque lo repetía una y otra vez mientras me ahorcabas. —le dijo. —¿Quién es?
YoonGi pasó saliva y apartó la mirada.
—Nadie importante, tampoco necesitas saberlo. —se alejó del espejo y se acercó de nuevo al armario para agarrar una capa que caía en juego con su atuendo. Se la colocó y caminó hacia JiMin.
—Vámonos. Te presentaré como mi pareja.
—¿Disculpa? ¿En qué momento me mencionaste esto? No recuerdo.
—No hace falta. Un favor por otro favor. Yo te di de comer, tú solo finge amarme. —le regaló una corta sonrisa y caminó hacía la puerta, la abrió y salió primero dejando a JiMin atrás.
El rubio lo alcanzó a paso rápido y llegó a su lado.
—¿Si ubicas que vas a ser un supuesto "rey"? —hizo comillas con sus dedos. —Tus invitados creerán que es mentira porque soy comida.
—¿Y? ¿Acaso no me puedo enamorar de mi comida? —dejó de caminar y acercó su rostro al de él. —De lo excitante y perversa que es. ¿Está prohibido acaso?
El vello corporal del rubio se erizó al escucharlo.
—¿Acaso es imposible no hacerlo? Digo, porque esa perversa esencia que traes contigo, JiMin... —se mordió el labio inferior mirándolo de arriba abajo. —Sí que es tentadora para mí. —acercó sus labios a este, pero antes de que se pudieran rozar, se apartó. —Tu solo quédate conmigo, no hagas un desastre y ya está.
—¿Y qué hago si me quieren comer?
—Bueno..., solo huyes. —se burló. —No te dejes comer, JiMin y no de alguien que no sea yo. —le guiñó el ojo y avanzó de nuevo, pero esta vez junto a él.
Llegaron a las escaleras y desde arriba pudieron escuchar los murmullos de la muchedumbre junto con la melodía de la música clásica.
—¿Qué huele tan bien?
—Oh, que rico aroma.
—Parece que viene de quien está con el príncipe. —murmullos y más murmullos se escuchaban por todos lados.
—¡ATENCIÓN! EL PRÍNCIPE YOONGI YA ESTÁ AQUÍ. —anunció uno de los guardianes.
YoonGi bajó las escaleras y justo detrás de él venía JiMin con la mirada hacia abajo tratando de ignorar los murmullos sobre él. Vio al peliengro saludar a todos con la mano, mientras que los demás hacia una reverencia ante él.
HoSeok llegó con él y miró a JiMin de reojo, tapándose la nariz.
—HoSeok, ¿Por qué hay tantas personas? —le susurró mientras fingía una sonrisa grande y amable a quienes lo miraban.
—Invitados de su padre, señor. —le respondió este.
—Oye. —escuchó a JiMin quien seguía escondido detrás de él. —¿No que nombre era Azael, idiota?
—Sorpresa. —le dijo. —Ya tengo nuevo nombre.
JiMin rodó los ojos.
—Sal de ahí atrás, que todos te vean. —le agarró la mano y tiró de ella hacia adelante, dejándolo a su lado.
Este entrelazó sus dedos y miró hacia al frente. JiMin bajó la mirada ante el tacto de YoonGi y pasó saliva.
—¡Gracias por venir esta noche! —dijo él con voz fuerte y clara. —Espero y podamos pasar un rato agradable. —sonrió y apretó con fuerza la mano de JiMin al ver entre la multitud a su padre quien le sonreía con maldad. —El aquí presente es quien me acompañara de ahora en adelante. —las mirada cayeron en JiMin. —Espero y puedan llevarse bien con él... —lo miró de reojo. —Y eviten comerselo. No queremos pasar un mal rato. —rompió en risas al igual que el unísono de invitados. —Ignora las miradas. Estás muy tenso y aún no inicia la velada. —murmuró.
—Claro, como a ti no es a quien miran como si fueras un maldito festín.
YoonGi río.
—Estás pagando tu castigo, JiMin. Debes aguantarte todo. —suspiró. —Aunque..., hueles muy bien. —sus miradas se encontraron. —Entre más lleno de pecados estés, tu olor será más fuerte, más deseable y apetitoso.
—Entonces, ¿Por qué tu no has querido comerme?
—Bueno... —se acercó a su oreja para susurrar. —Creo que tengo una excepción contigo. Hay de ti que me causa curiosidad y hace mucho tiempo que no me divierto con alguien... Ya te dije, un favor por otro favor. —se alejó de él. —Iré a saludar. HoSeok. —miró a este. —Cuida de JiMin. —le soltó la mano al rubio y avanzó un paso, pero se regresó mirando a HoSeok. —E intenta no comertelo.
—Sí, príncipe. —hizo una reverencia ante él y miró de reojo a JiMin una vez que este los dejó solos. —Estate muy lejos de mí. No almorcé y tampoco cené. No sabes el haambre voraz que tengo.
JiMin hizo una mueca y volvió a sentir como las miradas se lo comían vivo.
—Definitivamente esto es una pesadilla. —murmuró JiMin. —Iré por algo de tomar.
—Al fondo. —le indicó HoSeok.
El rubio tomó aire y se armó de fuerzas para caminar entre la multitud. Tenía que llegar vivo hasta el fondo del lugar si quería tomar algo. Pero, una vez que empezó a atravesar entre ellos notó las vestimentas extravagantes. Lo que parecían mujeres, vestían de ropa muy reveladora y otras con vestidos largos. Sus rostros eran algo deformado, pero atractivos. Los caballeros también vestían con elegancia y las fragancias que traían también le hacía un buen aspecto a las fosas nasales del rubio.
—Huele tan bien... —escuchó la voz femenina. —Quiero comerlo.
—Como el príncipe puede andar con un humano. ¿Se habrá vuelto loco?
—A puesto y está reservandolo para algo. Se nota que es un festín por lo maravilloso que huele.
JiMin estaba pálido y aterrado al escuchar y sentir tanto deseo hacia él. Con el corazón agitado llegó al fondo del lugar y encontró una larga mesa con comida y bebidas. La comida no le llamó la atención ya que le provocaba algo de asco, así que optó por beber algo de color rojo. No preguntó que era, solo cogió una copa y se la llevó a los labios.
—¿Qué nadie te enseñó a tomar de una copa, chico? —habló un hombre a su lado.
JiMin dejó de beber y lo miró. Bastante alto, bien vestido, cabello castaño, uñas largas pintadas de un esmalte rojo, dientes afilados y elocuentes ojos verdes aceituna.
—Se supone que serás la pareja del próximo rey. Deberías tomar clase de compostura y clase. —dijo él. —¡Puaj! Tu olor es tan potente. —hizo una mueca tapándose la nariz. —Haces que se me revuelva el estómago.
—Disculpa. ¿Quién eres? —preguntó JiMin.
—Soy SeokJin, cariño. —saludó con una sonrisa. —Yo enseñé al príncipe a ser como es. Educado, sexy y un gran sujeto.
JiMin levantó las cejas y asintió regañadientes.
—¿Tú eres? —preguntó él.
—JiMin.
—Hasta tu nombre es horrible como tus modales. —hizo una mueca.
—¿Por qué todos son tan hirientes aquí? —se quejó JiMin.
—Eres humano. ¿Qué esperabas? ¿Rosas y amabilidad? —se burló. —Ay, chico. Te falta mucho. —se frotó la sien. —Habla con el príncipe y dile que te contacte conmigo.
—¿Para qué?
—¡¿Cómo qué para qué, insolente?! Para arreglarte de pies a cabeza. Estás echo un asco. El príncipe no puede estar con alguien como tú. —el rubio entrecerró los ojos. —Debo trabajar contigo arduamente.
—No te necesito, gracias. —JiMin tomó otro sorbo de la copa.
—Ya son dos humanos a quienes tengo que aguantar. No, no.
—¿Hay otro humano aquí? —preguntó JiMin.
—Sí. —respondió quien se hacía llamar SeokJin.
—Debe estar por ahí. —dijo el castaño buscándolo con la mirada. —Ah, ahí está. —lo señaló. —Ese chico de allá, cabello rojo. Es TaeHyung. Me invocó hace unos 5 años atrás por simple curiosidad y lo atraje hasta acá.
—¿Y por qué no te lo comiste?
—No es digno que una persona como yo lo coma. Le falta mucho. Lo estoy entrenado.
—¿Para qué? ¿Para luego comertelo?
—No precisamente. Para otras cosas, ¿Sabes? Me atrae muchos clientes. —sonrío. —Tiene buen carisma.
JiMin enfocó al chico pelirrojo entre la multitud. Este charlaba agusto con alguien más con una sonrisa bastante agradable.
—Bien, la charla estuvo genial. —interrumpió Seokjin. —Iré a hablar con el príncipe. —se cruzó de brazos. —Tienes 10 miradas hambrientas a tu izquierda, chico. Huye.
JiMin abrió los ojos y miró hacia esa dirección encontrándose con aquellas miradas aterradoras. Este pasó saliva y regresó a paso rápido entre la multitud para llegar a HoSeok. Era difícil por lo que estaba pasando y esto era un castigo para él. Uno bien merecido.
Hacer capítulos largos es mi pasión.
Besties, SEOKJIN SUPREMACY 🛐
A parte de que el padre de YoonGi 🛐
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