
ϟ| 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭: 𝐇𝐚𝐫𝐝 𝐰𝐨𝐫𝐤
●Capítulo ocho: Trabajo duro
Había pasado exactamente 1 semana desde que JiMin había llegado al inframundo junto con YoonGi. No hacía mucho ahí, simplemente lograba hacer lo que el próximo rey le había otorgado hacer con JungKook. Una vez más, el rubio se encontraba en su hora de descanso mirando desde el balcón en el alto edificio en el que estaba. Había estado ordenando los papeles de cada alma que llegaba la inframundo como el pelinegro le había explicado.
En su mano traía una manzana medio mordisqueada, mientras observaba el bello atardecer del inframundo poco a poco. Sintió una mirada fija en su nuca y miró por encima del hombro, encontrándose con JungKook con los ojos bastante abiertos mientras emitía un aura de color verde como lo eran sus ojos. JiMin rodó los oos, dándole un mordisco a su manzana y soltó un suspiro al saber que se estaba controlando por no devorarlo.
—Me tienes aquí cada día a la misma hora y ¿Aún no te controlas? —cuestionó el rubio.
—¿Y tú te controlas cuando ves al príncipe YoonGi? —atacó.
JiMin se ahogó con el pedazo de manzana que estaba masticando y empezó a toser haciendo reír al pelinegro.
—¿Terminaste con las almas que te asigné? —le preguntó JungKook, mientras se acercaba al escritorio que le pertenecía al rubio.
YoonGi hizo que JiMin tuviera su propio lugar para que trabajara cómodo mientras revisaba cada expediente de las almas que llegaban. Se lo hizo como regalo.
—Sí, están en el escritorio. —respondió este sin girarse. JungKook posó los ojos en las hojas blancas que estaban en este y sonrió.
—Si gustas, puedes irte. No hay más nada que hacer.
JiMin bufó.
—Claro que no hay más nada que hacer. ¡Hice todo yo solo! —se quejó ahora girándose para mirarlo.
JungKook reprimió una sonrisa y se clavó las uñas en la palma de sus manos para aguantar una carcajada al verlo tan enojado.
—Para nada, solo fueron 2 mil expedientes. Cosa fácil. —dijo el pelinegro.
—¡¡¿Y crees que es poco?!! —levantó la voz alterado. —No perderé mi tiempo discutiendo contigo. —le dio otro mordisco a la manzana captando la atención del pelinegro.
Este pasó saliva mientras lo observaba en silencio comer de la manzana sin ningún efecto alguno. Cayó en la curiosidad de saber por qué él sí podía comer de aquella manzana. YoonGi no le había dicho mucho sobre él. Pero, si le dejó una tarea encargada y era que JiMin nunca tocara o encontrara su expediente.
—JiMin... —llamó JungKook. —¿Te gustaría saber más sobre el príncipe YoonGi?
—¿Tengo cara de querer saber sobre él? —levantó una ceja.
—Definitivamente eres antipático como lo dijo el príncipe... —se burló. —¡Bien! De igual forma, no hay problema. Sígueme... Quiero enseñarte algo. —se giró dándole la espalda al rubio y caminó hacía las grandes puertas de madera pintadas de un café con perillas doradas. Este las abrió abriéndose paso entre estas.
JiMin ladeó la cabeza y lo siguió con una mueca de desagrado mientras le daba otro mordisco a su manzana.
—Verás, el inframundo ya tiene sus años. Bastantes para ser exactos... —empezó a hablar este, caminando por el pasillo en donde grandes cuadros de pinturas estaban y para el colmo del rubio, todas eran de YoonGi.
"Que sujeto más egocéntrico... ¿Tanto le gusta posar?"
—...asimismo, el rey Azael se volvió muy importante en el inframundo. —JungKook dejó de caminar y se giró para mirar a JiMin, quien miraba con desprecio una pintura en la que YoonGi posaba semidesnudo rodeado de lo que podían ser hombres y mujeres.
—¿Y este que se cree aquí? ¿El pecado de la lujuria o qué? —habló JiMin haciendo reír a JungKook.
—Se nota que me brindabas tu atención.
—Ah, perdona. ¿Qué decías sobre el inframundo? Me perdí en la parte en la que dijiste "verás" —le regaló una sonrisa hipócrita.
El pelinegro soltó un suspiro y negó con la cabeza.
—Ahí simplemente está posando por gusto propio. —respondió a la pregunta que le había hecho el rubio. —A Asmodeo no le gusta posar.
—Disculpa, ¿Quién?
—Asmodeo. El pecado de la lujuria. —JiMin levantó las cejas.
—¿Aún existen? —cuestionó haciendo que JungKook se pegara en la frente.
—No, lo exterminó Lucifer. —sonrió sarcásticamente.
—¿Quién? ¿Qué pecado es ese? —JungKook hizo una mueca de cansancio.
—Tu solo sígueme. —le dijo dándole la espalda otra vez para caminar por el pasillo.
JiMin se encogió de hombros y lo siguió ya terminando su manzana.
—JiMin... ¿Qué tiene de exquisito la carne de tu propia raza? —cuestionó JungKook curioso.
—¿Para qué quieres saber? ¿Te interesa probar carne en vez de almas? —una sonrisa retorcida de asomó en los labios del rubio.
—¡Yo no dije eso! —lo miró. —Responde mi pregunta.
—Mmm... —empujó su lengua dentro de su mejilla vacilante. —Si tanto deseas devorar un alma, me imagino que tendrá un sabor específico cada alma que comas. Según tengo entendido que entre más llena de pecados esté, más exquisita sabrá.
JungKook asintió.
—Bien. Para mí, todos están llenos de pecados y todos tienen ese mismo sabor exquisito. Cada parte del cuerpo, cada órgano, es lo mismo para mí. A veces es suave la carne, otras veces no. Pero nada que un cuchillo y los dientes puedan arreglar. —ladeó la cabeza. —¿Nunca has probado la carne de tu raza? O incluso, ¿De ti mismo? ¿No conoces tu sabor?
El pelinegro pasó saliva y desvió la mirada hacia sus pies, tratando de esquivar la fuerte mirada que JiMin le daba.
—¿En serio no sientes curiosidad de saber? —las suelas de los zapatos del rubio resonaron en el suelo de madera al caminar hacia JungKook. —Todos tenemos gustos peculiares y bueno, estamos en el inframundo. Aquí eres libre de hacer lo que te plazca. No entiendo, ¿Cómo es que nadie se ha devorado? —con una sonrisa bastante ancha, posó sus dedos debajo del mentón de este y le levantó la mirada para que este se enfocara solo en sus ojos. —Dime, JungKook... ¿No quieres probar a qué sabes?
JungKook abrió los ojos sorprendido y se alejó.
—De verdad que estás sumergido en el pecado. —la expresión de lujuria del rubio cambió por una de disgusto.
—¿Y qué? ¿A caso seré castigado aquí?
Ahora JungKook le regaló una sonrisa.
—No todavía.
JiMin levantó una ceja.
—¿De qué clase de castigos estamos hablando? —interesado por saber, empezó a caminar alrededor del pelinegro.
—Pues..., castigos dolorosos.
—¿Cómo cuál? ¿Me despellejarán y veré cómo alguien come de mí? O, ¿Me quemarán y disfrutan de un festín?
—No, eso no... Algo mucho peor.
—¿Qué puede ser más peor que eso?
Sus ojos se encontraron.
—Que sea el príncipe quien lo haga. —el rubio reprimió una sonrisa.
—¿Y por qué la voz de suspenso? ¿Tan malo es? —preguntó en tono burlón.
JungKook se encogió se hombros y se giró para seguir caminando una vez que JiMin dejó de dar vueltas a su alrededor.
—Si te consideras masoquista en todos tus aspectos. ¡Genial! Esto es un regalo para ti. —su tono era sarcástico.
—Pf, debe hacer algo peor. Evitaste mi pregunta, ahora tengo curiosidad de saberlo. —respondió JiMin siguiéndolo dándole el último mordisco a su manzana para lugar dejar caer al suelo el corazón de esta. —Uhg, tengo hambre...
—Te acabas de terminar tu manzana. ¿Qué pasa contigo? Tienes un hambre tan voraz. Ni que Belcebú merodeara por aquí. —se detuvo frente a una puerta gigantesca de madera.
—Definitivamente tienen nombres extraños aquí... ¿Tu nombre en realidad es JungKook? —cuestionó JiMin.
El pelinegro lo miró por encima del hombro con una diminuta sonrisa.
—Lo he cambiado. Mi nombre de nacimiento es Adriel. —contestó.
—¿Y qué se supone que eres? ¿Qué haces?
—¿A qué te refieres?
—Si YoonGi es el próximo rey del inframundo. ¿Quién carajos eres tú en este mundo?
JungKook frunció el ceño.
—¿No conoces la historia?
—¿Crees que me interesa sobre el inframundo y el cielo? No creo en estupideces... —suspiró el rubio haciendo que el pelinegro hiciera una mueca.
—Para cortarte la historia de mi vida. Existen 14 ángeles de la muerte. Yo soy uno de ellos y NamJoon es otro. Su nombre real es Exael. —JiMin se cruzó de brazos. —Soy un demonio que pertenece a las mansiones de la luna y él el décimo Ángel que enseñó a la humanidad a fabricar armas y demás cosas mundanas.
JiMin levantó una ceja.
—¿Y por qué NamJoon si es un "ángel" está aquí?
—Porque lo fue y ahora vive aquí. Dice que se siente más cómodo en el inframundo. —el pelinegro empujó la puerta en la que habían estado de pie frente a ella e ingresó dentro del lugar.
—Entonces... ¿Tu tienes mansiones? —preguntó JiMin.
—¿Qué fue lo que escuchaste? —atacó el pelinegro mirando alrededor del lugar y vio a JiMin de pie afuera del lugar. —Entra.
El rubio ingresó al lugar, percatándose de un gran estilo rústico y antiguo. Parecía ser una librería. Habían tantos estantes llenos de tomos y pergaminos junto con extraños objetos desconocidos. El techo era bastante alto y ahí dentro, el lugar emitía un aire bastante frío.
—Solo que tenías mansiones. —respondió JiMin sin mirarlo. —¿Estamos en una biblioteca?
—Ajá. Bienvenido a la recolección de almas. —dijo eufórico abriendo los brazos con elegancia.
JiMin hizo una mueca.
—Sí, que divertido... —caminó dentro del lugar observando cada estante. —¿Para qué me trajiste aquí?
—Solo quiero que veas con tus propios ojos cómo llegan las almas al inframundo.
El rubio fingió emoción y desde lejos, percató a alguien sentado en una mesa de madera larga y ancha, mientras disfrutaba de un supuesto libro. Al acercarse un poco a él, notó que este traía apariencia humana e incluso era bastante atractivo.
—¿Quién es él? —preguntó JiMin.
JungKook levantó la mirada en dirección al castaño que se encontraba leyendo el libro y sonrió a duras penas.
—Oh, él es TaeHyung. Suele venir cuando está aburrido y lee uno que otro libro o pergamino. —comentó este.
—¿TaeHyung? ¿El otro humano?
—¿Lo conoces?
—No, pero me gustaría... —se lamió los labios. —Tal vez seamos amigos.
Llevaba tiempo sin comer algo agradable en el inframundo. Solo comía manzanas y una vez intentó comer lo que parecía ser un pollo, pero tenía un horrible sabor.
—Y raro que no te lo hayas querido comer. —el pelinegro se rascó la nuca y le enseñó sus afilados dientes en una sonrisa.
—Como viene seguido. Me acostumbré a verle diferente y su aroma no es tan penetrante como el tuyo. —el rubio rio.
—Y te lo quieres devorar de otra forma. —JungKook se sonrojó.
—No te hagas el inocente. Ustedes los demonios tienen una rara manera de coger y coquetear. —el rubio se acordó del intento de coqueteo de YoonGi, llevándole un ramo de apio y manzanas con escarabajos y un extraña crema verde.
—Tal vez seamos agresivos. Pero el sexo es bueno. —se encogió de hombros sin quitarle la mirada de encima al castaño. —¿Hablarás con él?
En la espera de la respuesta de JiMin, en el campo de vista apareció el rubio caminando hacia la mesa en la que estaba el castaño. JungKook levantó las cejas sorprendido y miró a su lado en donde creía que había estado este, pero regresó la mirada hacia la mesa.
—Que rápido es. —dijo este y caminó lentamente hacia ellos, escondiéndose detrás de un estantes de pergaminos.
—Hola. —saludó el rubio una vez que llegó a la mesa.
El castaño apartó la mirada del pergamino que leía y le dedicó una sonrisa amable.
—Hola. —regresó el saludo. —¿Trabajas aquí?
—De hecho... —JiMin miró de reojo al pelinegro que ocultaba su rostro entre los pergaminos. En sus labios se plasmó una sonrisa perversa. —Sí, aquí trabajo... —este caminó un poco más a la silla del castaño y colocó una mano en la mesa, se inclinó un poco haciendo que su rostro estuviera a la altura de este.
—¿Si? Que extraño... —arrugó el ceño. —No te había visto para aquí. Debes ser nuevo. —enseñó sus dientes en una sonrisa cuadrada. —Soy TaeHyung. También soy humano. —dijo con felicidad.
"Que orgulloso lo dice. Que patético."
JiMin fingió una sonrisa agradable y suspiró.
—Tú luces algo diferente a los demás. —inspeccionó TaeHyung de pies a cabeza a JiMin. —¿Qué demonio eres?
"¿En serio es así de inútil o qué? ¿No ve que también soy humano?"
—No, yo...
—Por tu rara apariencia debes servir a Asmodeo o Belcebú.
"¿Y esos son?"
¡Regresé! Y vengo inspirada <3
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