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🫐 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 5🥛

Narra Angelique

Observaba desde la ventana del dormitorio cómo el sol descendía para dar paso a la luna y la noche. Francis se encontraba en el baño, cepillándose los dientes para ir a la cama, mientras que yo me encontraba sentada en mi tocador, desmaquillando mi rostro para empezar a cepillar mi cabello húmedo y poner mis rodetes para definir mis rizos.

Мой ангел, afortunado los ojos que pueden observar tu belleza —Dijo Francis, mientras se acercaba a mí y me dejaba un casto beso en los labios. Su reflejo en el espejo me sonreía, y yo no pude evitar sonreír también.

¿Sucede algo, mon coeur? —Pregunté, al notar que Francis mordía su labio inferior, un tic nervioso que tenía cuando quería decir algo pero no sabía si era apropiado.

¿No hay problema si mi hija se queda a dormir mañana? —Preguntó, mientras se sentaba en la cama. Dejé de cepillar mi cabello y fruncí el ceño.

Sabes que no me gusta que me preguntes si hay problema en que venga tu hija —Dije, volviendo a cepillar mi cabello y poner mi último rodete— Es tu hija y esta también es tu casa. No puedo negarme a que tu hija forme parte de tu vida. Yo sabía que estar contigo era también estar con tu hija.

Observé por el reflejo cómo Francis soltaba un pequeño suspiro, y sus orejas se ponían rojas, algo común en él cuando se sentía avergonzado. Solo negué con la cabeza para empezar a ponerme una mascarilla hidratante y otra para las ojeras.

Lo sé, solo no quería que te incomodara —Murmuró Francis, mientras se acomodaba en su lado de la cama— Sabes que Anastacha no te tiene un gran cariño...

Suspiré, eso era cierto. Desde que me hice novia y ahora prometida de su padre, Anastacha se había mostrado con una actitud de desagrado total hacia mí, y no negaría que era algo molesto, más con sus comentarios pasivo-agresivos.

Ay, mon coeur, debes ver mal las cosas. Ambas nos llevamos bien —Dije con una sonrisa falsa, pero que Francis no notó— ¿Mañana tienes que ir a trabajar? —Pregunté, mientras me acostaba a su lado.

No, afortunadamente no tuve que cumplir con los turnos de fin de semana —Murmuró Francis, mientras sus ojos se cerraban por momentos. Sonreí para apagar la lámpara de la mesa de noche.

Mañana podremos salir al cine los tres juntos, o tal vez ir a comer algo. Puedo llevarte a ese restaurante de comida italiana que te encanta —Dijo Francis, con una sonrisa.

¿¡De verdad!? —Exclamé emocionada, era raro que saliéramos los dos juntos, aunque no era una cita como tal, sino una especie de salida en familia— Suena increíble, y tal vez podamos llevar a Anastacha al zoológico o al museo —Dije, mientras la oscuridad reinaba en la habitación.

El silencio fue roto por las pequeñas conversaciones hasta que el sueño les ganó a ambos, y caímos profundamente dormidos. Francis me abrazaba mientras yo tenía mi cabeza recostada en su pecho.

Corría de un lado a otro por todo el departamento, quería que estuviera limpio y perfecto para la llegada de Anastacha, la hija de Francis. Había pasado casi un mes preparando la habitación para ella, y solo quedaban algunos detalles por terminar. Saqué los vestidos que se encontraban en la habitación contigua a la nuestra, para poder decorarla y prepararla para la llegada de Anastacha.

Mmm... ¿Qué haces despierta tan temprano? —preguntó Francis, mientras entraba en la habitación con su cabello despeinado y sus ojos entrecerrados. Era una vista que me hacía sonreír.

Solo termino de sacar los vestidos de la habitación de Anastacha —Respondí, mientras él se acercaba a mí y me quitaba los vestidos de las manos.

Ve a dormir un poco más, te despertaré cuando el desayuno esté listo —Dijo, con una voz ronca y seductora— ¿Segura que no quieres seguir durmiendo a mi lado? —Preguntó, con una sonrisa perezosa.

Gracias —Murmuré, mientras él me daba un beso en la mejilla y se llevaba los vestidos a mi closet— Segura —respondí, sonriendo—. Me tienta la idea, pero después de desayunar, tú y yo podremos acurrucarnos en el sofá y ver la televisión o alguna película.

Francis asintió con la cabeza, dio un beso en mi mejilla y se fue a la cama. Yo me fui a la cocina para empezar a preparar el desayuno. Quería hacer algo especial, así que decidí preparar waffles con moras, huevo con salchicha y un licuado de plátano.

Sabía que la señora Nacha traería a Anastacha a las 7 de la mañana, antes de irse a trabajar. Me alegraba saber que la señora Nacha y yo nos llevábamos bien, a pesar de que algunos podrían pensar que era extraño. No éramos amigas, pero podíamos tener largas conversaciones.

Solo esperaba que este fin de semana fuera mejor que el último, cuando Anastacha vino a visitarnos.

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