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🍷𝟗🍷

Jimin salió de la ducha, dejando que el vapor cálido envolviera el cuarto de baño mientras gotas de agua aún resbalaban por su piel. La toalla que rodeaba su cintura apenas lograba cubrirlo, pero su mente estaba demasiado ocupada para pensar en eso. Tomó su celular del lavabo y marcó un número que había memorizado desde pequeño.

—¿Jimin? ¿Está todo bien? —La voz de Jonsuk, inconfundible y cargada de familiaridad, resonó al otro lado de la línea.

—Emm... sí, todo está bien. —Su respuesta fue vacilante, y Jimin odió lo obvio que era su nerviosismo—. Pronto le estaré contando más información.

—Me alegra escuchar eso. ¿Algo más?

Jimin guardó silencio, sus dedos tamborileando contra el borde del celular mientras trataba de ordenar sus pensamientos. Había tantas cosas que deseaba decir, pero ninguna parecía adecuada. Sabía que si Jonsuk llegaba a enterarse de que estaba trabajando junto a vampiros, la reacción no sería nada tranquila. Pero entonces, ¿cómo podía ignorar esa parte de su vida cuando él mismo era un hombre lobo? Oh, claro, el padre probablemente ni siquiera lo sabía... o quizás sí, y simplemente lo ocultaba.

—Nada más, aunque... hay algo que quiero preguntarle. —Finalmente se atrevió a romper el silencio, aunque su voz temblaba ligeramente.

—Dime. —La voz de Jonsuk seguía siendo tranquila, como si ya intuyera que lo que venía no sería fácil de responder.

Jimin tragó saliva, cerrando los ojos por un instante antes de soltar la pregunta que había cargado durante años.

—¿Está seguro que no tiene nada de información acerca de mi familia?

El silencio al otro lado de la línea se prolongó más de lo esperado, lo que solo hizo que Jimin se sintiera más ansioso. Finalmente, la respuesta llegó, con un tono más frío y distante que antes.

—Wow, qué pregunta tan sorpresiva. Pues no, Park. Y aunque lo supiera, no te lo diría. El pasado debe permanecer atrás. No es necesario traerlo de nuevo. Ahora sí... hablamos después.

—¡Espe—! —Intentó interrumpir, pero el clic del final de la llamada lo dejó con las palabras atrapadas en la garganta. Bajó el celular con un suspiro pesado, observando la pantalla como si pudiera culpar al objeto de su frustración.

Un remolino de pensamientos se agitaba en su mente. ¿Cómo podía alguien decidir tan a la ligera que el pasado debía quedarse enterrado? ¡Era su familia, su historia! ¿Por qué no tenía derecho a saber? La impotencia se mezclaba con una rabia contenida que le ardía en el pecho. Soltó un bufido, arrojando el celular sobre la cama.

Dejó caer la cabeza hacia atrás, permitiendo que unas gotas de agua escaparan de su cabello y rodaran por su nuca. No tenía sentido seguir dándole vueltas. No ahora. Pero ese vacío, esa ausencia de respuestas, era un peso que cargaba desde que tenía memoria. Y el peso parecía hacerse más insoportable con cada intento fallido de descubrir la verdad.

Con pocas ganas, Jimin se deslizó en unos pantalones deportivos y una remera negra que le permitiera estar cómodo. El frío del cuarto, aún impregnado del vapor del baño, no parecía molestarle. Su mente seguía atrapada en los pensamientos de la conversación recién terminada, el eco de las palabras de Jonsuk resonando en su cabeza como un martillo constante.

Cuando terminó de doblar cuidadosamente su ropa húmeda, dos golpes firmes en la puerta rompieron su ensimismamiento. Frunció el ceño y levantó la mirada.

—¿Jimin? ¿Puedo pasar? —La voz inconfundible de Jungkook resonó al otro lado. Ese tono tranquilo, pero cargado de cierta informalidad, lo hizo arquear una ceja. Hace unos días, el vampiro había insistido en que no tuviera reparo en cambiarse frente a él, y ahora estaba pidiendo permiso para entrar. ¿Bipolaridad o simple cortesía ocasional?

—¡Pasa! —respondió, dejando caer la ropa doblada sobre la cama con un suspiro.

La puerta se abrió suavemente, dejando al descubierto a Jungkook. El pelirrojo tenía una sonrisa nerviosa que no lograba esconder del todo. Sus ojos oscuros se desviaron momentáneamente, recorriendo la habitación antes de volver a posarse en Jimin.

—Jimin, pues... —comenzó, rascándose la nuca, un gesto que parecía propio cuando estaba tratando de medir sus palabras—. He venido a avisarte que comenzaremos tu entrenamiento en unos días. Esta noche no te encadenaré, pero sí debo estar al pendiente de tu comportamiento, así que estaré ahí. ¿No te molesta?

Jimin arqueó una ceja, dejando que una pequeña sonrisa irónica se dibujara en su rostro.

—No me molesta, es más, prefiero estar en compañía contigo que solo. —La respuesta fue honesta, aunque el tono desenfadado intentaba restarle importancia.

—De todos modos, si te molestara, estaría ahí igual, así que da lo mismo. —Jungkook le dedicó una sonrisa traviesa, esa que parecía tener la habilidad de ponerlo nervioso y relajarlo al mismo tiempo—. En fin, nos vemos en el sótano.

Jimin soltó un resoplido, pasando una mano por su cabello todavía húmedo.

—Me bañé para nada, ¿verdad? —inquirió con una mezcla de resignación y diversión.

—Pues... en parte. —Jungkook alzó los hombros con una expresión inocente que contrastaba con el brillo pícaro en sus ojos—. En un rato se hará de noche y la luna saldrá... bueno, digamos que sí.

—Agh, bien. Solo... tú ve hacia el sótano, yo ahora voy para allá.

Jungkook inclinó levemente la cabeza, un gesto que parecía a medio camino entre un asentimiento y un adiós, antes de desaparecer de su vista en un abrir y cerrar de ojos. Esa rapidez inhumana nunca dejaba de desconcertar a Jimin. Soltó un suspiro, apoyándose brevemente en el marco de la cama.

El recuerdo de lo ocurrido la noche anterior en el sótano se coló en su mente, haciéndolo tensarse. Sus propias palabras, sus acciones... no podía permitirse otra situación como esa. No esta vez. Si algo tenía claro, era que la luna llena no le robaría el control sobre sí mismo de nuevo.

Jimin abrió la puerta de la habitación con un movimiento algo mecánico, como si su mente estuviera en otro lugar. Una vez la cerró tras de sí, comenzó a cruzar el pasillo con pasos lentos y medidos. No esperaba encontrarse con nadie en su camino, pero entonces, allí estaba Namjoon, apoyado contra la pared, con una postura que parecía relajada, aunque sus ojos delataban otra cosa.

El pelirrosa mantenía aquella mirada seria, casi de repulsión, que Jimin había aprendido a reconocer desde el primer momento en que se habían encontrado. Algo en su forma de mirarlo parecía deliberadamente calculado para mantenerlo a raya, como si fuera un recordatorio constante de que no pertenecía allí. Por más que intentaba entenderlo, no lograba encontrar una razón lógica para semejante actitud.

En los vídeos que Hoseok solía mostrarle de Red Lights, Namjoon era completamente diferente. Siempre sonreía, con aquella expresión cálida que iluminaba sus hoyuelos, un gesto que lo hacía parecer alguien cercano y de mente abierta. Incluso las entrevistas que había visto, donde sus palabras parecían un bálsamo para los fanáticos, no concordaban con la persona que ahora lo miraba como si fuera una amenaza encarnada.

—Hey... —La voz de Jimin rompió el silencio, aunque con una nota de cautela—. ¿Puedo preguntar cuál es el motivo por el que me tratas de esta forma?

Namjoon enderezó ligeramente su postura, clavando su mirada en Jimin con una intensidad que le resultaba casi sofocante. Durante unos segundos, el silencio se alargó, y Jimin pudo sentir cómo el peso de aquel momento cargaba sobre sus hombros.

—Park, lo haré simple para ti. —La voz de Namjoon salió firme, cortante, como si cada palabra estuviera diseñada para cortar cualquier intento de réplica—. Los vampiros y los lobos fuimos y seremos enemigos, por mucho que intenten taparlo y negarlo. No pretendo confiar en ti, al menos hasta que me des motivos suficientes para hacerlo. Así que no insistas en que nos llevemos bien o seamos amigos, porque eso no va a ocurrir.

El vampiro no esperó una respuesta. Con un movimiento fluido y casi imperceptible, desapareció de su vista, dejando a Jimin solo en el pasillo. Durante unos segundos, el azabache se quedó inmóvil, procesando lo ocurrido. Finalmente, soltó un suspiro y volteó los ojos con resignación.

—Genial. Muy maduro de tu parte, Namjoon. —murmuró para sí mismo, aunque sin rastro de verdadera ira. No podía forzar una relación con alguien que claramente no estaba dispuesto a dar ni el más mínimo paso hacia él. Si Namjoon no quería llevarse bien, Jimin tendría que aceptar que no podía cambiar su actitud de la noche a la mañana. Quizás, con el tiempo, las cosas mejorarían. Quizás.

Se giró, retomando su camino hacia el sótano. El reloj marcaba las siete y media de la tarde, y la sensación inquietante que lo acompañaba no provenía del encuentro con Namjoon, sino de algo más profundo. La luna comenzaría a iluminar el cielo en breve, y podía sentir su influencia vibrando en sus huesos, anunciando lo inevitable.

Posteriormente de entrar al sótano y bajar las escaleras, Jimin sintió un cambio en el ambiente. Las paredes de ladrillo que lo rodeaban parecían más opresivas que nunca, y el aire estaba cargado con una quietud inquietante. Al llegar al final de las escaleras, sus ojos se encontraron con Jungkook, quien reposaba su espalda contra la pared de ladrillos con una actitud aparentemente relajada. Su mirada descansaba en Jimin, con una intensidad que logró que el azabache sintiera un leve estremecimiento.

—Pues, ahora lo que nos queda es esperar. —Anunció Jungkook, con un tono despreocupado, como si la inminente transformación de Jimin no fuera un asunto que mereciera mayor preocupación. Para Jimin, esa actitud le restaba importancia a algo que él temía profundamente: perder el control y lastimarlo.

—Pero, Jungkook... ¿No te haré daño sin estar atado? No quiero lastimarte sin querer. Yo... creo que es mejor si estoy atado, si—

La voz de Jimin se cortó cuando Jungkook se apartó de la pared y avanzó hacia él, con la seguridad felina que siempre lo caracterizaba.

—Park, soy un hibrido. —dijo con firmeza, cruzando los brazos frente a él—. No me harás daño. Antes de que siquiera te acerques a mí, ya me habría ido de aquí sin que lo notaras.

—Pero si— —intentó replicar Jimin, pero nuevamente fue interrumpido.

—Shh... piensas demasiado las cosas, Jimin. —Jungkook alzó su mano y posó suavemente su dedo índice en los labios del otro. El contacto fue breve, pero suficiente para que un escalofrío recorriera todo el cuerpo de Jimin. Su respiración se volvió errática, y aunque intentó mantener la compostura, la cercanía que se había formado entre ellos lo ponía al borde de su paciencia. Era irritante... y al mismo tiempo, terriblemente adictivo.

La voz de Jimin se cortó mientras observaba los ojos de Jungkook brillar con intensidad en la penumbra. A pesar de la poca luz, el resplandor ámbar era inconfundible, como dos pequeñas llamas que iluminaban la oscuridad entre ellos. Aquello no pertenecía a un vampiro común, y Jimin lo sabía. Cada fibra de su ser lo gritaba.

—Tus ojos... —murmuró, su voz apenas un hilo, dando un paso hacia él. Era como si aquella luz atrapara su voluntad, como si le hablara de algo más profundo, algo que hasta ese momento no había visto con claridad—. Se ven... diferentes.

Jungkook, con los brazos cruzados, soltó un pequeño suspiro, el sonido cargado de resignación. Sus labios se curvaron apenas en una sonrisa, pero su mirada mantenía esa mezcla de paciencia y desafío. Había algo en sus ojos que parecía retarlo, como si le estuviera dando la oportunidad de conectar los puntos por sí mismo.

—Quizás la luna llena ya no me afecta tanto como antes... —dijo al fin, su voz baja y rasposa, pero firme, mientras sus ojos ámbar mantenían a Jimin anclado en su lugar—. Pero no quita que siga siendo parte lobo también, ¿no es así?

El peso de sus palabras resonó en el aire, llenando el espacio entre ambos con una verdad ineludible. Jimin sintió cómo una mezcla de asombro y certeza lo atravesaba, mientras los ojos de Jungkook, tan brillantes como la misma luna que los dominaba, parecían contarle una historia que iba más allá de las palabras.

La tensión en el ambiente era palpable, pero entonces, un crujido seco rompió el momento. Jimin se abrazó a sí mismo instintivamente cuando el dolor insoportable comenzó a recorrer cada rincón de su cuerpo. Era como si sus huesos se partieran en mil pedazos y se reacomodaran al mismo tiempo. Un grito desgarrador salió de sus labios, y Jungkook, aunque acostumbrado a escenarios extremos, sintió que el sonido le atravesaba el pecho.

Jimin permaneció en el suelo, arrodillado y temblando mientras su cabeza se mantenía baja, los brazos aún rodeando su torso como si intentara contener lo inevitable. Jungkook observaba desde la distancia, con los puños apretados. Sabía que no debía intervenir, pero cada grito de Jimin hacía que le costara más quedarse inmóvil.

Cuando el crujido cesó, Jungkook dio un paso hacia adelante, pero fue detenido en seco por el repentino movimiento de Jimin. Este levantó la cabeza con rapidez, clavando su mirada en el vampiro. Sus ojos eran diferentes ahora, y el izquierdo, aquel ojo morado único, brillaba con un fulgor hipnótico en la penumbra. La débil luz de la luna que se colaba por la ventana parecía pálida en comparación con aquel resplandor sobrenatural.

Jimin se puso de pie con una calma casi inquietante. Su postura ahora era imponente; su cuerpo, más tonificado, irradiaba una fuerza contenida que parecía desbordarse en cualquier momento. La diferencia de altura entre ambos se hacía evidente nuevamente, pero esta vez había algo más. La actitud de Jimin había cambiado por completo.

Ya no parecía el chico inseguro que había descendido las escaleras minutos antes. Había algo feroz en su mirada, algo que hacía que Jungkook se tensara y retrocediera ligeramente. No por miedo, sino porque esa presencia nueva era algo que incluso él, un vampiro acostumbrado a enfrentarse a todo tipo de criaturas, encontraba desbordante.

—Jungkook-ah... estamos aquí de nuevo, tú y yo, la luna es la única testigo de lo que ocurre aquí. —La voz de Jimin resonaba con una mezcla de desafío y un tono suave que hacía vibrar el aire a su alrededor. Dio un paso hacia el pelirrojo, sus movimientos felinos y seguros, como si la luna lo empujara hacia él.

Jungkook retrocedió instintivamente, un paso apenas, pero suficiente para marcar la distancia. No era miedo lo que sentía, sino un nerviosismo que nunca antes había experimentado de esa forma. La intensidad en los ojos de Jimin lo desarmaba, y el leve temblor en sus manos, que apenas pudo ocultar al cruzarse de brazos, era un testimonio de su agitación.

—Y, la luna es la única capaz que logra que tú seas de esta f-forma. —La voz de Jungkook tembló, y por primera vez, no fue capaz de sostenerle la mirada. Mantuvo sus ojos fijos en el suelo, en un intento por escapar de aquella fuerza magnética que lo atraía hacia el lobo frente a él.

—Mmm ¿Y cuál es esa forma? —La voz grave de Jimin era como un ronroneo que se metía bajo la piel. Su mano se posó en el mentón de Jungkook, sus garras rozando la piel del vampiro con la precisión de alguien que sabe cuán afiladas son, pero decide no usarlas del todo. Lentamente, alzó la cabeza del pelirrojo, obligándolo a mirarlo.

Jungkook tragó con fuerza. Sabía que debía apartarlo, decir algo, cualquier cosa, pero las palabras se le atoraban en la garganta.

—Ahora pregunto nuevamente... ¿Cuál es esa forma? —El tono de Jimin era un susurro peligroso, y sus ojos, brillando en la penumbra, lo estudiaban con atención.

Sin más, Jimin acortó la distancia, y Jungkook no hizo nada para detenerlo. Lo dejó. Dejó que se acercara, que rompiera la barrera entre ellos. Sus labios se encontraron, primero con una suavidad inesperada, un toque exploratorio, pero luego, como si ambos se rindieran al fuego que los consumía, el beso se volvió más intenso, más rudo.

Jungkook reaccionó, sus manos encontrando la cintura de Jimin, un agarre firme que no era un intento de apartarlo, sino de atraerlo más hacia él. Los cuerpos se estrecharon, y la sonrisa que Jimin dejó escapar contra sus labios encendió aún más al vampiro.

La competencia silenciosa entre ambos comenzó. Ninguno estaba dispuesto a ceder el control. Jimin, con determinación, dejó que sus labios abandonaran los de Jungkook para trazar un camino por su mandíbula hasta su cuello. Jungkook cerró los ojos, su respiración entrecortada, mientras los besos de Jimin se convertían en pequeñas mordidas, cada una más audaz que la anterior.

El momento de peligro llegó cuando Jimin dejó que sus colmillos se enterraran en la piel del vampiro. Jungkook se tensó, un jadeo escapó de sus labios, y el éxtasis que recorrió su cuerpo fue indescriptible. Sin embargo, una alarma interna lo sacudió. No podía dejar que aquello continuara.

—Jimin... no es el momento, debería irme amm, adiós. —Jungkook desapareció en un abrir y cerrar de ojos, dejando a Jimin en medio del sótano.

El pelirrojo reapareció al otro lado de la puerta, cerrándola con varias vueltas de llave. Apoyó su espalda contra la madera, su pecho subía y bajaba de manera irregular. La mordida ardía, y el eco de aquel momento seguía reverberando en su mente.

El dolor punzante en su cuello no era lo que más le preocupaba. Era lo que aquella mordida podía significar, lo que podía desatar. Su mente giraba frenéticamente con una sola pregunta: ¿Y si no lo detuvo a tiempo?

Jimin abrió los ojos lentamente, sintiendo el peso del cansancio aún presente en su cuerpo. Se llevó una mano al cabello, despeinándolo mientras intentaba apartarlo de su rostro. El movimiento lo hizo detenerse; había algo extraño en su boca. Sus colmillos dolían, no como un dolor superficial, sino uno profundo, que parecía emanar desde el interior de sus encías.

Un suspiro frustrado escapó de sus labios mientras trataba de enfocar su mente. Cuarta noche bajo la influencia de la luna llena, pensó. Su cuerpo parecía estar adaptándose a las transformaciones, pero había algo que lo inquietaba más. A diferencia de la noche anterior, no recordaba absolutamente nada de lo sucedido. Era como si hubiera caído en un abismo de inconsciencia del que ahora despertaba sin respuestas.

Se golpeó mentalmente. Otra incógnita más. Perfecto, Park, se reprochó.

Con cuidado, se puso de pie, notando de inmediato cómo su ropa volvía a estar rota y estirada por el cambio en su cuerpo. El panorama le resultaba familiar; no era la primera vez que despertaba así, pero aquello no lo hacía menos incómodo. Suspiró mientras su mirada recorría el sótano. Había algo más.

Se acercó a las escaleras y vio la puerta. Las marcas de garras eran inconfundibles. No estaba destruida, pero las profundas hendiduras en la madera eran una clara evidencia de su intento por escapar. Su mente se llenó de preguntas mientras estiraba la mano para intentar abrirla, pero el sonido de pasos al otro lado lo detuvo.

El ruido de candados siendo removidos, seguido del leve tintineo de cadenas, hizo que sus sentidos se agudizaran. Cuando la puerta se abrió, allí estaba Jungkook, su figura enmarcada por la tenue luz que se colaba desde el pasillo. Algo en su presencia lo tranquilizó, pero había una extraña tensión en el aire, un cambio que Jimin no lograba identificar.

—Buen día... aaam ¿Cómo salió todo? —preguntó, su voz cargada de una mezcla de curiosidad y cautela. Sabía que algo estaba mal, pero no podía precisar qué.

Jungkook lo observó con una expresión que no podía descifrar del todo. Había una sombra de frustración en sus ojos, una que no se molestó en ocultar.

—¿No recuerdas nada de lo que ocurrió, Park? —preguntó el pelirrojo, su tono más severo de lo habitual.

Jimin negó con la cabeza, desconcertado. —No, Jungkook ¿Qué ocurrió?

El vampiro permaneció en silencio por un momento, sus ojos clavados en los de Jimin como si estuviera debatiendo consigo mismo. Finalmente, soltó un suspiro pesado.

—Te contaré... pero debemos ir a mi habitación.

Antes de que Jimin pudiera reaccionar, Jungkook cerró la puerta del sótano y lo tomó de la muñeca con firmeza. La fuerza de su agarre era evidente, pero no tanto como la prisa en sus movimientos.

—Jungkook, ¿qué estás haciendo? —preguntó, tropezando ligeramente mientras lo seguía.

El pelirrojo no respondió de inmediato. Giraba la cabeza constantemente, sus ojos barrían el pasillo como si estuviera asegurándose de que nadie los viera. Era como si estuviera paranoico, y aquello no hizo más que aumentar la inquietud de Jimin.

—¿Jungkook, por qué actúas así? ¿Qué ocurre? —insistió.

Finalmente, el vampiro se detuvo frente a su puerta. Se volvió hacia él, sus ojos atrapándolo con una intensidad que lo dejó helado.

—Jimin... me has mordido.

El tiempo pareció detenerse. Jimin sintió como si todo su mundo comenzara a girar a una velocidad peligrosa. Su estómago se revolvió, y el aire pareció desaparecer a su alrededor.

—¿Qué...? —Fue lo único que logró decir, apenas un susurro.

El impacto de las palabras de Jungkook lo dejó completamente estático. Una mordida. ¿Le había hecho daño? La culpa lo golpeó como un latigazo. La sola idea de haber lastimado al vampiro lo hacía sentir nauseabundo.

Pero había más. Su mente se inundó de preguntas. ¿Qué significaba esa mordida? ¿Podía ser algo bueno o era, en cambio, un presagio de algo peligroso? Miró a Jungkook con ojos llenos de incertidumbre, buscando respuestas en su expresión.

—¿Qué... qué significa eso? —preguntó finalmente, su voz cargada de pánico.

—Jimin, cálmate ¿Sí? Cuando me mordiste no soltaste veneno, por lo tanto, no me hiciste daño —Estiró su camisa negra en la zona del cuello próxima a su clavícula donde Jimin lo había mordido, dejo a descubrir la mordida que el chico le hizo, una marca de colmillos se pronunciaba y alrededor la zona era roja con leves tonalidades moradas, tal como moretones— ¿Ves?

Jimin dio un paso adelante, acercándose a Jungkook mientras sus ojos recorrían con detenimiento la marca en su cuello. La mordida era profunda, con los bordes apenas cicatrizando. Una herida como esa, en condiciones normales, debería haber sanado en cuestión de minutos. Pero no era el caso, y eso solo alimentaba su inquietud. El hecho de que él, un recién transformado, hubiera sido capaz de dejar semejante marca en un vampiro como Jungkook, lo llenaba de una mezcla de culpa y confusión.

—Y entonces... ¿Qué significa? —preguntó en un susurro, su voz reflejando tanto incertidumbre como remordimiento.

Jungkook, con su habitual aire de despreocupación, ladeó la cabeza y sonrió. —Que eres muy territorial y caprichoso.

La respuesta cayó como un balde de agua fría sobre Jimin, quien de inmediato dejó de preocuparse para mirarlo con evidente indignación. ¿Territorial? ¿Caprichoso? Podía aceptar que Jungkook tenía una manera peculiar de calmar la tensión, pero en ese momento lo único que deseaba era propinarle un buen golpe por su arrogancia.

—¿Perdona? —soltó con un tono ácido, cruzando los brazos sobre el pecho mientras su ceño se fruncía.

Jungkook dio un paso hacia él, sus ojos brillando con un destello burlón. —En pocas palabras, tus instintos como hombre lobo actuaron. Resumiéndolo para ti, en cuanto un lobo encuentra a alguien de su interés, intenta marcarlo a toda costa.

La mandíbula de Jimin cayó ligeramente, formando una O de asombro e incredulidad. Su mente se detuvo por un instante, procesando lo que acababa de escuchar. ¿Interés? ¿Marcar? No podía ser cierto. Jamás se le habría pasado por la mente algo así. La mera idea de que sus instintos lo hubieran llevado a morder a Jungkook le resultaba humillante.

—Jungkook, yo... lo siento... fue un error, no debería haber—

—¿Error dices, Park Jimin? ¿Esa será tu excusa ahora? —interrumpió el pelirrojo, su voz cargada de intensidad.

Antes de que Jimin pudiera reaccionar, Jungkook avanzó con decisión, reduciendo la distancia entre ellos. Por puro instinto, Jimin retrocedió, pero el muro detrás de él detuvo cualquier intento de escapar. Jungkook colocó su mano contra la pared, justo al lado de su rostro, encerrándolo en ese reducido espacio. La cercanía era abrumadora, y el calor que emanaba del cuerpo del vampiro parecía envolverlo por completo.

—Si anteriormente te deseaba, no esperes menos ahora. —La voz de Jungkook era un susurro grave, cargado de un magnetismo que hizo que el aire entre ambos pareciera chisporrotear—. Ahora estoy unido a ti, quién sabe por cuánto tiempo. Cada centímetro de mí te necesita, Park. Todo me llama a ti, y no importa cuánto intentes huir, yo siempre te encontraré... y te protegeré.

Las palabras de Jungkook eran un golpe directo al corazón de Jimin, que permanecía inmóvil, incapaz de apartar la mirada de los ojos que lo tenían atrapado. Las imágenes de la noche anterior comenzaron a regresar a su mente, llenando los espacios en blanco con la intensidad del beso que compartieron. Sus labios temblaron ligeramente al recordarlo, al revivir el calor, la urgencia, la necesidad que ambos parecían compartir.

El pelirrojo estaba tan cerca que podía sentir su respiración mezclándose con la suya. Ambos relamieron sus labios, inconscientemente respondiendo a la tensión que los envolvía. Jimin sintió su propio corazón latir con fuerza, como si quisiera escapar de su pecho, mientras un calor abrasador se acumulaba en su interior.

—¿Realmente quieres tenerme, Jungkook? —preguntó, su voz apenas un susurro cargado de desafío, aunque el leve temblor en sus palabras delataba la batalla interna que libraba—. Entonces esfuérzate un poco más. En algún lugar escuché que el esfuerzo da resultados.

Un destello de sorpresa cruzó el rostro de Jungkook, pero rápidamente fue reemplazado por una sonrisa ladina, esa que siempre lograba desarmar cualquier barrera que Jimin intentara levantar. Sus ojos ámbar brillaron con un nuevo propósito mientras asentía con suavidad, como si aceptara el reto que le acababan de lanzar.

—Entonces trabajaré en ello, Park. —Su voz era baja, un murmullo prometedor que dejó un rastro de electricidad en el aire—. Te veré luego.

Antes de que Jimin pudiera procesar sus palabras, el vampiro le lanzó un guiño y, con un movimiento veloz y casi imperceptible, desapareció. El espacio que había dejado atrás parecía más frío, y Jimin se quedó allí, estático, con el corazón latiendo como un tambor desenfrenado.

Se llevó una mano al pecho, tratando de calmar el torbellino que sentía dentro de sí, pero fue inútil. Cerró los ojos por un momento, buscando un respiro, solo para ser invadido por un destello que le cortó el aliento. Un recuerdo.

En su mente aparecieron los fragmentos de la noche anterior: sus labios encontrándose con los de Jungkook en un ritmo perfectamente sincronizado, un deseo compartido que parecía capaz de consumirlos por completo. Sintió el calor de las manos del vampiro en su cintura, tirando de él, estrechando sus cuerpos. Cada roce de piel había sido un fuego incontrolable, cada susurro y jadeo, un himno a la conexión inexplicable que compartían.

Abrió los ojos de golpe, llevándose las manos a la cara, como si intentara ocultar el rubor que sabía que invadía sus mejillas. ¿Cómo iba a enfrentarlo ahora? Jungkook no era solo un vampiro ni un aliado circunstancial; era una distracción peligrosa. Un torbellino de emociones y sensaciones que amenazaba con arrastrarlo lejos de su misión.

—Eres mi perdición... —murmuró para sí mismo, con una mezcla de exasperación y anhelo. Porque, aunque sabía que debía mantenerse firme, la simple idea de esa "perdición" lo hacía sentirse vivo de una manera que no había experimentado jamás.

Y lo peor de todo era que sabía que la disfrutaría.

Jungkook fue el primero en dejar la sala, dirigiéndose a ocupar un lugar en el sofá, mientras que Jimin, con la necesidad de relajarse y despejar su mente, optó por darse una ducha rápida. Cuando regresó, con ropa nueva y el cabello húmedo, se dirigió a la sala de estar, donde el ambiente ya estaba cargado de la habitual energía del grupo.

Al entrar, cruzó miradas con Jungkook por un instante. Ese segundo fue suficiente para que ambos sintieran la chispa que había comenzado a arder entre ellos. Pero se esforzaron por mantenerse enfocados; no podían permitirse perderse en sus propios pensamientos cuando había cosas más importantes en juego.

—Entonces, Jimin, después de cuatro noches transformándote... ¿Te crees capaz de controlarlo? ¿Cómo estás? —preguntó Taehyung, sentado despreocupadamente en uno de los sillones mientras afinaba las cuerdas de su guitarra con precisión.

Jimin, acomodándose en el borde de otro sillón, respondió con una seguridad que había aprendido a proyectar desde sus días de entrenamiento militar:

—Podría decirse que estoy bien. Fuera de lo que ocurre durante la luna llena, cuando no tengo control sobre mi transformación, no he tenido problemas. —Lo que no mencionó fue el incidente con Jungkook, un detalle que seguía ocupando un espacio incómodo en su mente. ¿Qué significaba realmente esa marca que había dejado en él?

—¡Genial! —intervino Yoongi, poniéndose de pie con un movimiento fluido, su tono directo como siempre—. Ya tuvimos suficiente tiempo para descansar. Es hora de comenzar con la investigación sobre esas muertes extrañas en Gyeonggi que intentan adjudicarnos. —Mientras hablaba, sus manos se movían con énfasis, subrayando sus palabras—. Hasta ahora, cuatro cuerpos han sido encontrados: Lee Minhyuk, Kim Jungwoo, Park Sooyoung y Chou Tzuyu. Todos comparten una peculiaridad que hemos tratado de mantener oculta a la policía. Ellos creen que la conexión entre las víctimas es la sangre... y sí, lo es, pero hay un detalle que no saben: todos eran lobos.

Jimin frunció el ceño, tratando de encajar la información.

—Espera... ¿Por qué intentarían incriminarlos a ustedes, vampiros, de drenar la sangre de hombres lobo?

Yoongi cruzó los brazos y suspiró antes de responder:

—Porque, aunque la sangre humana es lo que nos mantiene con vida, la sangre de lobo para los vampiros es como el alcohol para los humanos. Hubo una época, siglos atrás, en la que algunos vampiros comenzaron a torturar y drenar a los lobos solo para disfrutar de su sangre como un lujo. Aunque eso no duró mucho, dejó una marca en nuestra relación. Si, por ello sospechan de la sangre, pero no es por eso que existen aguas turbias entre lobos y vampiros.

Jimin se rascó la cabeza, claramente intentando procesar todo. La cantidad de información nueva le daba vueltas en la mente, y su expresión dejaba claro que no lograba encajar todas las piezas. Jungkook, sentado cerca, observó la confusión del lobo. Parecía escuchar esa voz interna que lo empujaba a ayudar a Jimin a comprender.

—Para que te quede claro, Park, —intervino Jungkook con un tono paciente, su mirada fija en el azabache—, la tensión entre lobos y vampiros no comenzó con eso. Hace siglos, los hombres lobo eran bien vistos por la iglesia y las autoridades religiosas. Eso los convirtió en nuestros enemigos naturales. Mientras que ellos eran tratados como criaturas nobles, nosotros éramos vistos como demonios. —La voz de Jungkook se volvió más grave al recordar ese fragmento de historia—. Fue la iglesia quien inició la caza de vampiros y marcó el comienzo de nuestra persecución. Los lobos, al aliarse con ellos, se convirtieron en ese grano en el trasero del que cuesta deshacerse. Y para que no te ofendas, no te incluyo a ti en eso.

Jimin dejó escapar un resoplido al final, más por reacción a la forma casual en que Jungkook terminó su explicación. Pero la tensión en el aire seguía latente. Cada palabra que se añadía a la conversación parecía una pieza más en un rompecabezas oscuro y complicado, uno que aún estaba lejos de completarse.

Jimin, aún sentado en el sillón, miraba a Jungkook con los ojos entrecerrados, claramente intentando procesar toda la información que acababa de escuchar. Su mente estaba llena de preguntas, pero trataba de mantener la compostura mientras formaba su próxima interrogante.

—Entonces, a ver si entendí... ¿Los lobos y vampiros en realidad no nos llevábamos mal? —Su tono era más curioso que desafiante. Sus palabras resonaron en la habitación, atrayendo la atención de los demás. Jungkook negó lentamente con la cabeza, su expresión mostrando una mezcla de cansancio y paciencia.

—¿Y qué ocurrió después? —insistió Jimin, sus ojos fijos en el vampiro.

Jungkook inclinó levemente la cabeza, sus brazos cruzados mientras adoptaba una postura más seria.

—Los vampiros, por supuesto, no se quedaron de brazos cruzados. La especie se encargó de que los lobos también fueran perseguidos por la Iglesia. Al principio, ellos eran vistos como protectores, guardianes del bien, algo noble. Pero nuestra manipulación cambió esa narrativa. Los convertimos en unos perros malditos a los ojos de los humanos. Fue un movimiento estratégico, pero cruel. —Hizo una pausa, observando a Jimin para asegurarse de que entendiera—. Con el tiempo, la mayoría de nosotros dejó ese odio atrás. Pero siempre hay quienes no lo hicieron. Los rencores no mueren tan fácilmente.

Jimin asintió lentamente, sus cejas fruncidas mientras digería las palabras de Jungkook.
—Pero... ¿De qué sirve el rencor entre ambas razas por tanto tiempo? Al final, el único que los volvió enemigos fue la iglesia. ¿No podrían simplemente decirse a la cara que se odian en vez de involucrar a personas inocentes como lo están haciendo ahora?

Una pequeña sonrisa sarcástica curvó los labios de Jungkook. Sus ojos brillaban con una mezcla de burla y algo más, algo más oscuro.
—Hay personas en este mundo, Park, que no soportan la confrontación directa. Prefieren jugar juegos, manipular desde las sombras. Y cuando ven que no puedes o no quieres decirles que no, se aprovechan. Usan cualquier medio para hacerte ver como lo peor del mundo. Ahora dime, ¿eres una buena persona, o simplemente eres débil?

Las palabras golpearon a Jimin como un mazazo. Se puso de pie de inmediato, sintiendo una chispa de enojo que comenzó a arder en su pecho.

—¡Yo no soy débil! —gruñó, su voz cargada de una furia contenida. De repente, sintió su ojo izquierdo arder, la señal inequívoca de que la última noche de luna llena se acercaba. Era la peor de todas, la que podía sacar lo peor de él si no se controlaba. Notó una mano ligera golpeando su espalda, y al girarse, encontró a Taehyung dándole suaves palmadas, su expresión tranquila y amistosa. Esa pequeña acción fue suficiente para que Jimin respirara profundo y comenzara a calmarse.

Para cambiar el tema, y tal vez también desviar esa extraña tensión que volvía a formarse entre él y Jungkook, Jimin recordó algo que había estado rondando su mente desde hacía un tiempo.

—Hmm... acabo de recordar algo. Cuando fui a la estación de policía... —repitió, intentando retomar el hilo de la conversación. Su tono era pensativo, casi ausente, mientras repasaba mentalmente los detalles—. El oficial que nos entrevistó a Hoseok y a mí sabía quién era Chou Tzuyu antes de que el forense enviara información oficial sobre su identidad. ¿Puede ser una simple casualidad, o estoy siendo paranoico?

Namjoon, que hasta ese momento había permanecido callado, alzó la vista de manera abrupta. Su expresión se tornó seria, calculadora.

—¿Recuerdas su nombre? —preguntó con voz firme.

Jimin asintió lentamente.

—Lee DongWook.

Namjoon cruzó los brazos, su mirada dirigida al suelo mientras procesaba la información. Finalmente, levantó la vista para observar a Jungkook.

—Es alguien cercano al jefe de policía de la estación de Gyeonggi, lo sé porque lo conozco. Podría decirse que tenemos a nuestro primer sospechoso.

—Bien, entonces fin de la reunión. —Jungkook se levantó de la punta del sillón, estirándose con una indiferencia aparente. Sin embargo, apenas dio un paso hacia la puerta, Namjoon lo detuvo sujetándolo por la muñeca con más fuerza de la necesaria.

—Hey, ¿qué te ocurrió ahí? —preguntó, señalando el cuello del pelirrojo. La camisa de Jungkook se había movido lo suficiente como para dejar entrever parte de la mordida que llevaba días tratando de ocultar.

El silencio que siguió fue espeso, cargado de tensión. Todos los presentes giraron sus miradas hacia Jungkook, y luego hacia Jimin, quien sintió un calor insoportable subir por su cuello hasta llegar a sus mejillas. Era como si las paredes se cerraran a su alrededor. Instintivamente, desvió la mirada, fingiendo un interés repentino en un punto indefinido de la sala.

—Jungkook... ¿andas saliendo con alguien y no nos has contado? —interrumpió Yoongi, con una sonrisa ladeada que traicionaba su genuina curiosidad.

Jimin por poco se atraganta con su propia saliva, tosiendo suavemente para disimular. Mientras tanto, Jungkook, con la paciencia de quien está acostumbrado a esas situaciones, se encogió de hombros y respondió con desdén.

—No estoy saliendo con nadie. Solo es una mordida, nada más. Se curará con el tiempo.

Pero antes de que pudiera terminar de cubrir la herida, Taehyung ya estaba frente a él, con esa velocidad sobrenatural que solo los vampiros poseían. Tiró de la camisa de Jungkook y observó la marca con detenimiento, como un investigador inspeccionando una pista crucial.

—Hmm... eso no es una simple mordida, Jungkook... es una marc—

—Sí, sí, lo que sea —lo interrumpió Jungkook rápidamente, apartándose de un empujón leve pero firme. Su tono dejaba claro que no tenía intención de seguir discutiendo el tema—. Yo me voy. Jimin, tú vienes conmigo.

—¿Yo? —preguntó el lobo, señalándose a sí mismo con incredulidad. Su ceño se frunció en confusión.

—Sí, tú, cachorro con rabia. —La voz de Jungkook estaba teñida de sarcasmo, pero también llevaba un deje de urgencia que Jimin no pudo ignorar—. Debemos ir a la estación de policía a investigar.

Sin esperar una respuesta, Jungkook caminó hacia la puerta y tomó su chaqueta de cuero de manera despreocupada. Jimin, sintiendo las miradas de los demás clavadas en su espalda, soltó un suspiro y se inclinó levemente en una reverencia para despedirse de los chicos antes de seguir a Jungkook. Su mente estaba llena de preguntas, y presentía que ninguna de las respuestas que iba a obtener le traería tranquilidad.

El silencio que quedó tras la partida de Jungkook y Jimin parecía pesar más de lo normal. Taehyung cruzó los brazos y miró a Yoongi, quien tamborileaba los dedos sobre el brazo del sofá, pensativo. Finalmente, Taehyung fue el primero en romper el silencio.

—¿Ustedes vieron lo mismo que yo? Eso era una marc-

—Ya, Taehyung... —interrumpió Yoongi, su tono más calmado, como si intentara no darle demasiada importancia—. Es la vida de Jungkook, no es algo que sea de nuestra incumbencia.

Taehyung no pareció satisfecho con la respuesta. Dio un paso hacia Namjoon, quien estaba a punto de salir de la sala con ese aire serio que llevaba desde que Jimin había llegado.

—Namjoon, el que es el hombre lobo aquí es Jimin, así que de él sí acepto que actúe quizás un poco raro. Pero tú actúas más raro que él desde que llegó. ¿Qué demonios te ocurre? —preguntó con un tono que denotaba más frustración que enojo.

Namjoon giró lentamente sobre sus talones y miró a Taehyung. Su expresión era impenetrable, como si estuviera debatiéndose entre responder o simplemente ignorarlo. Finalmente, soltó un suspiro y habló.

—No me ocurre nada. Varias veces lo expliqué... no me cae bien y eso es todo. A decir verdad, yo también debería irme. —Y sin esperar respuesta, se dirigió hacia la puerta y la cerró tras de sí.

Taehyung observó el lugar vacío donde Namjoon había estado, su mandíbula apretada en señal de molestia. Finalmente, se dejó caer en el sillón, girándose hacia Yoongi.

—¿Fingiremos que esa marca no se la hizo Jimin a Jungkook, no es así?

Yoongi levantó una ceja, pero asintió lentamente.

—Esto muere aquí, Taehyung.

Ambos juntaron sus meñiques como si fueran niños pactando un secreto. Sin embargo, la mente curiosa de Yoongi no tardó en manifestarse.

—Aunque... ¿No crees que deberíamos investigar más sobre esa marca? —preguntó, sus ojos brillando con un dejo de intriga—. Me da mucha curiosidad. Nunca pensé que un lobo pudiera marcar a un hibrido. Es decir, son especies diferentes.

Taehyung ladeó la cabeza, su sonrisa cuadrada comenzando a formarse.

—Ohh, Min Yoongi... ¿Estás invitándome a la biblioteca? —dijo en un tono burlón, inclinándose hacia él. La diferencia de altura entre ambos hacía que el gesto resultara aún más exagerado.

Yoongi no pudo evitar rodar los ojos, aunque un leve rubor cubrió sus mejillas.

—Ya, ya, salte, baboso. Vamos antes de que me arrepienta. —Con un rápido movimiento, empujó a Taehyung, colocando su mano en el rostro del mayor para apartarlo.

Taehyung solo rió, esa carcajada despreocupada que parecía iluminar cualquier habitación en la que estuviera. Aunque sabía que Yoongi se molestaba, también sabía que el pelinegro disfrutaba de esas interacciones más de lo que admitía.

Mientras ambos se dirigían hacia la biblioteca en busca de respuestas, Jungkook y Jimin caminaban en dirección a la estación de policía. A pesar de los intentos por mantener una conversación casual, la tensión entre ellos era palpable, como una cuerda que se tensaba cada vez más con cada paso que daban.






🌟

Hmmm yo creo que con un té de tilo logramos calmar un poco a Namjoon de este fic ¿No creen? Okno, esta asimilando muchas cosas mejor demosle tiempo xd

Okey, admito que estoy haciendo todo lo posible para tener capítulos ya escritos en general, porque un nuevo fic va a salir del horno pronto :3

Y también admito que pese a que se mucho de lobos y vampiros en general porque #fangirl, decidí tomarme el tiempo para investigar sobre la enemistad que existe entre ambas criaturas y plasmarla del mejor modo en base a lo que me informe.

Hasta la próxima actualización 🥰💗

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