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🍷𝟏𝟎🍷

Pov Jimin.

Desde que el viaje hacia la estación de policía dio inicio, Jungkook no emitió palabra alguna, y yo tampoco tuve intención de hacerlo. El silencio se había asentado entre nosotros como una densa niebla, y prefería que así se mantuviera. Aún sentía el peso de la vergüenza por mi comportamiento reciente. La luna llena tenía la capacidad de transformarme en una persona completamente diferente... ¿O tal vez no? ¿Tal vez solo desnudaba aquello que tanto me esforzaba por ocultar?

Intenté convencerme a mí mismo de que la luna simplemente nublaba mi juicio, que no actuaba de manera consciente, pero las palabras de Jungkook resonaban en mi mente, ineludibles.

"Fueron tus instintos como hombre lobo actuando. Resumiéndolo para ti, en cuanto un lobo encuentra a alguien que es de su interés, intenta marcarlo a toda costa."

¿Interesarme a mí Jungkook? Pfff. La luna llena, en su lugar, probablemente me estaba volviendo loco. O tal vez, y mucho peor, tenía una doble personalidad oculta que encontraba al vampiro atractivo. Demonios, qué pésimo gusto tiene esa parte de mí.

Solté un suspiro pesado, apoyando mi frente contra la ventana mientras veía el paisaje pasar como un borrón. De repente, sentí su mirada sobre mí, breve pero lo suficientemente intensa como para hacer que mi pecho se contrajera. Lo vi mirarme de reojo antes de volver su atención a la carretera.

—¿Estás bien? —preguntó, rompiendo finalmente el silencio.

Su tono era cálido, casi preocupante, y aquello solo empeoró las cosas. La marca... esa maldita marca. No solo parecía vincularnos de alguna manera que escapaba a mi comprensión, sino que también comenzaba a pensar que me hacía percibir más de lo que quería. Como si la conexión con Jungkook no solo fuera física, sino emocional. Era perturbador. Todo lo que había aprendido hasta ahora me decía que vampiros y lobos no podían coexistir. Entonces, ¿cómo demonios era posible que esta marca existiera? ¿Cómo algo tan aparentemente antinatural podía sentirse... tan natural?

—Estoy bien... ¿Por qué lo preguntas? —respondí con un tono que intentaba ser neutral, aunque sabía que mi voz tembló un poco al final.

Jungkook me miró rápidamente antes de soltar una leve sonrisa que no llegó a sus labios, como si supiera algo que yo no.

—No has dicho absolutamente nada desde que encendí el auto. Cada tanto frunces el ceño, rascas tu cabeza como si algo te molestara, y luego te muerdes las uñas. Así que, si estás bien, hazlo saber a tu lenguaje corporal. —Su respuesta fue firme, pero no carente de cierto matiz de burla.

Odiaba que pudiera leerme con tanta facilidad. ¡Vamos! Nos conocimos hace menos de una semana. ¿Cómo era posible que pudiera descifrar mis expresiones mejor que yo mismo? Y peor aún, ¿cómo demonios era posible que lograra afectar mi mente de esta manera?

"No es posible que sienta algo hacia él. No lo es. Es matemáticamente imposible."

—Que estoy bien, Jungkook. Es solo que lo único de lo que hablamos estos días fue sobre lobos y estoy agotado de ese tema... ¿No puedes contarme algo sobre vampiros o, no sé... sobre ti? —respondí mientras me acomodaba en el asiento, cruzando las piernas y dejando que mi mirada se perdiera en su perfil. Podría negar mil cosas, pero no el hecho de que Jungkook tenía un atractivo que casi rozaba lo sobrenatural.

—¿Interesado, Park? —dijo con una sonrisa ladina, su tono cargado de un desafío juguetón que hizo que mis mejillas ardieran. Giró la cabeza apenas un instante, sus ojos capturándome brevemente antes de volver a concentrarse en la carretera—. Pues no hay mucho que contar. Como híbrido, no tengo problemas con el sol, así que durante siglos me hice pasar por un humano más. Cambiaba de identidad cada tanto para que el paso del tiempo no fuera tan evidente. Respecto a la banda, todo el mundo cree que somos cinco chicos que simplemente se disfrazan de vampiros y cantan sobre fantasías. Pero detrás de todo ese show, todo lo que Red Lights cuenta en sus canciones es real.

Su confesión me dejó pensativo. ¿Cómo sería vivir con una fachada constante, adaptándote a diferentes épocas y entornos, escondiendo tu verdadera naturaleza mientras el mundo te observa con admiración? Pero antes de que pudiera profundizar más en mis pensamientos, me descubrí fijándome en lo relajado y seguro que lucía mientras conducía. ¿En qué demonios estoy pensando? Me obligué a apartar la vista, como si eso pudiera detener la cadena de pensamientos que se formaban sin mi permiso.

Entonces, mi cinturón decidió atorarse.

Presioné el botón una y otra vez con frustración creciente, tiré del cinturón, incluso intenté rasgarlo con las garras que aún no lograba controlar del todo, pero solo conseguí arruinar la tela.

—Déjame ayudarte —dijo Jungkook con voz calmada, pero esa calma solo consiguió que mi tensión aumentara.

—No, no hace fal-

No me dejó terminar. Se inclinó hacia mí con una naturalidad irritante, inspeccionando el botón mientras su aroma me envolvía. Esa mezcla de madera y algo más oscuro, algo que parecía hecho para atraparme.

En un movimiento rápido y sin esfuerzo, rompió el mecanismo del cinturón, liberándome. Pero mi alivio fue breve, porque cuando levanté la cabeza, me encontré con sus ojos demasiado cerca.

El tiempo pareció detenerse. Mi respiración se volvió superficial, y mi corazón se lanzó en una carrera desbocada. El brillo de sus ojos tenía un magnetismo que me atraía de una forma que no entendía, y la conexión creada por la marca no hacía más que amplificarlo.

Jungkook se relamió los labios, un gesto tan natural que sentí un escalofrío recorrerme. Mi mirada, traicionera, siguió el movimiento, y de repente me encontré preguntándome cómo sería...

"¡Céntrate, Jimin! Maldita sea," me grité mentalmente, intentando romper el hechizo.

—Hmm... gracias por ayudarme —murmuré, desviando la mirada con rapidez mientras mi voz salía más temblorosa de lo que habría querido. Necesitaba escapar de ese momento antes de hacer algo de lo que me arrepentiría—. ¿Dónde estamos?

—Estamos cerca de la parte de atrás de la estación. —Su respuesta fue casual, pero notó mi confusión y añadió con una ligera sonrisa—. ¿Qué? ¿Pretendías que entráramos por la entrada principal para que nos hicieran mil preguntas? Vamos, baja del auto.

Lo vi salir con esa confianza que parecía fluir de cada uno de sus movimientos, mientras yo aún intentaba convencer a mi cerebro de que funcionara con normalidad. Finalmente, abrí mi puerta y lo seguí.

La parte trasera de la estación tenía una vibra inquietante, como un escenario sacado de una película de horror. Las calles estaban desoladas, las paredes manchadas y desgastadas por el tiempo. Apenas había luz, y cada sombra parecía contener un secreto.

Nos detuvimos frente a una puerta blanca, vieja y cerrada con firmeza.

—¿Fallo tu plan, genio? —pregunté con una sonrisa torcida, cruzándome de brazos mientras lo veía evaluar la puerta.

Jungkook me lanzó una mirada de advertencia antes de acercarse, pero lo detuve con un gesto antes de que rompiera la puerta con su fuerza bruta.

—Si vas a entrar a un lugar a la fuerza, lo mejor es no dejar rastros. Déjame intentarlo.

Saqué una hebilla que llevaba escondida en el chaleco y me acerqué a la cerradura. Después de unos segundos de maniobras cuidadosas, escuché el clic satisfactorio.

—No creí que en la vida real eso funcionara —comentó Jungkook, cruzándose de brazos mientras me observaba con una expresión que no podía descifrar del todo.

—¿Me haría el honor de pasar, genio? —respondí con una sonrisa triunfante, empujando la puerta abierta para él.

Entró con una risa suave que me hizo querer girar los ojos, pero lo seguí, cerrando la puerta detrás de nosotros.

—¿Qué hacemos ahora?

—Interrogar al oficial no es difícil. Solo necesitamos encontrarlo, dar con él, y el resto déjamelo a mí... Pero recuerda, no debemos hacer ruido.

—Lo dice el híbrido que iba a romper la puerta de una patada.

Jungkook ignoró mi comentario y comenzó a moverse con sigilo. Las sombras parecían moverse con nosotros, el silencio era tan profundo que cualquier sonido, por mínimo que fuera, podría delatarnos.

—¿No hay cámaras aquí? —pregunté en voz baja, sintiendo un nudo en el estómago.

—En la parte trasera no son necesarias.

—¿Y cómo estás tan seguro? ¿No se supone que las estaciones están llenas de cámaras?

Se giró hacia mí, con una mirada que mezclaba paciencia y desafío.

—Concéntrate, Park. Tú también tienes sentidos más desarrollados ahora. ¿Ves alguna cámara aquí?

Respiré hondo y traté de agudizar mis sentidos, pero me sentí frustrado al instante.

—Agh, no puedo.

—Olvídate de los sonidos. Fija tu atención en las paredes, en la construcción. Inténtalo de nuevo.

Cerré los ojos y me forcé a ignorar todo menos el espacio a mi alrededor. Esta vez, algo hizo clic. En un instante, pude inspeccionar cada rincón del lugar.

—Tienes razón... no hay cámaras. Pero, ¿cómo sabes dónde buscar al oficial?

—Porque hace cuarenta años fui oficial en esta misma estación —dijo con una calma que me dejó perplejo—. Mi "padre" trabajaba aquí y, bueno, ahora tiene un hijo súper famoso. Así que conozco este lugar como la palma de mi mano.

Lo miré, aún asimilando esa revelación, pero decidí no preguntar más.

—Claro, lógico. ¿Y ahora qué?

—Ahora cállate y sígueme.

Con movimientos cuidadosos, seguimos avanzando por el pasillo. Unas escaleras se alzaban frente a nosotros, mientras que a la derecha había una puerta que conducía a la recepción.

—Debemos subir las escaleras. Es donde los oficiales suelen almorzar o tomarse descansos. —La voz de Jungkook fue apenas un murmullo, pero cargada de certeza.

Ascendimos los escalones en completo silencio, cada crujido bajo nuestros pies haciéndome sentir expuesto. Al llegar al final, nos encontramos con un espacio amplio, bordeado por puertas a ambos lados del pasillo que parecían ser oficinas. Al fondo, un comedor gigante ocupaba la mayor parte de la sala.

—Lee DongWook no es comisario, solo un oficial común. Se graduó hace muy poco. Tuve la desafortunada suerte de conocerlo en la universidad... cuando me hacía pasar por Jungkook, el hijo de mi "padre". Es un novato, así que seguramente estará en alguna oficina de interrogatorios. Es raro que todo esté tan vacío. Supongo que las patrullas están fuera en misiones o en entrenamiento.

Mientras seguíamos avanzando, mi mente no podía evitar divagar. Era impresionante pensar en cómo Jungkook había logrado ocultarse entre los humanos durante siglos. ¿Cuánto ingenio y cuidado habría requerido fingir distintas identidades en un mundo que no aceptaba ni comprendía lo sobrenatural? Su capacidad para adaptarse me parecía tan fascinante como inquietante.

—¿Entrarás sin tocar? —pregunté al detenernos frente a la puerta marcada con el número 34.

—Por supuesto. Déjamelo a mí. —Jungkook empujó la puerta con firmeza y entró, la madera golpeando la pared con un ruido seco.

Dentro, DongWook estaba acomodando unos papeles en su escritorio. Al vernos, su expresión pasó de la sorpresa al desconcierto.

—¿Jungkook? ¿Qué haces aquí?

El híbrido no le dio tiempo a reaccionar. En un movimiento fluido, lo tomó por el cuello de la camisa, alzándolo levemente de su silla.

—Cálmate. Solo te haremos unas preguntas, y luego olvidarás todo lo que ocurrió aquí.

La voz de Jungkook era baja, pero el filo en su tono hacía imposible ignorarlo.

—Voy a olvidar —repitió DongWook, su mirada vidriosa mientras sucumbía a la hipnosis.

De todas las habilidades que compartían lobos y vampiros, la hipnosis no estaba entre ellas para los licántropos. En ese momento, no pude evitar sentir una punzada de envidia. Obtener la verdad con tan poco esfuerzo... qué conveniente. Pero incluso más que la hipnosis, lo que me irritaba era la forma en que Jungkook dominaba cada situación.

—Aquí es donde entras tú, Park. Puedes preguntarle lo que sea. —Jungkook se apartó, dejando al oficial sentado como un muñeco de trapo.

Me acerqué con cautela, observando al hombre que parecía ausente, pero al mismo tiempo alerta a lo que se le pedía.

—¿Cómo sabías quién era Chou Tzuyu antes de que el forense confirmara su identidad?

El nombre de la joven pareció sacudir algo en DongWook. Su rostro mostró un destello de melancolía, como si acabara de recordar algo doloroso.

—La conocía desde hace tiempo —admitió, su voz teñida de amargura—. Iba a inscribirse en la universidad de artes, y planeábamos mudarnos juntos... Pero luego descubrí su condición.

—¿Condición? —Lo interrumpí, sintiendo un nudo formarse en mi estómago.

—Tzuyu era una maldita licántropa. —El desprecio en su tono era tan evidente que me hizo apretar los puños—. Solíamos salir, pero una noche de luna llena intentó matarme. Alguien más se encargó de ella antes de que pudiera hacerlo de nuevo.

El aire a mi alrededor pareció volverse más pesado. Cada palabra que salía de su boca hacía que el fuego en mi interior ardiera con más fuerza.

—¿Quién "se encargó de ella"? —pregunté, mi voz goteando veneno. Me incliné hacia él, mis garras amenazando con salir mientras intentaba mantener la calma.

—No sé su nombre. Una noche, al salir del trabajo, un hombre encapuchado me encontró. Tenía unos colmillos horribles y un aliento pestilente... Sus uñas eran como garras. Me dijo que podía deshacerse de cualquier criatura que me molestara, y le pedí que lo hiciera. Eso es todo.

Por un momento, me quedé sin palabras. La impotencia se mezclaba con la rabia en mi pecho. Ese hombre, ese cobarde, había entregado la vida de Tzuyu a un asesino sin dudarlo. Para él, ella no era más que un problema que debía ser eliminado, cuando en realidad... solo era una chica atrapada en su propia naturaleza, como yo.

—Recuérdalo —dije con los dientes apretados, cada palabra saliendo como un látigo—. Vive con esa culpa el resto de tu vida. Por ti, una vida inocente fue arrebatada. No sé qué vio esa chiquilla en ti, pero si te atacó, tuvo una razón, de eso no tengo dudas.

Me giré hacia Jungkook, mi pecho subiendo y bajando rápidamente mientras intentaba controlar la furia que me consumía.

—Vámonos de aquí, Jungkook.

Salimos apresuradamente de la oficina de DongWook, cerrando la puerta con cuidado para no hacer ruido. Apenas nos habíamos movido un par de pasos cuando unos pasos resonaron desde la escalera cercana.

¡Por un demonio, lo que faltaba!

Jungkook y yo nos miramos, compartiendo el mismo nivel de alarma. No había tiempo para idear un plan elaborado. Jungkook, actuando con reflejos impecables, me tapó la boca con una mano y con la otra empujó la puerta de otra oficina vacía cercana. Me arrastró adentro con rapidez, cerrando detrás de nosotros.

El interior de la oficina estaba sumido en penumbras; la única fuente de luz eran los débiles rayos de sol que se filtraban a través de las persianas de la ventana. Mi espalda chocó contra la puerta mientras Jungkook seguía cubriendo mi boca, inclinándose hacia mí. Estaba tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo mezclarse con el mío, y cada respiración que exhalaba rozaba mi piel, enviándome un escalofrío imposible de ignorar.

Con su dedo índice sobre sus propios labios, me indicó que guardara silencio.

¿De verdad? ¿Para qué lo hace si ya está tapándome la boca?

Decidí apartar la vista, volviendo mi atención a la puerta para escuchar con mayor claridad lo que ocurría afuera. Risas y conversaciones ininteligibles llegaban desde el pasillo, el eco de las botas contra el suelo añadiendo peso a la tensión que nos envolvía.

¡Vamos, váyanse ya!

A pesar de mis esfuerzos por concentrarme, mi mente regresaba inevitablemente a Jungkook. Cada segundo que pasaba con él tan cerca, cada roce involuntario, era una batalla para mantenerme firme.

No puedo mirarlo... Si lo hacía, lo sabía, sería como caer en un abismo del que no quería —o tal vez no podría— salir. Había venido a Gyeonggi a cumplir una misión: investigar, encontrar al asesino y detenerlo. No a perder la cabeza ni, mucho menos, a desarrollar algún tipo de atracción por un híbrido gruñón y endemoniadamente atractivo.

Respiré profundamente, intentando controlar mi agitado corazón.

Respira, Park Jimin. Fuiste entrenado para actuar sin dudar y ser paciente. Puedes manejar esto.

Afortunadamente, los pasos comenzaron a alejarse, y las voces se desvanecieron poco a poco. Jungkook retiró su mano de mi boca y se incorporó ligeramente, dándome un respiro que, irónicamente, casi lamenté.

—Debemos irnos antes de que anochezca —dijo, con su tono bajo y directo—. Hay probabilidades de que esta sea la última noche en la que tengas que transformarte hasta la próxima luna llena. Pero como ya dije anoche, no voy a volver a encadenarte, Jimin.

Fruncí el ceño, inseguro de cómo sentirme al respecto.

—¿Estás seguro de que no debes hacerlo? ¿Por qué no?

—Fácil —respondió con un ligero encogimiento de hombros—. Si te transformaras completamente en un lobo, sería otra historia. Pero tus transformaciones son parciales. No es necesario que te encadene.

—Pero...

—Una marca no me matará, Jimin. —Su tono era firme, pero había algo en sus ojos que me desconcertaba, una mezcla de comprensión y desafío—. Vamos, debemos salir de aquí e informar a los chicos lo que descubrimos antes de que anochezca. A menos que, claro, prefieras transformarte con ellos presentes.

—¡No! —Respondí rápidamente, sintiendo el calor subir a mis mejillas. La idea era más que suficiente para que mis pasos se apresuraran hacia la puerta—. ¡Vamos ya!

Jungkook sonrió de medio lado, como si mi reacción le hubiera divertido, y abrió la puerta con el mismo sigilo que habíamos mantenido al entrar. Nos deslizamos fuera de la oficina y nos encaminamos hacia la salida, con la adrenalina aún palpitando en mis venas.




—¡Yoongi, dime que encontraste algo en los libros! ¡Me estoy durmiendo! —exclamó Taehyung con un tono entre quejumbroso y desesperado. Estaba sentado junto al vampiro, medio recostado en la mesa de madera, moviéndose de un lado a otro como un niño inquieto.

—¡Déjame buscar! —respondió Yoongi con irritación, hojeando con cuidado un libro que parecía tan antiguo que hasta el polvo se sentía venerable—. Estos libros no son como los modernos, con índices y capítulos ordenados. Aquí todo es un caos. Ten paciencia.

—¡Aaah, Yoongi! ¡Me tratas tan mal! —Taehyung fingió un llanto dramático mientras se inclinaba hacia él para abrazarlo por el costado.

—Déjame en paz —masculló Yoongi, volteando los ojos con evidente fastidio. Pero, como siempre, no hizo esfuerzo por apartar al chico. Sabía que resistirse era inútil.

De repente, el vampiro detuvo sus movimientos. Sus ojos recorrieron una página amarillenta llena de líneas apretadas y en un idioma antiguo que apenas podía descifrar.

—C-creo que encontré algo... —murmuró, la seriedad dominando su rostro.

—¡¿Qué dice?! —Taehyung, olvidando su acto de víctima, se incorporó con entusiasmo, sus ojos brillando de emoción.

Yoongi comenzó a leer con calma, pronunciando las palabras como si pesaran:

—"Los lobos poseen un fuerte instinto territorial y protector. Cuando encuentran a alguien que despierta su interés, buscarán marcarlo, aunque esto les cueste mucho esfuerzo. A través de esta marca, ambas partes no solo comparten emociones y sentimientos, sino que el vínculo entre ellos se intensifica. Su deseo por el otro crece, y, en esencia, se vuelven uno solo con su pareja. Sin embargo, esta conexión es exclusiva de criaturas puras, ya sean vampiros o lobos. Un lobo transformado, por el contrario, no puede marcar a un vampiro puro ni viceversa. La marca solo puede darse entre dos seres que sean puramente de su especie o híbridos con sangre pura."

Taehyung abrió la boca en un gesto de asombro, dejando escapar un sonoro:

—¿Entonces Jimin pudo marcar a Jungkook porque ambos son híbridos puros?

—Exacto. Muy bien, Taehyung, parece que tienes tus momentos de brillantez. —Yoongi cerró el libro, mirándolo con una mezcla de aprobación y burla.

Pero el entusiasmo de Taehyung no se apagaba.

—¡Espera un momento! Eso no tiene sentido... Jimin no parece ser completamente hombre lobo. ¿No te has dado cuenta?

—¿A qué te refieres ahora? —preguntó Yoongi con un suspiro, como si ya anticipara la respuesta.

—¡Solo un ojo de Jimin es morado! Eso significa algo, ¿verdad?

—Agh, retiro lo dicho. —Yoongi negó con la cabeza, exasperado—. Eso no tiene nada que ver, Taehyung. Jimin sigue siendo híbrido puro porque su madre era una loba pura y su padre humano. Los lobos transformados no pueden transmitir sus genes. Si Jimin fuera un hombre lobo transformado, ni siquiera habría llegado a marcar a Jungkook.

—Ohhh... ¿Y eso significa que positivo con positivo siempre da positivo? Entonces un híbrido puro como Jimin y otro como Jungkook pueden marcarse mutuamente. ¡Qué romántico!

Yoongi se inclinó hacia atrás, mirando al techo como si pidiera paciencia divina.

—Sí, Taehyung. Exactamente. Ahora lo entiendes.

—¡Aww, eso es TAN lindo! —Taehyung no pudo evitar abalanzarse sobre Yoongi, rodeándolo con un abrazo aún más apretado.

El vampiro sintió sus mejillas arder y decidió rendirse al cariño. Aunque trató de mantener su compostura, terminó diciendo:

—Ya, Taehyung. No seas cursi. ¿Le vas a contar esto a Jimin?

—¡Por supuesto que sí! Es parte de su naturaleza. Debe saberlo. En cuanto vuelva de su entrenamiento, se lo diré.

Taehyung se puso de pie, dispuesto a marcharse, pero Yoongi lo detuvo. Tomando su muñeca, lo atrajo hacia sí, y sus labios se encontraron en un beso fugaz y torpe.

—Eres un tonto cursi al que adoro demasiado —murmuró Yoongi, con una pequeña sonrisa.

—Aww, Yoongi, yo también te adoro... como no te das una idea.

—Ah no, salte ya.

—¡Pero déjame abrazarte!

—Nonono. —Yoongi empujó suavemente a Taehyung, aunque no pudo evitar la sonrisa que lo traicionaba. A pesar de sus siglos de vida, nunca dejaba de sentirse nervioso con los gestos afectuosos de Taehyung, pero sabía que resistirse era inútil.

El momento fue interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose. Ambos giraron la cabeza al mismo tiempo, viendo a Jungkook y Jimin entrar en la habitación.

—¡Chicos! ¿Todo está bien? —La voz de Yoongi rompió el breve silencio en la sala mientras él y Taehyung se acercaban. Jimin parpadeó, sorprendido por la calidez con la que lo recibían. No estaba acostumbrado a que alguien lo saludara con tanto entusiasmo. A pesar de convivir con Jongsuk, el hombre apenas era cariñoso; sus interacciones siempre eran más formales que afectivas.

—¡Todo salió bien, chicos! —anunció Jungkook mientras se dejaba caer en el sofá junto a Jimin. Su tono era relajado, pero la tensión en sus hombros aún era palpable—. Descubrimos algo. No es concluyente, pero podría servirnos.

—¡Woooaaah, siéntense y cuéntenlo todo! —exclamó Taehyung, casi saltando al sofá frente a ellos, seguido por Yoongi, quien se dejó caer con mucho más compostura.

Jimin notó la mirada de Jungkook dirigirse hacia él por el rabillo del ojo, un vistazo rápido que lo hizo estremecerse. Incluso un gesto tan simple parecía cargar con una intensidad que no podía ignorar. Tratando de parecer casual, evitó cruzar miradas con él.

—¿Namjoon y Yugyeom no están? —preguntó Jungkook, apoyando su brazo derecho en el respaldo del sillón con una actitud despreocupada, aunque sus ojos brillaban con algo de irritación.

—Namjoon salió, y no tenemos idea de dónde está —respondió Yoongi, recostándose contra el respaldo con indiferencia—. Y a Yugyeom no lo vemos desde hace días.

—Agh... se supone que somos un equipo. Cuando lleguen, tendrán que escucharlo todo. —Jungkook resopló con frustración, mientras Jimin asentía, notando la falta de unidad en el grupo.

—Ya, suéltalo. —Yoongi lo instó a continuar, con Taehyung asentando con entusiasmo a su lado.

—Pues, como sabemos, Tzuyu era una licántropo —comenzó Jungkook con un tono más serio—. Dong Wook y ella eran cercanos, pero en una luna llena, ella intentó atacarlo. Fue entonces cuando alguien se "hizo cargo" de ella. Dong Wook no sabe su nombre, pero describió a un hombre encapuchado con colmillos largos, uñas filosas y un aliento horrible. Este sujeto le ofreció eliminar a cualquier criatura que lo molestara, y Dong Wook aceptó. Al día siguiente, ya sabemos lo que pasó.

Hubo un silencio pesado en la sala, roto solo por el sonido de Taehyung rascándose la barbilla mientras procesaba la información.

—Wow, qué mente más macabra —comentó, sus palabras cargadas de incredulidad—. ¿Matar a una loba por algo que ni siquiera puede controlar? La luna llena no cambia quién eres, solo saca a la luz lo que guardas en tu interior. Es como una segunda personalidad que puede aprender a controlarse con el tiempo, casi como entrenar a un perro a seguir nuevas órdenes.

Jimin lo miró con curiosidad.

—¿Cómo sabes todo eso, Tae?

—¡He estado leyendo mucho, Mochi! —respondió con orgullo, poniéndose de pie de un salto—. ¿Quieres que te cuente todo lo que descubrí?

—¡Por favor! —Jimin también se levantó, emocionado, dispuesto a seguirlo. Pero antes de que pudieran moverse, las voces de Jungkook y Yoongi los detuvieron al unísono.

—¡Oigan!

—¿Qué les pasa? —canturreó Taehyung, mirando a ambos con una sonrisa traviesa, provocando que Jimin soltara una risa baja.

—Jimin aún debe pasar su última luna llena en el sótano. Queda solo una hora para que anochezca —apuntó Jungkook con firmeza, su tono dejando claro que no estaba dispuesto a comprometer la seguridad de Jimin ni del grupo.

—Queda solo una hora, Jungkook. Estará todo bien. —Taehyung agitó una mano como si intentara restarle importancia.

—Taehyung... —advirtió Jungkook, su ceño fruncido marcando la creciente preocupación en su rostro.

—Jungkook, escúchame. —La voz de Jimin lo interrumpió. Dio un paso hacia el pelirrojo, con una expresión tranquila que contrastaba con la evidente tensión de Jungkook. Sus manos se alzaron para tomar las del híbrido, moviéndolas suavemente lejos de su rostro, donde él las había llevado en un gesto de frustración—. No me tomará mucho tiempo hablar con Taehyung. Prometo que estaremos en el sótano antes de que anochezca.

Jungkook exhaló, cerrando los ojos brevemente mientras las caricias de Jimin en sus manos parecían apaciguar la tormenta interna que lo consumía. La conexión entre ellos vibraba en el aire, palpable incluso para Yoongi y Taehyung, quienes intercambiaron miradas cómplices.

—Está bien, Jimin. Pero no se tarden mucho. —Su voz era más suave ahora, aunque la preocupación seguía presente en sus ojos.

—Lo prometo. —Jimin se inclinó, dejando un beso rápido en la mejilla de Jungkook antes de apartarse para seguir a Taehyung.

El gesto dejó a Jungkook congelado en su lugar, con las mejillas encendidas y su corazón latiendo más rápido de lo que podía admitir. Detrás de él, Yoongi apenas podía contener su risa, inclinándose hacia el pelirrojo con una sonrisa burlona.

—¿Estás bien, Jungkook? —preguntó con un tono claramente sarcástico.

Jungkook no respondió. Solo se cruzó de brazos y apartó la mirada, intentando recuperar la compostura mientras los pasos de Jimin y Taehyung se perdían por el pasillo.

Ya en la habitación, Taehyung observo a Jimin y no hizo de esperar ni un segundo.

— ¿Qué ocurre entre Jungkook y tú?

— ¿Jungkook y yo? Pfff ¡Nada!

— ¡MIENTES! —exclamó Taehyung señalándolo con dramatismo, inclinándose hacia él como si estuviera descubriendo el mayor secreto del mundo.

Jimin dejó escapar un resoplido frustrado, pero Taehyung no cedió.

—Veo cómo se observan, y ya sabes lo que dicen: "una mirada dice más que mil palabras". Jimin, ustedes dos son como Yoongi y yo cuando recién comenzábamos a salir... hace un siglo atrás. —Su sonrisa traviesa no hacía más que aumentar la vergüenza de Jimin—. No dejan de mirarse y, cuando lo hacen, es como si se perdieran en el otro. Ni siquiera hablemos del lenguaje corporal... ¡La tensión sexual que tienen puede olerse desde aquí hasta Busan!

—¡Ya, Taehyung! —se quejó Jimin, enterrando el rostro en sus manos mientras sentía que sus mejillas ardían—. No quiero hablar de Jungkook. Solo dime qué descubriste.

—Aunque no quieras hablar de Jungkook, lo que debo contarte tiene relación con él. Así que, Mochi, no puedes huir de esto. Y menos ahora.

Jimin levantó la vista, claramente intrigado y, aunque no lo admitiera en voz alta, algo nervioso.

—¿A qué quieres llegar?

Taehyung se enderezó, adoptando un aire serio que contrastaba con su habitual actitud juguetona.

—Según la información que encontramos, los lobos, cuando encuentran a una persona que despierta su interés, intentan marcarla a toda costa, aunque les cueste horrores. Esta marca no solo permite sentir las emociones y sentimientos de la otra persona, sino que el deseo por el otro se vuelve más intenso.

—¡¿QUÉ?! —Jimin casi saltó de la cama, sus ojos abiertos como platos.

—¡Déjame terminar, ni te espantes! —Taehyung alzó las manos, pidiendo calma mientras rodaba los ojos—. Una vez que la marca se realiza, ambos se vuelven uno. Es una conexión única y profunda. Ahora bien, esto solo puede ocurrir entre criaturas puras, ya sean vampiros o lobos. Los transformados no tienen esta capacidad.

Jimin parpadeó, claramente procesando cada palabra.

—¿Entonces... Jungkook también es puro?

—Exacto. Y tú también lo eres, Mochi.

—Pero... no entiendo del todo eso. Solo uno de mis ojos es morado.

—Eso no tiene nada que ver, Jimin. El color morado en tus ojos es un indicador de pureza. Es decir, que portas el gen de licántropo puro, incluso aunque seas mitad humano.

—¿Y eso cómo es posible? —preguntó Jimin, confundido, mientras sus cejas se fruncían ligeramente.

Taehyung se encogió de hombros, dejando el misterio en el aire.

—Eso queda a la interpretación, Mochi. Alguno de tus padres debía ser un humano, y el otro un lobo puro. Esa mezcla te hace único.

Jimin permaneció en silencio por unos segundos, intentando digerir lo que acababa de escuchar.

—Entonces... ¿al hacer esa marca a Jungkook no le hice daño? ¿Estamos... "vinculados"? —Su voz salió casi como un susurro, cargada de incredulidad—. ¿Algo así como el omegaverse? Pero sin bebés ni... ya sabes...

Taehyung soltó una carcajada tan fuerte que tuvo que cubrirse la boca para no alertar a nadie.

—Exacto, pero sin bebés ni nudos. Aunque... ¿cómo sabes tú sobre el omegaverse? —Su mirada brillaba con una chispa traviesa que hizo a Jimin bufar.

—¡Eso no viene al caso ahora! —gruñó, desviando la mirada mientras sus mejillas volvían a enrojecerse—. Lo importante es que... ¡A mí no me interesa Jungkook!

Taehyung arqueó una ceja, claramente incrédulo, mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.

—Claro, Mochi. Podrás engañarte a ti mismo todo lo que quieras, pero tu lobo interior nunca miente. Aunque sea agresivo, siempre es honesto. —Hizo una pausa, observándolo con atención antes de añadir—: Ah, y descubrí algo más.

—¿Qué cosa? —preguntó Jimin, aún más tenso.

—Una vez que la licantropía se activa, todo se intensifica: tus sentidos, tu fuerza, tu agilidad... y tus ansias sexuales también.

—Y-yo... no... ¡Maldición! —exclamó Jimin, enterrando el rostro en sus manos. Por mucho que quisiera negarlo, no podía. Esa era la razón exacta por la que evitaba mirar a Jungkook directamente a los ojos. Temía perder el control de sí mismo y entregarse por completo a lo que sentía.

Taehyung se inclinó hacia él, posando una mano reconfortante sobre su hombro.

—¿Qué ocurre, Mochi? No debes tener miedo ni desconfianza conmigo. Soy uno más, estoy aquí para lo que necesites. Incluso si es un consejo.

Jimin levantó la vista, encontrando en los ojos de Taehyung una calidez sincera que lo hizo sentir seguro.

—Parece ser que hace unas noches... besé a Jungkook. —Confesó, con la voz tan baja que apenas fue audible, pero suficiente para que Taehyung lo oyera.

—Oh... ¿A eso te referías con...?

—Y... anoche volví a hacerlo. —Esta vez lo dijo con más firmeza, aunque el color en sus mejillas lo delataba por completo.

Taehyung se quedó en silencio por un momento antes de abrir los ojos como platos.

—¿¡QUÉ... CÓMO!? —gritó, completamente exaltado, mientras se levantaba de un salto. Sus ojos brillaban de emoción y su sonrisa se ensanchó con rapidez—. ¡Cuéntamelo todo con lujo de detalles, Jimin! ¡No puedes dejarme así!

—Al principio no recordaba lo que había sucedido, tuvieron que pasar unos largos minutos pero finalmente lo recordé.

Jungkook-ah... estamos aquí de nuevo, tú y yo, la luna es la única testigo de lo que ocurre aquí.

Y, la luna es la única capaz que logra que tú seas de esta f-forma.

Mmm ¿Y cuál es esa forma?

—Por lo que recuerdo... fui yo quien dio el primer paso y amm... ya sabes, tuve el control.

—¡WOOAH, QUÉ GENIAL! —Taehyung casi saltó en la cama, sus ojos brillaban de emoción como si estuviera escuchando la mejor historia del mundo.

—¿Tú crees que lo es? —Jimin bajó la mirada, jugando nerviosamente con sus dedos mientras su voz adquiría un tono más bajo—. Yo... digo, normalmente siempre me consideré... ammm... ¿cómo podría explicarlo? Pasivo. Nunca me vi como alguien que tomara el control en... ya sabes, situaciones más íntimas. Pero en ese momento... no tuve pensamientos de alguien que generalmente está "abajo". Fue como si todo en mí gritara algo completamente diferente.

Taehyung ladeó la cabeza, observándolo con una mezcla de curiosidad y comprensión.

—Jimin, no se trata de roles entre tú y él. Que uno esté "arriba" o "abajo" son solo etiquetas. —Posó una mano en el hombro de Jimin, dándole un apretón suave—. Lo que importa es que ambos expresen lo que sienten por el otro, sea como sea.

El azabache frunció los labios, procesando las palabras de Taehyung mientras un leve sonrojo subía a sus mejillas.

—De todas formas... la pregunta del siglo —continuó Taehyung, con una sonrisa traviesa—: ¿Ocurrió algo más?

—No —respondió Jimin, suspirando y desviando la mirada—. Antes de que pudiera llegar a más, Jungkook se fue.

Taehyung soltó una carcajada que resonó en la habitación.

—¡Jungkookie temió por sus caderas! —exclamó entre risas, mientras Jimin lo miraba con una mezcla de incredulidad y vergüenza—. En fin, es muy orgulloso, gruñón y competitivo. Intentará a toda costa ser el que tome la iniciativa primero, por puro ego y porque no soporta que alguien le lleve la delantera. Es algo suyo, pero... ¡no te dejes ganar, Mochi! ¡Fighting!

A pesar de la broma, Taehyung se calmó un poco y su tono se suavizó.

—Hablando en serio, Jimin, hace mucho tiempo que no veo a Jungkook tan interesado en alguien. Él es un buen chico. Claro, hay tensión entre ustedes —bastante, de hecho—, pero no temas darte tiempo para conocerlo. A veces, las cosas que nos asustan son las que más valen la pena.

Jimin asintió lentamente, procesando las palabras de su amigo. Había una calidez y sinceridad en Taehyung que lograba calmar las tormentas en su mente, aunque solo fuera por un momento.

—Está bien, Tae. Debo irme... ya comienza a anochecer y puedo sentirlo. —Jimin se puso de pie, su postura un poco más firme ahora, aunque el rubor aún persistía en sus mejillas—. Es lindo de tu parte lo que haces por mí. Saber que puedo contar contigo es... genial.

Taehyung sonrió, poniéndose de pie junto a él.

—Y no solo conmigo, Jimin. También está Yoongi. Y, eventualmente, incluso Namjoon. Solo... dales tiempo. Tú también.

Jimin soltó una risa ligera y, con un último asentimiento, salió de la habitación.

Posteriormente de salir de la habitación, Jimin entró al sótano. Al descender las escaleras, la penumbra del lugar lo envolvió, y su mirada se encontró con Jungkook, quien reposaba despreocupadamente contra la pared de ladrillos. La tenue luz que se filtraba resaltaba los tonos rojizos de su cabello y la intensidad de sus ojos.

Cuando Jungkook lo vio, una sonrisa ladina apareció en sus labios mientras se acercaba con pasos calculados, cruzando los brazos al llegar frente a él.

—Taehyung te mantuvo ocupado, así que esta vez no deberemos esperar mucho —comentó, su voz grave resonando en el espacio cerrado.

—Pero, Jungkook...

—Park, te lo dije la noche anterior y lo repetiré: no me harás daño. —Jungkook alzó una ceja, su tono seguro, pero tranquilo—. Antes de que siquiera pudieras alcanzarme, yo ya habría desaparecido.

—Pero—

—Shh... —Jungkook interrumpió, colocando su dedo índice sobre los labios de Jimin, sellando cualquier protesta que pudiera surgir. El tacto fue un detonador; un escalofrío recorrió el cuerpo de Jimin, erizando su piel. La cercanía entre ambos parecía encender algo primitivo, una chispa de electricidad que no hacía más que irritarlo, aunque en el fondo no estaba seguro si realmente quería alejarse.

Un crujido rompió la atmósfera que se había formado entre ellos.

Jimin se tensó instintivamente, esperando el dolor que siempre acompañaba sus transformaciones, pero nada ocurrió. No hubo gritos, ni el ardor abrasador que sentía en cada cambio. Solo el crujir de sus huesos acomodándose y el silencio que lo envolvía.

Jungkook observaba, incapaz de apartar la mirada. Verlo transformarse era una combinación de admiración y nervios. Jimin era peligroso y hermoso en partes iguales. Sus ropas apenas sobrevivían al cambio, desgarradas por los músculos tonificados y la nueva altura que había ganado. Sus garras brillaban bajo la luz, y aquel ojo morado, tan intenso como un destello de la luna misma, parecía perforar el alma de Jungkook.

—Jungkook-ah... te extrañé —susurró Jimin con aquella voz baja y gutural, la que emergía cuando su lobo tomaba el control. Dio un paso hacia el pelirrojo, que se quedó congelado en su lugar. La forma en que sus palabras acariciaban el aire era suficiente para ponerlo al límite.

—¿Tú no me has extrañado?

Jungkook tragó saliva, incapaz de responder de inmediato.

—Por supuesto que lo he hecho, Encanto. —El híbrido evitó su mirada, manteniendo sus ojos fijos en el suelo como si este contuviera todas las respuestas del universo.

—Mmm... ¿Estás seguro, cariño? —Jimin alzó una ceja, dando otro paso mientras una sonrisa ladina curvaba sus labios.

—Sí, ¿por qué lo preguntas?

—Porque no estás mirándome a los ojos. —Jimin levantó la barbilla de Jungkook con sus garras, obligándolo a enfrentarse a su mirada ardiente—. La gente que evita el contacto visual lo hace por dos razones: o están nerviosos, o tienen algo que ocultar.

La cercanía se volvió insoportable. Jungkook apenas podía pensar, y para cuando se dio cuenta, su autocontrol se había desmoronado.

Fue él quien rompió la distancia entre ambos, tomando a Jimin por sorpresa. Sus labios se encontraron con fuerza, con urgencia. El beso era una batalla en sí mismo; sus bocas se movían con hambre, sus lenguas luchaban por el dominio, y ni uno ni otro cedían.

Jimin reaccionó de inmediato, rodeando la cintura de Jungkook con un agarre firme, acercándolo tanto que podía sentir cada línea del cuerpo del pelirrojo contra el suyo.

Jungkook no se quedó atrás. Sus manos encontraron el trasero de Jimin, apretándolo con fuerza antes de deslizarse hacia sus caderas. Aprovechó la distracción para deslizar sus labios hacia el cuello del lobo, dejando un rastro de besos y mordidas que provocaban escalofríos en la columna de Jimin.

—Tu sangre... es como una maldita droga, Park —murmuró Jungkook, su voz ronca mientras clavaba sus colmillos con más fuerza. El sabor de la sangre de Jimin era intoxicante, un néctar que no podía resistir.

Jimin, a pesar de su tamaño y fuerza aumentados, se sentía vulnerable. Cada mordida, cada caricia de los labios y las manos de Jungkook, lo hacían temblar. Su cuerpo respondía por instinto, moviendo sus caderas para buscar más contacto, más fricción, mientras los suspiros y gruñidos escapaban de su garganta sin control, su pierna izquierda se metió entre las piernas del lobo mientras con sus manos sostenía las muñecas del chico contra la pared.

—Eres mío —susurró Jungkook, sus colmillos rozando la piel nuevamente—. Por mucho que luches, por mucho que lo niegues... ahora eres mío.

La declaración hizo que un destello de consciencia atravesara la mente nublada de Jimin. Las palabras de Taehyung regresaron a él como un eco: "Intentará a toda costa ser el de arriba primero para llevarte la contra y competir contigo, pero ¡no te dejes ganar, Mochi! ¡Fighting!"

Jimin recordó las palabras de Taehyung y fue entonces cuando sus instintos nuevamente se activaron, pero las sensaciones que Jungkook le estaba dando eran muy difíciles de hacer a un lado, necesitaba aún más del pelirrojo, movió sus caderas en búsqueda de más contacto con el pelirrojo y sintió como Jungkook reía en su cuello.

Habían sido noches interminables sin descanso, y su cuerpo finalmente cedió.

—Relájate, Jimin... —susurró Jungkook, atrapándolo antes de que cayera al suelo y acomodándolo cuidadosamente entre sus brazos—. Yo te cuidaré... siempre lo haré.

Y con esa promesa, el híbrido se quedó junto al lobo, observándolo mientras se sumía en un sueño profundo, completamente ajeno a todo, menos a la seguridad que ahora lo envolvía.


🌟







Wueno, esto quedó más largo de lo que pensaba en fin.

Por si no se entendió, lo explico nuevamente, aunque en los próximos capítulos esto se desarrollará más a fondo. Hasta ahora sabemos lo siguiente:

Lobo puro + Vampiro puro = No Marca. 

Híbrido (mezcla de vampiro y lobo) + Lobo puro o Vampiro puro = Marca. 

Lobo transformado + Vampiro puro = No marca. 

Vampiro transformado + Lobo puro = No marca.

Las marcas son un vínculo especial que solo puede formarse en ciertas combinaciones específicas:

Entre criaturas puras, independientemente de su raza (vampiro puro con vampiro puro, lobo puro con lobo puro, o híbridos puros). Entre híbridos y criaturas puras (por su conexión compartida con ambas razas, los híbridos son capaces de marcar y ser marcados por vampiros y lobos puros).

Sin embargo, los transformados no pueden marcar ni ser marcados por criaturas puras o híbridas puras, ya que la transformación no transmite la esencia completa de la raza original necesaria para formar este vínculo.

Este vínculo lleva consigo un nivel de intimidad y conexión emocional y física que puede ser tanto un regalo como una carga. También se considera un tabú en algunas culturas sobrenaturales, especialmente entre hibridos, no tanto spoiler we

Se me ocurrió cambiarlo ya que no se me hacía muy lógico que un vampiro y un lobo pudieran marcarse el uno al otro, se me hacía más "una cosa de lobos", por eso como explique, hice el cambio de Jungkook de vampiro puro a un hibrido puro.

Nos vemos enla próxima actualización 💗💗

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