
𝐈𝐈
𝙰𝚐𝚞𝚜𝚝 𝟷𝟾, 𝟸𝟶𝟸𝟸
𝙿𝚛𝚎𝚜𝚎𝚗𝚝
Alessia miraba el techo de la habitación, las primeras luces de la mañana colándose por las cortinas. A su lado, Hayden dormía profundamente, su respiración tranquila y relajada. Ella se giró lentamente hacia él, observando cada detalle de su rostro: su cabello dorado desordenado, las largas pestañas descansando sobre su piel. Sonrió, imaginando si tan solo le dijera su secreto a Hayden, pero al darse cuenta de lo absurdo que sonó en su cabeza, negó rápidamente con la cabeza.
Decidió levantarse antes de que los pensamientos la abrumaran, aunque un ligero mareo la sorprendió al ponerse de pie tan rápido. Se puso las pantuflas y salió de la habitación en silencio, dejando a Hayden descansar.
Cuando llegó a la cocina, encontró a Izzy sentada en la barra, tomando un café cargado.
— ¿Durmió bien Señora Lawson? —dijo Izzy con una sonrisa mientras levantaba la mirada.
— ¡Ay cállate Izzy!, amanecí con muchísima hambre, estoy que me como el mundo entero ahora. —respondió Alessia, sonriendo.
Izzy soltó una carcajada.
— Seguro que sí. No te preocupes, yo te preparo algo.
— ¡Gracias! —dijo Alessia, agradecida, mientras caminaba hacia el botiquín para tomar sus vitaminas.
Mientras se preparaba, Izzy se levantó de la silla.
— Voy a buscar mi teléfono, lo dejé en la habitación. No tardo.
— Está bien —respondió Alessia, mientras comenzaba a preparar café para Hayden. Decidió servirse un vaso de jugo de naranja, pensando en que debe de procurar cuidarse mejor este tiempo.
De pronto, sintió unos brazos rodeándola suavemente por detrás, acompañados de una caricia en su vientre. Sonrió sin dudarlo, era Hayden.
— Buenos días —susurró él, con voz somnolienta.
Alessia se giró para mirarlo, sonriendo.
— Buenos días —respondió, mirándolo con ternura.
Ambos se quedaron observándose en silencio por un momento, hasta que comenzaron a besarse suavemente. El mundo alrededor desapareció hasta que una voz interrumpió el momento.
— ¡Oh, por favor! Podrían esperar a que, al menos, me vaya para empezar con eso —bromeó Izzy, entrando en la cocina con su teléfono en mano.
Alessia y Hayden rieron mientras se separaban, todavía con una sonrisa cómplice.
— Tienes un don para aparecer justo en el momento —dijo Hayden, sin soltar a Alessia.
— Es mi especialidad —respondió Izzy, guiñándole un ojo.
Hayden tomó la taza de café que Alessia le había preparado y, con su otro brazo, mantuvo a Alessia cerca, sosteniéndola por la cintura. Momento después los tres se sentaron en la mesa para desayunar.
— Vi algo interesante en Instagram hace unos minutos —dijo Hayden, mirando a Izzy—. Felicidades, vi que Logan se convertirá en mecánico de Fórmula 1 para McLaren.
Izzy sonrió de oreja a oreja.
— ¡Sí! No te imaginas lo emocionado que está. Gracias —respondió, claramente orgullosa.
— Deberíamos hacer una cena para celebrarlo. ¿Qué te parece? —sugirió Hayden.
— Me parece la idea. Le diré a Logan para que podamos fijar una fecha —dijo Izzy, entusiasmada.
— Suena genial. Logan debe estar en las nubes —comentó Alessia.
— Dile que no se olvide de nosotros y que nos invite a un Gran Premio—bromeó Hayden, antes de ponerse más serio—. Por cierto, quería hablarles de las prácticas que se avecinan. Sé que están emocionadas por el periodismo deportivo.
Alessia e Izzy asintieron con entusiasmo, pero la expresión de Hayden se tornó un poco más tensa.
— Aunque, Ale, he estado pensando... podrías apuntar a algo más. Crónicas, análisis profundo... Tienes mucho potencial. El periodismo deportivo está bien, pero siento que podrías aspirar a más —dijo Hayden, mirando a Alessia.
Alessia frunció el ceño, sintiendo cómo la tensión comenzaba a crecer entre ellos.
— Pero me encanta el periodismo deportivo, Hayden. No es algo que quiera cambiar solo porque sí —respondió ella, con un toque de frustración en su voz.
— Lo sé, pero veo en ti a alguien que podría contar historias con más peso, con más impacto. Algo que deje huella —insistió él.
— ¿Y quién dice que el periodismo deportivo no puede hacer eso? Hay historias importantes allí también —replicó Alessia, visiblemente molesta.
— Vamos, chicos —intervino Izzy—. Ambos tienen puntos válidos, no tiene por qué ser una discusión.
Hayden suspiró, intentando calmarse.
— No es que no valore lo que haces, Ale. Solo quiero lo mejor para ti —dijo él en un tono más suave.
— Y yo también quiero lo mejor para mí, pero 'lo mejor' no tiene que ser lo que tú piensas —respondió ella, mirándolo con firmeza.
Hubo un silencio incómodo en la mesa. Hayden bajó la mirada, dando otro sorbo a su café.
— Solo quiero que seas feliz, Ale. No estoy tratando de imponerte nada —dijo finalmente, con voz tranquila.
— Lo sé —dijo Alessia, respirando hondo—. Pero necesito que confíes en que las decisiones que tomo también me harán feliz.
Hayden asintió lentamente, aceptando sus palabras. Izzy, aliviada por el cambio de tono, levantó su taza de café con una sonrisa.
— Bueno, antes de que esto se vuelva más profundo de lo necesario... ¿cuándo empezamos a planear esa cena para Logan? —dijo con una sonrisa traviesa, aunque en realidad era una manera de cambiar de tema, Izzy jamás lo diría en voz alta, pero cuando Al y Hayden discutían, Troya se quedaba atrás.
Alessia y Hayden intercambiaron una mirada y sonrieron, aliviando la tensión. Ambos se rieron y el ambiente en la cocina se volvió ligero de nuevo.
— Tienes razón, Izzy —dijo Hayden—. ¿Qué te parece el sábado?, seguro que el clima está a nuestro favor, no como la vez pasada, donde ustedes se resfriaron por mojarse por la tormenta que cayó esa noche.
Con una sonrisa, los tres siguieron desayunando, disfrutando del momento juntos, aliviados de que la tensión de antes se hubiera desvanecido.
.............
Alessia e Isabella caminaban por los pasillos de la universidad, con las mochilas colgando de sus hombros y las manos en los bolsillos, charlando sobre el día que tenían por delante. Se dirigían a su clase de Teorías del Periodismo Contemporáneo, una de las materias más pesadas del cuarto año, aunque ambas solían disfrutarla. Sin embargo, el tema de conversación no era precisamente académico.
— Aún no puedo creer lo de hace un rato en el apartamento —comentó Alessia, con una mezcla de frustración y confusión—. ¿Viste cómo Hayden se puso con lo de las prácticas?
Izzy asintió, rodando los ojos.
— Está arruinando nuestros planes, Ale —dijo con tono envenenado—. ¡Nosotras acordamos desde el primer año que íbamos a hacer nuestras prácticas juntas en periodismo deportivo! ¿Y ahora él te quiere cambiar de rumbo? Venga ya...
— Lo sé —respondió Alessia, suspirando—. Es solo que... Hayden siempre ha sido muy apasionado con todo lo que tiene que ver con la literatura. Y como yo también he mostrado interés en eso, siente que debería seguir ese camino. Pero no lo sé...
— ¡Exactamente eso es lo que me molesta! —exclamó Izzy, gesticulando con las manos—. Él cree que porque te gusta un poco la literatura ya tienes que dedicarte a eso, pero nunca escucha lo que tú realmente quieres.
Alessia asintió, claramente frustrada.
— A veces siento que estoy atrapada entre lo que quiero y lo que él espera de mí. Sé que quiere lo mejor, pero también debería confiar en que yo sé lo que es mejor para mí, ¿no?
— ¡Amén! —respondió Izzy con un gesto de aprobación—. Mira, tú y yo vamos a ser las mejores periodistas deportivas de este país. No necesitamos que nadie nos cambie el rumbo. Que se relaje un poco.
Ambas rieron, aliviando un poco la tensión mientras se acercaban al aula. Al entrar, tomaron sus asientos habituales, justo detrás de Janice y Hanna, dos de sus compañeras de clase. Alessia dejó su mochila en el suelo y se estiró en la silla, pero algo llamó su atención.
Janice tenía un pequeño pastel sobre su mesa. Un pastelito delicado, claramente hecho a mano, adornado con una decoración meticulosa. Izzy notó la expresión en el rostro de Alessia y arqueó una ceja.
— ¿Qué demonios hace Janice con un pastel en clase? —murmuró Izzy, inclinándose hacia Alessia.
Antes de que pudieran especular más, Janice lanzó un comentario que las dejó aún más intrigadas.
— Espero que a él le guste —dijo, casi en un susurro, pero con una sonrisa satisfecha.
Alessia e Izzy intercambiaron una mirada confundida, pero antes de que pudieran preguntarse más, Hanna, sentada al lado de Janice, dijo en un tono igualmente bajo pero claramente audible:
— Seguro que al Profesor Lawson le encantará. Siempre parece disfrutar esos detallitos.
Alessia sintió cómo su sangre comenzaba a hervir. El Profesor Lawson era, por supuesto, Hayden. Y aunque Alessia no lo admitía fácilmente, el simple hecho de que alguna otra chica le prestara atención a su novio le resultaba irritante. Era una celosa, y aunque no le gustaba aceptarlo, sus emociones la traicionaban.
— ¡Vaya, vaya! —dijo Izzy en un susurro, notando el cambio de expresión en el rostro de su amiga—. Parece que alguien tiene un pequeño plan para nuestro querido profesor.
— Qué ridícula —respondió Alessia, tratando de mantener la calma—. No tiene sentido hacerle un pastel. No estamos en el colegio, por Dios.
— Ya lo sé —dijo Izzy, divertida—. Pero claro, él es 'tan guapo' que seguro vale la pena el esfuerzo, ¿no?
Alessia bufó, cruzándose de brazos.
— No tiene sentido.
Izzy la miró de reojo, sonriendo.
— Oh, sí. Nada de sentido. Ninguno.
Alessia trataba de concentrarse, pero sus pensamientos volvían una y otra vez al dichoso pastel y al hecho de que Janice iba a intentar impresionarlo. A pesar de que trataba de ocultarlo, el disgusto era evidente.
Justo cuando iba a comentar algo más, el Profesor Gregory entró en el aula. Su presencia capturó la atención, Mientras que Alessia seguía pensando en lo que Janice había dicho y en el pastel que reposaba al lado de ella.
— Buenos días, clase —saludó el profesor, acomodando sus cosas en el escritorio.
Izzy, como siempre, prestaba atención con dedicación, tomando apuntes en su cuaderno, era interesante como Isabella era más dedicada en otras materias menos en Literatura, aunque ella admitía que esa materia no era su fuerte, apenas y lo pasaba con una nota media. Pero Alessia no podía concentrarse a pesar de ser dedicada en todos los cursos. Solo podía pensar en Janice, en su pastel, y en cómo intentaría dárselo a Hayden en algún momento. Miró de reojo a Janice, quien parecía pensativa, tocando el borde de su pastelito.
El resto de la clase avanzaba, pero Alessia apenas escuchaba. Mientras todos se concentraban en la lección, su mente seguía dando vueltas. ¿De verdad Janice pensaba que un pastel la acercaría a Hayden? ¿Cómo se suponía que iba a reaccionar cuando eso ocurriera?
— Ale, ¿estás bien? —susurró Izzy, notando su distracción.
— No lo sé... —respondió Alessia, aún perdida en sus pensamientos, con los ojos fijos en Janice.
— Tranquila, seguro Hayden va a aceptar el pastel y seguir con su vida. No te pongas así —murmuró Izzy, dándole un leve codazo.
Alessia intentó relajarse, pero era difícil. Solo podía esperar que la clase terminara antes de que algo la hiciera explotar.
...........
El Profesor Hayden caminaba por los pasillos de la universidad, como era costumbre, saludando a algunos estudiantes de otras carreras que pasaban a su lado. A pesar de la tensión que había en su vida personal últimamente, su actitud en el campus seguía siendo despreocupada y amigable. Justo al girar la esquina hacia su oficina, vio al Fiscal Lance Marlowe, padre de Alessia y su suegro, esperando cerca de su puerta. Hayden se detuvo un momento, sorprendido, pero rápidamente se recompuso y sonrió al ver al hombre que había llegado a respetar y, en muchos sentidos, a considerar un amigo.
—¡Hijo, encantado de verte! —exclamó Marlowe con una amplia sonrisa, extendiendo su mano para un apretón firme.
—¡Señor Marlowe! El gusto es mío. ¿Cómo va todo? —respondió Hayden, devolviendo el saludo con calidez.
Hayden recordó la primera vez que conoció a Lance. Fue en una cena formal en casa de los Marlowe, un encuentro que Alessia había organizado con la intención de presentar oficialmente a su novio. Al principio, la atmósfera estaba llena de una tensión palpable.
— Entonces, Hayden, ¿a qué te dedicas? —preguntó Lance, con voz firme, pero no amenazante.
— Soy profesor de literatura aquí en la universidad —respondió Hayden, enderezándose en su asiento—. Enseño a los alumnos de licenciatura y también dirijo algunos proyectos de investigación.
— Interesante —dijo el padre, evaluando sus palabras—. Y, si no es indiscreción, ¿Qué edad tienes?
Hayden sintió que el ambiente se volvía un poco más tenso, pero mantuvo la calma.
— Treinta y uno —respondió, sin vacilar.
La madre de Alessia dejó escapar un suspiro, y Lance, con una expresión pensativa, asintió nuevamente, aunque claramente procesando la diferencia de edad.
— Treinta y uno... Y Alessia tiene veintiuno. — Hizo una pausa—. ¿Te das cuenta de la responsabilidad que implica estar con alguien más joven?
Hayden respiró hondo.
— Lo sé, señor. Pero Alessia es más madura de lo que su edad indica. Nos entendemos y compartimos una conexión genuina.
Lance no dijo nada por un momento, luego sonrió.
— Solo quiero lo mejor para mi hija. Espero que lo sepas.
Al principio, Marlowe lo observó con desconfianza, midiendo cada respuesta. Pero con el tiempo, las reservas del fiscal se disiparon, dando paso a una relación cordial e incluso amistosa, algo que Hayden no tomó a la ligera. La madre de Alessia, en cambio, aún mostraba cierta resistencia a aceptar a un hombre mayor como pareja de su hija.
De vuelta en los pasillos de la universidad, Hayden y Lance conversaban animadamente sobre temas ligeros, sin dejar de mostrar una natural camaradería.
—¿Cómo van las cosas en la universidad? —preguntó Marlowe, cruzando los brazos mientras miraba alrededor con curiosidad—. He escuchado que tus clases son bastante populares.
—Todo va bien, gracias. Este semestre los estudiantes están realmente enganchados con los clásicos —respondió Hayden con una sonrisa—. ¿Y usted? ¿Mucho trabajo en la fiscalía?
—Siempre hay algo —admitió Lance con un suspiro, pero su expresión no perdió la chispa de entusiasmo—. Pero es parte del juego, y no me quejo. Oye, ¿cómo está Alessia? Parece que últimamente ha estado bastante ocupada.
—Sí, sigue concentrada en su tesis, pero está emocionada por todo lo que viene —contestó Hayden, notando la chispa de orgullo en los ojos de Lance al mencionar a su hija.
—Por cierto, quiero felicitarte, Alessia nos dio la noticia.......
En ese momento, antes de que el señor Marlowe prosiguiera, Alessia apareció al final del pasillo, avanzando con rapidez y una sonrisa que iluminaba su rostro al ver a su padre, mientras que Hayden miró con dudas a su suegro, sin entender sobre de que se trataba esa "noticia".
—¡Hola, papi! —dijo Alessia, acercándose para abrazarlo con cariño.
—¡Hola, mi pequeña bodoque! —respondió Marlowe, envolviéndola en un abrazo afectuoso—. Qué bueno verte, hija.
Hayden observó la escena con una sonrisa tranquila. Siempre había admirado la relación cercana entre Alessia y su padre. Le parecía curioso que ella, a pesar de tener un vínculo tan fuerte con su figura paterna, hubiera terminado interesándose en alguien mayor como él. Un pequeño misterio que siempre le hacía reflexionar sobre la naturaleza de sus sentimientos.
Lance, con un brillo cómplice en sus ojos, parecía a punto de decir algo, un detalle que casi dejaba escapar. Alessia lo miró de reojo y, rápida como siempre, lo interrumpió con un ligero toque en el brazo.
—Papá, ¿qué haces aquí? —preguntó Alessia, desviando la conversación con habilidad.
—Tengo que dar una charla a los estudiantes de Derecho sobre el sistema de justicia penal. Quieren una perspectiva directa, así que aquí estoy, dispuesto a contarles lo bueno, lo malo y lo complicado —respondió Lance, sonriendo con una mezcla de orgullo y entusiasmo.
—Seguro que lo harás excelente, papá. —Alessia le dedicó una mirada alentadora—. ¡Eres el mejor en esto!
—Sí, señor Marlowe. Los estudiantes van a disfrutar mucho de su charla, seguro aprenderán bastante —añadió Hayden, apoyando a su suegro con sinceridad.
Lance asintió, claramente complacido por el apoyo de ambos.
—Gracias, chicos. Significa mucho para mí. Bueno, me voy. ¡Deséenme suerte!
Con despedidas animadas, Alessia y Hayden vieron cómo el fiscal se alejaba hacia el auditorio.
Cuando Lance se fue, Alessia se volvió hacia Hayden y sonrió.
— ¿Pequeña bodoque? —bromeó él, levantando una ceja.
Alessia rió, divertida por el apodo.
— Es un secreto entre mi padre y yo. No te burles.
Hayden sonrió, sintiendo una calidez en su pecho. Le encantaba esa relación tan cercana entre padre e hija, pero no podía dejar de pensar en la noticia que Lance casi había soltado. Alessia le estaba ocultando algo... y él comenzó a hacerse ideas de lo que posiblemente pasaba.....
.................
El Profesor Hayden Lawson se despidió discretamente de Alessia y se dirigió a su oficina, cerrando la puerta tras de sí. Se sentó en su escritorio y comenzó a trabajar en la planificación de sus clases, ajustando fechas y repasando contenido. Sobre el escritorio, en una esquina discreta y orientado de manera que solo él pudiera verlo, había un pequeño cuadro con una fotografía muy especial: en la imagen, Hayden y Alessia estaban abrazados, sonrientes, con el sol del atardecer iluminando sus rostros en la playa. Alessia llevaba su cabello al viento, riendo con los ojos cerrados, mientras Hayden la miraba con una expresión de ternura que solo alguien profundamente enamorado podría tener. Era un recuerdo de un día perfecto, un momento íntimo y feliz que le recordaba por qué cada sacrificio valía la pena.
Mientras revisaba sus notas, alguien llamó a la puerta. Hayden levantó la vista, esperando al decano.
—Adelante.
La puerta se abrió y, para su sorpresa, entró Janice Mackenzie, una de las compañeras de Alessia. Llevaba un pequeño pastel de fresas con una cobertura de chocolate que brillaba bajo la luz de la oficina. Hayden levantó una ceja, intentando ocultar su sorpresa.
—Profesor Lawson —saludó Janice, avanzando con una sonrisa que intentaba ser casual pero tenía un toque coqueto—. Espero no interrumpir.
—Janice, claro —respondió Hayden, inclinándose ligeramente hacia atrás en su silla—. No esperaba visitas. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?
Janice se acercó al escritorio y colocó el pastel frente a él.
—Vi este pastel y pensé que sería un bonito detalle. Quería regalárselo, profesor.
Hayden parpadeó, sorprendido por el gesto. Bajó la mirada al pastel, notando las letras en chocolate que no alcanzó a distinguir del todo. Era una situación inesperada y se sintió incómodo por un momento. Sus ojos, casi sin pensarlo, se desviaron hacia el cuadro con la foto de él y Alessia. Encontró ahí la serenidad y la certeza que necesitaba.
—Es muy amable de tu parte, Janice —dijo, intentando mantener un tono neutral y profesional—. Pero, curiosamente, este pastel es el favorito de mi novia.
La sonrisa de Janice se desvaneció levemente, aunque intentó disimularlo. Sus ojos parpadearon con una mezcla de sorpresa y algo de frustración.
—¿Novia? —preguntó, tratando de sonar despreocupada—. No sabía que tenía novia, profesor.
—Sí, llevamos juntos casi dos años —respondió Hayden, su voz llenándose de una calidez que le era imposible ocultar al hablar de Alessia. El recuerdo de esa tarde en la playa, capturada en la foto, le vino a la mente, llenándolo de orgullo y afecto.
Janice se mordió el labio, intentando mantener una sonrisa aunque la incomodidad se hacía evidente en sus gestos.
—Bueno... ella es afortunada. —Su tono intentó ser amigable, pero la irritación se colaba entre sus palabras.
—Sí, lo es —confirmó Hayden con una sonrisa sincera, sus ojos aún con el reflejo del amor por Alessia.
Janice se giró hacia la puerta, su sonrisa habiéndose transformado en una línea delgada de frustración apenas contenida. Cerró la puerta tras de sí con algo más de fuerza de la necesaria, dejando a Hayden en la tranquilidad de su oficina.
Hayden soltó un leve suspiro, y su mirada volvió al pequeño pastel sobre su escritorio. Se inclinó para leer las letras que estaban escritas con cuidado: "Para alguien especial". Una risilla suave escapó de sus labios, no porque el mensaje fuera inadecuado, sino porque sabía exactamente quién era esa "persona especial" para él. Sus ojos se desviaron una vez más hacia el cuadro con la fotografía de Alessia, y por un momento, se perdió en la imagen. Se quedó mirando esa sonrisa de ella, recordando el sonido de su risa y el calor de su abrazo en esa tarde soleada. En ese momento, se sintió afortunado más allá de lo que las palabras podían expresar.
Con una sonrisa que solo Alessia podría provocar, dejó el pastel a un lado y volvió a enfocarse en su trabajo. Mientras se sumergía en sus notas, una sola certeza brillaba en su mente: Alessia era, y siempre sería, su "alguien especial".
.................
Alessia e Isabella estaban sentadas en los escalones del campus junto a su grupo de amigos de la universidad, cada uno proveniente de distintas carreras, lo que siempre generaba conversaciones interesantes y divertidas. Logan, el novio de Isabella, la abrazaba por los hombros mientras se reían de algo que Riley, el chico de Medios Audiovisuales, acababa de decir sobre una película que había visto. A su lado, Pablo, uno de los chicos más populares de Administración de Empresas, tenía el brazo rodeando los hombros de Alessia, como solía hacer desde que eran pequeños.
— ¿Alguien más tiene hambre o soy yo? —preguntó Amanda, la futura doctora del grupo, mientras abría su mochila buscando algún snack.
Antes de que alguien pudiera responder, vieron a Janice salir del edificio de Literatura, con lágrimas en los ojos y una expresión furiosa. Hanna, su amiga inseparable, trataba de consolarla, abrazándola por los hombros mientras ambas caminaban hacia el estacionamiento.
Melissa, la más directa del grupo, se inclinó hacia adelante y sin filtro lanzó la pregunta.
— ¿Qué te pasa, Janice? ¿Por qué lloras?
Janice se detuvo y miró a Melissa con una mezcla de tristeza y frustración.
— El profesor de Literatura me rechazó —dijo, sorbiendo por la nariz, claramente afectada.
Andrew, el futuro abogado y siempre algo diplomático, arqueó una ceja sorprendido.
— ¿Qué? Eso no tiene sentido, Janice. Eres una de las chicas más guapas de la universidad.
Janice asintió, secándose las lágrimas rápidamente, aunque la frustración aún estaba presente en su rostro.
— Lo sé, Andrew, pero él dijo que ya tiene novia...
El grupo estalló en una serie de comentarios entre bromas y risas.
— Provecho para la novia —dijo Amanda, con una sonrisa traviesa.
— Que lo lleve a la luna por mí —añadió Riley, imitando una voz romántica mientras movía las manos en el aire dramáticamente.
— ¡Que le ponga una estrella en el dedo! —bromeó Melissa, provocando que todos estallaran en carcajadas.
— Si es tan fiel, debería ser canonizado —añadió Logan, sonriendo mientras abrazaba más fuerte a Isabella.
Janice, sin poder soportarlo más, comenzó a llorar de nuevo y se alejó rápidamente, con Hanna siguiéndola de cerca.
— Ustedes saben lo sensible que es, ¿y le dicen eso? —dijo Hanna, mirando al grupo antes de ir tras su amiga.
Melissa, sin perder su característico tono sarcástico, dejó escapar una verdad incómoda.
— Ya, ya... pero es que, si tanto le importa, ¿por qué sigue insistiendo? Todos sabemos que el profesor no va por ahí con las alumnas.
Hanna lanzó una mirada de advertencia, pero siguió su camino tras Janice. El grupo continuó riendo, sin dejar de bromear sobre la situación.
Pasado un rato, Riley, siempre el observador del grupo, alzó una ceja y señaló a lo lejos.
— Miren, apareció Mr. Handsome.
Todos giraron la cabeza sin ningún tipo de discreción, siguiendo la dirección de la mirada de Riley. Allí estaba el Profesor Hayden, saliendo del edificio con una sonrisa ligera en el rostro mientras sostenía un pastel en las manos. Al principio, su expresión era relajada, pero esa sonrisa se desvaneció poco a poco cuando sus ojos se posaron en Alessia, quien seguía abrazada por los hombros por Pablo.
Aunque sabía que Alessia y Pablo eran amigos desde la infancia, algo en su interior se removió. Celos. Los sentía de manera irracional, pero no podía evitarlo. ¿Por qué tenía que tocarla así, en frente de él? Hayden se recordó que debía mantener la profesionalidad, pero era más difícil de lo que pensaba cuando su mirada se encontraba con la de Alessia. Ella también lo miraba, y en sus ojos vio algo de celos. Había notado el pastel en las manos de Hayden.
Alessia apretó los labios con disimulo. Sabía que Hayden solo había sido educado al aceptar el pastel de Janice, pero aún así, no le gustaba la idea. Se tensó ligeramente bajo el brazo de Pablo, sin poder evitar imaginar cómo su novio había terminado con un regalo de una alumna que claramente lo idolatraba. Pero no diría nada, no en ese momento.
— Buenas tardes —dijo Hayden, con voz calmada, mientras pasaba junto al grupo y los saludaba con un gesto cortés.
— Buenas tardes, profesor —respondió el grupo al unísono, con sonrisas disimuladas.
Hayden asintió y siguió caminando hacia el estacionamiento. Alessia lo siguió con la mirada hasta que llegó a su Mercedes Benz negro y guardó el pastel en el asiento del copiloto. Con una última mirada en dirección a ella, Hayden subió al auto y se marchó.
Cuando el auto desapareció de su vista, Melissa fue la primera en romper el silencio.
— Su novia tiene que ser la mujer más afortunada del mundo.
— Seguro le lleva el café a la cama cada mañana —añadió Amanda, mientras hacia una cara de queja, como si ella deseará salir con él.
— O la lleva a pasear en ese Mercedes. ¡No es cualquier coche! —comentó Riley, fingiendo envidia.
— ¿Y quién será la dichosa? —preguntó Pablo, mirando a Alessia, sin sospechar lo más mínimo.
Alessia forzó una sonrisa, tratando de mantener la compostura mientras sus amigos seguían lanzando bromas, pero su mente estaba a kilómetros de distancia, atrapada en los celos que no podía controlar.
Continuará............................
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Debo de admitir que los capítulos aquí si son largos jaja, estoy con muchas ideas en esta historia y apenas miro cuantas palabras escribo jaja.
Espero que les haya gustado.
¿Comentarios sobre el cap?.
Sin más.................
¡Nos leemos prontoooo!.
L@s amoooo.
xx Ali <3
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