
ˣˣˣᵛ
Pov Dani
Mi pie subía y bajaba con intranquilidad, Rivers manejaba su auto, directo al hospital, apenas habíamos llegado a Monterrey y lo primero que hicimos después de dejar las maletas en su casa fue ir a ver a mi madre.
Mordía mi uña de mi dedo pulgar por la ansiedad.
En este momento no podía ni concentrarme en que si seguía así llegaría a lastimar mi dedo.
– Ya verás que está bien Dani, tranquila.– Producción habló desde los asientos de atrás, no había acompañado.
Apenas iba a contestarle diciendo que yo esperaba que si, pero el carro deteniéndose me frenó. Abrí la puerta con rapidez para bajar del auto, no los esperé.
Caminé con rapidez a las puertas y entré, la sala de espera era lo que me recibía en aquel hospital, había gente, pero aún así había muchos asientos disponibles.
Miré a todas las direcciones posibles, tratando de encontrar algún indicio de él novio de mi madre, me parecía absurdo ya que no sabía nada de él, pero aún así estaba dispuesta preguntar si hacía faltaba.
– ¿Daniela?.– Una voz masculina me llamó a mis espaldas con algo de duda.
Giré rápidamente sobre mis talones, me encontré con la sorpresa de que era un hombre, alto, de cabellos ya canosos, barba cuidada, portaba un pantalón de mezclilla y una camisa azul claro de botones. Las mangas las tenía arremangadas casi hasta el codo. Todo aquello lo acompañaba unos zapatos de vestir color cafés.
– Soy Marco.– Extendió su mano hacia mí en forma de saludo.
– Daniela.– Correspondí el saludo, estrechando su mano aún algo insegura.
[...]
– Creí que ella te lo había contado.– dijo algo cabizbajo.
Limpié con mis manos las lágrimas que habían caído por mis mejillas, negando con la cabeza ante aquella suposición me acomodé en el asiento.
– Ella y yo últimamente hemos estado un poco distanciadas, desde que ella se jubiló y yo retomé de nuevo el streaming no hemos podido pasar tanto tiempo juntas.–
Un silencio se formó en aquel ambiente, me sentía confundía, me sentía decepcionada. Ella nunca me contó nada, tanto como su noviazgo con aquel hombre, cómo aquella enfermedad.
Él sabía de su enfermedad, y yo no, yo que era su hija, su confidente.
Una mano en mi hombro me hizo volver a la realidad, miré hacia arriba, me topé con Rivers.
– Te trajimos algo de tomar, café frío con dos de azúcar y leche.– Me ofreció el vaso.
– Gracias.– Con una mano tomé aquel vaso y con la otra limpie el resto de lágrimas.
– Marco, un gusto.– Él novio de mi madre se levantó de su asiento, y amablemente ofreció su mano en forma de saludo a Rivers.
– Samantha Rivera.– Rivers aceptó aquel saludo para luego el hombre di una nueva vez extendiera su mano a producción.
Al cabo de que se saludaran tomaron asiento a mi lado.
– ¿Hace cuanto lleva esperando?.–
– Un par de horas antes de que llegaras.– Me respondió él hombre.
– Familiares de Amanda García.– Una doctora salió a la sala de espera, rápidamente al escuchar el nombre de mi madre nos levantamos.
Me acerqué a ella a toda velocidad, siendo seguida por Marco y mis amigos.
– Si, soy su hija.–
– Señorita García, lamentó mucho darle esta noticia, pero el cancer de su madre está demasiado avanzado como para darle quimioterapias.–
Un nudo se creó en mi garganta, congelándome de pies a cabeza, rompiendo todo mi mundo a su paso.
– En un momento les podemos indicar la habitación de la señora García para que pasen.– Y sin más se dio la vuelta, entrando por aquellas puertas blancas que dividían la sala de espera con todas las habitaciones y emergencias.
Todos los sentimientos que antes llegué a sentir volvieron, aquella tristeza me jalaba a sumergirme en mis pensamientos; un amargo sabor de boca apareció.
Solo quería que todo esto fuera una broma de mal gusto, que todas las cámaras salieran al igual que mi madre, diciendo que todo estaba bien.
– Dani...– sus brazos me rodearon, trayéndome a la realidad, sintiéndome tan rota que me era difícil respirar.
Cerré mis ojos fuertemente mientras las lágrimas caían por mis mejillas sin descanso. Como una cascada.
Me aferré a su cuerpo, como si cuando la soltara yo desaparecería de este mundo.
– Tranquila...– Su voz sonaba rota, pero no dejaba que se rompiera.– Todo va a estar bien, ella va mejorar, todo esto va a pasar.–
Podía sentir como todo mi cuerpo se estaba derrumbando, como mis piernas estaban dejando de funcionar, podría apostar que Rivers en estos momentos cargaba de mí un 80%.
[...]
Desde pequeña se me generó un odio inmenso a los hospitales, a todo aquello que tuviera que ver con este edificio donde decían que se salvaban millones de vidas, pero yo ya había perdido en estos a varias personas.
Ver las paredes blancas en su totalidad con letreros que te señalaban los baños o quirófanos me traía recuerdos, recuerdos que me dolían.
Mi abuela murió por cancer, cancer de mama. Nos dimos cuenta muy tarde de aquella enfermedad, ese tumor avanzó demasiado rápido, y a decir verdad en ese tiempo la medicina no estaba tan avanzada como lo era en estos tiempos.
Viví todo el proceso que fue el cancer con mi abuela, ella vivía en nuestra casa, se la pasaba cuidándome y pasando tiempo de calidad tanto conmigo como con mi madre.
Todo lo que se de cocina, de costura y hasta de algunas lenguas romance fue por ella, ella me hizo enamorarme de la cocina, del arte, de viajar por el mundo.
Ella se había convertido en mi todo, junto con mi madre obviamente, ella fue una gran pieza que ayudó a que fuera lo que soy ahora.
Y volver a sentir esta impotencia de que no puedes hacer nada para detener aquella enfermedad, que solo puedes estar aún lado de aquella persona y viendo como pierde su brillo, como se marchita poco a poco pero siempre te va a mirar con una sonrisa para no preocupar.
Caminaba hacia la habitación, a unos pasos atrás mío venían Rivers, Producción y Marco.
Di una última vuelta a la derecha, solo bastaron un par de metros para toparme con la habitación, 12-43. Con algo de torpeza tomé la perilla, girándola y empujando la puerta.
Pasé a dicha habitación, aquel distintivo aroma a hospital inundó con fuerza mis fosas nasales.
Miré hacia la camilla, mi madre estaba sentada en esta, la sabana la tapaba de la cadera hasta sus pies, usaba una bata rosa de hospital. El monitor era conectado a su dedo derecho, mientras que por la vena de su mano izquierda había un suero que le era suministrado por una intravenosa.
Cuando sus ojos chocaron con los míos me sonrió, se le veía cansada, tenía unas notorias bolsas bajo sus ojos, su piel se le veía algo pálida a como recordaba.
– Mamá...– fue lo único que pude decir antes de correr hacia ella.
La abracé, y ella me envolvió en sus brazos, brindándome aquel calor maternal que tanto me encantaba.
– Lo siento mucho mi niña, debo decirte.– susurró contra mi cabeza mientras dejaba vastos besos contra mi cabello.
|| Memes ||
CONTINUARÁ...
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