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𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 03. "𝐹𝑖𝑛𝑔𝑒, 𝑝𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝑂𝑚𝑒𝑔𝑎,...

...𝑒𝑠𝑐𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑡𝑢 𝑡𝑒𝑟𝑟𝑜𝑟"

𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓭𝓮𝓭𝓲𝓬𝓪𝓭𝓸 𝓪:
HanaeNatsuki02 y Str4wsqrl

Por darle una oportunidad al mundo de Exvair y ser unx lectorx entrañable.

¡Muchas gracias!💐💗

La armadura comienza a molestar. Cada músculo de sus brazos duele y parece quemar a causa del peso que lleva cargando desde hace días, tal vez semanas, nunca cuenta.

Las montañas de Redís son gélidas, presas de un frío que traspasa ropa metálica y entumece los huesos, un lugar que no ha sido tocado por la luz cálida de Freyr. El viento mueve las copas de los árboles y la punta más alta de los pinos, aquel movimiento le hace pensar que estaría mejor en Naither, con las mantas calentando sus pies. Sin embargo, se encuentra ahí, sentado cerca del fogón con nada más que agua caliente en la mano. Suspira y toma otro sorbo que le quema la lengua. Insípido.

—Nyra.—Un caballero le habla mientras se inclina ante él.

—¿Noticias?—pregunta, directo.

—Rika ha llegado con bien, Nyra. Al parecer el mensaje fue recibido.

Está a punto de contestar cuando pasa alguien detrás de su fiel caballero. Una figura delgada y definida, inconfundible. Ya no presta atención, ni siquiera mira los destellos amarillos en los ojos del contrario que confirman lo antes dicho.

Solo asiente mientras se levanta, y sigue el camino de café que ha dejado el desconocido tras de sí.

Nervios. Los nervios carcomen su estómago y jura que el aperitivo de esta mañana no ha desaparecido y ahora subirá por su garganta hasta salir. Asco, quiere vomitar.

Hinata da vueltas por toda la habitación, descalzo, con el frío de la mañana entrando por sus pies. Solo viste su sencillo vestido café y una ligera bata.

La uña de su dedo índice desapareció hace dos días y solo queda la del dedo meñique.

Hace poco su padre lo visitó, en la madrugada. Se pregunta si el Emperador de verdad cedió o es otra de sus tretas, no lo sabe y quiere permitirse ser optimista. Quiere tener la esperanza de que puede hablar con uno de esos hombres de negro e imponer sus términos, convencerlos de que no expondrá su cuello a menos que su hermana sea tratada y paguen por los daños causados a su pueblo, a pesar de que se conoce y sabe que lo hará incluso si no aceptan.

Sigue recorriendo cada rincón de su habitación. Espera paciente a Naoko, quien traerá al sastre.

Sus pensamientos se ven interrumpidos por el ligero toque en la puerta. No es Naoko, ella nunca toca; tampoco su padre, él irrumpe con violencia; su hermana, no puede levantarse. Contesta con un "Adelante" lo suficientemente fuerte para que su voz traspase la madera y termine como un susurro.

Creyó que era alguien más.

Una figura desconocida entra, un hombre, un Syvker.

No se mueve y la expresión de sorpresa no abandona su rostro, hasta que el contrario habla.

—Su alteza—dice el hombre mientras se inclina ante él—. Disculpe mi osadía al venir aquí antes de la ceremonia y sin la compañía de un chaperon, pero es imperante y confidencial el asunto que vengo a tratar con usted.

Se queda en su lugar y aprieta la bata de seda entre las dos manos hechas puños. Trata de mantenerse en calma, enterrar su nerviosismo en lo más profundo de su cuerpo. Solo logra asentir, tiene curiosidad y no puede negarse, después de todo, él también tiene asuntos que tratar con aquellos hombres.

—Sé bien que la forma grotesca de mi hermano al pedir su mano no fue la mejor, de hecho, confieso avergonzado que él ya recibió una reprimenda por parte de nuestro hermano mayor—.Una sonrisa burlona amenaza con salir de los labios del Syvker, mas la esconde de inmediato. Shoyo lo ha notado—. Le pido mis más sinceras disculpas, de parte de todos.

El omega ve los rulos azabaches desordenarse ante otra inclinación, esta vez sin sonrisas de por medio. No puede evitar agitarse en busca de encontrar las palabras adecuadas para contestar.

—A-ah, n-no tiene por qué, eh...—murmura y mueve sus manos torpemente para restarle importancia.

—Por supuesto que sí, su alteza—. Hinata ve el ceño del hombre fruncirse en conflicto—. ¿Le gustaría tomar asiento?

Shoyo entra en pánico por un momento.

Debí decir eso en cuanto entró, maleducado. Ahora pensará que no tengo modales. Tonto, tonto, tonto...

—A-adelante—dice Hinata mientras retrocede un paso y señala una silla de fresno café, la más grande de la habitación.

El hombre camina lento y, en lugar de tomar asiento en ese espacio, pasa de largo y elije el pequeño sillón a los pies de la cama. El Syvker, en cuanto se acomoda, extiende la mano hacia la silla de fresno para invitar al omega a sentarse.

Hinata piensa que no es quien para negarse, así que reúne todas sus fuerzas para no caer fuera del asiento a causa de los temblores que recorren su cuerpo.

—Siento vergüenza, su alteza...—Shoyo apenas acomoda su vestido y el Syvriker continúa con la conversación—...por ponerlo en una situación tan difícil como esta. Nuestro Reino se ha jactado de respetar a los omegas cual precioso tesoro, a velar por sus necesidades y acatar sus más puros deseos, a que sean tratados como el ser tan hermoso e increíble que son; pero henos aquí, obligándolo a usted a casarse con alguien a quien no quiere.—Hinata ve al Syvriker palpar las mangas de su camisa de lino. Luego el hombre continúa—: Me apena decirle que, a pesar de que es deshonroso para nosotros, no podemos darnos el lujo de perderlo y dejarlo en manos de Naisev.

Hinata juguetea con sus dedos y los mantiene sobre su regazo. Ha empezado a mordisquearse el labio.

—...es por ello que vengo aquí a proponerle un trato.

El omega quita la vista de su regazo y escucha atentamente. Mira al Syvker con especial interés.

Pondrán las cartas sobre la mesa.

—Mi señora, quédese quieta, solo será un momento.

El omega se sobresalta ante la llamada de atención. Ahora no solo Naoko está en su habitación, sino también un sastre de renombre y varias jóvenes de la servidumbre, todos con la misión de vestirlo para el "gran" día.

Se siente incómodo, asfixiado. No está acostumbrado a recibir tanta atención y aunque es consciente de que ninguno ha venido por cuenta propia, aún así siente que debe hablar o si no se aburrirán estando con él, sin embargo, las palabras no salen y se mueve a causa de los nervios que eso le provoca.

El sastre le da los últimos arreglos a su vestido de seda y encaje blanco, y al mínimo movimiento que haga, siente el ligero piquete de la aguja.

Juega con las yemas de los dedos y roza la falda suave de la prenda. No ha querido ver su reflejo, no quiere desilusionarse, no quiere arruinar el vestido tan lindo que le han confeccionado.

—¡Listo! ¿Qué le parece mi señora? Se ve espectacular, ¿no es así?—El sastre voltea hacia las señoritas al hacer la última pregunta. Ellas solo asienten y sonríen ligeramente.

Shoyo inhala profundo y toma valor para verse al espejo. Por cortesía.

No se reconoce.

Empieza detallando con la mirada sus rizos naranjas. Ahora ya no son rebeldes, se encuentran presos en diversas trenzas adornadas con prequeñas flores de plata. Los lazos son recogidos en un moño bajo y las florecillas hacen un efecto de perlas en su cabello.

Baja por el cuello y éste se encuentra cubierto con seda blanca, alto y ajustado. Los bordes y la ligera abertura entre éste parecen hechos de oro, aunque en realidad es hilo de bronce. Los ornamentos crean oleajes, simulan las olas del mar y recorren un camino hacia el escote que solo deja ver sus pronunciadas clavículas. Continua con los hombros, el pulcro color blanco sigue su camino y la tela se extiende por sus brazos, libre; esa parte en especial le gusta, las mangas alocadas y pomposas le dan un toque de libertad. Al final de cada manga, los oleajes siguen presentes y apresan sus muñecas.

El corsé, ajustado. Se ahoga, pero olvida todo cuando ve los detalles apenas perceptibles, los relieves hechos con hilo blanco.

Culmina con la falda. Amplia, tan amplia que, si gira levemente, ésta se expandirá y bailará por el viento como árbol de cerezo en primavera. Está hecha de tul, encaje de diminutas flores y pequeñas piedras brillantes incrustadas.

Bonito, el vestido es tan bonito, piensa.

Se siente disfrazado.

—E-es...lindo—susurra tímido.

—Nosotros nos retiramos, mi señora. En un momento Naoko le traerá el velo. —El sastre mira a la doncella y continúa—: Tiene que colocarlo por arriba del moño, asegúrese de que esté ajustado.

Naoko asiente sin apartar la mirada del omega. Su rostro refleja alegría y admiración por la delicada belleza de su señor. Piensa que luce espectacular, aunque sabe que el omega no lo ve por sí mismo.

La servidumbre sale de la habitación después del sastre y Shoyo queda solo con Naoko. Él sigue palpando la falda del pomposo vestido y delinea los relieves de la cintura. Respira profundo y voltea hacia su dama.

—Naoko, ¿Cuánto falta?—pregunta nervioso.

—No falta mucho para que el sol llegue al punto más alto, mi señora. Voy a colocarle el velo y temo que después de eso tendremos que bajar—dice Naoko mientras se dirige a la puerta del ropero, donde se encuentra el gigantesco velo.

Shoyo suspira y alisa la falda, aunque se encuentre casi perfecta.

El omega se sumerge en una odisea silenciosa. Repasa con detalle cada punto del trato que hizo no hace mucho con el reino de su futuro esposo. Inhala profundo y la determinación trata de cubrir con hierro el miedo que sigue dentro de él.

—Mi señora, ¿Todo bien? —susurra Naoko con suavidad.

—Si, quiero bajar ya.

La dama asiente. Es hora.

La luz del sol lo cegó por un momento. Al salir del castillo de piedra blanca, un landau de caballos blancos lo espera, y a lado de éste esta aquel hombre.

Viste una túnica color marfil con bordados iguales a los suyos, tan dorados como la arena de oro, unos pantalones del mismo color y una capa larga, aunque no tan grande como su velo. Tiene el cabello exactamente como lo recuerda y el negro resalta entre los tonos blancos. Nota la mirada que el contrario le dedica no mucho después.

Naoko está atrás suyo, pues ella sostiene el largo del velo mientras baja las escaleras una a una, con cuidado de no dañar el vestido al alzarlo con las manos.

Cuando finalmente llega junto al alfa, evita mirarlo y se enfoca en el piso de piedra debajo de ellos, o en la presencia del Syvker que hace poco visitó su alcoba, mas nunca mira a su futuro esposo a los ojos.

No obstante, sus esfuerzos fueron en vano, pues el hombre le arrebata toda la atención en cuanto toma una de sus manos.

El tacto es delicado, su mano es tratada cual diente de león apunto de esfumarse en el aire. Palpa con suavidad cada uno de sus dedos y, como si Shoyo no estuviera muerto de los nervios con esa simple acción, el hombre lo sostiene a la altura de los labios y besa la mano desnuda.

El Syvker mantiene los ojos cerrados hasta que aparta su mano con lentitud y después lo mira. Esos ojos son los que finalmente le roban un bajo suspiro. Cree nunca poder olvidar el profundo tono azul.

—Mi señora, mi señor, es hora de irnos.—Naoko interrumpe el momento y se ve avergonzada por ello.

El alfa abre la puerta del landau y lo ayuda a subir aún sosteniendo su mano. Una vez se acomoda en el asiento, Naoko pasa el velo a sus manos y se retira para que el alfa tome lugar a lado suyo.

Recorren las calles pedradas de Sordthen y Shoyo puede ver tras el velo algunos escombros, casas en ruinas y pueblerinos ocupados, sobre todo angustiados.

La gente se acerca al verlos pasar, se aglomeran a los lados e inclinan ligeramente la cabeza en reverencia.

No están contentos. Shoyo jura poder escuchar sus pensamientos, descifrar palabras tras esas muecas de disgusto, el odio que alberga cada mirada asesina.

Egoísta. Cruel. Mimado. Caprichoso.

A Shoyo se le ocurren mil y un palabras despectivas para describirse a sí mismo, para describir lo que cree que piensan de él.

Pero, en realidad, no es a él a quien miran.

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🥀Lᴀᴄʀɪᴍᴏsᴀ.🥀
ˢᵒˡᵒ ᵉⁿ ᵉˢᵗᵃ ᵉˢᶜᵉⁿᵃ
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Al otro lado de la capital, se alza un templo tan blanco como el castillo principal. Elegante, con runas del antiguo Vanir y columnas en cuatro puntos. Se encuentra en la cima de una colina, lo suficientemente alto para ver las faldas de la costa en la lejanía y recibir la bendición de Freyr como las horas del día dictan.

El velo del novio adorna el inicio de la colina. Cubre con encaje blanco cada escalón mientras sube. Escucha a lo lejos cuatro campanadas.

A Shoyo le tiemblan las piernas. No es hasta que llega a la entrada del templo que por fin aterriza en la realidad, la caída le revuelve el estómago.

Su futuro esposo lo espera al otro lado, frente al gran ventanal de cristal brillante.

Se va a casar. Prometer algo que tiene que cumplir, aunque no sea su voluntad.

Desaparece a la fuerza cada pensamiento y se enfoca.

Los violines comienzan a cantar una tonada que es el vivo reflejo de sus emociones. El coro es el grito de su alma; se niega a escuchar. Quiere arrancarse los oídos.

Su padre es cruel.

Todo queda en silencio cuando el Syvker extiende la mano hacia él, en el altar. Se queda sin aliento por un instante y toma la mano contraria para estar a su altura.

En ese momento, la ceremonia comienza.

El sacerdote se acerca a ellos y alza las manos hacia el frente. Inmediatamente todas las personas de pie en el templo se sientan en bancos largos y grandes de madera tallada.

—Que Freyr ilumine Solen y con su manto dé calidez a su corazón. Evig lys, brødre.

"Evig lys" susurra Shoyo, al igual que todos. A excepción de los extranjeros.

El príncipe deja de poner atención en cuanto el señor continúa.

No quiere escuchar.

Su mente repite una y otra vez: "Mi hermana, mi hermana, mi hermana, mi pueblo..."

Mantiene la vista fija en el mar que se ve lejano a través del gran ventanal. No presta atención a las palabras. Sus oídos parecen pitar y el sonido no le parece molesto, prefiere eso a saber que su corazón no cumplirá aquella devoción y entrega que transmiten las palabras del sacerdote.

No es hasta que recitan la parte importante que vuelve al mundo real.

—Segundo príncipe de Solen, su alteza, ¿Acepta al Aesir de Genosith, Kageyama Tobio, como futuro alfa, esposo y enlace para la eternidad?

Le toma 10 segundos responder. 10 segundos que en su mente parecen eternos.

—Si, lo acepto—finalmente responde.

—Y usted, Aesir de Genosith, ¿Acepta a Hinata Shoyo, segundo príncipe de Solen, como futuro omega, esposa y enlace para la eternidad?

—Lo acepto.

Se ve tentado a ver al alfa de reojo, la emoción que puede reflejar su rostro. Al final, no encuentra el valor para hacerlo.

—Hoy Freyr es testigo de la unión entre éstas dos almas. Que la luz eterna y el aliento del medio día fortalezca éste lazo. Que el amor perdure hasta que Freyr abandone el mundo terrenal; que esa adoración encuentre paz y resiliencia en destellos de estrellas.

Las palabras son recitadas mientras monaguillos vestidos con túnicas florales le quitan el velo y traen tinta de oro en un cuenco.

El mayor remoja dos dedos, el índice y anular, en el oro. Pinta su frente y la del alfa; la tinta se siente fría en su piel. Aquella marca es la flor Imperial de Solen.

—Por el derecho que me concede la luz celestial de Freyr, los declaro Alfa y Omega; enlace eterno hasta el Valhalla—exclama el sacerdote y se inclina ante la pareja.

"Enlace eterno hasta el Valhalla", oye detrás suyo, fuerte.

La luz del medio día se intensifica. Traspasa el ventanal y los cubre con su calidez. El sol en su máximo esplendor, magnífico e imponente.

Tiene que cerrar los ojos por tal brillo y un calor agradable invade su cuerpo. Empieza desde la frente, en un punto exacto y llena lo demás lentamente.

Esta parte en especial le asombra.

Está hecho, piensa.

Me he casado con un Syvker. Un alfa. Un hombre.

Un bárbaro.

El pensamiento le carcome la cabeza. No sabe ni quiere imaginar todas las emociones que sabe están a punto de embargarlo.

No le da tiempo de sentir nada, cuando el sacerdote habla nuevamente.

—Mi señor, puede sellar la unión.

Shoyo voltea casi por reflejo, sin ser totalmente consciente de sus actos. Mira con impresión y un toque de pánico al hombre que ahora es su esposo.

El alfa se acerca y sostiene con suavidad su brazo.

Cierra los ojos en cuanto su esposo está lo suficientemente cerca como para sentir su aliento.

Los labios ajenos le parecen suaves, aunque apenas hayan rozado los suyos. Es un beso fugaz y sutil; el acto le apatece dulce. Ni en sus delirios imaginó que algo tan íntimo como un beso se sentiría así de apacible y a la vez abrumador.

Su primer beso.

El Syvker se aleja y posa el brazo de Shoyo en su antebrazo. Ambos voltean hacia la multitud y el alboroto no se hace esperar.

Recorren el largo pasillo hasta la entrada del templo. Shoyo mira de reojo al alfa y se arrepiente al instante; una gota de sudor recorre la piel bronceada detrás de la oreja y desaparece entre el cuello alto de la túnica. El omega ya no puede ocultar otro sonrojo a través de su velo, está expuesto. Kageyama lo ha notado.

Bajan los escalones para llegar a su nuevo carruaje. Es diferente al landau, más privado.

La gente a su alrededor los felicitan y las voces merman al oír los caballos relinchar. Shoyo espera que el trayecto no se le haga eterno. Mira por la ventana al apartar la pequeña cortina, la suelta en un instante, pues escucha la inconfundible voz de su esposo, quien está a lado suyo.

—Mi príncipe.

Shoyo siente un escalofrío que pasa por su columna; un rayo azul de energía cálida.

—¿M-mi señor?—Shoyo logra responder. Lo mira directo a los ojos.

Kageyama hace una mueca imperceptible por el nombre que Shoyo le ha dado. Luego continúa:

—Me han dicho que en Solen no acostumbran a dar anillos en la ceremonia—. Shoyo ve como éste rebusca entre un bolsillo escondido en la túnica y finalmente saca una caja de terciopelo negro—. Sin embargo, me gustaría darle una muestra de mi compromiso y mostrarle parte de las tradiciones de mi pueblo.

El Syvker abre la pequeña caja y descubre dos anillos.

Shoyo mira ambas piezas con asombro y genuina emoción.

Son de color plata. Tienen relieves, no son uniformes y aquellas ondas le dan un toque especial, como olas de mar. En medio hay una fina línea que reluce y se presume por toda la circunferencia; en un anillo aquel detalle es de color naranja y el otro de color azul.

Kageyama agarra cuidadosamente uno de ellos, el que tiene la línea azul brillante.

—¿Me permite?

El omega asiente con la cabeza. No puede negarse, no quiere.

Kageyama desliza la pieza por el delicado dedo. Shoyo intenta alejar su mano por la vergüenza en cuanto el anillo está bien colocado, pero el alfa no le deja hacerlo, en cambio, mantiene apresada su mano, sin lastimarlo.

—En Syvriker, los alfas con honor le hacen un juramento a sus omegas en la ceremonia, delante del pueblo, delante de el Aesir guardián—habla el alfa decido. Se atreve a palpar con los dedos la suave piel de Shoyo—. No estoy seguro si yo aún conservo algo de mi honor después de haberlo obligado a hacer esto, pero si Odin aún no me ha castigado por ello, quiere decir que aún puedo enmendar de alguna manera lo que le he hecho.

>>Así que, mi príncipe, le juro ante la presencia de Freyr y mi Aesir guardián, le juro por el respeto que le tengo a mis antepasados; le juro a usted y a nuestra unión mi eterna devoción, le entrego todo lo que fui, soy y seré. Hoy dejo en sus manos mi corazón y alma, la finita duración de mi vida terrenal y, si Odin lo desea, un lugar a su lado en el Valhalla—. Kageyama alza la mano del omega a la altura de su frente, roza la pálida piel ajena con la suya y cierra los ojos en absoluta confianza. Posteriormente, prosigue—: Le ruego acepte al protegido del trueno en su corazón, en su seno, en su espíritu; le imploro un pedazo de si, para complementar mi existencia. Que este anillo no sea símbolo de pertenencia, si no de mutua compañía. Hasta la inmortalidad.<<

Shoyo escucha atentamente. Cada palabra dicha por su esposo solo acrecenta la sensación extraña en su pecho. Se avergüenza. Se sonroja y la vista de su mano siendo sostenida tan grácilmente solo hace que lágrimas amenacen con salir sin control.

En ese momento, Shoyo se permite pensar que, tal vez, solo tal vez, su corazón pueda cumplir.

𝙶𝚕𝚘𝚜𝚊𝚛𝚒𝚘.

Evig lys. Luz eterna.

Landau.

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𝙽𝚘𝚝𝚊 𝚍𝚎 𝙰𝚜𝚑𝚊𝚕.

Holaa gente preciosAaAAaa >:3🤸🏽‍♀️💕 Aquí Ashal.

Me hace feliz volver, Ah. Ha pasado mucho tiempo, disculpen la tardanza.

¿Que les pareció el capítulo?
Tal vez lo encuentren algo descriptivo :')

Esta no es una boda vikinga tradicional, esperen a que lleguemos a Syvriker. Si, nuestros bebés tendrán doble boda.😉 Aún así espero que les haya gustado <3

Decidí dividir el capítulo en dos, ya que pensaba abarcar hasta después de la celebración, si, la noche de bodas, pero sentí que iba a ser demasiado largo y más con este capítulo tan descriptivo, así que en el cap 4 sí habrá smut🏃🏽‍♀️. Esta vez espero no tardar más de 15 días.
👁️💧👄💧👁️

Ya saben, si hay faltas de ortografía o incongruencias, con toda confianza🌺.

Sin más que decir, nos vemos en el próximo capítulo💗.

¡Muchas gracias por leer!💐💕

-AhlexKane🍁

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