𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 02. "𝐿𝑙𝑜𝑟𝑎, 𝑝𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝑂𝑚𝑒𝑔𝑎,...
...𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛 𝑡𝑢𝑠 𝑣𝑒𝑛𝑎𝑠 𝑓𝑙𝑢𝑦𝑒 𝑡𝑟𝑎𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛."
𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓭𝓮𝓭𝓲𝓬𝓪𝓭𝓸 𝓪:
esposa_-de_-reki_-
Por darle una oportunidad al mundo de Exvair y ser una lectora entrañable.
¡Muchas gracias!💐💕
A ʙᴇɢɢɪɴɢ I ᴡɪʟʟ ɢᴏ.
00:12 - 03:08
ˢᵒˡᵒ ᵉⁿ ᵉˢᵗᵃ ᵉˢᶜᵉⁿᵃ.
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—Estás demente, hermano.
Kuroo reprende a su compañero de mesa mientras toma un trago considerable de hidromiel.
La algabaria de hombres con estómagos llenos y regazos ocupados resuena por toda la sala. Hay mesas repletas de bestias insasiables comiendo piernas de cerdo y cantando al son del bardo, quien borracho toca el rabel torpe pero armoniosamente.
Parece como si hace unos momentos no hubieran perturbado al Imperio de Solen. Ignoran las docenas de heridos que han dejado en las puertas de curanderos y en las orillas del mar; heridos, por que aquellos caballeros son solo títeres del verdadero enemigo, y la piedad no es ciega ante miserables.
—No más que Wakatoshi. Deberías ponerle cadenas un día de estos—Kageyama contesta tranquilo, pues quiere disfrutar el pedazo de carne que escurre jugo condimentado.
El menor sostiene los cubiertos fuertemente, no están a salvo con los hermanos que tiene a lado extendiendo sus codos y empujandolo sin querer. Solo puede fruncir el ceño con exasperación mientras degusta el sabor agridulce de la carne, jugo dulce de naranja y un ligero toque de jengibre.
—Él no acaba de comprometerse con un omega extranjero.
—¿Desde cuando te importa eso?—interroga Kageyama. Toma un sorbo de su vino.
—Desde que ese omega es el Senter.
Kageyama se queda en silencio. Deja la copa de cristal en la mesa con calma hasta que toca la madera tallada.
—Sé lo que hago, Kuroo—dice finalmente. Mira al mayor con determinación.
—Si, mas te vale hacerlo.—Kuroo corresponde asintiendo a esos ojos azules clavados en él como espinas.
Él confía en que Kageyama tiene un plan.
—Al menos dime por qué no se te ocurrió mencionar que la chica tenía un gemelo—continúa el mayor la conversación.
Un beta se le acerca a Kuroo, expectante. Contonea sus caderas e intenta seducir al buen prospecto sentándose en el borde de la mesa, muy cerca de ellos. Kageyama lo ignora y Kuroo únicamente se disculpa con la mirada, él es un hombre más que comprometido.
—Tampoco lo sabía.
—¿Qué...? Dijiste-...
—Sé lo que dije. Vine con la intensión de desposar a alguien, pero no sabía que ese alguien era un príncipe.—Revisa el fondo de su copa en busca del último trago de vino, ya no hay nada.
—¿Entonces?—interroga Kuroo. Quiere sacarle todo aunque sea a la fuerza.
—¿Qué?
—¿Por qué?
—Es una larga historia.—Se limita a decir el menor. No desea tener esa conversación ahora.
—Tenemos bastante tiempo.
—No el suficiente.—Kageyama alza la copa tan alto como para que un chico de la servidumbre lo note. El hombrecillo lo atiende nervioso.
—E-enseguida, mi señor. —murmura el joven, bastante bajo que, si no fuera Kageyama, no habría sido escuchado. El mencionado se tensa por la formalidad de esas palabras.
Kageyama y Kuroo ven al muchacho alejarse con dirección al pasillo.
—Shinsuke no estará del todo feliz, pero eso también lo sabes, ¿cierto?—dice Tetsurou. Agarra un pan de ajo y parece que no ha visto uno jamás, por que se lo queda viendo fijamente.
—Los antiguos Naclos me parecen insignificantes ahora que tengo estos malditos impulsos devorando mi raciocinio. —Kageyama distorsiona su expresión calma, como si en verdad algo lo consumiera, como si le doliera siquiera respirar.
—Te hemos perdido, hermano—bufa Kuroo—. Definitivamente estás demente.
—Tal vez, pero no me importa en lo absoluto. —El alfa mira con recelo la gran mesa en donde debería estar el anfitrión. No hay nadie.
Arde. Ya está acostumbrado.
—¿¡¡Quién te dio permiso de bajar!!? Tan insolente como siempre, debí de haberte tirado a las profundidades de Dirm hace mucho.—Los gritos de su padre se oyen lejanos, apenas un eco en medio de toda la habitación. Su rostro duele tanto que lo desconcierta, no piensa con claridad. Hoy le ha golpeado más fuerte que de costumbre.
Soba la mejilla que le quema. Gota a gota sus lágrimas van cayendo en la impecable alfombra verde y se pierden entre la espesura de cada estambre fino.
Ahí, tirado en el suelo, se da cuenta de que no sufre a causa de aquellos insultos comunes, tampoco llora por el dolor tan intenso recorriendole el rostro cual fuego ardiente; solo siente pena por él mismo, impotencia que le ahoga en mares de vergüenza y aquella braza incesante de la frustración, esa molesta palpitacion del odio hacia sí creciendo a cada instante. Dicha sensación le desgarra el alma y no puede hacer nada más que echarse a llorar.
—Más te vale no poner un pie fuera de esta habitación hasta que convenza a ese maldito mocoso de tu ineptitud e inutilidad. No pienso darte a esos bastardos engreídos—espeta el Emperador mientras azota su bastón tallado en el borde de encaje que adorna su camisón.
El omega lo mira desde abajo. Aquel hombre luce imponente con su túnica roja y la bata negra con bordes de bronce. Las prendas rozan el suelo.
Shoyo se encoge más ante tal vista y asiente.
Sato se dirige hacia la puerta y sale sin decir más.
Suspira una vez se encuentra solo. Desliza los dedos por la esponjosa rugosidad; quiere distraerse en lo que hace uso del poco conocimiento que tiene de su Vitya.
Se estremece cuando todo termina. Los mechones desordenados se pegan a sus mejillas por la humedad, el camisón deja a relucir uno de sus hombros y la bata...bueno, esa tela tan inservible como él es historia. Si alguien entrara ahora mismo, diría que es un desastre.
—¡Mi señora!
Ha llegado.
—Mi señora, ¿se encuentra bien? —Una doncella de humilde vestir ha entrado a la habitación. La única mucama y dama de compañía que su padre le permite tener.
—Si, estoy bien, Naoko. No te preocupes. —dice con calma.
Frunce el entrecejo al levantarse, aunque la mueca no es solo por que el cuerpo le duele, sino también a causa de aquel nombre formal por el que Naoko le llama. Le ha dicho muchas veces que, en la intimidad de sus aposentos, puede dejar las formalidades y referirse a él como hombre; pero las paredes empezaron a hablar no hace mucho.
Naoko le ayuda a recomponerse y juntos se dirigen a la cama para que él pueda sentarse.
—Siento las molestias Naoko. —Shoyo se disculpa con una leve sonrisa y alisa su arrugado camisón.
La dama solo niega y se levanta de la cama.
—Discúlpeme usted por no estar aquí esta tarde. Me tocó ayudar en la cocina antes de... —Naoko se queda callada en cuanto abre el gran mueble de caoba, la mira dudar antes de que ella continue—...bueno, ya sabe, ha sido una mañana ajetreada, sin duda. ¿Que le gustaría usar hoy? En lo personal creo que el vino sería perfecto. Hay visitas allá abajo y se verá encantadora con ese ejemplar, ¿no lo cree?
Naoko, al igual que su hermana, lo conoce bien. Después de una visita de su padre, nunca le pregunta nada. Le agradece infinitamente en su interior.
Siempre ha visto a su dama como una jovencita amable y brillante. Le alegra el hecho de que tenga a alguien que le acompañe en su soledad, pues desde que su hermana enfermó, Naoko ha sido su único consuelo. Antes que su mucama, es su amiga.
Shoyo se limita a sonreír y asentir hacia la joven.
—El vino suena bien.
—¡Oh! También puedo ponerle los broches de plata y-...
—Naoko, ya hablamos de eso. —susurra amablemente. Él no tiene derecho a usar algo tan lindo, usar vestidos decentes ya es ganancia, es lo que el Emperador siempre le dice. Él lo cree así.
La gamma lo mira comprensiva. Naoko aún mantiene la esperanza de que alguien salvará a su señor, incluso de si mismo.
—Bien, entonces hay que apresurarnos, ya es hora del aperitivo.
—Creo que comeremos aquí. Padre no...bueno...
—Entiendo, llamaré a Geto entonces. —La gamma rebusca entre unos cuantos vestidos y, cuando encuentra uno de seda color vino, lo agita para que la falda luzca en todo su esplendor.
Voltea a verlo y sonríe tan calidamente que Shoyo se siente tranquilo. El dolor en su pecho ha desaparecido.
Ya no duele, se convence.
Los pasillos del palacio le parecen silenciosos a comparación del gran salón.
Sus hermanos pueden ser ruidosos y molestos, pero en definitiva prefiere ese toque de sabor agridulce que el tiempo desabrido y gélido como el que ahora caracteriza al Castillo de Sordthen.
La luz destella en las perlas incrustadas por todo el palacio, pero no deslumbra a su gente, al menos no a la que se encuentra entre la galante construcción de piedra blanca.
Camina sobre alfombras que no siente a causa de su calzado bañado en plata, se entretiene detallando cada minúsculo ornamento grabado en las paredes y algunos jarrones de porcelana con adornos de bronce. Las cortinas son de diseño aburrido, el color opaca aquellas flores cafés que no le hacen honor al símbolo real de Solen.
Falta poco para el anochecer, se la pasaron toda la tarde comiendo manjares. Ahora tienen que cambiar el porte relajado y satisfecho a uno duro y decidido. Tienen, por que va acompañado por los 3 Aesires.
—Por las barbas de Odin, Ushijima... —susurra Kuroo, mirando hacia el mencionado que los sigue desde atrás—. Sin armas, acordamos que sin armas.
—Esta vez Koushi no evitará que mate a ese sujeto. Sus tripas se esparciran por todo el suelo—declara Wakatoshi. El filo de su hacha reluce ante la resolana que deja pasar las cortinas; el Aesir contempla la mortal belleza de su arma con una determinación fiera en los ojos.
Kageyama agradece que el sirviente delante de ellos, guiándolos, no entienda su idioma.
—Asqueroso—sisea Sakusa mientras mira de reojo al hombre más grande de los 4.
—Lo dice el que clavó una daga en el ojo de un Sord—acusa Kuroo. Su sonrisa burlona irrita al risado.
—Tocó mi rostro con manos llenas de sangre.
—Y has desmembrado sujetos también—continúa Tetsurou.
—Cada uno debió tener más suciedad de la que deberían.
—Pueden callarse—gruñe Kageyama para darle fin a esa discusión absurda que solo le hace pronunciar las líneas de su frente.
—Como diga, mi señor. —Kuroo se mofa de la orden.
—¿Señor?—pregunta Ushijima, quién ha estado más atento a las gotas de sangre en el mango de su hacha que a la conversación.
—Él no es "El señor"—aclara Sakusa.
—Nadie aquí es un maldito señor.
Kageyama no puede. A veces se pregunta como ha sobrevivido a esta tortura; incluso Sakusa, a quien considera el más sensato y frío de los cuatro, ha caído en las garras de la irritabilidad provocada por Kuroo.
Tetsurou puede ser aterrador cuando se trata del bienestar y seguridad de su gente, pero en el círculo íntimo de hermanos se transforma en un hombre que no puede ser considerado una amenaza.
—Sigo sin entender por que demonios pediste la mano del Seren—acusa Kiyomi al menor.
—Larga historia.
—Ni te molestes Kiyomi. No te lo dirá—Kuroo interviene.
Sakusa, irritado, se limita a poner los ojos en blanco.
El joven de la servidumbre se detiene en frente de una gran puerta de ébano. La sala de reuniones.
—Su majestad, los Aesires han llegado—exclama el muchacho como si el muro que los separa no fuera tan grueso.
La espera por una contestación se les hace eterna. No escuchan nada, a comparación del joven, pues este abre las puertas un minuto después.
"Guarda esa hacha, maldición" Kageyama logra oír un susurro tras su espalda antes de escuchar al Emperador.
—Tomen asiento.—Sato agarra el respaldo de una silla hecha con roble.
La habitación es sencilla comparada con la sala del trono; es más rústica que elegante. La mesa de caoba está en el centro y luce un tono quemado a causa del diseño. Hay 4 sillas grandes con respaldos anchos y asientos tapizados con pieles que a simple vista parecen cómodas. Cuando sea hora de la cena y el cielo nocturno apague la luz de las joyas, la gran chimenea de la sala estará luciendo una flama impetuosa.
Cada uno se sienta y acomoda. Wakatoshi deja su arma a un lado de él sin vergüenza alguna, y Kageyama queda al otro extremo de la mesa, en el centro, justo enfrente del hombre mayor.
—Seré claro: no apruebo esta propuesta matrimonial. Mi postura es firme, le daré el Omega a Naisev.—Sato comienza la conversación, con las manos en la mesa y su típica expresión estoica.
El alfa menor vuelve su mano un puño y los dedos crujen en el acto.
—Lo marcaré a la fuerza si no me lo da por las buenas—gruñe Tobio, tan gutural que los demás apenas lo entienden.
A pesar de no poder ver a sus hermanos, este siente como cada uno se tensa al escuchar lo que acaba de decir. No tiene malas intenciones.
Esto es necesario, se convence mentalmente.
—Entonces el Valhalla se te negará como castigo por tal acto de deshonor—dice Sato, simple, sin perturbarse con lo antes dicho—. ¿Acaso no lo ves muchacho? Un omega tan inútil como mi hijo no servirá de nada. Apenas si sabe mermar dolores insignificantes, ¿cómo va a alejar a monstruos de su adorado reino de esa forma? Y si a deberes conyugales se refiere... —Kageyama no quiere escuchar lo siguiente. Sabe que será tan asqueroso como aquella sonrisa ladina que muestra el Emperador—. Será igual de útil que un muñeco de trapo, un simple agujero que llenar hasta el hartazgo y seguro te aburrirás de ese insulso cuerpo no mucho después de que lo hayas usado a tu antojo. Ese omega es tan interesante como un árbol seco y tan frágil como porcelana, un caso perdido entre bestias como ustedes.
Wakatoshi gruñe con tanta fuerza que Kuroo se ve en la necesidad de reprenderlo, lo hace a tiempo por que el alfa peliverde estaba apunto de tomar su hacha. Mientras tanto, Tobio trata de contener la furia vuelta rayos en sus manos y truenos a través de su cuerpo.
Kageyama siente que enloquecerá de ira. Arrasar con Solen no fue el objetivo principal, sin embargo, ahora que escucha las palabras del Emperador, le apetece no dejar rastro de su mandato. Desea agarrar ese cuello rugoso y apretar la tráquea hasta romperla, privarle de la respiración, por que ese bastardo no merece respirar el mismo aire que su príncipe.
Sakusa solo aprieta sus manos y sisea con una profunda indignación.
—Cientos de tus hombres...—habla Kuroo, quien se mantiene enfocado—, cientos de tus hombres están desangrándose en la orilla del mar. La Arena de oro se mancha de sangre, Sato, a causa de tu egoísmo; nuestra benevolencia depende de lo que tu sucia boca brame a partir de ahora y no nos importa derramar más sangre Sonelí por tierras sagradas, si con eso nos das al Vityard.
El Emperador no se inmuta. Sigue imperturbable y los Syvkers no bajan la guardia en ningún momento.
Ushijima está rozando el mango de su hacha con el dedo índice, Sakusa mantiene su puño cerrado al igual que Kageyama y Kuroo ya ha matado a Sato de mil formas con la mirada.
Si tienen que hacer sonar la tonada de la muerte y mandar a sus hombres a desolar tierras inocentes, lo harán sin dudarlo. Ya no solo se trata del bienestar de su gente, si no también de honor y respeto; Sato se ha atrevido a insultar a un omega en sus caras. Imperdonable.
Nadie mueve un solo dedo, hasta que el Emperador estalla a carcajadas.
Aquel sonido es tan molesto que Wakatoshi siente el impulso de cortarle la cabeza. El ceño de Kageyama se crispa. Sakusa quiere vomitar, y lo aborrece. Kuroo piensa que está apunto de perder la cordura.
Como hermanos, no necesitan palabras. Todos están de acuerdo en una sola cosa: una insolencia más, y lo matan.
—Son más amargados que yo y eso que ya tengo décadas en Exvair, muchachos—dice Sato sin aliento—. Haré los preparativos y en dos lunas celebraremos esta unión con hidromiel puro.
—Mañana—el Alfa menor interrumpe.
—¿Qué?
—Mañana mismo nos llevaremos al príncipe—Kuroo asiente ante las palabras de Tobio.
—¿Y despreciar nuestras tradiciones? Jamás. Posterior a la ceremonia hacia Freyr pueden llevárselo y realizar lo que sus tradiciones dicten; después de todo es gracias a nuestro Vanir que tenemos paz.
Esas palabras suenan tan falsas en presencia de aquellos que darían su vida como agradecimiento. Los Aesires saben bien que a Sato no le importa nada ni nadie más que él mismo, ni siquiera un ser divino.
Los Syvkers son guiados por las voces de los Dioses, aconsejados por susurros de su Aesir guardián e impulsados por el mañana, y como tal, deben rendirle honor a quien les ha dado una bendición.
—Entonces mañana al amanecer se llevará a cabo la ceremonia y nos iremos al medio día sin falta—explica Kuroo.
—Imposible. Este matrimonio tendrá la total aprobación de Freyr a medio día, cuando su brillo ilumine el templo y bañe a la pareja con su máximo esplendor.
—¿Qué pretendes, Sato?—cuestiona Sakusa con genuino interés.
—Pretendo hacer las cosas bien—asegura el Emperador y se para de su asiento lentamente—. Además, si parten al medio día no llegarán a la isla Sairos para descansar—Sato juega con los grabados de la silla, y continúa—: los Waivs son más molestos al anochecer.
Kageyama sopesa la oferta por un momento y gana la palabra, pues Kuroo estaba a punto de contestar.
—Bien, tenga todo listo mañana, puntual. Hablaremos con nuestros hombres—El alfa se levanta y remueve un poco la piel de la madera—. Espero tenga espacio en sus habitaciones.
Sus hermanos lo ven extrañados, pero no reclaman.
—Así será—Sato inclina la cabeza y hace una mueca que a ninguno le agrada.
Cada Aesir realiza una ligera reverencia. Recorren las sillas de madera y el desagrado no les deja dedicarle una mirada más al Emperador.
Salen de ahí con una insatisfacción e incertidumbre que carcome sus estómagos.
Han vivido lo suficiente como para saber que esto no terminará aquí.
Sato trama algo.
Los han llevado a una habitación alejada de las principales. Por miedo, tal vez, o simple capricho, muy seguro. Cuál sea la razón a los hermanos no les importa en lo absoluto.
Un golpe resuena por toda la estancia. Kageyama no lo ve venir y Kuroo lo golpea tan fuerte que, si el cuerpo del joven no fuera tan duro, lo habría tirado al piso.
—¿¡Pero que-...?!
—No tengas el descaro de preguntar, escoria—Kuroo nunca se ha enojado tanto con Tobio en el tiempo que llevan siendo hermanos—. Insultaste a tu bendita madre, insultaste a Koushi, al esposo de Wakatoshi, a mi esposo, a todos nosotros ¿Que tienes en tu jodida cabeza?—gruñe fuertemente.
—Tenía que presionarlo, no lo haré de verdad.
—Por supuesto que no lo harás, idiota. Raptaremos al príncipe esta noche, no te casaras con él—exclama Kuroo decidido. Sakusa se mantiene estático y Wakatoshi mantiene su mirada fija en el alfa más joven.
—¿Qué? No estas pensando bien las cosas, maldición. Pensé que estaban de acuerdo.
—No veo motivo por el cual debas casarte. Estás cegado por...—Sakusa trata de buscar un por qué, no encuentra una razón por la cuál su hermano esté tan empecinado en casarse con ese omega—...ni siquiera sabemos por qué, ¿comiste hongos en el viaje acaso?
—Estoy malditamente cuerdo en estos momentos.
—Pues no lo parece-espeta Kuroo—. Es más, me atrevo a decir que estás pensando con tu asquerosa polla, y lo de la marca ya fue suficiente insulto hacia nuestras creencias.
—No lo decía enserio.
—Pero el matrimonio si. No le quitaremos la libertad de elegir a ese omega.
—¿Entonces por qué quieres raptarlo? ¿No es eso lo mismo?
Kageyama ve dudar a Kuroo. Este se recompone segundos después.
—No lo es.
—De hecho, tiene razón.
—¿Tú con quién demonios estás Sakusa?
—Con quien dé mejores argumentos—dice sencillamente el risado.
Tetsurou remueve sus cabellos, exasperado, y Wakatoshi se toma la libertad de sentarse en la única cama que hay.
—Escuchen—prosigue Tobio—. Es evidente que Sato no se quedará de brazos cruzados. Tal vez ya se haya comunicado con Naisev y si ellos vienen no habrá nada que los detenga de llevarse al príncipe. Si el omega esta ligado a mi de alguna manera, Shinsuke lo pensará, ese rey me debe más que solo la vida, ¿entienden?
—No del todo.
—Continúa—dice Sakusa, pensando.
Tetsurou ve a Sakusa como si hubiera sido traicionado.
—Naisev es similar a nosotros. Respetan a sus omegas y por lo tanto sus uniones.
—Esta "unión" no es aprobada por el príncipe—aclara Kuroo.
—Tampoco el irse con nosotros.
—Es diferente—insiste Tetsurou
—Estamos siendo unos bastardos egoístas—murmura Ushijima.
—¿Egoístas? Todo esto es culpa de Sato—gruñe Tetsurou.
Sakusa interrumpe abruptamente.
—Bien, por lo menos vamos a alejar al omega del padre asqueroso que tiene, ¿no? Solo Odin sabe que maltratos ha sufrido el príncipe—afirma Sakusa—. Kageyama tiene un buen punto, si tenemos la aprobación del omega para que Tobio lo marque tendríamos al Seren asegurado y no se lo llevarán a menos que sea acompañado de su alfa. Hay que ofrecerle algo a cambio para que acepte contraer nupcias y tal vez tenemos algo que él quiere, no sería tan atroz de nuestra parte de esa forma; lo demás...queda a manos de Tobio, pero eso no es problema dado que para ti será un placer enamorarlo, ¿no es así, hermano?
Tobio chaquea la lengua, pero no lo niega. No puede negar lo evidente.
—Entonces que así sea.
—No puedes estar hablando enserio, Sakusa—Tetsurou persiste.
—Lo hago. No sabemos por qué Naisev quiere al omega; los herederos alfas ya están casados, el Rey respeta la memoria de su esposo y no se casaría otra vez. Los Naisans...puede que sea para uno de ellos, aunque Shinsuke no haría algo como eso, no lo sabemos y es mejor si estamos preparados. No se lo llevarán si el omega está casado con Kageyama y si aún así lo intentan, tenemos el argumento de que no pueden hacerlo sin llevar a Tobio también, simple.
Kuroo sisea al ya no tener nada más que objetar.
—Suena bien—se limita a decir Ushijima.
El alfa menor suspira y soba su nuca con cansancio. El estrés cobra factura lentamente.
—De acuerdo—se resigna Kuroo—. Si es así hay que hacer un plan de emergencia, es seguro que Sato nos traicione mañana o pasado, en cualquier momento.
—Y hay que ver qué se pondrá Tobio mañana. Se ve asqueroso—aclara Kiyomi.
—Gracias—exhala Kageyama sin ganas
—Le diré a Oikawa que es hora de trabajar—murmura Ushijima levantándose torpemente de la cama.
—Y a Koushi.
Ushijima hace un sonido en contestación y sale de la habitación con su hacha en mano.
El hombre se sienta en el sillón de su alcoba. Sostiene una copa de plata en la mano y bebe de a sorbos pequeños el vino tinto. Todo estaba en silencio, cuando tocan la puerta a un ritmo que conoce bien.
—Adelante—contesta fuerte.
Un consejero, tan antiguo como él entra a la habitación. Sato espera que le traiga buenas noticias.
—Buenas noticias, su alteza.
El emperador se siente dichoso.
—Llegan en dos lunas, incluso un Naisan nos ha dado el honor de venir en persona, su alteza.
Definitivamente, Sato, con décadas de vida terrenal, al fin se siente bendecido por los Dioses.
༒︎𝙶𝚕𝚘𝚜𝚊𝚛𝚒𝚘༒︎
Seren. Significa "centro" en noruego.
Valhalla. Inmenso salón en el palacio de Odin, donde se hallan los muertos valientes seleccionados por las valquirias.
Freyr. Dios de la prosperidad, virilidad, luz del sol y buen tiempo. Se asocia con la monarquía sagrada; otorgaba paz y placer a los mortales.
Hidromiel. Bebida sagrada. Se dice que es el unico alimento del Dios Odin y que, después de la muerte en el paraíso del Valhalla, se bebía hidromiel durante toda la eternidad.
Naisans. Caballeros protectores del guardián.
Sonelí. Gentilicio utilizado para los habitantes de Solen.
Waivs. Monstruos de los mares, insignificantes a comparación de los Malirs. Se ocultan en aguas poco profundas y se mueven en grupo (Más información próximamente)
Sords. Jinetes de las profundidades (Más información próximamente)
Vanir. Son un grupo de dioses equivalentes a los Aesir, pero menores a ellos, siendo ellos dioses del "vanaheim".
Aesir. Grupo de Dioses principales gobernantes de Asgard (cielo).
𝙽𝚘𝚝𝚊 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝙰𝚜𝚑𝚊𝚕
¡Buenaaas!💕
¿Cómo están mi gente? ¿Todo bien? <3
¿Que tal el nuevo capítulo? Se van gestando los problemas políticos de a poco. Hay que preparar nuestros estómagos y armas😈
Y hablando de prepararse, vayan alistando sus trajes vikingos de gala, por que se viene la bodaaa🏃🏽♀️🏃🏽♀️💕
También se viene algo ¿hot? Kajdjsk En tablero mencione algo relacionado y es por que la escena candente ya estaba planeada para el cap 03 y yo de ansiosa queriendo narrarla YA. En fin, hormonas.
No hemos visto mucha interacción entre nuestros bebés, pero ya merito banda, solo un poco más😭
Pero si, ¿Por qué Kageyama está tan determinado a casarse con nuestro príncipe? Mucho 👁️, mi gente🏃🏽♀️💗
Si hay faltas de ortografía o incoherencias, ya saben banda, con toda confianza☘️💗
No olviden tomar agua y cuídense mucho🐙❣️
Nos vemos en la próxima actu, ¡Muchas gracias por leer!🌹💕
-AhlexKane🍁
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