𝟕. 𝐈𝐧𝐜𝐫𝐞í𝐛𝐥𝐞 𝐜𝐨𝐢𝐧𝐜𝐢𝐝𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚.
Cuando despierto no encuentro a Yoongi a mi lado. No sé en qué momento nos hemos dormido, hablamos durante gran parte de la madrugada. Me levanto haciendo mi rutina de las mañanas, cuando salgo de la habitación huelo a café recién hecho y algo dulce. Me dirigió a la cocina, me hago una coleta alta con mi cabello, este hombre está preparando el desayuno.
—Buenos días.
—Buen día —voltea, tiene un bol con mezcla de panqueques entre sus manos. Tiene un poco de harina en su mejilla— desperté y pensé en hacer el desayuno.
—Voy a analizar la grandiosa idea de que te quedes aquí y seas mi cocinero personal.
Me mira con ojos entrecerrados.
—No creo que a Jihyo le simpatice la idea.
—¿Qué? ¿acaso ya pasaron al siguiente nivel?
Tiene una sonrisita ladina, sigue en lo suyo y me cambia de tema como si nada.
—Tienes que trabajar, se te hará tarde sino te preparas a tiempo.
—¡Oppa!
—Ve a vestirte, terminaré aquí, cuando vuelvas desayunamos juntos.
Hago un pequeño berrinche que a él no le causa más que gracia. Derrotada voy hasta mi habitación dónde cojo mi atuendo del día, tomo un rápido, pero cálido baño para despabilarme mejor. Una vez lista vuelvo a la cocina, la mesa ya está servida, Yoongi está sentado pendiente en su celular, me ve llegar y deja el aparato hacia un lado.
Pruebo un pedazo de masa empapada en miel con rodajas de banana. Suspiro en satisfacción por lo delicioso que se siente en mi paladar. Hacia mucho no comía así de delicioso.
—Que rico.
—De nada. —bebe de su café llevando un poco de masa a la boca dándole el visto bueno a su arte culinario, oppa sabe cocinar muy bien— ¿A qué hora sales?
Bebo de mi café para pasar lo sólido, limpio con la servilleta las comisuras de mis labios antes contestar.
—Saldré a las seis de la tarde, podríamos ir algún bar luego —asiente— y a las nueve estar en el teatro.
—Tu madre nos ha dado las entradas vip.
—Entonces no tendremos problemas.
Mi celular suena, es un mensaje de Joss preguntando si asistiré a trabajar. Le respondo con una positiva para terminar mi desayuno. Yoongi aún sigue con su pijama puesto, cuando voy a limpiar los platos no me lo permite, me dice que los deje y terminé de prepararme para el trabajo. Le agradezco con un beso en la mejilla, me voy a mi habitación para cepillar mis dientes y terminar de maquillarme.
En el espejo puedo ver mi rostro risueño. Es una sonrisa que hace mucho no tenía con la naturalidad con que en ese momento se me da. Es porque tengo a mis personas favoritas conmigo, las que me dan energías y vida. Las que amo y necesito, nada más.
Tan solo eso debería de bastar.
Estoy tan concentrada punteando algunos detalles y perlas al corsé del vestido de novia que no escucho al primer llamado de mi nombre, mi mente vaga por diferentes pensamientos, van desde las cuentas que debo pagar, cosas que he visto y quiero comprar sin necesidad, el beso, que lugares debo llevar a Yoongi para que conozca. Al tercero Astrid se encuentra delante de mí con una sonrisa y una caja negra en sus manos.
—Me gusta tu entusiasmo, pero necesito un momento de tu tiempo.
—Claro.
Me levanto dirigiéndome hasta el pequeño escritorio donde tengo mi laptop, mis scketchbook y lápices de colores desparramados en la superficie. Me entrega el pequeño paquete donde tiene una diminuta tarjeta rectangular colgando de la cinta que envuelve la caja con mi nombre y apellido en color dorado y letra cursiva.
Revisó la caja en cuestión, el moño es azul con bordes en negro, toda la presentación es muy elegante. Cuando la abro dentro hay otra tarjeta, está vez cuadrada y más grande, es una invitación al parecer.
°
“Señorita Kim Ayla, usted está cordialmente invitada a la noche de mascarada con motivo del evento de caridad para personas de bajos recursos organizado por las familias Landrut-Meyer. Esperamos de su agradable presencia”.
°
Cuando volteó el grueso papel, leo la fecha junto al horario y la dirección de dicho evento.
—Veo que Kathrin te ha tomado mucho cariño.
—¿Ah?
—Es algo imposible que algún miembro de esa familia le tome cariño a otra persona fuera del círculo en el que se mueven —explica— debiste impactar alguno para que te tengan en cuenta para un evento tan importante.
Se marcha dejándome con la invitación en mis trémulas manos. Esos eventos significan personas con clase, de importantes apellidos con extractos bancarios elevadísimos, algunos de sangre azul que no cualquiera podía tener la dicha de codearse. Un evento donde lo tendría que ver cara a cara.
Dice mascarada.
Tomó un par de respiraciones pensando en dos cuestiones. En qué vestido debo llevar y que, tal vez, sea mi día de suerte en que siga evadiendo a Johan.
Me despido de mis compañeras cuando salgo junto a Joss, me sorprendo cuando veo a Yoongi de la mano de mi hermanito Tomás, quien al verme corre para abrazar mis piernas. Le correspondo el saludo tomando su manito luego, me acerco al mayor quien sonríe, también veo de reojo como Joss se coloca algo ruborizada y esquiva.
No negaría que me pondría igual al tener semejante hombre frente a mi. No me malinterpreten, a Yoongi lo veo como mi hermano mayor, pero no puedo pasar por desapercibido las miradas y suspiros que atrae, que para colmo, no se da cuenta o no quiere hacerlo.
—Joss, él es mi hermano, Min Yoongi. —lo presento en alemán para que ella entienda.
—Yoon, ella es mi compañera de trabajo, Josselin Steiner, pero de cariño le decimos Joss. —le hablo en coreano a Yoon.
Se ríen por la ironía de tener que hablar en ambos idiomas, ambos entendieron.
—Encantada de conocerte. —Joss hace una reverencia respondiendo en un escueto coreano.
—El mío igual. —responde Yoon y puedo afirmar que la voz grave y ronca hizo estremecer a mi amiga al lado.
—D-debo irme. Nos vemos mañana.
Me toca el brazo en un suave apretón. Se la nota nerviosa y lo sé porque la conozco e intento no reírme en su cara. Mañana tal vez juegue un poco con su vergüenza. Se despide con una torpe reverencia mirando al pálido, nos sonríe y con un ademán de manos se marcha.
—Tú amiga es linda.
—Yah, la pusiste nerviosa —bufa— de hecho, le gustaste —arquea sus cejas incrédulo— anda, oppa, admite que siempre traes locas a las chicas.
Está por contestarme, seguro con algo mordaz cuando siento que el más pequeño me jala del pantalón, sus ojitos de miel me miran fijamente, serios como los de un borrego inocente.
—¿Qué dicen? No entiendo nada.
Miró a Yoongi quien también me mira diciéndome que no entendió nada de lo que el niño me informó, me río cayendo en cuenta de que yo no entiendo como llegaron los dos juntos aquí si ninguno se entiende, me carcajeó, ellos se miran encogiéndose de hombros. Tomás se desespera, me lo hace saber cuándo se cruza de brazos ofendido.
Yoongi niega con su cabeza, extiende su mano hacia el menor y él corto ni perezoso la sostiene, ambos alejándose de mi mientras intento calmar mi risa. Soy consciente de que la gente que pasa por mi lado me mira extraño, no me importa. Hace mucho no reía así.
Al parecer se comunican por señas, es como mejor se entienden cuando Tomás le dice al pálido que estoy loca y el otro le da la razón con un simple asentimiento de cabeza
—Basta los dos, dejen de burlarse de mí.
—Eres graciosa, Lala.
Le saco la lengua a Yoongi en modo infantil. Tomás decide colocarse en medio de ambos tomando nuestras manos, camina a nuestro tranquilo ritmo admirando su alrededor.
—¿Explicación de cómo llegaron hasta aquí?
—Tu padre nos trajo hasta el trabajo de Lena —mi madrastra trabaja cómo arquitecta en una constructora a unas cuadras de la boutique— tu hermanito quería venir a buscarte, no me negué porque se veía muy entusiasmado. Así que nos indico dónde estabas.
—Me alegro que hayan llegado juntos.
—Podemos pasear hasta la hora en que debamos asistir al teatro donde se presentará tu madre.
—Oh si, hay hermosos lugares que debo mostrarte.
Seguimos caminando sumergidos en nuestra propia burbuja, Tom se cuelga de nuestras manos saltando y nosotros lo sostenemos en alto, su risa nos hace reír.
—¿Ayla?
Oh, oh.
¿Sería el momento perfecto para huir?
No sé por donde comenzar a describir toda la dramática escena de novela que estamos atravesando en este momento.
Johan, quien lleva un enorme ramos de rosas en sus manos, nos observa con inquietante lentitud a los tres, primero a mi, luego a Tomás, se queda un poco más de tiempo escrutando de arriba abajo a Yoongi. Este último está más pálido de lo que ya es, me entra el pánico al caer en cuenta de que está viendo al clon de su mejor amigo, hasta creo entenderlo porque su rostro es todo un poema.
Ahora sí te va creer.
—¿Cómo estás?
—Bien. —su voz suena con sequedad, tiene esa mirada penetrante que a cualquiera le daría miedo.
—Ahm, ¿qué hace por aquí?
Ahora vuelve sus ojos en mi, juzgándome a mi parecer, luego al ramo de rosas en su mano, suspira y sonríe ladinamente. Supongo que la formalidad en mis palabras le sorprende cuando la otra noche casi le como....
—Solo pasaba, toda una increíble coincidencia de la vida. —me estoy muriendo, sobre todo cuando hace ese gesto con la lengua dentro de su boca. Me fijo en Yoongi de reojo, su expresión es de aparente y visible malestar mientras mantiene su vista hacia otro lado que no sea al pelinegro enfrente nuestro.
—Johan Landrut. —extiende su mano hacia él.
—M-min Yoongi. —le corresponde. Siento voy a desmayarme, hasta acá se nota que Yoon no está bien.
—Encantando. —lo dice en coreano, sorprendiendo todavía más al mayor.
—Disculpe, debemos marcharnos, tenemos un asunto familiar.
Johan asiente. Sonríe despidiéndose de Tom, hace un ademán con la cabeza hacia Yoongi, me dedica una inentendible mirada que me descoloca y se aleja de nosotros.
El silencio cuando llegamos a mi apartamento es tal que me obligó a sonreír para hablarle a Tomás.
—Bebé, podrías ir a mi habitación un momento —le quitó su abrigo— necesito hablar con Yoon en privado.
—Esta bien, annyeong, hyung —se despide el pequeño hacia un desorientado Yoongi. Ha aprendido a decir hola y adiós en coreano entre otras palabras.
Cuando nos encontramos solos, mantenemos cierta distancia al tomar asiento en el sillón de la sala. Hay silencio, uno que es pesado por el personaje al cual nos encontramos hace unos cuantos minutos atrás.
—E-es...
—No lo sé.
—Lala —su mano toma la mía, su tacto es helado, me aprieta al percibir que estoy temblando. Ladea su rostro, puedo ver sus ojos acuosos, llenos de incertidumbre y dudas.
Sollozo y él solo decide abrazarme.
Johan.
Cierro la puerta del departamento con desgano.
—¡Amor, estoy en la cocina!.
Observo el ramo de flores en mi mano, suspiro cerrando mis ojos por un momento. ¿Quién era?
—Amor, ¿qué tienes? —no sé. Kathrin me mira extrañada, se acerca a mi, me ayuda a quitarme la chaqueta— ¿Eso es para mí?
Sonríe con dulzura por el ramo, se lo entrego y ella se cuelga de mi cuello besando mis labios. No se siente igual, me embarga la angustia y el tormento cuando las estoy comparando a ambas.
Kathrin se ve feliz, la observó en detalle, lleva un hermoso vestido color rojo, es ceñido en la parte del torso y acampanado en la falda que cae por encima de las rodillas. Su maquillaje es casi natural como me gusta, su corto cabello va en ondas, se ve muy bonita.
Entrelaza nuestros dedos llevándome hasta el enorme comedor, la cena está servida, ella es una muy buena cocinera, muy buena anfitriona, se esmera en cada cosa que hace y todo le sale de maravilla. Aún así no termina de acaparar mi atención. O tal vez mi atención este eclipsado por la grata escena de hace momentos.
Cenamos en tranquilidad, mi prometida me cuenta sobre los detalles de la boda, me pide opiniones y yo le doy una seca respuesta que parecen mas palabras sin sentido, básicamente le doy a entender que no me importa. Sonríe intentando salvar la velada, es cuando me doy cuenta de que estoy comportándome como un completo imbécil.
Se ha esmerado mucho en todos los preparativos, la he acompañado a muchas de las decisiones porque quiere mi criterio, quiere cumplir con mis gustos también. Solo que últimamente no me apetece hablar de matrimonio.
—Todo estaba delicioso.
Bebo un sorbo de mi copa de vino, Kathrin se levanta de su asiento con gracilidad en sus movimientos, tiene una sonrisa en sus labios pintados de un rosa pálido. Se acerca a mi, toma asiento en mis piernas, mis manos sostienen su cintura cuando reparte pequeños besos sobre mis belfos. Sus manos sostienen mi cabeza, peina mis cabellos hacia atrás, acaricia mi cuello con tersura, el beso se intensifica y yo detengo todo.
Ambos respiramos agitados. Trago saliva intentando quitármela con lentitud de encima. Ella chasquea su lengua, puedo ver a través de su rostro su enfado.
—¿Por qué me rechazas? ¿por qué huyes cada vez que quiero estar contigo?
Sus ojos están llorosos, no soporto verla así, pero no puedo evitar sentirme incómodo cuando quiere besarme o llevarlo a algo más íntimo. Niego, me acerco a ella, la atraigo a mi en un abrazo, se aferra a mi cintura mientras reparto caricias a su espalda escotada.
—Perdóname, solo estoy cansado. Papá me está exigiendo demasiado con los asuntos del casino. —la escucho suspirar. Es la misma excusa que vengo dándole desde hace un tiempo.
Esnifa cuando se separa de mi, se cruza de brazos sin mirarme, asiente girando hacia la mesa para limpiar los platos sucios. Voy a ayudarla, pero no me lo permite. Beso su mejilla y me retiro hacia el despacho que tenemos en el departamento. Me encierro ahí, me dejó caer en la silla giratoria, mis ojos contemplan a través del ventanal la ciudad, la noche.
No puedo dejar de pensarla.
Estoy pensando en Ayla más de lo que quisiera. No entiendo porque me tiene tan revolucionado su presencia. Tal vez porque me beso, porque la culpa me carcome cuando le correspondí aquella locura. No debí hacerlo, ella estaba ebria, lo hizo por eso, inconsciente, cometió una locura y dudo mucho que lo recuerde, ¿o si?
No me sorprende, he tenido la desagradable situación de encontrarme con varias mujeres que se me insinuaron con mucho descaro. Al parecer, mis rasgos, mi prontuario de chico malo desde adolescente han interesado a muchos. Pero al parecer, solo Kathrin Meyer será la indicada.
Sin embargo, Ayla es la inminente excepción a todas. Me temo que hasta de Kathrin. ¿Qué estoy diciendo?
Cuando me doy cuenta, estoy revisando mi teléfono, más en específico, entre al chat vacío de la chica. Tengo su número porque mi prometida me hizo agendarlo por si algún inconveniente de la boda surgía, otra cosa que no entiendo, ha pedido muchas opiniones a Ayla.
Mi índice se desliza hacia la parte superior, dónde reposa el círculo con la foto de perfil. Sin querer queriendo la abro apreciando la imagen.
Es bonita, muy bonita. Tiene algo particular que me deja tontamente atraído, algo que me hace sentir querer verla todo el tiempo, tenerla cerca todo el tiempo con alguna excusa. Me desconcierta, amedrenta mis pensamientos, hasta los que no debería.
Respiro profundamente pensando en que debo dejar de cometer estupideces, debo cumplir con Kathrin y estar contento por nuestra unión. Solo que en estos momentos, ya no sé lo que realmente quiero.
Doble actualización porque si. 🤭
¿Ustedes que opinan?
Espero les haya gustado ambos capítulos, les deseo un feliz domingo.
(Acá son las 22:53, pero igual)
¡ɴᴏ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ!
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