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𝟓. 𝐍𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐦𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐭ú.

❝¿Cómo se supone que te dejaré ir? Solo me gusto cuando estoy contigo.
Nadie me entiende, tú si. Solo tú.❞
Nobody Gets Me - SZA.
•••


Estoy esperando a la llegada de Kathrin a la boutique. Hoy será la primer prueba del vestido de novia. Aún se necesita agregar las perlas a lo largo del corsé y parte de la falda, el remate en los bordes de la tela o los pequeños detalles que hacen un gran diferente. Ella se oía muy entusiasmada con todo esto cuando concretamos cita. Se supone que yo solo debía diseñar el vestido de novia y de las damas, pero últimamente me pide ayuda con otras cosas.

No me he podido negar, en mi interior me emociona estar lo suficientemente ocupada para no pensar en él y en él también. En lo lindo que ha sido conmigo, en lo dulce que me trata.

Y en qué es hombre de otra mujer.

Si, pero la gente amable y educada hace eso, se comporta atento con otras personas, ¿no? Incluso el hecho de que esperó a que entrara al edificio, se encargó de que estuviera cálida encendiendo el calefactor en el auto cuando me llevaba, de que admirara más paisajes de la ciudad y me quitará fotos.

Salgo de mi estúpido ensueño cuando me avisan que Kathrin llegó, intento acomodar con mis dedos el flequillo de mi frente. Opte por hacerme una coleta baja para que el cabello no me molestará en medio del trabajo.

Al llegar a uno de los exhibidores privados en el piso de abajo, me encuentro con que ella no vino sola, sino que se encuentra acompañada por su madre y su hermano, creo que su nombre era Klaus. Los saludo con un apretón de manos, la excepción es Kathrin quien me abraza. Se la ve ansiosa, así que no pierdo más tiempo, le indico dónde tiene que cambiarse y la acompaño para ayudarle.

Al salir con parte de la falda en sus manos para no tropezar, sube a la tarima circular para contemplarse en el espejo de cuerpo completo empotrado a la pared. Su rostro se ilumina, su madre está encantada igual, su hermano sonríe asintiendo. Están contentos.

—Tal vez sería bueno ajustar esto. —sugiere señalando la parte del corsé en forma recta.

—¿Quieres acentuar parte de tus pechos?

—Así es —sonríe al saber que entendí su petición.

—Hermanita, siento decirte esto, pero intentes lo que intentes no obtendrás más.

La madre de este lo golpea en el brazo reprochándole su malintencionado comentario, Kathrin le levanta el dedo medio y lo insulta en un susurro volviendo su atención a su vestido a ese particular sitio de burla. Al ser delgada la falta de senos era muy obvio, sin embargo, el diseño lo hice, de modo que le quede impecable a cada parte de su esbelto cuerpo.

Da otras nimias indicaciones de cambio, las anoto, las marco con alfileres en la tela, luego vuelve al vestuario donde su madre y otra de las asistentes le ayuda a quitarse el vestido, yo me quedo observando la libreta con mis anotaciones. Puedo sentir la presencia de Klaus a mis espaldas, su mirada también. Debo confesar que es alguien atractivo y tiene mucha labia cuando me habla.

—¿Qué te parece si te invito una copa? —sonrió divertida aferrando la libreta en mi pecho— trabajar para Kath debe ser muy estresante.

—Amo mi trabajo, me gusta diseñar y confeccionar —explico— así que no es algo que me estrese, es más, me encanta y me mantiene ocupada.

—Pero podrías tomarte un minuto de tu ajetreada vida y aceptarme una noche al menos.

—¿Qué sugieres?

—Kath me comentó que conoces poco de la ciudad, las noches en Berlín son divertidas y apasionadas.

Lo sé, alguien más hizo que mi tarde fuera excepcional que hasta se me olvidó mis males. Sonrió, me está coqueteando, es muy obvio ante el cambio de su voz grave.

Y te dejas.

¿Por qué no? Estoy soltera.

Pero sigues pensando en él.

Suspiro queriendo callar con aguja e hilo a esa vocecita en mi cabeza que no sé detiene a decir la verdad.

—Tal vez otro día, tengo mucho que hacer.

Me dispongo a alejarme cuando veo que Kathrin y su madre salen hablando seriamente. Al parecer nada importante según logro escuchar. Me despido de los tres concretando la próxima cita de prueba dentro de unas semanas, debo mantenerme ocupada para no pensar tanto.

Saludo a las chicas, Joss salió unas horas antes por un tema personal, por lo cual debo volverme sola a casa. No me crea muchos problemas, este lado de la ciudad es tranquila, llegaré a casa en minutos, tomaré un buen baño tibio, cenaré algo ligero mientras hablo con Soah por teléfono y luego dormiré.

Mi celular dentro de mi bolso suena, me detengo en la puerta antes de salir del local para atender cuando veo el nombre de mi padre en la pantalla.

—¡Appa!

Hija, que bueno escucharte así de alegre —me lo imagino sonriendo— ¿Cómo estás? ¿Ha pasado algo?

—No, no tiene que pasar nada para que esté así, solo que te quiero.

Tal vez si haya algo que me tiene alegre.

Me alegra tanto escucharte así, mi lunita —escucho la voz de mi hermanito de fondo— Quería saber si tienes algo para hacer mañana por la tarde.

—Mmm no, tengo la tarde libre, ¿por qué?

Quisiera que vinieras a visitarnos, tal vez quedarte en la noche a cenar con nosotros.

—No creo quedarme, pero si, me encantaría ir.

Por el vidrio de la puerta puedo ver el rostro conocido de alguien esperando recostado sobre la puerta de una costosa camioneta negra. Me sonríe agitando los dedos de su mano con socarronería en saludo cuando se da cuenta que advertí de su presencia. Desvío la mirada hacia el suelo.

—¿Quieres que lleve algo en especial?

No, cielo, solo tu presencia nos basta —se ha vuelto más cariñoso, más cuidadoso y cercano— Lena y Tomás te extrañan mucho.

—Y yo a ellos. Appa debo dejarte —lo miró de reojo otra vez, tiene sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón— tengo algo importante que hacer.

Nos despedimos, guardo el aparato en mi bolso y salgo hacia el exterior. Camino guardando mis manos en los bolsillos de mi gabardina, al obtener su atención le sonrió.

—¿Qué haces aquí, Klaus?

Suspira de forma dramática, se toma el tiempo de contestar en lo que se yergue sobre sus pies y acorta la distancia entre los dos, el suficiente como para no incomodarme o evitar traspasar mi espacio personal. Es alto e imponente, pero no tanto como su querido amigo el pelinegro dueño de, últimamente, algunos de mis pensamientos.

—Debes saber que soy una persona perseverante.

Me cruzó de brazos riendo, se me hace algo cómico su actitud de macho empoderado.

—Me alegro por ti.

Giro de perfil retomando mi camino, lo escucho chasquear la lengua y seguirme hasta que se coloca a mi lado siguiendo mi lento ritmo.

—¿Sabes que mi corazón duele cuando me rechazas?

—Algún día lo superarás.

—Eres difícil.

—Algo.

Quiero reírme porque al parecer lo descoloque, se nota que es alguien a quien no suelen rechazar muy seguido. Aunque lo siguiente que dice me descoloca a mi.

—¿Será porque tú novio no te lo permite?

Me detengo, mis ojos viajan al anillo de compromiso en mi dedo, es algo así como un espanta hombres según palabras de Miyeon. Sonrió al recordar las palabras de ese día donde vino a visitarme junto Soojin, ellas estuvieron a mi lado hasta el último momento en que decidí viajar a Alemania. Las extraño.

—No tengo novio —sonríe ladinamente, levantó mi mano izquierda explicándole con sorna— esto, es una joya que a toda mujer encanta, punto.

No me pondré a explicarle lo que realmente significa este anillo. No le incumbe, pero tampoco seré grosera con él.

—Entonces déjame invitarte una copa —pide— Solo una.

Ruedo los ojos negando ante su constancia, no sé cansará. Y a decir verdad, una copa no me vendría nada mal. Salir de mi estricta rutina podría ser bueno. Así que.

—Esta bien, llévame, perseverante.

Entramos a un bar tipo pub dónde sonaba buena música y los tragos eran magníficos, sin contar con toda la gente alegre a nuestro alrededor. Klaus resultó ser alguien con muchas amistades, era como el alma de la fiesta que hacía reír a todos, en ningún momento me hizo sentir incomoda, es más, estuvo pendiente de que me sintiera en ambiente.

Dina, la mejor amiga de Kathrin fue otra de las personas que frecuentaba el lugar. Me pareció algo extraño que ella no estuviera aquí, luego me dijo que estaba junto a su prometido causando que mi actitud risueña cambie a una de seriedad. Por eso comencé a beber más, a probar los diferentes cócteles, a ser más abierta con ellos a la hora de hablar.

En poco tiempo se me había olvidado los problemas, mis inquietudes y me sentí aquella Ayla de hace unos años atrás, la que sonreía siempre, la que era positiva y no se mataba con tontos pensamientos que no llevaban a ningún lugar. Estaba tan desinhibida que me deje llevar por Dina comenzando a bailar. Tal vez esto era lo que necesitaba, una noche de tragos, de diversión y dejarme llevar.

Comencé a darle más confianza a Klaus, debo admitir que es un buen bailarín y sobre todo un buen conversador, algo chantajista, pero al fin y al cabo muy inteligente. Lastima que todo eso se acabo cuando la nueva presencia en nuestra mesa opaco mi momento de celebración. Apenas cruzamos miradas me sentí desfallecer. Y a juzgar por su semblante, no parecía contento de verme allí.

—No sabía que te gustaban estos lugares.

Su entrecejo estaba arrugado, sus cejas finas, pero pobladas parecían juntarse haciéndole ver todo gruñon. Lindo. En medio de mi valentía causada por el alcohol recorriendo mi torrente sanguíneo fui capaz de llevar mi índice y medio sobre su piel para suavizar la zona tomándolo por sorpresa.

—Debes relajarte, señor seriedad, vinimos a divertirnos.

Su semblante paso a uno de extraña confusión que le tomo segundos cambiar por una de diversión mientras me miraba de arriba abajo seguramente sorprendido por mi actitud liberal. Se relamió los labios observando por unos instantes a su alrededor.

—Pensé que estabas con Kath.

Y tenías que cagarla.

Su sonrisa se vuelve más pequeña, toma asiento a mi lado en una de las sillas altas.

—Se quedó organizando cuestiones de la boda.

—No pareces entusiasmado de casarte —apoyo mi codo de la mesa, mi mandíbula en la palma de mi mano— ¿por qué?

Se encoge de hombros, remueve el líquido dentro de su vaso, al parecer es vodka lo que está tomando. Tiene un mechón de cabello sobre su frente.

—Lo estoy —responde con simpleza, bebe un trago para cambiar de tema— no sabía que tenías este lado salvaje, te vi bailando con Dina.

¿O sea que estuvo tiempo observándome? No sé cómo reaccionar a esto.

—Puedo ser mucho más que eso.

Oh no, detente ahora.

Es que no soy yo quien habla sino el alcohol que me obliga a decir tonterías. Se ve muy atractivo, sonríe a la gente que se acerca y lo saludan, también es conversador, me presenta como una amiga, me hace parte del momento, se ríe de un chiste que alguien que no veo ha dicho, tengo ganas de morderle esa hermosa nariz que tiene, sus cachetes, se le hacen como unos hoyuelos que también me apetecen meterle dientes.

¿No quieres también meterte entre sus piernas para variar?

Porque no. Ay Dios. Caigo en cuenta de lo que estoy pensando. Estoy muy fuera de lugar, pero no puedo detenerme. Me siento mareada, acalorada y avergonzada cabe decir, me levanto de la silla, me tambaleó un poco sorprendida por tener a Klaus, que no sé de donde salió, sosteniendo uno de mis brazos y a Johan sostener mi cintura por detrás.

—Ayla, ¿estás bien? —su voz retumbando en mi oído por sobre la música alta me hace estremecer.

—Ha tomado de más —responde Klaus como si nada— la llevaré al baño.

Estaré mareada, pero estoy lo suficientemente cuerda como para saber que eso no es una buena idea, no le tengo la confianza necesaria. Johan se niega rotundo, lo sé porque escuché un NO de su parte y luego como intercambiaban palabras que no pude comprender.

Me solté de ambos tomando mi bolso, ellos seguían discutiendo al parecer mientras yo buscaba el baño entre el tumulto de gente. Las luces parpadeantes de colores hacían peor mi malestar. Cuando entro hay muchas mujeres frente al mesón dónde usan el espejo para sacarse fotos o arreglar su maquillaje. Necesito agua. De la mejor manera en que puedo pido permiso metiéndome al bache del final.

Me tiró agua fría en el rostro, nuca y cuello. Cuando me miró al espejo no puedo enfocar mi vista con normalidad, apenas puedo verme, creo que he bebido demasiado y es momento de volver a casa. Sin siquiera secarme salgo del sofocante baño lleno de gente que inclusive fuman. Encuentro a Dina entre medio de mi despavorida salida preguntándome si me encuentro bien.

Le sonrió e intento que me deje ir. Mis ojos buscan por el local a alguien en particular sin quererlo, pero no lo veo por ningún lado. Me relajo un poco aprovechando de despedirme de ella y las demás. Les he caído tan bien que me hicieron parte del grupo de damas de honor en whatsapp. En el fondo, no quiero ser parte cuando mi misión es solo diseñar sus vestidos.

En el camino no puedo evadir a algunos borrachos atrevidos que intentan detener mi huida. Siento ganas de llorar de repente, no entiendo en qué momento todo empezó a salir mal. O tal vez si. Cuando salgo al exterior la brisa fresca golpea mi rostro, apenas hago unos metros me siento un poco más mareada y siento mi nariz roja helada.

—¡Ayla!

Lo que me faltaba.

Ruedo los ojos, volteó golpeando el aire con mis brazos, se detiene atónito cuando le digo de mala gana.

—¿Qué quieres?

—S-saber si te encuentras bien.

—Si, lo hago. Gracias por tu preocupación, Johan.

Soné demasiado ruda, pero quiero largarme, no me hace bien su presencia, no me hace bien seguir haciéndome daño. Como si Johan me recordara siempre que lo veo, que perdí a mi novio en un accidente automovilístico. Siento una horrible burla de la vida hacia mi estabilidad emocional que he podido solucionar con el tiempo.

Me tambaleó casi cayendo al suelo, uno de mis tacones al parecer me traicionó al pisar mal el piso de concreto, el pelinegro ágil me sostiene, comienzo a reírme de la absurda situación en la que me encuentro.

—Ayla, te llevaré a casa —murmura rodeando con uno de sus brazos mi cintura mientras su mano libre busca algo en el bolsillo de su pantalón jean— no estás en condiciones de andar por la calle a estas horas y menos sola.

—Gracias. —sollozo. Johan se detiene ante mi cambio drástico de humor, abrazo su cintura y escondo mi rostro en su pecho— discúlpame, por favor

—Esta bien, no te preocupes.

Siento sus brazos rodearme, su calor envolverme, su respiración cerca de mi rostro. ¿Acaso esto es normal? Él es un hombre prohibido, sin embargo, eso es lo que menos me preocupa. Cuando me separo, la cabeza me da vueltas, siento un lejano zumbido en mis oídos que me molesta. Sus pulgares secan mi rostro con una delicadeza que me provoca cerrar los ojos ante la calidez de su toque. Me sostengo de sus brazos porque siento que me voy a caer.

—Ayla.

Su perfume invade mis adormilados sentidos dejándome fuera de combate, siempre huele muy bien, quiero enterrar mi nariz en su nívea piel y saber que tan suave es como me he imaginado.

Reacciona.

Veo sus rosados labios moverse, se ven apetitosos cuando se los relame con la lengua, ¿qué sabor tendrán?

Me habla, pero no sé que dice cuando no le tengo miedo al supuesto éxito y decido lanzarme a besarlo tomándolo totalmente por sorpresa. Me mira estático en su lugar, juro ver estrellas en sus pupilas que a mi parecer se dilatan, mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas siento como si estuviera besando a mi Gukki-yah, estoy besándolo.

Muevo mis labios, él me sigue a los segundos. Mis brazos rodean sus hombros atrayéndolo a mi cuerpo, no quiero separarme, estoy disfrutando del calor de sus manos sostener mi cintura con firmeza. Mi respiración se agita, me siento flotar en la novena nube cuando nuestras lenguas hacen un pequeño contacto y me pierdo cuando me abraza.

🤭🤭🤭 Inserte su descargo aquí.➡️

No saben lo mucho que me encanta leer sus teorías, no descarten ninguna. Todas pueden servir y muy pronto sabremos lo que en realidad paso. 🤭

Perdón si no estuve muy activa, es que tuve una fuerte gripe que me dejó sin ganas de nada.

Espero hayan disfrutado del capítulo. Las adoro, cuidense mucho.😁

¡ɴᴏ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ!

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