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𝟑. 𝐓𝐚𝐫𝐝𝐞 𝐝𝐞 𝐭é.

Termino de acomodar el moño del vestido que decidí ponerme para el evento al que Kathrin me invitó. Es de mangas largas, la falda un tanto acampanada me llega hasta la mitad de los muslos. Debajo llevo mallas de color negro al igual que los zapatos. Al parecer es un total black, incluso mis uñas de un azul oscuro combinan, he peinado mi cabello en un rodete bajo, mi flequillo creció, debo cortarlo unos centímetros.

Reviso el maquillaje natural, agregando un poco más de iluminación a mis pómulos. Todo está en perfecto estado, tomo el pequeño bolso metiendo algunas cosas dentro como dinero, un neceser con maquillaje, perfume, entre otras cosas. Mi celular está en la mesa del recibidor de entrada junto a la tarjeta con mi nombre.

Observo la hora en la pantalla de mi celular, de fondo tengo una foto donde estamos JungKook, Bam y yo, el simple recuerdo de esa noche donde me pidió ser madre de Bam-ie me hace sonreír, las veces que salíamos a llevarlo de paseo o al veterinario, o cuando lo llevaba a casa y terminaba jugando junto a Yeontan hasta que ambos se quedaban dormidos.

Sigo curiosa por aquel chico, no me quede del todo satisfecha con lo que encontré en internet. Es cuando recuerdo la conversación que tuve con Joss en el trabajo sobre la familia Landrut.

•••
—Entonces nadie sabe cómo sucedió ese accidente.

—No, en principio se dijo que estaba fuera del país, que sucedió en el marco de uno de sus excesos —murmura, estamos en medio del almuerzo— luego nadie supo más nada porque dicen que el señor Landrut envió a quitar todo tipo de noticia o primicia de cualquier portal.

Es extraño, pues no encontré más detalles que me ayuden a descifrar.

—Supongo que el dinero todo lo puede.

—No les convenía entrar en más escándalos que hiciera que la familia más poderosa de Alemania vaya a la quiebra, sobre todo cuando el primogénito y único heredero de todo el imperio está metido en todo eso  —me mira antes de llevar un bocado de su comida y me dice en voz baja— es más, dicen que luego del accidente cambió tanto que ya no era el típico hombre descarrilado, de un día para otro, después de tanto tiempo desaparecido, salieron con la noticia de casamiento y terminaste siendo la diseñadora del vestido de su prometida.
•••

Yo sé que estoy mal, que estoy buscando en alguien más a quien fue mi novio. Suspiro mirando el paisaje a través de la ventana del taxi que me lleva a una de las zonas más exclusivas de Berlín, Tiergarten, lo poco que sé es que es un distrito residencial y de negocios, además cuenta con atractivos turísticos muy interesantes que en algún momento me daré el lujo de visitar. Desde que llegué solo me volqué en trabajar y mantener mi cabeza ocupada y no en disfrutar de mi nuevo hogar.

Cuando pago el servicio, desciendo del vehículo, camino por un sendero de adoquines perfectamente colocados, los alrededores de un verde césped bien cortado con algunas flores en específico logran la imagen de un jardín del Edén. Frente a mí se alza una majestuosidad de mansión custodiada por dos hombres en la entrada en forma de arco, presento mi invitación y me dejan pasar. Todo es ostentoso, un tanto intimidante haciéndome sentir algo incómoda.

Si JungKook estuviera aquí, me diría que mejor nos fuéramos a un parque a comer cualquier cosa o fuéramos a la casa a ver alguna película de Marvel mientras comemos un rico ramyeon picante en la comodidad de nuestros pijamas y la cama. Él era demasiado sencillo, estas cosas solo lo hacían sentir fuera de lugar como en estos momentos me siento yo.

Veo a una de las damas de honor que conocí en la boutique, se me acerca y me saluda amablemente, seguido de ella viene la madre de la novia que me trata de la misma manera, como si fuera de la familia. No sé cómo comportarme. Decido esperar a Kathrin a un costado mientras sostengo una copa del más fino champagne. Definitivamente prefiero el plan de pijamas, películas y cama. Pero trabajo es trabajo, contactos importantes atrae más puertas abiertas a nuevas oportunidades.

La mayoría son mujeres, reconozco algunos rostros célebres, incluso Astrid está invitada pero no la veo por ningún lado. Bebo un sorbo de champagne casi atragantándome cuando lo veo salir de la gran casa. Viste ropa elegante, camisa de botones con estampado, pantalones negros de vestir y zapatos del mismo color, se ve… magnífico.

Es aterrador el parecido, su forma de caminar tan segura me recuerda a la de JungKook, incluso su forma de sonreír arrugando su nariz. Viene con otro hombre a su lado, parecen muy cercanos. Se da cuenta de mi contemplanza porque al levantar su cabeza nuestras miradas chocan, puedo jurar que hubo una explosiva conexión o eso creo yo al sentir estremecerme. Comienza acercarse rápidamente con una media sonrisa en sus labios y yo me quedo hipnotizada.

—Ayla.

—¿Ayla? ¿se conocen?

Johan mira a su acompañante ante su pregunta borrando su sonrisa, luego nos miramos sin saber que contestar, para ese entonces veo a Kathrin llegar y colgarse del brazo de su prometido. 

—Veo que ya se encontraron —sonríe entusiasmada— mi amor, te presento a la diseñadora de mi vestido, Kim Ayla. Ayla te presentó a mi prometido, Johan Landrut.

—Encantada.

Jungkook, Johan me mira con el ceño fruncido, pues al parecer se encuentra algo confundido ya que nosotros si nos conocemos, pero preferí hacerme la desentendida.

—Él es mi hermano Klaus Meyer, Klaus, Ayla.

—Hermoso nombre, ¿tiene significado?

—Luz de luna.

—¿Luz… de luna? —pregunta el pelinegro extrañado, por un momento se queda pensativo, como en shock.

No sé porque mi corazón retumba en mi pecho de repente, sin embargo, decido ignorarlo y mirar a Klaus quien me sonríe.

—Hermoso como su dueña.

—Gracias.

Veo de reojo a Kathrin sonreír divertida contrario a su prometido que está con semblante muy serio alternando la mirada de su amigo a mi. El tal Klaus es muy simpático en los pocos minutos que cruzamos palabras, me hizo reír con sus ocurrencias, me doy cuenta de que volví a reír y de que me siento algo incómoda ante la penetrante mirada de alguien en específico. Ellos se van después de un rato, pues no deberían estar allí ya que esa fiesta es parte de la despedida de soltera de la novia.

Se despiden de mi, Klaus con un apretón de manos y dos besos en ambas mejillas como se supone sé suele saludar ahí, Johan apenas sostiene mi mano con la suya nos golpea una corriente eléctrica que causa que nos separemos. Esto jamás me había pasado, excepto.

Estamos sentadas en la enorme sala que funciona como living, hay bandejas con dulces y canapés en una mesa en el centro, cada invitada sosteniendo una taza de té o café que se va recargando gracias a las mujeres que trabajan para la familia. Kathrin me ha presentado con todas ellas, las más elegantes de la sociedad europea, todas sorprendidas por mi presencia. Pues al parecer me hice muy conocida por mis diseños y porque mi proveniencia coreana les causa mucho interés.

Kathrin está abriendo regalos, todas ríen y disfrutan de la sorpresa en el rostro de la futura novia, le sacan fotos y cuchichean entre ellas sobre la próxima colección que deben comprar, sobre alguna nueva propiedad o el viaje de temporada a los Alpes suizos. En estos momentos, extraño a Soojin y Miyeon, ellas estarían riéndose escandalosamente criticando todo esta ostentosidad, Soo estaría poniendo caras expresando su descontento.

Con ellas estaría en algún restaurante comiendo una buena ración de pollo frito y cerveza, hablando tonterías y pasándola bien. Quiero irme, pero no quiero ser grosera.

Cuando pasa la tarde estoy con la novia y su mejor amiga decidiendo sobre los diseños de los vestidos. Tienen muchas ideas, son algo desorganizadas porque no se ponen de acuerdo entre ellas. Trato de guiarlas, Kathrin tenía un diseño en mente para el vestido, pero a ultimo momento lo había cambiado cuando vio a Luz de Luna. Por lo cual, pensó que podría obtenerlo, causando que cambie también los vestidos de sus damas de honor.

—A mí me parece que el diseño de este vestido es hermoso.

—¿Lo crees? —asiento mirando el dibujo— pues cuando lo elegí era el vestido que imaginé desde que tengo quince años.

Se ve ilusionada en su relato, es ahí en que mi lado chismoso se enciende y no puede evitar hablar. Claro como algo casual.

—¿Puedo preguntar cómo se conocieron?

Dina, su mejor amiga, rueda los ojos soltando una risita que me pareció sarcástica, Kathrin nos mira de forma alternada boqueando su respuesta.

—Debes saber que Kath es la persona más obstinada de este mundo —habla Dina— por más que Johan se ha querido meter con todas sus amigas, ella —la señala con su índice— lo ha perdonado siempre.

Si me pasará a mi, lo hubiera mandado a la mismísima mierda. Podré estar enamorada, pero no voy a ser tan tonta de aceptar una traición ni deslealtad o falta de compromiso.

—Eso no es así, no estábamos juntos cuando eso pasó. —se defiende.

—Claro, tú estabas tan enamorada que no te importaba que te dejará plantada cuando lo invitabas a salir.

Las observo en medio de la pequeña discusión. Todo suena muy interesante. Ambos clones son el antítesis del otro, tan iguales en su aspecto, pero diferente en personalidad.

—Dina no lo soporta, pero lo acepta porque lo amo. Nuestras familias se conocen desde que somos pequeños, incluso desde antes, yo me enamore de él, Johan es alguien de alma libre, alguien imposible de manejar —sus palabras salen con pena mientras juega con su anillo de compromiso— pero todo cambio cuando tuvo —comparten una morada cómplice antes de añadir en voz baja— un pequeño accidente.

—Yo creo que al fin se dio cuenta de que su actitud de fuckboy idiota debía cambiar —pasa las hojas de una revista de forma descuidada— así que cuando despertó simplemente acepto que debía sentar cabeza.

Dina tiene un sentido del humor muy particular.

—Y no, no se metió conmigo porque soy abiertamente lesbiana —confiesa con orgullo guiñándome un ojo, Kathrin se ríe yo sonrió por su audacia— ya quisiera.

—Como sea me voy a casar con quién es el amor de mi vida y punto.

Está orgullosa de asegurar al hombre, una boda no es cualquier cosa. Es la unión de dos personas que realmente se aman y quieren compartir una vida juntos. Kathrin está muy eufórica, en cambio, —y no es por mi insulsa ilusión estúpida— Johan no parece demostrarlo de la misma manera.

Son casi las diez de la noche cuando decido retirarme de la casa de los Landrut, todos se han marchado a excepción de la novia con quién he tenido un poco más de conversación. Kathrin es muy agradable, es conversadora y un poco soñadora. Me recuerda a la Ayla de hace dos o tres años atrás que era positiva.

Estoy contestando algunos mensajes, mi madre vendrá pronto porque tiene fechas para una gira por Europa. Me pone feliz que al fin voy a poder verla, la he extrañado mucho. La necesito tanto. Estoy cruzando el enorme y elegante hall de entrada cuando siento la presencia de alguien detrás de mi, lo sé porque al pasar por una sala cerca de las escaleras cuando baje, lo vi de reojo.

—Ayla.

Volteo, le sonrió esperando a que continue, me mira analizándome al parecer y eso me pone ligeramente nerviosa.

—¿Por qué mentiste?

—Disculpa, no entiendo.

—Ya nos conocíamos, digo, nos hemos visto dos veces —hace una pausa y pregunta— ¿Por qué les hiciste creer que no?

—Ah eso, no te recordaba, lo siento —miento como una descarada, porque no puedo decirle que se parece tanto a mi difunto novio que me paralizo cada que lo veo o tengo cerca.

—Es mucha la coincidencia, ¿no crees? en serio no me conoces.

—No, ¿debería?

Suelta una risita nasal, me quedo tonta viendo como su lengua empuja el interior de su mejilla así como él lo hacia cuando algo le molestaba. ¡Basta!, Dios mío, dame paciencia y soporte. Antes de que hable, me adelanto y agrego.

—Lo siento, es que hace un par de meses llegué a Alemania desde Corea, no estoy familiarizada con nadie del mundo del espectáculo o algo así.

—Wuao —abre su boca queriéndome decir algo, pero se detiene— así que eres de Corea, yo igual.

¿Qué?

—Dijiste que…

—Quiero decir, mi madre es de allá, yo nací en Leipzig y por loco que parezca sé hablar a la perfección el coreano.

—Ah —es lo único que respondo para no desfallecer con esta nueva info, no es como si no supiera un idioma diferente, ¿por qué no? Es alguien diferente, no es JungKook. Es Johan— ¿Ella está... no la vi hoy.

—Ahm no, ella murió en un accidente. —se escucha acongojado.

—Lo siento.

—No te preocupes. ¿necesitas que te lleve, puedo acercarte a dónde quieras?

—No, gracias, me tomare un taxi o algo así.

—No es molestia, yo te llevo.

Me siento muy abrumada por su atención, por su cercanía y toda su presencia. Según leí y me dijeron, Johan Landrut, era el típico hombre mujeriego que derrochaba el dinero de su padre en fiestas y mujeres. ¿Por qué ahora cambiaría algo? ¿Quién me asegura que no quiere jugar conmigo? Que yo sea su última cañita al aire.

Me quiero golpear a mi misma cuando me encuentro en el asiento copiloto de su lujosa camioneta. A JungKook le hubiera fascinado este tipo de vehículo, sería como un niño dentro de una dulceria observando cada minúsculo detalle de cada aspecto. Lo extraño, lo extraño demasiado y su gemelo malvado solo provoca que me sienta triste.

En esa media hora de viaje hacia mi departamento apenas cruzamos palabras. En ningún momento habla de Kathrin, solo menciona ciertas cosas y una sola vez pregunto por el vestido. Estaba más enfocado en interrogarme por mi vida completa. Le he respondido sin darle demasiada información. Me siento algo incómoda a su lado a decir verdad. Apenas lo conozco, se respira un aire de confianza que no debería estar.

Cuando aparca frente al edificio donde me hospedo, me despido rápidamente bajando del auto, él me sigue detrás ayudándome con unas bolsas que traje con las telas que usaré para el vestido de su futura esposa, accesorios, joyería, entre otras cosas. Es algo pesado, pero puedo hacerlo sola.

—Gracias por todo.

—Gracias a ti, Kathrin está muy emocionada con todo esto. —sonríe y no puedo evitar compararlos. Mi corazón bombea muy rápido dentro de mi pecho instaurando una nueva locura que me permito ponerle el nombre de esperanza.

—Así es cuando uno se casa.

Yo no podré hacerlo.

Lo veo fruncir su ceño, boquea con la intención de querer decirme algo, pero se detiene pensando un poco.

—No pude, ahm, evitar observar que traes —hace una pausa apuntando a mi mano izquierda— un anillo, pero nunca te veo con tu prometido.

Lo dice con duda y mucha cautela, observo el objeto alrededor de mi dedo. Si, quiero decirle, debo decirle. Probar algo.

¿Probar qué?

No sé, tal vez si le digo sobre la idea que se parece a mi difunto novio, tal vez recuerde.

¿Y si no es él?

Suspiro, sonrío suave.

—Si, es más difícil que eso —lo veo curioso, atento por mi respuesta— él, mi novio falleció en un accidente de auto hace dos años atrás —intento que mi voz no se quiebre— iba a proponerme matrimonio, fue a retirar el anillo cuando sucedió. Fue…

No logro seguir, no puedo porque mi voz se corta, las lágrimas caen sin control por mi rostro. Los recuerdos de esa triste época me atacan, la depresión, la gente mirándome con pena a mi alrededor, el tener que aceptar que jamás lo volveré a ver, a abrazar. Lo extraño inmensamente, me estoy aferrando a una estúpida fantasía que me invente. Pretendo buscar en un desconocido al que fue el amor de mi vida.

Mi llanto se detiene un poco cuando siento la calidez arroparme, abro mis ojos dándome cuenta que estoy entre sus brazos, aún teniendo tacones, sigo siendo pequeña a su lado y de alguna extraña manera me reconforta. Su colonia suave y sutil me llena entera de una sensación placebo, me dejo hacer por sus caricias en mi espalda, por sus brazos apretándome a su torso.

Estoy loca porque es cuando me imagino que quién me está abrazando no es este chico de nombre Johan, sino mi JungKook. Tampoco puedo negar el sentimiento de alivio que siento, de seguridad a mi alrededor, como si estuviera en casa.

En multimedia está quien es el hermano de Kathrin y mejor amigo de Johan. Klaus.
Dato random: era mi amor platónico en la adolescencia y la coincidencia es que también cumple el 1 de septiembre como nuestro Jung coco. 😍

Esto será lento, hasta ahora creo que será una historia corta al igual que Be My Forever, no estoy muy segura porque puedo cambiar de opinión.
Las estoy leyendo.

Cuidense mucho, se les quiere. 🥰

ɴᴏ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ.

💜💜💜

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