𝟐𝟐. 𝐒𝐞𝐠𝐮𝐢𝐫 𝐟𝐢𝐧𝐠𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨.
Intento mantener la sonrisa mientras una de las clientas se prueba uno de mis diseños. Realmente lo intento, pero simplemente no puedo. Estoy cansada, no he dormido lo suficiente luego de llegar de Corea. JungKook tuvo que viajar antes gracias a que había recibido una extraña llamada por parte de Klaus, la cual no quiso decirme que hablaron, pero a juzgar por su rostro ese día, no fue algo de su agrado.
Al volver de Chuncheon nos avisó a todos que regresaría a Berlín por si solo y que yo debía quedarme más días para disfrutar de mi familia.
•••
—No entiendo porque no podemos volver juntos.
—Ya te lo dije, Ayla —ni siquiera me mira, esta con sus ojos en la pantalla de la tablet— es mejor así, no quiero que sospechen que viajamos juntos a Corea, no los pondré en peligro a ustedes, ni pondré sobre aviso a nadie.
—Hay algo que no me estás contando —no dice nada, sigue concentrado— ¿JungKook?
Suspira con hastío, voltea a verme con un semblante serio, casi como en reproche por distraerlo. Me mantengo firme sin desviar la mirada, pero es imposible que no quiera llorar sintiéndome frustrada por él cambiar los planes que teníamos a último momento.
Se levanta de la cama, está mañana llegamos a Busan, se supone que nos quedan unos días más. Se acerca ablandando su expresión, sus manos acarician despacio mis brazos causándome debilidad, estoy a punto de llorar, por lo que desvío la mirada hacia otro lado aleteando mis pestañas.
—Ayla, mírame —lo hago apenas— confía en mí, quédate, visita a tu familia. Debo fingir ser Johan, me necesitan —despeja mi rostro, besa mi frente para aferrarme a su pecho— cuando vuelvas a Berlín hablaremos.
•••
Pasaron dos días de todo eso y no sé nada de él o de Kathrin. No sé nada de los Landrut. Es como si se los tragara la tierra y temo que todo haya sido un utópico sueño del cual al fin desperté devolviéndome a una triste realidad donde Jeon JungKook no existe. ¿El vestido? Fue entregado el día anterior a mi regreso a la boutique. Así que mi trabajo está hecho.
—Ayla —Joss— amiga, ¿estás bien?
Asiento fingiendo una sosa sonrisa. Ella me conoce y sabe que hay algo más que no le estoy contando.
—Te ves pálida.
—Mi piel es así.
Sonríe no tan convencida de mi actitud. Estoy más apagada de lo normal. Reviso inútilmente las notificaciones de mi celular, encontrando nada. Suspiro haciendo anotaciones sin sentido en un bosquejo que llevo más de dos horas creando y cambiando cuando debí finalizarlo en diez o quince minutos como mucho.
Estoy por levantarme a buscarme un café cargado que me despierte de esta irracional letargo. No debo preocuparme por nada. Todo saldrá bien.
—¿Ayla? —giro el rostro hacia Astrid, sonríe con amabilidad. Ella es amable, pero últimamente lo es todavía más— tienes visitas.
La desmesurada ilusión viene a mi como una ráfaga de viento que se desvanece velozmente en el mismo momento en que veo a la persona.
—Klaus.
—Ayla, querida —sonríe cándido, logrando ganarse a cualquiera— perdón que te moleste en tu horario de trabajo, simplemente quería venir a verte y hablar contigo.
—Los dejaré solos.
—Gracias Astrid por siempre recibirnos tan bien a mi y a mi familia, nos sentimos como en casa.
La mujer le llevará unos quince años, pero a través de todo el maquillaje que posee se puede notar su rubor. Él sabe cómo ganarse a la gente. Se despiden con un beso en la mejilla, Astrid se va y yo me quedo a solas con Klaus en la sala más privada de la boutique. No tengo fuerzas para lidiar con este ser.
—¿Qué quieres?
—Que carácter.
Se sienta con tranquilidad en uno de los sillones sonriendo con algo de sorpresa quizás por mis palabras inesperadas. Mientras yo me encuentro parada de brazos cruzados en una actitud muy negativa.
—Klaus, no estoy de humor, ya me enteré que fuiste a buscarme al departamento e incluso viniste aquí preguntando por mí, sin olvidar las llamadas y mensajes que me llegaron.
—Si, lo siento —levanta sus manos— fui a buscarte, en eso me dijeron que te fuiste de vacaciones.
—¿Para qué?
—Pensé que te darías cuenta —sonríe ladinamente. Ruedo los ojos y asiente al darse cuenta que no seguiré su jueguito— solo quería hablar contigo, sobre mi hermana y Johan.
—¿Yo por qué sabría de ellos?
—Has estado pasando tiempo con Kathrin —duda— tal vez ella debió contarte algo.
—¿De qué?
—¿No sabes?
Si, pero debo fingir.
—No.
Me mira fijamente entrecerrando los ojos, buscando algo en mi rostro que le indique que estoy aparentando no saber. Para su mala suerte no encontrará nada de todas maneras. Se levanta en medio de un suspiro decepcionado, dejando marcar su gran altura y porte.
—Te invito almorzar, así puedo contarte.
—No puedo, debo trabajar y... —me interrumpe tomando mi mano, su tacto es cálido y suave.
—Ayla —su voz se dulcifica— sé que tal vez puedo ser o verme como un patán, pero me gusta tu compañía, te he tomado cariño al igual que mi hermanita lo ha hecho. —sonríe inocente, mi estómago se retuerce extraño, suena tan sincero— no quiero sonar como un psicópata o acosador.
—¿Por qué entonces ese día en el hotel cuando te llamé por Johan insinuaste que estuve con él cuando te dije que no?
Suspira apartando la mirada hacia nuestras manos aún unidas. Se encoge de hombros formando un puchero con sus labios.
—Tal vez porque sentí un poco de celos. No sé, no quiero ver a Johan o a Kathrin sufrir. Y tal vez porque me gustas.
Me sonríe débil, sus ojos cafés se tornan inocentes cuando me mira al rostro, con un brillo especial que no sé describir. Me dejó sin palabras.
No le creas.
—¿Qué dices, me acompañas a almorzar? Como amigos.
Busco respirar profundamente. Algo me hace desconfiar de él, algo me impide creer en lo que hace y dice, no quiero juzgar falsamente, pero prefiero hacerle caso a mi intuición que hasta ahora no se ha equivocado en mis sospechas.
—Esta bien, vamos.
Busco mi bolso y aviso que saldré despidiéndome. Klaus me espera afuera con unos cinco guardaespaldas a su alrededor. Esto ya no me gusta, un desconocido palpito en mi corazón hace que lata muy fuerte. Subo a la parte trasera de la camioneta negra cuando me abren, él lo hace segundos después sonriente.
—¿Por qué tanta gente?
Se ríe observando la pantalla de su celular, entendió lo que realmente quise preguntar.
—Por seguridad, lo normal de siempre.
Decido quedarme callada mientras le indica al chófer el restaurante donde iremos. Lo conozco porque fue al mismo que una vez fui con la parejita y él. Es en uno de los hoteles de la familia Landrut. Debo confesar que no me acostumbro a este estilo de vida tan ostentoso. Me impacienta un poco cómo es que JungKook se adapto tan bien a ello, cuando lo suyo es o era la sencillez.
O tal vez, estos dos años en su nueva vida cambio lo suficiente como para adaptarse a la perfección a una vida que pueda ser difícil dejar por tantas comodidades y beneficios que contiene.
Los platos se encuentran bien acomodados sobre la mesa de mantel pulcro y blanco. Klaus pidió vino mientras yo preferí beber agua. Hasta ahora todo es tan ameno que me siento demasiado cómoda.
—Johan y Kathrin se fueron juntos a Japón.
No me mira cuando lo dice, está cortando con lentitud un pedazo de carne que lo lleva a la boca masticando despacio.
—¿Ah si?
—No creo que ignores el hecho de que enviaron a guardar el vestido, Ayla. ¿En serio no sabías nada?
—Tu hermana solo me comentó que había discutido con Johan, nada más.
Asiente despacio y pausado sin apartar la vista de la mía. Retoma su sonrisa agradable removiendo parte del risotto en su vajilla.
—Pues Kath se fue hace unos tres días, Johan la estaba esperando y cuando me avisaron que estaban juntos no he sabido nada de ellos desde entonces.
¿Debería preocuparme?
—D-deben reconciliarse.
—Seguramente —sonríe socarrón— deben de estar muy bien encerrados como para no contestar siquiera los teléfonos.
Solo quiere provocarte, hacernos sentir mal.
¿Pero por qué? Se supone que no sabe nada, piensa que JungKook es Johan. Yo solo soy la diseñadora de un vestido. Klaus es un idiota de primera, pero no lo creo capaz de algo tan grave como intercambiar la identidad de otra persona, ¿o si?
Además, si lo hizo, no está solo en esto. Debe de haber más gente involucrada.
—Es lo mas normal —no muestres debilidad— son pareja, están por casarse.
—¿Y tú?
—Yo qué.
—¿Me darás la oportunidad o seguirás tras la sombra de tu ex novio?
Estoy segura que jamás le he contado sobre eso. Mi corazón retumba dentro de mi pecho entrando en pánico.
—¿C-cómo...
Deja los cubiertos a un costado con tranquilidad, cruza sus brazos encima de la mesa e inclinándose un poco hacia delante me murmura.
—Johan me ha contado algo en el pasado, no te enojes con él. Se le salió en medio de algunas copas.
—Ah.
¿Y si él realmente sabe quién es Jeon JungKook y solo está jugando con nosotros?
—Debió ser duro lo que te paso para que aún sigas con el anillo en tu dedo. —esta serio, curioso esperando a mi respuesta. La cual no tendrá porque no le diré nada.
—Si, pero de a poco he podido salir de ello —bebo algo de agua queriendo deshacer el nudo en mi garganta— sin embargo, no quiero ilusionarte, Klaus, no me siento preparada para una relación ni para conocer a nadie.
—Lo entiendo —baja la mirada, apenado— aún no pierdo las esperanzas, pero también entiendo que en el corazón no se manda —toma mi mano entre la suya — y quiero que me consideres un amigo, alguien cercano con quién contar.
Claro que en el corazón nadie manda, y va tener que seguir esperando sentadito, cuando tenemos a tremendo hombre esperándonos en otro lado. A menos que esté con la que se supone es su prometida.
No, JungKook debe estar ocupado en algo importante. Confío en él.
¿No te parece raro que tampoco Kathrin se encuentre?
¡Basta!
—¿Ayla? —agita su mano delante de mis ojos— ¿Estás bien? Te quedaste perdida.
—Si, yo…
Mi celular suena dentro de mi bolso. Lo reviso con algo de cuidado debajo de la mesa. Es Franz. Se me hace algo extraño. Me disculpó con Klaus levantándome de la mesa, me alejo hasta el baño de mujeres dónde más tranquila respondo.
—Franz, hola.
—Lala, ¿estás ocupada?
—No, estoy en la hora del almuerzo, podemos hablar tranquilamente.
—Necesito que está noche, si puedes, vengas a mi casa.
—¿Pasa algo?
—No, simplemente creí correcto una reunión con JungKook para hablar de lo que haremos de ahora en adelante. Ya tengo las copias de los estudios que se hizo y el ADN.
¿Hablo con él, pero no conmigo?
—Esta bien. Estaré ahí.
—Bien, solo era eso. ¿Te encuentras bien?
No, no estoy bien.
—Si, lo estoy.
—Ok, nos vemos entonces.
—Nos vemos.
La línea se corta, me quedo pensativa, decepcionada, dolida. Sabiendo que no tengo mensajes de algún tipo, reviso mi celular de todas formas. Ya no sé que pensar con esto de que JungKook no me haya hablado, siquiera para avisarme que se encuentra bien. Solo queda seguir fingiendo.
Apenas salí del trabajo fui al departamento de Franz, no he tenido cabeza para otra cosa, además quiero ver a JungKook a pesar de que él, al parecer, no. La puerta se abre, el chico me recibe con una sonrisa amable, me abraza y le correspondo el saludo dejándome pasar luego.
—No tuviste problemas, ¿verdad?
—No, ninguno.
Le conté que en la tarde estuve almorzando con Klaus, Franz dice que no confía en él ahora que sabe, tiene participación en lo del lavado del dinero. Me expreso su descontento y que tuviera mucho cuidado, pues al ser una persona con influencias e hijo de un gran magnate el alcance de contactos puede llegar a ser ilimitado lo que podría ayudarle a salirse con la suya y quienes terminaríamos perdiendo seríamos nosotros.
El timbre vuelve a sonar antes de que diga algo más. Responde por el intercomunicador mientras miro distraída alrededor.
—Bajare un momento —dice— me necesitan en recepción, pero entra, ponte cómoda. JungKook se encuentra en el balcón o en la sala.
Asiento, cuando la puerta se cierra, me quedo sola, inmóvil sin saber que hacer. No quiero verlo, pero por otro lado, quiero correr hacia él, abrazarlo y besarlo por no verlo desde hace días. Hay algo de música a un volumen bajo, trago saliva entrando a la sala a paso lento, conteniendo mis impulsos.
JungKook está apoyado en la puerta del balcón que está abierta, está de espaldas por lo que no puede verme. Su figura, aún así, es imponente siendo imposible apartar la vista de él.
Cuando nuestros ojos conectan todo se detiene. Sigo algo resentida por ni siquiera recibir un mensaje de su parte, pero tampoco puedo negar que mi devastador impulso por lanzarme sobre él está ganando batalla. Lleva camisa blanca de botones y pantalón negro de vestir. Jamás en la vida quise arrancarle tanto la ropa a alguien como en ese momento.
Me cruzo de brazos intentando calmarme, apenas lo saludo con un escueto hola queriendo marcar distancia, al minuto, me encuentro en una nebulosa de confusión por estar aprisionada entre sus fuertes brazos mientras su boca devora la mía. Un beso quita alientos. Uno que me dificulta respirar con normalidad cuando nos separamos y une nuestras frentes.
—Te extrañe.
Seguro.
—Lo siento, siento no haberte llamado, ni haberte enviado un mensaje —sus pulgares acarician lento y pausado mis mejillas— Gustav me reprochó el hecho de tener una aventura contigo.
Mis ojos se abren de la impresión. ¿Qué acaba de decir?
—Él… él sabe…
—No, solo intuyó —me mira con curiosidad, como si estuviera grabando en sus retinas cada uno de mis gestos— llegó a la conclusión de que la pelea que supuestamente tuve con Kathrin fue porque tú y yo nos estábamos viendo a escondidas. Le expliqué que no tengo nada que ver contigo, que solo te vi un par de veces y todo a causa de Kathrin.
—¿Te creyó?
Asiente. Su cuerpo junto al mío se siente bien.
—Además, Klaus le contó que su hermana y yo nos reencontraríamos en Japón para una reconciliación, así que olvidó lo anterior rápidamente.
—Si, lo supe —me alejo un poco de su contacto— Por eso viajaste antes, para verte con ella.
—No, desde que estoy en Berlín no veo a Kathrin, solo les hicimos creer a todos que nos quedamos unos días más allá —mi corazón late fuerte— según me dijo llegaba hoy de su viaje, yo apenas llegué me puse en contacto con Franz y tu padre por lo de la investigación.
Entonces, todo fue una estúpida confusión mía. Me hice un tonto drama en la cabeza dejándome llevar por las inseguridades.
—Lo siento, nena, no podía llamarte y ponerte en peligro —quiero llorar por ser tan idiota— quiero que sigan pensando que nosotros dos no tenemos relación alguna, salvó por Kath.
—Esta bien, por un momento me preocupe al no recibir algún mensaje de que te encontrabas bien.
—Pensaste que me olvidaría de ti. —sonríe, relame sus labios, peina mi cabello dejando mis hombros expuestos, niega— jamás podría, te necesito tanto, tanto. Estos días sin ti fueron de mucha ansiedad. En todos los sentidos.
—Pero ahora estamos juntos, otra vez —murmuró, uniendo nuestras frentes de nuevo.
—Si, lo estamos. —me sonríe, logra hechizarme y solo dejo que me bese a su antojo.
A los minutos escuchamos la puerta abrirse. Voces hablando bajo y nosotros nos separamos, pero sin colocar demasiada distancia.
—¿Kathrin?
Me sorprende un poco su visita. Lleva el cabello más corto, aún así viste elegante y casual.
—Ella viene a colaborar —dice Franz, JungKook asiente avalando.
Parece nerviosa jugando con los dedos de sus manos, sus ojos tienen un brillo que avisa que está aguantando el llanto al mirarme. Se acerca sin decir nada y me abraza sorprendiéndome un poco. Le correspondo porque la siento temblar y en partes, estoy muy agradecida por tenerla de nuestro lado.
—Voy a decir todo, todo lo que sé para que Gustav y mi hermano paguen por todo el daño que hicieron.
—Gracias Kath.
Ambas estamos llorando cuando nos separamos.
—Sera mejor que hablemos de una vez —propone Franz, indicándonos que tomemos asiento.
Cuando lo hacemos ponen al día a Kathrin, sobre la investigación del lavado de dinero, corrupción y otras faltas por parte de su hermano en el casino. JungKook le cuenta lo que hemos descubierto en Corea, sobre las pastillas, los estudios que se hizo, lo que los médicos le dijeron, nuestras sospechas. No puede creer nada de lo que está escuchando. Y podría entenderla, no es fácil enterarte que alguien importante de tu familia haya cometido algo así.
—¿Están seguros que mi hermano fue parte de eso?
JungKook y Franz se miran.
—No, pero no podemos descartarlo. Recuerda que cuando estuve en coma, los únicos que entraban a verme eran Gustav y tu hermano. Y luego de eso te decían a ti como tratarme.
—Si, es verdad.
—Por ahora debemos seguir como si nada —habla Franz, por un mínimo segundo me mira antes de decir— Lo más lógico sería que sigan con el compromiso, con hacerles creer a todos que sigues siendo Johan Landrut y estás por casarte con Kathrin Meyer.
Los tres me miran a mí. Mentiría si dijera que no siento la poderosa presión de decidir encima mío mientras siento como me asfixio lentamente, JungKook espera a que le dé el positivo al igual que Kathrin, mientras Franz solo mira con desgano la situación.
—Sería lo más sensato —murmuro— ¿Y cuánto tardaría la investigación?
—Hasta que podamos descubrir una fuente concreta, tenemos a un agente encubierto para eso. Vamos por buen camino, así que supongo que podría ser algunas semanas, uno o dos meses más.
—Esta bien.
Se quedan hablando un momento más, es ahí que me entero en que mi padre también está en esto, será el abogado de JungKook al momento en decida denunciar a Gustav Landrut por lo que le hizo.
—Deberíamos marcharnos, es tarde.
—¿Quieres que te llevemos?
—No, gracias —se niega Kathrin, mira a Franz por un momento— me gustaría quedarme un rato más hablar con él —lo señala— ¿Si no les molesta?
—Claro que no.
JungKook la abraza, murmurándole algo al oído que no logro escuchar, pero ella intenta sonreír y asiente. Al separarse, Kathrin es quien me abraza cómo forma de despedida, le correspondo porque ahora debemos apoyarnos mutuamente. Ella es una víctima más en todo esto.
Solo espero que pronto todo esto termine de una vez.
Cuando entramos a mi apartamento, lo hacemos en un amargo silencio que puede cortarse con un cuchillo. Enciendo las luces del pasillo con desgana, voy directamente hacia mi habitación cuando dejó mi bolso y zapatos en el mueble de la entrada. No tengo las fuerzas suficiente como para hablar o cambiarme, solo quiero dormir un par de horas.
JungKook me sigue atento a mis movimientos, se queda parado a mitad de la habitación observándome mientras yo me siento a los pies de la cama.
—¿Estás segura de esto? —susurra, mirándome con duda en sus bonitos ojos de cervatillo, abatido.
No.
—¿De qué?
—De que finja mi relación con Kathrin. Que siga con esto del matrimonio.
Claro que no quiero.
—Se supone que ellos no saben que eres JungKook —no llores, no llores— deben encontrar pruebas suficientes que puedan llevarlos a detenerlos antes, ¿no?
—Aun cuando eso suceda, podríamos simplemente denunciar lo que me hicieron —su ceño está fruncido en lo que acorta un poco la distancia entre nosotros— tenemos pruebas de que soy Jeon JungKook.
—Pero no las que necesitamos para que puedan darle la sentencia que merecen.
Me mira en silencio, tampoco está convencido de esto, lo conozco bien. Me levanto con la intención de ir al baño, me abrazo a mi misma para sentirme menos sola.
—Sabes que aún así no voy a dejar de verte —asiento— tal vez te suene incorrecto lo que te voy a decir, pero… quiero estar contigo.
Acorta la distancia, me rodea con sus brazos aferrándome a su anatomía. Ya no soy fuerte cuando estoy con él.
—Hay otras maneras sin que debamos poner…
Lo callo besándole.
—No, solo debemos soportar un poco más.
Asiente, besa mi frente, mi nariz y mis labios dónde se queda más tiempo, sonrió porque me siento en el cielo con esos pocos cariños. No me niego cuando comienza a quitarme la ropa, yo lo hago después con la suya sintiéndome satisfecha por cumplir mi ardiente fantasía, aunque no de la forma en que quisiese.
Ambos nos vamos a la cama disfrutando de las melosas caricias del otro. Debemos disfrutar cada pequeño momento que tenemos, porque presiento que será muy escaso.
Maldito bloqueo de escritor/lector 🤦🏻♀️
¿Ustedes qué piensan que pasará ahora?
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En otros temas:
D-Day te amo, Ñinguis te amo, te apoyo y te admiro. Si en algún momento sienten que ya no hay más que hacer busquen ayuda, hablen, griten, lloren, no se queden con nada dentro.
JungKook mi Dora la exploradora y la queso... jamás te cortes ese cabellito y seguí haciendo lo que se te cante. 😂
Les quiero, cuidense, tomen agüita, cuidense del dengue, pónganse protector solar, sigan stremeando. 💋
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