𝟐𝟏. 𝐈𝐧𝐭𝐞𝐧𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐫𝐝𝐚𝐫.
JungKook.
Llegamos a la casa riendo por la travesura que acabamos de cometer. El sol naciente se cuela por las montañas de verde follaje, es una hermosa vista por admirar y suena extraño, pero mis manos pican por pintar. Entramos a la cocina siseando por silencio, aún es temprano, Ayla suelta mi mano colocándose muy nerviosa de repente. Le sigo al darme cuenta que mi madre nos observa con una sonrisita extraña en sus labios mientras bebe lo que parece ser té.
—¿Salieron temprano a hacer ejercicio?
Ayla se sonroja un poco, yo me acerco a mi madre para abrazarla y besar su frente en lo que le contesto.
—Solo fuimos a caminar, a pasear.
Me mira asintiendo la cabeza mientras entrecierra los ojos, no me cree, y tal vez, pueda ser porque Ayla sigue en pijama mientras yo con la misma ropa de anoche. Debí suponerlo, tiene demasiada experiencia como para creerse que anduvimos de paseo agarraditos de la mano como par de niños inocentes.
Estoy por excusarme con algo más, cuando appa llega dando los buenos días, salvándonos a los dos.
—Los nenes fueron a pasear un rato —habló omma recibiendo un beso en la frente por parte de mi padre, su voz suena con un tono de ironía— hicieron un poco de ejercicio al parecer.
Él nos mira sonriéndonos. La escudriña a Ayla de pie a cabeza, luego lo hace conmigo, me estoy poniendo más nervioso de lo que ya estoy. Incluso, nos hemos revisado el aspecto el uno al otro antes para no vernos tan desastrosos. Sonríe divertido, guiñándole un ojo a mi madre. Supongo que ya entendió.
—Iré a cambiarme. —Ayla se va cabizbaja, es una miedosa.
Yo me quedo viendo que Junho se pondrá a cocinar, preguntándole a Soah que quiere para desayunar, ella le responde mientras me quedo admirando la hermosa interacción que tienen, son cariñosos el uno al otro, compañeros.
Siento mi pecho inflarse con algún extraño sentimiento, tal vez sea el orgullo por verlos quererse. No sé, incluso siento un poco de envidia porque anhelo que mi relación con Ayla se acerque a la de ellos. Tal vez éramos así de unidos antes del accidente. Y eso es a lo que aspiro ahora, a convertirme en el compañero que ella quiere y necesita.
—Deberías darte un baño, nene —omma está ayudando a cortar algunas verduras, me susurra— quitarse el exceso de la corrida para desayunar mejor.
Estoy por reprocharle, pero me avergüenzo demasiado que termino corriendo escaleras arriba. Se suponía que ni bien despertara, le avisaría a Ayla para llegar antes que se dieran cuenta de nuestra ausencia, pero me quedé hechizado por ella, por su cuerpo, por su piel, me deje llevar explorándola y terminamos aprovechando dos veces más.
Estoy por entrar a la habitación que comparto con la castaña cuando en el camino veo a Taehyung salir de la suya, está somnoliento y despeinado. Me mira con ojos hinchados, me entra el pánico por estar recordando con simpleza lo que le hice a su hermana menor.
—Buenos días, Gukk-ah.
—Buenos días, hyung.
Frunce el ceño, su cabello tiene pequeñas ondulaciones que lo hacen ver más alborotado.
—¿Despertaron ya? ¿Ayla sigue durmiendo?
—Ella debe estar tomando un baño ahora, ahm, yo solo fui a beber algo de agua, pero ahora también tomaré un baño, no con ella sino…
No sé si sigue dormido o solo se me queda viendo confundido por mis palabras precipitadas, solo lo saludo excusándome y cierro la puerta detrás mío suspirando. No entiendo los nervios, es normal lo que hacemos si somos pareja, ¿no? Es extraño, hasta hace una semana estaba comprometido con otra mujer y ahora estoy manteniendo una relación con otra.
El agua de la ducha cae, me tienta entrar y acompañarla, pero en estos momentos no puedo atreverme de verla desnuda porque no me voy a contener. Sonará a qué soy un maniático sexual, pero no es así, cómo se lo dije a ella, no he tenido intimidad con nadie. Ni siquiera he podido tocar a Kathrin porque simplemente no podía, había algo que siempre me lo impedía, por lo tanto, terminaba frustrado.
Lo intente con otras mujeres gracias a que Klaus siendo mi mejor amigo, me presentaba alguna amiga. Todo era lo mismo, sin embargo, con Ayla. Con ella no puedo detenerme. La necesito como un loco y me gusta lo que me hace sentir en ese momento.
—Oye, ¿estás bien?
Sigo apoyado contra la puerta cerrada, Bam me mira acostado en el piso, Ayla está en toalla, su cabello cae húmedo por su espalda. ¿Por qué me hace esto? Me muerdo el labio desviando la mirada. Su piel brilla, apenas hay una distancia considerable entre los dos, pero puedo oler el perfume de su shampoo, agarra un pote de crema, coloca un poco en su mano para pasarlo por sus piernas. Esas piernas.
—¿Gukk?
—V-vo —me siento un idiota por tener estos pensamientos morbosos. Carraspeo— voy a tomar un baño.
Me encierro, agradezco que el pantalón que tengo es lo suficientemente holgado para que no se diera cuenta de mi erección. Una ducha de agua fría va calmarme.
Cuando salgo con una toalla alrededor de la cintura, no veo a Ayla o a Bam en la habitación. Afuera hay un sol radiante y puedo ver a lo lejos, a través de la ventana, que están marchando hacia la otra casa donde hay una mesa de madera con bancos como asiento bajo un toldo.
Mi celular vibra en la mesa de luz, el nombre de Kathrin junto a su foto ilumina la pantalla. Es extraño que ella me esté llamando, reviso la hora, allá en Berlín deben ser las dos o tres de la madrugada, pero aún así decido contestar sentándome a orillas de la cama.
—Kathrin.
—Hola —no le he contado nada, ella aún no sabe quién soy en realidad— ¿Cómo estás?
—Bien, por suerte todo está bien.
—¿Podemos hablar?
Observó hacia la puerta cerrada, podría comentarle la situación, preguntarle que tal está todo allá o si alguien sospecha algo de lo que se supone hemos hablado. Se supone que discutimos y que como pareja estaremos distanciados un tiempo. Nuestras familias lo saben, hasta ahora Gustav solo me ha llamado para preguntarme cómo estoy y cuándo volveré para arreglar las cosas con Kathrin.
<<Ese matrimonio no puede acabarse porque si, piénsalo bien, hijo>>, fueron las palabras suplicantes llenas de dulzura la última vez que hablamos por teléfono.
—Si, claro, dime.
—Se te escucha tranquilo —dos años junto a ella me fueron suficiente para conocerla, y afirmar que no se encuentra bien— ¿cómo fue? ¿es lo que Ayla te dijo?
Meyer Kathrin esta enamorada de Johan Landrut, se iba casar con Johan, se supone que él sería el heredero de la cadena de hoteles y casinos Kurhaus. Yo soy Jeon JungKook, aquel ADN que me hice lo corrobora, los estudios donde dicen que han manipulado mi mente, y sobre todo, los sueños que he tenido y Ayla me los confirmó, eran recuerdos de mi vida antes del accidente en realidad.
No quiero lastimar a Kathrin, no quiero que se entere de esta manera que la persona que creyó el amor de su vida, no es más que alguien diferente. Otra persona a la cual secuestraron, engañaron y usaron a su antojo. Ella no se lo merece, yo no me merezco esto, ni mi familia tampoco.
—Si, es cierto, mi nombre es Jeon JungKook, nacido el primero de septiembre del noventa y siete en Busan, Corea del Sur. Tuve un accidente automovilístico hace dos años atrás en la ciudad de Seúl.
Solloza a lo lejos, apartó la bocina para que no la escuchará, pero si lo hago, la escucho desmoronarse y siento la necesidad de consolarla. De hacerle saber que jamás quise lastimarla y menos engañarla. Ella también es una víctima en todo esto. Lo que más me intriga es saber quién más, aparte del hombre que dice ser mi padre, está metido en esto.
—Kath, yo…
—Esta bien, solo quería saber cómo les había ido —esnifa, su voz es gangosa producto del llanto— ¿Cómo está Ayla? Supongo que está muy contenta.
El recuerdo de lo mucho que ha sonreído estos días vienen a mi mente, irradia luz, es otra persona ahora que sabe quién soy. Ayla me hace sentir pequeñito por la fuerza que transmite, por jamás dejar de luchar ante lo que cree. Es admirable saber que tengo una mujer así a mi lado.
—Si, lo esta —contarle que me encuentro junto a mi familia tal vez no sea lo correcto— intentando asimilar todo al igual que yo.
—¿Puedo preguntarte otra cosa?
—Si, claro.
—¿Tú y ella? —hace una pausa— ¿Ustedes… estuvieron juntos mientras nosotros…
—No, no, no, Ayla jamás lo permitió.
Al segundo en que terminó de decirlo me doy cuenta de mi error. Me maldigo por dentro.
—Es comprensible ustedes dos se amaban, iban a casarse —la escucho lejana— aún así no deja de doler.
—Kathrin.
—No importa, no es para lo que te llame —Esnifa, recomponiéndose— era para avisarte que si Klaus te llama y pregunta por mí, dile que estoy contigo, que viaje a verte para una reconciliación.
—¿Por qué? ¿viajaras?
—Me iré a Canadá unos días. Supongo que ustedes regresarán la próxima semana a Berlín.
—Si, saldremos en unos días mas.
—Ok, solo era eso.
Siento la necesidad de explicarle demasiadas cosas que ni yo sé.
—Kathrin.
—Envíale saludos a Ayla, cuídense mucho y me avisan cuando lleguen a Alemania, tenemos mucho que hablar.
Corta sin darme tiempo a despedirme o decirle algo más. Creo que debo darle su espacio, no es fácil para ella asimilar esto. Para mí tampoco, sé que no debería, pero me siento culpable, siento que he engañado a Kathrin porque mientras pensaba que era Johan y estaba comprometido con ella pensaba en otro mujer.
Termino de vestirme, bajo encontrando todo en silencio, no hay nadie, Bam está sentado en el césped verde mirando hacia el lago, me acerco a él, voltea trotando hacia mí. Salta, me saluda con entusiasmo sin querer apartarse de mi lado cuando le indico que vaya dentro de la casa. Es muy juguetón, se mantiene alerta como si alguien quisiera lastimarme y se lo hago saber cuando acaricio su cabeza.
—¡Hijo, ven a comer!
Me acerco sentándome junto a Ayla, está conversando con su hermano y Soojin, no puedo ignorar la sonrisa que se dibuja en su rostro, es una de felicidad, una que no puede perturbar su tranquila paz. Repito, desde que supimos que soy JungKook, ella es la que me sostiene, la que está dispuesta a ir contra todo con tal de saber la verdad. Admiro su fortaleza, su valentía, su sagacidad, ahora sé porque me enamore de ella.
El sol calienta lo suficiente como para mantener el ambiente cálido, hay una brisa fresca, un tranquilo silencio, uno demasiado cómodo que me mantiene con los pensamientos en pausa mientras observo el agua del lago moverse lentamente. Llevo un pescador en la cabeza que impide que la luz solar me nuble la vista del hermoso paisaje de la lejanía.
Alguien se coloca a mi lado apoyando sus brazos del barandal negro de metal, es Taehyung, me sonríe de labios sellados y me acompaña sin decir nada. No hemos podido conversar seriamente, he pasado escuchando sus anécdotas o sobre Janggu, que preguntar por otras cosas simples no me interesan. Solo quiero pasar tiempo con estas personas que son mi familia.
—¿Cómo te has sentido?
—Bien —suspiro— todo es… tranquilo.
—Me alegro —sonríe— Lala se ve demasiado feliz.
—Creo que lo está —tengo intriga por saber— ¿hyung? ¿podría decirme cómo era antes del accidente?
Gira la cabeza hacia atrás, tal vez buscando a las chicas, ellas se encuentran caminando por ahí, Ayla me avisó que harían algo de senderismo con mi madre, Soojin las siguió porque, según todos, ella es demasiado terca como para que le nieguen algo. Me causa ternura, me hace sonreír lo impulsiva y ocurrente que es.
Ayla dice que solía sacarme de mis casillas.
—No sé si deba.
—¿Por qué no? Yo soy el que quiere saber.
Suspira mirando a sus manos, lo piensa.
—Eres una gran persona —empieza— siempre has querido salir adelante y cumplir tus sueños. Estudiabas y trabajabas duro, eras un gran amigo que se encontraba cuando más se lo necesitaba, el que nos hacía reír en nuestros peores momentos. Has demostrado ser el mejor para tener un futuro junto a nuestra hermana menor. Realmente la amabas.
Lo cuenta en pasado. Claramente puedo entender que hable de esa manera, el JungKook que ellos conocían ya no existe, en su lugar hay un desconocido que aún los trata con algo de distancia. Es otra de las cuestiones que me hace sentir peor, ellos son mi verdadera familia, me alejaron de todos ellos. Por lo tanto, debo hacer que paguen todo el daño causado.
—Puede sonar extraño, pero —suspiro mirando una bandada de pájaros en el cielo— quiero demasiado a Ayla, siento cosas que no he sentido antes, bueno, desde que desperté del coma no me he sentido tan atraído por una persona como lo hago con ella.
Sonríe, su mano da golpecitos a mi hombro.
—Ayla tiene ese poder de llamar la atención de cualquiera. La quieres al segundo en que la conoces.
Asiento porque coincido con lo que dijo. Más allá de que sentí mi corazón extraño la primera vez que la vi, cuando la conocí más a fondo me sentí tan cómodo con ella que lo único que siempre quería era verla y hablarle.
—Creo que no solo la quiero —mis dedos juegan nerviosos entre ellos— creo que jamás deje de sentir amor por ella —tengo la mirada fija de hyung— cuando me siento sofocado o siento que me encuentro perdido, a la única que necesito para calmarme es ella, puede que suene a dependencia, pero Ayla me ha traído tanta paz en medio de este horrible caos en mi cabeza —suspiro profundamente mirándole— quiero volver a recordar, quiero poder casarme con ella y cumplirle las promesas que nos dijimos cuando novios.
—¿Has recordado algo?
—No mucho.
Sonríe, al parecer sabe algo que yo aún no.
—Ten paciencia, todo se dará a su tiempo, confía en que esos sueños son recuerdos de nuestro Gukki-yah.
Nos reímos.
Realmente quiero recordar.
Ya es de noche, hemos pasado la tarde intentando pescar algo mientras las chicas nos daban apoyo moral. Era gracioso ver la relación de Soojin y Taehyung, ambos peleaban por tonterías y terminaban a los besos y abrazos. Mis padres han tenido su tiempo de calidad juntos, incluso los he acompañado estando los tres juntos.
Puede que sea poco tiempo, pero en ese pequeño lapso me he sentido en confianza, en mi propio hogar comparado con la familia Landrut. No es que Gustav sea alguien malo, no. Debo admitir que la relación de padre e hijo que llevamos hasta ahora es tan amena e íntima que puedo sentir su cariño, sin embargo, no puedo evitar preguntarme si lo hace para compensar lo que no logro con su verdadero hijo o es que realmente eran así de cercanos.
Por eso no entiendo la difícil decisión que tomó de intercambiar a su hijo por un impostor. Es retorcido, es demasiado grave y desolador. El dolor de perder a su mujer e hijo debió ser tan devastador que su mente se obligó a crear una salida fácil sin importarle cuánto daño podía causar a terceros. Un daño que podría ser irreparable sino recupero la memoria.
La casa está algo silenciosa, haremos un picnic afuera con una fogata para ver las estrellas, he notado que falta alguien. Me asomo en la puerta con algo de cautela, Soah está ordenando algo de ropa sobre la cama. Me intriga un poco estudiar sus movimientos, saber cómo es ella.
—Oh, cariño eres tú.
—Perdón si te asusté.
Sonríe— Claro que no, cielo.
—¿Qué hacías? —entro sin permiso, se sienta a orillas de la cama y yo lo hago frente a ella en el suelo.
—Ordenaba un poco —es cuando captó una caja rectangular de lata, de esas que eran de galletas deliciosas, a un lado de ella. Tiene papeles y algunas fotos— solo viendo algunos recuerdos.
—¿Puedo verlas contigo?
Sonríe con lágrimas en sus ojos, asiente y con su mano palmeando el colchón me ordena que me siente a su lado quedando aquella caja entre medio de los dos. Sostiene un par de fotos que mira con cariño y melancolía. Son de un pequeño pelinegro que al parecer, soy yo.
—Mira, aquí tenías ocho años —sorbe la nariz, ella se acerca mostrándome la imagen en su mano— fue una excursión de la escuela para la clase de biología. Ese día estabas muy alegre y contento de poder ayudar a buscar crustáceos en el mar.
No me reconozco, parezco demasiado pequeño y debilucho en comparación a mis compañeros un poco más grandes, tengo una sonrisa alegre de satisfacción que denota mis dientes delanteros.
—Aquí tenías como cinco años, fue cuando tus abuelos te regalaron tu primer bicicleta —hay otro niño a mi lado sonriendo— tu primo se reía de ti, porque estabas más entusiasmado con la corona de globos en tu cabeza que por el regalo en si —no quita sus ojos de las imágenes— eras muy risueño, travieso y curioso. Así te hiciste la cicatriz que tienes ahí.
Tocó con la llena de mis dedos aquella marca en mi mejilla, Gustav me dijo que fue a causa del accidente, aunque, para mí no lo era ya que no se ve reciente, se ve antigua y con mucha historia. Pues tenía razón. Omma me cuenta con lágrimas en los ojos y una alegre sonrisa la forma en que me lo hice y suena a un niño travieso jugando con sus primos.
Me muestra los dibujos que he hecho, desde pequeño tengo mano para dibujar y pintar. Ha guardado la mayoría, fotos de mi infancia y adolescencia, incluso fotos donde me encuentro con Bam y Ayla. Una Ayla muy diferente de la que hoy conozco. Una jovial, dulce y radiante. La de ahora es madura, fuerte y con demasiada vivencia en su camino.
—¿Cómo te has sentido?
—Mejor —ella se ha preocupado demasiado— mejor que estoy con ustedes.
—Tal vez suene un poco sofocante —acuna una de mis mejillas— pero te amo, hijo, eres lo más hermoso que la vida me dio, quiero que seas feliz, quiero que vuelvas a nosotros, pero más que nada quiero que te cuides, no te pongas en peligro sea lo que sea que hagas, ¿si? —asiento— prométeme que volverás a verme con la noticia de que tú y Ayla se casarán.
—Te prometo cuidarme, omma, prometo que regresaré contigo y con appa.
La aferró a mis brazos, su aroma me invade causándome tranquilidad. Ella me rodea respirando con algo de dificultad por su llanto. Me siento muy cómoda a su lado y no sé cómo demostrarle. Quiero recordar mi vida entera, porque no soporto verla sufrir. Quiero poder decirle, “te amo, omma” sin la necesidad de que haya un muro entre medio.
Volveré a Alemania antes para arreglar todo esto, está vez voy con una sola misión. Saber toda la verdad.
Mi teléfono suena en el bolsillo interno de mi pantalón, lo extraigo y ambos vemos el nombre de quién me llama, beso su frente y me dirijo hasta la habitación que comparto con Ayla para atender tranquilamente.
—Dime.
—Oye, pensé que unos días lejos te haría más feliz, al parecer sigues estresado. —ríe.
Klaus es uno de los sospechosos en esto del lavado del dinero, aunque nos llevamos bien y me ha acompañado, siento demasiado resentimiento por él.
—Demasiado trabajo.
—¿Has podido negociar con algún buen inversionista?
—Si, hay algo alrededor.
—¿Cuándo volverás?
—Supongo que en unos días, ¿cómo está todo por allá?
—Bien, tu padre ha estado un poco enfermo.
Gustav tiene problemas de corazón, el último año ha tenido que estar en constante reposo, por eso todo ha recaído en mí.
—Necesito preguntar algo que no es de trabajo.
—Dime.
—Mi hermana me dijo que viajará para verte para una posible reconciliación, ¿es así?
—Llegara en unas horas, ¿por qué?
—No estarás de incógnito junto a una linda asiática, ¿verdad? —lo pregunta con sorna, su voz bajando de nivel para que nadie a su alrededor lo escuché. Le divierte la situación.
La supuesta situación de qué tal vez este engañando a su propia hermana.
—No te entiendo, Klaus.
Suspira.
—Fui a la boutique a buscar a Ayla para invitarla a salir, ya que no me ha respondido los mensajes o llamadas, me dijeron que se fue de vacaciones y en su departamento me dijeron lo mismo.
—No te parece que suenas a un acosador psicópata. Tal vez no quiera responderte.
—O tal vez la tengas ahí desnuda en tu cama.
Que agradezca que esta a cientos de kilómetros porque no me hubiera detenido en matarlo a golpes.
—Por última vez, entre esa chica y yo no hay nada. Me voy a casar con tu hermana, por el amor de Dios. Deja tu estúpida inmadurez de lado, sé un hombre y deja de decir tantas estupideces.
—Wuao, ¿Johan eres tú? —trago saliva. Por un momento he olvidado que para él soy Johan Landrut — ¿Desde cuándo te incomoda tanto que mencioné que te cojas a otras mujeres? Ya lo has hecho.
—Por el simple hecho que le debo respeto a Kathrin, porque sabes que no he estado con nadie desde el coma y porque me tienes harto, ¿Contento?
—No, si —exhala lentamente, tomándose el tiempo de volver hablar— Lo siento, hermano, estoy estresado con todo el trabajo que hay aquí en el casino, te necesito, hemos tenido... algunos inconvenientes.
—Dentro de unos días volveré, tal vez me quedé un poco más ya que Kathrin vendrá. Hablamos, cuídate.
No quiero creer que Klaus también está involucrado con el engaño de mi supuesto padre. No quiero creer que "mi mejor amigo" también es parte de este espantoso engaño que causó daño a su propia hermana. Porque si es así, él también pagará muy caro sin importarme nada.
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