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𝟐. 𝐒𝐢𝐦𝐢𝐥𝐢𝐭𝐮𝐝𝐞𝐬 𝐲 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬.

Despierto sintiendo el calor humano rodearme, mi alrededor se funde entre la luz cálida del sol ingresando por la ventana de la habitación y el aroma particular dulce y suave del perfume masculino. No quiero abrir mis ojos, la sensación que me regala su cuerpo junto al mío es tan reconfortante que quiero quedarme para siempre aquí. Mis oídos captan el ruido lejano de la ciudad afuera. De su respiración golpeando mi mejilla, las yemas de sus dedos rozando mi hombro y parte de mi espalda en unas caricias.

Mis párpados se abren lentamente, me recibe con una sonrisa tan hermosa y encantadora que me hipnotiza. Peina los pequeños cabellos que descansan sobre mi frente, su voz suena tan lejana cantando en un bajo tarareo que me relaja hasta el punto de querer dormir de nuevo, pero no quiero cerrar mi ojos y perderme de su belleza.

Acorta la distancia entre nuestros rostros y me besa, parte de su flequillo que le llega hasta la barbilla me da cosquillas en el rostro mientras cambia nuestras posiciones colocándose encima de mí. Su cuerpo da calor al mío, su mano acaricia mi cabello, sus labios que me sonríen rozan los mío y sonreímos diciéndonos te amo.

Cuando mis ojos se vuelven abrir, ya no estoy en sus brazos, el ambiente no es cálido ni está alumbrado por la luz cálida del sol. No, todo sigue en penumbras, el ambiente se siente neutral, sin sentido. Sollozo, me doy cuenta de que mi rostro está empapado en lágrimas que caen y se detienen en mi cuello. Respiro con dificultad sintiendo la avalancha húmeda subir por mi esófago.

Salto de la cama corriendo directo al baño, apenas me da tiempo de levantar la tapa del inodoro cuando me arrodillo y vacío mi estómago. Duele, duele demasiado caer en la realidad. Hace un año que no tengo estos sueños vividos dónde estoy en brazos de JungKook. Mi terapeuta me decía que eran parte de mi deseo inconsciente de no superar la muerte del chico. De no poder dejarlo ir.

Mi depresión se acrecentó porque la mayor parte del tiempo me encerraba a dormir para poder verlo en sueños, no comía, no salía, intentaba dormir hasta que el insomnio me ganó y es cuando caí en la atroz locura de consumir somníferos. La combinación de pastillas sin nada en el estómago no trae nada bueno déjenme decirlo.

Por eso termine internada en el hospital, por una sobredosis causando, incluso, úlceras estomacales. Una época que no quiero recordar, una época de la cual no estoy orgullosa y me hizo ver que hice sufrir a todos cuando debía ser la más fuerte.

Cuando me siento un poco mejor me pongo en pie, cepillo mis dientes con fuerza para quitarme el mal sabor de boca, mojo mi rostro con abundante agua fría y me veo al espejo. Parte de mi cabello se pega a mi rostro, tengo ojeras que suelo ocultarlas con maquillaje, tengo mejillas más hinchadas. Me muevo hacia el espejo de cuerpo entero que tengo detrás de la puerta del baño.

He ganado curvas al experimentar mi primera vez. Luego adelgace bastante en medio de la depresión, tanto que me diagnosticaron desnutrición. Aumente lo necesario volviendo a mi peso normal cuando comencé a superar el dolor de perdida en compañía de la terapeuta, ejercicio, meditación y una buena alimentación. Puedo decir que estoy mucho mejor que antes. Me gusta, incluso cómo mis caderas y piernas se ven más definidas.

Debo seguir adelante, debo aceptar la cruda realidad que mi vida acontece. Perdí a mi novio en un accidente automovilístico y jamás volverá.

Son las cinco de la mañana cuando decido ordenar mi habitación, no me lleva mucho tiempo porque siempre mantengo todo en su lugar, luego me dispongo a hacer un poco de meditación, yoga en la pequeña sala para mantener mi mente en completa tranquilidad. Son las siete cuando me preparo el desayuno. Café, pan tostado con queso y mermelada, las vitaminas y bibimbap que me hace sentir como en casa.

Dejo que se escuche música a mi alrededor entre tanto contemplo mi agenda el día de hoy. No hay mucho en relevancia, solo que una novia y su familia irá a la boutique para un vestido que quieren que diseñe. La ironía de la vida es que haya terminado diseñando no solo vestidos de fiesta, sino vestidos de novia.

Lo peor de todo es que el anillo de compromiso en mi dedo corazón me recuerda que jamás podré hacerlo con quién era el amor de mi vida. Con quién creí iba pasar el resto de mi vida a su lado e imaginado, incluso, teniendo hijos.

<<No es sano que recuerdes eso>>, me digo en mi mente. Debo demostrarme a mi misma que la vida sigue, que puedo volver a enamorarme y que puedo volver a ser feliz. O eso creo.

Siento una lágrima silenciosa bajar por mi mejilla, lo renuevo justo cuando escucho el sonido de una videollamada por Kakao talk, sonrió al ver que se trata de TaeHyung, acomodo la tablet en un soporte delante de mí para poder hablar cómoda mientras sigo con mi desayuno.

—Hola oppa.

—Hola.

No suena contento.

—¿Todo bien? ¿cómo estás Soo?

—Bien, ella está bien. Hablé con Yoongi ayer.

Suspiro porque seguramente les contó lo de que ví a una persona pensando que era JungKook y ellos son los más preocupados por mi estado.

—¿Ah sí? —bebo un sorbo del jugo de naranja y sonrió haciéndome la desentendida— ¿Qué tal?

—Ayla, ¿has hablado con SunMi?

—No, y no hace falta tampoco. Estoy bien.

—No, no lo estás, ¿cómo es eso de que viste a JungKook? —su forma de hablarme es irritante, él es irritante y puedo entender su molestia, pero no es la manera de hablarme así.

—Solo pensé que vi a alguien parecido —Tae es mi mejor amigo también, tal vez si le explico— lo vi y me recordó a él, si lo vieras también pensarías que es él, se parecían mucho.

—Ni se te ocurra decir algo así frente a Soojin, ha estado un poco enferma.

—¿Cómo que enferma? ¿el bebé está bien?

Eso me preocupa más todavía, Soojin y Taehyung están esperando un bebé. Ellos si pudieron forjar una hermosa relación.

—Si, ambos están bien, solo que sufrió una caída en la academia y debe mantener absoluto reposo para que el embarazo no sea de riesgo.

—Tae, te juro que estoy bien, solo fue...

—Escúchame, lunita, te he visto deprimida recluida durante meses en tu habitación, terminaste internada en el hospital por eso —esa etapa la recuerdo con dolor— ¿crees que no me dolió su muerte? A todos nos afectó de diferentes maneras —su voz se escucha acongojada— te habías recuperado, habías aceptado su partida y seguiste tu vida. Solo quiero que seas feliz, quiero que estés bien y no lo serás si sigues todo el tiempo buscándolo.

—Tienes razón —finjo una sonrisa, no finjo mis lágrimas cayendo por mis mejillas— debo dejarte, tengo que prepararme para ir a trabajar.

—Si te digo esto es por tu bien, es porque quiero, queremos lo mejor.

—Lo sé.

—Esta bien, recuerda que te amamos.

—Yo igual, luego te hablo cuando esté con Tomás los extraña y quiere ver.

—Bien, Soo te manda saludos.

—Los amo.

Estoy terminando el bosquejo de un nuevo diseño, tengo ciertas dudas porque no me termina de gustar. La tienda está llena de gente, desde el ventanal de la oficina en el primer piso puedo ver la planta baja dónde se encuentran algunos sillones en forma de medialuna con pequeñas tarimas circulares enfrente para que la novia suba y se vea. El ambiente siempre es bonito, festivo y estresante, sin olvidar lo emocionante que es cuando le dicen SI al vestido al estilo programa de Home&Health.

No puedo evitar recordar al clon de mi novio de procedencia alemana. Su rostro viene a mi mente y es algo que me molesta por el simple hecho de hacerlo en un momento inoportuno cuando estoy ilustrando un vestido de novia. Verlo dos veces ayer y luego haber soñado con JungKook se me hizo particularmente extraño. No puedo quitarmelo de la cabeza, da terror ver lo idénticos que son.

El grupo que estaba esperando para las dos de la tarde entra, Joss, mi compañera, las ayuda a acomodarse en uno de los sillones blancos, les ofrecen champagne mientras algunas van disfrutando de mirar vestidos. Paso a revisar la tablet y algunos diseños que tengo en mente para mostrarles.

Bajo hacia donde el grupo se encuentra y Joss me presenta a la futura novia a casarse.

—Las presento, ella es nuestra diseñadora estrella, Kim Ayla —le sonrió, ella igual— Ayla, ella es la futura novia, Kathrin Meyer.

—Encantada de conocerte, espero poder cumplir con tu vestido soñado.

—Yo soy la que está encantada contigo —me toma la mano, me emociona su emoción— he visto tantos diseños tuyos, pero creo que me enamore perdidamente de uno. Es Luz de Luna.

Automáticamente mi sonrisa se borra, Joss me mira de reojo, ella, todos ahí saben que ese vestido no está en venta, ni en exhibición, ni nada. Solo fue un error que fue expuesto cuando presente mis diseños. Ese vestido nadie jamás lo obtendrá. Luz de luna es MI vestido, sería el vestido con el cual me casaría si JungKook hubiera estado vivo.

—Ahm, lo siento mucho, pero... ese vestido no está en venta.

Kathrin se queda atónita, sus acompañantes igual. Intenta convencerme de que ese vestido sería el ideal para ella, me recalca nuevamente que se enamoro del diseño cuando lo vio en una revista de la boutique, que no cambiaría ni un detalle salvó amoldarlo a su talle.

Las palabras de Soojin y Soah vienen a mi mente. Ese vestido podría ser el sueño de alguna ilusionada novia, sería el hermoso sueño que los ojos del novio, esperando al lado del altar, vería cuando su aclamada novia camine por el pasillo de la iglesia. Alguien más podría disfrutarlo. Algo que yo jamás podría hacer.

Con todo el dolor de mi alma, debo dejar ir a Luz de Luna, debo dejar que alguien más lo usé, lo sienta, lo viva, lo ame.

Peino mi flequillo, a punto de comentarle que puedo desistir y podemos comenzar a trabajar en el vestido. Pero la mención de un nombre hace que todo se detenga de inmediato.

—Quiero verme hermosa cuando Johan me vea llegar al altar.

No puedo respirar, me cuesta un poco, sin embargo, logró preguntarle a Joss a mi lado en voz baja.

—¿Quién es su prometido?

—Landrut, Johan Landrut, hijo del magnate Gustav Landrut.

No sé porque, no entiendo, pero es ahí que me cierro rotundamente a qué luz de luna lo usé otra persona. Jamás dejaría que sea de alguien más cuando la única dueña de aquel arte soy yo.

Sigo en shock por esta nueva información. ¿Cuántas coincidencias hay en que haya otro Johan Landrut en Alemania o en el mundo? ¿Qué posibilidades hay de que ese hombre se parezca tanto a mi difunto novio? Me volveré más loca de lo que ya estoy. Me meto a internet, busco su nombre y el de Kathrin, en segundos me aparecen fotos y muchas páginas, algunos de noticias, chimentos o empresariales.

Johan Landrut es hijo del magnate Gustav Landrut, dueño de los casinos Kurhaus y los hoteles cinco estrellas del mismo nombre. Son familias de mucho dinero, poderosos en la ciudad de Berlín, Leipzig y todo el país. Recuerdo que el chico me dijo que era de allí en medio de mi impresión por haber pensado ver a JungKook.

Entro al buscador de imágenes, colocó su nombre, me aparecen demasiadas de un Johan más joven y salvaje, me meto a algunas páginas donde abundan las noticias llenas de escándalo, de un Johan que bebe, fuma y se encuentra con un prontuario de mujeres desconocidas y otras no tan desconocidas. Mi impresión sigue al ver sus rasgos asiáticos, de sus diferencias y similitudes con JungKook.

Si este chico existe y hay pruebas de ello, quiere decir que solo es alguien muy parecido a mi novio, alguien tan parecido que da un poco de miedo e impresión. Siento el nudo oprimirme la garganta, al parecer me hice ilusión con algo muy estúpido. Estoy por salir del internet cuando algo llama mi atención. Es el titular en una página donde dice que el hijo del magnate tuvo un accidente automovilístico.

Hace dos años atrás cayendo en coma.

—¡Ayla!

Doy un pequeño salto ante el susto cuando Astrid me llama.

—¿Si?

Se acerca, me mira fijamente con esos enormes ojos azules que tiene y toma mis manos con suavidad. Ella está al tanto de toda mi situación.

—¿Estás bien? ¿te sientes bien?

—Estoy bien, gracias.

—Ok, quería avisarte que la señorita Meyer te espera abajo —frunzo el ceño, pensé que se habían marchado luego de coordinar otra fecha para un nuevo diseño— quiere hablar contigo.

Le agradezco, ella se marcha y yo me quedo unos segundos mirando la tablet. ¿Por qué de repente me siento tan extraña? Me tomo un par de respiraciones para calmarme, digo algunos mantras que puedan mantener relajada y despejada, mi mente.

Me dirijo hasta el recibidor. Kathrin está hablando con Astrid, es una mujer muy bonita, es alta, delgada, elegante y de mucho dinero. No me sorprende que se case con el hijo de un magnate.

Me ve y me sonríe cuando me acerco a ellas.

—Las dejare para que hablen tranquilas.

—Astrid me dijo que querías hablar conmigo.

—Si —de su pequeño bolso Prada saca un sobre de papel fino, color beige, me lo extiende— es una invitación a una tarde de té en casa de mi suegro, algo organizado por mi madre, me encantaría que estés allí, ya que serás la diseñadora de mi vestido y las de mis damas de honor.

La recibo con una sonrisa. Ella es demasiado amable, me siento extraña por su trato para conmigo. Ninguna mujer con la que trabaje antes en su vestido me dio este tipo de confianza.

—Me encantaría, gracias.

—Quien dice y terminemos siendo amigas.

Le sonrió admirando la invitación. Algo me dice que debo estar presente.

Si, cómo lo leyeron, nuestro protagonista está comprometido y tiene de que hablar. Dejaré detalles en algunos capítulos, me gustan sus teorías.

En multimedia está quien sería Kathrin Meyer.

Aviso, sino contesto a sus comentarios (que leo todos) es porque se me va los dedos y les voy a spoilear la historia completa 😆

Estoy algo inspirada, así que roguemos que actualice rápido. 🙄

Saranghe 🥰

💜💜💜

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