𝟏𝟖. 𝐍𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐫𝐞𝐚𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝.
Estoy al borde del colapso. Nadie sabe dónde está JungKook, en realidad, nadie debería saberlo, es todo tan reciente que no podemos decirles a los demás que no murió porque se encontraba interpretando a otra persona que no era él, que aprovecharon su perdida de memoria y demás para hacerle creer que era Johan Landrut. Soah estuvo a punto de llamar a la policía, Junho salió a buscarlo mientras nosotras estamos esperándolo en casa.
—Cálmate, era una reacción lógica, debió ver los resultados mucho antes.
Si, es lo más probable, se dio cuenta que su vida durante dos años fue una completa farsa, que aquellos sueños en realidad eran recuerdos de su verdadera vida. Que sus dudas y preguntas ya tienen respuestas. Que lo arrebataron de los brazos de su verdadera familia.
Yoongi intenta calmarme a través de una llamada, no le está resultando porque mis nervios van en aumento. ¿Dónde diablos se metió? Esnifo a punto de llorar, me tomé un analgésico para el dolor de cabeza, pero sigue ahí, consumiéndome.
—Escucha, ya tenemos una prueba primordial, Lala, él es nuestro, es nuestro Gukk, vamos hacer que esa gente hable y nos den una explicación.
—No sé —niego— estoy cansada, Yoon.
Suspira quedándose en silencio un momento. Hasta que con voz baja y segura me dice.
—No puedes bajar los brazos ahora, él los necesita mucho, llegamos muy lejos como para que desistas de todo esto, resiste un poco más. Pronto volverá todo a la normalidad, créeme.
—Esta bien.
Nos despedimos, me dirijo a la sala donde Bam está recostado en su almohadón vigilando la puerta principal con demasiada concentración. Jadea sacando su lengua, se pone inquieto y eso significa que alguien ha llegado, Soah se me adelanta y yo la sigo detrás cuando vemos a Junho entrar con rostro neutro.
—¡No soporto la espera! Llamaré a la policía.
—Soah no —la detiene, sostiene sus brazos, ella está a punto de llorar, está demasiado tranquilo— él está bien, ya lo encontramos.
—¿Dónde está?
Me mira a mí, luego a su esposa.
—Dejémoslo solo un rato, necesita pensar.
—Pero…
—Hazme caso, necesita soledad.
Por lo menos sabemos que está bien. Soah niega, eso no la deja muy tranquila, pero acepta porque no le queda de otra. Se retira hacia el piso superior, estoy por hacer lo mismo cuando Junho se me acerca, su mano sostiene mi hombro sonriendo tenue.
—Esta en la playa, deberías ir acompañarlo.
Asiento, él se marcha también a su habitación. No estoy muy segura de ir ahora que sé la verdad, que quien me espera —si es que lo hace— es mi novio JungKook, con quién se supone tenía un futuro planeado, a quien me entregué por completo en cuerpo y alma, el que conoce todo de mí. No puedo cuando algo grande me dice que es un completo desconocido.
Ve a su lado. Serás una estúpida sino corres ahora, has sacrificado mucho para terminar todo esto por una tonta suposición.
Bam me saca de mis cavilaciones, su hocico golpea mi mano, chilla bajito, jadea, señala la puerta, básicamente me está incitando a moverme. Le coloco la correa saliendo de la casa, caminamos colina abajo, la costa no está tan lejos de la casa, si uno presta atención se puede escuchar a lo lejos el mar. El cielo azul con motes anaranjados tiene un sol que da el suficiente calor para mantener templado el ambiente de primavera.
Sin embargo, cuando nos adentramos hay una brisa fuerte corriendo que logra hacerme tiritar del frío, aunque es soportable. Con la mirada lo busco, la playa está vacía, unos pocos valientes que la recorren o disfrutan de la vista. Bam jala de la soga hacia una determinada dirección, lo sigo, lo más seguro es que sabe dónde se encuentra el pelinegro. Caminamos por la arena un par de metros hasta que lo veo a lo lejos.
Está encogido, abraza sus piernas a su pecho, se mece lento, su mirada está perdida en el horizonte entrando en el atardecer, sus mejillas y nariz están sonrojados, lo más seguro es que ha llorado. Nos acercamos con lentitud, dejó a Bam libre y corre hasta él sentándose a su derecha, yo lo hago a su izquierda y nos quedamos los tres en silencio.
Su rostro neutro se desfigura comenzando a sollozar, se esconde entre sus rodillas, tiembla, Bam apoya su cabeza en su espalda yo le sigo con leves caricias porque estoy desconectada, realmente no me siento vinculada al mundo en este momento y menos para consolarlo.
—Siempre lo supiste —su voz es ronca, ladea su cabeza para mirarme, mi corazón se estruja al ver sus ojos— jamás dejaste de buscarme, encontrarnos fue una señal.
—O tal vez fue una casualidad.
—No te veo indignada o enojada con todo esto.
Me encojo de hombros, cómo dije, no sé cómo sentirme con esta nueva realidad.
—Supongo que ya no.
Esnifa, se le escapa una sonrisa nasal, vuelve a mirarme mientras niega, no le correspondo. Se levanta haciéndome sentir pequeña por su altura y porte.
—No lo entiendes acaso, ¡íbamos a casarnos, Ayla!, serías mi esposa y estuve a punto de casarme con otra, sino hubiera tenido ese accidente nada de esto estaría pasando —me levanto, se está exaltando de a poco y puedo entenderlo— Ni tampoco estaría avergonzado por intentar evitar a la mujer que es mi verdadera madre —sus ojos se cargan con nuevas lágrimas, su semblante refleja una gran irritación y lo entiendo— he sido un maldito grosero con ella, la he ignorado y me siento peor porque no lo merece, no merezco nada de lo que me ha dado, ni su cariño no su amor.
Solloza, despeina su cabello tirando de ellos, es cuando mi cuerpo se mueve por si solo sujetando su rostro para que me mire.
—Escúchame, Soah ha sufrido demasiado así como todos lo hemos hecho, te diste cuenta de tu falta, estás a tiempo de lo que sientes, ellos son tus verdaderos padres y te aman a pesar de todo. Te ayudarán a recordar lo que sea, porque tú eres lo más importante que tienen.
—¿Tú también vas a ayudarme, verdad? —no lo sé— Te necesito, Ayla —me aferra a su cuerpo, o él se aferra a mí— Ahora estoy más seguro que nunca que lo que siento por ti es amor, ese amor que JungKook y tú se tenían. Por eso jamás deje de buscarte.
—Si, prometí no dejarte solo.
Mis ojos se encuentran perdidos en algún lugar, cómo mi cuerpo en medio de sus caricias y abrazo. No concordando con mis palabras.
—Gustav les arrebato a su hijo, me hizo creer que él era mi padre —masculla entre dientes, tiembla un poco a causa de su molestia— haré que pague, a él y a cualquier involucrado, cada lágrima, cada herida. Pagarán todo el daño que nos hicieron, Ayla, lo prometo te prometo que volveré a ustedes cómo JungKook.
—Lo único que queremos es que vuelvas con tu familia, que estés bien.
—Te quiero tanto, Ayla, realmente eres todo lo que necesito.
Lo dijo, lo dijo, lo dijo.
Mi cuerpo se tensa ante esas palabras que supieron sinceras y con desesperación. Como si lo estuviera guardando desde hace mucho. Sollozo, no entiendo porque no puedo corresponderle, no me siento parte del ahora, estoy cansada mentalmente, me aferró a sus hombros, él besa mi cuello o mi hombro, empuña parte de mi cabello, acaricia mi espalda y cintura con fervor.
Junta nuestras frentes, la cercanía es tan escasa que nuestras respiraciones se mezclan, acuna mis mejillas, sus pulgares acariciando mi piel húmeda por las lágrimas, tiene sus ojos cerrados cuando decide acortar la distancia y besarme. Es un beso lento con sabor a dulzura y anhelo, de bienvenida y seguridad. Sabe a recuerdos, a momentos del pasado que había olvidado, que me recuerdan porque estoy haciendo esto. Mis lágrimas siguen cayendo, se mezclan con los suyos en medio del beso que sube de ritmo.
¿Cómo pude siquiera dudar de mis sentimientos?, cómo, si recuperé a mi compañero, a mi mejor amigo, al amor de mi vida. JungKook está conmigo. Y eso es lo único que debe importarme. Es lo único que me importa cuando le correspondo y con ganas.
Bam es el primero en entrar a la casa, nosotros nos tomamos nuestro tiempo en quitarnos los zapatos. Es de noche, nos hemos pasado horas sentados en la playa en silencio acompañando al otro, JungKook sigue ausente dentro de sus desconocidos pensamientos, sus ojos están hinchados de tanto llorar, temo que lo ataque algún dolor de cabeza que cause un desmayo o algo así.
—¿Tienes hambre?
Niega, se aferra a mi cintura apoyando su mejilla en mi hombro cuando riego besitos a su rostro y peino su cabello. Es como un niño desamparado en el cuerpo de un fornido hombre.
—Llegaron.
Soah risueña y llorosa con Junho detrás se nos acercan, JungKook se tensa alejándose de mí. Puedo afirmar por su rostro que sigue avergonzado, no los mira, evita cualquier contacto con ellos y pasa casi corriendo frente a ellos escaleras arriba. Sigue siendo difícil y costará que los tres se acostumbren.
—Mi hijo no me quiere.
—No, omma, no, no digas esas cosas. —corro a abrazarla, me corresponde, llora— él solo se siente aturdido, está apenado por tratarte de la forma en que lo hizo, pero te ama.
—Querida, Lala tiene razón, démosle tiempo, nuestro hijo está con nosotros al fin y eso es lo único que importa ahora.
Asiente a las palabras de su esposo y me abraza más fuerte.
—Gracias Lala, gracias por regresarme a mi bebé.
—Al fin está con nosotras. JungKook está de regreso.
Besa mi frente, me pide que no lo deje solo y así lo hago cuando llegó a la habitación, a la que fue su habitación. Está sentado a los pies de la cama con la mirada perdida en el piso, tiene un puchero adorable en sus labios, sostiene una foto en particular, una donde está sonriendo feliz junto a sus padres en alguna fiesta.
—No has comido nada en todo el día, porque mejor no te das un baño y te preparo algo de comer.
Rodea mi cintura con sus brazos apoyando su mejilla de mi estómago, vuelve a sollozar y me dedico a acariciar las hebras azabaches de su lacio cabello. Niega. Apenas se separa levanta la cabeza, le sonrió secando unas lágrimas escurridizas, me mira con amabilidad, con dulzura, podría decir que hasta con admiración, no sé, tal vez sea mi imaginación, pero lo hace de una manera tan profunda que me intimida un poco.
—Perdóname.
—¿Por qué?
—Debió ser muy difícil para ustedes enterrarme.
Detengo mis manos sobre sus hombros, mi corazón retumba dentro de mi pecho recordando aquel preciso momento en que mis manos soltaron la húmeda tierra sobre el cajón. Mis ojos comienzan arder, no voy a permitirme llorar de nuevo, porque ahora sé que ese funeral fue una farsa y a quien despedimos fue al verdadero Johan.
—Lo fue —le daré la importancia que se merece— pero ahora estás aquí conmigo y es lo único que me importa.
Nuevas lágrimas caen por sus mejillas, cierra sus ojos cuando acunó una de sus mejillas con mi mano, la sujeta y le da un pequeño beso al dorso antes de aferrarse a mi cintura otra vez. Parece que no quiere soltarme, pues no lo voy a permitir. Estoy segura que ninguno lo hará. No ahora que volvemos a estar juntos.
Después de largos minutos, lo convenzo de que tome un baño mientras le preparo algo rápido de comer. Lo hace sin rechistar, cuando vuelvo con unos sándwiches y un jugo está esperándome completamente aseado con ropa limpia en medio de la cama, revisa su celular, dejó la bandeja sobre la mesa de luz agarrando el plato con su comida. Se lo entrego y agradecido comienza a comer despacio.
Lo dejo unos momentos con la intención de darme un baño también, de relajarme por un momento porque lo necesito, realmente lo necesito. No me toma más de media hora hacer mi rutina completa, al entrar a la habitación con mis cosas JungKook está durmiendo en mi cama, decido no molestarlo ya que merece un buen descanso.
Y yo también lo necesito.
JungKook.
Despierto teniendo a Ayla entre mis brazos, luego de cenar me quedé dormido dentro de mis reflexiones. Ella se me unió más tarde y por lo visto mi cuerpo se acoplo al de ella en algún momento de la madrugada. Se siente bien, me siento en paz con ella cerca, lo que no debería sorprenderme porque se supone que nos conocemos de hace mucho tiempo. Se supone que la haría mi esposa. Que compartiría una vida con ella.
Debo preguntarle sobre nuestra historia. Intento recabar información de acuerdo a los sueños donde aparece, mencionó que nos conocimos a través de Bam, así que supongo que aquel sueño en un parque donde corría detrás de él es como lo hicimos, ¿no es así? Quiero saber cómo llegamos a convertirnos en novios o como era mi relación con mi mejor amigo o sus hermanos.
Tengo miles de preguntas, al igual que tengo temor y preocupación por no recordar absolutamente nada, el sentimiento de ira adueñándose hacia la que se supone es mi familia. ¿Qué se supone que harían conmigo? ¿y el verdadero Johan? Siseo bajito cuando siento un punzada en medio de la cabeza y el entrecejo. Cada que me presiono por pensar, el dolor vuelve.
Es de día, Ayla sigue durmiendo a mi lado, beso su frente y salgo de la cama despacio cubriéndola mejor. Pensé que Bam estaría con nosotros ya que no se ha despegado ni un momento, pero no durmió en la habitación, supongo que lo hizo con… mis padres. Se siente raro. Mi pintada realidad es que Gustav Landrut es mi padre y que mi madre murió en aquel accidente que tuve hace dos años por mi causa.
Todo fue una maldita mentira, me hizo creer que había matado a mi propia madre por culpa de mis desenfrenos. Cuando la realidad es que mi verdadera madre está viva, más viva que nunca y feliz al parecer.
Cuando entro a la cocina me quedo viendo a Soah de espaldas en la estufa, tararea una canción que se me hace conocida, pero por obvias razones no reconozco, solo sé que es infantil.
—Buenos días.
Saludo lo más suave que puedo para no asustarla. Ella se tensa quedándose estática en su lugar, se vuelve lentamente hacia mí intentando sonreír alegre, pero puedo ver el dolor en su rostro, en sus ojos. No sé merece la indiferencia que le he dado, no ella. Desde el minuto uno en que la vi sentí algo extraño en la boca del estómago, en medio del pecho cuando me abrazo por primera vez, la forma tan dulce en que me miraba o tomaba mi mano que yo alejaba.
—Buenos días.
Traga saliva, sus ojos llenándose de lágrimas cuando me acerco a ella a paso lento, ninguno quita los ojos del rostro del otro y me ataca la imperiosa necesidad de hacer solo una cosa.
—¿Puedo abrazarte?
Veo sorpresa en su semblante, no se esperaba esa pregunta. Abre la boca para decirme algo que no puede a causa del llanto supongo, traga saliva y con una sonrisa en sus labios asiente abriendo sus brazos.
Acorto el espacio que hay entre ambos y con mis brazos rodeándola la acercó a mi pecho, es más bajita que yo, casi de la misma altura que Ayla, por lo que se me hace fácil contenerla cuando solloza. Me duele verla así, mi pecho duele, es como un sentimiento familiar que no tiene nombre porque los recuerdos perdidos no me ayudan. Sin embargo, dicen que el cuerpo tiene memoria y lo único que sé es que me siento demasiado cómodo con ella.
A la vez que me nace está sensación de querer protegerla, de querer evitar que llore, no puedo verla así. Ella también me abraza fuerte, susurra lo agradecida que está de que haya vuelto, incluso me pide disculpas, beso su cabeza, huele a vainilla, huele a hogar, huele a amor. Estoy a punto de reprocharle que deje de disculparse cuando veo que Junho entra, tiene aspecto somnoliento, se le va de inmediato al ver el panorama, sonríe con sus ojos cristalinos.
No lo dudo, me separó de mi madre y voy directo a él, se sorprende cuando rodeo sus hombros, pero me corresponde de inmediato. Acaricia mi espalda, lo siento temblar, más que seguro está llorando, la necesidad de captar su olor nace y apoyo mi nariz en su hombro muy cerca de su cuello. Huele también a vainilla, a menta y a hogar. Soah se nos une, los tres nos abrazamos en una unión extraña de llanto y risa.
Peinan mis cabellos, acarician y observan mi rostro expresándome lo guapo que sigo, lo muy grande que me he puesto. Que me extrañaron tanto que no quieren que me vaya jamás. Que me aman. Es ahí en que siento que estoy en el lugar correcto, es aquí a donde pertenezco.
De vuelta en la clínica donde mi madre trabaja. Es raro llamarlos así, pero no difícil. Hasta ahora no se los he dicho, con la emoción de habernos abrazado nos quedamos hablando de tonterías, ambos sirviéndome el desayuno porque querían que estuviera cómodo y comiera lo suficiente para tener fuerzas, en el caso de Soah, aumentar de peso porque me veía demasiado delgado.
Si supiera que he aumentado de peso gracias al ejercicio constante en el gimnasio y a la comida a escondidas de Kathrin que comía junto a Klaus.
Sigo preguntándome porque Ayla desconfía de él y no de Kathrin. ¿Qué diferencia hay entre los hermanos Meyer que hizo que no debía contarle que sé quién soy? De todos modos, no importa. Confío ciegamente en Ayla, tengo la respuesta justa a porque siempre sentí confianza en ella. Porque desde que la conocí en frente a la catedral de Berlín mi corazón salto tan fuerte dentro de mi pecho.
Porque la necesidad de verla o estar cerca de ella me tenía ansioso. Era por esto, porque tenía una larga historia con ella, porque estamos conectados de una forma tan abismal de lo que cualquier pudiera entender. Ella es mi persona, es lo único que necesito para seguir soportando lo que sea que viniera de ahora en más. Por lo tanto, puedo entender la angustia en su bonito rostro cuando admiramos las diferentes placas y escáneres que me han tomado.
No entiendo mucho, pero común el neurólogo va explicando el panorama, no soy el único que queda en shock por lo que nos comunica. La imágenes nítidas y detalladas de mi cerebro y cabeza están plasmadas sobre un panel iluminado, son bastantes y cada una tiene una observación distinta.
—Básicamente lo estaban matando —la voz de mi madre se escucha molesta.
—¿Tenían pensando darle pastillas de por vida? —interroga mi padre más como para si mismo.
—No sabemos con qué finalidad, pero esas pastillas eran inhibidores de enzimas que afectaron al sistema nervioso central, ante la conmoción cerebral por el accidente aprovecharon para manipular su memoria —explica indicando ciertas áreas de la placa.
Para mí sorpresa, Ayla había guardado las pastillas que tomaba intercambiándolas por aspirinas. He ahí del por qué los dolores de cabeza no eran tan constantes o porque ya no sangraba tanto. En medio de los estudios que me estaban realizando, mandaron analizar dichas pastillas obteniendo resultados sumamente interesantes.
—Iban cambiando las dosis cuando los dolores eran insoportables o me desmayaba —murmuro, pensativo. Enojado, triste. Indignado por saber al fin lo que intentaban conmigo. Pena y lastima por el pobre idiota del verdadero Johan Landrut. Vaya familia que le tocó— ¿Cuándo recuperaré la memoria?
—No estamos seguros —niega el medico— debemos hacerte un seguimiento continuo revisando los efectos secundarios que esas pastillas causaron, fuera de eso tu cerebro no debería tener otro problema, es cuestión de tiempo —suspira, vacila— tal vez recuperar la memoria tarde tiempo, meses, años incluso, puede que jamás recuperes tus recuerdos como tal.
No sé cómo sentirme. Si, impotente y patético. Me atrevo a decir que hasta un maldito inútil por no poder hacer más. Mis padres están atónitos, Ayla me mira e intenta no quebrarse, sus manos juegan entre ellas nerviosa. Está demasiado pendiente de mí, de mi reacción, cuando yo estoy mas preocupado por ella. No voy a permitir más daño a mi familia.
Quiero llegar al fondo de todo esto.
—Sigo sin entender que esperaban de mi hijo.
—Supongo que querían mantener su memoria encerrada de los recuerdos para su conveniencia. Solo que no se esperaban que su propio cuerpo o su cerebro trayendo escasos recuerdos, rechazará cada dosis que le daban.
Asiento. Yo sé muy bien cuáles eran sus planes.
—Lo que no entiendo es, ¿cómo pudo reconocer a Ayla? Los sueños, es a ella a quien busco primero.
—El poder del amor —acota la residente, la chica al darse cuenta de lo que dijo baja su cabeza ante la mirada desaprobatoria de su superior.
Suena descabellado, ¿no? Llevo soñando con Ayla desde que desperté del coma. Al principio, cómo se lo comenté, no tenía un rostro, pero luego de conocerla, mis sueños se volvieron más nítidos, más pesados, más sentidos y con ellos el rostro de esa mujer se volvió claro. Ella siempre ha estado conmigo en todo momento.
—Yo si creo que fue la fuerza del amor que Ayla y mi hijo se tienen. —murmura omma al lado de Ayla, de reojo veo que entrelazan sus manos, ellas se llevan muy bien, se adoran y no dudo el porque.
Mi concentración está en esas imágenes de mi cabeza. En lo que acaba de decir el neurólogo. En la conclusión a la que estoy llegando para que me devuelvan mi vida junto a mi verdadera familia. En justicia. Es una mezcla de ira, tristeza, de miedo e impulso por acabar con ese tipo, con su maldito imperio lleno de corrupción, de gente falsa que solo te busca por tu apellido y los muchos ceros en la cuenta de banco.
Toda esa ostentosidad vacía con la cual me rodee estos dos años no se comparan con la vida que al parecer JungKook vivió. Soah y Junho son personas humildes y trabajadoras, tienen sus propios bienes a base de sacrificio, viven bien y en armonía, pero no es igual a lo que tenía el Alemania. Ellos son felices con poco.
Ayla tampoco tiene dinero, trabaja de lo que le apasiona, está escalando de a poco en el mundo del diseño y estoy muy seguro que lograra llegar al éxito. Otra diferencia que encuentro, ella es sencilla, risueña y divertida, amable, dulce, hermosa jodidamente hermosa. Entiendo porque me enamore de ella. Sin embargo, Kathrin también es una persona amable, proactiva, se preocupa por los demás, ve a todos como sus iguales y no hace diferencias.
Me ha acompañado desde un principio, dándome mi tiempo cuando se lo pedía, pero siempre con cariño.
Pero ella no es Ayla. Mi Lala.
Salimos del consultorio, debo hacerme más estudios necesarios para descartar futuros problemas. Debo comunicarme con Franz para saber cómo va la investigación. Tengo demasiado en la cabeza que siento me va estallar.
—Hijo, ¿te sientes bien? —Junho aparece a mi lado, sostiene mi hombro al ver que siseo del dolor.
—Si, no te preocupes.
—Tranquilo, todo estará más que bien. —este hombre me transmite paz. Asiento pausado, ladeamos el rostro viendo a mi madre y el médico hablando, Ayla también está escuchando muy atenta.
Aún no creo que ella sería mi esposa. De repente, me pregunto que sería de nosotros si el accidente no nos hubiera separado. ¿Estaríamos felizmente casados? Lo más seguro. ¿Tendríamos a Bam o tendríamos hijos propios? Es cuando recuerdo que ella y yo jamás hemos pasado de los besos, que muchas veces me invadió esa necesidad de probarla de esa manera y que solo me detuve porque ella me lo impidió.
Ahora entiendo porque ese ansioso deseo.
—Hijo.
—Mmm.
—Quiero que nos olvidemos de esto mientras están aquí con nosotros. Tengo una idea en mente.
—Te escucho.
—Hace unos días, un amigo me ofreció un lugar en Chuncheon para tomarnos unos días, es una casita rodeada por un lago y montañas —me recuerda a algo— pienso que podríamos ir hasta que ustedes regresen a Alemania, bueno, tú y Ayla podrían adelantarse hasta que nosotros arreglemos las cosas en los trabajos.
—Me encantaría.
Mi celular suena en el bolsillo de mi chaqueta, le pido disculpas a mi padre y reviso de quién se trata.
Gustav Landrut, mi otro padre.
—Hola.
—Hola hijo, que bueno que me atiendes, he extrañado tu voz. —puedo sentir su sonrisa alegre. Finge muy bien su cariño.
Junho me observa atento, leyó el nombre en la pantalla.
Cómo dije, haré que todos paguen.
Ayla solo necesitaba que el JungKook le recordara lo que ellos eran ☺️ y se lo va recordar de otras maneras también 😏🤭
JungKook tiene sed de venganza (me recuerda al JK de EHDP que se fue a borradores) 🤭 por su familia que será capaz de hacer 🤔
Wattpad no me deja poner imágenes o vídeos en multimedia. 🙄😑 Así que lo visual se me queda a medio camino. 🤦🏻♀️
Gracias por apoyarme, me hacen muy feliz.
Que tengan un hermoso día!!! 🥰
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