𝟏𝟑. 𝐋𝐚 𝐜𝐚𝐣𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬.
Debo verme un hecha un zombie, por más intentos que hice en usar geniales técnicas de maquillaje, las ojeras oscuras debajo de mi ojos se notan. No tan a simple vista, pero están bien presentes indicando lo mal que he estado durmiendo estos días. He tenido ataques de ansiedad los cuales me han causado insomnio o podría adjudicarles a qué en el intento de dormir terminaba despertando en llanto ante los recurrentes sueños donde caía en otra triste realidad.
Una donde JungKook estaba muerto, por lo tanto, Johan no existía.
No he hablado mucho con él. Lo evito lo mejor que puedo, apenas contesto sus mensajes con la excusa de estar sumamente ocupada en el trabajo o que llegó cansada a casa. Sin embargo, es mentira. Estoy ansiosa esperando por una respuesta de Yoongi o de NamJoon que me aseguren si nuestras sospechas son ciertas. Se están tardando y siento que el tiempo se me acaba.
Debo agregar que el vestido de Kathrin necesita terminarse y no hago el mayor esfuerzo por ello. No tengo cabeza para eso, conociéndome, terminaría arruinando lo que con tanto esmero he logrado. Y para variar recibo sus invitaciones a salidas con sus amigas que no me apetecen asistir por el simple hecho de sentirme una extraña.
—¿Dormiste?
Ni siquiera hago el intento de levantar mi cabeza que se encuentra apoyada sobre mi escritorio con lápices de colores y marcadores desparramados a mi alrededor. Joss acaricia mi cabello, mejor dicho, peina los mechones rebeldes que se salieron de mi improvisada coleta. Más que ayudarme, me estoy durmiendo bajo su tacto.
—No te duermas.
—No hagas eso entonces.
—Levántate, ve a tomar café o algo —balbuceo un insulto en coreano que lo hago pasar por algo inentendible— anda a tomar aire fresco, te cubriré aquí por un rato.
A duras penas me levanto. Joss cuelga de mi cuello mi bolso y me empuja fuera del estudio escaleras abajo. ¿Qué haría sin ella? Afuera hay un sol radiante. Se puede sentir ese fresquito del invierno que no quiere marcharse en compañía del sol de primavera que todo lo templa. Respirar aire nuevo me parece mejor, aunque la luz solar este molestando en mis ojos.
Entro a una cafetería que me trae ciertos recuerdos de hace un tiempo atrás, ese dónde Johan me trajo cuando me desmaye en sus brazos al pensar que estaba viendo al fantasma de JungKook. Quién iba pensar que estaba viviendo una verdad. Mi ansiedad sube un poquito más cuando recuerdo que esa noche en el hotel no le dije nada ante sus preguntas, tuve mi oportunidad y culpa de mis nervios no pude.
Culpa de su dolor de cabeza que lo deja inconsciente cada que nos vemos y él habla sobre esos sueños que no son sueños. Dato no menor que me intriga en demasía averiguar, es si realmente está bajo tratamiento o hay algo más detrás de todo esto.
Estoy esperando mi americano cuando siento mi celular vibrar en el interior de mi bolso. Al revisar veo que se trata de Lena, mi madrastra, contesto, se me hace un tanto extraño que me llame a estas horas en que debería estar trabajando.
—Hola.
—Noona.
Automáticamente mi rostro cambia a uno risueño cuando escuchó la voz de Tomás del otro lado. Taehyung le ha enseñado algunas palabras en coreano y él está encantado de decirlas cuando se trata de sus hermanos mayores.
—Hola bebé, ¿cómo estás?
—Bien, hace mucho que no hablamos —su voz suena desanimado— tampoco vienes a vernos, te extrañamos.
Lo sé, he estado tan ocupada que apenas podía visitarlos. Mi padre está tranquilo porque siempre le contesto los mensajes y las llamadas. Por lo que no está supervisándome.
—Pronto iré a verles —recibo el café en mis manos, le agradezco al chico con una sonrisa aún hablando con mi hermanito— bebé, ¿tu mamá está por ahí?
—Si —responde con aparente entusiasmo— hoy me trajo a la oficina —jadea— me llevo a ver uno de los edificios que ella diseño, los señores que trabajan me dejaron ver lo que hacían.
—¿En serio? Me alegra escuchar eso.
—Mamá quiere hablarte, te la paso.
Escucho sus pasos, su vocecita llamando a Lena, ruidos de fondo que no puedo distinguir, mi celular vibra con lo que parece un mensaje que llegó recién. Aprovecho el rápido lapso en que mi madrastra no está al teléfono para revisar la notificación.
Yoon.
Puede que estés ocupada trabajando, en la noche cuando llegues a casa avísame, con Namjoon queremos comentarte lo que hemos estado averiguando.
Espero te encuentres bien. No olvides que te quiero.
Suspiro calmando mi agitado corazón que no se en que momento comenzó a latir desenfrenado. ¿Habrán descubierto algo significativo? Está es una de las razones por la que no he querido revelar la verdad a Johan, necesito una confirmación, una hipótesis viable en la cual basarme para aseverar mi relato.
Le contesto rápidamente que le avisaré cuando llegue en casa, lo más probable en la noche. Atiendo a Lena que me pregunta cuando iré a visitarlos, mi padre me extraña y quiere verme. Le invento alguna tonta excusa porque no me pondré a explicarle mis verdaderas razones, no cuando mi cabeza está absorta en otro tema que me es de suma importancia.
Vuelvo a la boutique un poco más despierta. En realidad, la posibilidad de una resolución positiva hace que este pendiente e impaciente por llegar a casa. La tarde se pasa lenta, demasiado para mí gusto. Avanzo en algunos diseños, en los trabajos pendientes que tengo, menos en el vestido de Kathrin. Astrid me ha mencionado un par de veces que dejara de lado todo lo demás, que colocara total atención al vestido de novia.
Si tan solo supiera que tengo varias razones por las cuales ese vestido no debe ser terminado. Aunque jamás las diré en voz alta quedando en la profundidad de mi conciencia.
Los nervios me carcomen en lo que subo el ascensor enviándole mensaje a Yoongi de que estoy llegando y que se conecten lo más pronto posible. Cuando llegó a casa estoy hambrienta, pero lo dejo de lado lanzando mis cosas a un costado y corriendo a mi escritorio donde tomo la laptop y la enciendo. Me siento en el suelo frente al sofá colocando la máquina sobre la mesita de café.
No pasa mucho tiempo cuando los rostros de Yoongi y mi hermano aparecen en pantalla.
—Hola.
—Hola oppa. —quiero llorar porque me invade la melancolía, hace meses, casi un año que no veo a NamJoon. Es ahora que el peso de extrañarlo cae y me duele. Trago saliva, parpadeo un poco calmando el llanto que quiere salir.
—¿Cómo estás? ¿Has comido algo? —pregunta Yoongi con tranquilidad en su papel de hermano protector.
Al parecer están en el estudio donde trabajan, están los dos solos.
—Si —miento— recién llego, así que luego cenaré antes de irme a dormir.
—Bien —se miran cautelosos el uno al otro como debatiéndose si expulsar toda la información de una vez o hacerlo por partes para no infartarme, lo que me lleva a pensar que lo que tienen es bastante interesante.
—¿Y? ¿qué descubrieron?
—¿Has hablado con él?
Esquiva mi pregunta. Los conozco, están muy serios, más de lo que suelen demostrar y son. Debería contarles todo lo que ocurrió.
—Hace dos noches nos vimos —escondiendo ciertos detalles— volvió a tener otro dolor de cabeza con sangrado, pero antes me confesó algo que es imposible que alguien más lo sepa porque los únicos que lo vivimos fuimos JungKook y yo.
Me miran con interés, expectantes y yo me estoy muriendo por dentro al recordar esos momentos a su lado.
—Dijo que estuvo soñando mucho tiempo con una mujer a la cual nunca le vio el rostro, hasta hace poco en que yo aparecí en ellos —hago una pausa— me contó dos situaciones que he vivido con Gukk en Busan, una es cuando fuimos a visitar una exposición sobre las estrellas y la otra fue cuando cantamos juntos en el bar de Junho en el aniversario de sus padres —niego despacio, a este punto ya quiero llorar— ¿Cómo podría saberlo él si es Johan? Jamás se lo he contado a nadie.
No me dicen nada, parecen cavilar en silencio lo que acabo de contarles.
—¿Crees que es él?
—Tiene lunares en los mismo sitios que JungKook tenía, tiene expresiones idénticas, gestos. Incluso el tatuaje de luna llena en su antebrazo, es más —me detengo cuando estoy por soltarles sobre el momento erótico que tuvimos— ¿ustedes que creen?
Vuelven a mirarse. Mi hermano suspira peinando su corto cabello hacia atrás.
—Es mejor comentarle lo que descubrimos.
Ahora es Yoongi quien suspira hastiado. No quieren decirme algo que pueda causarme daño. Lo que ellos no saben es que ya nada me puede dañar más de lo que ha pasado.
—Cuando nos llamaron del hospital avisando del accidente de Kook nos encontrábamos los dos juntos en la empresa, salimos corriendo intentando localizarte, pero no contestabas el teléfono. Cuando llegamos nos dijeron que él se encontraba en cirugía, que debíamos esperar —tiene la mirada perdida, puedo apostar a que está rememorando el momento— avisamos a todos, incluso Soah y Junho estaban en camino desde Busan. El médico tiempo después nos informo que iba a salvarse, que solo era cuestión de tiempo para que despertara de la anestesia.
Hay un silencio que se torna denso con el correr de los minutos. Mis respiraciones son lentas y profundas a causa de mi cuerpo aguerrido mientras mis ojos escuecen al llenarse de lágrimas. Este lado de la historia jamás la supe.
—Una hora después, en que nosotros seguíamos intentando localizarte, llegaron avisándonos que Kook no resistió, que al parecer su corazón estaba muy débil —ladea su rostro mirando a Nam quien no ha dicho nada— se nos hizo muy extraño, pero con todo el golpe del momento no le prestamos atención a algo que ambos pensamos a la par.
—Hasta que Yoongi vio al tal Johan y cayó en cuenta de muchas cosas. —acotó Nam— fuimos al hospital ayer e intentamos averiguar por el médico que lo atendió esa noche, Soah nos ayudó porque conoce mucha gente en el hospital de Seúl.
—¿Soah lo sabe? —eso me perturba. Ambos asienten.
Es cuando me viene el recuerdo de haberles contado a Yoongi y a Taehyung que vi a JungKook y ninguno me creyó. Me siento un tanto disgustada al saber que me han tratado de problemática por el simple hecho de mantener mis esperanzas vivas.
Sim embargo, dejó de lado mi temporal malestar para darme cuenta que ahora no me encuentro sola. Que si los padres de JungKook saben de la actual situación, ellos también tienen esperanzas de que esto se dé como una certera realidad. Y si es así, haré lo que sea para recuperar a mi novio.
—Pudimos averiguar que esa noche, hubo tres ingresos de pacientes por accidentes automovilísticos. Uno era JungKook, el otro no lo sabemos porque no hay suficientes datos.
—O alguien mando a esconder eso.
Lo que interpreta Yoongi no suena tan descabellado y lo que agrega luego solo hace que todo tome color.
—La cuestión es que, el mismo médico que nos dijo sobre el fallecimiento de Kook renuncio al otro día y salió del país quien sabe a dónde.
Trato de mantener mis manos aferradas bajo mis piernas porque me tiemblan mucho, mi rostro sonrojado está empapado a causa de las lágrimas, no me importa que ellos me vean de esa manera porque la esperanza dentro mío florece cómo el cerezo en primavera y un nuevo inicio después de un largo invierno.
—Eso quiere decir que hay algo turbio detrás de todo esto —me apresuro afirmar— que tal si se equivocaron de persona, que tal si Kook solo perdió la memoria y le hicieron creer que es Johan.
—No estaremos seguros hasta que encontremos pruebas concisas —dice Yoon jugando con sus dedos mordiéndose el labio inferior— eso y una muestra de ADN que demuestre que ese Johan Landrut sea Jeon JungKook.
Me muerdo el labio ante una loca idea que cruza por mi mente.
—¿Cómo lo tomaron Junho y Soah?
—La primera vez no muy bien —responde Nam— luego le mostramos fotos de Johan, de la familia Landrut, la poca información que aparece en internet sobre el accidente, lo que nos has contado y lo que Yoon ha visto.
—Junho tiene demasiada fe —se cruza de brazos— Soah comenzó averiguar por su cuenta, incluso se le ocurrió viajar a Alemania para verlos.
Ahora entiendo porque no me ha contestado las llamadas o cuando lo hacía se contenía en decirme algo. Era esto.
—Ya sé lo que haremos.
Esperan a mi respuesta, el intercomunicador suena interrumpiéndonos, les pido que esperen un momento en lo que atiendo. El encargado me avisa de una nueva visita, la de quién no esperaba, pero es tema de conversación en estos momentos.
—Confíen en mi. Voy a llamarlos dentro de un rato.
—Lala, espera.
—Los quiero. —apago la comunicación de inmediato antes de que Johan llegue. Estoy demasiado nerviosa. Mi pecho duele y no sé si adjudicarlo a mi corazón lleno de esperanzas y alegría o al nerviosismo latente por lo que estoy a punto de hacer.
Hazlo.
Que nos puede llevar a descubrir la verdad. Revelar si en verdad Johan es nuestro JungKook.
El timbre suena, seco mi rostro con mis manos, arreglo mi apariencia lo mejor que puedo para que no se note que he estado alterada. Al abrir la puerta ambos nos miramos fijamente, tiene una expresión de extrema seriedad, está molesto por algo y creo saberlo. Yo me estoy conteniendo por no abrazarlo, por callarme y no decirle todo ahora sin el más mínimo acto.
Me hago a un lado dejándole pasar. Se descalza y sigue adentro tomando asiento en el sillón de la sala.
—¿Quieres algo de beber?
Suspira agobiado.
No pierdas más tiempo, Ayla.
—Comienzo a creer que quieres escaparte de algo que temes que pase entre los dos. Cuando sabes que ha pasado mucho.
Me invade los nervios antes su mirada penetrante.
—No me contestaste. Quiero saber quién eres Kim Ayla, ¿por qué atormentas mis sueños?
Llego la hora.
—No son sueños.
Me mira sin entender lo que acabo de murmurar.
Me mantengo parada frente a él a una aceptable distancia, tal vez mis piernas cedan en algún momento, pero prefiero mantenerme alejada de su persona que caer en este momento crucial. Tendré que hacer mi mejor esfuerzo por no quebrarme.
—Recuerdas que te conté que hace dos años perdí a mi novio en un accidente automovilístico —asiente sin entender porque traigo a colación ese tema— iba a proponerme matrimonio esa misma noche, pero no pudo —aun es difícil— ni su cuerpo ni corazón resistieron a los múltiples golpes según el médico, fue muy duro para mí, tuve que seguir con mi vida a pesar de la depresión —tengo su completa atención.
Obligó a mis piernas a moverse, busco en mi escritorio aquella caja de madera que contiene demasiados recuerdos de nosotros dos, de mis amigos, de mi familia. Sostenerla en mis manos cuesta, es como si me quemara el peso de lo que contiene cuando la realidad que se siente como sostener poco. Cuando volteó a verlo sigue en la misma posición sentado sobre el mueble, tiene una expresion confusa.
Me acerco a él, observa la caja teniendo en sus ojos la pregunta de que tengo en mis manos. Se la cedo de a poco y él la toma con algo duda, me mira de forma intermitente esperando por una respuesta. Le indico que lo abra. ¿No será demasiado excesivo que lo sepa todo de una vez?
Es mejor así.
Suspira con resignación, me mira una última vez antes de levantar la tapa. Su expresión es de incredulidad, se mantiene quieto, pensando al parecer que hacer. Sus manos tiemblan, es casi imperceptible, pero lo puedo ver. Toma lo de adentro, la primera es una foto del grupo cuando viajamos a Hongcheon en las vacaciones de invierno, recorre cada rostro hasta toparse con el suyo. Traga saliva.
Pasa a la siguiente, dónde estoy yo con Bam, él mismo lo había sacado con su cámara profesional en una salida al parque. La siguiente es una donde estoy sonriendo a la cámara y él detrás abrazándome, hay otra que es alargada con varias fotos de nosotros dos haciendo diferentes caras, abrazándonos o besándonos.
Sus ojos parecen cristalinos, al parecer está empezando a reconocerse. Sigue admirando las fotos en silencio, su respiración se dificulta cada segundo. Ahora sus hombros tiemblan ligeramente, sus labios tienen un leve puchero, una lágrima silenciosa recorre su mejilla, traga saliva admirando una foto más antes de dejarlas caer todas sobre su regazo.
—¿Qué es esto? —su voz es ronca, intenta no romperse— ¿Por qué tienes fotos mías, conmigo? ¿Quiénes...
—Jeon JungKook, ese es el nombre de mi novio, es quien aparece en las fotos —niega y agrego con mi voz en un hilo— tú eres Jeon JungKook.
Jadeo evitando sollozar, necesito mantenerme fuerte por él, por mí, por su familia, por toda la situación que es impresionantemente impactante porque supongo debe no entender nada.
—No, no, no puede ser —niega, sostiene su cabeza con ambas manos sin quitar la vista de la fotos— esto tiene que ser una maldita broma de mal gusto —balbucea, es cuando quiero acercarme a explicarle prosigue a decir— yo sabía, sabía que había algo detrás, que algo me estaba escondiendo.
—¿De qué hablas?
Se pone de pie dejando caer algunas fotos en el piso, camina hasta colocarse detrás del sillón como un obstáculo entre los dos. Jala de sus cabellos, está vez no se permite contener las lágrimas, las deja caer por su rostro. Está sumamente aturdido, abatido y hasta podría decirse que molesto.
—Desperté del accidente después de unos meses en coma —murmuro mirándome a los ojos— según lo que me han contado, desperté desorientado, asustado porque no recordaba nada de lo que había ocurrido —se toma una pequeña pausa de segundos que a mí me pareció una eternidad antes de soltar— desperté sin saber quién era, Ayla yo perdí la memoria.
No tengo palabras para describir lo que en estos momentos siento. Cada palabra que él acaba de expresar nos lleva a consolidar a qué Johan es JungKook y le han estado mintiendo todo este tiempo. Nos han engañado de la peor manera. Y lo único que puedo pensar es que debo llevarlo a Corea y recuperarlo.
¡Boultourune! 😎🔥
💜💜💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro