𝟏𝟏. 𝐃𝐞𝐭𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐢𝐜𝐢ó𝐧.
❝Es malo, pero se siente tan bien. No tiene sentido, pero se siente tan bien. Muéstrame.❞
━Touch - Keshi.
•••
Sigo sentada en una silla observándole dormir. No puedo salir de mi conmoción ante otro descubrimiento que encontré. Los tatuajes, el tatuaje de luna llena que en su antebrazo, claro está cubierto por otros a su alrededor por lo cual no es fácil de verlo a simple vista, pero está ahí, es muy obvio. Es él y estoy en una enorme encrucijada al no entender cómo es que no me recuerda, cómo es que se llama Johan y adoptó otra vida en un país diferente.
¿Acaso JungKook nos engañó a todos?
Él no sería capaz de hacer eso, no sería capaz de lastimar a sus padres con algo tan grave como su propia muerte. Soah y Junho quedaron desbastados por perder a su único hijo. JungKook los adoraba, ellos eran su ejemplo a seguir, se sentía orgulloso de sus padres, lo último que les haría sería está desagradable atrocidad. Por eso no lo entiendo.
A mí, ¿por qué me mentiría? Se supone que iba a proponerme matrimonio, que quería compartir una vida a mi lado, les había pedido permiso a mis hermanos, incluso a mis padres. Habíamos hablado de mudarnos juntos, de proyectos a futuro que fueron su propia iniciativa. Por eso no entiendo porque se hace pasar por Johan, a menos que haya perdido la memoria en aquel accidente y lo hayan engañado. Eso tiene que ser.
Me estoy comiendo las uñas de tanta ansiedad acumulada, son las tres de la madrugada, no he dormido absolutamente nada, Yoongi no me atiende el celular, lo más seguro es que se haya quedado a dormir en lo de mi padre. Le dejé un mensaje avisándole que tengo al clon de JungKook aquí junto al contexto. Trago saliva acercándome despacio a la cama. Está de costado durmiendo plácidamente, capto un bajo resuello que no llega a ser un ronquido, su expresión en medio del sueño es apacible, con mis dedos nuevo el cabello que tapa su frente.
Lo observo otra vez, tiene que ser JungKook, tiene que ser él, estoy volviendo a llorar porque no puedo creerlo, me duele pensar lo que tuvimos que pasar para volvernos a encontrar de esta irracional manera. Esnifo al sentirlo removerse, parece estar soñando algo, balbucea, tiene su ceño fruncido, su respiración comienza a acelerarse. Se voltea quedando boca arriba negando con la cabeza.
Por inercia comienzo a acariciar su cabello porque recuerdo que a JungKook le relajaba, con mis dedos su rostro, su mano busca a ciegas la mía y la toma con fuerza, al rato vuelve a estar en completa calma durmiendo. Me acomodo mejor sentándome en el piso sin soltar nuestro agarre, apoyo mi cabeza sobre el colchón y me quedo observándole.
Siento un toque constante en mi brazo, alguien susurrándome al oído. Apenas me muevo siento mi cuerpo tieso recordando que estoy en el piso. Me quedé dormida mirando a Johan. Levantó la cabeza, Yoongi desde su posición alterna su mirada de la persona que está en la cama hacia mi. Suspira con evidente resignación, me ayuda a levantarme, no puedo evitar jadear del dolor por mi cuerpo adolorido.
—¿Qué pasó? Vine en cuanto leí el mensaje.
—Vamos afuera, no quiero que despierte y te vea aquí.
Estamos susurrando, me mira extrañado y luego a la cama donde yace el cuerpo del prohibido durmiendo. Salimos a la sala en silencio, me dejó caer en el sillón buscando nuevo aire que alivie la tensión en mi pecho, él se dirige a la cocina. Tal vez siga dormida porque aún estoy asimilando lo que sucedió anoche, lo que descubrí y las conspiraciones que mi cabeza creó.
Yoongi vuelve minutos más tarde con dos tazas de lo que parece café por el fuerte aroma que desprenden, me entrega el mío y se sienta a mi lado acompañando al silencio. Ninguno habla, nos limitamos a beber café, creo que, con los mismos pensamientos rondando en nuestras enredadas cabezas. Deja su taza sobre la mesa de vidrio enfrente nuestro, apoya su espalda del respaldo y me mira.
—¿Estás pensando lo mismo que yo?
—Tiene los mismos lunares que Gukk tenía, en los mismos lugares, excepto el de su cuello y bajo su labio que al parecer se los quitaron. —me indigna pensar en eso, añado como un divague mío— Tiene el tatuaje de luna llena.
Suspira desviando la mirada, se queda fijo sobre su mano descansando en su pierna derecha, aletea sus pestañas y entrecierra sus ojos como si eso le ayudará a pensar mejor.
—Hace días que me quieres decir algo sobre Johan, ahora quiero saberlo.
—Me iré a Corea está tarde.
Eso me sorprende más que toda la situación en si. Aún le quedan varios días conmigo. No quiero quedarme sola en esto, voy a desfallecer si eso pasa. Estoy por refutar cuando me sujeta el rostro.
—Escucha, debo volver para averiguar ciertos cabos sueltos que tenemos, Namjoon…
—¿Namjoon?
El nombre de mi hermano brotando de sus labios me deja perpleja, ¿acaso le contó? Y si es así, es extraño que Nam no me llamará para comentarme algo al respecto. Y sobre todo, ¿qué saben ellos que no se yo? Ahora estoy muy confundida y atormentada por el nivel que todo esto, extrañamente, está escalando.
—Confía en mí, estaremos en contacto siempre, tú solo cuídate.
Se levanta terminando el contenido de su taza, sigo sin entender nada. Me lastima más el hecho de que no quiera decirme nada, como si no me destrozara un poco más que la persona que está durmiendo en mi cama en estos momentos, sea quien creo, es el amor de mi vida o es un simple impostor a quien me estoy aferrando para no morir en el intento.
Toma algunas cosas de uno de sus bolsos, documentos por lo que puedo ver. Besa mi frente susurrándome que saldrá momentáneamente para no cruzarse con Johan. La primera vez que se lo encontró, en medio de su impacto también se dio cuenta que el pelinegro no lo vio con buenos ojos al estar acompañándome, según me comentó.
Cuando la puerta se cierra me encuentro terriblemente sola, en el silencio más insoportable que se acopia como un cumulo inalterable de sentimientos sin nombre. Lo único que podía escuchar es mi acompasada respiración o el tic tac del reloj que tengo colgado en la cocina, hasta que su voz resuena en el ambiente cortando cualquier incómodo silencio.
—¿Ayla?
Se supone que acabo de descubrir a mi difunto novio vivo, mi intuición me dice que es él, hay demasiadas señales que lo delatan. Sin embargo, sigo estática sin moverme de mi puesto, con ojos nublados por las lágrimas porque cuando lo vea temo a mi reacción.
Con la poca fuerza de voluntad que me queda, obligando a mi cerebro a mandar las correspondientes señales a mis extremidades comienzo a girar sobre mis pies. Está desorientado, sostiene su cabeza con su mano, su cabello corto está despeinado, su camisa está abotonado hasta la mitad dejando parte de su pecho expuesto recordándome las veces que toque su piel en el pasado.
Enfócate en lo importante, Ayla.
—¿C-cómo te sientes? —mi voz está a punto de quebrarse, me abrazo a mi misma para no salir corriendo a abrazarlo, ganas no me faltan.
—¿Qué hago aquí? —mira a su alrededor, supongo que no recuerda nada de anoche. Es lo mejor. Se mira los pies descalzos, hace una mueca de desagrado hasta que repara en mí. Su semblante cambia drásticamente y se acerca sujetando mi rostro nivelando al suyo— ¿Qué pasa?
Tantas cosas pasan, niego entrecortada, mis ojos colmados de lágrimas me impiden verlo nítidamente, apretó los labios para no soltar un sollozo o alguna burrada que pueda delatar a mí tenaz desesperación por tenerlo delante mío. Así que lo más sensato que hago es abrazarme a su cuerpo, uno porque no soporto su pesada preocupante mirada sobre mí y otra.
Lo extrañe tanto, tanto que se me hace imposible pensar que a quien realmente tengo aquí es a un desconocido idéntico a mi Gukk. Tiene que ser él, no puedo equivocarme y llevar a alguien que no es el indicado a un infierno atestado de locura.
Siento sus brazos rodearme, su mano acariciar con afanosa lentitud mi cabello y espalda, su respiración tranquila golpear suavemente sobre la piel de mi cuello. Su aroma sutil me invade causando que quiera perderme en él. En la dulzura de su tacto en estos momentos en que me tiene en aferrada a su cuerpo.
—Siento si hice algo incorrecto anoche —murmura sin movernos un solo centímetro— no sé que me pasa, Ayla, solo sé que luego del beso me siento aturdido —titubea, me lo imagino mirando un punto fijo intentando hilar sus pensamientos para que se ajusten a sus palabras— me haces sentir muy confundido con lo que siento hacia… Kathrin.
Me alarmo un poco, esnifo intentando calmar mi llanto silencioso. Me separó percatándome de que moje la solapa de su camisa con mis lágrimas, parece no molestarle cuando intento secarlo con mi índice arruinádolo, sigue mirándome aún con sus manos en mi cintura.
—Pronto terminaré el vestido, lo entregaremos y no tendremos que vernos jamás —mentira— tú podrás casarte y cualquier atracción que haya ocurrido entre nosotros se terminará.
Por su semblante serio puedo saber qué no está del todo de acuerdo, deja caer indiferente sus manos a los costados de su cuerpo, pero no se aleja.
—No creo que esto sea una simple atracción Ayla, —niega— no lo entiendes, ¿no es así? —suelta una risita nasal, estoy esperando a que diga algo más, pero solo se limita a respirar hondamente cerrando los ojos— lo siento.
El silencio se hace presente, ahora no solo escucho mi respiración que se mantiene calmada, sino la de él, van al mismo ritmo, solo agregaría que puedo escuchar en mis oídos los veloces latidos de mi corazón. Doy unos pasos hacia atrás, estoy un poco más compuesta, sin embargo, su presencia sigue causando estragos en mi.
—Deberías marcharte, deben estar preocupados por ti. Yo debo alistarme para ir a trabajar.
—Si —se muerde el labio inferior teniendo las palabras atoradas en su garganta que no va soltar porque, estoy segura que algo se lo impide. Regresa a la habitación por sus cosas, yo me quedo esperándole para abrirle.
Se coloca la chaqueta despacio, arregla su cabello y toma asiento en el suelo de alfombra beige para colocarse los zapatos. Cuando está listo, se pone de pie, sus ojos barren conmigo aún queriendo decirme algo. Y yo ahora estoy curiosa por saber que va decir. Inspira mirando a su alrededor para terminar en mi rostro.
—Necesito que me llames un taxi —duda— ¿Podrías acompañarme a esperar?
Acepto porque mi propio cuerpo me lo pide, es por inercia, inconsciente, necesito tenerlo cerca unos minutos más. En silencio nos movemos, en recepción le pido al encargado que llame un servicio, tomamos asiento en el sillón que está a un costado que funciona como una sala de espera.
No cruzamos palabra alguna, ninguno se atreve de hecho, lo que si hacemos es estar uno al lado del otro muy juntos disfrutando de un silencio que no sé si describir agradable o irritante. Nuestras manos se rozan, puedo sentir la momentánea timidez de sus dedos acariciarme.
Quiero corresponderle, en verdad, pero tengo algo de miedo a como pueda reaccionar y a las consecuencias posteriores de mis propias acciones.
El taxi llega, Johan suspira vacilando en marcharse, voltea a mirarme una vez más y sin preámbulos deja un beso en mi mejilla cerca de la comisura de los labios. Sonríe, tiene una sonrisita de suficiencia que me deja perpleja, algo me dice que esto no termino aquí.
Mantengo mi atención en las costuras del vestido, observando los detalles que no me gustan para cambiarlos de inmediato. Bebiendo mi tercera taza de café porque mantenerme despierta está complicándose. Eso, sumado a que tengo una contractura en el cuello y todo por quedarme dormida admirando al prohibido en mi cama. Debería estar impactada, debería estar en medio de una exorbitante desesperación que me lleve a convertirme en un tipo de Sherlock en busca de pistas que me dirijan a la verdad.
Pero no, estoy terminando el vestido de su prometida, le estoy poniendo el esmero que no le he puesto en los últimos tres días por pensar en él, por pensar en los besos, en la absurda situación en la que nos encontramos ahora siendo simplemente nada. Cuando la realidad, si es que estoy en lo cierto, es que ese hombre de imponente imagen iba ser mi esposo. Irónico saber que otra será su esposa.
Me estoy debatiendo por soltar todo y mandar a la mierda. Me estoy frustrando indebidamente, lo que causará que arruine mi trabajo y sea tiempo perdido que no tengo. Distraerme sería lo mejor. Voy hasta mi escritorio, tengo la laptop encendida con el Browzwear mostrándome las imágenes de algunos diseños en 3D, comienzo armar uno nuevo, pero a los minutos mi atención se desvía a cualquier otra cosa que no sea el de intentar armar un nuevo proyecto de vestido. Me estoy hartando de los vestidos de novia.
Suspiro frustrada, necesito vacaciones, aún faltan un par de meses para que eso ocurra. Inconsciente comienzo a contar el tiempo restante como si se tratara de mi libertad de la más monstruosa carcel, da la hermosa casualidad de que la fecha de mis vacaciones coinciden con la unión Landrut – Meyer.
¿Estás segura de querer lárgate para ese momento sabiendo lo que sabes ahora?
Ignoro esa voz, entro al chat que tengo con Yoongi y le pregunto dónde está y que está haciendo. No tengo respuesta en los siguientes proximos minutos, así que me dedico a contestar los mensajes que he dejado pendiente. Miyeon se encuentra en Milán gracias a la Fashion Week, ya que trabaja para una firma de reconocimiento mundial de revistas. Hablamos en ocasiones, me manda fotos de su viaje y yo le lanzó la indirecta de que a solo tres horas de vuelo podría visitarme sabiendo que es casi imposible una reunión.
Soojin sigue en reposo absoluto, me ha enviado fotos de la ecografía, de ella con su pancita, en cuatro meses tendrán un saludable varón. Taehyung está feliz, ha tomado más responsabilidad en el museo donde trabaja, incluso obteniendo ofertas de trabajo para exponer sus propias pinturas y obras de artes plásticas. La más famosa es la de una estatuilla de barro de una bailarina. No hace falta decir que grabo a su esposa.
Lo poco que sé de Nam y Hye es que están bien. Unidos como siempre. Mi madre de gira, mi padre viviendo su vida con su esposa y mi hermanito. Soah y Junho a pesar del inolvidable acontecimiento siguen adelante, Junho ha decidido abrir dos franquicias anexos del bar y Soah se ha dedicado a estudiar medicina. Todos han seguido su vida, menos yo.
Siento que estoy estancada permanentemente sin una pronta salida a una buena solución que me permita volver a sonreír de forma genuina. No cuando soy un manojo de nervios ante el gran descubrimiento que no me deja en paz. Ante pensar que solamente es mi imaginación desvariando por encontrar mi salvación en alguien más que no me pertenece, pero que siento estoy atando a mi pasado. ¿Y si no es él?
Confía en Yoongi, confiemos en que si es.
No puedo evitar pensar que detrás hay alguien que podría sufrir culpa de las tontas decisiones que tomemos. Kathrin no se merece una traición como está. ¿Cómo he de mirarle a la cara sabiendo que su prometido me confesó sentir algo por mi? ¿Su confusión? Estoy en una gran disyuntiva por intentar no saborear mis principios y valores o simplemente dejarme llevar por la locura que me ahonda nacida de un supuesta suposición.
Ladeo mi rostro observando hacia el gran salón lleno de personas, mujeres en su gran mayoría probándose vestidos recibiendo la opinión de sus allegados. Entre todo eso veo el rostro de alguien conocida, hoy era mi día de suerte al parecer —nótese el sarcasmo— no debía sorprenderme la llegada de Kathrin y que preguntara por mí. No hizo falta que me llamarán, me dirigí hacia la recepción para recibirla.
—Me alegro verte. —me abraza, una bala duele menos. Le correspondo con una amable sonrisa más que fingida ante el recuerdo latente del beso en la piscina.
—¿Qué haces por aquí? Todavía no es la fecha de prueba, Dina me comentó que las damas están contentas con los vestidos.
—Vine a invitarte a beber té, claro si tienes tiempo.
¿Debería? No somos amigas.
Ella piensa que si.
¿Es momento de sentir culpa?
No, ella debe saber algo, es más factible que le sigas la corriente para averiguar por tu cuenta.
Ante ese pensamiento no dudo en aceptar. Le pido que me espere un momento en lo que terminó algunos pendientes, para mí sorpresa, arreglo mi permiso de salida con Anna, la encargada, quien sucede a Astrid cuando no está al frente. Joss me mira desde su puesto a lo lejos junto a una clienta. Ella sabe que me están dando demasiadas atribuciones. La mayoría de mis compañeras piensan que he tenido suerte en amistarme con alguien como Kathrin.
Sin embargo, me siento incómoda con saber que no puedo mantener mi horario de trabajo normal sin que venga alguien de la alta sociedad a sacarme de mi zona de confort. Eso y contar que tengo una amistad con una de mis clientas, su hermano me coquetea cada oportunidad que tiene y su prometido, el prohibido, el clon de mi novio —o en realidad es él— se me insinuó de una forma muy directa.
—Quisiera que seas una de mis damas de honor —comenta luego de beber su taza de té de frutos rojos— pero eso significaría buscar otro que acompañe a Johan y él está un poco ocupado con el trabajo.
No me sorprendería, hace pocos días recibí la invitación de la gran boda Landrut-Meyer. Mi reacción fue la de sentirme herida, sentirme celosa de ver qué ella si podría obtener su sueño de casarse con el hombre de sus sueños. Luego, se me cruzó la idea de: ¿Qué tal si hago algo para impedirlo? Más tarde y al fin, de forma sensata, dejé que la empatía me ganará entendiendo que Johan no es JungKook.
Hasta anoche que descubrí lo que descubrí. Pues la segunda opción se me ha cruzado muchas veces como un pensamiento intrusivo de esos que si un profesional me analizará, diría que necesito urgente medicación. Mi terapeuta podría expresármelo de esa manera o que no he superado mi severo trauma de perdida.
Un mensaje llega a mi teléfono boca abajo sobre la mesa de mantel pulcramente blanco de aquel café de categoría al que Kath me llevó, leo muy por encima desde la pantalla de bloqueo el nombre del remitente que dice.
Ayla necesitamos hablar, por favor~
14:19✓✓
Y sé que hay más, solo que no me atrevo abrirlo aquí mismo con Kathrin enfrente mío. Le sonrió cuando nuestros ojos se cruzan por unos segundos fugaces. Arruga su nariz, desviando su mirada hacia otro lado como dándome luz verde a qué contestará, pues se vería muy descortés hacerlo sin su permiso mientras me habla muy entusiasmada.
Relamo mis labios con la punta de mi lengua sintiendo el sabor del bálsamo sabor fresa, abro el mensaje en modo despreocupada leyendo con miedo lo siguiente.
Habrá una habitación en el hotel Kurhaus destinada a tí, de todas maneras, enviaré un auto a recogerte a tu casa o donde tú me imdiques, realmente necesito verte. Si decides no llegar para las nueve de la noche entenderé tu decisión y te dejare en paz.
Solo espero que me des una oportunidad de poder explicarte ciertas cosas.
14:20✓✓
No sé cómo reaccionar ante esto, lo repito, esa sonrisa en su rostro cuando se fue hoy a la mañana de mi departamento me anunciaba que no todo se había terminado, Johan tenía mucho que exponerme y yo no le negaría ese derecho. Aunque me estoy debatiendo constante el aceptar esta invitación o dejarlo pasar con la excusa de acompañar a Yoongi al aeropuerto.
No respondo, simplemente lo dejo en visto como una forma de hacerle saber que recibí su mensaje.
Despedí a Yoongi en la extrema desolación, me aferre a tenerlo cerca sería parte de mi cercana salvación. De tener la certeza que no me estoy volviendo loca con una persona que tal vez solo sea parte de mi perturbada imaginación. Él me ha pedido encarecidamente que me cuide, que confíe en que pronto me traería noticias sobre sus dudas. Así que eso haré mientras estoy entre escoger lo políticamente incorrecto o lo moralmente correcto que he debido aprender a lo largo de la vida mundana.
Deberías dejarlo fluir, puede que encuentres algo que te guste.
O puede que me meta en un pozo de incertidumbre sin fin logrando que cometa garrafales errores que me lleven a un escenario peor del que estoy metida ahora. Mi intuición me dicta que siga a mi corazón, que siga lo que siento aún sabiendo que esto está mal, pero mi cerebro un tanto contradictorio grita que me aleje del inminente desastre, no obstante no ordena a mi cuerpo absolutamente nada cuando me encuentro en camino hacia lo que podría ser una determinante decisión.
No he cambiado mi atuendo, llevo el vestido negro entallado que suelo usar cuando voy a la boutique, sin saber que hoy se daría esto. Mis manos sudan alrededor de la cadena que lleva mi cartera, en mi reloj de muñeca marcan casi las nueve de la noche. La ciudad está en su máximo esplendor mientras me viajo en aquella camioneta negra con ventanas polarizadas conducida por un chófer que pasó a buscarme cerca del aeropuerto.
Mis nervios aumentan cuando llegamos al majestuoso hotel perteneciente de la familia Landrut. ¿No sería sospechoso este reencuentro? Lo más sensato sería que nos viéramos en un terreno neutral dónde nada tuviera que ver con su familia ni con la gente que pueda conocerlo y pueda revelar que el heredero de tal imperio se encontró a escondidas con una desconocida que no es su prometida. ¿Por qué tanto hermetismo?
Me sorprende cuando el hombre vestido de negro aparca en el estacionamiento subterráneo, me abre la puerta del rodado ayudándome a descender, me entrega una tarjeta magnética mientras en voz neutra me dice.
—Si pregunta alguien del personal, solo dígales que es nueva y su habitación es la 901 en el piso 7.
Le agradezco sosteniendo la tarjeta con más fuerza de la que debería. Me acompaña hasta el ascensor que él mismo llama, diría que es un poco más alto de Johan, incluso podría pensar que es uno de sus guardaespaldas de no ser porque jamás lo vi con uno cerca, solo intuyo que recibe órdenes y debe acatarlas sin juzgar.
Una vez dentro, él mismo marca el piso siete, con un asentamiento de cabeza se despide en lo que las puertas se cierran dejándome completamente sola.
¿Qué estas haciendo Ayla?
Creo que entraré en pánico. Busco respirar lo mejor que puedo, me pone muy nerviosa la musiquita de fondo, la vocecita robótica femenina avisando la llegada a determinado piso. Tengo la grata suerte de no haberme cruzado con personas subiendo o bajando, el elevador pareciera ir directamente sin detenimiento hacia el piso indicado. El tintineo avisándome que he llegado al séptimo me quita un suspiro de leve frustración.
Mi mente es un caos de preguntas sin respuestas a mi temor de con que me voy a encontrar. La puerta de la habitación 901 es de caoba marrón, acerco la tarjeta por el panel electrónico dejándome escuchar un pequeño click seguido de la puerta abriéndose. Entro despacio, es una suite, tiene un pequeño comedor con muebles de algarrobo brillante por la izquierda, una sala bien equipada a la derecha. Todo digno de ostentosidad.
Me muevo por el interior dejando mi bolsa y zapatos a un lado, puedo oler el aroma a su fragancia suave y amaderado en el aire, a las rosas blancas que están estratégicamente plagadas por todos lados dentro de delicados jarrones de cristal. La habitación está menos iluminada, hay ropa sobre la enorme cama matrimonial bien tendida de sábanas grises. En este espacio, su aroma es más intenso. Se me hace extraño escuchar completo silencio, son las nueve pasadas y se supone que estaría esperándome.
Me acerco a la cama, no puedo evitar tomar su camisa entre mis manos, llevarla a mi nariz y olerla. Debo verme como una psicópata acosadora y no me importa. Escucho una puerta abrirse a mis espaldas dejándome estática en mi comprometedora posición.
—Ayla.
Su voz ronca con un ligero atisbo de entusiasmo me hace estremecer. No me atrevo a voltearme, no quiero encontrarme con una escena o imagen que en estos momentos, mi cabeza comienza a maquinar y sé, no podría manejar. Cómo otras tantas veces, traicionero, mi cerebro no impide que mi cuerpo se mueva por si solo girando sobre mis talones encontrándolo a menos de un metro de mí.
Su cabello está húmedo, aún se puede ver pequeñas gotas caer por su piel, con tan solo una toalla alrededor de su cintura. Está desnudo. Le doy la espalda rápidamente con mis mejillas calientes y rojas más que seguro. Él es… está mucho más musculoso, es… imponente.
Tengo la piel de gallina, esa sensación no se va cuando me doy cuenta que lo tengo detrás de mí, me tienta encararlo, me tienta hacer demasiadas cosas que mi corazón apaña, mi cerebro grita inmediata huida y mi cuerpo quiere ceder. No es momento para nublarme, se supone que vine para que hablemos.
¿Estás segura?
Doy un respingo cuando sus brazos me rodean para quitarme la camisa de mis manos percatándome de que aún lo tenía fuertemente sujetado en mi poder. Me quedo ahí por un estúpido momento, estoy paralizada por la vergüenza. Cuando mis neuronas conectan y estoy a punto de salir para darle privacidad.
—Ayla.
—¿S-si?
Siento su respiración golpeando mi nuca, su calor rozando mi espalda, por inercia, o inconsciente, o alguna fuerza extraña me obliga a voltear para enfrentarle. Voy a desfallecer con la vista. Esto no me puede estar pasando, no. Me mira de esa forma penetrante que me recuerda cuando JungKook lo hacía cada que me iba a besar. Y no hablo de los besos tiernos que nos dábamos, sino de los besos cargados de sentimientos apasionados que nos llevaban a un solo lugar. A la cama.
Así que solo cedo, cedo cuando sus manos sostienen mi cintura para que no me aleje, cuando su rostro cerca del mío me hace cosquillas porque su aliento cálido a menta golpea mi piel, solo cedo a lo que sea que él quiera hacerme.
😁😁😁
Perdón por la tardanza, "bloqueo de escritor" 🤬
Espero les guste mucho este capítulo.
En otros temas: JIMIIIIIIIIIIIIIINNN.
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Fin del comunicado.
Les quiero.
💜💜💜
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