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CAPÍTULO DIECINUEVE
CITA EN EL MUNDO MUGGLE
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LEONARDO MIRO A DRACO dormir pacíficamente, después de la noche anterior ninguno de los dos volvió a tocar el tema o a decir algo más. Solo se dedicaron a pasar tiempo con su compañía y el dormir juntos.

Leonardo sabia que Draco lo había perdonado por sus actos, sin embargo no quería que solo fuera así. Que si Leonardo hacía algo y cometía algún error Draco lo perdonará tan rápido por ser el. Quería ser merecedor de su perdón.

Por lo que al despertar temprano pensó en el perfecto plan para ellos dos. Si bien pensaba que Draco lo odiaría un poco, haría que se divirtiera. Lo llevaría a una cita.

Leonardo no hacía esas cosas hace mucho tiempo y algo dentro de el estaba emocionado por eso. Salir con la persona que quieres hace que sientas mariposas en el estomago.

—Hola.—Draco murmuró viéndolo.

Leonard sonrió sin evitarlo y se acercó al chico.—Aun es algo temprano, pero pensé en que podríamos salir hoy.

Draco frunció el ceño ante eso y pensó en qué salir les vendría bien a ambos, alejarse de todos los problemas que lo atormentaban. Por los que no dudo en asentir y regalarle una sonrisa al hombre quien sonrió por igual.

—¿A dónde iremos?—pregunto una vez que se había vestido correctamente y miraba a Leonardo acomodar su abrigo.

El hombre soltó una risa burlona y lo miro.

—Al mundo muggle.

(...)

—Odio esto.

El comentario de Draco hizo reír a Leonardo. Ambos caminaban por las calles de la parte más alejada de Londres, literalmente estaban al otro extremo del lugar, por lo que muchas personas no los reconocían.

—Anímate niño.—lo empujó ligeramente.—Te gustara.

—Lo dudo, el mundo muggle es... raro.—dijo viendo a un hombre perseguir a una paloma que llevaba su sombrero.

—Es diferente, las cosas diferentes no son malas.—comento mirando el edificio junto a ellos. —Es aquí.—señalo el lugar con su cabeza.

Draco siguió a Leonardo de cercas sin tocar nada con miedo a contagiarse de algo, no quería estar en el mundo muggle. Pero Leonardo parecía tan entusiasmado con la idea que no pudo evitar quedarse. Además se están esforzando por conseguir su perdón. Perdón que ya había sido otorgado desde la noche anterior.

Draco observó el lugar que tenía el nombre de "cinema" era muy colorido con cosas que en su vida había visto. Había muchos muggles quienes se veían felices.

—¿Qué es este lugar?—cuestiono mirando todo a su alrededor.

—Estamos en un cine.—respondio.—Se pueden ver películas aquí, y antes de que preguntes las películas son como historias pero las puedes ver y escuchar con personas atraves de una pantalla.

Draco había escuchado todo de manera atenta y algo dentro de el se entusiasmó con la idea de ver una historia de esa manera.

—Vamos, compraremos algo de comer.—Leonardo tomó su mano y lo arrastró por el lugar.

Draco sonrió al ver qué el no la soltó apesar de llegar a dónde iba.

—¿Quieres algo en especial?—pregunto mirando al joven.

Draco se sintió confundido pero al ver a las demás personas ver el cartel y luego pedir suposo que el tenía que hacer lo mismo.

—Eso.—señalo en donde se veía un Hot dog.

Leonardo asintió y lo pidió para el y otras cosas más.

—¿Que vamos a ver?

—Es una película llamada el Mago de Os.—respondio.—La recomendaron mucho.

—De acuerdo.—murmuro el confiando en Leo.

El hombre sonrió antes de que ambos se digirieran a la sala del cine, el lugar era enorme y para suerte de los dos le había tocado en una parte un poco alejada de los muggles.

(...)

—Merlin, fue increíble.—la voz de Draco estaba llena de asombro.—Nunca había visto algo así.

—Te dije que te gustaría.

—¿Volveremos alguna vez?—pregunto Draco mirando a Leonardo, ambos caminaban por la calles de noche de Londres rumbo al departamento de Leo.

—Todas las veces que quieras.—dijo sonriendo.

Draco también lo hizo antes de suspirar.

—Te quería decir algo.—dijo el rubio.—Es solo que no quiero mentirle más a mi madre.

Leonardo asintió mientras ambos seguían caminando, no sabía exactamente a dónde iba esa conversación.

—De acuerdo.—murmuro.—¿Mentirle en qué?

Draco guardó silencio unos momentos mientras disfrutaba de las calles de Londres, no había nada mejor que el sentimiento de libertad, no como el de estar encerrado en la mansión Malfoy siempre.

—Sobre nosotros.—dijo por fin.

El cuerpo del Rosier se tensó completamente, el no tenía inconveniente con que el mundo se enterara de que quería a Draco Malfoy, el problema era que Narcissa Malfoy lo mataría. Estaba seguro de que sería así.

—Si no quieres hacerlo no...

—No tengo problemas con que Cissy lo sepa.—lo cortó.—Es solo que no quiero que ella...

—Mi madre no te haría nada.

—Eso es lo que tú dices, pero ella lo hará.—fingio un escalofrío.—Esa mujer sigue siendo una Black después de todo.

Draco soltó una risa y negó. —Cobarde.

—Oh silencio mocoso.

El camino fue corto pero alegre, después de tanto tiempo Draco y Leonardo sentían que todo estaba saliendo de maravilla para ellos. O al menos fue como lo quisieron ver. Un pequeño escape de su realidad, una tapadera a la verdad.

La verdad sobre el como Leonardo era un asesino y Draco un adolescente que estaba perdido. Una verdad del como la sociedad nunca aceptaría una relación entre ellos. Cómo la gente los vería mal o raro por ello.

Sin embargo eran felices con sus mentiras, vivían con ellas pensando en que tal vez cuando todo terminará ellos podrían ser felices. El como serían libres y podrían ser ellos mismos son la necesitas de que una estúpida marca los defina como la lacra de la sociedad. O los malos en la guerra.

Draco esperaba el momento exacto donde pudiera contarle al mundo que amaba a Leonardo Rosier con su vida y que no se arrepentía de ello en ningún momento. Sin embargo aveces perdimos cosas que no podemos obtener y es cuando más duele.