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⁰⁶ | 𝑁𝑖𝑛̃𝑜 𝑑𝑒 𝑝𝑎𝑝𝑎́

𝓬𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸
𝙽𝚒𝚗̃𝚘 𝚍𝚎 𝚙𝚊𝚙𝚊́

Aki, ¿estas durmiendo bien?

La pregunta de Finn no le sorprende, habia visto su reflejo en la mañana. Ojeras oscuras marcando la parte baja de sus ojos, y labios resecos.

Paso saliva antes de responder.

No es nada. — Dice, esbozando una sonrisa. — Quizás me voy a enfermar.

Deberías quedarte en cama. — Sugiere Mash, tocando su frente con el dorso de la mano. — Te ves enfermo.

Tienes razón. — Responde Aki, recostandose nuevamente y cubriéndose con la manta.

Te pasare los apuntes... si los hago. 

Finn suspiró rendido, arrastrando al chico fuera de la habitación para dejar descansar al albino.

Vendremos a verte en el descanso.

Simplemente asiente, viendo las figuras borrosas desaparecer detrás de la puerta. Se remueve en el lugar volteandose hacia la ventana los rayos del sol impacta contra el escritorio de Finn, el reflejo le pegó en la cara aumentando su mal humor.

Cambio de dirección, el ceño fruncido lentamente desaparece y en unos pocos minutos puede sentirse relajado hasta que el calor de su espalda aparece.

Un quejido se ahoga en la almohada mientras vuelve a observar el escritorio de Finn. Había un pequeño portarretratos mal guardado en uno de sus cajones que reflejaba toda la luz a su cama.

Finalmente se levantó, completamente fastidiado se acercó al lugar acomodando el cajón, contemplo la foto quebrada y sucia, apenas rozó el pequeño cuadro la puerta se abrió dejando ver la figura jadeante de su padre.

— ¿Papá?

Ni siquiera le dio tiempo de reaccionar cuando ya se encontraba rodeado de una manta afelpada, sus pies dejaron el suelo y con rapidez fue sacado del cuarto.

 — ¡Cuando me ibas a decir que estabas enfermo!

¿Cómo te enteraste?

Puede ver la frustración carcomiendo a su padre, aprieta su mandíbula apretando el agarre alrededor de su cuerpo haciéndolo jadear.

¿Eso es todo lo que tienes que decir? — Su tono de voz lo alteró, rara vez su padre era así de severo, miro hacia atrás encontrándose con la figura de Suguru.

El parece molesto pero no más que su padre.

¡Tienes que avisarme si estás enfermo! 

El silencio inundo el lugar, sus ojos no se despegaron de la mirada fulminante que Satoru tenía sobre el.

Las paredes se sintieron pequeñas, sus labios temblaron y solo se cubrió con la manta ocultando las lágrimas en la felpa. 

Perdón.

El camino fue silencioso, Suguru intenta aliviar el ambiente con comentarios ocasionales que son respondidos con monosílabos por parte del chico.

Satoru no parece mejor, su ser parecía una bomba de tiempo a punto de estallar. Aun así, no despegó el brazo de los hombros evitando que el movimiento del vehículo lo perturbara.

Ya llegamos. — Anunció Suguru.

Las puertas de la casa fueron abiertas dejando ver la enorme construcción rodeada de bellas flores cuidadosamente recortadas dándole un aire fresco al lugar.

Cuando el carruaje se detuvo, Satoru cargo a su hijo de nuevo, apresurando sus pasos para poder llegar a su habitación.

Geto se mantuvo a la distancia observando la interacción de ambos, su mirada recae en la de Aki.

Su mirada sollozante recayendo sobre él, extendiendo su mano hacia su dirección esperando que la tomara.

Suguru no se mueve de lugar, la sola mirada de Satoru lo hace congelarse ahí mismo.

No quieras reemplazar un lugar que no te corresponde.

Sus palabras son como dagas que perforan la carne herida, impasible Suguru le arrebata el cuerpo del niño arrullándolo entre sus brazos.

No eres el único preocupado por el.

Yo soy su padre.

¡Es lo único que me queda de mi hermana!

¡No proyectes a Lilith en mi hijo!

La mirada del Gojo se desvía al niño que se aferró febrilmente a Suguru mientras murmuro palabras que no es capaz de escuchar.

Dámelo. 

Suguru no cede y con pasos apresurados se adentro en la habitación del chico. 

Cebollita. — La voz de su padre apenas es escuchada.

Entreabre los ojos encontrándose con la figura de su progenitor.
Parecía agotado y abatido, busco con la mirada a su tío, al no encontrarlo en el cuarto lo entendió todo.

Se sentó en la cama, Satoru acomodó el cojín detrás de su espalda para ayudarlo a sentirse más cómodo.

Te traje sopita.

Gracias.

Tomo el pequeño plato en sus manos, la cuchara temblaba sobre los dedos derramando algo de líquido.

Comenzaba a frustrarse, la mirada atenta de su padre no se despegó de sus manos listo para actuar si fallaba.

Aun así, comenzó a comer solo dando pequeños bocados.

¿El tío Suguru...?

No vendrá por unos días... supongo que ambos seguimos siendo inmaduros.

¿Es por mamá?

Satoru abre la boca, buscando palabras para negar la acusación de su hijo.

Suguru debe aceptar que ya no está. — Se tomó un respiro, lamiendose los labios antes de seguir hablando. — El y yo tenemos nuestras diferencias acerca de que hacer cuando pasa "esto"

Aki desvía la mirada hacia el frente, la pintura de una hermosa mujer de largos cabellos blancos y mirada lila inunda la gran pared.

El recordatorio parecía estar presente cada día de su vida.

Me da miedo no saber que hacer. — La voz vulnerable de su padre le revuelve el estómago, aprieta el tazón vacío sin saber que decir. — Yo también la extraño, seguramente ella hubiera hecho un mejor trabajo que yo, te habría enseñado a usar el discurso maldito o incluso hacer esos dulces caseros qué te gustan.

Detente papá. — Los ojos azules no se apartan de Aki, sorprendido ante su reacción.

¿Aki?

El único que siempre ha estado ahí, eres tu. Todo lo que conozco ya sea bueno o malo es gracias a ti. Por favor deja de decir estupideces.

Satoru cubre su rostro, evitando que su hijo vea aún más vulnerabilidad en el. Lo sollozos involuntarios salen de sus labios mientras abraza los hombros del chico.

Perdóname hijo. Mereces todo lo bueno del mundo.

¡Extra Gojo-san!

¡Así no se carga al bebé Satoru!

La mujer rápidamente toma a su hijo, acunando su cabeza en uno de sus brazos mientras que con el otro cubre su pequeño cuerpo.

Pero si fue lo que me dijiste. — Responde un albino muy afligido.

Lo tenias de cabeza.

Pues es lo mismo.

Ay regresenle la mamá a mi cebollita, no ven que el sufre mucho.

Actualizando después de mil años pero al fin aquí.

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