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⁰⁴ | 𝐶𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑟𝑡𝑜.

𝓬𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸
𝙲𝚘𝚖𝚙𝚊𝚗̃𝚎𝚛𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚌𝚞𝚊𝚛𝚝𝚘

Buscar su habitación no fue difícil, lo realmente complicado fue el área en la que le tocó.

¡QUE NO SOY UNA MUJER!. — Gritó con todas sus fuerzas dando un portazo realmente fuerte, hablaría con su abuelo de esto.

Casi le da un infarto al solo ver mujeres en un solo cuarto.

¿Ahora donde dormire?. — Se lamentó caminando por los pasillos hasta que encontró una habitación sin puerta.

Dentro de ella se encontraba Mash junto a otro chico de mechones rubios.

Disculpen. — Habló llamando la atención de ambos. — Perdon por interrumpir pero me gustaria pedirles un favor.

Mash lo reconoció de inmediato, al igual que el otro chico. Uno por sus habilidades y otro por su amistad. Cualquiera de las dos era buena.

Tal vez.

Adelante. — Dijo Mash.

¿Puedo quedarme con ustedes?. — Pidió juntando sus manos en un suplica. — Confundieron mi genero y me asignaron a la habitación de chicas.

Terrible.

Confirmo.

Ambos estudiantes observan el rostro del chico que seguia quejandose por tal falta de respeto hacia su persona. El pobre salió corriendo cuando las chicas de su habitación querían quitarle el pantalón para comprobar su "hombría".

Algunas mujeres dan miedo. — Concluyeron los tres sintiendo un escalofrío.

Bueno, ¿quieres un panecillo?. — Exclama Mash sacando las tres porciones de sabe dios donde.

Si gracias. — Agradece tomando el obsequio y metiéndolo a su boca de inmediato. — ¿De qué hablaban por cierto?.

De cómo convertirse en iluminado divino. — Responde el cabecita de hongo masticando su pan.

Ah, bueno. — Dice sin darle importancia. — Soy Aki Gojo, un placer.

Se presentó, estirando su mano libre para el desconocido enfrente suyo.

Finn Ames. — Hablo el chico de mechones rubios aceptando estrechar manos.

Gracias por dejarme quedarme en su cuarto. — Habla mientras sonríe. — En compensación, arreglare la puerta.

Las cosas eran tranquilas a partir de unas horas Finn hacia sus deberes mientras Aki leía un libro sobre magia y bueno Mash era Mash.

Oye Aki. — Lo llamo escuchando un sonidito que le hizo entender que le prestaba atención. — ¿Me prestas una escoba para la clase de mañana?

¿Como?

Esque me confundi y traje una raíz de cilantro. — Señaló al fondo de la habitación donde residía una maldita rama.

No se por que no me sorprende. — Responde mirando al chico. — De acuerdo.

Lo sabia, eres muy amable.

Gracias.

Por cierto Aki ¿ya sabes donde dormirás?. — Pregunta Finn mirando hacia el albino. 

Sip. — De su bolso saca un pequeño frasco con un líquido anaranjado con rapidez lo pone en medio de la habitación donde empieza a surgir una cama pequeña con sábanas violetas. — Aquí.

¡¿Se puede hacer eso?!

Bueno, eso lo hizo mi tío Suguru. — Responde recordando al mago de cabellos largos. — El sabe de esas cosas.

Increíble. — Murmura Mash. — ¿Funcionara en panecillos?

Quien sabe. — Responde el albino con una sonrisa.

La profesora había dado inicio a su clase. La misión de hoy era levantar una escoba, no fue complicado pues solo tuvo que dar una orden.

Vuela. — Tras decir esas palabras la escoba de inmediato se elevó a sus manos.

Miro a Mash esperando algún avance.

Vuela, vuela, vuela. — Repitió el chico intentando levantar su escoba. — Pues no vuela.

Echale ganitas. — Trato de animarlo, sin embargo la interrupción de un compañero lo hizo imposible.

¡Oye, oye! ¡Ni siquiera puedes hacer que la escoba vuele!. — Un desconocido se acercó para burlarse del chico. — Parece que tenemos un inútil en el grado.

¿Y tu si eres útil?. — Cuestiona Aki mirándolo. — Yo no veo ninguna habilidad poderosa en ti.

¡Retractate!.

¿Por qué debería? Yo soy un Gojo.

Los murmullos se hicieron presentes fijando sus vistas en el albino. No había dudas que seria un prodigio.

Además, mi amigo solo estaba calentando la muñeca. — Agrega con una sonrisa victoriosa. — Muestrale Mash.

El pelinegro elevó su pierna a la altura de su rodilla y dio un gran pisotón que elevó la escoba.

Vuela.

Lo viste ¿no?. — Orgulloso, Aki mostró las habilidades físicas del chico detrás suyo.

¡Eso es trampa!. — Ambos amigos se ven confundidos. Ignorando al chico enfrente suyo. — ¡No se hagan los tontos! ¡Le pego antes de decirlo!.

¿Y?. — Contesto Aki mirando su escoba.

¡Eres un-!

Muy bien. — Interrumpe la profesora. — Veamos qué velocidades pueden alcanzar. Les aplicaré una regla contrarreloj.

El joven lucía confiado, Aki masajeó los hombros de Mash animandole a ganar justo como lo haría un entrenador de box.

Esto es perfecto, ¿por que no compites contra mi?. — Y seguia, y seguia. — El que pierda hará lo que el otro diga hasta la graduación, ¿que te parece?.

Trato hecho.

Ambos se pusieron en la línea de salida, esperando que la profesora iniciara el duelo.

Para sorpresa de muchos, el chico rápidamente había llegado. Bastaron segundos para que el cruzara la meta y ganara.

Me deje crecer el pelo y hace un montón de calor.

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